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Número 431-432

Serie XLIII

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Fernando Cuen Barragán: La creación de la vida. Una nueva visión cosmológica

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El predsar las cifras y realizar un resumen en un apéndice,
creo que está fácilmente
al alcance del autor que espero realice
un pequeño esfuerzo en una segunda edición corregida, en el que
se fije
una horquilla del número de mahometanos encuadrados en
unidades españolas y el de los que permanecieron en África.
ANTONIO DE MENDOZA CASAS
Fernando Cuen Barragán: LA CREACIÓN DE LA VIDA<'>
UNA NUEVA VISIÓN COSMOLÓGICA .
La obra, editada· en México, refleja una cosmovisión cristiana,
y a partir de ella plantea su hipótesis creacionista utilizando
hábilmente la ciencia
en su estado actual y la .filosofía y teologia
to1nistas íntimatnente entrelazadas. Silnultáneamente, y de 1nane­
ra siste1nática, des1nonta todo . el andantiaje evolucionista, prime­
ro en su versión darwiniana y después en la actual neodarwinia­
na, dejándola maltrecha
en sus planteamientos más recientes.
Debo confesar que 1ne acerqué a esta obra con poco entu­
siasmo. pensando que se trataba de un enfoque ideológico del
tema, sobre el que
he leído bastante y convencido de que la teo­
ría
de la evolución era la hipótesis científica más fundada y que
mejor explicaba el cosmos y la naturaleza.
Por otra parte, desde el
punto de vista de la fe, la teoría de
la evolución no 1ne suscitaba ninguna inquietud, puesto que
estoy convencido de las infinitas capacidades de creación de
Dios. És indiferente el medio que ha querido utilizar tanto en las
creaciones que conoce1nos
por los sentidos, por la fe o aquellas
que
puedan existir aunque hasta ahora sean para nosotros des­
conocidas. Por los sentidos no conoce1nos más que nuestro
Cosmos con en las dimensiones del tiempo y el espacio. Por la
fe sabemos del Cielo con los ángeles y los santos ante la mani-
e) Editorial Porrúa, l.ª ed.; México, 2003;. 364 págs. (pueden realizarse pedi­
dos en Martínez de Murgu"ía, Valverde, 32 -Madrid).
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festación de Dios o del Infierno con los demonios y los conde­
nados ante los. que Dios no se manifiesta. Estos conocimientos
apenas arañados sólo demuestran nuestras lilnitaciones.
A medida
que me iba adentrando en la lectura mi interés iba
en aumento puesto que la p1'etensión que ya aparece en la
Introducción como
un propósito, se ve sobradamente cumplida,
" ...
que nos ayudarán a la tarea de rectificar la infortunada serie
cte· teorías que se elaboraron con -datos inSt1fidentés-más con
la imaginación que con la razón, ... " (pág. XVIII).
Personalmente prefiero separar la visión religiosa de la pura­
mente racional y científica, puesto que el religioso cuando pole­
ntiza con el ateo b agnóstico se encuentra en una situación de
desventaja, ya que es imposible que este último entienda, solo
con medios racionales, la perspectiva religiosa.
El ateo o el
agnóstico comienza casi Siempre
por pedir al hombre religioso,
"demuéstrame
que Dios existe", probablemente por un irrefrena­
ble deseo de
que Dios se haga patente ante él, pero el hombre
religioso se encuentra como el hombre normal
que posee todos
los sentidos ante el ciego
que le pide, "dime cómo son los colo­
res y_ demuéstrame que existen".
Desde el principio, el autor pone de manifiesto numerosos
ejemplos de que buena parte de los científicos mediocres expre­
san más
que hipótesis dogmas basados a su vez en afirmaciones
gratuitas
que encima pretenden hacer pasar por científicas. Baste
como uria _de las muestras: "la naturaleza es causa de sf 1nisn1a
[porque] la naturaleza no necesita ningún Creador colocado fuera
de ella
[ya que] ella misma posee las propiedades de infinitud
y eternidad que
la teología atribuye erróneamente a Dios [de
. donde resulta que] el· materialismo filosófico marxista proporcio­
na
una sólida base al ateísmo cuando demuestra que la naturale­
za no fue creada y que es eterna é infinita"_. (Kuusinen y otros,
Manual de marxismo-leninismo, Grijalbo, México, 1960, págs.
41, 91 y 93). Si algo parecido hubiera sido expuesto por un cris­
tiano hubiera sido calificado irunediata1nente como un cretino.
No deja de ser curiosa la suficiencia con que algunos de estos
científicos juzgan el relato bíblico del Génesis. Este relato anali­
zado de una forma pura1nente científicá, racional y neutral, de-
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bería suscitarles asombro al · comprobar que expone las con­
clusiones a las que llegaron sesudos científicos
con medios casi
ilimitados
3.500 años después. Es más, la secuencia del relato y
su sencillez no parecen ser superables, de forma que es fácil­
mente inteligible
Jo mismo para un genio que para un "palurdo"
sin ninguna instrucción y así lo resalta el autor.
Tengo la impresión de
que la germinación de la teoría evo­
lucionista
en Darwin, nació precisamente del estudio de la Biblia
cuando estudiaba teología
en Cambridge y comprobó que la
secuencia de la creación descrita
en el Génesis, coincide con el
encaje de la teoría Lamarck sot;>re la evolución en la taxonomía
de Linneo y dándole la vuelta a su famosa sentencia de que: "hay
tantas especies como creó al principio el Ser Infinito".
A lo largo de la obra se expresa repetidas veces
que buena
parte de las especies vegetales y animales han pervivido desde su
aparición
en la biosfera (pancronismo), y que alguna serie de
especies
han aparecido masivamente en un corto período de
tiempo. Efectivamente esta circunstancia pone en entredicho la
teoría evolucionista o transformista,
en la que se observa que al
menos parte de las piezas del rompecabezas han sido colocadas
de t1na 1nanera forzada tal como hacen a veces los niños cuand9
no encuentran la pieza apropiada.
Resalta
el autor que el propio Darwin (pág. 70) no reconocía
la posibilidad del azar o de saltos
en la naturaleza, lo que califi­
caba de milagro, siendo actuahnente el núcleo central de
la tesis
postdarwinista. Toda
la batería de argumentos rebatiendo el transformismo
(evolucionismo) me parecen brillantes y diffciles de rebatir: el
registro geológico, el pancronismo de
buena parte de los seres
vivos, la inexistencia de es¡Jecies intermedias e incluso la esteri­
lidad de los híbridos, la evolución de la biósfera, la debilidad de
la hipótesis de Darwin sobre la semejanza morfológica, ...
Tal es el cúmulo y la calidad
de los datos aportados, que las
objeciones que
se pueden hacer al autor son de detalle y de
menor entidad y
en modo alguno invalidan el núcleo de la tesis
del libro.
Me permito enumerar algunos puntos débiles en algu­
nas de las afirmaciones respecto a lo imprescindible de
la fotosín°
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tesis, el posible papel del azar, la inexistencia del hombre de las
cavernas, la imposibilidad de muta.dones y de la evolución de los
reptiles
a aves, y que se encuentran desmentidas por hechos con10
la existencia de ecosistemas · que subsisten en zonas abisales en
condiciones extremas y de carencia. de luz; o en cuevas profundas,
en_el subsuelo, etc.; la existencia probada del hombre de !_as caver­
nas; las 1nutaciones que parecen producirse en ciertos seres
1nicroscópicOs co1no virus y bacterias bajo la acción de fánnacos;
la ignorancia científica que actuahnente tenemos sobre la forma de
vida, existencia o no de plwnas, temperatura de la sangre, etc.l de
los reptiles extinguidos y fosilizados; la debilidad de los argumen­
tos sobre la probabilidad
de hechos basados en otros cuya proba­
bilidad a su vez se desconoce ... Tampoco considero suficiente­
mente aclarada la comparación del hombre con el gorila,
no solo
por que existen sit1tlos con pfil"entesco 1i1ás próximo al ho1nbre,
como el chimpancé de sabana, sino por qué han aparecido un
nú1nero considerable de "horno", de diferentes ¿especies?, circuns­
tancia que . queda explicada de 1nanera aceptablemente sa\isfacto­
ria por la teoría evolucionista. Por otra parte -en relación al hom­
bre~ la teoría evolucionista, lo que mantiene es la ascendencia
común del hombre y de otros primates actuales. A esto podemos
añadir que los actuales avances
en ingenieria genética -al margen
de que siento
por ellas verdadera aprensión y a veces repulsión­
parecen no contradecir la teoría de la evolución.
En este último sentido, a mi juicio, la parte más débil es preci­
samente la
últitna. A pesar de hacer gala de unos conocimientos
enciclopédicos, la tarea
de demostrar la imposibilidad del paso de
la materia inerte a la vida vinculándola a la vez
con la fe en Dios
creador, me parece innecesaria y discutible
en tanto en cuanto que
las hipótesis cientificas siempre han sido cambiantes y continuarán
siéndolo.
El hombre no ha hecho más que deletrear la interpreta­
ción del "libro"
en el que está escrita la Creación, aunque algunos
científicos tiendan a confundir ese balbuceo con la
autoria del libro.
Por otra parte parece ser que en ciertos seres microscópicos
la frontera entre lo animal y vegetal y entre la "vida" y la "no
vida" es bastante tenue, lo cual no inquieta lo más núnimo 1ni fe
en u_n Dios Creador; _Del misn10 tnodo no me repugna estar empa-
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rentado con un sitnio, pues Dios lo mismo pudo escoger literal­
mente "barro" para infundirle un alma, que otra materia inferior
incluido un simio. En definitiva lo que Cuen Barragán denomina
como transformismo atenuado.
En resumen como dice Antonio Millán,Puelles (pág.
IX): " ...
1nerece ser recomendada por cuanto da1ia ocasión a una .sana
polémica que contribuya a superar el tiránico dogmatismo que
actualmente ejercen los partidarios de la hipótesis evolucionisL'l
como una inconcusa verdad biológica y antropológica".
Me atrevo a decir que para mi la obra es eso y mucho más,
pues además de la aportación de datos, su utilización
en la línea
argwnental es su1na1nente hábil intercalando un sinfín de suge­
rencias estimulantes tan bien trabadas que han contribuido a que
ponga en duda la evolución como una explicación de .la vida
superior.
al creacionismo y me ha convencido de que esta teoría
es
una hipótesis al menos tan fondada como el propio evolucio­
nismo o transformis1no.
Creo que después de esta obra no se puede mantener honra­
dainente que el neodarwinis1no sea tan siquiera una hipótesis más
probable que el creacionismo y eso aunque el. evolucionismo o
transformismo, como
Jo denonúna Cuen Barragán, explique mu­
chas cosas y ayude a entender otras muchas que
en defirútiva es el
objetivo de una hipótesis científica. Por ello estoy convencido de
que
si esta obra se publicara en EEUU o Japón, el evolucionismo
no duraria más allá de 10 años en su actual planteanúento.
Tetno que estemos en este campo en una situación se1nejah­
te al avance que significó la teoría heliocéntrica de Copérnico
respecto a la geocéntrica y que, salvo en España, tardó práctica­
mente un siglo én abrirse paso. En el caso que nos ocupa cierto
sector mayoritario dentro de la ciencia se ha empecinado en con­
siderar
la evolución como un dogma cuando desde hace un siglo
con la aparición de la genética a finales del siglo
XIX, como subra­
ya Cuen Barragán, esa teoría hace aguas y aunque tenga ele­
tnentos que pe11nanezcan, no ·hasta con un-arreglo como el neo­
darwinis1no, sino que debe ·ser reformulada o superada.
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