Índice de contenidos

Número 427-428

Serie XLII

Volver
  • Índice

La monarquía y su papel en la unificación y expansión de los pueblos hispánicos

LA MONARQUÍA Y SU PAPEL EN LA UNIFICACIÓN
Y EXPANSIÓN DE LOS PUEBLOS HISPÁNICOS
POR
BERNARDINO BRAVO LIRA(')
De la monarquía española en su época de máximo esplendor
-en la que llegó a comprender asimismo a Portugal con sus
dominios
de América, África y Asia-se dijo, y con razón, que
en ella no se ponía el sol. En verdad, fue, con ventaja, el mayor
conglomerado político que recuerda la historia
.. Entonces, como
escribió Basterra, "allende nuestros mares, allende nuestras olas,
el mundo fue una selva de lanzas españolas".
Una
moneda de plata de esta época de esplendor, acuñada
muchas veces por la Casa de Moneda de Chile, al igUal que por
otras de América, expresa plásticamente el papel que desempe­
ñó la monarqufa, como armazón política unitaria del mundo de
habla castellana y portuguesa.
Se la conoce con el nombre de columnaria o de mundo y de
mares.
En en anverso presenta al monarca ·reinante y en el rever­
so) entre las columnas de Hércules, do.s hemisferios, levemente
superpuestos.
El de atrás deja ver al Viejo Mundo, es decir, a
Europa, África y Asia, en tanto que en el primer plano, muestra
al Nuevo Mundo, o sea Atnérica. Ambas esferas están unidas
abajo,
por las olas del mar y arriba, por una corona. La monar­
quía es, pues, la institución que ha logrado unir entre sí dos mun-
e) Agradecemos al distinguido profesor Bemardino Bravo Lira) catedrático
de Historia del Derecho de la Universidad de Chile y numerario de la Academia
Chilena de la Historia, esta breve y sugerente contribución en nuestras páginas,
que -confiamos-no será la última (n. de la r.).
Verbo, núm. 427-428 (2004), 671-673, 671
Fundaci\363n Speiro

BERNARDINO ERA va LIRA
dos, a los que la geografía pareda haber condenado a vivir sepa­
rados el
uno del otro.
Esto nos hace presente que, ni las nacionés ni los países se
hicieron solos. Antes de constituirse como tales, tierras y pueblos,
tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo, tuvieron que acos­
tumbrarse a compaitir, bajo una misma casa reinante, las vicisitu­
des de la propia existencia.
Demasiado acostrumbrados a la historia
por pa!ses, nosotros,
a veces, no comprendemos que los mis1nos son productos de la
historia, surgidos, entre otras cosas, gracias a la larga cohabita­
ción de tierras y pueblos diversos bajo el
poder de una dinastía.
La monarqtúa no es tan sólo el gobierno de uno. Su superioridad
radica,
en último término, en que puede contar con el tiempo, en
la continuidad, a menudo multisecular, de su acción que no está
atada a una persona ni a un período determinados. No sin razón
se hada notar hace poco en Brasil, donde se convocó en 1993
un plebiscito para volver a la monarqu!a que, mientras los presi­
dentes piensan
en la próxima elección, el rey piensa en la próxi-
1na generación.
As! comprende que los Avis y los Trastamara fueran los gran­
des forjadores de Portugal, Castilla y Aragón. En gran medida,
por obra suya, Portugal y España llegaron a ser en los albores de
la Edad Moderna, las dos primeras potencias mundiales que
registra la historia, cuya acción se hizo sentir en los cinco conti­
nentes. Así lo muestra, ya en 1493, esto es hace inedia ntilenio,
el hecho que, por el tratado de Tordesillas, se repartieran el
inundo.
De esta suerte, la monarquía pasó a jugar ta1nbién en ultra­
mar, a lo largo de la Edad Moderna, un papel aglutinante de las
nacionalidades.
Al respecto no hay que olvidar que lo primero
que hizo Colón el
12 de octubre de 1492, al desembocar en la
isla de Guanahani, fue, precisa111ente, tomar posesión de las nu~­
vas tierras en nombre de los Reyes Católicos. A partir de ese
1nomento se comienzan a incorporar a la monarquía l)ueblos y
pa!ses hasta entonces extraños entre. si y que desde entonces
quedan unidos
al menos politicamente. Álvarez Cabra] procede,
igual
que Colón, ocho años después, .al descubrir Brasil y lo
672
Fundaci\363n Speiro

LA MONARQU!A, SU PAPEL EN LA UNIFICACIÓN Y EXPANSIÓN DE HISPANOAMERICA
mismo hacen los demás descubridores en cada paso de la expan­
sión. Las casas reales se convierten así en un factor unificador de
las tierras y poblaciones de ultramar, por encima de sus diferen­
cias
de raza, lengua, costumbres y demás. Tal es el papel de la
Casa de Austria primero y luego de las de Braganza --que reinó
en Brasil hasta 1889 y en Portugal hasta 1911-y de Barbón, que
reinó sobre toda América española hasta 1821 y sobre Cuba,
Puerto Rico y Filipinas hasta 1898.
Sin ellas, habría sido imposible que llegaran a compartir una
cultura y una historia común los distintos pueblos que hoy forman
el
mundo de habla castellana y portuguesa, de la Península Ibé­
rica, Iberoamérica, así como Angola, Moza1nbique, Goa, Macao,
Timor. La monarquía dio forma a este conjunto que hoy, al empe­
zar el siglo XXI, con 1nás de 500 tnillones de personas, constituye
una de las cuatro mayores áreas culturales del planeta.
673
Fundaci\363n Speiro