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Cultura comunitaria y bien común para que exista una comunidad armónica

CULTURA COMUNITARIA Y BIEN COMÚN
PARA QUE EXISTA UNA COMUNIDAD ARMÓNICA
Una comunidad armónica.
«La concepción del traba-jo, centrada en la primacía de la persona
''.Y atraigada en la ética de la solidaridad, exige la superación del anta­
"gonismo entre las razones del capital y las del trabajo que tantos con­
'Jlictos ha producido a lo largo del siglo XX ( cf. ib., 13).
»En este marco, es necesario analizar el concep'to de empresa, consi­
"derándola no como lugar de intereses conflictivos, sino como comuni­
"dad de trabajo, que tietule a conseguir el bien común para rodas sus
"miembros. En ella, la paulatina mundialización de la economía debe
"encontrar
el justo contrapeso de un ambiente de vida, donde las rela­
"ciones humanas no sean ahogadas por el anonimato y por una toma de
"decisiones autoritaria, sino que, de alguna manera, se deje espacio a la
"persona
humana para que pueda apartar una contribución creativa
"en
los diversos niveles de responsabilidad.
,.Tan
importante como este primer objetivo, es la reconciliación
"entre trabajo y ambiente. Esto supone la armonización de las exigen­
"cias productivas
con la salvaguardia del 'territorio, bien precioso que
"debemos entregar integro a las nuevas generaciones. Además, es nece­
"sario
hacer del principio de solidaridad el criterio constante y cualifi­
"cante
de las opciones de política económica. Lamentablemente, toda­
"via hoy hay quienes creen que la más amplia libertad de mercado,
"al favorecer la iniciativa y el crecimienro económico, se traduce auto­
"máticamente en riqueza para todos. Pero la historia y la rea/u/ad que
"tenemos ante los ojos muestran claramente que no es asi . .Es más, asisti­
"mos a momentos de expansión productiva que, incl~o a causa de la in­
"novación tecnológica, van acompañados por un aumento del desempleo
''.Y un consiguknte malestar social. Por tanto, es necesario encontrar un
''pun-ro de equütbrio conveniente entre las exigencias de la libertad eco-
Verbo, núm. 357-358 (1997), 605-612
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"nómica, que no puede ser injustamente penalizada, y la cultura de las
"reglas que, por una parte, garantiza los beneficios de la competencia
"leal, y, por otra, tutela los derechos del trabajo y el primero de ellos, el
"derecho de todos al trabajo. La búsqueda de este equilibrio no es fácil,
"pero es un desafío que ningún miembro de la sociedad puede eludir,.
JUAN PABLO 11: Discurso a los trabajadores de la crista­
lería artística •La Plana-de Conde di Val d'Elsa, sábado 30
de marzo. L 'Osservatore Romano, edición semanal en len­
gua española,
año XXVIII, núm. 15 (1424), 12 de abril de
1996.
Debe edificarse una sociedad basada en la cultura
de la vida y en la solidaridad.
,. Venezuela ha vivido en las últimas décadas un progreso económico
"real
y significativo, unido al desarrollo de un régimen democrático y de
"li"bertades enmarcadas en un Estado de derecho. Sin embargo, actual­
"mente
se enfrenta a serias dificultades eri los diversos ámbitos de la vida
"nacional, pues una grave crisis económica, que venía preparándose
"inexorablemente, está afectando
duramente a la clase media y baja,
"aumentando
de forma dramática la pobreza has'ta hacerla desembocar
"en muhos casos en auténtica miseria.
»No se debe olvidar que el proceso de empobrecimiento material con­
"duce
muchas veces a un empobrecimiento moral y espiritual de las per­
"sonas y de los grupos sociales, especialmente de los jóvenes y adolescen­
"tes. Ello origina una grave crisis por la ausencia de valores en el campo
"de la ética, de la justicia., de la convivencia social y del respeto a la vida
''.Y dignidad de la persona. Esto, ciertamente preocupante, lleva a la deso­
"rien'tación, provoca desaliento y desesperanza, así como una cierta des­
"confianza
en las instituciones.
»La salida de esa situación es anhelada cada vez más por quienes
"piden el respeto y promoción de su inviolable dignidad de personas en
"todos los ámbitos de la sociedad.
»En estas circunstancias quiero alentar a todos los venezolanos -y
"particularmente a vosotros que constituís este grupo tan significativo de
"la vida naciona~ e infundir esperanza en la edificación de una socie­
"dad nueva, basada en la cultura de la vida y de la solidaridad, en lo
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"cual consiste, como be dicho en muchas ocasiones, la civilización del
"amor. A este respecto, el concilio Vaticano Il enseña que 'la Iglesia, al
"buscar su propio fin salvífico, no sólo comunica al hombre la vida divi­
"na, sino que también de1Tama su 'luz reflejada en cierto modo sobre
"todo el mundo, especialmente en cuanto que sana y eleva la digni­
"dad de la persona humana, fortalece la consistencia de la sociedad
"humana, e
impregnaae un sentido y una significación más profunda
"la actividad cotidiana de los hombres. La Iglesia cree que de esta mane­
"ra, por medio de cada uno de sus miembros y de toda su comunidad,
"puede contribuir
mucho a humanizar más la famüia de los hombres y
"su
historia'. (GaudM:Il et spes, 40).
. . se trata
de superar las dificultades y caminar hacia un orden
"social que 'debe desarrollarse de día en día, fundarse en la verdad, edi­
"ficarse en la fusttcia, vivificarse por el amor; de'be encontrar en la liber­
''tad un equüibrio cada vez más humano. Pero para cumplir rodo esto
"hay
que llevar a cabo una renovación de la mentalidad y rea/izar
"amplios cambios de la sociedad', (lbid., 26).
,.fA Iglesia -fiel a su misión y abierta a todos los creyentes, así
"como a los hombres de buena voluntad-tiene una palabra que decir
"ante
eS'tas situaciones. En el momento actual, a las puertas del tercer
"mi/eni,o de la era cristiana, ha asumido la apasionante tarea de la
'hueva evangelización, que tiene como meta renovar la vida según el
"mensaj'e de Jesucristo y hacer de los valores evangélicos savia y fermen­
"to de una nueva sociedad, favoreciendo en los fieles cristianos la cohe­
"rencia entre
la fe y la vidai así como la superación en todas parles de
"las injusticias y fallas sociales, el fomento de la dignidad humana y de
"una recta conduct:a familiar; laboral, política y económica.
»El anuncio y acogida del Evangelio que la Iglesia lleva a cabo
"ayuda a los cristianos a ser hombres nuevos (cf Col. 3, 10), los cuales
"pueden
colaborar en la construcción de una sociedad nueva, funda­
"mentada en la justicia, el diálogo y el servicio, capaz de afrontar los
"retos
del futuro. En esa tarea es preciso empezar por promover sin cesar
"una dignificación del hombre, que respete la verdad de sí mismo, ima­
'gen de Dios (cf Gn. 1, 27) y camino de la Iglesia (if. Redemptor homi­
'his, 14). Así se contribuye a elevar la sociedad, ya que rdel carácterso­
"cial del hombre se sigue que el desarrollo de la persona humana y el
"crecimiento de la sociedad misma están íntimamente condicionados»
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"(Gaudium et spes, 25). De este modo se planifica la auténtica promo­
"ción humana, la cual tiende a la liberación integral de la persona ( 'Evangelium nuntiandi, 29-39).
,.E/ necesario cambio, que ha de ser 'de mentalidad, de comporta­
"miento
y de estructuras' (Centesimus annus, 60Ji favorecerá una cultu­
"ra de la solidaridad, que prevalezca sobre la voluntad de dominio o de
"una vida egofstai así como una economía de participación en vez de
"un

sistema
de acumulación de bienesi que provoca un gran abismo no
"sólo entre los diferentes Estados, sino también entre los ciudadanos de
"un
mismo país.
,.ne los temas que requieren particular atención para la construc­
"ción
de una sociedad realmente nueva y dinámica, hay que señalar
"ciertamente el
de la familia y el de la vida. En efecto, el futuro de la so­
'ciedad pasa por la familia ( cf Familiaris consortio, 51), y 'la salvación
"de
la persona y de la sociedad humana a la prosperidad de la comuni­
"dad conyugal y familiar. Por ello, los cristia.nos, juntamente con trxios
"los que tienen en gran estima esta comunidad, se alegran sinceramen­
"te por la variedad de recursos que permiten a los hombres avanzar hoy
"en el
fomento de esta comunidad de amor' (Gaudium et spes, 47). &
"urgente también la atención a los niños que, por haber nacido fuera de
"la institución familiar o vivir en situación de abandono¡ crecen sin la
"tutela y ayuda de un padre o una madrei y diftcilmente se integran en
"la sociedad, al estar marcados por graves carencias afectivas y materia­
"les. Ellos están sujetos a tantos peligros, secuelas de la falta de educación
"e instrncción, como son, por ejemplo, la delincuencia precoz, la violen­
"cia, la droga o la prostitución infantil.
,,Es necesario, asimismo, crear una cultura de la vida. Con razón los
"obispos venezolanos declararon el pasado año 1995 Año por la vida,
"invitando a que todas las 'reflexiones, compromisos y acciones vayan
"orientadas tanto a la toma de conciencia, como a mostrar una actitud
"de defensa y proclamación del don preciado de la vida en todas sus
"manifestaciones' (Exhortación
Compromiso por la vida, 8). Han obra­
"do
así al mirar atentamente1 con espíritu pastoral, la realidad del país
"y calificarla como 'grave situación', en contras'fe con la verdad cristia­
"na sobre la 'grandeza de la vida humana' .
.. Tampoco se puede olvidar el papel predominante que tiene la econo­
'húa, fomentando una gestión más justa y coordinada de los recursos/
"de ese modo se honrará al hombre, 'autor, centro y fin de tQda la vida
"económica y social' (Gaudium et spes, 63).
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La cultura ha de ser también objeto de especial atención en la cons­
"trucción de la sociedad. Con el término 'cultura' se fndica 'todo aque­
"llo con lo que el hombre afina y desarrolla sus múltiples cualidades es­
"pirituales y corporales' (ib., 53). Todo ello debe mirar a la formación
"integral de la persona humana y al bien mismo de la sociedad•.
JUAN PABLO 11: Discurso en el encuentro celebrado en
el Teatro Teresa Carreña, sábado 10 de febrero. L ;Osserva­
tore Romano, edición semanal en lengua española, año
XXVIII, núm. 8 (1417-23), febrero de 1996.
Todo auténtico encuentro del Evangelio con una cultura determinada
llevará
consigo un proceso de purificación y desarrollo de ésta .
.. Todo auténtico encuentro del Evangelio con una cultura determi­
"nada llevará a cabo en ella un proceso de purificación y desarrollo que
"muestra, con el paso del tiempo, las potencialidades 'que encierra. Esto
"sucedió
también en el encuentro del cristianismo con el genio esloveno.
"Vuestros antepasados reconocieron en Jesucristo a su Salvador y, en
"contacto con el Evangelio, profundizaron poco a poco su sentido moral.
"En
la contemplación de la figura divina y humana del Verbo encarna­
"do se afinó, incluso, su sentido estético, como testimonian iglesias y ca­
"pillas, que confieren un encanto muy particular a vuestro paisaje, así
"como la riqueza de vuestros cantos populares que, a menudo, tienen un
"marcado carácter religiaro, y los tesoros 'de la música sagrada, desde Ja­
"cobus Gallus hasta los compositores contemporáneos.
·El
horizonte cristiano sirve de telón de fondo a vuestros poetas y es­
"critores,
como Preieren, BalantiC, Cankar y Pregelj, por citar sólo algu­
"nos. En esta misma atmósfera espiritual se enmarcan vuestros pintores
']akopic, Kregar y otros. En el misterio cristiano se insptra en gran medi­
"da PleCniki que ha marcado de modo indeleble vuestra arquirectura del
"siglo
xx, enriqueciendo con sus obras incluso ciudades como Praga y
"Viena. Vuestra participación en la cultura europea se extiende al campo
"del pensamiento y la ciencia. Basta recordar aquí a Fran Mikloiic
"rector de la univemdad de Viena y padre de la filología eslava, y al
'fililsofo France Veber.
».La relación fecunda entre cultura y Evangelio está atestiguada en
"vuestra historia también en los catnpos de la pedagogía, la economía y
"la actividad política, donde encontramos personalidades excepcionales,
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Fundaci\363n Speiro

"como la del obispo Antón Martín Slomfek, cuya primera preocupación,
11además del anuncio de la buena nueva y la reforma moral del pueblo,
"fue siempre
la promoción de la cultura nacional. Así, pues, el pueblo
"esloveno puede brindar numerosos testimonios de la importancia que el
"Evangelio tiene en todos los campos de la vida".
r¿ Y hoy? También Eslovenia se siente afectada por la situación gene­
"ral en la que se encuentra el continente europeo, donde, por una parte,
"se nota el vacío que han dejado las ideologías y, por otra, inicia un des­
"pertar significativo de la memoria de las propias raíces y de las riquezas
"de
un tiempo. Ésta es la: hora de la verdad para Europa. Los muros se
"han derrumbado y los telones de acero ya no existen, pero el desafío
%obre el sentido de la vida y el valor de la libertad sigue siendo más
''fuerte(. .. ). Eslovenia ha dado un gran paso, muy prometedor, con la rein­
'tegración de la facultad de teo!ogia en la Universidad. Insertada en el
"marco de las demás disciplinas, la teología, mientras muestra aceptar
"plenamente el desafío de la racionalidad, no puede menos de impulsar
"a la racionalidad a abrirse al Misterio que la trasciende. Además, en el
"cumplimiento de su misión -la propuesta y la profundización de la
"'verdad del Evangelio' (Ga. 2, 5)-arroja luz también sobre el sentido
"de la vida y de la historia1 dando así una contribución irisustituib/e a
"la edificación del mundo y a la promoción de la convivencia entre los
"hombres. Ciertamente, su eficacia no puede medirse con los criterios de
"la racionalidad t'ecnol6gica, pero no por eso ha de considerarse menos
"real ni menos necesaria-.
"En la perspectiva elaborada por la teología, la ciencia misma puede
"encontrar un nuevo horizonte en sus fronteras y reconocer que necesi,­
"ta
un cumplimiento más allá de ellas. El dinamismo armónico del cos­
"mo.s plantea la cuestión de la causalidad metafisica y de la finalidad última
"de todo lo que existe. Concluida la época del cientificismo1 se ve con mayor
"claridad que
la perspectiva de la Je no se opone a la del auténtico saber cien­
ºtíf'ico. Por el contrario, nos damos cuenta de que entre ellas, aun distin­
"guiendo sus
planos y sus respectivas competencias, se puede entablar un
"diálogo fecundo,.
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JUAN PABLO 11: Discurso durante el encuentro con el
mundo de la cultura y la ciencia, 19 de mayo, en Eslove­
nia.
L~Osservatore Romano, edición semanal en lengua
española,
año XXVIII, núm. 22 (1431), 31 de mayo de 1996.
Fundaci\363n Speiro

Al servicio de bien común: los principios de solidaridad
y subsidiariedad .
.. por tanto, ha llegado la hora de una nueva política de solidaridad
'Social, que no tiene nada que ver con el aststencia/ismo de convenien­
"cia,
dañoso a largo plazo para los mismos asistidos, sino que se basa,
"más bien, en intervenciones destinadas a estimular, en la perspectiva
"del principio de subsidiariedad, el sentido de responsabilidad y laborio­
"sidad de las clases más débües, asegurándose al mismo tiempo la posi­
"bilidad concreta de expresar sus propias capacidades .
.. Esto exige la valorización de las potencialidades locales, además de
"la convergencia de las iniciativas de los diversos sujetos institucionales
·~organismos públicos, económicos, sociales y cultura/e~, creando las
"condiciones de un acuerdo pam el desarrollo, que permita utilizar lo
"mejor posible
los recursos disponibles en el territorio.
·A este propósito, son de actualidad y válidas para todas las palabras
"que Santa Catalina dirigía a los gobernantes: «Tenéis el deseo de refor­
"mar vuestra ciudad; pero yo ~ digo que este deseo jamás se cumplirá,
"si no os esforzáis por eliminar el odio y el rencor que reina entre voso­
"tros a causa del amor propio, es decir, si no os esforzá'is por servir al
"bien universal de toda la ciudad y no sólo a vuestro bien privado. Quien
"tiene autoridad( ... ) no ha sido revestido de autoridad para servir a su
"propio bien, sino al bien universal de toda la ciudad, (Del Diálogo de
'la divina Providencia»).
]VAN PABLO 11: Discurso a los trabajadores de la cristale­
óa affistica •La Plana• de Conde di Val d1Elsa, sábado 30 de
marzo. L 10bsservatore Romano, edición semanal en lengua
española, afio
XXVIU, núm. 15 (1424), 12 de abril de 1996.
El hombre, la nación y la cultura.
"El hombre no es sólo creador de la cultura, sino que también vive de
"la cultura y mediante la cultura. Lo mismo hay que decir con respecto
"a la nación. La nación vive de la cultura y mediante su cultura. Es el
'fundamento de su identidad y de su soberanía espiritual.
,.Recientemente, en el foro de la Asamblea general de la Organiza­
"ción de las Naciones Unidas en Nueva York, el 5 de octubre de 1995,
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"hablé de la necesidad de formular una Carta de los derechos de las na­
"ciones. No cabe duda de que uno de los más importantes es el derecho
"de una nación a su propia cultura y al desarrollo de la misma. En efec­
"to, la historia nos enseña que destruyendo la cultura de una nación de­
"terminada, se destntye a la nación en el punto más neurálgico de su
"existencia. La historia de nuestra patria ccm.firma este principio: comen­
"zando
por las particicrnes, pasando por las devastaciones de la segunda
"guerra
mundial ( adquiere un valor simbólico el hecho de que algunos
"Üustres profesores de la Universidad jaguellónica y otros fuesen .interna­
"dos en un campo de concentración1 precisamente al inicio de la gue­
"rra), hasta el medio siglo de dictadura marxista que causó a la ciencia
"polaca daños irreparables,,.
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JUAN PABID II: Discurso a los rectores de los Institutos
académicos de Polonia, en la sala del Consistorio, jueves 4
de enero.
L'Osservalore Romano, edición semanal en lengua
española,
año XXVIII, núm. 2 (1411), 12 de enero de 1996.
Fundaci\363n Speiro