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Número 369-370

Serie XXXVII

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Fe y razón

FE Y RAZÓN
La fe y la razón son las dos alas con las cuales el espíritu se eleva
hacia la contemplación de la verdad, exigencia del ser humano.
«El pasado 15 de octubre se hizo pública la encíclica Pides et ratio.
"Se dirige a los obispos de la Iglesia católica y trata sobre temas de par­
"ticular interés para cuantos se dedican a la filoscfía y a la teología. Pero
"su contenido fundamental interesa a todos».
«Como es sabido, la encic/ica versa sobre las relaciones entre la fe y
"la razón. Pero la apuesta, en definitiva, es la verdad, a la que tanto una
"como otra están llamadas a servir .
.. A este propósito, es necesario reafirmar ante todo que la búsqueda
"de la verdad constituye una exigencia ineludible y característica del ser
"humano.
»Desde que tiene uso de razón, el hombre es ser que se interroga. Sa­
"bemos cuántas preguntas, a veces serias y desconcertantes, hacen los
"niños.
Algunas nacen de la curiosidad o de la necesidad de resolver
''problemas concretos.
Las más profundas surgen del asombro que el
"hombre experimenta ante el misterio de sf mismo y de la creación ente­
"ra. A menudo, brotan del dolor. Siempre expresan la conciencia de los
"propios límites y el esfuerzo por superarlos».
"Vivimos en una época en la que se multiplican extraordinariamen­
"te la cantidad y la velocidad de la información. Se corre el riesgo de que
"e/flujo vertiginoso
de noticias sobre muchas cosas ahogue las preguntas
"relativas a los
temas cruciales de la f!Xistencia: ~¿Quién scry?, ¿de dónde
"vengo y a dónde v~ ?, ¿por qué existe el mal?, ¿qué hay después de esta
"vida?,. (Pides et ratio, 1). Esas preguntas desde siempre ocupan el centro
"de la atención de la filosofia y la religión; a este respecto, es célebre la
"exhortación ~conócete a ti mismo», esculpida en el dintel del templo de
"De!fos.
Verbo, núm. 369-370 (1998), 751-756. 751
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·En realidad, el ser humano es ..sabio» precisamente cuando busca
vcon pasión,
y en la dirección correcta, la respuesta a estos inten-ogan­
"tes
fundamentales. La fi/osifla, que significa exactamente «amor a la
"sabiduría•, se basa en esta búsqueda fundamenta/. La fe, por su parte,
"no teme,
sino más bien impulsa la actividad de la razón. En la intro­
"ducción a /a encíclica escribí: «La fe y la razón son como las dos alas
"con las cuales el espiritu humano se eleva hacia la contemplación de la
/}verdad».
JUAN PABLO 11: Angelus, 6 de diciembre-Juan Pablo 11-.
L'Osseroa.tore Romano, edición semanal en lengua españo­
la, ano XXX, núm. 50 (1563), 11 de diciembre de 1998.
La relación entre la fe y la razón.
«.. . quisiera centrar ahora vuestra atención en lo que co-nstituye, de
"alguna manera,
el núcleo de la encíclica, es decir, la relación entre la
"fe y la razón, que es importante destacar, sobre rodo en un periodo como
/}el nuestro, caracterizado por cambios de época de la sociedad y de la
"cultum.
»El pa.so progresivo hacia formas de pensamiento que se reúnen bajo
"la denominación de posmodernidad» exige que también la Iglesia pres­
"U! la debida atención a ese proceso, haciendo oír su voz, para que nadie
"quede privado de la aportación peculiar que brota del Evangelio (cfr.
"Pides et ratio, 91). Por otra parte, esta preocupación se justifica si se
"piensa en el delicado papel que la filosofía desempeña en la formación
/}de la conciencia, en la animación de las culturas y, por consiguiente,
ven la inspiración de leyes que regulan la vida social y civil. En esta
"tarea,
aun dentro de la autonomía de su estaturo epistemológico, no
''Puede menos de beneficiarse de la compañia de la fe, que le indica
/}senderos por recorrer para alcanzar cumbres aún más altas».
«A nadie escapa la importancia que la filosofía ha adquirido progre­
"sivamente
a lo largo de los siglos. Algunos sistemas perduran hasta
/}nuestros días, gracias a la fuerza especulativa que les ha permitido pro­
"mover un progreso seguro en la historia de la humanidad. Por otra
"parle,
el papel que la filosofía desempeña no pu.ede relegarse a un círcu­
"lo restringido de personas. ·Cada hombre, como ya be dicho, es, en cierto
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'modo, filósofo y pasee concepciones filosóficas propias con las cw,/es orien­
"ta su vida. De un lado u otro1 se forma una visión global y una respuesta
"sobre el sentido de la prop'ia existencia. Con esta luz inerpreta sus vicisitu­
"des personales y regula su comportamiento,. (Pides et ratio, 30) .
.. E/ acto de pensar define al hombre dentro de la creación. Al pensa,;
"puede responder
del mejor modo posible a la misión, que le ha confiado
"el Creador, de cultivar y cuidar el Jardín del Edén, donde se encuentra
''.el árbol de la ciencia del bien y del mal· (Gn 2, 15. 17; cfr. Fides et
'tatio, 22). Así pues, con el pensamiento cada uno realiza una experien­
"cia,
por así decir, de ..auto-trascendencia», ya que se supera a sí mismo
"y supera los límites que lo restringen, para acercarse a lo infinito,, .
.Sin embargo, el hombre, cuanto más se abre a lo inftnit:o, tanto más
"descubre el límite que lleva en si mismo. Se trata de una experiencia
"dramática, porque al mismo tiempo que se sumerge en nuevos espacios,
"descubre que no logra ir más allá. A esto se añade la experiencia· del
"pecado: la existencia humana está marcada por él, de modo que tam­
"bién la razón siente su peso. Una expresión de la Carta a Diogneto, es­
"crita
en los albores de la literamra cristiana, casi comentando el texto
"del
Génesis, permite comprender más a fondo esta condición. Escribe
"su autor desconocido: o:En este lugar se plantó el árbol de la ciencia y el
"árbol de la vida; lo que mata no es el árbol de la ciencia sino la deso­
'bediencia~ (XII, 1). Por tanto, éste es el motivo real de la debilu:Jad del
"pensamiento y de SU incapacidad de elevarse sobre sí mismo. I.a desobe-
1'diencia1 signo del deseo de independencia, mina el obrar del hombre y
"amenaza con bloquear su elevación hacia Dios, incluso en el ámbito de
"la reflexión filosófica.
,.cuando la ciencia se enroca orgu/l~amente en si misma, corre el
"riesgo
de no expresar siempre perspectivas de vida; si, por el contrario,
"va acompañada por la fe, entonces recibe su ayuda para buscar el bien
'del hombre. El apóstol Pablo advierte, ,l.a ciencia hincha, la caridad en
'cambio edifica. (1 Co 8, 1). I.a fe, que se fortalece con la caridad y se
"expresa en ella, sugiere a la ciencia un criterio de verdad que mira a la
"esencia del
hombre y a sus verdaderas necesidades".
JUAN PABLO 11: Discurso durante un solemne acto aca·
démico en la Pontificia Universidad Urbaniana, miércoles
11 de noviembre. L'Osservatore Romano, Edición semanal
en lengua española, año XXX, núm. 47 (1560), 20 de
noviembre de 1998.
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Hay realidades y principios fundamentales acerca de las cuales la
certeza es plena y universal y son condición misma del pensa­
núento, de la existencia y de la convivencia .
.,[,a verdad, a veces, resulta dificil de buscar, casi nunca se posee
"exhaustivamente,
y la experiencia del error invita a ser humildes y tole­
"rantes. Pero,
al mismo tiempo, no tiene razón de ser un escepticismo que
"pone radicalmente
en tela de juicio la posibilidad misma de que el ser
"humano alcance la verdad. Donde a1Taiga el escepticismo, desaparecen
"los sanos criterios de juicio y discernimiento, y la existencia humana, a
"merced
de las emociones, corre el riesgo de quedar privada de funda­
"mento.
"En realidad, aunque el hombre experimenta la dificultad de llegar
"a la verdad y a la certeza sobre muchas cosas, se da cuenta de que hay
"realidades y principias fundamentales, acerca de los cuales la certeza es
''plena y universal.
,.Jktas verdades son la candición misma del pensamiento, 4e la exis­
"tencia
y de la convivencia. Es lo que nos permite comunicarnos, inves­
"tigar, reconocer nitestros errores, convivir y amar.
•Incluso la ciencia empírica demuestra la existencia de la verdad. Se
"presenta como un camino jalonado por c9nquistas parciales y por la
"superación
gradual de errores. Precisamente por eso, todo auténtico co­
"nocimierito científico es un paso hacia la plenitud de la verdad. Esto
"vale también para los demás ámbitos -del conocimiento. Por esta razón,
"en
la encíclica Fide.s et ratio indiqué un núcleo de conocimientos filo­
"sóficos presentes constantemente en la
histo,ia del pensamiento, en los
"que es
posible reconocer Una especie de patrimonio espiritual de la bu­
"manidad. (n. 4).
»Por su pa11e, la revelación que viene de lo alto y que llega a su ple­
"nitud en
Cristo, a la vez que nos abre a un conocimiento más profun­
"do del misterio de Dios y de su designio de salvación, no se opone jamás
"a las verdades ya conocidas con la luz de la razón; más bien, las veri­
Jica, purifica y consolida».
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JUAN PABW 11: Angelus: Meditación mariana, domingo
13 de dicieo1bre. L'Osservatore Romano, edición semanal
en lengua española, año XXX, nl1m. 51 (1564), 18 de
diciembre de 1998.
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Teología y filosofía.
«En un ámbito académico como éste, creo que es importante subra­
')'ar otro aspecto que menci'oné en la encíclica Fieles et ratio. No sólo
"reafirmé en ella la necesidad, sino también· 1a urgencia de una. reanu­
"dactón del diálogo entre la filosojia y la teología que, cuando se ha efec­
"tuado cOtTectamente, ha producido evidentes beneficios tanto para una
"como para otra».
En efecto, mientras que el estudio de la filosofía abre la mente de los
"jóuenes alumnos para comprender las exigencias del hombre contempo­
"ráneo y su modo de pensar y afrontar los problemas {cfr. Gaudium et
'Spes, 57), la profundización de la teología permitirá dar a esas exigen­
"cias la respuesta de Cristo, •camino, verdad y vida· (Jn 14, 6), dirigien­
"do la mirada al sentido pleno de la existencia.
»En un momento en que parece afirmarse la fragmentación del
"saber, es importante que la teología sea la primera en ballar formas que
''¡Jerrn.itan la identificación de la unidad fundamental que une entre sí
}}los diferentes caminos de investi'gact'ón, mostrando su meta última en la
"verdad revelada por Dios en Jesucristo. Desde este punto de vista, la
"m'istna teología podrá apoyarse en una /ilosofta abierta al misterio y a
"su revelación, para hacer comprender que la inteligencia de los conte­
"nidos
de fe favorece la dignidad del hombre y su razón.
:.Recuperando
cuanto ha sido patrimonio del pensamiento cristiano,
"escribí
que la relación entre la teología y la filosofia debería estar mar­
"cada por «la circularidad» (Pides et ratio, 73), como acaba de recordar
"también
el cardenal Ratzinger. De este modo, tanto la teología como la
"fi/osojia se ayudarán recíprocamente para no caer en la tentación de
"encerrar en los límites de un sistema la novedad perenne que contiene
"el misterio de la revelación traída por jesucristo. 'Ésta seguirá implican­
"do siempre una novedad radical, que ningún pensam'iento podrá jamás
"explicar plenamente ni agotar.
PLa verdad puede acogerse siempre y sólo como un don totalmente
"gratuito,
que es ofrecido por Dios y debe ser recibido en la liberlad. La
"riqueza de esta verdad se inserta en el entramado humano y necesita
"expresarse
en la multiplicidad de formas que constituyen el lenguaje de
"la humünidad. Los fragmentos de verdad que cada uno lleva consigo
"deben
tender a reunirse con la verdad única y definitiva que encuentra
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"su forma perfecta en Cristo. En él1 la verdad sobre el hombre se nos dona
"sin medida en el Espíritu Santo (cfr. Jn 3, 34), y suscita un pensamien­
"to que no sólo es deudor de la razón, sino también del corazón. De este
"pensamiento
profundo y fecundo da testimonio la «ciencia de los santos»1
"que hace un año me impulsó a proclamar doctora de la Iglesia a santa
"Teresa de Lisieux, siguiendo las huellas de numerosos santos1 hombres y
"mujeres1 que han marcado de manera significativa la historia del pen­
''samiento cristiano, tanto teológico como filosófico. Es hora de que la ex­
"periencia y el pensamiento de los santos se valoren de manera más atenta
"y sistemá.tica, para profundizar las verdades cristianas.
•los teólogos y los filósofos, según las exigencias de sus respectivas
"disciplinas, están llamados a considerar al único Dios que se revela en
"la creación y en la historia de la salvación como la fuente perenne de
"su trabajo. La verdad que viene ,de lo alto», como muestra la historia, no
"va contra la autonomía del Conocimiento racional, sino que lo impulsa
"hacia
nuevos descul»imientos que originan un auténtico progreso para
"la humanidad, al favorecer la elaboración de un pensamiento capaz de
"llegar a lo
íntimo del hombre1 haciendo madurar en él frntos de vida,,.
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JUAN PABLO II: Discurso durante un solemne acta aca­
démico
en la Pontificia Universidad Urbaniana, miércoles
11 de noviembre. L'Osseroatore Romano, edición semanal
en lengua española, año XXX, núm. 47 (1560), 20 de
noviembre de 1998.
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