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Número 415-416

Serie XLII

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Nuestra errónea admiración y su paradoja

NUESTRA ERRÓNEA ADMIRACIÓN Y SU PARADOJA
POR
FERNANDO ÜLTRA SANTA CRuz (")
En la casi totalidad de los países de Iberoamérica se sue­
le mirar
al "primer mundo" con admiración y con envidia.
Particularmente se observa a Europa y se tiene
la firme creen­
cia
de que el futuro de los pueblos hispanoamericanos está en
seguir el ejemplo europeo. Así, la mayoría de los políticos, los
comunicadores sociales y gran parte
de las sociedades se
lamentan
de no estar tan avanzados como los europeos. La
idolatría hacia estas sociedades radica básicamente en su enor­
me progreso económico y bienestar material, su magnífica ''cul­
tura" y su pensamiento "progresista". Pues bien, es hora de
hacer verdad y decir que la cuestión es totalmente a la inver­
sa. Aceptando primeramente
una evidente prosperidad econó­
mica
de los ciudadanos europeos en general, debemos también
pensar
que ello en modo alguno constituye un indicador de
una comunidad justa. ¿Y qué es una comunidad justa? Aquella
que tiene como meta alcanzar el Bien Común, que aspira a
vivir
en la Justicia. Así es dable aclarar que, siguiendo a los
clásicos, entendemos que la Justicia es la constante voluntad
de dar a cada uno lo suyo ... y esto no se da en Europa.
A esta altura, conviene precisar cuál es la verdadera Europa
que nuestra joven Iberoamérica ingenuamente admira. ¿Es esta
Europa la legítima continuadora
de los más altos valores de la
civilización occidental; esto es, de la cultura greco-ron1ano-cris-
(•) El autor es argentino, abogado, docente universitario y presidente de
la Asociación de Abogados Católicos u Santo Tomas Moro".
Verbo, núm. 415-416 (2003), 445-451. 445
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liana? ¿Es por ventura esta Europa una válida exponente de la
Cristiandad Medieval,
de la que salvó la cultura clásica y creó
las universidades y las escuelas, la
que limitó el poder de los
monarcas y le confuió como nunca antes un sentido de tras­
cendencia a la vida del hombre? La respuesta es, lamenta­
blemente, negativa. Pero no incluyamos a todo el viejo conti­
nente ... pensemos aún
en nuestra madre España, poderosa
nación portadora de la Buena Noticia a los confines del mun­
do, ejemplo
de legisladora justa y cuna del fundador de la
Compañía
que detuvo el error de la Reforma... Miremos hoy
a esta
gran Nación de quien el poeta dijo "cuando hay que
consumar la maravilla de alguna
nue,;a hazaña, los ángeles
que están
junto a Su Silla miran a Dios y piensan en España".
¿Es esta tierra hispánica hoy una Nación de valores admirables,
una comunidad arquetípica para nuestros jóvenes pueblos?
La
respuesta, nuevamente es negativa. . . sin embargo hay aquí una
paradoja sobre la que avanzaremos luego.
Así, la sociedad "admirada" presenta su rostro nefasto cuan­
do vemos en ella una auténtica "cultura de la muerte" y una
nueva forma de tiranía.
La primera caracteñstica se advierte por la visión negatoria
de la dignidad del Hombre. Esta es una auténtica contradic­
ción, pues sus personeros se presentan como los primeros
defensores de los derechos humanos y. de las libertades ...
pero desde una concepción totalmente inmanentista y
por ello
materialista del ser humano.
Se aprecia claramente cómo des­
de este "primer mundo" se viene intentando suprimir las ten­
dencias espiritualistas del hombre. En este sentido, el P. Sáenz
afirma
que este modelo del Nuevo Orden Mundial será "aquel
'grueso
animal' de que hablaba Platón, objeto de culto, al tiem­
po que proyección imaginaria de innumerables pequeños ani­
males'
... " (1). Más adelante el mismo autor hace referencia a
un mundo esclavizante citando a Aldous Huxley y su obra
Un
mundo feliz. El jesuita argentino refiere que dicho autor "qui-
(1) Af.FREoo SÁENz, S. J.; El Nuevo Orden Mundial en el pensamiento de
Fujuyama, Ediciones del Pórtico, BsAs, año 2000, pág. 118.
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so mostrar una sociedad 'científica' que no ba dejado ni hue­
lla del derecho natural
ni del viejo prejuicio' de justicia, una
sociedad en la que el inocente se sacrifica a la colectividad,
donde se encuentran todas las comodidades materiales y
ya no
se experimenta la necesidad de ningún tipo de asistencia espi­
ritual, porque, con
una sagaz utilización de los reflejos condi­
cionados, se
han suprimido las tendencias espiritualistas del
hombre. En
una palabra se ba eliminado el dolor moral y la
angustia metafísica mediante la abolición del espíritu. Es. . . el
regreso del hombre a
una existencia puramente animal" (2).
La frase de la animalidad no deberla sorprender para quien
ve la realidad de estas sociedades. .
. pues ¿qué otro calificati­
vo se podria emplear para quienes legalizan el crimen del
aborto, emplean el dinero público para costear operaciones de
cambios de sexo de "transexuales", para los que mantienen un
debate acerca del futuro de los más de 30.000 embriones con­
gelados sobrantes de los procesos de reproducción asistida,
como es el caso de España? Cualquier otra denominación sería
falsa. A estos datos se pueden agregar también el asesinato
llamado "eutanasia" y el "matrimonio" entre homosexuales.
Ciertamente el panorama
se presenta desolador, bien podría­
mos decir con Caturelli: "El espíritu del mundo, el 'consenso'
genetal, el relativismo invadente, el sentimentalismo, la intole­
rancia
de la 'tolerancia', se asemeja a una marea sin reflujo,
que crece y crece sin·cesar,
que nos cubre, nos.acalla, nos abo­
ga basta dejarnos sin palabras"
(3).
Esta cultura de la muerte, se da no sólo en la legalización
de los crímenes ya señalados sino también
en la bajísima tasa
de natalidad de los países "avanzados" de Europa. Además,
todavía
no se han podido medir las tremendas consecuencias
de la distorsión del lenguaje en la definición de las institucio-­
nes naturales. Así, por ejemplo, es el caso de la familia. Incluso
"hoy se habla no sólo de la modificación de la noción de fami-
(2) !bid., pág. 118.
(3) ALBERTO CATUREW, "La moral Católica del matrimonio y la familia", en
Revista Gladtus, número 54, año 2002, pág. 109.
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lía, sino de su disolución. Los nacimientos de niños de padres
en concubinato (simplemente decidieron 'juntarse') son el 49%
en Noruega, el 62% en Islandia, el 41 % e Francia, el 38% en
Italia y el 31%
en la católica Irlanda" (4).
En cuanto a la segunda gran caracteñstica de este mal
ejemplo de sociedad que se pretende instaurar, se trata de una
nueva forma de "tiranía". Contrariamente a la libertad profeti­
zada, el "modelo" de la democracia liberal se impone
de
manera excluyente. El caso de la actual guerra es muy ilustra­
tivo: "te bombardeo, te invado, te mato ... para que seas 'libre'
y 'democrático'"... No importa
si con ello se violan todos los
principios del Derecho Internacional, como la autodetermina­
ción de los pueblos, la no injerencia en los asuntos internos
de los estados, el tradicional principio de la guerra justa, y
también las más elementales normas de los conflictos armados:
se atacan poblaciones civiles y lugares protegidos
por el
Derecho Internacional Humanitario.
También se nos aplica de manera despiadada, con un
relativismo que no permite la "disidencia" de la Verdad.
Es un modelo de "democracia" donde se determina la "ver­
dad" del momento, sometiéndola al decir
de la mayoría.
Ni colas Berdiaev, lo ha expresado con claridad: "La democra­
cia ignora la verdad,
por eso abandona el descubrimiento de
la verdad al sufragio de la mayoria ...
" (5).
Así, el supuesto arquetipo de sociedad que "deberíamos"
seguir los cachorros sueltos del León Español
-en el decir de
Rubén Darío-, es aquella que presume de progresista, igualita­
ria, materialmente próspera y ostentosa
de su liberal concep­
ción del orden todo. Claro
que estas palabras se traducen en
verdad, es decir en "la realidad de las cosas" (6) como: liber­
tinaje, frivolidad, hedonismo, legalización del asesinato
de ino-
(4) ldem ant., con datos extraídos en La Nación del 25-03-02, la sección,
pág. 4, col 1/2.
(5) N. BERDIAEV, Una Nueva edad Media, Edit Lohue, BsAs, pág. 139
(6) De acuerdo con JAIME BALMES, "La Verdad es la ,realidad de las
cosas ... si deseamos pensar bien hemos de procurar conocer la verdad", Cfr. El
Criterio, edición de la Colección Austral, pág. 15.
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centes indefensos, esclavitud humana, relativismo moral; redu­
ciendo grandemente la dignidad de la persona y violentando
el Orden Natural. Caturelli sostiene que se vive en "el mundo
de la frivolidad cotidiana
en el cual el Hombre se ignora, olvi­
dado de sí''. donde " ... el hombre de la frivolidad cotidiana tra­
ta de ocultarse a
sí mismo, en el mundo de los pseudo-palabras
y de
los pseudo-compromisos, logra cierta apariencia de 'segu­
ridad' ...
" (7).
Pero la alerta no es nueva. Alexander Solyenitzin expresó
el 8 de junio de 1978, en un célebre discurso en la Universi­
dad de Harvard:
"El valor cívico ha abandonado al mundo occidental en su
conjunto, a cada uno de
los países que lo componen, a cada
uno de sus gobiernos
y, por supuesto, a la Organización de las
Naciones Unidas.
Este ocaso del valor es particularmente sensi­
ble en la capa dirigente y en la capa intelectual dominante.
( .
.) Un alma humana aplastada por varias decenas de años
de
violencia aspira a algo más alto, más cálido, más puro que
aquello que puede proponerle hoy la existencia
de masas en
Occidente, que anuncian, como
una tatjeta de visita, la nau­
seabunda presión de la publicidad, el embrutecimiento de la
televisión y
una música tnsoponable" (8).
Retomando palabras de Caturelli, citadas por el profesor
Forment, este revela el horror que siente cuando el mundo de
la abundancia pero de la miseria interior quiere "ayudar" al
mundo de la miseria física. . . exportándoles su propia miseria
de espiritu (9).
También el Magisterio ha alertado sobre el peligro de esta
concepción
de la democracia. S. S. Juan Pablo II nos dice: "Hoy
se tiende a afirmar que agnosticismo y el relativismo escéptico
son la filosofía y la actitud fundamental correspondientes a las
(7) ALBERTO CATUREll1, citado por E. Forment en "Metafisica del Ser y del
Esp!ritu", Espíritu, L (2001), pág. 260.
(8) AlExANDER SOLYENITZIN. "El Mundo Dividido", Discurso en la Asamblea
de Graduados de la Universidad de Harvard, Centro de Estudios Sociales del
Consejo Coordinador Empresarial, México, 1979, págs. 11-26.
(9) EUDALDO FORMENT, en Espíritu L (2001), pág. 261, nota número 62.
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formas políticas democráticas, y que cuantos están convencidos
de conocer la verdad y se adhieren a ella con firmeza no son
fiables desde el
punto de vista democrático, al no aceptar que
la verdad sea determinada
por la mayoría. . . una democracia
sin valores se
convierte fácilmente en un totalitarismo visible o
encubierto" (10).
Para finalizar, el lector atento se preguntara por la parado­
ja anunciada al principio. Independientemente de existir otras
a lo largo del artículo, la
gran paradoja esta en que la Nación
o
aun parte del continente dado como ejemplo societario aquí
desvirtuado es, en su esencia histórica, el _ mejor modelo a
seguir. Los habitantes de la América Hispana debemos mirar
hacia nuestro interior, rescatar la cultura heredada de la acción
evangelizadora de la España de Isabel y de Femando. Admirar
ese Imperio
que tuvo 20 millones de kilómetros cuadrados, 26
veces más grande que el romano. Un auténtico "orbe cultu­
ral, con las Universidades que como la de Santo Domingo
(1538) echaban
los basaltos de la 'nueva Atenas'. Sin 'color
line; ni otras barreras raciales, en el cual el rey Felipe Il el 20
de diciembre de 1593 estableció la jornada laboral legal de 8
horas, mucho antes de que se creara una internacional socia­
lista. . . un imperio sólido y tranquilo con años de paz.. . una
grande entidad política, que los partidarios de los imperios forá­
neos que
le siguieron en el tiempo tratan de olvidar o inju­
. riar" (11). He aquí la paradoja: el modelo a seguir está en
nuestra propia interioridad nacional que, a su vez se entronca
en los mismos valores de la ·cultura greco-romano-cristiana-his­
pánica ... debemos mirar hacia atrás, para reconocemos y mirar
hacia delante con el paso finne de tener una plena convicción
de nuestra identidad de criollos herederos de la mas pura
Hisparúdad, que no es otra cosa que el modelo hispano de la
cristiandad. Esta es la verdad
que debemos defender, pues
como decía Castellani:
"El hombre necesita la verdad más que
(10) ]VAN PABLO 11, Encíclica Centesimus Annus, citado también por A.
SAENz, s. J., op. clt, págs. 133-134 ..
(11) ENRIQUE DiAz ARAUJo, Aquello que se llamo Argentina, edic. El Testigo,
Mendoza, Argentina, págs. 14
y 15.
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el pan. . . y no es lícito vender panes mezclados ... ". "hay que
perseguir la falsificación de la verdad,
pues todo enemigo de la
verdad atenta contra la libertad
ajena" (12).
Asi, siendo fieles a nuestras raices podremos comprender
que el camino hacia el Bien Común estará dado por la coti­
diana fidelidad a la Verdad.
(12) LroNARDO CASTEll.ANI, S. ]., en Sentencias y aforismos políticos, &As,
1981, pág. 19.
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