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Número 455-456

Serie XLV

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José María Petit

IN MEMORIAMJOSÉ MARÍA PETIT
Hace unos meses, J orge Soley me comunicaba que J osé María
P etit estaba grav emente enfermo. T enía cáncer, de mal pronóstico,
aunque estaba animoso. Y o me encontraba preparando la XLIV
R eunión de Amigos de la Ciudad Católica, que finalmente cele-
bramos el pasado mes de mayo, en conmemoración anticipada
unos meses del centenario de la encíclica Pascendi, bajo la rúbrica
desde luego no complaciente de “la devastación modernista ”. En
este mismo número no sólo encontrarán la crónica, sino también
las actas. Como queríamos contar con la par ticipación del querido
amigo, le pr egunté a Jorge si le parecía razonable que lo llamase
para interesarme por su salud y al mismo tiempo invitarle a hablar
en la jornada. Así lo hice y encontré al J osé María de siempre. Algo
taciturno, pero viv az. Aunque parezca contradictorio. T ransmitía
también la ser enidad de siempre. Me agradeció la llamada y decli-
nó la invitación, pues con el tratamiento que iba a comenzar era
probable que durante algunos períodos no se encontrara del todo
bien, menos aún para viajar a M adrid. Pocas semanas después de
nuestra reunión el mismo Jorge Soley me transmitía la noticia de
su muer te. Juan V allet y yo –ante la imposibilidad de desplazarme
a B arcelona el 11 de junio, fecha señalada para la Misa por su eter-
no descanso, pues había de viajar a S anta Cruz de T enerife por
razones profesionales– telefoneamos al profesor Canals, su maestr o,
y el de toda la escuela, la filosófica y la teológica, y la cultural y
política, y la apostólica, pues sólo hay una, la Escuela del Corazón
de J esús, la que pr ocede del carisma fundacional del padre Ramón
Orlandis, de la Compañía de Jesús, para darle nuestro pésame más
sentido y rogarle lo hiciese llegar a la numerosa familia.
IN ME MO R IA M
Verbo, núm. 455-456 (2007), 371-374.371
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Muchas v eces hemos hablado y escrito, por activa y pasiva, de
la r elación entre los equipos intelectuales de VerboyCristiandad.
T ambién Canals lo ha recor dado en varias ocasiones. Y , obras son
amor es, lo hemos llevado a la práctica en las r euniones anuales de
amigos de la Ciudad Católica, fr uto en buena medida de la cola-
boración entre ambos, cuanto en ocasiones destacadas en la vida de
las obras de nuestros amigos barceloneses. Así, r especto a lo prime-
ro, F rancisco Canals comenzó a colaborar con nosotr os casi en los
primer os pasos de nuestra andadura y lo sigue haciendo hasta la
fecha. L uego, en un segundo momento, nos trajo a J osé María Petit
y J osé María Alsina, que forman parte igualmente importante de
nuestra vida intelectual y apostólica. Más adelante, mientras duró
su vinculación con la escuela, también tuvimos el gusto de contar
con E udaldo Forment. Y finalmente J avier Barraycoa y el mencio-
nado Jorge S oley, que ya han salido de la juv entud para entrar en
una madur ez fecunda, son habituales en nuestros trabajos. En el
medio, son muchos los amigos barceloneses que, de un modo u
otr o, vinculados a Scholano lo han estado o están menos con noso-
tros. D esde, por empezar con los fallecidos, el hermano de E ugenio
Vegas, Florentino, a José María Coronas y Manuel de Arquer. Pero
también, entre los felizmente en activ o, de Jope Echave-S ustaeta a
Oriol Anguera de Sojo. T ambién el mismo Paco Gomis que, cuan-
do S peiro reeditó el libr o de Canals Cristianismo y r evolución. Los
orígenes r ománticos del catolicismo de izquier da, redactó el prólogo.
Per o son otr os muchos los que esporádicamente han acudido a
nuestr os Congresos cuando se celebraban en Bar celona, de modo
que la nómina se alarga aún más: J uan Casañas, Vives Suriá,
Gerar do Manresa, J osep Maria M undet, etc. Del otro lado, en los
aniversarios señalados de la fundación de Cristiandad, o en los
homenajes a Canals, J uan Vallet y yo hemos acudido a hablar o
simplemente a estar pr esentes al lado de nuestros amigos. Sin olvi-
dar la colaboración con la F undación Elías de Tejada, tan ligada
también a Verbo, aunque sólo sea por la memoria de quien fue
nuestr o colaborador ilustre y por quienes hoy la componen, que
encargó a los amigos catalanes uno de sus pr oyectos más ambicio-
sos, a saber , la edición de las Narr aciones históricasde Castellví, que
una v ez culminada presentamos en la F undación Balmesiana.
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Desde luego que la relación estrecha y fraterna que tengo la satis-
facción de consignar no implica una identidad total de visión o de
vías de apostolado ni una simpatía universal entre todos. O bras dis-
tintas con acentos distintos no creo que deba exagerarse la identi -
dad. P ero, fieles ambas a la tradición de la Iglesia, con par ticular
aper tura a lo que significa la doctrina y la r ealidad del Reino de
Cristo, tampoco me parece conv eniente marcar las distancias.
En la cooperación dicha, J osé María Petit ocupaba un lugar
destacado. T ras Canals, y junto con Alsina, fue de los primer os en
llegar . Ahí están los índices de Verboy los programas de las reunio -
nes anuales de amigos de la Ciudad Católica para exhibirlo . Creo
no equivocarme, aunque escribo fuera de mi biblioteca y sin poder
comprobar lo que escribo, que en los últimos sesenta o en los pri-
meros setenta ya aparecen sus nombr es en nuestras páginas. Y
desde entonces hasta la fecha. Los últimos años, por causa de
hallarse Canals más retirado y Alsina engolfado en altas actividades
universitarias de gestión, y aun no habiéndonos nunca fallado nin-
guno de los dos, era J osé María Petit para nosotros el punto de refe -
rencia en Bar celona. Pero a lo anterior hemos de sumar otros empe -
ños también conexos en los que coincidíamos, tales como relevan -
temente la Sección Española de la S ociedad Internacional Tomás
de Aquino, de la que era vicepresidente mientras y o ocupaba
durante muchos años la secretaria. E n mi caso, me cumple aclarar,
por sola fidelidad al inolvidable padr e Victorino Rodríguez, O. P.,
que en su momento me encareció aceptase, y luego –tras su desa-
parición– por insistencia de Canals y el propio Petit, que veían con
cier ta pr eocupación, y no sin razón, el discurrir de la misma. El
proceder de José María, en todo momento, fue señorial y, para mí,
que por una serie de razones en absoluto buscadas ni queridas me
vi envuelto en algunas situaciones no ciertamente gratas, su apoyo,
junto con el de Canals, sostenidos durante el tiempo, hasta ahora,
fueron muy importantes. José María, ingeniero industrial, fue una vocación tardía a la
filosofía, pero se entr egó a ella con pasión. F ue hasta su muerte
catedrático de F ilosofía de la naturaleza del alma materbarcelonés
y entr e su producción escrita son de destacar un libro penetrante
sobre Augusto Comte y otro central sobre la filosofía de la natura-
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leza como “saber filosófico ”. Pero son sobre todo sus ar tículos en
Cristiandad y en Verbo los que he leído durante treinta años con
sumo deleite. Artículos en los que la filosofía se encontraba al ser-
vicio de la teología y ambas abier tas al amor misericordioso del
Corazón de J esús. José María, patrono de la F undación Balmesiana
y pr esidente de la F undación Ramón Orlandis, estaba en un
momento de singular profundidad. R ecuerdo perfectamente cómo
la última vez que le oí, en nuestra reunión celebrada en B arcelona
en diciembr e de 2005, estuv o particularmente incisivo . Así como
en sus dos artículos relativ os a las relaciones Iglesia-Estado y a si
puede existir una laicidad no laicista. Ese es el J osé María Petit que
conocí. El comunicador entre desor denado y chispeante, en abso-
luto conv encional, pero que llegaba al auditorio. Y el amigo gene-
roso. Cristiandad lo dirá con mejor es razones y más afinadas pala-
bras. P ero, desde aquí, desde Verbo, aunque nos consuele su desti-
no, no podemos dejar de llorar su ausencia. Confiamos en que
D ios, N uestro Señor , en su infinita misericordia nos hará llegar por
caminos que nos son ignotos, dones que suplan, y aun excedan, en
este combate para que Él r eine, los saberes y las acciones de su sier-
v o J osé M aría. D escanse en paz.
M
I G U E LAY U S O
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