Índice de contenidos
Número 347-348
Serie XXXV
- Textos Pontificios
- Noticias
-
Estudios
-
Democracia española y moral social católica
-
Derecho y verdad
-
La Cataluña que pelea con Europa
-
Notas sobre la evolución de la sociedad civil
-
Unidad y pluralismo en la sociedad: teoría de los «ismos» ideológicos
-
El proceso de unificación europea y la pérdida de la identidad nacional
-
La concepción trascendente de la providencia en el pensamiento de Giambattista Vico
-
Los obispos españoles del siglo XIX. Diócesis de Almería
-
El sincretismo religioso y la creciente ambición de poder político. La unificación del mundo en la historia
-
- In memoriam
-
Información bibliográfica
-
Las muñecas rusas y el penúltimo Lenin. En torno a «El verdadero Lenin»
-
AA.VV.: Anales de la Fundación Francisco Elías de Tejada (vol. I)
-
AA.VV.: Francisco Elías de Tejada y Spínola. Figura y pensamiento
-
Alfredo Sáenz, S.J.: El fin de los tiempos y seis autores modernos: Dostoievski, Soloviev, Benson, Thibon, Pieper y Castellani
-
- Notas
Autores
1996
Una opinión sobre el fin de la Cristiada
NOTAS:
UNA OPINIÓN SOBRE EL FIN DE LA CRISTIADA
En el número 341-342 de Verbo, nuestro querido amigo y co
laborador de la primera hora Gabriel Alférez, reseñando el libro del
también viejo y querido amigo Monseñor Emilio Silva, desde en
tonces fallecido en Río de Janeiro, La Virgen ck Guadalupe, Reina de
Méjico y Emperatriz ,k las Américas, recogía algunos juicios en él
contenidos que han movido al veterano y combativo historiador
mejicano Salvador Abascal a hacernos llegar la siguiente nota:
«Basta que relea mi artículo de la Hoja de Combate de noviem
bre de 1995, para que vea, en sus páginas 14,
2" columna, y 15, que
nadie me gane en admiración y veneración de 'la espléndida cons
telación de caballerosos héroes que gestaron la Cristiada' ».
Pero, en cuanto a «'los arreglos' que la jerarquía mexicana hizo
con el gobierno de México para poner fin a la guerra, punto funda
mental y manzana
de discordia, no sólo los considero «oportunos y
acertados», sino también
absolutamente necesarios jurídica y moral
mente y aun patrióticamente, porque en aquellos momentos se había
hecho ya imposible, para siempre --en lo cuerdamente previsible-,
el triunfo de la lucha armada cristera, por lo cual ésta había dejado
de ser lícita.
Si se repasa fríamente las razones que de ello doy, y con un
buen mapa de la República .Mexicana enfrente,
ha convencerse de
lo irrebatible de mi juicio.
Y es falso, falsísimo, que «de los arreglos se derivaron persecu
ciones y atropellos contra quienes depusieron
las armas, y de cuya
interpretación oficial el mismo Papa se quejó». No fue el Gobier
no, y mucho menos el Presidente Portes Gi 1,
el responsable de algunos asesinatos de cristeros -lo demuestro en
mi dicho artículo--, ni el Papa se los atribuyó jamás al Gobierno,
ni se quejó de ellos. De lo que se quejó Pío
XI en su Acerba animi
del 29 de septiembre de 1932 fue de la nueva persecución a la Igle
sia, iniciada no por el Presidente Portes Gil, el de los Arreglos, sino
desde fines de diciembre de 1931, bajo el Gobierno de Pascual
867
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Ortiz Rubio, no por éste propiamente, furiosa la Masonería, a la
órdenes de Calles, por las fiestas del IV Centenario de las Aparicio
nes de la Virgen de Guadalupe del 12 de diciembre de aquel año y
continuada
por el Presidente Abelardo Rodríguez ---de acuerdo con
Lázaro
Cárdenas-desde el día 3 de septiembre de 1932. Y se
equivocó Pío XI en esa Encíclica al identificar el Gobierno de los
últimos meses de Portes
Gil --que respetó los Arreglos-con el
de Abelardo Rodríguez, que sí los violó abiertamente, aunque no
dejó de haber culto entonces en la mayor parte de
la República,
menos en Tabasco, sin Dios, sin Curas, sin Iglesias, desde 1924, sin
que la Cristiada
se hubiera extendido jamás a ese Estado, ni a la
mayoría de toda la Nación.
Son ya absolutamente incomprensibles los criterios contrarios
a «los Arreglos»,
por pasión y por ignorancia, pero ignorancia cul
pable
ya.
Es cierto que en asuntos fundamentalmente políticos, y aun
que tengan relación con el
culto católico, pueden equivocarse los
Papas, pero no
se equivocó Pío XI en los Arreglos de 1929, no
simplemente aceptados por él, sino
por él mismo ordenado y diri
gidos, ni
se arrepintió jamás de ellos.
SALVADOR ABASCAL
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UNA OPINIÓN SOBRE EL FIN DE LA CRISTIADA
En el número 341-342 de Verbo, nuestro querido amigo y co
laborador de la primera hora Gabriel Alférez, reseñando el libro del
también viejo y querido amigo Monseñor Emilio Silva, desde en
tonces fallecido en Río de Janeiro, La Virgen ck Guadalupe, Reina de
Méjico y Emperatriz ,k las Américas, recogía algunos juicios en él
contenidos que han movido al veterano y combativo historiador
mejicano Salvador Abascal a hacernos llegar la siguiente nota:
«Basta que relea mi artículo de la Hoja de Combate de noviem
bre de 1995, para que vea, en sus páginas 14,
2" columna, y 15, que
nadie me gane en admiración y veneración de 'la espléndida cons
telación de caballerosos héroes que gestaron la Cristiada' ».
Pero, en cuanto a «'los arreglos' que la jerarquía mexicana hizo
con el gobierno de México para poner fin a la guerra, punto funda
mental y manzana
de discordia, no sólo los considero «oportunos y
acertados», sino también
absolutamente necesarios jurídica y moral
mente y aun patrióticamente, porque en aquellos momentos se había
hecho ya imposible, para siempre --en lo cuerdamente previsible-,
el triunfo de la lucha armada cristera, por lo cual ésta había dejado
de ser lícita.
Si se repasa fríamente las razones que de ello doy, y con un
buen mapa de la República .Mexicana enfrente,
ha convencerse de
lo irrebatible de mi juicio.
Y es falso, falsísimo, que «de los arreglos se derivaron persecu
ciones y atropellos contra quienes depusieron
las armas, y de cuya
interpretación oficial el mismo Papa se quejó». No fue el Gobier
no, y mucho menos el Presidente Portes Gi 1,
el responsable de algunos asesinatos de cristeros -lo demuestro en
mi dicho artículo--, ni el Papa se los atribuyó jamás al Gobierno,
ni se quejó de ellos. De lo que se quejó Pío
XI en su Acerba animi
del 29 de septiembre de 1932 fue de la nueva persecución a la Igle
sia, iniciada no por el Presidente Portes Gil, el de los Arreglos, sino
desde fines de diciembre de 1931, bajo el Gobierno de Pascual
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Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Ortiz Rubio, no por éste propiamente, furiosa la Masonería, a la
órdenes de Calles, por las fiestas del IV Centenario de las Aparicio
nes de la Virgen de Guadalupe del 12 de diciembre de aquel año y
continuada
por el Presidente Abelardo Rodríguez ---de acuerdo con
Lázaro
Cárdenas-desde el día 3 de septiembre de 1932. Y se
equivocó Pío XI en esa Encíclica al identificar el Gobierno de los
últimos meses de Portes
Gil --que respetó los Arreglos-con el
de Abelardo Rodríguez, que sí los violó abiertamente, aunque no
dejó de haber culto entonces en la mayor parte de
la República,
menos en Tabasco, sin Dios, sin Curas, sin Iglesias, desde 1924, sin
que la Cristiada
se hubiera extendido jamás a ese Estado, ni a la
mayoría de toda la Nación.
Son ya absolutamente incomprensibles los criterios contrarios
a «los Arreglos»,
por pasión y por ignorancia, pero ignorancia cul
pable
ya.
Es cierto que en asuntos fundamentalmente políticos, y aun
que tengan relación con el
culto católico, pueden equivocarse los
Papas, pero no
se equivocó Pío XI en los Arreglos de 1929, no
simplemente aceptados por él, sino
por él mismo ordenado y diri
gidos, ni
se arrepintió jamás de ellos.
SALVADOR ABASCAL
868
Fundaci\363n Speiro