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Número 463-464

Serie XLVI

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Hans Küng: Memorias. Libertad conquistada

no es original el planteamiento ni es esa la pretensión del autor. Al
rebufo del éxito del britanico, y siguiendo su esquema, Alzola con-
cr eta los males del momento, aquí y ahora, en diversas cartas en las
que van desfilando, por ejemplo, la mentalidad New A ge, el mito
de la tolerancia, la falta de ideal, el consumismo, la campaña de
despr estigio a la Iglesia, el sexo y la ideología de géner o, los teólo-
gos arriesgados cuando no heterodo xos...
Y de paso, como contrapunto: la I glesia, la Eucaristía, los
E jercicios Espirituales, la Comunión de los S antos, la Virgen...
T odo ello, por supuesto, desde la fe en D ios, la creencia en el
D emonio y la cer teza de la resurr ección.
Libro que todos pueden entender y que además está sembrado
de notas a pie de página para que hasta el desconocedor de la reli-
gión católica, que cada vez son más, puedan enterarse de todo lo
que se dice. No dudo en recomendar su lectura. A provechará a todos. A los
que saben y a los que no . Y les hará pensar.
Sólo una advertencia. N o puede compararse con la obra genial
de la que toma método, estilo y hasta nombr e. Se equivocaría
quien eso pr etendiera. Le wis es modelo y pretexto . Nada más.
Alzola no es Lewis ni pr etende serlo. Pero ha escrito un libro inte-
resante e importante. D e muy fácil lectura y muy actual.
F elicito por tanto al autor . Y quienes se decidan a adquirirlo no
v an ha perder el tiempo ni el dinero.
F
RANCISCOJOSÉFERNÁNDEZ DE LACIGOÑA
Hans Küng: Memorias. Libertad conquistada (*)
Hans Küng es quizás el teólogo más famoso de nuestro tiem-
po, pues debido a su posición fronteriza o heterodoxa del catolicis-
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(*) Ed. Trotta, Madrid, 2004, 619 páginas.
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mo, ha gozado siempre del mimo de los medios de comunicación
en general críticos con la actitud de la Iglesia.En principio los teólogos me causan cierto r ecelo, pues me
parece una aspiración titánica el pr etender una ciencia de Dios, uti-
lizando como instrumento fundamental la razón. La mayoría de las memorias deberían sustituir este título por el
de “justificación”, pues el autor parece pretender justificar una serie
de actuaciones, más que distanciarse de los hechos en los que han
p a r ticipado o presenciado, para presentarlos con cierta perspectiv a .
Aún así, con un esfuerzo suplementario del lector, las memorias sir-
ven para comprender la época, incluso cuando hay tergi ve r s a c i o n e s .
Ante mi deficiente formación teológica, tenía dudas de realizar\
la reseña de esta obra, pero pienso que no era sólo para especialis-
tas, pues considero que puede entenderse con una formación bási-
ca. A un así, tengo que guiarme por la atmósfera que desprenden las
reflexiones y afirmaciones que hace a lo largo de la obra entr emez-
cladas con el relato de anécdotas de su vida y que me da la sensa-
ción de rebasar frecuentemente la línea de la ortodoxia. Küng, nacido en 1928 en S ursee (Suiza alemana), es contem -
poráneo de Benedicto XVI (1927), con el que cr uza sus caminos
repetidamente. El relato maquillado o idealizado comienza en la infancia y ado-
lescencia al imaginar una Suiza orgullosamente independiente
durante la II Guerra Mundial, cuando su realidad, como la de S u e c i a ,
es la de un país que colaboró con el III Reich alemán y se aprov e c h ó
económicamente de ello, no solo vendiéndole armas y toda clase de
material técnico, sino incluso permitiendo el paso libre a través del
país. Al mismo tiempo se inventa un peligro de invasión que nunca
existió, entre otras cosas porque Alemania consiguió todo lo que pre-
cisaba de Suiza sin disparar un tiro. ¿Qué ventaja tiene esto en unas
memorias? La respuesta es que con ello pretende un paralelismo con
su aparente independencia y libertad intelectual y personal. En el recorrido de sus recuerdos resulta de sumo interés la des-
cripción de la rigurosa formación que se impar tía en el colegio ger-
mánico en R oma en los años 50, que el autor parece considerar
básicamente acer tada.
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Deja la sensación de que su problema fundamental fue y es el
de la soberbia intelectual, entr elazada por una etapa de formación
en la que estaba de moda la fascinación por S artre y Marx como
prototipos a los que el pensamiento de la Iglesia debía acercarse. Ese orgullo intelectual se trasluce numerosas veces, y valga de
ejemplo la forma despectiv a en que se refiere a Juan P ablo II cuan-
do estuv o estudiando en Roma: “E n el Angelicum se está prepa-
rando también en estos años para un doctorado en teología un tal
Kar ol W ojtyla. E n la Gregoriana, que fue adonde primero se diri-
gió, había sido rechazado ” (pag. 111).
La crítica a los Papas que conoció (Pío XII, Juan XXIII,
Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI), son constantes y
más o menos solapadas. Incluso los elogios a Juan XXIII están
acompañados de una relación de críticas que prácticam ente
desmienten todo el elogio y eso ya comenzando por el comen-
tario sobre su elección: “[...], mi director de tesis doctoral
Louis Bouyer me había predicho que el próximo Papa sería
Roncalli. ¿Por qué? P o rque es «j ovial, piadoso y no demasiado
i n t e l i g e n t e »” (pag. 227). Para finalizar, en la pág. 233 y sigs.,
enumera una serie de err o res del Papa, con lo que parece justi-
ficar la razón por la que el Concilio no se desarrolló como él
p re t e n d í a . Las continuas críticas al desarrollo del Concilio parecen quer er
justificar las razones por las que no se desarr olló según su diseño.
C ríticas que por cier to se extienden al Concilio V aticano I y a la
definición de la infalibilidad del P apa. A su vez los intérpr etes que
utilizan como bandera el Concilio V aticano II parece que quieren
atribuirle a este, no ya lo que pr etendía Küng, sino lo que les gus -
taría que pr etendiera.
Estas memorias, leídas con cautela y de manera crítica, cr eo
que contribuyen a clarificar las razones de la influencia en la Iglesia
de una imagen del Concilio V aticano II que nunca existió, pero
que sin embargo una persistente labor de intoxicación de un sector
importante e influyente de teólogos de segunda fila y miembr os del
cler o hicieron pasar por auténtica y pr opiciaron la crisis de la Iglesia
en los tr einta años siguientes
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No sé si a Küng se le puede tratar de modernista, per o lo cier-
to es que leyendo el ar tículo de José Miguel Gambra (Verbo 455-
456), me recor dó al teólogo al leer: “N o niega abiertamente nin-
gún dogma. U n modernista y un fiel [...]. Ambos conocen lo
mismo, pero para uno el magisterio es un especie de no vela, mien-
tras que para el otro es más cier to que un tratado científico.” (pág.
412). Las memorias, como he dicho, son en buena parte un rosario
de lamentaciones y la muestra de la fr ustración del autor, de por
qué el Concilio Vaticano II no se desarr olló como él quería y se
plasmó en unas conclusiones y documentos conser vadores y conec-
tados con la T radición de la Iglesia. E n este caso, son a la vez tris-
tes e irritantes. T ristes porque dan la sensación de alguien que sigue
sin encontrar su camino, e irritantes por ese empecinamiento en
modificar el pasado para justificar una vida en nombre de la liber -
tad de conciencia.
A
NTONIO DEMENDOZACASAS
Joseph Ratzinger: “MIREMOS AL TRASP ASADO”(*)
El título del libro – Miremos al tr aspasado– ya nos está indi-
cando su argumento, pues la lanza del soldado nos pone al descu-
bier to el corazón herido de Cristo que no es sólo un órgano físico
vital sino también el centro de toda su vida interior donde radican
sus sentimientos, afectos, ideales, etc. P or eso, ha sido llamado
como el misterio de los misterios.
J. Ratzinger nos proporciona, en la primera parte del texto, una
magnífica teología de la devoción al S agrado Corazón de Jesús,
titulada “F undamentación teológica de la cristología espiritual”,
seguida de dos apar tados que prolongan el desarrollo teológico
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(*) Fundación S an Juan, M adrid, 2007.
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