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Número 343-344

Serie XXXV

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Sobre el matrimonio y la familia. Notas sobre algunas corrientes actuales

SOBRE EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA
(NOTAS SOBRE ALGUNAS CORRIENTES ACTUALF.S)
POR
JUAN VALLET DE GOYTISOLO (*)
l. La pérdida del sentido de la cauoalidad.
Es sabido que una de las muestras del escepticismo de David
HUME consistió en llegar más lejos que Francis BACON DE BERU­
LAM,
quien había calificado de «vírgenes estériles» a las causas
fonnales y finales. Quedaban
las causas eficientes, fundamento
de las ciencias físicas. Pero
HUME negó que fueran demostrables,
pues rechazó la posibilidad
de conocer, y que sea posible conocer,
ni intuitiva ni deductivamente, esa relación de causa
efecto. No
la estimó cognoscible por intuición porque todo lo más que delata
su apariencia es una sucesión entre objetos o hechos~ nunca co­
nexión entre ambos. Ni la consideró demostrable por vía analítica,
a través del encadenamiento
de dos hechos o de dos objetos;
pues no estimaba posible la demostración de
hechos por racioci­
nios basados en ideas, ya que, al saltar de lo fácticamente conocido
a lo desconocido, se sacaba la
razón de sus linderos. Por ello
estimaba que las causas
eficientes son de naturaleza psicológica,
por la
cual la idea de un objeto continuo o sucesor de otro deter-
(*) Reproducimos aquí la tercera y última plltte del discurso de con­
testación
de Juan V allet de Goytisolo en la recepción como numerario de
la Real Academia de Jurisprudencia y Legislaci6n de Rafael Navarro V alis.
Tras las dos primeras partes, aquí suprimidas y dedicadas a exponer el
currículum del recipiendario
y la síntesis de su discurso, tirulado •Matrimo­
nio y Derecho,., V allet ofrece en estas páginas algunas de las reflexiones
que le suscitó su lectura (N. de la R.).
Verbo, núm. 343-344 (1996), 285-293 285
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JUAN VALLET DE GOYTISOLO
mina en nosotros la idea de una correlación. Pero nada más. Como
hace unos años comentó
ELÍAS DE TEJADA, HUME dejaba así en la
duda la posibilidad de
un saber científico y venía a «sacrificar
la ciencia en los altares de la opinión, o sea, la tarea diametral­
mente
opuestit a lo 'que durante más de dos mil afias venía tra­
tando de
conseguir la entera civilli,.ación de Occidente».
Parece 'que la actual -sociedad' de m'.asas y, a veces, quienes
la dirigen ideológicamente han perdido el sentido de la causalidad
social, aunque no creo que
en eso tenga nada. que ver HUME. Así,
observamos simultáneamente la actual crisis del matrimonio y
de la familia en su sentido tradicional y, a la par, la pérdida de
la moral social, con
el inc.remento del .alcoholismo, Ja. drogadic­
ción, la delincuencia juvenil y hasta infantil, con todas sus secue­
las psíquicas,
físicas y patológicas .. Pero en esa concurrencia feno­
menológica no
se. sabe· ver que. existe una relación de causalidad
entre aquella
crisis. y esoo hechoo sociales. Pienso que la hay, muy
claramente, en algunos países sudamericanos,
en el hecho de las
pandillas de niños
-hijos de un padre ocasiqna] y cuya madre,
después de
cuidarloo . unos afios, marcharía con otro hombre-­
que viv.en vag¡mdo por las calles y produciéndose una trágica
barbarización. Barbarización sin precedentes, a no ser.que loo ten­
gan. en algunos suburbios de las macrópolis de la Antigüedad.
JuAN PABLO II, en su encíclica Sollicitudo rei socialis, ha
hablado
del. orden de las cooas, que vuelve. a .. ser sentido al com­
probarse los desórdenes ecológicoo· que la explotación desordena­
da de loo recursos naturales. por el hombre está produciendo. Y
en la
Centesimus annus ha advertido de que también existe una
ecología
humana, que es. necesario salvaguardar, siendo cada día
más apremiante que tomemos conciencia de esa: necesidad.
2. El matrimonio y la familia en el orden antropológico y
social
El ,hombre es un ser personal con la dignidad de hallarse
dotado de inteligencia y
de libertad, hecho a imagen y semejanza
de su Creador. Cierto es que esas cualidades
las tiene limitadas
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SOBRE EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA
por ser temporal e histórico; y que, a la par, sufre la permanente
tentación del «seréis como dioses». Esta le provoca la pretensión
de ser la medida de todas las cosas
---<:0mo PROTÁGORAS afirmó-­
y, en consecuencia, la de construir ---<:0mo demiurgo-- un mun­
do a su guisa, a la par que renuncia a buscar la ininteligibilidad
del orden social natural.
Sin embargo,
si penetramos en una aotropología no mera­
mente naturalista
-es decir, no reducida a ser sólo el objeto
que tratao las ciencias
naturales-, vemos que el hombre es un
ser en relación. En relación con el Creador y el orden por Él
ínsito en el universo que nos rodea; en relación con este mismo
universo, en el que vivimos, y en relación con nuestros semejan­
tes. Esta comienza con la que tenemos naturalmente con los
propios progenitores. Sin ellos no seríamos:
ni podríamos ser el
ser que somos. El hombre entre todos los aoimales
es el que nace
más indefenso y tiene más lenta formación física; y más aún lo
es su formación intelectual y moral. El hogar es el nido del hom­
bre, necesario para conformarse existencialmente, donde el niño,
que
es aún un proyecto de hombre, aprende la palabra y, con ella,
las primeras ideas.
Allí se conforman sus sentimientos, se desarro­
llao sus facultades y ordenao los apetitos.
Es esencial lo que durante el primer año de vida se enseña
al niño junto al
amor que se le transfunde. Su falta es difícilmente
recuperable. Los niños-lobos
y niños-gacelas que se hao hallado
hao sido unos tarados irrecuperables, en contra de lo dicho en
las leyendas y escrito en
las novelas de niños criados por lobos
o por monos.
Por otra parte
--como hizo notar hace años Paul BoURGET-,
la familia
es un órgaoo de conservación social de cosas y de bie­
nes de toda clase; y es el órgaoo de conservación y traosmisión
de la cultura, incrementada con los avaoces aportados por la
pro­
pia generación. En la familia esa tradición actúa especialmente
con relación
al medio geográfico en el que vive, por la adecuación
de las costumbres a la conservación de ese medio en todas sus
circunstaocias geográficas, climáticas y económicas. Así
lo expuso
muy claramente Joaquín
COSTA, refiriéndose a la familia alto-
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1UAN VALLET DE GOYTISOLO
aragonesa y a sus costumbres, al afirmar que s6lo por ellas existía
allí la naturaleza productiva, Creo sinceramente que los incendios
de bosques y la
erosión constituyen, hoy una de las consecuencias
de su pérdida.
En los medios urbanos las consecuencias de la depauperación
de la familia tradicional tiene otras consecuencias. Pero, como
antes hemos recotdado, no son menos
graves al atentar contra la
«ecología hUD1ana».
3. La desacralización de la familia y la erosión de la sociedad
civil.
Un positivista tan destacado como fue el fundador del posi­
tivismo cientifco, Augusto
CoMTE, en la lección 50 de su Physi­
que socia/e, escribió estas frases:
«La base principal de la vetdadera unidad social consiste cier­
tamente s6lo en la
familia, al menos a la reducida a la simple
pareja que constituye su base principal. Esta consideración fun­
damental no debe ser tenida en cuenta s6lo en
el sentido fisioló­
gico por el cual de las familias vienen la tribus, así como de
éstas las naciones. De tal manera que el conjunto de nuestra es­
pecie podtia ser considerado como el desarrollo gradual de una
familia primitivamente única, si las diversidades locales no opu­
sieran pronto demasiados obstáculos a
tal suposición. Debemos
observar sobre todo esa noción elemental bajo el punto de vista
político, en el cual la familia constituye espontáneamente el ver­
dadero y necesario germen de
las diversas disposiciones sociales
que caracterizan
al organismo social». En ella, añade líneas des­
pués, el hombre «comienza realmente a salir de su simple perso­
nalidad, y
es donde primero aprende a vivir en otros aun obede­
ciendo a sus instintos más enérgicos. Ninguna otra sociedad
podría ser tan íntima como esta admirable combinación primatia,
donde
se opera una especie de fusión completa de dos naturalezas
en una sola».
El sentimiento de ese valor creador de la familia en la forma-
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SOBRE EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA
ción y educación de seres dotados de espíritu explica que desde
su constitución todos sus acontecimientos hayan ido acompaña­
dos de ritos religiosos. MonESTINO, en el texto que está recogido
en el Digesto, 23, 2, 1, donde define la nupcias como
«coniunctio
maris et foeminae, consortium omnis vitae, divini et humani iuris
communicatio», explica con estas últimas palabras la causa y ra­
zón de aquella consideración. De ahí, también, el culto familiar
que los romanos rendían a los antepasados, y que quienes hoy
visitan lugares como, por
ejemplo, la isla de Bali, pueden ver vivo
en los altares domésticos que tiene cada casa tradicional.
Por eso,
el matrimonio es esencialmente religioso en todos los
países, ya sean civilizados o salvajes; y, cuando va dejándolo de
ser,
la sociedad civil decae y, con ella, las costumbres retroceden.
Sin embargo, desde la Revolución francesa ocurre que el
Es­
tado viene tratando de sustituir en esta función a las religiones
al secularizar el contenido del matrimonio, aunque se respete la
forma religiosa -pero sólo la forma-.
Todavía se observa hoy otra tendencia dirigida a destruirlo
y, con él, a la familia. En una de las Tesis sobre Fuerbach, MARx
ha dejado escrito que si la familia celestial no es más que la ima­
gen de la familia terrena, de la familia humana, hay que destruir
ésta.
En eso era coherente con lo escrito por ENGELS en El origen
de
la familia, la propiedad privada y el Estado, donde consideró
la familia sólo como resultado de una
determinllda concepción
del matrimonio; y, por eso, estimaba que bastaría
modificar. el
concepto de matrimonio
para que dejara de existir la familia que
conocemos y
se liberaran sexualmente tanto el hombre como la
mujer.
Si el Estado se adueña de la familia y la configura a su modo,
o si ésta es destruida, se desnaturaliza o desaparece la primera
célula de la sociedad civil,
cuasi-seminarium rei publicae --<:orno
dijo CrcERÓN-y, al deshacerse ésta, queda la sociedad civil
disuelta en una masa amorfa de individuos
dependientes del Es­
tado o --<:0mo contrapunto-tendentes a la anarquía.
Sin embargo, para
dispensar el bienestar a esa masa el Estado
necesita de la sociedad civil, que lo mantiene
y sostiene, porque
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JUAN VALLET DB GOYTISOLO
sin ella se agota y consume. Así le oClllrió al Imperio romano
de Occidente en
la última fase del Dominado, con una socializa­
ción aún no superada,
que la sociedad civil no pudo soportar y,
al descomponerse ésta, se dertumbó todo el armazón del Estado
romano que
se apoyaba en ella a la vez que la oprimía.
4. La conservación social y los apetitos individuales.
KANT ha diferenciado la libertad pura, Freiheit, y la libertad
empírica
de los apetitos, Willkur, que atribuyó respectivamente
al
homo noumenon y al homo phaenomenon. Pero el hombre es
inseparablemente nouménico y fenoménico. Puede conoceren cier­
ta medida
cuál es el bien común y quererlo; pero, de otra parte,
sus apetitos le atraen.
De ahí el dilema que se presenta en la
configuración jurídica de las instituciones, y esencialmente de
una institución tan básica como es el matrimonio, no sólo para
la familia, sino para toda la sociedad civil.
En las dialécticas que, en su discurso, nos ha señalado NA­
VARRO V ALLS que han concurrido históricamente en la configu­
ración institucional
del matrimonio, tanto en el pueblo judío como
en el de Roma y en el Medievo, vemos uua tensión constante
entre,
per uu lado, alcanzar el modelo ideal en el· tipo de familia
que es connatural al hombre social e histórico -en el sentido
de adecuarse a su ser, espíritu y materia-y, en sentido contrario,
atenerse a la regulación de lo apetecido por la debilidad de nues­
tra voluntad,
· en la cual los apetitos muchas veces pesan más que
la razón.
El modelo que configuró el Derecho canónico, con el consenso
de todos los Estados cristianos, contemplaba esta dimensión so­
cial del hombre. Pero el voluutarismo escotista y el nominalismo
ockhamiano ya
no vieron sino al individuo, aunque tanto Duns
EscOTo como
ÜCKAM lo sujetaron · férreameute a la ley divina
positiva
-es decir, a la revelada, contenida en los libros sagra­
dos-. De tal modo, ésta actuaba como una armadura protectora.
Pero, al secularizarse la sociedad, esta protección desaparecería.
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SOBRE EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA
Desde entonces se tiende a legislar s6lo para el individuo. No
se tiene en cuenta el bien social -presente y futuro--, sino los
deseos de cada individuo en el momento inmediato, que hoy
es
uno y mañana es otro.
Además, en las sociedades modernas, la sociedad civil y
los
cuerpos sociales que la integran son· frecuentemente sustituidos
por el aparato administrativo del Estado, en el que influyen no­
toriamente los grupos de presión.
Uno vuelve a pensar en lo que escribió el más grande
jurista
francés del siglo XVIII, Jean DOMAT, el amigo de PASCAL y, como
éste, jansenista. Como ejemplo de que sólo el cristianismo ilumina
la raz6n del hombre, evocó el
de. Roma. Ese mismo pueblo, que
nos leg6 el Derecho técnicamente
más perfecto, no alcanzó a
captar el primer principio de
la dignidad humana; pues admitió
que
se dispusiera libremente de la vida de los esclavos y que se
divirtiera a la plebe con los sangtientos juegos del circo. Hoy, al
ver c6mo legalmente se puede disponer de vidas humanas inocen­
tes indefensas, uno se. siente, otra vez, tentado a pensar lo mismo.
A no ser -perdonad si digo una boutade-que la ex:plicación
de esto se halle en que no sean ancianos, sabios y prudentes
quienes legislan como propugnaban los antiguos . . . Ciertamente
en contra del proyecto de ley de
la interrupci6n del embarazo
informaron la Real Academia· de Ciencias Exactas, Físicas y
Na­
turales, la de Medicina y la de Ciencias Morales y Políticas.
5. El emprohreeimiento semántico.
Otro punto sugerente del discurso de NAVARRO-V ALLS es el
referente al emprobrecimiento semántico que observa· hoy en la
materia por
él examinada.
A veces los reduccionismos semánticos van unidos a una fina­
lidad igualatoria. Finalidad ante la cual no estará de más re­
cordar que el ptincipio de la igualdad reclama tratar aritmética­
mente igual los casos iguales; tratar proporcionalmente, o sea,
con igualdad geométrica, los casos formalmente iguales pero cuan-
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JUAN VALLET DE GOYTISOLO
titativamente desiguales; y, en fin, tratat desigualmente los casos
desiguales. Así, por ejemplo, no se puede tratat igual a un niño
que a un hombre en materia de deberes
y responsabilidades; ni
al inocente como
al culpable. Sin embargo, con el afán de igual­
dad, en el divorcio
se han equiparado al c6nyuge culpable y al
inocente, borrándose la distinci6n e incluso ese calificativo y
atendiéndose s6lo a la pérdida de estado econ6mico. Así se prima
a quienes contraen matrimonio con ese fin de lucro.
Pero vayamos a la semántica, como relación de las palabras
-que son signos-- con las cosas significadas.
En Derecho romaoo el matrimonio podía constituirse por
confarreatio, por coemptio o por usus. Incluso el constituido por
usus estaba clatamente diferenciado del concubinato, no s6lo en
la regulación, sino también por este nombre.
En el Derecho común europeo, desde la Edad Media hasta
el Concilio de Trento, el matrimonio, contraído «hasta que la
muerte
nos separe», podía ser de bendición o a ;uras ----mmo se
decía en castellano-. Pero este último se diferenciaba nítida­
mente de la mancebía
--o, dicho en castellano castizo, batraga­
nía-, y más aún se diferenciaba de las relaciones carnales más o
menos continuadas con persona sentimentalmente pr6xima pero
con la que no
se convivía. Dígalo si no la leyenda toledana del
Cristo de la Vega, bellamente
versificada pot Zorrilla en A buen
;uez, mejor testigo.
NAvARRo-VALLS nos ha mostrado la actual confusi6n semán­
tica en tomo del matrimonio, que en algunas legislaciones extran­
jeras alcanza las uniones homosexuales legalizadas. No
se ve c6mo
en las de sexos masculinos puede haber matrimonio sin madre.
Ni en
las de lesbianas, si no es con maternidad extramatrimonial.
La confusi6n es mayor aún en la relaci6n de la paternidad y
de la maternidad con
la filiaci6n, en los casos en que se trata de
fecundaci6n
attificial exógena o incubada en una mujer que no
es la madre genética, pero que sí da a luz al niño concebido con
6vulos de otra. NAVARRO-VALLS nos ha narrado numerosos ejem­
plos de los problemas originados por esa confusión que ha creado
el hombre como «aprendiz de brujo» --en la que una abuela
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puede alumbrar a su nieto-y se puede ser huérfano incluso
antes
de ser concebido, si el padre donó post mortem a la madre
el semen que le fertilizó.
Cada ordenamiento resuelve a su modo los problemas. ¡Nin­
guno satisfactoriamente! El hecho
es que la certeza de la mater­
nidad no la determinan
el parto ni la paternidad, ni se basa en
el estado y la posibilidad de acceso carnal, sino en la comproba­
ción biológica. De ese modo, en lugar de darse mayor seguridad
a los hijos, se crea una incertidumbre mayor mientras no exista
esa comprobación.
En un tiempo en el cual
la cognación se impone a la agnación,
ocurte que
el equivalente moderno de ésta, obtenido con medios
biológicos artificiales,
se puede sobreponer a aquélla. Pero lo que
con las formalidades civiles era irrevocable, hoy queda pendiente
de que lo destruya un
control de paternidad, o incluso de mater­
nidad.
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