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Número 363-364

Serie XXXVII

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Joseph Ratzinger: Mi vida - Recuerdos (1927-1977)

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
]oseph Ratzinger, Cardenal: MI VIDA -RECUERDOS
(1927-1977) (')
Con motivo de la concesión del Doctorado bonoriS causa por
la Universidad de Navarra, Facultad de Teología, al Cardenal
Ratzinger, actual Prefecto de la Congregación para la Doctrina de
la fe, e intimo colaborador de
Su Saotidad el Papa Juan Pablo II,
el propio Cardenal presentó
en Pamplona, el dia 2 de febrero de
1998, su libro de Recuerdos. Una breve autobiografia que abarca
desde su nacimiento
en Marktl, junto al Inn, en Baviera, el 16 de
abril de 1927, hasta su consagración como Arzobispo de Munich
y Frising, en la vigilia de Pentecostés de 1977. Entre ambas épo­
cas, los años de infancia -una niñez apacible en una familia cris­
tiana que comenzaba a luchar por defender su fe católica frente
al paganismo nacionalsocialista-; los del periodo escolar
en
Aschau -en los que comenzó a percibir las alegrias de la fe y
admirar la inagotable realidad de la liturgia católica, "mi compa­
ñera -escribe- a lo largo de
toda mi vida"-; los de bachillerato
en Traunstein -unos estudios alternados entre la paz idilica de
la granja familiar, la entrada
en el Seminario (1939), y el "bronco
rumor de la historia
mundial"-; y los años del servicio militar y
de prisión, como soldado alemán, por los aliados vencedores en
la II Guerra Mundial -el entonces estudiaote Ratzinger prestó
servicios en antiaéreos y en transmisiones y en un batallón de
infanteria; terminada
la guerra e internado en un campo de con­
centración hasta junio de 1945 en que "encontró en sus manos la
hoja de libertad" en zona americana. Sus estudios filosóficos en
el Seminario de Frising, y teológicos en Munich, estuvieron entre­
verados con la lectura -insaciable, dice-de los libros de
Dostoievski, Claudel, Bernanos, Mauriac, Gertrude
von le Fort,
Guardini, Pieper,
Haker y Peter Wust, entre otros famosos auto­
res, y con el conocimiento -fueron profesores de Ratzinger-de
maestros de Facultades católicas como Stummer, Seppet,
Schmaus,
Maier, Faulhaber, Barth, Brunner y Pacher, que marca­
ron profundamente el pensamiento del alumno. En dos vertien-
(•) Ed. Encuentro, Madrid, 1997, 133 págs.
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tes especialmente: en la litúrgica y en la novotestamentaria. Dice
aqul el Cardenal:
"Así como había aprendido a comprender el
Nuevo Testamento como alma de toda la teología, del mismo
modo entend1 la liturgia como el fundamento de la vida, sin la
cual ésta acabaóa por secarse".
Fueron estos años intensos y apasionados, en los que el
dogma no era sentido como un vínculo exterior, sino como la
fuente vital que posibilitaba nuevos conocimientos. "La Iglesia
-escribe también-estaba para nosotros viva, sobre todo en la
liturgia y
en la gran riqueza de la tradición teológica. En Munich
"se hacía teología
en forma critica pero creyente".
En el verano de 1950, terminados los estudios teológicos,
Ratzinger entra,
puede decirse, en la docencia a través de un tra­
bajo titulado "Pueblo y casa de Dios
en la enseñanza sobre la
Iglesia de San Agustín", santo al que el Cardenal califica como su
"gran maestro". Un año después el Cardenal Faulhaber le ordena
sacerdote -"un espléndido día de verano que permanece inol­
vidable como el momento más importante de mi vida" -y
comienza su ministerio como coadjutor
en una Parroquia de
Munich; prontamente interrumpido, al año siguiente, para reanu­
dar sus trabajos intelectuales, ya como profesor, en el Seminario
de Flesing, y preparar y lograr el doctorado
de Teología, tras unas
pruebas durísimas,
en julio de 1953.
Son muy interesantes los capítulos siguientes del libro aquí
recensionado, y muy, como diríamos, dentro de la tradición y
rigor científico que distingue a los profesores germánicos, sean
cualesquiera las disciplinas
que profesen. Ratzinger nos cuenta
los avatares -verdaderas aventuras intelectuales, unas internas,
las de su mente; y otras a la par de las de sus colegas, filósofos
y teólogos, católicos, protestantes o agnósticos,
en las cátedras de
diversas Universidades alemanas: Frisinga (donde consiguió la
habilitación con
un trabajo sobre el concepto de la revelación y
la teología de la Historia
en San Buenaventura, que le enfrentó
con Schmaus), Bonn, (donde ocupó la cátedra de teología fun­
damental, desde 1959 hasta
1963), Münster (1963-1966), Tubinga
(1966-1967, cátedra de dogmática) y Ratisbona,
en su Baviera
natal. En todos estos traslados y
en el desempeño de las diversas
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cátedras, no le faltaron a Ra.tzinger complicaciones por falta de
entendimiento, tanto con jerarquias
-así con el Cardenal
Wendel, arzobispo de Munich, antecesor del propio
Ratzinger-,
o por polémicas con titulares de otras cátedras: Hacker, Ra.hner,
Geiselman y Hans Küng. La amistad con cada uno de éstos no
impidió que, en algunos casos, con el suceder de los eventos teo­
lógicos y eclesiales, sus caminos fueran
en direcciones separadas,
sobre todo a partir del gran momento del Concilio Vaticano
11, al
que Ratzinger acudió primeramente como asesor del Cardenal
Frings, Arzobispo de Colonia,
y, en la segunda fase como perito
teólogo del Concilio mismo. Vivamente recuerda Ratzinger sus
encuentros con grandes personalidades como Henri de Lubac,
Jean Daniélou, Yves Cangar, Gerard Philips, así como con obis­
pos de todos los continentes; encuentros y conversaciones en los
que el drama teológico-eclesial de aquellos años estaba presente
y
que el autor en este libro de su vida solamente alude en dos
puntos: el de la fe y el de la relación Iglesia-mundo.
Si en el pri­
mer período conciliar Ra.tzinger se sentió "sostenido
aún por el
sentimiento de gozosa renovación que reinaba por doquier", en
el segundo período "experimentaba una profunda inquietud fren­
te al cambio
que se había producido en el interior del clima ecle­
sial y que era cada vez más evidente". Pues, "el Concilio pareda
asemejarse a un gran parlamento eclesial, que podía cambiarlo
todo y revolucionar cada cosa a su manera. Las discusiones con­
ciliares eran presentadas cada vez más según el esquema de par­
tidos (políticos) típico del parlamentarismo moderno". Fue
entonces cuando pronunció
en la Universidad de Munster su
famosa conferencia sobre la verdadera y falsa renovación de la
Iglesia, y cuando, por otras intervenciones en el mismo sentido
de defensa de la Tradición contra la Revolución -si así pudieran
calificarse las posturas entonces, y ahora, contrapuestas-,
Ratzinger cambió, según sus críticos, de "progresista" a "conser­
vador". Más adelante, a fines de 1968, ya de titular de la segun­
da cátedra de dogmática
en Ratisbona, fue llamado a formar parte
de la Pontificia Comisión Teológica Internacional, intervino
en la
fundación de la revista
Communio y en las discusiones y discur­
sos teológicos que proliferaron en los años siguientes al Concilio.
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La apertura de Ratzinger respecto a todo ello, tal vez se
encuentre sintetizada al tratar de la liturgia, y de la prohibición casi
completa del "Missale Romanu1n", que llevó a unas consecuencias
que "sólo podían ser trágicas". "Estoy convencido -escribe
Ratzinger-de que la crisis eclesial en la que nos encontramos hoy
depende en gran parte del hundimiento de la liturgia que a veces
se concibe directamente 'etsi Deus non daretur': como si en ella ya
no importase si hay Dios y si nos habla y nos escucha. Pero si en
la liturgia no aparece ya la comunión de la fe, la unidad universal
de la Iglesia y de su historia, el misterio del Cristo viviente, ¿dónde
hace acto de presencia la Iglesia en su sustancia espiritual?
Entonces la comunidad se celebra sólo a sí misma, que es algo que
no vale la pena. Y dado que la comunidad en sí misma no tiene
subsistencia sino que,
en cuanto unidad tiene origen por la fe del
Señor mismo, se hace inevitable
en estas condiciones que se lle­
gue a la disolución en partidos de todo tipo, a la contraposición
partidaria
en una Iglesia que se desgarra a sí misma. Por todo esto
tenemos necesidad de un nuevo movimiento litúrgico que haga
revivir la verdadera herencia del Concilio Vaticano II".
Los recuerdos del autor del libro finalizan con su nombramiento
de Arzobispo
y la consagración episcopal en 1977. Antes, en diversos
capítulos, relata sucesos familiares entreverados poéticamente
-nos­
talgia evocadora-con los paisajes de su Patria. En las últimas pági­
nas explica su emblema y blasón pastorales: "Cooperatores veritatis"
(colaborador de
la verdad), tomado de la tercera epístola de SanJuan;
y los
símbolos -una concha y un oso-en que glosa pasajes de San
Agustín: la concha, signo de nuestro ser peregrinos, de nuestro estar
en camino; el oso, con la carga que le impuso Corbiniano, fundador
de la diócesis de Frisinga, y que el animal, convertido
en bestia de
carga contra su voluntad, llevó hasta Roma, expresa el peso
que sus­
tenta
en su actual tarea. De profesoruniversitario y del ministerio pas­
toral pasó a ser, en el servicio de Dios, "ut iumentum". "Yo -termi­
na el libro con estas palabras-he llevado mi equipaje a Roma y
desde hace
ya varios años (1981) camino con mi carga por las calles
de
la Ciudad Eterna. Cuándo seré puesto en libertad, no lo sé, pero
sé que también para
mi sirve que: ,me he convertido en una bestia
de carga y, precisamente así, estoy contigo»".
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Libro evocador, autorretrato de una inteligencia profunda, de
una vida que el autor limita al pasado, pues -subraya-"el pre­
sente
no es una detenninada fecha, sino el ahora de una vida,
que puede ser largo o breve". Un ahora, por otra parte, del que
el lector puede enterarse a través de las páginas de otro libro en
que se condensan las conversaciones sostenidas con el Cardenal
Ratzinger por Peter Seewald (La sal de la tierra I Cristianismo e
Iglesia católica ante el nuevo milenio, Ed. Palabra, Madrid, 1997)
y
que resumen el auténtico drama de la historia, cual es que
siempre,
en todos los frentes -el de las personas individuales, el
de las familias, el de los pueblos y
naciones-, al final aparece el
mismo planteamiento:
un sí o un no al amor. Y Dios quiere que
amemos, que seamos imagen y semejanza suya. Sólo as! hace
que el hombre se encuentre a si mismo y que sea como debe ser.
Un lenguaje sencillo
("simple ratio veritas'), en una traduc­
ción castellana muy buena, un for1nato útil, bien presentado,
hacen, además de su contenido, un libro que sin duda será leido
y releído. Con palabras de Séneca: "Veritas una vis, una facies
esf', la fuerza de la verdad es una sola, uno solo su aspecto.
JAVIER NAGORE Y ÁRNOZ
DOS LIBROS FRENTE A UNA MANIOBRA REPUGNANTE
Manuel
Nieto.Cumplido y Luis Enri PERSECUCION RELIGIOSA EN CORDOBA (1931-1939) <•>
y losé Luis Alfaya: COMO UN RÍO DE FUEGO.
MADRID, 1936 < .. l
Los estudiosos de la teología de la historia dicen que cuando
Nuestro Señor permite males al mismo tiempo
envfa los corres­
pondientes remedios. Esta ley se
ha cumplido en las primeras
semanas de 1998.
e) Edición del Excmo. Dean y Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de
Córdoba, Córdoba, 1998, 4.", tela, 1019 págs., fatos, 4.800 pesetas.
( .. ) Ediciones Internacionales Universitarias. Barcelona, 1998, 4.2
, cartoné,
315 págs., 2.500 pesetas.
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