Índice de contenidos

Número 353-354

Serie XXXVI

Volver
  • Índice

Enrique Calicó: Momentos de una vida

INFORMACION BIBLIOGRÁFICA
radicalmente, surge la sospecha y la hostilidad ante la búsqueda
de la perfección natural
y, en la posición extrema, se denuncia a
los moralistas antiguos (como
le ocurre a Lutero) (pág. 263).
Pasa Taylor a ver
el pasado moderno en el que chocan las posi­
ciones
1. y 2., demoninando a éstas hiperagustinismo (ibid.) y ter­
minando
el Capítulo señalando que «el auge del deísmo en la Ilus­
tración suele verse como un conflicto, finalmente victorioso, con
dichas razones hiperagustinianas ... El discurso de la Ilustración
terminó
por suprimir todo lugar para la gracia del tipo 2., contra
la posición ortodoxa
y, a partir de ahí, el naturalismo se adueña
de la situación»
(ibid. y 264): elimina el pecado como mal moral
reduciéndolo al pecado
socrdtico, la ignorancia vencible natural­
mente
por la educación y la técnica como hoy es patente.
Se trata, en resumen, de un libro importante, no sólo por su
extensión (609 páginas), sino también por su bibliografía. Algo
totalmente distinto de la banalidad actual en las publicaciones,
dirigidas al gran público, incluso las que tocan cuestiones impor­
tantes. El libro, seguramente el mejor de los publicados
en 1996,
es de lectura obligada para el que quiera no sólo conocer, sino
penetrar
el trasfondo del mundo que vivimos. Lectura reposada
que a veces habrá que repetir, sobre todo las personas que viven
el
mundo fáctico de los negocios y la técnica, a los que obligará a
una methanoia, una transformación en las categorías de su enten­
dimiento, hoy casi absolutamente matemáticas, y a la vez
am­
pliar su vocabulario, muy restringido en esta época pragmática.
En resumen, las cinco mil y pico pesetas de su precio no podrán
estar mejor empleadas.
ANTONIO SEGURA FERNS
Enrique Calicó: MOMENTOS DE UNA VIDA(*)
Como chestertoniano profeso que siempre he sido, no he de­
jado de tener presente
el pasaje -estampado en Heretics (1905)-
(*) Ediciones STJ, Barcelona, 1995.
401
Fundaci\363n Speiro

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
en que el gran autor inglés ilustra su convicción acerca de cómo
en las grandes experiencias vitales y en las grandes pruebas el
hombre reconoce en el otro su semejante.
Así, escribe: «Diría­
mos, después de un descubrimiento un tanto desagradable: "So­
bre
el sofá hay un hombre muerto". Es poco probable, en cambio,
que dijésemos: "Un hombre de gran distinción natural está muerto
sobre le sofá". Diríamos:
"Una mujer ha caído al río". Pero no
que "una mujer muy educada
ha caído al río". Nadie diría: "Se ha
encontrado en un jardín el cadáver de un gran pensador". Ni: "Si
no
se apresura, un hombre dotado de un fino oído musical va a
arrojarse por aquel acantilado"».
Cuando en las lecturas, que, ay, desordenadamente, hago del
santo de Aquino, me topé
afios después con el fragmento en que
afirma que, para la vida cristiana,
lo común es más noble que lo
privilegiado, no pude dejar de relacionar ambas ideas, pese a que
el texto tomista tiene una hondura superior, pareja al cauce más
hondo por el que discurre. Luego, muchas veces, he leído y escu­
chado al profesor Francisco Canals explicar
el fogonazo tomista,
la última en la ocasión solemne de su septuagésimo quinto aniver­
sario, en las palabras que pronunció para agradecer
el homenaje
que sus amigos le tributábamos. Ese mismo 'día precisamente, a
la salida, cuando iba de despedida para regresar a Madrid, el profe­
sor Edualdo Forment me presentó a Enrique Calicó, casado con
una sobrina de Canals y que había tenido una intervención muy
delicada a los postres del almuerzo que siguió a la misa de acción
de gracias y precedió al acto académico.
Calicó me envía amablemente un libro,
Momentos de una vida,
prologado precisamente por Canals y que me hace volver sobre
estas reflexiones.
Se leen en el prólogo cosas como éstas: «Some­
tidos a la presión y al apresuramiento que ejercen sobre nosotros
algunos falsos tópicos, que rigen a modo de consignas indiscuti­
das nuestra vida, incluso la cotidiana y familiar, desde "filosofías"
e "ideologías" que pretenden gobernarla desde la publicidad mer­
cantil y política, nos
es difícil a los hombres de nuestro tiempo
no caer en el desprecio y el olvido de lo "normal", lo "ordinario",
lo "cotidiano" ( ... ). Bajo la vigencia de estos tópicos falsos, que
402
Fundaci\363n Speiro

INFORMACION BIBLIOGRÁFICA
son precisamente los que nos llevan a desdeñar como "tópicos"
las verdades humanas más universales y sencillamente evidentes,
nos encontramos con que el estado de ánimo ante la normalidad
ordinaria y cotidiana suele ser
el "aburrimiento" { ... ). Todo en lo
humano
se orienta hacia la perfección y felicidad del hombre. Si
a esto sirven, son valiosas todas las ciencias, técnicas y artes utilita­
rias o bellas. Pero ninguna productividad técnica, ni prosperidad
económica, ni genialidad estética, ni "creatividad" cultural, sería
valiosa y elogiable si no se mostrase como conducente a la perfec­
ción de los hombres, a su felicidad en
el tiempo y en la eternidad
{ ... ).
Todo lo extraordinario y singular que alguno, o que cual­
quiera de nosotros en algún momento, estemos llamados a reali­
zar, será elogiable y meritorio, y tendrá verdaderamente impor­
tancia, para nosotros y para los demás, en la medida en que sirva
sincera y sencillamente a aquella felicidad que no
es realizable
más que en la convivencia íntima y sencilla del amor».
Pues bien, el libro de Enrique Calicó, que se sigue con interés
y
por momentos con emoción, es una insuperable -por lo mismo
sencilla-demostración de lo expresado por Canals en el prólogo.
Son en verdad los «momentos de una vida normal», de una vida
que merece
el nombre de humana, porque es cristiana. De una
vida que, al autor, le sirve al tiempo para trazar un cuadro de la
vida de la Cataluña cristiana durante
el periodo a que se contrae.
El resultado no puede ser más
-y estampo esta palabra con toda
intención-edificante. Aquí, de nuevo, me acuerdo de Chester­
ton, que en
suAutobiography (1936), tras describir su panorama
familiar como «decepcionantemente respetable» -se entiende que
para la morbosa cultura
moderna-, se lamenta irónicamente de
no tener un padre sombrío «que ofrecer al público como causa
verdadera de mi herencia trágica»,
ni una madre enfermiza «cu­
yos instintos suicidas me hayan legado las tentaciones de un tem­
peramento artístico».
También el libro de Enrique Calicó está
falto de todas
esas cualidades desagradables que hoy en día convier­
ten
una biografía en popular.
MIGUEL AYUSO
403
Fundaci\363n Speiro