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Número 379-380

Serie XXXVIII

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Los 400 números de Siempre P'alante

CRÓNICAS
Alexandra Wilhelmsen, Miguel Ayuso, Juan Vallet de Goytisolo o
Alfonso Bullón de Mendoza), insertó dicha presentación
en el
seno de las actividades desarrolladas a lo largo de todo el
año
bajo el lema "1799: il bicentenario mistificato". En el año en que
se cumplía el bicentenario
de la insurgencia antijacobina en el
viejo Reino, merecía la
pena recordar, de un lado, la falta de calor
popular de la República partenopea, y, de otro, el entusias­
mo sanfedista. Con presidencia de Silvio Vitale, intervinieron
Miguel Ayuso, Consuelo Martínez-Sicluna, Maurizio di Giovine y
Vincenzo Gull.
El primero se refirió .a la labor de reconstruir la verdad históri­
ca, tarea dificultada muchas veces por la insuficiencia y parcialidad
de las fuentes utilizadas, cuando de la historia de las insurreccio­
nes populares antileberales se trata. Consuelo Martinez-Sicluna
hizo
un comentario muy sabroso del valor del libro de De
Crescenzo como crónica que rescata
la verdad de los hechos por
encima de las deformaciones y parcialidades de la ideología. Di
Giovine destacó la trascendencia del empeño purificador de la his­
toriografía reciente, pudiendo añadir el cronista que
no sólo pre­
dica con la palabra, sino con obras, pues su importante libro
1 799,
Rivoluzione contro Napoli ha sido pionero en desenmascarar las
falacias de la historiografía "oficial". Vincenzo
Gull, finalmente, en
una intervención muy técnica, se ocupó de las condiciones de vida
del periodo, comentando algunos de los falsos lugares comunes
más extendidos. El autor, finahnente, dio las gracias y subrayó la
finalidad de su libro con palabras
en extremo pertinentes.
A.T.
LOS 400 NUMEROS DE SIEMPRE P' ALANTE
Meditabundo y melancólico en unos días en que preparo, por
mor de la economía - un número de despedida de la revista mensual Roca viva, tan
ligada a nuestra
Verbo por los vínculos del afecto personal y de
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CRÓNICAS
la solidaridad --excúseme que utilice también la palabra: no
somos nadie-apostólica, y a continuación les informo espero
que cumplidamente, me llega el consuelo del significativo "cum­
plenúmeros"
-nada menos que 400-del heroico quincenal
navarro
Siempre p 'alante. Vaya, pues, en primer lugar, a la Unión
Seglar de Navarra, responsable del mismo desde su aparición
en
marzo de 1982 -cuando buscó llenar en lo posible el .hueco que
no hacía mucho acababa de dejar el diario El Pensamiento
Navarro-, y a su también constante director don José Ignacio
Dallo.
El vigor, el temple y la valentía que ha acreditado a lo largo
de su entera y fecunda ejecutoria pastoral,
en buena parte tam­
bién unida a su discutida dirección del quincenal
que nos ocupa,
le hacen -espero que sin hacerle sufrir excesivamente en su
modestia sacerdotal-merecedor del máximo reconocimiento
por parte del pueblo de Dios que busca la santidad en nuestra
España. En él veo encarnado
uno de los tipos más característicos de
nuestra clerecía, cuya decadencia acompaña inexorablemente la
pavorosa crisis espiritual y moral que padecemos, el del sacer­
dote animoso y cordial,
que no necesita borrar las huellas de su
ministerio ni transitar las sendas de la mundanización. Que luce
orgulloso su sotana -más bien raida, aunque digna: ¿cómo
podría ser de otro modo?-y que, no obstante su vida esparta­
na, sabe beber un vaso de vino con sus feligreses. Un cura que,
además, está cultivado en liturgia, en moral y en teoiogia. Pero
que, sobre todo,
es un maestro de espiritualidad, que aconseja,
dirige, conoce los problemas de los fieles y la palabra
que espe­
ran en cada momento. Este era el clero de la España católica, en
buena medida rural, aunque también provinciana y capitalina.
Y también los habla sabios, de entre los más sabios del mundo,
cultivadores de distintas disciplinas
en las que descollaban. Pero
no eran diferentes de los más populares. ¡Qué alejados todos de
la
coquetería intelectual y la vanidad insufribles del clero pro­
gresista, empezando
por el más ignorante! El profesor Rafael
Gambra lo
ha delineado magistralmente en sus apuntes sobre la
psicologia del modernismo y el progresismo. En la desaparición
de ese tipo humano del viejo cura reside, a
no dudarlo, una de
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CRÓNICAS
las grandes fracturas que ha sufrido desde el punto de vista
sociológico el catolicismo hodierno, pues incluso
en los que, de
entre las nuevas hornadas de sacerdotes, han logrado sustraer­
se a dicha patología del espíritu, tampoco encontramos ya a ese
viejo cura a
que acabo de referirme, que no sabía de contem­
placiones, al
que la cursilería y la beateria eran ajenas ... Claro
que, ¿dónde nos es dado hallar
hoy -en la universidad y en el
ejército,
en la judicatura como en el comercio-rastro de la
vieja España?
Pero, a lo que iba.
Siempre p 'aJante, sin más apoyo que el de
la Unión Seglar de Navarra,
con la fidelidad de sus lectores de
toda España, así como con
la dirección de don José Ignacio Dallo,
secundada
por un cuerpo generoso de colaboradores, cumple 400
números. Cuatrocientos números
en los que se ha refugiado el
catolicismo tradicional español, exiliado de tantos lugares, y
que
esforzadamente comparece cada quincena, para denunciar los
ataques que contra el depósito llegan incesantes, ante el desinte­
rés de casi todos
-empezando por los pastores--, de medios
seculares o
eclesiales. Para, al hilo, recordar puntos de doctrina
olvidados o contestados en nuestros días. Para defender, en suma,
la fe y la tradición católicas de España. En buena medida se ha
convertido,
así, en una isla dentro del archipiélago del siglo. Por
lo mismo, a veces, hasta nos suena anacrónico. Pecado nuestro,
que tanto hemos cedido desde nuestras primeras posiciones.
Recuerdo haber oído contar a mi queridisímo Manuel de
Santa Cruz,
uno de los puntales del quincenal pamplonés, cómo
en las fases más -metafóricamente--sangrientas del combate
antiprogresista, a fines de los sesenta y los setenta, ante la salida
puntual del semanario
¿Qué pasa? -que muchos de nuestros
lectores
recordarán-repetían alarmadas las voces del stablish­
ment eclesial: "Hay que pararlo. ¿De quién depende eso?". Pero
no dependía de nadie. Esto es, ni tenía mandato de la jerarquía,
ni ninguna orden religiosa participaba
en su confección o finan­
ciación.
Ni siquiera era clérigo el responsable. Por eso, era impa­
rable.
Lo que marca una diferencia, y bien notable, con otras
empresas beneméritas, desmontadas apresurada o arteramente
cuando el vendaval conciliar
por sus responsables eclesiásticos o
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CRÓNICAS
sus superiores. Ahora ha amainado el temporal, lo que no quie­
re decir que se haya reconstruído la cristiandad, que sigue arro­
jada en el recodo del camino sin que sacerdotes y levitas se
inmuten, a
la espera del buen samaritano. La empresa de denun­
cia y predicación de la verdad católica sigue sin resultar fácil. Y
don José Ignacio Dallo lo sabe, pues ha sufrido en su_s carnes la
persecución y la incomprensión.
En Verbo, tenemos nuestra senda. Y nuestro modo de com­
bate. Y es que en la casa del Padre hay muchas estancias. Así
pues, no podemos dejar de saludar, con alborozo, la perseveran­
cia de nuestro hermano en el apostolado de la prensa. Que el
Señor nos ayude a todos los que laboramos
por el Reinado de
Cristo
-y la reconquista de la unidad católica de España-a no
desmayar en una hora en la que se hace tantas veces presente el
interrogante angustiado: ¿Encontrará
fe sobre la tierra?
MIGUEL AYUSO
ROCA VIVA, A-DIOS'''
El catecismo enseña que enterrar a los muertos es una de las
obras de misericordia corporales.
Así como ofrecer sufragios por
los difuntos se encuentra entre las espirituales. Se ine ocurre,
pues, y espero que no les parezca irreverente la comparación
-pues de una obra humana se trata, pero de una obra que que­
rría serlo también de Dios, en cuanto no ha buscado sino su amor
y servicio
en todo-, que en el trance de la desaparición de la
revista
Roca viva debemos darle cristiana sepultura. Alguna expli­
cación merecen sus fieles lectores, casi todos de la primera hora,
pero da igual si se sumaron a la de tercia, nona o a la undécima.
Del mismo modo, puestos a tributarle la despedida que nos
pare­
cía más adecuada, vamqs a recordar algunos de los momentos de
la vida de
la revista, volviendo a estampar algunas -pocas--de
(*) Reproducimos aquí la nota que Miguel Ayuso ha antepuesto al número
de despedida de la revista Roca vtva (N. de la R).
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