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Número 451-452

Serie XLV

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El laicismo y el inquietante proceso de secularización frente a la sana laicidad del estado y la necesidad de recuperar la relación entre ley civil y ley moral

EL LAICISMO Y EL INQUIETANTE PROCESO DE
SECULARIZACIÓN FRENTE A LA SANA LAICIDAD DEL ESTADO Y LA NECESIDAD DE RECUPERAR
LA RELACIÓN ENTRE LEY CIVIL Y LEY MORAL
No debe confundirse el laicismo y la genuina autonomía de las rea-
lidades humanas tal como lo propone y defiente la Iglesia que
proclama la verdad liberadora.
«Crece hoy en bastantes ambientes la opinión de que la r eligión divi-
”de; y no faltan quienes propugnan la laicidad como una vía privilegia-
”da para la unidad e integración de la sociedad compleja, plural y demo-
”crática. E se no es el mensaje de la E ucaristía. El cuerpo de Cristo entr e-
”gado por todos y su sangre derr amada por todos hace de la Iglesia una
”comunidad abierta a la verdader a catolicidad. La dinámica eucarística
”super a la tentación de la intolerancia, de situarse frente al mundo como
”su juez y lleva a entr egarse a través del servicio pobre y humilde en favor
” de la humanidad enter a.
»Ciertas corrientes de pensamiento alientan, consciente o inconscien-
”temente, una confusión lamentable entr e «el fanatismo religioso» y «la
”r eligión auténtica», entr e «el laicismo» y «la genuina autonomía de las
”r ealidades humanas» tal como la propone y defiende la I glesia (cfr.
” Gaudium et spes, 36). Esta confusión corroe la fe, el dinamismo pro-
”fundo del sentir r eligioso de la humanidad y el sentido del testimonio
”cristiano . La proclamación de la verdad liber adora es la expr esión del
”sumo r espeto y servicio a la persona humana. E l mandato del amor
” fr aterno es el principio de una integración donde los fuertes son capaces
”de cargar con las fr agilidades de los débiles. S an Pablo escribía a la Co-
”munidad de Roma: «N osotros, los fuertes, debemos sobr ellevar las flaque-
”zas de los débiles y no buscar nuestr o propio agrado. Que cada uno de
”nosotr os trate de agr adar a su prójimo par a el bien, buscando su edifi-
”cación; pues tampoco C risto buscó su propio agrado, antes bien, como
3Verbo,núm. 451-452 (2007), 3-5.
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”dice la Escritura: los ultr ajes de los que te ultr ajaron cayeron sobre mí»
”( Rm. 15, 1-3)».
BENEDICTOXVI: Mensaje de la comisión de pastoral
social de la Confer encia episcopal española. L’Osservatore Ro-
mano, edición semanal en lengua española, año XXXVII,
núm. 22 (1901), 3 de junio de 2005.
La sana laicidad del Estado no le excluye de las exigencias supe-
riores y completas que derivan de una visión integral del hom-
bre y de su destino eterno.
«Las r elaciones entr e la Iglesia y el Estado italiano se fundan en el
”principio enunciado por el concilio V aticano II, según el cual “la comu-
”nidad política y la I glesia son entre sí independientes y autónomas en su
”pr opio campo . Sin embargo, ambas, aunque por diverso título, están al
”servicio de la vocación personal y social de los mismos hombr es”.
» … … … … … … … … … … … … … …\
… … … … … … … … … …
»Así, pues, es legítima una sana laicidad del Estado , en virtud de la
”cual las r ealidades tempor ales se rigen según sus normas pr opias, pero sin
”ex cluir las r eferencias éticas que tienen su fundamento último en la r e-
”ligión. La autonomía de la esfer a temporal no excluye una íntima ar-
”monía con las exigencias superior es y complejas que derivan de una vi-
”sión integr al del hombre y de su destino eterno».
BENEDICTOXVI: Discurso durante la visita al presidente
de I talia Carlo Azeglio Ciampi, en el palacio del Quirinal,
viernes 24 de junio. L’Osservatore Romano,edición semanal
en lengua española, año XXXVII, núm. 26 (1905), 3 de julio
de 2005.
El inquietante proceso de secularización y la necesidad de recupe-
rar la relación entre la ley civil y la ley moral.
«En muchas par tes del mundo se está llevando a cabo un inquie-
”tante pr oceso de secularización. C uando se corre el riesgo de que se olvi-
”den los fundamentos cristianos de la sociedad, r esulta cada vez más
”difícil la tar ea de preservar la dimensión tr ascendente presente en toda
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”cultura y de fortelecer el ejer cicio auténtico de la libertad individual
”contr a el relativismo . Esta situación r equiere que tanto la I glesia como
”los líder es civiles procur en que la cuestión de la mor alidad sea objeto de
”un amplio debate en el foro público . A este respecto, es muy necesario ho y
”recuper ar una visión de la relación entr e la ley civil y la ley moral que,
”tal como la propone la tr adición cristiana, también for ma parte del pa-
”trimonio de las gr andes tradiciones jurídicas de la humanidad (cfr .
” Evangelium vitae, 71). Sólo de este modo se pueden r elacionar con la
”v erdad las múltiples r eivindicaciones de “derechos”, y la auténtica natu-
”r aleza de la libertad puede compr enderse correctamente en r elación con
”esa verdad, que fija sus límites y r evela sus metas».
BENEDICTOXVI: Discurso al nuevo embajador extraor-
dinario de Zimbabue ante la Santa S ede, jueves 16 de junio.
L’Osservator e Romano, edición semanal en lengua española,
año XXXVII, núm. 26 (1905), 1 de julio de 2005.
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