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Número 431-432

Serie XLIII

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Martín Ignacio de Loyola: Viaje alrededor del mundo (Edición de José Ignacio Tellechea Idígoras)

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Fray Martín Ignacio de Loyola: VIAJE
ALREDEDOR DEL MUNDO
EDICIÓN DE JOSÉ IGNACIO TEILECHEA IDÍGORAS"'
Este sobrino-nieto de San Ignacio de Loyola eligió la orden
de los franciscanos para servir al Señor, a pesar .de la veneración
que debió sentir por su tío-abuelo a juzgar por el nombre que
adoptó mucho antes de
la beatificación de San Ignacio de Loyola,
y según el editor seguramente
al tomar el hábito franciscano.
Fue
uno de esos colosos que dio el siglo XVI español, que
realizaban hazañas casi sobrehumanas cómo ·si tal cosa. Sorpren­
de la frescura y sinceridad que se desprende de sus cartas y des­
cripciones que contrastan con otros relatos mucho 11lás rebusca­
dos y pretendidamente justificativos de otros autores más tardíos
del siglo
XVITI y no digamos actuales.
Dio dos veces
la vuelta al mundo, la primera vez saliendo de
España y pasando
por Méjico y la segunda en sentido inverso,
saliendo de Lisboa y pasando
por la India.
La primera vuelta al mundo es relatada por él mismo y la
segunda
por el capitán del barco en el que vuelve y que descri­
be la travesía en la que trata de hacer una exploración del
Pacífico Norte, pues partiendo de Macao se dirige a las islas
al
norte de Filipinas, después pasa por un par de diminutas islas
que se conocen
actualmente por Daito y sigue hacia el Norte a
las islas que
en sus cartas están bajo el nombre de Rica en Plata
y
Rica en Oro y que dice no localizar, pero que seguramente por
la latitud en que Jas busca deben ser las japonesas de Kyushu y
Shikoku que efectivamente
son ricas en plata y producen algo de
oro. Luego atraviesa el Pacífico hasta California, siguiendo una
ruta próxima a
la que seria habitual y semisecreta en el galeón
de Manila durante más de dos siglos.
En California, el capitán Unamuno, que mandaba la nave
en
que viajaba fray Martín Ignacio, describe una bahía envuelta en
brnmas y con la desembocadura de un río importante y con una
(*) DASTIN, S, L. -Crdnlcas de Amdrica, Madrid, 2002.
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laguna terca de la desembocadura, con un al.to cerro en las
proximidades,
se adentraron tierra adentro unos 30 ó 40 Km.
en los dos exploraciones que hicieron en los días que estuvie­
ron anclados en la bahía, teniendo contacto con los indios
habitantes de aquellas tierras
que a juzgar por sus utensilios
(puntas
de flechas y lanzas endurecidas al fuego) y su alimen­
tación básica
(austáceos y moluscos), se encontraban en el
paleolítico inferior.
A mi juicio, semejante
descri1>ción coincide con el río Sacra­
mento
y el Monte del Diablo, en las proximidades, es decir la
bahía de San Frandsco, desde donde se dirige costeando hacia el
sur hasta Acapulco. Desde luego quiero aclarar que la suposición
del descubrimiento
de la Balúa de San Francisco, es aventurada
por mi parte, puesto que la latitud en la que dice estar situada, si
bien c01Tesponde a la Alta California, sería más bien la bahía de
Monterrey, situada bastante más al sur, pero cuya descripción
geográfica no se corresponde con la del relato. He aventurado la
sospecha de que, si la edición es fiel al original, el capitán Unas
muno Consideró el descubrimiento demasiado importante para
fijar la latitud con precisión.
En Asia
y sobre todo en lo referente a China, se refleja la
penosa rivalidad entre los jesuitas y el resto de las órdenes reli­
giosas y de_ 111anera particular con los frándscari.os y que alcanzó
especial intensidad en Japón en donde los jesuitas habían conse­
guido una gran influencia en' las clases altas con su estilo 1nisio­
nal y temían se pondría en peligro con la penetración siguiendo
,m estilo tan diferente como el. franciscano dirigido a los estratos
más hwnildes.
La rivalidad eritre órdenes religiosas se entrelaza con otra
rivalidad más explicable, la de castellanos y portugueses, y en
la que los jesuitas forman una extraña alianza con los portugue­
ses repartiéndose los papeles, unos luchando
por conservar un
monopolio misional y otros por conservar el monopolio comer­
cial. Ambos fracasaron finalmente
en el empeño siendo barridos
cuando del resto de los reinos de España se desgajó Portugal a
mediados del siglo
xvrr y cobraron fuerza las amenazas nacientes
de Holanda, Francia e Inglaterra.
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Paradójicamente, la zona de influencia portuguesa nacida en
el tratado de Tordesillas fue protegida por la unión de los dos rei­
nos y con el sacrificio castellano, sin cuyo concurso les hubiera
sido impósible conservarla tal como acab.ó ocurriendo poco des­
pués al ser desplazados
de Oriente e incluso de África por holan­
deses, ingleses y franceses,
pero no por los castellanos-españoles.
En definitiva un libro inteteSarite para quien quiera conocer
esa época bebiendo en las fuentes.
ANTONIO DE MENDOZA CASAS
Pío Moa: LOS CRÍMENES DE LA GUERRA CIVIL
Y OTRAS POLÉMICAS<')
La última oleada de historiadores la II República y la Guerra
Civil es sumamente pobre, y de algunos, dada la ignorancia que
demuestran, asombra
que logren publicar su obra. De esta últi­
ma hornada se salva como verdadero y estimable historiador Pío
Moa,
que sufre una virulenta persecución de los cultivadores del
sectaris1no.
No deja de ser curioso que un antiguo dirigente del GRAPO
se haya convertido en uno de los historiadores más interesantes
de la España del siglo
xx. No comprendo por qué Pío Moa sus­
cita cierta suspicacia incluso en personas_ ecuánitnes que, abru­
madas por la propaganda, han llegado a creer que existió cierto
equilibrio
en los desmanes cometidos en uno y otro bando
durante la Guerra Civil.
Que la guerra civil comenzó su primera fase en octubre de
1934, parece que quedan pocas dudas, pero considero que en
cambio en Jo que respecta a su finalización resulta menos claro,
puesto
que aunque se de cómo fecha convencional el 1 de abril
de
1939, el período considerado como de represión de la pos­
guerra hasta 1950, se
puede Considerar como su continuación.
e) La Estera de los libros, 4." ed., Madrid, 2004, 286 págs.
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