Índice de contenidos

Número 431-432

Serie XLIII

Volver
  • Índice

Pío Moa: Los crímenes de la guerra civil y otras polémicas

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Paradójicamente, la zona de influencia portuguesa nacida en
el tratado de Tordesillas fue protegida por la unión de los dos rei­
nos y
con el sacrificio castellano, sin cuyo concurso les hubiera
sido imposible conse1varla tal como acab.ó ocurriendo
poco des­
pués al ser desplazados de Oriente e incluso de África por holan­
deses, ingleses y franceses,
pero no por los castellanos-españoles.
En definitiva
un libro interesante para quien quiera conocer
esa época bebiendo
en las fuentes.
ANTONIO DE MENDOZA CASAS
Pío Moa: LOS CRÍMENES DE LA GUERRA CIVIL
Y OTRAS POLÉMICAS<"J
La última oleada de historiadores la II República y la Guerra
Civil es sumamente pobre, y de algunos, dada la ignorancia que
demuestran, asombra
que logren publicar su obra. De esta últi­
ma hornada se salva como verdadero y estimable historiador Pío
Moa,
que sufre una virulenta persecución de los cultivadores del
seCtarismo.
No deja de ser curioso que un antiguo dirigente del GRAPO
se haya convertido en uno de los historiadores más interesantes
de
la España del siglo xx. No comprendo por qué Pío Moa sus­
cita <;i_erta Suspicacia incl11so en personas_ ecuánitnes que, abru­
madas por la propaganda, han llegado a creer que existió cierto
equilibrio
en los desmanes cometidos en uno y otro bando
durante la Guerra Civil.
Que la guerra civil comenzó su primera fase en octubre de
1934, parece que quedan pocas dudas, pero considero que en
cambio en lo que respecta a su finalización resulta menos claro,
puesto que aunque se de
cómo fecha convencional el 1 de abril
de
1939, el período considerado como de represión de la pos­
guerra hasta
1950, se puede considerar como su continuación.
(") La Estera de los Libros, 4." ed., Madrid, 2004, 286 págs.
164
Fundaci\363n Speiro

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Las persistentes presiones, por pa1te del Gobierno del Frente
Popular
en el exilio, para una intervención directa de los Aliados
hasta
1943, primero de Inglaterra y después de EEUU a partir del
desémbarco en Marruecos; la invasión directa, apoyada por
Francia, de los llamados "maquis" desde 1944 a 1947 y su conti­
nuación con actos de bandidaje y terrorismo de cierta intensidad
hasta
1950 y apoyados por la retirada de embajadores en 1947 y
el consigtliente aislamiento y bloqueo, for1nan parte de la Guerra
Civil que se podria denominar de baja intensidad.
Personahnente me parece que el autor, a pesar de todo, conti­
núa mentahnente en una izquierda idealista muy alejada de los inte­
grados
en la izquierda arribista, que a menudo han militado igual­
mente
en una derecha también arribista, lo que le obliga a realizar
un gran esfuerzo por ser ecuánime. Esta actin1d, es tanto más esti­
mable por lo raro, pues
en ciertos sectores de izquierda ----<;,Xcep­
ción hecha quizás de los anarquistas--- a un historiador se le exige
que sea sectario y
no se le perdona la honradez consigo mismo.
En cuanto a su benévola 1nirada sobre algunos desmanes de
la izquierda se debe probablemente _al hecho de haber pasado
personalmente
por una situación parecida duránte su pertenen­
cia
al GRAPO, como relata en su obra En otro tiempo y en otro
Jugar, cuando el mismo dirigfa durante los años 60 y 70 acciones
terroristas después
de haber pasado en su adolescencia por un
proceso de intoxicación que convertía esas acciones no sólé:J en
aceptables sino incluso en aureoladas de heroísmo.
Durante
la transición, dirigentes de izquierda confesaban que
los asesinatos cometidos por ETA en los años 60 y 70 eran de
buen tono celebrarlos en ciertos ambientes de izquierda y sobre
todo
en los de la gauche divine, y en alguna ocasión, para mi
vergüenza, fui testigo del tono elogioso empleado para calificar
los asesinatos de
ETA o el GRAPO; esa misma izquierda que, bas­
tante cón1odatnente instalada en el régitnen anterior1 acabó for-
1nando la izquierda actual y que, al menos en lo económico,
parece más bien defender lo que entonces se llamaba el capita­
lismo salv;ye.
En la introducción (pág. 25), Pío Moa relata el inútil intento
por lograr qué le publicaran una carta de réplica a un artículo de
165
Fundaci\363n Speiro

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Santos Juliá en EJPafs, lleno de descalificaciones al autor por su
obra Los mitos de la guerra Civil. Pío Moa dice, en su carta de
réplica, que utiliza entre otros los archivos de la "Fundaci!in Pablo
Iglesias", lo que me llevó a recordar la introducción de
El archi­
piélago Gulag, en el que Solschenizyn dice que en lo que relata
no hay nada imaginario y que además de su experiencia, apor­
tan datos inesti1nables, pese a su deseos, personajes como los fis­
cales generales Krylenko y su sucesor Vichinski, además de
Averbaj, Máximo Gorki, etc.
Más adelante el autor se defiende
de la critica difundida en
medios historiográficos de la derecha, según los cuales sus libros
"no dicen nada nuevo" y su cofltenido "ya lo sabían los historia­
dores". Contra estas afirmaciones, que en alguna medida he lle­
gado_ a compa1tir, enu1nera una serie de aportaciones que el
mis1no califica de modestas, pues, cotno en casi todo "avanzamos
a hombros de gigantes",
Con gusto rectifico nli anterior infrá.valoración, reconociendo
que sus aportaciones son estimables en muchos campos, en1pe­
zando por los de la propia Introducción, al reflejar para la Histo­
ria de España una situación actual de silenciamiento, descalifica­
ción e incluso de persecución, de todos aquellos historiadores
que quieren reflejar la verdad objetiva.
Sin estos testimonios
sobre el
silenciainiento que sufren muchos intelectuales por parte
de los inedias de comunicación, incluidos los edito1iales, y que
forman un cuasi monopolio en torno a PRISA, parecerla en el
futuro que hemos vivido
en es.ta época una situación de 'idílica
libertad.
Es verdad que, como dice Stanley Payne, las aportaciones
actuales a la historia de la República y la Guerra Civil
son modes­
tas,
pero dentro de estas destaca la de Pio Moa, no ya por los
nuevos documentos desvelados, sino
por el enfoque de una
izquierda vista desde dentro durante la República, la guerra y la
posguerra y desprovista del maquillaje o censura a
la que le
somete el sectarismo de
un militante. Por otra parte, además de
la acu1nulación de n1ateriales o datos, ordena ese ron1pecabezas,
estudia la concatenación de los hechos y su peso específico e
interpreta
la toma de decisiones de los actores.
166
Fundaci\363n Speiro

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Corno deáa, me parece que Pío Moa hace un sincero esfuer­
zo
por comprender lo que pudiéramos llamar pudorosarnente
desmanes de la izquierda, atribuyéndolos
en parte a una labor de
azuzamiento de
las. masas hasta la exasperación, realizada por
dirigentes con cierto bagaje intelectual corno Azaña, Negrin o
Largo Caballero,
por no nombrar a comunistas corno Carrillo ya
que éstos además de su labor corno instigadores no tuvieron
inconveniente involucrase directamente
en los asesinatos ( cfr.
Carrillo miente, de Ricardo de la Cierva).
Pío Moa tiene la ventaja de contrastar
cada hecho, y no pocas
veces aporta testimonios y perspectivas inéditos, fruto de su tra­
yectoria vital que le hace ver
con ojos nuevos determinados
hechos
que frecuentemente nos. han pasadá desapercibidos a los
que nos hemos interesado
por este periodo de nuestra historia.
Ya en el primer. capitulo, significativamente titulado "Repú­
blica: democracia y Guerra Civil", aparece
una afirmación en la
página
41, que no recuerdo haber leído anteriormente y que no
por ser c;ierta resul.ta 1nenos chocante: "Franco respetó 1nás que
Azaña la legalidad republicana en 1931, en 1932 con la intento­
na de Sanjurjo,
en 1934 con la Revolución de Octubre. Si los líde­
res hubieran mostrado el ntlsmo respeto, la· guerra no se habría
producido ... ". Por mi parte, cuando leo algo sobre la Revolución
de Octubre
en 1934, siempre me pregunto sobre la razón que
pudo impulsar a Franco a no tomar las riendas en esa ocasión
cuando tenía casi todos los_ resortes en sus manos y la posibili­
dad de hacerlo de una manera íncruenta y revestida de legalidad.
Después de desmontar la idílica in1agen
de Azaña con la que
se le retrata actualmente, en el capítulo "Negrin no acaba de
pasar a la Historia", hace otro tanto con
Negrin cuya actuación
1nás que torpe, presenta con10 repulsiva. Una interpretación ori­
ginal, es la de la pérdida de independencia del Gobiemo del
Frente Popular y
con él la II República, con la entrega a la URSS
de las reservas españolas de oro Qas 4.' del mundo por su cuan­
tía), acumuladas durante .la Dictadura de Primo de Rivera.
Si bien el trata1niento de algunos episodios de la guerra civil
resulta chocante en estos tiempos., simplemente por acercarse a
lo que es un relato histórico, lo que resulta una aportación a mi
167
Fundaci\363n Speiro

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
juicio más original es el último capitulo titulado "El coletazo de
la guerra civil".
Interesante por la datos y testimonios personales sobre la
época y los hechos que vivió como uno de los escasos protago­
nistas de la oposición
al régimen de Franco en los años 60 y 70.
Interesante esa historia reciente bajo la óptica de la oposición
radical, las agudas observaciones sobre la mentalidad
que inspi­
raba la ideología de la minúscula oposición de izquierdas al régi­
men de Franco cuya columna vertebral era el PCE junto con sus
· numerosas heterodoxias que iban desde Stalinismo y el 1naoísn10
al troskismo y que inspiraban a grupos como el GRAPO o ETA.
Interesante y reveladora, por sorprendente que pueda resul­
tar, la descripción de cómo se trataba de conciliar la contradic­
ción de una propaganda
que defendia la democracia y la libertad
con la aspiración a
una dictadura totalitaria del tipo de la sovié­
tica
o la china ("Los modelos admirados por la oposición, eran
los de Castro, Mao, Breshnief, incomparablemente peores que el
franquismo"). Es más, no pocos redutas de estas ideologías pro­
cedían
cte desengañados del féghnen, ·no por su carácter autori­
tario, sino paradójicafuente · por no ser totalitario.
Interesante porque va contra corriente haciendo
un estudio
comparado de los historiadores de diversas tendencias poniendo
el acento
en los datos, contrastándolos y poniéndolos en parale­
lo con los juicios de valor.
Los datos son tan impertinentes que
el resultado es demoledor, poniendo
en ridiculo a algunos que
pretenden pasar por historiadores cuando no son más que reco­
piladores de panfletos de propaganda,
de ahí la aversión que
sienten
por los datos ciertos sectores, aunque estos datos pro­
vengan de los archivos de Moscú o de los de la
II República.
La visión de la posgueffa··y la transición, se complementa con
el relato del acoso, combinado con el silencio, sufrido como escri­
tor y como historiador por
los. llamados medios de comunicación
libres, de los
que no es el único ejemplo El País y su entorno.
ANTONIO DE MENDOZA CAsAs
168
Fundaci\363n Speiro