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Número 373-374

Serie XXXVIII

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Homenaje a José Joaquín Jerez

CRÓNICAS
HOMENAJE AJOS* JOAQUÍN JEREZ
A finales del pasado mes de enero, concretamente el vigési­
mo sexto de sus días, nos reunimos .un grupo de amigos de la
Ciudad Católica para celebrar junto
con José Joaquín Jerez
-Josefa para los íntimos y también para los no ta_n !ntimos-----su
triunfo al ingresar brillantemente y en tiempo record en el cuer­
po de Letrados del Consejo de Estado. Sin gran publicidad, con
una convocatoria reducida a los asistentes a las reuniones de tra­
bajo de los martes y los jueves, una veintena de-comensales se
apretaron en una mesa deL restaurante Casa Félix, que tantos .
recuerdos trae a los más veteranos, recuperado para la ocasión
festiva.
As!, pues, pudimos ver la íntima solidaridad -en su sig­
nificado más pr!stino
y, por lo mi_smo, menos banalizado-de las
distintas generaciones dentro
de la común estirpe que siempre
nos ha caracterizado, desde el admirnble Juan Vallet · de
Goytisolo,
que nunca excusa su presencia en cualquiera de los
actos de la Ciudad Católica,
y que lo pre_sidió informalmente,
hasta algunos
de los estudiantes que se cuentan entre sus últimas­
incorporaciones, pasando
por los voluntarios de todas las horas.
Entre los primeros, además del alma
de nuestra obra, el infa­
tigable
y agudo propagandista que es Alberto Ruiz de Galarreta,
que abandonó por una vez sus cautelas de salud; el siempre efi­
caz e imprescindible Armando.Marchante; y el irónico cuando no
sarcástico Paco Pepe Femández de la Cigoña. En la media, por
seguir el breve repaso de la alineación, Estanislao Cantero, pun­
tal invaluable, asl como Femando Claro, Antonio Mart!n Pt¡erta.y
Miguel Ayuso. Entre los más jóvenes, Pepa y Carmen Femández
de la Cigoiia, Antonio Sánchez
y Gustavo Blanco, amén de quien
escribe
estas lineas.
Muchas cosas se pudieron escuchar, casi al oldo durante la
cena, a media
voz a los postres. As!, entre plato y plato podía­
mos escuchar anécdotas siempre vivas
de parte de Juan Vallet,
consejos casi ascéticos
de Alberto Galarreta, versos malévolos de
Paco Pepe, satisfacción mal disimulada de Miguel Ayuso, rodea-
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CRÓNICAS
do de antiguos alumnos suyos, como el mismo homenajeado en
primer lugar. A los postres, fue Miguel el primero en tomar la
palabra para presentar el homenaje,
que fue ofrecido por Juan
Vallet. En las palabras de ambos, que al no haber redactado estas
líneas de inmediato
se me aparecen fundidas, salieron el recuer­
do de Eugenio Vegas, la urgencia del apostolado intelectual y
político, y su concreción
en la amistad en la verdad que es la
Ciudad Católica.
Eugenio Vegas tenía
que estar presente, no obstante no
haberle conocido Josefa ni los asistentes más jóvenes. Miguel
Ayuso recordó, así, para empezar, la tradición de estas reunio­
nes, recordando la que él protagonizó allá por 1984, con moti­
vo de ingresar en el Cuerpo Jurídico Militar, y en la que fue el
propio Eugenio Vegas quien le ofreció el homenaje con palabras
que no ha olvidado, como tampoco -dijo--las de Andrés
Gambra
en el papel que él mismo adoptaba en la ocasión pre­
sente. Cómo habría gozado
el maestro viendo la prolongación
de la familia espiritual era
un sentimiento que estaba en el cora­
zón y la mente de todos. Más aún cuando el receptor del para­
bién lo era por ingresar en un cuerpo de gran prestigio y al que
también -como en el caso de Ayuso con el Cuerpo Jurídico del
Ejército-- él había dignificado. También
se recordaron los nom­
bres, queridos para muchos,
de Florencia Valenciano y José
Ignacio Escobar, marqués
de Valdeiglesias, que en mayor o
menor medida nos fueron cercanos, y que también eran letrados
del alto órgano consultivo.
Pero más
que el éxito profesional, lo que desbordó el
ambiente grato de la reunión de amigos, fue la trascendencia
apostólica
de recuperar, mejor, de encontrar de nuevo en situa­
ción de actividad, y multiplicados sus efectivos, al querido con­
milite.
La Ciudad Católica prosigue su trabajo en España y va para
su cuarenta aniversario. La mejor renovación es la de quienes, día
a día, entre las asechanzas del tolerantismo y del esp!ritu del
mundo,
se esfuerzan prudentes y accesibles a todos por ser fie­
les a la tradición católica de los pueblos de las Españas.
JUAN CAYóN
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