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Número 421-422

Serie XLII

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La luz que agradezco a Rafael Gambra Ciudad

III
LA LUZ QUE AGRADEZCO A
RAFAEL GAMBRA
CIUDAD
INMEMORIAM
El desfile hacia el más allá de la que podría denominarse
vieja guardia
de los colaboradores de la revista Verbo, no sigue
siempre el orden riguroso
de edad. Por ello me veo adelantado
por muchos amigos; y ha sido RAFAEL GAMBRA (d.e.p.) el último
en adehmtarme. Guardo muchos recuerdos de él y de su estilo
explicativo, oral y escrito, agudo y claro. Cuando
RAFAEL GAMBRA
obtuvo el premio Vedruna, convocado por Editorial Católica de
Sevilla,
por su obra La unidad religiosa y el derrotismo católico,
antes de su publicación vino a visitarme MANUEL PAL CONDE, ro­
gándome
que escribiera un prólogo introductivo, que fue publi­
cado
en su edición. Asimismo tuve el honor de formar parte del
jurado
que discernió el premio convocado por el Instituto de
Estudios Políticos y dotado
por la Fundación ÜRIOL-URQUUO, con
ocasión del Centenario del nacimiento
de RAMIRO DE MAEzru y
V1croR PRADERA, que, por su obra Tradidón o mimetismo, por
unanimidad concedimos al mismo RAFAEL.
Además de cordial amigo le considero como maestro, De sus
enseñanzas
no sólo he aprendido filosoffa, sino que, a pesar de
que él no era jurista, algunas de sus reflexiones han servido de
rayos de luz que me han iluminado temas juridicos. Precisaré que
si RAFAEL profesionalmente no lo era, sí tenía en sus genes el sen­
tido juridico, y su arraigo
en el Valle de Roncal que le ayudaba a
la comprensión realista
de las cosas y la vida, imprescindible para
intelegir
el derecho desde sus raíces. Precisamente, lo último que
de él he leído, ha sido su delicioso librito El valle de Roncal.
De las enseñanzas filosóficas de GAMBRA no pude servirme de
su luminosa síntesis Historia sencilla de la filosofía, porque cuan-
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INMEMORIAM
do la conoá era tarde para mi, pero si lo dejé a varios de mis
hijos y últimamente a algunos de mis nietos, cuando para apro­
bar el preuniversitario tuvieron
que introducirse panorámicamen­
te
en filosofía, y salieron airosamente gracias a la clara perspec­
tiva histórico-filosófica
que les facilitó su lectura.
A mí, otras de sus obras, aún no siendo jurídicas --excep­
tuando su Estudio preliminar al libro La polémica Filmer-Locke
sobre la desobediencia civil
(I.E.P. 1969), que penetra en la filo­
sofía
juñdica-me han facilitado varias citas clarificadoras, que a
veces he reiterado
en mis "metodologias".
Tal vez el texto más luminoso para ilustrar el tema de las
denominadas fuentes materiales del derecho, me lo brindó el
capítulo
N de su maravilloso El silencio de Dios.
"La maduración cultural de un pueblo se realiza en un lento
predominio del derecho escrito sobre la costumbre,
de la unidad
o de la estructuración sobre el localismo tribal, del plano teórico
sobre la pura adaptación al medio.
Sin embargo, también en ese
orden, la salud consiste en una tensión y equilibrio entre lo ideal
y lo real,
en una permanente toma de contracto con la realidad
en la que no se abstractfce el saber, ni se reduzca la vida y las
relaciones de los hombres a esquematismos artificiales e infe­
cundos.
Al modo como la salud en el hombre es una tensión y
armonia de sus facultades, así también la sana vida de los pue­
blos
debe siempre apoyarse en las realidades concretas de la
agrupación local o profesional y en los límites y dimensiones
creados
por la historia y la tradición".
Añadamos su definición de tradición, que,
con EL!AS DE TE­
JADA Y PUY, acuñó en el librito ¿Qué es el carlismo?: "No existe
progreso sin tradición, ni tradición sin progreso,
Progresar es
-naturalmente-cambiar algo. Ese algo es el contenido de la
tradición heredada. Faltando ésta,
que es la materia a reformar,
el progreso resultaña imposible, ya
que careceña de algo sobre
lo cual ejercer sus cambios y mejoras. Igualmente una tradi­
ción inmutable
seña una cosa muerta, arqueológica, petrifica­
da [. . .] "Si los hombres no transmitieran la tradición recibida,
adosándole sus personales imprentas,
la tradición será un ca­
dáver
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INMEMORIAM
Acerca de lo que el hombre pierde con el desarraigo le he
tomado esta otra cita, también de El silendo de Dios, cap. X: "el
bien más profundo, aquello
que constituye propiamente su exis­
tencia de hombre, el lazo misterioso y cordial
con las cosas de su
mundo
por el que éstas se hacen valiosas para él y otorgan arrai­
go y sentido a su vida.
El empobrecimiento de la personalidad,
la trivialización de los deseos y la masificación humana son [del
desarraigo] sus consecuencias visibles".
Acerca de la tecnocracia y la masificación inherente, tomé de
su capitulo
VIII: "a través de un ideologismo abstracto nacido
precisamente de la negación del ·intelecto• con fundamento
in re
(en la cosa), la tecnocracia del esquema y del impreso conducen
a nuestra sociedad a
la masificación cuantitativa, a un mundo uni­
forme gobernado por reflejos condicionados del que la figura
humana y su ámbito vital tienden a desaparecer".
Y al tratar
críticamente de la deconstrucción y de la necesi­
dad de rechazar la manipulación del lenguaje no puedo dejar de
referirme a su libro
-editado por Speiro en 1983-El lenguaje
y los mitos, como lo hecho varias veces.
Es para nosotros, y específicamente para mi, una pérdida
muy grande la de RAFAEL GAMBRA CIUDAD. ¡Descanse en paz y reci­
ban sus hijos ANDRÉS, Jost MIGUEL e IRENE y sus nietos la expre­
sión de mis sentinúentos, que uno a los suyos!
JUAN BERCHMANS VALLET DE GOYTISOLO
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