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Número 385-386

Serie XXXIX

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Discurso de Antonio Muñoz Junguito. San Fernando, caballero de Santa María. [San Fernando 2000]

CRÓNICAS
una nadón católica, y proteger la Fe de tus súbditos, y hasta
puede que te canonicen por
ello. No tenemos como patrón a un
mártir de tiempos de persecudón, ni a un evangelizador de tiem­
pos de ignorancia. Tenemos como patrón a
un santo medieval, y
eso nos recuerda que "la civilización no está por inventar ni la
nueva ciudad por construir en las nubes. Ha existido, existe: es la
civilizadón cristiana,
es la ciudad católica". Demostremos nues­
tro júbilo ante esta realidad
en el Jubileo del 2000.
Y
no os canso más. Sólo vuelvo, otra vez, mi mirada al Santo
Rey para pedirle, con
fe y con esperanza: San Fernando, ruega
por nosotros.
DISCURSO DE ANTONIO MUÑOZ JUNGUITO
SAN FERNANDO, CABALLERO DE SANTA MARÍA
Para alguien. natural de la Andalucía que baña el Guadal­
quivir, la figura de San Fernando
no es la de un personaje cono­
ddo en los libros de historia, es alguien que vive en mi memoria
desde la
más tierna infancia. La capilla del Santísimo, en la
parroquia de
mi pueblo, posee una imagen de la Virgen de Valme,
y en una de sus paredes, un fresco en el que se puede observar a
San Fernando arrodillado delante
de dicha imagen; y a su lado
una estatua del santo, de pie, elevando sus ojos al cielo en acti­
tud oferente. Ambas imágenes nos presentan a San Fernando con
la corona real en sus sienes y vestido de cota de mallas; la esta­
tua, blandiendo
una espada en su mano derecha y el fresco,
.haciendo esperar al escudero mientras éste sujeta al caballo de
batalla y sostiene el yelmo.
Cuando de pequeño acompañaba a
mi padre al sagrario y Je
preguntaba quién era ese rey que estaba junto a la virgen, su res­
puesta era: "San Fernando, el que conquistó Sevilla a los moros".
Por todo
ello, mi imagen infantil del santo, era la de un rey guerre­
ro que dedicó toda su vida a batallar para reconquistar Andalucía.
En la adolescencia cayó en mis manos una biograffa del rey
santo; en esta obra la representación
más numerosa del Rey
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CRÓNICAS
Santo es: con la cota de mallas, su espada "Lobera" al cinto, y en
bastantes más, aparece cabalgando sin cesar.
Asimismo destaca sobremanera, la presencia de la Santí-sima
Virgen en sus páginas; desde
su nacimiento a su entierro.
Todo Jo anterior grabó a fuego una imagen inseparable de
santidad vestida de cota de mallas, en incansable actividad y con
sincera devoción a la Madre de
Dios.
Al llegar a este punto de mis palabras, mi primera intención
era empezar a desgranar las diversas virtudes caballerescas de
acuerdo a algún tratado clásico (Raimundo Lulio, por
~emplo) y
ver cómo éstas
se plasmaban en la actividad del rey; pero leyen­
do
Ortodoxia, de Chesterton, y llenándome de entusiasmo al verle
hablar de imaginación, poesía,
hadas ... frente al frío racionalis­
mo y materialfsmo, me dije que de Jo que quiero seguir hablando
es del San Fernando de mi juventud.
Del Santo
niño que conoce una fe, a la que es ffel hasta su
muerte; y que aprende unas devociones a las que nunca deja de
invocar;
al guerrero que tras cruzar Sierra Morena en 1224 no
descansa al servicio de la Cruz hasta alcanzar la desembocadu­
ra del Guadalquivir.
Su imagen siempre
va a caballo; desde los secos riscos de Jaén
a las verdes marismas del Guadalquivir, con los gallardetes tre­
molando en el
azul cielo andaluz, el sol brillando en el capacete
de
su cabeza. No es un héroe imaginario de libros de caballerías,
no es un justador afortunado, es el campeón de nuestra fe, en
nuestra España; su vida la llena, la agota, ese servir a la mejor
causa. Su preocupación es el Reino de
Cristo y así rezará un día:
·señor, tu sabes que no busco la gloria perecedera, sino la de tu
nombre".
Y
esa imagen solo descabalga para, como "bien nacido ser
agradecido", arrodillarse delante de
su más seguro refugio,
Nuestra Señora.
No Je puedo recordar sin acudir a mi mente el
nombre de sus
"vírgenes", de los Reyes, de las Batallas. La Iglesia,
al colocar su ffesta en el calendario, tuvo que ponerla en mayo,
el
mes dedicado a la dama de este caballero de Santa María. Y no
podía ser menos cuando su vida está llena de hechos íntimamen­
te relacfonados con advocaciones de la
Wrgen. Cuando a los diez
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CRÓNICAS
años enferma, Santa Maria de Oña; al ser prodamado rey a los
diecisiete, Santa María
la Real de las Huelgas; donde dos años
después
es armado caballero; en la entrada triunfal en Sevilla, la
Virgen de la Sede, de las Batallas, de Valme Oa de mi pueblo), y
de los
Reyes.
Y como gobernante católico, a éstas rinde su estandarte, sus
pendones; pero
no solo eso, levanta catedrales (Burgos, Toledo),
crea Universidades, legisla según los preceptos de la Iglesia, de­
vuelve a
la Cristiandad: Andújar, Baeza, Úbeda, Córdoba,
Murcia, Jaén, Sevma, jerez, Sanlúcar ...
, siendo generoso con los
vencidos, a los cuales respeta vida y haciendas; y enseña a
su
heredero que su obllgadón es continuar su obra ad maiorem Dei
gloria.
Este es mi Santo Rey Fernando; espeyo de caballeros, venera­
ble santo y ejemplar gobernante cristiano, cuyo cuerpo los sevi­
llanos pueden ver
hoy al abrirse su sepulcro, que, como había de
ser, está a los pies de su Virgen de los Reyes.
Este año se conmemora que hace cuatro siglos vino a este
mundo don Pedro Calderón de la Barca, el cual, aunque los fas­
tos actuales quieran "racionalizar/e" y
• europeizarle ", es nuestro
"gran dramaturgo sintético del catolicismo" que "recoge para la
poesía la gran época de los teólogos españoles", en palabras de
Valbuena Prat. Puen bien,
· él tuvo que dedicar un auto sacra­
mental a nuestro patrono; en El santo rey don Femando, el rey
con el soporte de
la Iglesia, disputa en pro de nuestra fe frente a
la hereyfa y los tnfleles, utilizando el barroco lenguaje de
Calderón. Aprovecho esta ocasión para animaros a
la lectura de
los
Autos sacramentales, obra maestra de nuestra catolicidad.
A nuestro santo
ese incesante batallar por la cruz Je va desgas­
tando, y le llega el momento de
la muerte, y aquí vuelve a aparecer
la iglesia de
mi pueblo; en su sacristía hay un fresco que represen­
ta
al santo, arrojándose de la cama para arrodmarse ante el viáti­
co que el sacerdote Je lleva. A pesar de su dolor, hace Jo que su cora­
zón Je dice, "estoy en presencia de Dios, y ante Él sólo cabe una
actftud, postrarse y adorarle"; hasta el flnal el rey es eyemplar.
Confío que esta breve descripción del Rey Santo de mi juven­
tud, aporte algo más, como cada año, a nuestro conocimiento de
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CRÓNICAS
la figura ejemplar, patrono de los "Caballeros de la Ciudad
Católica".
Y
no puedo terminar sin deyar de copiar un párrafo de ese
libro de mi adolescenda, que estos días he releído, para que nos
sirva de meditación y estímulo, y cuando nos preguntemos por la
razón de nuestra acción contestemos como el entonces
niño a su
madre:
• .. . pienso que Cristo está dentro de mi, y derro los ojos
para decir que
Él es mi rey y yo queremos ser su caballero. Quiero
sufrir trabajos por él en tierra de infieles y que su Madre la
Gloriosa, es la mía Señora".
LAS XI JORNADAS DE LA UNIDAD CATÓLICA
DE LOS SEGLARES CATÓLICOS ESPAÑOLES
Se han celebrado en Zaragoza, los días 28, 29 y 30 de abril
de 2000. Están promovidas
y alimentadas por las Uniones Segla­
res
de toda España, y en especial por la de Navarra, aglutinada
por el M. l. Sr. don José Ignacio Dallo en tomo a la revista
Siempre P'Alante, que hace unos meses ha editado su número
cuatrocientos. Haber alcanzado estas Jornadas su edición undéci­
ma invita a situar antes de su crónica estricta un breve comenta­
rio sobre el conjunto de las mismas.
En esta nación nuestra de talante emocional e inestable,
es
frecuente que algunos movimientos tengan cursos intermitentes,
como el Guadiana, con épocas de desaparición alternando con
otras
de desbordamiento. Ahora, este movimiento de reconquis­
ta de la Unidad Católica de España,
que jalonan estas Jornadas,
está
en fase de exaltación.
Nació
en el Monasterio de La Oliva, en Navarra, el día de
Santiago de
1964. Allí estaba un grupo de jefes de requetés, pre­
ocupados
por las amenazas que en el Concilio en curso se cer­
nían sobre la unidad católica
de España (1). Como remedio, pen-
(1) Entendiendo por tal una situación jurídica en la que coinciden la confe­
sionalidad católica del Estado y una interpretación restrictiva de la libertad para
las religiones falsas a tenor
de la redacción primitiva del articulo 6.0 del Fuero de
los Españoles, durante tantos años bendecida por la Iglesia.
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