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Número 419-420

Serie XLII

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Algunas tendencias culturales del pensamiento geográfico actual

ALGUNAS TENDENCIAS CULTURALES
DEL PENSAMIENTO GEOGRÁFICO ACTUAL
POR
PATRICIO H. RANDLE
SUMARIO, t. La geosotia-2. La sociologlzación,-3. La ideologlzadón,-
4. La globali7.aclón.
En el caso de la geograffa el giro cultural puede entenderse
de tres maneras o casos (entre otros): 1) como diversos énfasis
puestos
en el estudió y en la investigación de temas de geogra­
fia cultural,
2) como una nueva tendencia general que· afecta no
sólo a la geograffa cultural sino al pensamiento geográfico por
entero, y 3) como un cambio de actitud intelectual de los geó­
grafos.
-En esta comunicación rios ceñiremos a analizar algunas ten­
dencias del pensamiento geográfico enmarcadas dentro del giro
cultural
-sefialado en el segundo caso-que tiene lugar en la
actualidad. Dicho giro pueden entenderse en los sentidos que
Bergson en L 'évolution créatrice (1) atribuyó a la idea del deve­
nir coma· movimiento cualitativo, evolutivo o exterisivo.
La valoración de lo cualitativo serla una suerte de alternativa
al cuantitavismo desenfrenado
que reinó las últimas décadas. O,
como dina Pitrim Sorokin, de una "cuantofrenia" de la que no se
salvó la geografia (2).
(1) HENRI BERGsoN, L 'dvolution cr~atice, París, 1907.
(2) Pfl'RIM SoROKIN, Achaques y manías de la sodología_moderna y dendas
afines, Madrid, 1964.
Verbo, núm. 419-420 (2003), 837-852. 837
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El movimiento evolutivo se advierte contrastando el interés
normal puesto
en los diversos procesos de cambio de la faz de
la Tierra con el acento puesto en la dirección del catastrofismo
ecológico.
Y, finalmente, movimiento extensivo puede considerarse una
visión i:nás interactiva y global de la Tierra que rebasa los límites
de la geograffa tradicional.
Tendencias culturales
son aquellas que afectan al totum geo­
gráfico
en todas sus ramas, como la geosofía, la sociologización,
la ideologización y la globalización
que analizaremos una a una.
l. La geosofia
La geosofía consiste en una visión existencial de la geografía,
según la definiera].
K. Wright (3), en un estado mental especial­
mente centrado
en la percepción no sólo el paisaje, sino también
de otros fenómenos que ocurren sobre la superficie terrestre
en
los que sobresalen las complejidades de la relación hombre­
medio
como complementos de la observación metódica. ·
Durante
un largo siglo la geografía impregnada de exagera­
ciones cientifistas desconfió de todo aquello que no se reputase
como conocimiento objetivo descartándolo como irrelevante.
Pero,
poco a poco, por influencia indirecta del desarrollo de la
psicología y de
un conocimiento más intenso de la realidad se
fueron admitiendo nociones
más profundas como válidas. Y así
comenzó. a tenerse
en cuenta resultados. provenientes de la intui­
ción o de los umbrales
de la percepción a partir de estudios
sobre culturas primitivas
que los ejemplificaban con mayor evi­
dencia que el hombre "civilizado" más incapacitado para tener
reflejos más frescos. Algo
que también puede notarse en crónicas
de la antigüedad donde se descubren actitudes de observador
espontáneo como
por ejemplo en Estrabón, todavía lejos de sen­
tir influencias racionalistas y donde aflora la espontaneidad de los
(3) J. K. WRIGHT, "Terrae Incognitaf!; the Place of Imagination in Geography",
Annals of the ~ociation oí American Geographers (1947), vol. XXXVII, págs. 1-15.
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juicios. O también en Ptolomeo de quien Van Paasen esctibe: "Su
estilo ingenuo y acrítico en el que, esporádicamente, es cierto,
incluye relatos de viaje" (4).
De Demóctito, quizá el mayor filósofo presocrático de la
naturaleza (y del que
podñamos hablar mucho más sobre el tema
de la percepción y el conocimiento
que nos ocupa) escribe Louis
Pauwels
-que a veces tiene razón-que sus "argumentos no
eran los que utilizamos actualmente, pero eran sutiles y elegan­
tes, derivados de la vida diaria. Y sus conclusiones eran funda­
mentalmente correctas" (5).
Hemos tenido
que llegar al fin del siglo xx para reconocer
que,
como" dice René Guénon, hay conocimientos que no son
"cuestión de erudición" y que "no podrían aprenderse en modo
alguno por la lectura de los libros" (6).
Sin pretender que el único conocimiento valioso es el iniciá­
tico, el esotérico o, como -en -la caverna de Platón, el que se ve
sólo como sombras gracias. a una luz que viene de fuera, con­
viene recordar a San Pablo cuando
en Corintios XIII, 12, contra­
pone al conocimiento que ahora podemos tener de Dios con el
que tendremos en el Cielo "cara a cara", esto es: percepción
directa, conocimiento intuitivo.
¿Qué queremos decir? Simplemente que existe otro modo de
conocer los objetos
que el cientffico experimental. Un conocí-.
miento
metafísico, en el sentido que Bergson le daba como cien­
cia (sic) de lo real en sí, a lo que se accede por intuición.
De ninguna manera abonaríamos las teorías ocultistas, .1nági­
cas o puramente imaginativas . que rondan en torno al objeto de
la geografia desde el pantefsmo filosófico al culto de la "madre­
tierra" (ahora redivivo artificialmente) hasta llegar ·a Teilhard de
Chardin o
Lovelock:. Como dice Yves Galifret: "Conviene distin­
guir claramente la realidad del misterio.
En el primer caso reina
( 4) Dr. C. VAN PAASEN, The C!assical Tradition in Geography, Gróningen,
1957, pág. 2.
(5) Loms PAUWEI.S et JACQUPS BERGIER, Le matin des magldens: lntroductlon au
réalisme fantastlque, París, 19ffi. Hay versión española, Barcelona, 1980, pág. 80.
(6) RENÉ GlIBNoN, Aper~u sur J'esoterlsme Jslamlque et Je taoisme, París, 1969.
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la evidencia, en el segundo sólo la hipótesis. La imaginación no
se opone. a la ciencia salvo cuando pretende sustituirla. Lo malo
consiste en convertirla en un fin eficiente cuando, en el mejor de
los casos puede ser un medio" (7).
La percepción de lo fantástico, de lo extraordinario, de lo'infi­
nitamente sutil que no registra ningún aparato de mediación y si
lo hace
no es definitivo, puede servir inopinadamente para pro­
fundizar
una investigación; tal como el caso de la serendipidad
en la cual lo inesperado, no buscado, se convierte en un c~o
apto para seguirla.
En todo caso es aconsejable
no confundir los dos planos, el
del razonamiento metódico y el
de la imaginación instantánea.
Habrá
que poner a prueba tanto el uno como el otro a fin de ver
si son compatibles.
El hecho de que existan tecnologías alternativas, diversas de
las
"de punta" sugiere también que hay un conocimiento cientí­
fico alternativo. Un personaje paradigmático de ello es Rudolf
Steiner cuyos descubrimientos
en biología (abonos que no des­
truyen el
.suelo) y en medicina (utilización de metales para modi­
ficar el metabolismo) pretendió
que derivaban de doctrinas teo­
sóficas o neopaganas solamente mágicas.
Todo lo dicho es particularmente relevante
en geografia
cuando se trata del paisaje, algo que ciertamente se ha redescu­
bierto durante el siglo xx a partir de la particular tarea pionera de
Car! Sauer (8).
Incidentalmente,
un distinguido urbanista británico, Percy E.
A. Johnson Marshall, mientras sus colegas discutían científica­
mente cual debía de ser el referente definitorio para delimitar una
región
de planeamiento fisico a proteger en torno a Edimburgo
optó
por el insólito concepto de "eye sore" (pura percepción
visual) con el
que distinguía el paisaje digno de ser preservado
del
que daba por perdido irremisiblemente. Se refeña en este
(J) YVES GAUPRET, La crépuscule des magidens, París, 1965. Hay versión en
español, El fracaso de los brujos, Buenos Aires, 1966.
(8) C~ SAUEit, 1ñe Morphology oí Landscape, University of California, Publi­
cations in Geography, 1925.
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caso al que los alemanes llaman "raublandschaft" (paisaje saquea­
do o "looted").
Aunque sin desdeñar el análisis objetivo que denotaba datos
como tierras erosionadas hidráulica o eólicamente, basurales irre­
cuperables, bosques talados irracionalmente, estructuras indus­
triales obsoletas y antiestéticas, el método del
"eye sore" --emi­
nentemente intuitivo y sensitivo--probó ser tan acertado como
inefable y un atajo veloz para llegar a las mismas conclusiones a
que se arriba de modo rigurosamente racional.
Asimismo, fuerza es reconocer, existen paisajes que se resis­
ten a ser leidos a primera vista y cuya descripción sistemática no
alcanza a definirlos completamente. Hay casos en que pareciera
necesario apelar al concepto de
gestalt, de suyo intraducible
fuera del contexto psicológico,
en que, a semejanza de los ros­
tros hwnanos, la mera enumeración de rasgos no es suficiente
para identificarlos. Tan es asi que la técnica del identitik sólo se
puede aplicar mediante ejemplos de prueba y error; lo que con­
firma la
tesis de que la totalidad -en los rostros humanos y en
los rostros geográficos que son los paisajes--es algo más que la
suma de las partes.
Además hay que decir
que hay múltiples caminos indirectos
para complementar la visualización del paisaje, como es la narra­
ción
-literatura, leyendas, poesías--o la crónica de explorado­
res, alpinistas, pobladores
indígenas, etc.; en fin, todo lo que
ayude. a refinar el habttus de la contemplación, la indagación de
lo misterioso (lo
no evidente de visu) y el descubrimiento de lo
que aparece como simbólico encierra siempre algún significado.
Pero para acceder a estos caminos hace falta
una cierta dosis
de
simpatía -atracción por connaturalidad, según la define
Santo Tomás de
Aquino-, una cuota de afectividad que facilita
la apertura a la recepción visual sin la cual
es imposible terminar
de conocer realmente
un paisaje. Ya lo dijo San Agustín respec­
to del hombre pero igualmente aplicable,
por analogía, al paisa­
je: nemo nisi per amicitiam cognoscttur o sea, que "es necesario
amigarse para comprenderlo".
Lo cual refuerza la idea de la
importancia que tiene el punto
de vista y la identidad del obser­
vador sobre el objeto.
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Otro aspecto que destaca la importancia del factor subjetivo
es mencionado
por San Agustín en De Catequizante Rudibus
cuando refiere "lo . que nos sucede- cuando mostramos a visitan­
tes ciudades y panoramas imponentes que conocemos desde
hace tiempo. Nuestro gozo se renueva
por la novedad de lo
suyo" (9).
Es que al ver lo mismo "con otros ojos" descubrimos matices
que no se nos hablan revelado de primera intención o a causa de
la misma habitualidad rutinaria.
'Por otra parte, en medio de la cultura popular del hamo
vtdens
(Giovanni Sartori dixit) (10) en que nos impregnamos de
imágenes
por la frecuentación abusiva de la televisión, la per­
cepción sufre
una fuerte interferencia a priori. Lo mismo que el
niño que "descubre" al elefante
en el zoológico tiempo después
de haberlo conocido
en el libro de lectura, según lo denotó A. N.
Whitehead (11). Y, en ese sentido, la enseñanza de la geografia
enfrenta
un arma de doble filo porque la subjetividad descontro­
lada
puede ser una ayuda pero también una "diversión", como
una desviación del objeto real.
2. La sociologización
Que lo social hoy en día eclipsa a lo personal, a lo individual
antes más atrayente;
que el enfoque desde lo colectivo prevale­
ce
en el análisis de todas las actividades humanas, está fuera de
toda discusión. No es extraño
que esta tendencia llegara a la geo­
grafia y que, incluso, se haya planteado
una dialéctica artificial
entre la geografia humana y la geografia social.
Hay algo más, entre tanto,
que permite hablar de deriva socio­
lógica cuando lo social se convierte
en sujeto y lo geográfico en
predicado. De ali! que no sorprenda que muchos investigadores
se dejen atrapar
por la deriva social hasta caer en el reduccionis-
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(9) Obras, 12, 15, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, varias ediciones.
(10) GiovANNl SARroRr, Homo Videns, Roma/Bañ, 1997.
(11) A. N. WHITEHEAD, The Aims of Education, London, 1932.
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mo de hacerla girar en tomo de "la cuestión social" (o, como diña
Simone Weil, de "la Mte social") y, aparte, de allí ir despegán­
dose
de lo espeáficamente geográfico.
Un caso patente es
el que se produce en la geografía urba­
na. Habida cuenta
de que las ciudades hoy son un semillero de
problemas sociales
por la creciente diversidad de funciones y
la densidad de habitantes, hasta los urbanistas
-los que tienen
por misión ordenar el espacio urbano-quedan sumergidos
en los conflictos, ideologizándolos, en vez de resolver cuestio­
nes espaciales con sentido común. De este modo el urba­
nismo pierde como oficio concreto y de formación universita­
ria
se diluye en un híbrido como son los Uamados "estudios
urbanos".
El primer país en privilegiar la sociologización del urbanismo
fueron los
EE. UU llevando a la hipérbole lo que originalmente
fue
una valiosa contribución: la ecología urbana de la escuela de
Chicago. As~ pues, se expiden títulos universitarios de postgrado
a quienes como
undergraduates fueron enseñados en econonúa,
derecho o ciencias sociales, pero que nunca fueron entrenados
para poder leer un plano, un mapa y carecen del sentido espa­
cial necesario para ejercer la profesión
de urbanista.
Ciertamente, el deslinde entre la problemática auxiliar y la
geográfica propiamente
dicha no siempre es claro. Por ejemplo,
en un simposio reciente sobre geografía de las religiones (12)
hubo comunicaciones que se suponían encuadradas en lo geo­
gráfico porque aludían a santuarios
-que lógicamente tienen
una localización geográfica-o a las religiones de los inmigran­
tes -porque, por supuesto, eran trasplantes de otras tierras-- o
se referian al choque entre · sectas importadas -de otras regio­
nes--contra la religión autóctona. Pero en estos casos y muchos
más
que podrian citarse, las investigaciones suelen seguir la linea
del
menor esfuerzo y concluyen envueltas en la problemática
social,
más fácil y evidente, que cefürse a los contenidos geográ­
ficos que encierran.
(12) Univeu;idad Católica de Santa Fé. Coloquio Internacional: "Geografia de
las religiones", Santa Fe, Argentina, 1999.
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Una excepción han sido, por ejemplo, los estudios de Gastón
Bardet
en sociología urbana -los que colocó bajo el rubro de
"sociotopografía" o las encuestas del Padre Lebrel, estrictamente
geográficas, sin dejarse extraviar
por cuestiones ideológicas.
La geografía, últimamente, y en parte por las facilidades que
ofrece la computación, se
ha dedicado con especial empeño a los
aspectos puramente formales de distribución
por sobre otros de
contenido geográfico, vale decir
en tanto referidos a la interac­
ción hombre-medio. Y otro
tanto cabe decir del interés en pro­
cesos de difusión como si la Tierra fuese un plano abstracto
sobre el
que se verifican fenómenos sociales.
Donde el giro cultural de la geografía,
en cuanto dominado
por la intención sociológica, se hace patente es en la enseñanza,
en la que va perdiendo su carácter de asignatura independiente
sumergida
en un área de "asuntos sociales" y donde queda des­
virtuado el carácter
de puente entre las ciencias naturales y las
humanidades.
"Integrar la geografía
en áreas mayores de conocimiento es
un despropósito, como si la geografía no fuera ella, en sí misma,
ya
un área de conocimiento", escribe un profesor (13). En 1992,
la Comisión de Educación de la UGI se vió en la necesidad de
emitir una "Declaración Internacional sobre educación geográfi­
ca"
en la que puso especial énfasis acerca de que "la geografía
debe ser considerada como
una asignatura principal tanto en la
enseñanza primaria como en la secundaria".
¿Por qué habña de ser necesaria tal declaración si la geogra­
fía no apareciera diluida en las ciencias sociales, especialmente
orientadas
por sociólogos? O si no absorbida por la problemáti­
ca ambiental al colmo de llegar a adjetivar
una cierta "geografía
ambiental", con
una fuerte inclinación critica antes que al análi­
sis objetivo, como
si se tratase de algo novedoso.
El objetivo, en muchos, parece ser el de motivar el interés del
alumnado, lo cual como recurso pedagógico seña aceptable si
no
(13) JORGE AMANCIO PrCKENHA.YN, "El estigma curricular en la enseñanza de la
geografra, Boletín GAEA, Sociedad Argentina de Estudios Geográficos, núm. 110,
pág. 5.
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condujese a enfocar una ciencia a partir, exclusivamente, de
cuestionamientos, lo quee inexorablemente oculta lo esencial en
beneficio de lo contingente.
Prueba de
que la sociologización avanza es que las estadís­
ticas, en base a encuestas, prevalecen sobre los mapas en los
textos
de enseñanza contribuyendo a facilitar una concepción
a-espacial y hasta abstracta
que se manifiesta en la ideologización
ya vista y
en la globalización que trataremos más adelante.
En sunia, de lo
que se trata es de la desterritorialización de la
que nos hemos ocupado in extenso en otro lugar; idea que gana
adeptos con el argumento simplista de que "el territorio tiene
un
valor más vulnerable que el capital, el trabajo o el know-hovl' o,
en definitiva, que en tiempos de la aldea global "el territorio pasó
de moda" (14).
3. La ideologización
La geografia ha sido, también, caja de resonancia de las
corrientes ideológicas en boga, visibles o invisibles, idealistas, car­
tesianas, 1necanicistas, deterministas o materialistas -como en la
geografía maixista-. También es notable el positivismo en
Reclus y más próximamente podríamos reiterar la influencia de
Bergson y luego la del existencialismo. En este último caso apa­
rece devaluada la distinción entre sujeto y objeto y hasta
el cono­
cimiento de la realidad aparece sometido
en beneficio de las
"vivencias".
En menor medida, por su poco calado filosófico, se pueden
establecer correlaciones con sistemas de pensamiento con la lla­
mada 'teoría general
de sistemas" de von Bertalanffy o con el
estructuralismo a partir de Levy Strauss que
-eso si-, como dice
Paul Claval, "pasó de
moda" (15), acaso porque muchas de estas
influencias han sido superficiales, modas pasajeras. Y, finalmen­
te, la teoría de la catástrofe o las del caos han sido utilizadas para
(14) PATRICIO H. RANDLE, Soberanía global, Buenos Aires, 1999.
(15) PAUL CLAVAL, Histoire de la géographie fran9alse, París, 1998, pág. 398.
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banalizar la causalidad simple. No menos se advierte una cierta
concomitancia entre la filosolfa analitica y la neo-positivista -con
la obvia fundamentación matemática-y el análisis locacional u
otras formas de la geografía cuantitativa.
Pero una cosa es que haya habido siempre ideas detrás de la
geografía (o mejor dicho,
de los geógrafos, y otra muy diferente
es que haya ideologias, o sea, especulaciones sin relación con lo
real que pronto se fosilizan. Porque el ideologismo es el apego a
fórmulas rígidas y
un ansia desmedida por imponer ideas en las
que se cree prefiriendo más persuadir que demostrar.
El discurso ideológico que expresa opiniones y creencias
de grupo constituye, tácita o explicitamente, un llamado a la
acción para lograr imponerlo; algo
que se ha introducido en la
geograf'ta estas últimas décadas. La geografía radical es un ejem­
plo extremo de ideologización aunque más sutil es el ejemplo
del
muy _actual "efecto invernadero" convertido en ideología.
No
exento de fundamentos científicos resulta fácilmente lleva­
do al plano del catastrofismo y su consecuente denuncia lle­
gando
en casos a la impostura con tal de sumar argumentos a
su favor.
Todo comenzó cuando algunos geógrafos adujeron
que la
geografía
no podía desentenderse de la praxis y, por consiguien­
te,
no era concebible que no definiera valores. Y a toda la geo­
grafía anterior se
le adjudicó el mote laxo de "positivista" con el
mensaje subliminal de cómplice de injusticias sociales. De
allí nace
la geografía de conflictos con
el riesgo (o la intención delibera­
da) de exacerbarlos y hasta de crearlos
aún donde no existen.
Que se trata de una deriva ideológica, más que de una con­
tribución al acervo de la geografia, lo prueba el
hecho de que,
por ejemplo, a nadie se le ocurriría reprochar a la fisica el no
incorporar a su corpus científico las consecuencias de la bomba
atómica.·
Lo dicho encuadra en el extremo del ideologismo racionalis­
ta. Ahora bien, en el otro extremo, asoma un ideologismo irra­
cional. De tal modo no es descabellado imagirtar que en un futu­
ro próximo el giro cultural de la geografia incluya
un sesgo eso­
térico,
por lo demás de moda ahora en todo el mundo.
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A partir de que en antiguas civilizaciones como la china, toda
referencia espacial tenia
un significado religioso, especialmente
en lo relativo a orientación (16) o en la antigua Grecia donde el
lugar
en si mismo era visto como sacro antes de que el templo
se construya
en él (17), la geograita cultural dispone de una ver­
dadera cantera de información para hacer investigaciones sobre
el tema.
Si en China el taoísmo venera la naturaleza y predica su con­
templación creando toda
una mística en tomo a los puntos car­
dinales,
en la antigua Grecia se atribula una significación religio­
sa
al perfil de las colinas y la ubicación de los templos estaba
condicionada
por esta interpretación del paisaje, dominado por
el sentido de sacralidad. Cada templo hizo uso de los elementos
del paisaje como el caso de
un valle encajonado que sirvió de
megaron natural, al decir de Scully o una colina cónica como
punto cardinal o
un doble pico como eje. Más ilustrativo de la
relación entre religión y topografia lo constituye el Monte Olimpo
que no necesitó que se construyera ningún templo en él para que
fuera consagrado como santuario.
Por otra parte, toda cultura primitiva, hasta Roma, ha privile­
giado la noción
de Naturaleza como "madre-tierra" (te!Jus mater)
adjudicándole el rol de la fecundidad en todos los sentidos.
Ahora bien, la modernidad, y con ella el desenvolvimiento
de
la geografía como ciencia, desechó esos enfoques centrando toda
explicación en la razón pero cayendo en un racionalismo casi
cenil que excluía toda otra consideración. Y como una reacción
a esa tesitura, a lo largo del siglo xx se manifestó una tendencia
a descubrir el factor subjetivo
que matiza, si no completa, la per­
cepción
de la realidad geográfica.
Pero ello también
ha acarreado la inclinación a sacralizar lo
que no tiene nada de numinoso pero que por una mera excep­
cionalidad es separado de lo más ordinario, desde un .as en los
(16) Cfr. ANDRE\V BoYD, Chinese Architecture and Town Planning-1500 bc­
ad 1911, London, 1962.
(17) VINCENT ScuuY, The Earth, the Temples and the Gods, .Yale University
Press, 1962. Cfr. en especial el capítulo 1: "Landscape and Sanctuaiy''.
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deportes o una diva hasta un sitio apartado de lo ordinario al
que,
por ese mero hecho, llegan a atribuírseles características
supemarurales (18).
Deáamos que este matiz de la culrura contemporánea no es
extraño
que gravite en los nuevos enfoques de la geografía.
¿Acaso
no aparecieron artículos sugestivos en esta dirección en la
revista
fanus en los años '60, y antes en Planete? Y si bien tal vez
se trató de
una moda efünera, no es imprevisible que rebrote
toda vez que el ecologismo, envuelto
en supuestos científicos,
termina por caer en nuevas formas de-animismo primitivo como
hace especialmente James Lovelock con su hipótesis Gaia (19)
considerando a la Tierra como un todo orgánico; una visión glo­
balista desde el punto de vista físico que no dejará de tener cier­
tas concomitancias
con el globalismo político.
La búsqueda de enfoques alternativos al cientificismo impul­
sa a demostrar que lo racional
no es todo en la descripción geo­
gráfica, lo cual es hasta cierto punto comprensible. Sin embargo,
el
hecho de que existan rasgos indefinibles, inefables, en el pai­
saje podría conducir a una actirud reverente, silenciosa y no
necesariamente como parece ser una tentación en la hora actual,
caer en lo que Rudolf Otto llama "una mística verbosa en extre­
mo" (20) y lo que nosotros nos animamos a calificar de charlata­
nismo.
En la Naruraleza existen elementos que son completamente
inaccesibles a la comprensión
por conceptos (como en terreno
diferente ocurre
con lo bello). O sea que no pueden ser exhaus­
tivamente definidos
por la descripción geográfica habirual de
carácter sistemático. Una montaña puede infundir una sensación
sobrecogedora, una llanura nos puede sugerir la infinirud, un cor­
dón montañoso lejano nos despierta curiosidad por el paisaje que
(18) EÓ 1a .Argentina por un proceso de selección inducido artificialmente se
ha escogido un cerro en las sierras de Córdoba -el Urritorco-atribuyéndole
poderes excepcionales con gran éxito turístico.
(19) Cfr. JAMES LoVELOCK, .Gala: a New Look at Lile on Earth, Oxford University
Press, 1979. Ver asimismo su continuación: The Ages of Gala, 1988.
(20) RUDOLF Orro, Lo santo: Jo racional y Jo irradonal en la idea de Dios,
Madrid, 1925.
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ALGUNAS TENDENCIAS CULTURALES DEL PENSAMIENTO GEOGRÁFICO ACTUAL
oculta, etc. Estas impresiones subjetivas no se oponen ni contra­
dicen nociones objetivas irremplazables. Más
allá de su significa­
do inmanente nos despiertan la noción de lo trascendente.
Pero como siempre sucede con lo sagrado, genéricamente
hablando nos
puede derivar a la sacralización de lo profano que
ya hemos aludido. Algo semejante a lo que ocurre con los valo­
res cuando se mantienen
en el terreno de lo formal y no identi­
fican
con la verdad, el bien y la belleza.
Una
geografia en manos de esta tendencia lleva a clasificar
lugares según posean
-siempre supuestamente-mayor o menor
"energía" y
que esta pueda ser absorbida por los humanos para
beneficio de la salud holfstica
(ffsica y espiritual). Como se ve
este es
un caso prototipo de transferencia de un concepto
corriente
en hidrologia (como es el de energía entendida como
la capacidad de drenar que tienen los terrenos) al reino de
la sub­
jetividad arbitraria, fantasiosa y carente de sustento científico
y,
peor aún, opuesto a él.
En tanto la gnosis -doctrinas eclécticas que pretenden reve­
lar por iniciación secretos que se esconden en la Naturaleza­
gana terreno en la intelectualidad a la page se difunde una visión
panteísta del mundo, especiahnente explotado
por la llamada
new age que va confonnando toda una subcultura (incluida una
cierta "espiritualidad" oscilante). ¿Por qué no afectaría también
una visión irracional de la Tierra?
La Tierra, según esta óptica, ha pasado a ser un planeta más
(no fue casual la elección del título para la revista) para disminuir
su protagonismo exclusivo para el hombre y la cultura universal
para
poder diluirlo en un cosmos interplanetario, un universo
autocreativo cual una entelequia perfecta. Y en esta concepción
de la Tierra se halla a Lovelock, a Car! Sagan con su huevo cós­
mico o a Frijof Capra
con su neo-taoismo.
Se
dirá que nada de esto ha penetrado reahnente en los
ambientes académicos de los geógrafos hasta ahora y
es verdad.
Pero vale la
pena hacerse dos preguntas: 1) ¿acaso no ejerce una
influencia relativa en el pensamiento ilustrado?, y 2) ¿tal vez no
empezó así la geografia marxista?, ¿en ambos casos gracias a la
indiferencia de la mayoría?
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4. La globalizaclón
La concepción globalista de la Tierra se ha robustecido por
tener concomitancias con tendencias económicas, sociales y polí­
ticas que,
en rigor, no son relevantes pero que ejercen influencia
en la opinión. Curiosamente, el gesto de apertura que implica lo
global
en términos espaciales, también ha sido transferido al fac­
tor tiempo, involucrando otras escalas como
la geológica y la bio­
lógica y tendiendo a
una interpretación evolutiva que no es nece­
sariamente geográfica.
La consideración de la Tierra como un ser vivo, más allá de
lo que tiene de metafórico y la génesis de la vida en el planeta
con todo el interés científico que revista, no agrega un palmo a
la concepción geográfica. Incluso la visión holística, la de la Na­
turaleza como
una unidad inescindible, no aporta nada descono­
cido a
la geografía.
¿Acaso no es factible rastrear matices semejantes en la equi­
paración con organismos vivos como lo hacia Ratzel al compa­
rarlos
con los estados nacionales? Y Vida! de la Blache, coinci­
dente con
Ritter, ¿no ponía énfasis en la unidad e interactividad
terrestre
-en su noción de mille11---sin por ello considerar nece­
sario tratarla indivisamente sino lo contrario?: "estudiar separada­
mente lo que la naturaleza trae junto".
Lo nuevo, una vez más, parece consistir en apartarse de los
principios de la geografía clásica ~frecuentemente por igno•
rancia-suponiendo que nuevos enfoques agregan algo sus­
tancial.
Lo que no es el caso de la Gaia de Lovelock con su
"unashamedly teleologicar idea that the Earth is a superorga­
nism" (21).
Ya que si este enfoque resulta muy atractivo y no es
aconsejable ignorarlo, es preciso señalar
que se trata de una
interpolación antojadiza del neovitalismo, ajena al método geo­
gráfico.
(21) Según RICHARD HuGGER y MIKE RoBJNSON en General Introduction de la
''Companion Encyclopaedia of Geography. The Environment and Humankind",
London,
1996, pág. 5,
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ALGUNAS TENDENCIAS CULTURALES DEL PENSAMIENTO GEOGRÁFICO ACTUAL
Resulta curioso que haya geógrafos que se dejen seducir por
quienes argumentan a favor del globalismo basándose en moti­
vaciones
más económicas o políticas que con base natural como
las
que sustentan la metáfora de que "el mundo se ha achinado"
o
que las distancias se han acortado o que el territorio ya no
cuenta o incurriendo en una falsa dialéctica entre recursos natu­
rales y tecnologia
que infunden en el vulgo la noción falsa de
que la geografia ya no tiene la vigencia de otrora.
Es preciso estar en guardia frente a la inclinación a devaluar
el dato objetivo,
en el caso de las distancias, medirlas únicamen­
te por el tiempo de viaje o el costo del transporte y sustituirlo por
conceptos analógicos. La percepción sensorial (y aun extrasenso­
rial)
puede servir de complemento a la noción racional pero
jamás sustituirla.
La mentalidad globalista va mucho más adelante de las reali­
dades globalistas concretas y así también
son exageradas las
ideas acerca
de que la globalización puede tener sobre la geo­
grafía. Igualmente es aventurado hablar de geografías posmoder­
nas como si pudiese trazarse un límite a la geografía moderna
que es, en cierto modo la única, habida cuenta de la era en la
que se
ha _desarrollado principalmente y el tronco del cual han
derivado todas las variedades del pensamiento geográfico actual.
En el fondo, lo único "post" es esta afición a adoptar rótulos
como
si al hacerlo quedase dentro un repertorio de tendencias
dispares e incoherentes.
La globalización como teoría de la progresiva desaparición de
las soberanías nacionales confluye
en desacreditar la geopolítica
tal cual se formuló
en buena parte del siglo xx. Más allá de que
puedan haber existido razones ideológicas que desprestigiaron
cierta orientación de la geopolítica, asistimos ahora a una nece­
saria reconsideración del tema.
La mundialización no se produce sin dolor. Entraña enormes
flujos migratorios, explosiones demográficas en determinadas
regiones, una resistencia al mestizaje que agrava los conflictos
étnicos implicando un replanteo geopolítico insoslayable.
Una verdadera conjura
se cierne sobre cualquier intento de
revivir la geopolítica. "Esta ideología desconfía particularmente
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Fundaci\363n Speiro

PATRICIO H. RANDLE
de la geopolítica (una ciencia que manipula las realidades geo­
gráficas) y considera que las naciones y las religiones no son más
que visiones del
espúitu (Yves Lacoste dina "representaciones").
Las puertas de la Universidad francesa permanecen cerradas, por
lo tanto, a la geopolítica" (22).
La desterritorialización es el caso más típico de la introduc­
ción del ideologismo
en la geografía, tendencia que se acentúa a
medida que culmina el siglo
xx, sea por el auge del economicis­
mo marxista o capitalista lo mismo da. En ambos casos se media­
tiza el valor del territorio
y, por ende, se pone en riesgo la perti­
nencia misma del factor geográfico.
(22) AYMERIC CHAUPRADE, ~eontre l'ídéologle de la paresse", Catholica, Auto­
mme 2002, núm. 77.
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