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Número 343-344

Serie XXXV

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Fukuyama señala límites a la economía. A propósito de «Trust», su último libro

FUK.UYAMA SE~ALA LIMITES A LA ECONOMIA
A PROPÓSITO DE "TRUST", SU ÚLTIMO LIBRO (1)
POR
PATRI{;IO H. RANm.tl
A fines del año pasado se ha publicado esta obra del famoso
autor del
disrutido libro El fin de la historia, después de concluir
el rual, segµn él mismo lo reconoce, se le orurri6 que era nece­
sario. oruparse .del tema de la economía, habida ruenta de la im­
portancia que ha asµmido en la época actµru.
Pero la economía, para Fulmyama, , no ha de entendérsela
aislada. del
más amplio interrogante de c6mo se organizan a sí
mismas las sociedades modernas
ya que, en última instancia, es
un
reflej9 de las formas de la vida social misma. O sea que en
lugar de concebírsela. s6lo
comq una faceta de la vida con sus
propias leyes, separadas
del resto de la .sociedad, debe entendér­
sela como una
manifestación más de la vida social,
Más ·allá de .la eeonomía.
«La economía no es lo que aparenta . ser.; está basada en la
.vida. social y no puede compre~e ,separadamente de la más
amplia
ruesti6n de cómo se organizan, a sí mismas las socieda-
dep (2i . .. . ..··.
Este libro no tiene por fin ~lica.r c6mo tienen que. hacer ' . ., . . .
los norteamericanos para poder competir con alemanes y japone-
(1) FRA.Nc1s FuKUYAMA: Trust, the Social Virtues· and the Creation
o/ Prosperity, Simon and Schuster, 1995, 457 págs .• NCW :York.
(2) Ib!dem, pág. XIII,
Verbo, núm. 343-344 (1996), 319-333 •319
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PATRICIO H. RANDLE
ses sino que consiste en una descripción de cómo la vida econó­
mica gravita hoy sobre la vida moderna misma.
«Trust»,
la idea de confianza (que es la de crédito, expecta­
ción, depósito, confiabilidad
... ) es el eje sobre el cual gira el libro.
Dice
el autor: «Hoy día, habiendo abandonado la promesa
de la ingeniería
social virtualmente todos los observadores res­
ponsables entienden que las instituciones dependen para su vita­
lidad de una sociedad civil saludable y dinámica» (3
).
O sea que ni la entelequia social ni la economía exclusiva­
mente pueden proveer soluciones recíprocamente para cada reino.
« Una familia fuerte y estable . . . una sociedad civil florecien­
te . . .
se alimentan de una conciencia y un respeto por los valores
culturales»
... (4), reconocimiento (respeto) de la autoridad, én­
fasis en la educación y valores familiares son fuentes de la vitali­
dad social en el caso del sistema japonés de negocios conocido
como
keiretsu que sirve de ejemplo.
Contrariamente a
la superficial (y hasta frívola) -y hoy tan
de
moda-visión global del mundo, Fukuyama se apoya en Sa­
. mue! Huntingron para sostener que los próximos conflictos mun­
diales no van a ser ideológicos como entre fascismo, socialismo y
democtacia, sino que
se producirán entre grandes grupos cultura­
les: Occidente, Islam, Japón, Confucianismo, Hinduismo, etc. O
sea que
el descuidado factor cultural va a sumir un papel prota­
gonista en las confrontaciones inevitables
de naturaleza econó­
mica o política.
Fukuyama cree que «aunque la actividad económica está inex­
rricablemente unida con la vida social y política, existe una
errónea tendencia alentada
pbr el discurso económico contempo­
ráneo a considerar la economía como una faz de la vida con sus
propias leyes separadas del resto de la sociedad» (5).
El autor pretende que lo más importante para el bienestar
· de una nación es, además de su capacidad de competir, una carac-
(3) lb., pág. 4.
(4) lb., pág. 5.
(5) lb., pág. 6.
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FUKUYAMA SEJ'itALA LIMITES A LA ECONOMIA
terística netamente cultural: «el nivel de confianza inherente a
su sociedad» (6).
Más allá de lo discutible de esta tesis, rescatamos del texto
algo que nos
parece · más fundamental y son sus observaciones
sobre las limitaciones del pensamiento económico,
las graves fa­
llas ocasionadas por su ignorancia del factor cultural ; todo ello
comparando la organización de la economía con culturas orienta­
les que demostrarían que es posible otra economía que el estereo­
tipo occidental, incluso con mayor coherencia.
Para Fukuyama un elemento previo
al éxito económico es la
capacidad de asociarse mutuamente que
es inherente a cada tra­
dición cultural. Esa capacidad, naturalmente, proviene de
com­
partir las mismas normas y valores y sólo de ello puede derivar
la confianza que el autor reduce a un valor económico tan grande
como medible.
Este
es el aspecto criticable de Fukoyama, que manejando ra­
zones de trascendencia concluye sacando conclusiones limitadas.
No obstante, considera que la «declinación de la sociabilidad
tiene implicaciones importantes
para la democracia norteamerica­
na, quizá mayores que para
la economía» (

7
), máxime en un país
que fue construido con un alarde de cooperación social notable.
«El problema norteamericano comienza con
.el fracaso de no
percibir su propia sociedad
}'. su orientación cómunitaria correc­
tamente» (8)
y, acaso (aunque el autor no lo dice) no haberle
temido a
la superestructura del capitalismo concentracionario.
O sea, aceptar lo social a expensas de
lo comunitario según la
conocida distinción entre Gemeinschaft y Gessellschaft formulada
por Tonnies (9). Esa habría sido la clave del éxito de la economía
democrática de los Estados Unidos que originalmente evitó los
excesos del individualismd y del colectivismo. Aunque quizá lo
que
más ha gravitado en la evolución socio-económica de ese país
(6) lb., p,lg. 7.
(7)
lb., pág. 11.
(8) Loe. cit.
(9) Fmu>INAND ToNNIES: Gemeinschaft und Gesselschaft (1887).
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PATRICIO H. RANDLE
ha sido el salto de escala que supone una economía gigantesca
a la cual sólo puede responder una sociedad masificada.
Fukuyama, en sus
chispazos lúcidos aquí y allá -bien que
no
integtadas en un discurso completo-'-reconoce que la moda­
lidad económica de los pueblos está basada
más «en el hábito
que en
el cálculo racional» (10), y así analiza los casos de China,
Francia, Italia, Corea del Sur o Japóri eón desigual método y
acierto.
Lo importante, a rescatar, es que no se suma al enfoque
estandarizado de los economistas
all' uso sino que hace efectiva­
mente economía política; algo que
hoy ha sido mandado a guardar.
El 20 %-
El autor cree que el surgimiento de una perspectiva neo-clá­
sica en economía. supone Ull gtan adelanto sobre la visión mar­
xista o la keynesiana, pero reconoce que «existe un 20 % de
comportamiento
humano del que puede rendir cuentas» ( 11 ). Lo
cual sería la. causa por la cual no se suele entender en qué reside
el
éxito de las, economías. del Este asiático que no hacen sino
«violar. las reglas
de la economía neoclásica» (12).
Entre otras
razones la causa de .este éxito residitía en no
haberse
sometic;lo . a la . dictadura del mercado libre protegiendo
las industrias
clomésticas, restringiendo la inversión extranjera,
p,romoviendo
las exportaciones mediante créditos baratos y sub­
sidios, etc.
Volvjei¡do a.las ~liaridades culturales que tienen gravita­
c.i9n sobre la,. economía, Fuknyama encuentra c¡ue hasta la corrup­
ción
presenta diferencias notables tanto cnalitativa como cuanti­
tativamente según. lo,s: pueblos.
Nuestro
autqr cree que «.el edificio de la economía de. libre
mercado
es alrededor de 80 % correcto» ( 13 ), o sea, no absolu-
(10) FtnruYAMA: Loe. cit.
(11) lb., pág. 13.
(12) lb., p,!g. 14.
(13) lb., pág. 17; ·
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FUKUYAMA SERALA LIMITES A LA ECONOMIA
tamente, definitivo. Por eso atribuye al error de creer en una
«ciencia universal del hombre» ( o
. algo así como una cartilla que
prevea todas las alternativas
de la conducta humana) el «no ad­
mitir significativas. variaciones culturales» en la aplicación
de las
recetas económicas., Peor aún·, cree Fukuyama, es «inte:ntar ex­
plicar la política mediante una metodología esencialmente econó­
mica» (14).
De donde surge claramente qne «la perspectiva económica
neoclásica
es insuficiente para explicar. la vida política e incluso
insuficiente para explicar muchos aspectos de la misma vida
económica» ( 15
).
Lamentablemente ( creemos nosotros) la economía actual fun­
ciona en buena parte en razón de su gran escala. Pero la causa
de ello, principalmente tecnológica, no puede suprimir el ingre­
diente humano.
Por mucho que la diseminación de la información
haya debilitado el concepto de jerarquía y autoridad, sólo
la con­
fianza mutua ( «no reductible a la información,
ni, apreciable en
circuitos integrados a cables de fibra óptica») ( 16) es capaz de
construir las empresas capaces de desarrollar
la economía.
El capital social.
Para contraponer · al factor material la importancia de lo hu­
mano Fukuyama habla de capital social el cual, dice;
«no está
distribuido igualitariamente dentro de fas sociedades» ( 17).
Un activo importante del «capital social»
es «una red abiga­
rrada de asociaciones civiles»
( o sociedades intermedias) «como
la tuvo Francia a finales de la Edad
Media»·(lS) se permite afir­
mar Fukuyama en contra de
la leyenda negra antimedieval.
El llega a hacer este tipo de «descubrimiento» no merced a
(14) Loe. cit.
(15) lb.,
pág. 18.
(16) lb.,
pág. 25.
(17) lb., pág. 28.
(18)
Loe. cit.
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PATRICIO H. RANDLE
una sólida formación humanista cristiana sino a través del análi­
sis de empresas que · como T oyota presenta «una sistematización
de un lugar de trabajo organizado comunitariamente» (19).
De lo cual deduce que «quienes prestan atención a lo comu­
nitario pueden alcanzar una mayor eficiencia aunque aparente­
mente no exista una relación . ventajosa entre =unidad y efi­
ciencia» (20).
«El capital social, crucial para la confianza y crítico
para la
salud de una economía, se asienta sobre raíces
.. culturales» (21).
Fukuy= piensa que la cultura es totalmente a-racional en
su esencia y en el modo en que se transmite, por cuya razón, de­
duce, que aJos economistas les desagrada ocuparse del concepto
de cultura «en tanto cultura
es un hábito ético heredado» (22).
Y
es natural que asi sea pues los economistas son innovado­
res, creativos, inventores por esencia ;
lo cual les hace olvidar
que actúan en
• un medio en el que también interviene la tradi­
ción,
los valores asumidos, el patrim.onic, recibido, las creencias,
los deberes innatos, y que en ese contexto
los hábitos son más
fuertes que las opciones racionales.
Fukuyama advierte que los norteamericanos son políticamen­
te y económicamente liberales no tanto por opción ideológica
( eso lo hicieron los
Founding Fathers) sino porque ello ya se ha
introducido en su cultura ; para ellos
ya es tradición.
El estudio
del im.pacto de la cultura sobre la vida económica
no es asunto nuevo especialmente después de la publicación del
clásico de
Max Weber La ética protestante y .el espiritu del ca­
pitalismo y a la obra de Tawney (curiosamente i.8(Jotado por Fu­
kuyama) cuya Religi6n y el surgimiento del Capitalismo es una
reformulación valiosa del de Weber, bien que fundándose
más en
el espíritu individualista que en el religioso.
Fukuyama sostiene la tesis de que «la reconciliación entre la
cultura católica y la democracia o el capitalismo es apenas com-
(19) lb., pág. 31.
(20) lb., pág. 32.
(21) lb., pág. 33.
(22) lb., pág. 34.
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FUKUYAMA. SE8ALA LIMITES A LA ECONOMIA
pleta; sin embargo, se ha producido una "protestantización" de
la cultura católica que hace que las diferencias entre
las socie­
dades católica y protestantes sean mucho menos pronunciadas
ahora que
antes» (23 ), en lo que no le falta, desgraciadamente
razón. No obstante va un poco demasiado lejos cuando afuma
que «las virtudes sociales son prerequisitos para el desarrollo de
las virtudes individuales» (24)
.en su afán de valorar lo social
ante lo económico.
Fukuyama sostiene con sentido común que «en ausencia de
modernos hábitos mentales,
el plan de estabilización más teóri­
camente correcto del Fondo Monetario Internacional tendrá pocos
efectos» (25). Pero, ¿se tiene realmente en cuenta esto?
Ejemplos de economías alternativas.
Nuestro autor hace mucho hincapié en la importancia del arte
de la
asociación y lo examina a través de muchos países del
mundo.
As! pues, señala la aptitud innata de los norteamericanos
por las organizaciones voluntarias aunque no deja de advertir un
reciente debilitamiento a causa
del marcado deterioro de la vida
familiar a
partir de los años '60.
Las sociedades socialistas, por su
parte, exhiben un bajo ni­
vel de sociedades intermedias por lo cual las familias son deja0
das inermes frente al Estado.
Existen sociedades tradicionales donde
el rol de la familia
es decisivo para las formas de su economía aun cuando esta sea
moderna e industrial.
Fukuyama
se refiere a los cuerpos intermedios exclusivamen­
te desde
el punto de vista económico pero a la vez exalta a las
grandes compañías como prueba del
más alto grado· de prosperi­
dad. No obstante ello cree que
la sociabilidad espontánea ( caso
(23) lb., pág. 41.
(24) Loe. cit.
(25) lb., pág. 45.
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PATRICIO H . .RANDLE
italiano) asegura una mejor perfomance económica en la medida
que
hace. un importante aporte de capital social.
Entonces,
capital social y sociabilidad espontánea son facto­
res decisivos pero tienen muy diferentes raíces históricas. En
Japón provienen de la tradición feudal, en Alemania está rela­
cionada con la sobrevivencia de las organizaciones comunitarias
como
las guildas aún comenzado el siglo XX y en los Estados
Unidos es
el producto de la herencia de las sectas religiosas pro­
testantes.
En todos los casos un alto grado· de confianza es una
condición adicional que
incrementá la eficiencia económica.
Y

a la
vez, sostiene Fukuyama como si fuera una tesis, «es
muy difícil concebir
· una vida económica moderna

sin un míni­
mum de
confianza informal» (26).
De allí que haya estudiado con tanto detalle las peculiarida­
des de los negocios familiares a. los que llama «una forma ,natu,
ral de organización económica» (27), bien que reconociendo que
el propósito de dicha organización «no es primariamente econó­
mico» (28).
l{evalorjzación -de las · corporaciones.
Fukuyama atisba el concepto de sindicalismo vertical o fun­
cional derivado del corporativismo medieval
cuando · sospecha
que «la solidaridad de clase puede impedir las innovaciones
có­
munitarias» '(29). Y como un ejemplo positivo de aquello indica
que «los trabajadores japoneses tienden a identificarse con sus
compañías antes que con
sus compañeros de trabajo» (30). Y
así
los gremios japoneses son .despreciados por los sindicalistas
extranjeros. que se resisten· al comprobar· el alto grado de solida­
ridad vertical en las empresas del .Japón.
(26) lb., pág. 151.
(27) lb., pág. 156.
(28) Loe.
cit.
(29) lb., pág. 159.
(30)
Loe. cit.
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FUKUYAMA SERALA. LIMITES A. LA. ECONOMIA
Fukuyama hace un pormenorizado análisis de . las peculiarida­
des de la organización social portancia que tienen en él mundo de los negocios.,. De ello se
deduce claramente que atribuir la
ola de prosperidad actual de
esas naciones a la adopción del modelo liberal occidental resulta
ser una
grosería, cuando no. incurre en graves contradicciones.
La ética comercial
japonesa, por ejemplo, se funda en buena
parte en que «el sentido de obligación no
es formal, ni legal sino
enteramente internalizado»
(31); algo bastante diferente si no
opuesto a la ética de los derechos tan obsesiva en
,el Occidente
liberal.
Consecuentemente
«nd existe tal , cosa como. un principio de
a igual trabajo igual paga», sino que existen otros factores com­
pensatorios como una gran estima por la «senioridad» y otros
factores no derivados matemáticamente de la
productividad ..
Tampoco los premios suelen ser al esfuerzo. individual, sino
a los equipos, lo cual incentiva una actitud de
cooperación que
da paso, genera mayores beneficios. Frente al trabajo en cadena
propuesto por
Henry Ford con su rédito material a costa del
embrutecimiento del obrero, el trabajo en equipo desarrolla el
sentido de solidaridad y
la responsabilidad frente al grupo.
A la. vez prevalece un sentido, de lealtad del trabajador hacia
su compañía en razón de que esta lo entrena y lo forma para que
su empleo sea de por vida: V ale decir que el trabajo dista mucho
de ser una mercancía, una moneda de cambio.
Y por este
cainino, aunque no como resultado de una doctrina
explicita, se privilegia un efectivo bien común· antes .que la reali­
zación individual egoísta, sin por .ello. Cller en colectivismo.
«Mientras el cápitalismd se. supone basado en los mercados
libres cuya esencia es el mecanismo .de los precios», la empresa
japonesa se basa en el principio de la coopetación y la reducción
de los costos transaccionales; incluso
con la competencia. En otras
palabras: la
economía nd es todo.
Analizando
el caso alemán Fukuyama descubre matices dife-
(31) lb., pág. 188.
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PATRICIO H. RANDLE
renciales del estereotipo anglosajón. En este último prevalece la
pauta
de la desconfianza. Todos los sistemas laborales parten de
la base de que
al obrero hay que vigilarlo y para ello establecer
un sistema en el que
los salarios res.dtan más dependientes de
una clasificación
de tareas que del trabajador de carne y hueso:
«La gente
se vincula mutuamente mediante un sistema legal y
no como miembros de comunidades orgánicas».
En Alemania,
tejos de la tradición de Taylor, persisten de al­
guna manera resabios de la organización laboral de la Edad Media.
En cambio el sindicalismo surge como respuesta a la gerencia
científica de origen norteamericano para defender
el obrero de
las reglas anónimas. Por este camino se va a una despersonaliza­
ción del trabajo, a un sistema de producción en masa en el que
la confianza mutna entre empleador y empleados
es reducida a
su mínima expresión.
Por lo contrario en Alemania ha . prevalecido un sentido de
profesionalidad
-antitaylor-que ha. moderado sensiblemente
la fricción
de la lucha de clases. Puede afinnarse, según nuestro
autor, que las fuentes
de trabajo están' más comunitariamente
orientadas,
la labor realizada por equipos y la retribución rela­
cionada
con el esfuerzd grupal.
Además,
el sistema de aprendizaje alemán sigue siendo mucho
más importante que en Inglaterra, por ejemplo o la misma Francia.
Al respecto, escribe Fukuyama: «Una
de las grandes ironías
de la moderna economía germana
es que el sistema de aprendi­
zaje ampliamente acreditado como la base del
dominio industrial
alemán en Europa desciende
· directamente del sistema medieval
de las corporaciones» (32). Máxime teniendo en cuenta que ellas
era
la Mte noire de los reformistas liberales de la economía.
«En efecto, las •
guildas" fueron las organizaciones interme­
dias
claves constitutivas de la rica sociedad civil de la Edad Media
y su existencia fue definitiva
para· limitar el poder absoluto de
los soberanos» ... (33 ).
(32) lb., pág. 245.
(33) lb., pág. 246.
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FUKUYAMA SElVALA LIMITES.A LA. ECONOMIA
A diferencia de Francia donde la Ley Le Chapelier destruy6
de raíz el corporativismo, en Alemania se difundió con éxito pri­
mero contra los monarcas absolutistas, luego contra los reforma­
dores económicos liberales
-especialmente en 1815 y en 1848-.
Sólo el surgimiento de las nuevas grandes industrias como la del
acero y
los ferrocarriles pudieron escapar a su tradición. En 1922
fue legalmente reconocida
una confederación que reunía a los
representantes de
los oficios que proveían entrenamiento siste­
mático a aprendices para
la industria. Durante el III Reicl, a las
asociaciones comerciales
les fueron asignadas responsabilidades
legales para desarrollar entrenamiento vocacional y luego de
crearse en 1949 la República Federal, lejos
de anular las inn,,.,a­
ciones
nazis, continuó con esta tradici6n fortaleciéndola mediante
una
ley sobre educación vocacional y entrenamiento de 1969.
«Aún hoy
-agrega Fukuyama-la democracia alemana es
más corporativista y menos individualista que la inglesa o
la
francesa dado que reconoce legalmente el rol que juegan esas
agrupaciones»
(34 ).
Es cierto que los alemanes no preservaron intacto el sistema
corporativo igual que los japoneses tampoco conservaron
la es­
tructura feudal
en clanes «pero ninguno de ellos rehicieron la
sociedad de nuevo sobre
la base exclusiva de principios libera­
les» (35).
Por lo contrario, la tradici6n inglesa, quebrada por la revolu­
ción industrial encontró un aliado en
«la cultura aristocrática de
las clases altas que eran hostiles a toda suerte. de educación téc­
nica o práctica necesaria para
crear una economía industrial mo­
derna» (36).
Los Estados Unidos recibieron
por su parte influencia alemana
en
la forma de comunidades religiosas utópicas que sumadas a
cuáqueros, congregacionalistas, metodistas y demás constituyeron
un verdadero plexo de organizaciones intermedias.
(34) lb., pág. 248.
(35) lb., pág. 249.
(36) Loe. cit.
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PATRICIO H. RANDLE
Visión Orgánicá. del trabajo industrial.
«El trabajo del operario ya no consiste en manejar simple­
mente una máquina compleja como en la fábrica de clavos de
Adam
Smitb,; {37), < línea de producción como una totalidad» (38), de modo que la
continuidad de esa línea
no sufra ninguna interrupción.
Por eso Fukuyama insiste
eli. que «los ttabajadores conviene
que
tengan un suficiente margen de oficios o habilidades que !os
capaciten
para ver el proceso de producción como una totalidad».
Algo que, aunque posiblemente lo ignore el autor, fue previsto
por
Santo Tomás de Aquino cuando hablando de la universalidad
que requiere
la verdadera sabiduría distingue el saber del albañil
que sabe construir el· muro del saber del arquitecto que sabe
para qué se construye y de qué manera forma parte de la tota­
lidad del edificio.
Sin necesidad de exigir
tanto al operario, no cabe duda de
que acortando la brecha entre el albañil
y el arquitecto se enri­
quece la persona del obrero manual integrándose más eficiente­
mente
al equipo constructor, perfeccionándose la obra o finali­
dad última dél trabajo. En suma, el polo opuesto al concepto
de ttabajo en cadena en
el que un operario ignora lo que hará el
siguiente. El liberalismo
se funda de tal inodo en el individualismo que
cuesta creer que en
otras , culturas sea diferente. Nos han incul­
cado hasta tal punto
la cultuta de los derechos individuales que
hemos olvidado que por naturaleza los seres humanos tenemos
obligaciones mutuas.
Cierto es
<¡ue Aristóteles, como lo reconoce Fukuyama, viera
al hombre como un ser social. $in embargo le. parece más notable
que
el confucianismo sea él que más lleva a la práctica esta filo-
(37) Se refiere a lo ejemplificado en «La riqueza de las naciones» en
el Capítulo I: «Sobre la división del trabajo».
(38) FuKUYAMA, lb., pág. 256.
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FUKUYAMA SE!tALA LIMITES A LA ECONOMIA
sofía en el plano práctico según la organización del trabajo en
varios países
de Oriente.
De hecho, el autor,
nds está insinuando que lo que pasa con
Occidente
es que ya no practica el Cristianismo o que éste no
entra en el mundo de
los. negocios donde reina absoluto el credo
liberal anglo-sajón para el cual ciertamente
.no existen los lazos
de familia tan importantes en el Confucianismo.
A Fukuyama no
se le escapa que la Reforma protestante es
responsable de esa actitud que enfrenta al individuo aislado con
Dios sin ninguna mediación por
lo cual el liberalismo implícita­
mente
es tributario del protestantismo. Y si hiciera falta abundar
en argumentos bastaría
referir la tesis de Max Weber.
La familia: primer cuerpo int~rmedio.
Si la familia es considerada por Fukuyama como un jmpor­
tante soporte para la sociedad y las actividades comunitarias, no
podría sino alarmarse por la crisis que sufre esta institución en
los Estados Unidos, su patria. Más aún,
como dice nuestro autor,
«la importancia de la familia aumenta con el deterioro de otras
formas
de sociabilidad pues termina siendo la única. opÓrtunidad
subsistente
para cualquier suerte de moral comunitaria» ( 39) (

o
cootrol social).
· .
Si «la revolución industrial origibariamente destruyó corpo­
raciones, niunicipios, familias -exteildidás,' iridtlstrias dOméStitas
y comunidades campesinas, hoy la revolución capitalistá continua
mina las
corrn:inidades locales y' eso constituye una cob.secuéncia
negativa del capitalismo para la vida comunitaria. Agrega' Fu­
kuyama:
el capitalismo ha sido el·factor de desarraigo máydr de
toda
la historia norteitinericana» (40 ). ·
Frente a ello el autor sostiene que existe un margen· de liber­
tad para iniciativas alternativas en la organización social que no
(39) lb., pág. 309.
( 40) lb., pág. 312.
:33¡
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PATRICIO H. RANDLE
son usadas y que · una de las conclusiones de este libro es expo­
nerlas con ejemplos concretos.
El libro concluye con un fuerte.· alegato en contra del exacer­
bado individualismo norteamericano a
expensas del bien común
llegando a escribir: «Un Buen Samaritano
en los Estados Unidos
es más probable que sea enjuiciado por administrar una clase de
ayuda inadecuada que agradecido por tomarse la molestia» (
41 ).
También en los Estados Unidos según nuestro autor «el Es­
tado se ha convertido en el enemigo de muchas instituciones
comunitarias» ( 42).
El desarrollo de la tecnologla electrónica en materia de co­
mwúcaciones siempre ha prometido una mayor interacción social.
Sin embargo este
no ha sido el caso, pues hasta los partidarios de
Internet que
ha anunciado nuevas oportunidades con la compu­
tadora capaz de
crear «comunidades virtuales», no dependientes
de la proximidad geográfica
-la mayor innovación de estos últi­
mos tiempos
-resultan siempre comunicaciones con más ida que
vuelta. Por
lo . cual clifícilmente las comunidades virtuales puedan
ser un sustituto adecuado al encuentro cara a cara que es crucial
como fundamento de la sociabilidad.
Para Fukuyama, en
fin, «la dote de capital social es crítica
para entender
su esttuctura industrial» (43), objeto final del libro.
El gran riesgo es la hipertrofia, pues en las grandes firmas
culturalmente capacitadas
para acceder a mayores mercados la
centralización excesiva empobrece las relaciones humanas que son
la base
de la creatividad y el 9rigen de las inversiones científico­
técnicas.
Conforme a ello, la respuesta serían estructuras en forma de
redes que compartan las ventajas
de las grandes organizaciones y
las de
las pequeñas compañías. O sea, sin centralizar, ni desen-
(41) lb., pág. 315.
( 42) Loe. cit.
(43) lb., pág. 325.
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FUKUY AMA. SERA LA LIMITES A, LA ECONOMIA
tralizar abusivamente sino subcentralizar según nuestra personal
propuesta ( 44
).
La tesis de Fukuyama tiende a moderar el capitalismo mo­
derno con ingredientes provenientes de fuentes no-liberales, con­
siderando que la «modernidad y tradición pueden coexistir en
un equilibrio estable» ( 45), lo que tal vez sea más factible de
lograr en lo económico que en lo social y lo político. Y tal vez
ese sea el único camino práctico para que el economicismo deje
de prevalecer sobre los
demás valores sociales.
El
últimd capítulo se titula· optimistamente ~La espirituali­
zación de la vida
económica», pero no responde a las expectativas
que despierta, porque se restringe a
reiterar la tesis. de la impor­
tancia que tiene el capital social lo cual no sólo
no alcanza para
dotar de espíritu a la economía sino que, como el propio autor
reconoce, es
más relevante para la política que para la economía
misma.
(44) Cfr. PATRICIO H. RANDLE (director): Ciudades Intermedias, Bs.As.~
Fund. Banco de Boston, 1992, pág. 24.
(45)
FUKUYAMA, lb., pág. 351.
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Fundaci\363n Speiro