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Número 457-458

Serie XLV

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Giovanni Cantoni, Francesco Pappalardo (a cura di): Magna Europa. L'Europa fuori dall'Europa

INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Giovanni Cantoni y Francesco Pappalar do (a cura di):
MAGNA EUROP A. L’EUROP A FUORI DALL ’EUROPA(*)
L e c t u ra de la obra
He aquí un libro fundamental de grande interés histórico
doctrinal. Di ez expositores reunidos en un seminario bajo la
d i recc ión de la Alianza Católica italiana. Es figura decisiva su
Presidente Gi ovanni Cantoni; la obra se despliega en tres par-
tes: la E u ropa que sale (fuera de la geográfica), E u ropa fuera de
E u r opa (en Asia, África, América y Oceanía) y E u ropa en su
e s t ructura actual.
La presentación del pro f. Cantoni adelanta la tesis esencial
que vivifica toda la obra: E u ropa no es un continente geográfi-
co sino una noción cultural (la que yo suelo llamar E u ropa del
espíritu); la grand e Eu ropa es el mundo nacido de la expansión
de los europeos (como los griegos de la Magna Grecia en el
mundo antiguo) (pág. 10) cuyo principio de unidad era el
imperio y el de diversidad el feudalismo. Bajo la inspiración de
Gonzague de Reynold podemos hablar de un doble m ov i m i e n-
to histórico: uno de transferencia de E u ropa en América y otro
de atracción de E u ropa sobre América (todos somos eur o p e o s ) ;
el m a re nostrum está siempre pero ahora es el Atlántico, de
modo que tras las diversidades nacionales está la unidad de
fondo occidental; esta unidad supone la distición entre g o b i e r-
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691Verbo,núm. 457-458 (2007), 691-715.
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(*) D’Ettor is Editori, Croton e, 2006, 470 págs.
Re p rod ucim os de la notable revista Argentina, Gladius (núm. 68/2007), el
comentario del Dr. Alberto Caturelli, también colaborador de nuestr a revista, sobre
este im portante libro dirigido por los ita lianos Cantoni y P a p p a l a rdo, que t ambién han
honrado Verbo con sus artícul os en va rias ocasiones (N. de la R.).
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no como visión orgánica del mundo y Estado que es una visión
mecanicista; por eso el “imperio” es antagónico al Estado porq u e
es “hegemonía política sin dominio”, unidad espiritual (como la
de la Cristiandad) lo opuesto a un estado universal pragmático.
Cuando hablamos del “imperio” suponemos la unidad de la
cristiandad subyacente en la Gran E u ropa: “la perspectiva
imperial, concluye Cantoni, no sólo supranacional sino tam-
bién superestatal, está implícita, latente en la versión cristiana
del mundo” (pág. 25). El primer estudio es de Luciano Benassi sobre el
“ D e s a r r ollo tecnológico y conocimiento científico en el
M e d i e v o” (págs. 33-57 ). Es un estudio muy oportuno pues des-
t ru y e la falsa imágen de la Edad Media refractaria a todo desa-
rollo tecnológico y científico. Por el contrario, el arado que
r e m u e v e la tierra, el uso del caballo, el nuevo sistema de culti-
vo de rotación trianual, la energía hidráulica, la tecnología
metalúrgica que en general dirigieron los benedictinos y, por
fin, haber puesto las raíces de la ciencia moderna (pág. 48 ss.)
y el aporte de las univ e r s i d a d e s .
Ivo Musajo Somma se ocupa de “la Eu ropa de Carlos V y
Felipe II de Au s b u r g o” (págs. 59-80 ); muestra cómo un sobe-
rano auténticamente europeo proyectó y realizó la idea de la
E u ropa supranacional, multicultural y cristiano-católica, simul-
tánea con la primacía del orden sobrenatural: a d o re t u r
Eu c h a restia in orbe univ e r s o. C o r onado Emperador por
Clemente VII el 24 de febre ro de 1530, Carlos V, re s p e t a n d o
las automías locales, piensa en la monarqía universal y, al
mismo tiempo que el luteranismo lacera la unidad re l i g i o s a ,
c o n c l u ye la conquista del N u e vo Mu n d o. Su hijo Felipe II
lucha por conservar la armonía de la Cristiandad, conv e n c i d o
de que el soberano existe para los pueblosno sólo de España sino
fuera de España, como lo ratifica la victoria de Lepanto el 7 de
o c t u b re de 1571. El autor repasa las guerras de Flandes e
Inglaterra, la ausencia de Francia y el inmenso esuerzo de
Felipe II y las Españas contra el protestantismo y el Islam, con-
solidando la Cristiandad de un orden civil fundado en las liber-
tades concretas (pág. 79).
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Ignacio y Ugo Cantoni cierran esta primera parte; el pri-
m e r o con un estudio sobre el Ratio stodioru mde la Compañía
de Jesús (págs. 81-92) y el segundo con un ensayo acerca de las
reglas del jus in bello en relación con el tipo de armamento.
Respecto de la guerra moderna, el número de víctimas de esta
aumenta de modo excepcional (pág.98). Pasamos así a la segunda parte sobre Eu ropa fuera de
E u r opa que comienza con el excelente estudio del historiador
Francesco P a p p a l a rdo sobre “La expansión europea del siglo
XIV al siglo XIX”. En el extenso recorrido el autor muestra “ e l
tránsito de un mundo compuesto de realidades cerradas a un
u n i ver so en el cual grandes áreas geográficas, numer o s í s i m a s
poblaciones y civilizaciones diversas antes aisladas entran en
c o m u n i c a c i ó n ” (pág.104); lo cierto es que trata de “la explosión
a escala mundial de la Cristiandad latina” ( Pi e r re Chaunu, pág.
106) con hitos clave como la Toma de Granada (2-1- 1 4 92 ), la
exploración del Océano Índico por los portugueses, el descu-
brimiento de América (12-10-1492), la epopeya misionera
hasta el viaje de Magallanes concluído por Juan Sebastián de
Elcano, la conciencia de la existencia de un N u e vo M u n d o
como continente autónomo separado de Asia, así mostrado por
el mapa de Giacomo Gastaldi (1565) (pág. 129). Con vi va c i d a d
atrapante se describen los viajes de los españoles, de los holan-
deses, del inglés Cook y del francés Bougainville (págs. 130-
136) que muestran la expansión no solo geográfica y económi-
ca sino religiosa y cultural de Eu ropa en el mundo.
G i o vani Cantoni expone el tema “La conquista de
Ib e roamérica (1492-157 3): los protagonistas, las modalidades y
los pro b l e m a s ” (págs. 139-18 5. Se trata de una excelente sínte-
sis que comienza en 722 con la batalla de Covadonga, la re c o n-
quista de la Península Ibérica finalizada en 1492 y la Co nquista
y evangelización de Ib e roamérica (1493- 1573) . Se detiene en la
obra de los Re yes Católicos, en el carácter del conquistador y la
misionalidad católica de la empresa; dedica páginas sintéticas y
e j e m p l a res sobre las comunidades precolombinas (los conquis-
tados), las “ c a p i t u l a c i o n e s ” por las cuales se transfería al N u e vo
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Mundo “aquel particularismo medieval que en la madre patria
se intentaba superar” (pág. 165) y la “e n c o m i e n d a” semejante al
feudo medieval y a la señoría castellana en la cual se re a l i z a b a
“una protección de la propiedad de los indios más allá de los
limitados derechos reconocidos a los campesinos en la E u r o p a
m e d i e v al (J. Dumont, págs. 167-168). P e ro lo esencial fue la
e vang elización que Cantoni describe magistralmente utilizando
bibliografía de autores aquí menos conocidos (como Chaunu,
Powell, Dumont y otros más familiares como Correa de
O l i veira, Ga rcía M o rente, E y z a g u i r r e, Morales Padrón); tam-
bién me hace el honor de citar la traducción italiana (1992) de
mi libro El Nu e vo M u n d o.La penetración histórico-doctrinaria
no puede ser mejor. Paolo Ma z zer anghi se ocupa de “Las tres colonizaciones de
América septentrional” (pág. 187-212 ). El autor comienza con
una br e ve pero precisa re f e rencia a los grupos indígenas ante-
r i o r es y encara las tres “ c o l o n i z a c i o n e s” europeas: la española y
mexicana hasta la toma de México por los Estados Unidos en
1848; la francesa que comenzó buscando el inexistente paso
N o roe ste en lo que es hoy Canadá; sin entrar en los detalles nos
p a r ece muy justo destacar la labor evangelizadora de francisca-
nos y jesuítas y sobre todo la obra del beato François de La va l
de M o n t m o r ency que fué vicario apostólico en Canadá en 1658
(pág. 197). Después de la guerra de los Siete Años y de la caída
de Quebec y de M o n t real en manos británicas (1758 -1760)
cesó la presencia francesa en América del N o rte. La t erc e r a
colonización fué la británica que el autor hace remontar a la
p rob able exploración de Caboto en 1497. Sin entrar en deta-
lles, los futuros Estados Unidos re c i b i e ron el dominio cultural
del puritanismo (presbiterianos y congregacionistas) (pág. 204-
206; este influjo fue caracterizado por el gran católico inglés
Edmund Bu rke que M a z zeranghi transcribe: “toda forma de
Protestantismo, aun la más fría y pasiva, es una forma de dis-
c e n s o . P e ro la religión que predomina en nuestras colonias sep-
tentrionales es un refinamiento del principio de resistencia: es
la disidencia del discenso y la protesta de la misma religión pro-
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t e s t a n t e” (pág. 206; discurso del 22-3-1975). Este espíritu
comanda la política británica con los indios (cf. págs. 209-211).
El mismo Paolo Ma z zeranghi traza la historia de la guerra de
la Independencia de los Estados Unidos (1776-1793) y de la
Guerra Civil (1861-1865), (págs. 213-242). Es de gran interés
su crítica a la común opinión acerca de la Guerra Civil: el N o rt e ,
centralista aborrece a un Sur agrario y caballeresco, que, a su vez ,
detesta al N o rte adorador de los negocios y la industrialización.
Ha recorrido el mundo una campaña que hace del Sur un
mundo esclavista; Ma z zeranghi rectifica y tambien r e c u e rda el
pasable modus vive n d i de los sureños con los pieles rojas y no
olvida que fue allí donde comenzó a aplicarse el inhumano con-
cepto de la “guerra total”, Así lo hizo el N o rte tal como lo expli-
caba el Gral. Sheridan en texto transcrito por Ma z zeranghi: “Es
difícil doblegar a un pueblo de combatientes resueltos y va l i e n-
tes; pero haced pasar hambre a sus mujeres y a sus niños y v e r é i s
caer los fusiles de las manos de los soldados” (pág. 238). Es excelente la minuciosa exposicón de Sa n d ro Pe t ru c c i
s o b r e “El Asia po rt u g u e s a”(pág. 243-291 desde la llegada de
Vasco da Gama y el reconocimiento de los cristianos del
Apóstol Santo Tomás (pág. 246 ss.) hasta las grandes figuras
como Francisco de Almeida y Alfonso de A lburq u e rque funda-
d o res del “ Im p e r i o ” en Asia; Goa no sólo fue la capital (pág.
273 ss.) sino el centro de irradiación misional; pone de re l i e ve
la admirable obra de San Francisc o Ja v i e r, del P. Matteo Ricci y
Johann von Bell. El autor estudia todos los detalles hasta nues-
t ro tiempo.
Nos v o l vemos a encontrar con Paolo Ma z zeranghi para
seguir con él la historia de “Sudáfrica: el encuentro en África
austral de dos fragmentos de E u ro p a” (pág. 293). Re c o m i e n d o
al lector fijar la atención en las diferencias esenciales entre los
boers cuya fidelidad literal a la Escritura por lo menos no deja
espacio al racismo y el carácter británico que conduce a la gue-
rra total y a los primeros campos de concentración (págs. 305,
310-311). La Unión sudafricana comprende las dos re p ú b l i c a s
boers y las dos antiguas colonias británicas (Cabo y N a t a l ) .
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De la historia apasionante de “Las Filipinas españolas
Ex t r emo Oc c i d e n t e ” (págs. 313-360) se ocupa Sa n d ro Pe t r u c c i
desde la llegada de Magallanes (1521) hasta la pérdida de las
Filipinas depués de la Guerra de España con los Estados U n i d o s
en 1898 . P r i m e ro Cebú (1565) , luego Manila (1571) y el
Pacífico como el lago español cuya ruta de re g reso a México
( Aca pulco) fue descubierta por Andrés de Urdaneta en 1565.
P e t r ucci describe la imensa y hermosa obra de España desde la
N u e va España: la organización municipal, como la diócesis de
Manila, dependió de la de México hasta 1595. La labor misio-
nera hizo de Filipinas la mas bella flor de la Cr i s t i a n d a d
Oriental. España se entregó entera a la obra más importrante de
la iglesia en Oriente; aquí no más “ e x t remo O r i e n t e” “s i n o
e x t r emo Oc c i d e n t e ” .
V o l vemos a leer a Paolo Ma z zeranghi que estudia un
mundo diametral diverso: “Australia: el hombre europeo a la
conquista de un «mundo vacío»”(págs. 361-38 1). Después del
descubrimiento geográfico, hay que esperar a 1780, año en el
cual Australia interesa a alguna potencia europea; la primera
población conformada por deportados de Inglaterra (entre
1788 y 1868) fue de 162.000 personas; dos civilizaciones se
e n c o n t r a ron: “de un lado una civilización de la edad de Pi e d r a ,
del otro una civilización europea moderna en ple na Re vo l u c i ó n
Científica e industrial” (pág. 368); esta “sociedad de fro n t e r a”
que se desarroll a de la nada es quizá el más extremo trasplante
de E u r o p a .
Por último G i ovanni Cantoni dedica cuarenta y seis her-
mosas páginas a la “Independencia política i bero a m e r i c a n a
(1807-1826 ): de la «reacción industrial» a la guerra civil” (pág.
387-430). El autor muestra gran conocimiento y adhesión a la
mejor bibliografía comenzando por L’ America e le Americhe d e
Pi e r r e Chaunu y la de tantos autores iberoamericanos como
Icaza Tigerino; no es común encontrar en inv e s t i g a d o res de la
E u ropa geográfica esta comprensión inteligente que rompe con
el esquema convencional y falso de la Independencia; sobre la
base de la distinción de Morales Padrón entre “ e m a n c i p a c i ó n ” ,
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“ i n d e p e n d e n c i a” y “re vo l u c i ó n ”, se debe hablar de “indepen-
dencia política” forjada desde los principios del S a c ro
Hispánico Imperio vivificado por las instituciones mediev a l e s .
Como nosotros, Cantoni distingue también una “historia ofi-
c i a l ” de una “historia v e r d a d e r a” que muestra la empresa india-
na como la hija póstuma de nuestro medioveo fundador de un
“feudalismo amerindio” cuyos cimientos los pone la Ig l e s i a
Católica. So b re todo en instituciones básicas como el “ c a b i l d o”
autónomo, la encomienda y la universalidad que no destr u ye
sino que alimenta lo típico y local. La Independencia del N u e vo
Mundo trasatlántico, tan bien descrito por mi querido amigo
José P e d ro Ga l v
ão de Sousa, compuesto por los “reinos de ultra-
m a r ” ( L e v ene) se produce como una gran guerra civil. La crisis
de la M o n a rquía que con los Borbones se vuelve despótica e ilu-
minista, explica la independencia porque como suele decir
s i e m p re, los reinos de ultramar, en el siglo XVIII permaneciee-
ron más hispánicos que España. En este sentido, la exposición
de Cantoni es ejemplar y nos r e c o n f o rta y aliente.
La obra concluye con la descripción actual de la E u ropa M a g n a
y sus vínculos institucionales formales e informales: Flavio F a v ro se
ocupa de los “organismos político-militares de la E u r o p a
C o n t i n e n t a l ” (págs. 445-455 ).
Balance de la lectura
He aquí la idea esencial: Magn a Eu ro p a ,es decir, la Eu ro p a
fuera de E u ropa. La Eu ropa pequeña (sólo pequeña físicamen-
te) es la E u ropa “c l á s i c a” fundada por las tres penínsulas
m a d res: Grecia, Italia, e Iberia. Aquella E u ropa clásica se expan-
dió por el norte de África, Egipto, el Asia Menor y, con
A l e j a n d r o, hasta la India. El m a re nostrum está cerrado por el
Oriente y abierto en Occidente allende las Columnas de
H é rcules . Por eso, las islas Canarias fueron para Castilla la pla-
taforma de lanzamiento hacia el inmenso segundo M editerráneo.
La Eu rop a clásica, transfigurada por la implantación del
Evangelio, fue la Cristiandad que sufrió la primera ruptura por
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la Reforma protestante en el siglo XV. Luego la Magna Eu ro p a
supone la E u ropa m i n o r, p e ro m i n o r solamente por el tamaño,
maior por su nobleza intrínsica. No hay Magna Eu ropa sin la
E u ropa de la Cristiandad: m e re f i e ro a la E u ropa cristiano-cató-
lica cuyo ideal es implantar el i m p e r i u mcatólico en el mundo.
Como bien lo enseñan los autores del libro que comento, fue el
ideal de los R e yes Católicos, Carlos V y Felipe II. Tiene gran
i m p o rtancia que un grupo de europeos (de la E u ropa geográfi-
ca) así lo comprendan y lo difundan con la madurez del espí-
ritu europeo (la E u ropa del espíritu).
Después de la lectura meditada de esta obra, creo que se
pueden aceptar las distinciones formuladas por los aut ore s ,
aunque con algunas observaciones doctrinales. La E u ropa f u e ra
de la Eu rop a quiere de cir fuera de la E u ropa geográfica; porq u e
una vez establecido el espíritu europeo en diversas partes y con-
tinentes del planeta, en cierto modo es Eu ropa ahora d e n t ro d e
E u r opa. Personalmente los americanos somos hijos de la
E u ropa del espíritu; absolutamente americanos y, por eso mismo,
esencialmente europeos, no “ e u ro p e í s t a s” bastardos que sólo
han superpuesto o adicionado extrínsecamente a América lo
que ellos creen “ e u r o p e o ” .
Si identificamos lo europeo esencial con la E u ropa clásica
y la Eu rop a Cristiano-Católica, existe una E u ropa e s e n c i a l y
una Eu rop a m i n o ra d a ; en este sentido, P o rtugal es más E u ro p a
que Finlandia. Análogamente, si seguimos el desarrollo apasio-
nante del libro Ma g n a Eu ro p a , es posible hacer algunas distin-
ciones: la E u ropa del Espíritu, “ f u e r a” de la Eu ropa o mejor,
que p a r t e hacia fuera de la Eu ropa geográfica, funda la Ma g n a
E u ro p a en la cual podemos distinguir:
a) I b e roamérica (que naturalmente incluye Br a s i l ) ,
Filipinas, Goa... son E u ropa fuera de la Eu ropa geográfica. Así
como en la península luso-hispana, después de la Re c o n q u i s t a
se hablaba de “las Españas”, los inmensos países i bero a m e r i c a-
nos eran las Españas de ultramar, “los reinos de Índias”. Este
espíritu medieval y católico, hace de Filipinas una suerte de
p rov incia del reino de la N u e va España: un mejicano, un mala-
yo, un centro o sudaméricano eran tan súbditos de la C oro n a
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española como un gaditano o un aragonés. Esta Eu ropa, por
p ropio derecho es una Eu ropa m a i o r .
b) Sudáfrica, Estados Unidos, Canadá británico, Au s t r a l i a ,
nacidos de la E u ropa ya herida por la Reforma y degradada por
el iluminismo pragmatista es sí E u ropa, pero es E u ropa m i n o r .
En aquellos territorios no fue posible el proceso eva n g e l i z a d o r
pleno que, a la vez, desmitificando la cultura primitiva y con-
s e r vándola, la transfiguró en el ser nuevo de su ser cristiano. Esta
E u r opa minor es ya víctima del proceso de secularización de la
E u r opa esencial.
Hoy somos protagonistas de una inmensa tragedia: la apos-
tasía de la E u ropa del espíritu, que equivale a un suicidio his-
tórico, deja como huérfanos a los europeos de “ f u e r a” de
E u r opa y los europeos de la Magna E u ropa piensan que quizá
la Providencia quiere que parta de la Eu ropa “de fuera” (geo-
gráficamente) la nueva evangelización del Viejo M u n d o. Pa r e c e
necesario un quinto viaje de Cristóbal Colón que lleve misio-
n e ros de la fe de Cristo al Viejo Mundo para que Eu ropa sea
n u e v amente s ím i s m a .
Debemos agradecer a este grupo de inv e s t i g a d o res italianos
y especialmente a Gi ovanni Cantoni, una obra que tiene la
s u p r ema gentileza del espíritu: nos hace pensar.
ALBERTOCATURELLI
Julio A. Gonzalo González: CURSILLOS DE CRISTIAN -
DAD (ORIGENES Y PRIMERA EXP ANSIÓN) (*)
La aparición y difusión en España de los Cursillos de
Cristiandad constituye un hecho digno de estudio dentro de la
Historia de la Iglesia en el siglo XX. El profesor Julio Go n z a l o ,
I N F O R M AC IÓ N BI B LI O G R Á F I C A
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(*) EDICEP , Colección T estigos, Valencia, 2006, 151 págs.
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