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Número 369-370

Serie XXXVII

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Un recuerdo piadoso del profesor Frederick D. Wilhelmsen

CRÓNICAS
del derecho comunitario, a la relación con la división de poderes
-donde se ve la riqueza del principio de subsidiaridad más allá de
los
rígidos esquemas del constitucionalism(}--, y

a su conexión con
la regionalización.
La temática española encontró de ejemplos ade­
cuados
en cada uno de los niveles mencionados. Miguel Ayuso, por
su parte, en una intervención more socrático, comenzó recordando
la necesidad de situar las realidades y conceptos políticos en el con­
texto cultural e intelectual
en que se han gestado. As!, aprovechán­
dose de una disyunción perfectamente fijada
por el profesor
Gentile, lo que
la doctrina social de la Iglesia llamó principio de
subsidiariedad
--si bien la realidad así denominada no nació con
su formulación, sino que ésta leyó en una experiencia eterna de la
naturaleza humana-arraiga en la "inteligencia ( clásica) de la polí­
tica", mientras que hoy los acontecimientos fluyen desde la "razón
(moderna) de Estado". He ahí, pues, la principal dificultad que la
experiencia de hoy presenta para acoger el principio de subsidia­
riedad, y que
no debe maquillarse en modo alguno. La ejemplifi­
cación la buscó el profesor Ayuso
en la realidad histórica del
"fuero" y del "foralismo", por contraposición con el nuevo regiona­
lismo (incluso nacionalismo) del llamado Estado de las Autononúas.
Sin embargo, sirviéndose de nuevo de una interpretación del pro­
fesor Gentile, sostuvo a continuación que la mera recepción del
principio de subsidiariedad
en el derecho comunitario -y la dis­
cusión que ha abiert(}--muestran un canúno desde el cual redes­
cubrir una exigencia de la naturaleza humana que acotnpaña ine­
xorablemente a todo derecho y toda política que quieran ser fieles
a
la tradición que tales y nobles palabras evocan.
A.T.
UN RECUERDO PIADOSO DEL PROFESOR
FREDERICK D. WILHELMSEN
Los lectores de Verbo están familiarizados con la obra del finí­
simo filósofo
en la escuela de Santo Tomás y cultor del tradicio­
nalis1no hispánico en la versión 1nás rigurosa del carlismo estric-
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CRÓNICAS
tlsimo que fue el profesor Frederick D. Wilhelmsen -para sus
numerosos amigos del mundo hispánico
Federico-, fallecido en
el año 1996. Colaborador de estas páginas en diversas ocasiones,
y amigo de
buena parte de los que aquí trabajamos desde distin­
tas horas
en el campo del apostolado político católico, con dolor
estampamos
en su desaparición de este lado de la trinchera
-aun convencidos como estamos de su concurso 1nultiplicado
en el lado que no vemos, sino todo lo más columbramos---una
nota evocadora de sus hechos y dichos, pálida en todo caso por
la riqueza de su personalidad y de su obra. No fue la única apa­
recida
en estos lares, pues José Arturo Márquez de Prado-nadie
mejor que su gran y constante amigo de treinta años--hizo lo
propio para
una publicación barcelonesa, Ahora, como Rafael
Gambra
-desde el común quehacer intelectual y la igualmente
vieja
amistad-para los Anales de la Fundación Francisco Elías
de Tejada. El grueso de recuerdos, no obstante, se produjo lógi­
camente
en los Estados Unidos, sin que faltaran notas en Argen­
tina, Brasil, Portugal y el antiguo Reino de Nápoles.
No 1nucho antes, el año 1993, con ocasión de cumplir seten­
ta años, un grupo de amigos y discípulos le ofrecimos unfestscb­
rift, coordinado por los profesores Robert Herrera, James
Lehrberger y Melvin Bradford y
titulado Saints, Sovereigns and
Scbolars, rúbrica por cierto comprensiva de toda su vida, dedica­
da al servicio de Dios
en los terrenos del saber y del poder, esto
es,
de la ioteligencia y de la política, por más que esta última
fuera casi siempre más objeto de consideración desde la primera
que campo propio de su trabajo. Entre quienes contribuimos, y
escribo de memoria, estaban
Juan Vallet de Goytisolo y Álvaro
d'Ors, Thomas Molnar y el archiduque Otto de Habsburgo,
Russell Kirk y Gerhard Niemeyer, etc.
Hoy, la Universidad de Dallas,
en la que enseñó desde que a
mediados de los años sesenta volviera desde España a su país
natal
-sin por ello abandonarnos nunca del todo-, ha tenido la
buena idea de recoger en un volumen de gran formato lleno de
fotografias lo más significativo de su vida intelectual -y aventu­
rera, J.11e atrevo a añadir-, co1nprensivo, claro está, de su obra
escrita y de los distintos estudios sobre ésta, así como los elogios
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CRÓNICAS
producidos a raíz de su fallecimiento. Un poco al "estilo ameri­
cano", menos frecuente entre nuestras viejas tierras, el resultado
es verdaderamente óptimo (*).
El repaso de las fotografias nos descubre el hilo de una vida,
en la que las lecciones universitarias se enhebran con las singla­
duras náuticas, y con otras singladuras no 1nenos fantásticas en
nuestro mundo como las del carlismo y la tradición católica. Un
buen número de personalidades del campo intelectual católico,
aquí y allá,
aquende y allende los mares, despuntan también,
junto a Federico,
en las apretadas y hasta repletas páginas. El
repaso de la obra, más frío en apariencia, se entrevera sin embar­
go con el gráfico. Y los títulos de artículos, conferencias y revis­
tas, evocan iguahnente muchas afirmaciones y muchas luchas. He
de confesar
que no pocas veces a lo largo del trayecto la emo­
ción me ha asaltado, inopinada1nente, por sorpresa, tras el reco­
do de una vieja fotografia o en el nombre de una revista o en la
tesis grabada a fuego
en el rubro de un artículo. Y la melancolía
casi me ha vencido. Pero, a continuación, n1e he rehecho, y he
pensado en los caminos del Señor, que nos conducen sin que
nosotros debamos desviamos, por muchas sugestiones y seduc­
ciones
que nos aguarden a diestra y siniestra, y por más que mar­
chemos
por el camino de la derecha, que es el que el Señor
conoce. Y he
pedido la gracia inmensa de la perseverancia, tan
dificil durante la
-larga, árida-travesía del desierto.
Bástale a cada dia su afán. Y
a este fin del
año de gracia de
1998
no le cumple más que dar cuenta de la noble iniciativa de
la Universidad de Dallas de tributar un album homenaje a quien,
miembro de su clatistro durante tres decenios, fue "Eminent
Professor and Catholic Intellectual". No es poco, a la vista del
trato
que reciben muchos de sus conmilites supérstites en tantas
Universidades, católicas y del Estado, del mundo. Del nuestro.
Felicidades, pues. Como a las hijas de Federico
-Alexandra,
Elisabeth, Juliana-, volcadas las tres en la fidelidad a un carisma
que parece haberse transmitido genéticamente. Pero, sobre todo,
(•) Frederick D. Wilhelmsen (Eminent Professor and Catbolic Intellectual). A
Tributefrom the University of Dallas, Irving (Tejas), 1998, 84 págs.
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CRÓNICAS
a Alexandra, y no por ser la más conocida en este pequeño ámbi­
to, sino porque
su amorosa mano filial se adivina por entre los
intersticios de la composición y
aun en la génesis y ejecución de
la iniciativa que hoy tiene gozoso cumplimiento, hecha posible
por la Universidad de Dallas, de la que su padre fue gran maes­
tro y
_en la que ella prolonga con dignidad su estela.
MIGUEL AYUSO
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