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Número 431-432

Serie XLIII

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Julián Vara Martín: Un episodio en la historia de España. La lealtad de los católicos al poder

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]ullán Vara Martín: UN EPISODIO
EN LA HISTORIA DE ESPAÑA. LA LEALTAD
DE LOS CATÓLICOS AL PODER<'>
Cuando llegó este libro a mi poder, por generosidad de su
autor
-aunque lo habria adquirido de no haberme llegado-,
estuve seguro de que no haria una recensión del mismo. Pese a
estar seguro, también,
de que iba a ser interesante. Ángel Herrera
y el. acatamiento al
poder constítuido es una cuestión muy pró­
xima a mi persona.
Mi amistad con Eugenio Vegas, su magisterio
que tanta huella dejó en mi, el haberle redactado los tres tomos
de sus Memorias -el segundo con la colaboración inestimable
de Pablo Beltrán de Heredia-, me convertían en parte interesa­
da.
De otro lado estaba mi vieja amistad, tantos años juntos en
RENFE, con Julián Vara Bayón, padre del autor. Y con el. autor,
por quien siento notable y ya antigua, pese a si1s escasos años
-o ya no tan escasos, pues corren para todos-, simpatía. Am­
bos son, padre e hijo, personalidades destacadas, o muy desta­
cadas,
en la Asociación Católica de. Propagandistas. Obra del P.
Ángel Ayala y, sobre todo, de Ángel Herrera. Pues estaba claro
que no debfa meterme en tal berenjenal.
Pero como el tema
1ne interesaba y ~l áfecto me 1novía, entré
enseguida en la lectura. Y nada más abrir el libro vi que el pró­
logo es
de otro quericlísimo amigo, Antonio Urzáiz a quien yo, y
otros 111uchos anúgos, lla1na1110S con un nombre familiar. Y ta1n­
bién hoy cargo importantísimo en la A. C. de P. Razón de más
e) Edicep, Valencia¡ 2004, 339 págs.
Verbo, núm. 431-432 (2005), 151-168. 151
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para leer el libro con tranquilidad, aprovechar de él lo que pudie­
ra, si es
que había algo aprovechable, y decir a los Vara y a An­
tonio Urzáiz cuando me los encontrase, al autor cuando le agra­
deciera el libro, alguna palabra amable y poco comprometida.
Una vez puesto
con él lo leí de un tirón. Y me pareció
espléndido. No es
una hagiograffa de Herrera, de quien cierta-
1nente se pueden hacer grandes elogios, ni de su pensaniiento
capital respecto a la poHtica. Es una exposición perfecta de su
idea del acatamiento al poder, recogida de los editoriales de
El
Debate y del Boletín de la A. C. N. de P. Idea al principio vaci­
lante y algo contradictoria, consolidada
en los últimos tiempos de
la Monarquía y firnúsima
en los de la República.
Al mismo tiempo, y con una honestidad digna de elogio,
están recogidas las quiebras de esa doctrina o sus disa·epancias
con acreditadisimos teólogos, clásicos y modernos, y
concreta,
1nente con nuestra escuela del siglo de oro, y las polénllcas de
Herrera con otros católicos de sus días y de éstos con él. La carac­
terización que hace de Eugenio Vegas y de Acción Española,
teniendo
en cuenta que eran los radicales adversarios de Ángel
Herrera y que ambos
se disputaban la misma clientela, me pare­
ce espléndida.
Es respetuosa y honesta con sus argumentos.
Libro, pues, importantísimo para conocer
la última gran polé­
mica del catolicismo español. Porque las que vinieron después,
las de parte o buena parte del carlismo
con Franco o la de algu­
nos, escasos, cá.tólicos, más o n1enos aliados al marx:istno, contra
Franco, tuvieron mucha menos importancia.
Pues, con esto, está ya dicho todo lo que es el libro. El muy
interesante libro. ¿Cabía
la espada contra la República o había
que aguantarse hasta el martirio? Yo, por mi parte, no tengo la
menor duda. Por muchos textos
de León XIII que acumule Ángel
Herrera.
Sólo le haria una objeción al autor. Suele hablar de Herrera y
los Propagandistas. Y es cierto. Pero
uno estaba convencido y los
otros da la itnpresión 'de que no. Salvo tal vez Luis Lucía, aunqile
nunca sabremos si actuó por convencitnieri..to o por salvar la vida.
Vista la conducta posterior de la práctica totalidad de los Propa­
gandistas,
Gil Robles el plimero, da más bien la impresión que
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había mucho más temor reverencial hacia el lider indiscutible e
indiscutido, que ideas firmemente profesadas. Porque
en otro
caso
no se entiende el paso con anuas y bagajes de todos al ene­
migo. Quiero decir
de la adhesión general al Alzamiento. Al alza­
miento contra el
poder constituido.
Yo creo que hoy ya nadie entiende el pensamiento de León
XIII con el literalismo de Angel Herrera. El reconocimiento de
Croacia por la Santa Sede, el apoyo de Juan Pablo II al movi­
miento sindical de Lech Walesa y otros muchos casos
que po­
dñan citarse echan por tierra la doctrina del director de El Debate,
del presidente de la Acción Católica española y del cardenal obis­
po de Málaga. Y dan la razón a nuestros grandes teólogos clási­
cos, a Balmes y a
Acción Española. Pero no deja de ser intere­
sante el conocer
un pensamiento que pretendió aglutinar al cato­
licismo español y
que fue seguido, más o menos a regañadien­
tes,
por no pocos católicos. Lo que indica el liderazgo de Angel
Herrera.
¿Discre1Jancias con el autor?· Creo que ninguna. O, ya por
buscar una aguja en un pajar, con el último párrafo de su texto
antes
de entrar en el muy importante apéndice documental.
Exposición eje1nplar, su1na1nente ilustrativa del pensamiento de
Herrera
y de sus adversarios, e in1portante aportación para lá his­
toria. Yo siempre he creido que la ley suprema es la salvación de
la patria. No el acatamiento al poder constituido. Por supuesto
que con todas las garantías que exigían nuestros clásicos. Las
conspiraciones sin sentido y sin posibilidades de triunfo no
entran en el horizonte católico. Son locura. Si no se puede habrá
que aguantarse. Y, si preciso fuere, hasta el martirio. Pero, si se
puede, es bueno y justo derribar el régimen inicuo.
Y una constatación sin ilnportancia pero que desluce algo tan
espléndido texto. Hay una palabreja que se le atraviesa repetida­
mente. Con vista a
una eventual segunda edición, y a esta cues­
tión,
en la que ya se ha convertido en documentado especialista;
y que seguro va a tratar en más ocasiones, JJues, ¡a por la pa­
labreja!
FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA CIGOllA
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