Índice de contenidos

Número 355-356

Serie XXXVI

Volver
  • Índice

Victorino Rodríguez, O.P.

IN MEMORIAM
VICTORINO RODRÍGUEZ O.P.
El día de Viernes Santo entregó su alma a Dios el Rvdo. P. Vic­
torino Rodríguez(*). Su pérdida humanamente es inmensa y, para
nosotros, sus amigos de Speiro, parece irreparable; sin embargo
sentimos viva esperanza en que, desde
el cielo, seguirá ayudándo­
nos tanto, por lo menos,
como venía haciéndolo aquí, que ha sido
mucho. ¡Muchísimo! y tanto como sacerdote ferviente y como
sabio y prudente. Speiro le ha publicado -siendo financiados en
gran parre por él-sus libros Temas-clave de humanismo cristiano
(1984), Estudios de antropología teológica (1991) y El conocimiento
analógico de Dios 0995). Ahora nos había entregado el texto me­
canografiado de El hombre desvalido capaz de la gracia, versión re­
sumida y adicionada del Tratado de la gracia del P. Santiago Ra­
mírez.
Llenan muchas páginas de Verbo sus artículos, reseñas de li­
bros, y sus homilías ofrendando al Santísimo Sacramento los tra­
bajos de nuestras reuniones. Su relación, como apéndice, se pu­
blica en este mismo ejemplar de Verbo. Pero el número y la cantidad
no destacan tanto como su calidad, su doctrina segura, expuesta
concisa y claramente
como sólo sabe hacerlo un verdadero maes­
tro. Su
tomismo era el más puro; lo desarrollaba como profundo,
riguroso y fiel seguidor del método del Doctor Común, atendien-
(*) Además de esta breve evocación de nuestro director, seguida del estado
de contribuciones del P. Victorino Rodríguez O.P. a
Verbo, y de una nota de
Miguel Ayuso, damos a la estampa sendos artículos de su docto hermano de
orden salmanticense Armando Bandera y de nuestro querido colaborador el
profesor Eudaldo Forment, catedrático de Metafísica en la Universidad Central
de Barcelona
(N .de la R).
Verbo, núm. 355-356 (1997), 413-414
413
Fundaci\363n Speiro

IN MEMORIAM
do a las circunstancias actuales y los nuevos conocimientos cultu­
rales, como, sin duda, lo hubiera desarrollado hoy el mismo Aqui­
natense. Lo hacía,
sin perderse en razonamientos ajenos a la reali­
dad viva
de~ cosas, que siempre enjuiciaba a la luz de los primeros
principios ético-naturales.
¡Con que unción ofrecía ante el Santísimo, en los actos
litúr­
gicos finales de toda nuestras reuniones anuales, los trabajos efec­
tuados,
en una precisa síntesis de los mismos que apenas acaba­
ban de concluirse! ¡Qué tranquilidad nos producían siempre sus
consejos en las cuestiones
que, confiadamente, le consultábamos
en cada caso
en que algún trabajo nos ofrecía dudas o preocupa­
ciones!
Me parece estar viéndoles, al Padre Teófilo Urdanoz y a él,
en
el antiguo parador del Monasterio de Santa María de El Paular,
cuando celebramos nuestra III Reunión de amigos de la Cuidad
Católica. Desde entonces, nunca faltaron a las sucesivamente ce­
lebradas: el P. Urdanoz hasta
su muerte, y el P. Victorino, excep­
to en una en que se hallaba enfermo, nos acompañó hasta la últi­
ma celebrada hace unos meses. Los dos siempre nos infundieron
ánimos; y, especialmente, a
mí siempre me alentaron, e incluso
el P. Victorino
me impulsó en varias ocasiones para que desarro­
llara y expusiera
en público mi perspectiva radicalmente tomista
del derecho. ¡Nunca olvidaré las charlas que he tenido con él y
juntamente con el P. Abelardo Lobato y, en algunas de las últi­
mas ocasiones, con el Prof. Eudaldo Forment!
¡Desde el cielo nos ayudará
-lo siento con plena seguridad­
en todos nuestros esfuerzos!
JUAN BERCHMANS V ALLET DE GoYTISW.
414
Fundaci\363n Speiro