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1975

La sociedad a la deriva

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El mito de la reforma de estructuras

m, MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTURAS
POR
EsTANISLAO CANTERO.
"... No se edifica,:á la ciudad de un modo distinto a como Dios
la Iui edifica.do ... ; no, la civilización no está por inventar, ni la nue­
va ciudad por construir en las nubes. Ha existido, existe: es la ci'l'i­
lización cristiana,
es la ciudad católica. No se trata más que de ins­
tauratla
y restaurarla, sin cesar, sobre sus fundamentos naturales y
divinos, contra los ataques siempre nuevos de la utopía malsana, de
la revolución y de la impiedad: omma mst-ar• in Christo"" (1).
En estas palabras de San Pfo X, que sintetizan de modo admira­
ble la dorrina social de la Iglesia, y que VERBO no ha cesado de re-.
cordar, se encuentra tanto el diagnóstico de ilos males de la sociedad
actwd como su remedio, lo que constituye el tema de la actual Re­
unión y, especialmente, la solución a la poneucia que por encargo de
nuestro
común maestro y amigo Juan Vallet, me toca desarrolla,r acer­
ca del
lllito de la reforma de estructuras.
El mito de la reforma de estructuras ... (2). ¿Por qué este títu­
lo para
una pooencia en el marco de la temática de esta XIV Reunión
de amigos de la Ciudad Católica?
¿ Es la reforma de estructuras una de las raíces de los errores de
la sociedad actual?
(1) San Pío X: Notre charge apostolique, I, 11, en la BAC,.Doctrina
pontificia: Doaunentos pollticos, Madrid, 1958, pág. 408.
(2) Por su interés en torno a este tema, cfr. Juan· Vallet de Goytisolo:
Dalos
y notas sohre el cambio de estr11ctJ1ras, especialmente el estudio Cris­
tianismo marxista, ed. Speiro, Madrid, 1972, o en Verbo núm. 107-108,
agosto-septiembre-octubre 1972,
También, Miguel Poradowski: La teologia de la liberación, Verbo, nú­
mero 128-129, septiembre-octubre-noviembre 1974; o en edición separada,
Speiro, Madrid, 1974.
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ESTANlSLAO CANTERO
Y si lo es, ¿por qué y en qué consiste?
O acaso, por el contrario, ¿no se saneará la sociedad precisamente
mediante la reforma o el cambio de estructuras?
Por que si la sociedad está a la deriva, como realmente ocurre,
podr/4 parecer (como se esfuerzan en hacernos creer los propugna­
dores del mito) que para recobrar y mantener el rumbo, rumbo que
debe conducir a los hombres a Dios,
para lo cual es necesario. que
se vea favorecido
por una sociedad cristiana ( en contra de lo que
los mismos defensores del
mito se esfuerzan en hacemos creer), de­
bería ser necesario reformar
e incluso cambiar las estructuras de la
sociedad. Dicho de otro modo: ¿no será
que la sociedad va a la de­
riva precisa.mente a causa de sus estrucruras, y, en consecuencia, éstas
ha de ser reformadas y aun cambiadas?
La respuesta a tales interrogantes está condicionada y viene de­
terminada
por una cuestión filosófica; más aún, teológica, pues, como
recordaba Donoso Cortés (3), "toda afirmación relativa a la sociedad
o al gobierno supone una afirmación relativa a Dios; o lo
que es lo
mismo, que toda verdad política o social se convierte forzosamente
en una vemad teológica",
El
plantear tales interrogantes, pot tanto, no significa dudar de
la
respuesta. Las palabras de San Pío X con las que comenzarnos, y
la afirmación donosiana, que
en el fondo vienen a significar lo
mismo, no dejan lugar a dudas.
Pero
en la sociedad a la deriva, en la que el "insensato" de nues­
tros días -tan magníficamente descrito por Rafael Gambra ( 4)­
casi representa al hombre "normal", la duda, unida a la falta de for­
mación (5) ha venido a constituir uno de los motivos pot los que
hoy se ha generalfaado la idea de la necesidad de la reforma y el
cambio
de estructuras, constituyendo uno de los más graves errores
de la sociedad actual. El "insensato" con su constante "¿por qué no?",
(3) Juan Donoso Cortés: Ensayo sobre el catolicismo,, el liberalismo y
el socialismo, Espasa-Calpe, col. Austral, 2.ª ed., Buenos Aires, 1940, pági­
na 13.
( 4) Rafael Gambra Ciudad: El silencio de Dios, ed. Prensa .Española,
Madrid, 1968.
(5) Cfr. Estanislao Cantero: La mala conciencia en los cristianos y la
marcha inrreversible hacia el socialismo, Verbo, núm. 103, marzo 1972.
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EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTURAS
que considera posible todo lo absurdo, al tiempo que pa:rece compla­
cerse
en rechazar lo que no lo sea, ha terminado por convencerse de
que
ya no cabe dudar, y ha llegado a la conclusión indiscutible, in­
dudable, de que la buena o
mala marcha de la sociedad depende ex­
clusivamente, o · al menos primordialmente, de sus estruaw:as.
¡ He ahí el mito!
El mito
swrge cuando la idea de que de las estructuras depende
"todo", se convietre en la única, iba a decir verdad, lo que no es
cietto, pues la veroad se rechaza, se convierte, por tanto, en lo único.
que el hombre y la sociedad admiten,. con un dogmatismo realmente
cetri[, en una época que se caracteriza por rechazar y pe,seguir todo
dogmatismo,
peto todo dogmatismo verdadero, y aun la noción mis­
ma de vetdad (6).
Como el
tema de esta ponencia es amplísimo, prescindiremos en
todo lo posible de aquellas
cuestiones que se tratan en las demás
ponencias,
las cuales afectan profundamente a la formación y exis­
tencia
de este mito, pues sin los demás errores que a lo largo de esta
Reunión serán expuesros, no podría existir, pues es consecuencia de
ellos;
ni tampoco el mito del cambio de estructuras, en que el pri­
mero desemboca necesariamente; es decir, la revolución permanente,
la revolución por la revolución.
La idea básica que encierra el mito de la reforma de estructuras,
lo hemos indicado ya, es la dependencia de la sociedad y del hombre
de
las estructuras.
Pero ¿cómo es posible llegar a esta conclusión determinista, en la
que la libertad del hombre no tiene cabida?
( 6) La p,imacía absoluta de las estructuras eclipsando de modo perma­
nente y completo a los hombres es u'na idea típicamente marxista, e indica.
el grado en que ha sido asimilado el marxismo aun p~r quienes se consi­
deran contrarios a él, que incluso lo combaten en determinadas realizacio­
nes prácticas como el comunismo, pero, sin embargo, no se oponen realmente
a él, pues admiten algunos de sus postulados fundamentales, como ocurre
con éste.
En torno a la cuestión de la admisi6n más -o menos consciente de deter­
mina.das tesis marxistas por quienes no se consideran tales, cfr. José Gil Mo­
reno de Mora: ¿Es usted marxista?, Verbo, núm. 7'-16, mayo-junio-julio
1969.
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BST ANISLAO CANTERO
Ante todo, es neresario rerordar que su origen y su causa prin­
cipai se encuentran en el pecado original y en nuestros propios pe­
cados. Hoy, esta verdad irrebatible, en el mejor de los casos, es to­
mada a chacota; ruando no se considera merecedora de-tratamiento
psiquiátrico.
El error surge porque debido a nuestra naruraleza caída, nuestra
voluntad peca rompiendo el orden de la namraleza creada por Dios.
Hoy,
en cambio, vemos que se admite y hasta se aplaude una con­
cepción
tan monstruosa como la que supone que el origen de taras
y represiones se encuentra en la religión católica.
¡ Herejes que se dicen católicos! Al afinnar que el mal surge de
la prohibición ( es deci<, que lo que es malo lo es porque está prohi­
bido),
en lugar de que se prohibe porque es malo, la misma noción
de pecado
termina por desaparecer, como consecuencia de la nega­
ción
de un orden creado por la inte'ligencia divina, pues la primera
negación lleva ínsita
la segunda.
En
efect0, si algo es malo porque está prohibido, basta eliminar
tal prohibición
para hacer bueno fo malo. El voluntari&mo que tal
afirmación encierra, supone afirmar que
el orden de la creación no
obedece a una voluntad inteligente;
en consecuencia, la voluntad, si
así lo quiere, puede ordenar lo ,que ayer prohibió y viceversa; lo que
lleva a negar
la existencia de un orden creado por Dios, como quiera
que
no puede existir si no hay una inteligencia ordenadora, en virtud
de la cual se adecúen las cnsas a su fin propio, el cual en tal concep­
ción
tampoco tiene cabida.
Al señalar la ininteligibilidad del universo, ya sea porque no
existe
un orden narurai ya porque si existe no lo podemos conocer,
los actos humanos y
la organización de la sociedad han de confor­
marse de acuerdo con nuestras propias construcciones menta1es, que
ahora, además, se imponen por la fuerza, consecuencia de negar la
subordinación de la voluntad a la inteligencia, la coa[ debe leer en
la
naturaleza, descubriendo el orden que Dios ha creado.
Vo!untarismo,
nominalismo, idealismo. y racionalismo, que unido
a la triple intoxicación rousseauniana que empapa a la sociedad e im­
pera en la actua,Jidad, llevan como desenlace al mito de la reforma
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EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTUII.AS
de estrucmras; y de este al mito del cambio de estructuras, por medio
del marxismo
a que aquellos conducen.
Estas caractrerísticas son comunes a ias diversas manifestaciones
del miro; porque el miro, a nuestro juicio, tiene tres manifestaciones
principales:
En primer lugar, una reforma de estructuras que propugna una
sociedad de corre democrático, libend y capitalista. La volunmd ge­
neral y el contrato social son bases ,indiscutidas de la misma.
En segundo lugar, una reforma de esttuctutas que propugna una
sociedad socialista,
pretendidamente no marxista. El igualitarismo,
proporcionado por un Estado que absorbe rodas las funciones pro­
pias de los cuerpos intermedios que forman la sooiedad, es su meta.
En tercer !ugat, una reforma de esttucruras que propugna un
mundo abwlutamente nuevo, marxista. La transformación continua,
el cambio permanente, el cambio por el cambio, la praxis, constituye
el único eje en tomo al cual se configura la sociedJid.
Aun sin detenernos en este punto, DO hay que cJlvidar que estas
tres concepciones estan esttocbamente ligadas,· de tai modo que la
primera conduce a la segunda, y ésta a la tercera, puesto que los
postulados de cada una de elllls desemboca en la siguiente, lo cual
no es solamente una cuestión doctrinal, puesto que en la práctica
los hechos lo corroboran a posteriori (7). Por eso, no hay que caer en
un
error que puede ser fatal, al considerar que el único peligro que
acecha
a la sociedJid está en la reforma de estructuras de cacicter
marxista, que si es el mis grave, quizá para ios españoles, DO sea
(7) CTr. Jean Ousset, El ma,.xismo-!eninismo,-en especial El marxismo
heredero del liberalismo, Speiro, Madrid, 1967, pág. 38-41.
Cfr. Arthur_ Koestler en parecido sentido, que afirma: «... me parecía
que la Rusia comunista recogía la antorcha que los liberales de la casa
Ullstein habían abandonado . . . Para mí, , niJ había interrupción -sino con ti~
mlldad lógica entre el modernismo de Weimar y la nueva cultura soviética
que
parecía destinada a ser su heredera. ,
Esta sensación de continuidad también se extendía a , la esfera de los pro­
blemas sociales ... Donde yo mirara, en todos los campos 'de la actividad so­
cial y cultural, el movimiento comunista aparecía como una prolongaci6n
16gica de la tendencia humanística progresista». Autábiografia: 2. El camino
hacia Ma,x, ed. Alianza-Emece, Ma'drid, 1974, págs. 122-123.
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ESTANISLAO CANTERO
el más inmediato, y que, por otra parte, puede conducirnos a acep­
tar, por miedo a ésta, las otras reformas, que a la postre conducirán
a ella.
Ni que decir tiene que toda reforma de esrructuraS para su rea­
lización y justificación (prescindiendo de arras consideraciones no
menos importantes), apela a la justicia. Pero como ha observado
V allet de Goytisolo (8) una de las confusiones en tomo al concepto
de justicia, consiste en el "olvido de que la justicia es una virtud
que debemos practicar todos
y cada uno, y de que no se puede oh­
jetivizar en una estructura rígida, como panacea impuesta totalita­
riamente". Y ese es un error común a rodas esas refo11mas de esttuc~
turas que hemos señalado.
Porque, como
señala el mismo Vallet (9), "hoy la panacea de
todos !os males se sitúa en un pretendido cambio de estructuras y,
a veces, simplemente en la destrucción de las existentes. Se estima,
ya sea ingenuamente o bien
bajo una pasión de odio, que destruidas
ellas, el orden y la felicidad florecerán casi espontáneamente".
Al señalar el error del mito de la reforma de estructuras, no sig­
nifica
que ignoremos o despteciemos en absoluto su importancia; por
el contrario, hay que ser conscientes de que no es lo mismo una u
otra estructura: hay estructu±as que favorecen la convivencia y pro­
mueven
el camino del hombre hacia Dios, mientras que otras lo di­
ficultan grandemente.
Pero
el error de la reforma de estructuras consiste en tomat la
parte por el todo, en fijarse tan sólo en un aspecto· prescindiendo de
los demás, de modo que es el único que hay que considerar.
Como continúa Vallet (10),
"sin duda el problema de las estrue­
turas existe, como existe el problema de los hombres en las relacio­
nes entre unos y otros en este inundo", y afiade: "La vieja distinción
de las cuatro causas ran olvidades puede ayudarnos a comptenderlo".
(8) Juan Vallet de Goytisolo: Cinco olvidos o confusiones en torno al
concepto de ;usticia,-Verbo núm. 103, marzo 1972~ pág. _230; también en
Algo sobre tema, de hoy, Speiro, Madrid, 1972, pág. 61.
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(9) Juan Vallet de Goytisolo, Oh. últ. cit., págs, 230-231 y pág. 61.
(10) Juan Valle! de Goytisolo, Oh.
últ. cit., págs, 231 y 61.
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EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTURAS
"En una .visi6n globai --Oice-para la realización de la jus­
ticia más general: la naturaleza es la causa
material, pero no inerte
sino dinámica y viva; el hombre, la causa eficiente; ias estruauras
y su funcionamiento, la causa formal, y el bien común, la causa final
que confluye en el orden de la creaci6n".
El miro de la reforma de estructuras, por ranro, prescinde de la
naturaleza, del hombre y del bien
cop1ún; por eso sólo puede des­
truir, nunca construir. El miro de la reforma de estrueturaS, cualquiera
que sea su manifestación, es esencialmente desttuetivo; rompe con el
orden de la naturaleza que
se niega a descubrir; reduce al hombre
a la condici6n
de esclavo, sujeto a unas estructuras de las cuales
depende, impuestas
coaccivamente; sustituye el bien común por el
miro, el cual justifica cualquier rotalitarismo que lo empuje en esa
dirección, como el mismo Vallet (11) ha observado, con el consuelo
de creer que tal meta mítica constituirá su felicidad.
Las
estrucrutas sociales no son fruro de la imaginación ni de el
devenir
histórico. Son obra del hombre, de los hombres, que con su
voluntad, guiada
por su razón, ha de observar e1 orden de la natu­
raleza, descubriéndolo de modo
que tiendan a1 bien común. El hom­
bre no depende de las estrucrutas, sino que éstas son fruro de su
obrar racional, conforme al cual deben configutarse y perfeccionarse
en armonía con la naturalea.
Lo conttario podría hacernos caer en
otro error, consistente en considerar a las estructuras inertes, como
si no tuvieran importancia, o como si siempre debieran permanecer
idénticas en roda, sin distinguir lo permanente de lo mudable.
En efeao, :las estructw:as sociaies no son cambio continuo, trans­
formación permanente, como afirma el miro que rodo lo cifra en
ellas, en especial el mito marxista.. Pero tampoco son está.ricas, inva­
riables en rodas sus aspecros.
Las estructuras sociales [y en especial los cuerpos intermedios,
auténtica
base y forma de la sociedad sin la cual ésta no puede real-
(11) Cfr. Juan Vallet de Goytisolo: Sor:iedad de ma.ras y De1echo, Tau­
.rus, Madrid, 1969, pág. 169; e Jdeologia, praxt's y milo Je la tecnomwia,
2.@ ed. castellana, ~ontecorvo, Madrid, 1975, pág. 233.
7U
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ESTANISLAO CANTERO
mente existir (12)}, si realmente lo son, tienen vida, y aun cuando
puedan ser contempladas estáticamente, son esencialmente dinámicas,
y, por ello, susceptibles de ser mejoradas al paso del tiempo, puesto
que
las obras humanas no son perfectas aun cuando deban tender
hacia la perfección.
La vida social, los cuerpos intermedios, las estructuras, son fruto
del obrar racional del hombre, son tradición. Por eso, no cabe tachar
de inmovllistas a quienes señaÍan los errores del mito de la reforma
de estructuras, pues no cabe confundirla con la postura conservaduris­
ta que constituye el error anteriormente señalado (13).
Por ser instituciones vivas, no sólo son susceptibles de mejora,
sino que es esencial el que han de ser mejoradas; de lo contrario,
se anquilosarían, perderían su vitalidad y acabarían por morir.
Pero eso no significa que el mero transcurso del tiempo mejore
las instituciones ·sociales; ni tampoco que automáticamente la obra
del hombre a lo largo del tiempo sea una obra de mejora, de per­
feccionamiento; ni, en fin, que la historia avance hacia el progreso
según un pretendido "'sentido de la historia'". Errores que forman
también
parte del mito de la ~eforma de estructuras.
Puesto
que existe bien y mal, y el hombre es libre, las institucio­
nes sociales pueden degradarse, estropearse por el obrar humano; no
existe un progreso indefinido, ni hay razón para suponer que la his­
toria se mueve hacia el progreso sin posibilidad de regresión (14).
(12) CTr. Michel Creuzet: Los cuerpos intermedio11 Speiro, Madrid,
1964.
Contribución al estudio de los cuef"pos inleNnedios (Actas de la VI
Reunión de amigos de la Ciudad Católica), Speiro, Madrid, 1967.
Jnan Vallet de Goytisolo: Fundamento y soluciones de la organización por
cuerpos intermedio.r,
Speiro, Madrid, 1970; o en Dfllq.r y no-tas ...
(13) Cfr. Revolución, Co-nservaduri.rmo, Tradidón (Aetas de la XII
Reunión de amigos de la Ciudad Católica), Speiro, Madrid, 1975.
(14)· CTr, Jaime Balmes: Cartas a un escéptico en materia de religión,
Obras completas, t. V, BAC, Madrid, 1949, págs. 316 y sigs.
Rafael Gambra: Op. cit. y El mito de{ progre.ro. El progreso de la His­
toria
y el progreso en 14 Historia, Verbo n6m. 73, marzo 1969, o · en Los
· mitos actuales, Speiro, Madrid, 1969.
Juan Vallet de Goytísolo: Sociedad de masas y Derecf:,o, págs. 164-170;
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EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCIUR.AS
De echo, las ha habido, y hoy, desgraciadamente, v.ivimos una nueva
etapa de regresión y decadencia.
Y he
aquí, entonces, la pregunta que no podía faltar y que, sin
duda, se
nos hatá por quienes creen en el mito:
¿En ese caso,
no hay que proceder a una reforma de las esttuc­
roras? Y los más radicales: ¿No se hace necesatio cambiat las es­
ttucroras? Y ambos conjuntatnente: ¿No teníamos, pues, nosottos
raz6n? ¿Acaso al final no está la solución en las esttucturas?
¡ De ningún modo! ¡ Eo absoluto!
Es cierto, será necesatio impedir esa degradatión, pero nunca
reforrnat y menos
cambiat las esttucroras con el significado que
esas palabras tienen pa,:a ios que propugnan y acepran el mito.
Porque
la di,ferencia esttiba en que hay que proceder a una res­
taurrJdón de las instituciones sociales, a una _re1ta,wación del orden
social, que, además, debe hacerse por el propio hombre, pa,:a lo
cual es necesattio que preceda una refotma mota! personal del
mismo.
Reforma moral de los hombres previa e imprescind>l:ile, como re­
cordaba
Pí XI (15), a toda acción sobre las esttucturas; lo cual es re­
chazado por el mito. Se pretende una sociedad justa sin que nadie
tenga que ser justo (16), Se derriban los cimientos, que son los hombres
concretos, y se pretende edificar sobre lo absttacto, constituido
por la
"humanidad" o la "sociedad", con independencia de los hombres
que la forman (17).
ldeologla, praxis y milo de la tecnocracia, págs. 225-253; De la virtud de la
¡ustida a lo izuto ;urídico, 4c) y 5, en En torno al Derechó Natural, Sala,
Madrid, 1973, págs. 93-103.
(15) Cfr. Pío XI: Q11adragesimo anf'Jo, núm. 127-129. ·
(16) Cfr. Juan Valle! de Goytisolo: De la virtud de la ¡1111icia .... ,
25-26, en En torno al .... , págs. 163-172.
Esta.nislao Cantero: Riqueza y jiohreza: San Juan Cri.ró.rtomo y su.r Ho­
milfas sobre San Mateo, V, VerbO núm. 117-118, agosto-septiembre-octubte
1973, págs. 715 y sigs. ·
(17) Cfr. Francisco Ellas de Tejada: Lib"ertad abstracta y libertades
contt·etas, Verbo núm. 63, marzo 1968, o en Contribuciones aJ estudio de ....
Juan Vallet de Goytisolo: La libertad civil, Verbo núm. 63, y en Con­
tribución .... ; Sociedad de masas y Derecho, parte I, caps. III, IV, V y VI
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EST ANISLAO CANTERO
Reslatlr""'6n y no reforma ni cambio. La diferencia no es de
forma, sino
de fondo. La restauraci6n supone partir de las estructuras
existentes.para
restablecer el orden social basado en la naturaleza (18).
Supone una vuelta a
la tradición. La reforma y el cambio suponen
una ruptura, una destrucción, son revolucionarias.
Observemos frente a estas teorías, conservadora una, revoluciona­
ria otra, que el orden social no es justo por set vigente, lo que afirma
la primera, ni que es injusto por no adecuarse con la idea mítica
de
Ia segunda, como esta afirma.
El orden
social es justo en cuanto sea acorde con el orden natural,
que
es objetivo, tatl como Aristóteles (19) señaló, o como Cicerón (20)
ponía de relieve al referirse a
lo. 30 tirano..
Por el contrario, para Ia reforma y el cambio de estructuras, no
hay un orden natuial, objetivo, · ni existe tampoco la justicia natural.
Como
observa Vallet (21) respecto al orden ínsito por Dios en su
obra creadora, "no lo conocemos en su totalidad, que tal vez no lle­
guemos a alcanzar nunca. lo estamos descubriendo siempre, y, a
veces, olvidándolo. Pero sí lo conocemo. en lo indispensable para
regular el orden proviSOrio· de est~ mundo: distinguiendo fo uni­
versal y lo particular, lo que permaoece y lo que cambia, el ser y
el devenir, Jo sustancial y lo accidental".
Distinción fundamental frente
al mito, para el que Ias estruc­
turas existentes son
radicalmente injustas. Sólo el mito es justo. Por
eso se afana en una destrw:ción de aquellas estructuras que no res­
ponden a sus ideas preconcebidas. Porque se considera que se vive
(18) Cfr. Juan Vallet de Goytisolo: Controversias efJ torno al Derecho
Natural
y ¿Paede discernirse el orden natural y con q11é akance? ¿Qué inci­
dencia en él tiene la acción del hombre?, en En lorno al ....
(19) Cfr. Aristóteles: Etira a Nkomaco, traducción de María Araujo y
Julián Marías, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1970, pág. 81 (V, 7).
( 20) Cfr. CicetÓn: Las leyes, traducción, introducción y notas de Al­
varo D'Ors, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1970, I, 15, 42; dr. I,
15, 42 a I, 17, 47, págs. 89 ysigs.
(21) Juan Vallet de Goytisolo: El orden nalural y el dererho, en En
torno .... , pág. 18.
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EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTUMS
bajo unas estructuras de opresión, que hacen que a la fuerza seamos
malos, bajo
un sistema en el que no. podemos ser buenos (22).
Así, se hace depender al hombre de las estructuras, de forma
que, cuando éstas sean "justas", entonces Jo será el hombre. Error
que
lleva a pretender una sociedad justa sin que nadie tenga que
ser justo.
Por
otra parte, no se puede proceder a la sustitnción de unas
estrucmras o la mejora de las mismas, sino se sabe qué es. lo que
hay que hacer, qué
es Jo más acorde con 1a justicia. Lo que supone,
también, proceder con gran prudencia,
para hacer una valoración
de
'las injusticias reales, viendo Jo positivo y lo negativo, puesto que
la perfección y la justicia absoluta no pueden
conseguirse en este
mundo. Como señala el
mismo Vallet (23): "Las institnciones no puedro
jmgarse
sólo por los abusos de ellas que se produzcan, sino por el
balance de lo positivo y lo negativo de su uso y, aun no siendo favo­
rable el balance -aparte de que se· procuren corregir sus defecros
y los abusos--, antes de destruirlas se debe parar mientes en sopesar
si su desaparición cansaría mayores bienes o males o impediría ma­
yores males o bienes".
Si "es todo un
mundo el que hay que rehacer desde sus cimien­
tos", como
señaló Pío XII, no es a través de la reforma y del cam­
bio de
estrucmras como ha de conseguirse, sino a través de la res­
tauración del
entramado social, de ios cilerpos intermedios, instau­
rando y restaurando todo en Cristo, como señaló
San Pío X.
(22) Esta idea es esencial al marxismo ya desde el Manifiesto del Par­
tido Comunista. Hoy está presente en las diversas «.teologías» de la libera­
ción, de la revolución y de la violencia y en doctrinas pretendidamente cris­
tianas y educadoras y pedagógicas, como las de Paulo Freire e incluso en
católicos de buena fe.
Cfr. Marcel Qement: El comuniJmo ff'ente a Dios, Speiro, Madrid, 1974.
Miguel Poradowski: La marxistización de la teologla, Verbo núm. 119-
120: La escalonada marxistizatión de la teología, Verbo núm. 121-122; La
ieologla de la liheritción, Verbo núm. 128-129; Teologla marxista y misio­
nes, Verbo núm. 137-138.
(23) Juan Valle! de Goytisolo, Ob. últ. cit., pág. 21.
CTr. De la virtud de la ;usticia .... , 25, págs. 165 y sigs.
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EST ANISLAO CANTERO
El cambio de estructuras, por el contrario, justifica cualquier cipo
de acciones·
para su realización. Toda clase de medios son lícitos si
se dirigen a impulsar el
cambio. Incluida la violencia en todas sus
manifestaciones (24). Así lo afirma, por ej,emplo, Ernesto Carde­
nal (25), al
señalar que la lucha por la liberación, la revolución,
pueden necesitar acudir a la violencia, y ello no sólo es justo, sino
que no
puede dejar de ser justo. Idea exacta aunque con distintas
palabras a la de Mao (26) al señalar
que la única guerra justa es
la guerra revolucionaria.
El cambio de estructuras justifica todo y afecta a todo. Incluida
la
cultura y la enseñanza. La revolución cultural, con la que desapa­
te= todo vestigio de cultura cristiana es un aspecto funda.mental a
realizar. El cambio de conciencias es también objetivo primordial
del mito. Se llega así a la "educación liberadora" propugnada por
Paulo Freire (27) pues no cabe el cambio de estructuras sin un previo
cambio de las conciencias. Aunque
no deba, la voluntad puede obrar
mai pero con conciencia de ello, lo que es grave, pero lo aterrador
es que llegue a obrar mal sin conciencia de ello; a obrar mal cre­
yendo hace,, el bien: la concientización es el medio de conseguirlo.
La inteligencia se anula y, como si se tratara de un lavado de cere­
bro, se llega a la suscimción del conocimiento por la praxis del cam­
bio, en lo que consiste la concientización. Trágico fin para quien
Dios creó a su imagen y semejanza.
Si hasta aquí se ha hablado de la reforma y del cambio de es-­
tructuras, roca ahora hablar del mito.
En io que aquí nos interesa, decimos que se trata de un mito,
porque se caracteriza por adherirse a la idea central de la reforma de
estructuras sin ninguna ha~ racional, sin ningún tipo de razonamien-
(24) Cfr. Estanislao Cantero: Fortaleza y violencia, Verbo núm. 114,
abril 1973
y en Contempladón y acción, Speiro, Madrid, 1975.
(25) Cfr. Ernesto Cardenal, entrevista en «El Ciervo». núm. 222-223,
agosto-septiembre
1972, citadó por Vallet en Datos y no-tas .... , págs. 163-164.
(26) Cfr. Mao-Tse-Tuhg: Problemes stra1égiques de la guerre ré11olu­
tonnaire, Union générale d'éditions~ París, 1962, págs. 18-19.
(27) Cfr. Estanislao Cantero: Paulo Freire y la educación liberadora,
Verbo núm. 133-134, o en edición separada," Speiro, 'M'acltid, 1975.
718
Fundaci\363n Speiro

EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTURAS
to, La inteligencia se somete al mito que ha creado la imaginación.
La idea es la única realidad, y, en consecuencia, la razón queda so­
metida a ella. Y en la manifestación más eJ quiera se trata
ya de una idea conforme a la cual se trata de con­
figurar ciegamente la realidad, sino de la praxis, la cual, en un dina­
mismo continuo, sin ninguna doctrina que sea su base, constituye
su propia meta.
La reforma y el cambio de estrucruras se aceptan porque sí. Se
trata de una adhesión a una idea, a la praxis, al mito, que, con fre­
cuencia, viene a sustitui< a la fe. De hecho, no faltan quienes como
Ernesto
Cardenal, Gi1'llrdi o Paulo llreire, induyen en el cambio de
estructuras a
la Iglesia, a la religión y a la fe.
No hay que o1vidar que los etr0res que al principio se señalaron
suponen:
En primer lugar, relegar a Dios a un plano puramente interno,
por lo que la religión y la fe tan sólo actúan en nuestras relaciones
o conductas privadas con Dios, sin ninguna exteriorización de
ellas
que tenga que iluminar las relaciones sociaies, de modo que la or­
ganización de la sociedad sea reflejo de elll!S. Es decir, en las rela­
ciones sociales,
en la organización .social se prescinde de Dios y de
sus mandatos.
En segundo lugat, supone negat la existencia de un orden natural
justo y racional (no racionalista) que el hombre tiene que. descubrir
y no inventar y tratar de lograr con su actividad racional. El orden
social se basa en la naturaleza y no en la imaginación y en la vo­
luntad del hombre.
En tercer lugat, y como conclusión, supone la negación
misma
de un Dios personal y creador, infinitamente bueno, sabio y justo.
En consecuencia, la idea, en este caso de la reforma y el cambio
de
estructuras, sustituye a Dios, ordenador y creador de la naturaleza,
con
todo lo que ello comporta tanto en el plano personal como en
el social, de tal modo que no queda ya más· solución que vincularse
ciegamente a esa idea, producto de' una mente extraviada, esperando
que de ello
se obtendrá el pata/so terrenal, la justicia y el progreso.
De nada sirve señalar los errores de'! mito. Como ha observado
719
Fundaci\363n Speiro

EST ANISLAO CANTERO
Gustave Thibon (28), "la revoludón /la reforma y el cambio de es­
tructuras podríamos decit igualmente) ocupa el puesto de la revela­
ción:
el hombre nuevo surgirá •.. del océano furioso, del hacer y
deshacer de las estructuras sociales; el cielo descenderá sobre la tierra,
el porvenir alcanzará las promesas que nuestros mayores, "alienados"
y ciegos, situaban en la eternidad". Y continóa el mismo Tribon (29):
'·El mito revolucionario -siempre afirmado en teoría y negado en
la práctica-no sufre, sin em~go,,, demasiado con estas refutaciones
de la. experiencia. ¿Por qué? Precisamente porque es un mito reli­
gioso: porque reposa sobre una fe
y propone un absoluto" (30).
Incluso los propios fracasos sirven al
mito de motor y de ali­
ciente.
Se fracasa porque no se llegó a donde se debla. Porque se
reformaron y se cambiaron poco las estructuras. Por eso, la reforma
de estructuras desemboca en
el cambio de estructuras; en el cambio
por
el cambio. Se llega así a que el fin del cambio sea él mismo.
Cambio que alcanza no sólo a las estructuras, sino también al hombre.
(28) Gústave Tribon: Revo/11ción o ctmversión, · Verbo núm. 84, abril
1970, pág. 269.
(29) Gustavo Thibon, op. cil., pág. 271.
(30) Cfr. el interesante testimonio de Arthur Koestler ( Autobiografia, 3,
Eufaria y Utopia, Alianza-Emece, Madrid, 1974) quien afirma que la rea­
lidad no tiene· importancia ant:e el marxista, pues él mismo se encarga. de re­
clw:arla y «explia,.rla» mediante un procedimiento, por medio de una «má­
quina de. cl.asifi.car», mejor que cualq~er censor oficial, . con la que razona
rehuyendo
v~ los errores del .m_arxismo, atribuyendo lo que no le agrada a
la «hérencia del pasado», mientras que todo lo que le agrada lo. atribuye a
las «semillas del futuro»; se trata de una fe, por completo irracional, en
virtud de lá cual lá idea se sobrepeine a toda realidad. Ver especialmente las
páginas ~8 y siguientes.
O cutllldo afirm,i. que los «argumentos raci_onales pesan poco frente a
los
poderes de la ilusión. La creencia de que el régimen soviético, a pesar de
sus rasgos · indiscutiblementte
rePlllsivos es, ello no obstante, el único esen­
óalmente progresista
y -el único gran experimento social de nuestro tiempo,
resulta
particularmente elástico y ,:econfortante. Tal - creencia nos permite
de5entendernos de la realidad con la simple reflexión, aplicada a todo, de
que
se trata de q~ente,; transitorios y· dé m~das de emergencia». Auto­
hiografla, 5. La escritura invisihle, Alian:za-Emece, Madrid, 1974? págs. 130-
131.
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EL MITO DE LA REFORMA DE ESTR.UCTURAS
Como observa Thibon (31), "la mística revolucionaria no es hu­
manitaria: el fin
de la revolución no está ni en las reformas.sociales,
ni en el bienestar, ni en la libertad; está -<0m0 el fin de Dios .está
en Dios-en la propia revolución".
m marxismo, los pseudoteólogos de '.la liberación, de la revolución
y de la vidlencia, la educación liberadora de Paulo Freire y un largo
etcétera,
proclaman su fe en una nueva sociedad con un hombre
nuevo (32).
Se llega así a la negadón del ser. No hay nada estable ni per­
manente, el cambio es la única realidad.; ya no se es, sino -que se
hace. La praxis es el modo adecuado, la justificación de todo, lo único
que importa; viene a sustituirlo
todo. Se oonvierte en el principio y
fin de la acción revolucionaria, del cambio de esttuetums. No se
trata ya de llegar a una meta más o menos concreta, por muy utópica,
irrealizable e imposible que ésta sea, sino de construir el "inédito
viable", según
palabras de Paulo Freire. Inédito viable qne se anun­
cia como un paraíso terrerud, pese a que se confiesa no saber como
será, ni siquiera si será, y el cual viene a sustituir a la vida eter­
na (33).
Con
Gustave Thibon (34) cabe preg,¡ntarse: "¿Para qué fin?".
Pero como
e¡ mismo Thibon explica, "esto no se dice: toda mística
(31) Gustave Thibon, op. cit., pág. 272. '"·
(32) Quienes de buena fe, si ello es posible, pretenden conciliar· el ca­
tolicismo con el marxismo, deberían -meditar estas recientes palabras: de Geor­
'ges Marchais en «La Croix» de 19 de .noviembre de 1970.: «Nosotros, los co­
munistas, profesamos una filosofía_ materialista y dia,J.éctica. No -queremos
crear ilusiones en _este punto: entre el marxismo y el cristianismo no es
posible conciliacíóii teórica alguna, ni cabe nihguna convergenda ideológica»,
citado por V allet en Datos 1 notas .... , pág. 96.
(33) El «inédito viable> és, en realidad,. la-revoluci6n continua, dr.
Paulo Freire y la educación liberadora,
No se debe olvidar que ya Engels, en CfJntrib11ci&n a la histori;:1 del cris­
tianismo, había sefíaladó: «Anlbos, el cristianismo como el socialismo obre­
ro,
predican una liberación próxima de la Servidumbre y miseria; el cristia­
nismo transporta esta liberaci6n al más allá en una vida después de la muer­
te en el cielo; el socialismo la coloca en este mundo, en una transformación
de la sociedad». Citado por Vallet en Datory notas .... ,··págs. 93~9'4.
(34) Gustave Thibon, op, cit., pág. 273.
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ESTANISLAO CANTERO
se envuelve de una ignorancia sagrada. Los caminoo de la revol.uclón
son impenetrables como lo eran en otro tiempo loo caminoo de Dioo.
Y su fin se pierde en las tinieblas de un absoluto ante el cual el
hombre y su felicidad no cuentan para nada. En otras palabras: no
está la revolución al servicio del hombre, sino el hombre al servicio
de la revolución. Y la revolución no puede ser permanente más que
en la medida en que su objetivo se mantenga indeterminado e inacce­
sible . . . Al prescindir
de la gracia y de la salvación, estamos en ple­
na teología negativa. La trascendencia divina permanece, con la sola
diferencia que
ha caido del cielo a la tierra, que ha descendido de
lo eterno
para incorporarse al porvenir. 1lI absoluto -<:óncluye Thi­
bon-recha7.ado en su origen e irrealizable en el tiempo, no tiene
otro refugio: la Ciudad futura,
por definición, no será jamás la Ciu­
dad presente".
Pero aunque el fin no se sefiale, aunque no se diga para qué, el
hecho es que la reforma y el cambio de estructuras conducen al to­
talitarismo, consecuencia de negar la existencia de un orden objetivo,
con 1a destrucción del organismo social en el fundamentado.
Totalitarismo
en el mito impuesto, y totalitarismo en la conclu­
sión
de los hechos sociales a que el mito conduce.
Si, pues, el mito conduce a la
mayor esclavitud que es p05ible
concebir, pues esclaviza a la voluntad y a la inteligencia, ¿cómo es
p05ible su difusión y aceptación?
Se debe a una fundamental falta de formación y a un cierto com­
plejo
de culpabilidad en virtud del cual el hombre no quiere ser
acusado de complicidad con unas estructuras que se tachan de opre­
soras.
Por la falta de formación,. ha admitido los errores sociales así
como sobre la historia; no sabe, duda y, cuando menos, cara al exte-­
rior, tiene un absurdo sentimiento de ridículo a ser señalado como
diferente a lo que ahora se lleva (3S).
Sólo de ese modo es posible que tenga éxito una publicidad del
tipo
"suscríbase al cambio", que más que a una revista, alude para
(35) . Cfr. E,stanisl~ Cantero: lfl. -mala ronciencia .-... , Verbo núm. 103;
págs. 300 y sigs. ·
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EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTURAS
su éxito precisamente a la idea mítica del cambio, al cual no sabe
resistir
so pena de parecer anacrónico.
Señalar
los errores, detenernos en un aspecto puramente crítico,
sería detenernos a medio camino. Nuestra labor, tantas veces repetida,
consiste en instaurar y restaurar
todas las CQSaS en Cristo. Aunque
nos cueste, aunque a veces parezca imposible
lograrlo. Pero nada
tenernos derecho a esperar si no ponemos los
medios a nuestro al­
cance. Y esa es la labor en la que la Ciudad Católica no ha dejado
de insistir; ese es el objetO de nuestras reuniones. Por ello, para
concluir, hay que hacer referencia a la defensa que cabe hacer frente
a este mito;
más aún la batalla que hay que dar a este mito, pues si
Maeztu repitió que "ser es defenderse" como recordaba .el llorado Ga·
briel de Armas en la pasada reunión, ser es también atacar, como
apostillaba el inolvidable
Sciacca.
Ante todo, hay que hacer hincapié en la necesidad de la reforma
moral personal. Reforma moral que nos lleve al combate por Cristo,
principio
y fin de todas las cosas. A la fe revolucionaria es necesario
combatirla con la
fe católica.
Es un error fundamental creer que es posible edificar algo pres­
cindiendo del pilar fundamental que es Dios. La sociedad va a la
deriva porque ha abandonado a Dios. El laicismo, como se verá en
esta Reunión, es la fuente principal del mal que achaca. a la socie­
dad.
Creer que el mito marxista del cambio de estructuras puede ser
combatido simplemente con
otras instituciones o con otras estruc·
turas, con olvido de Dios, es absurdo. Por otra parte, significa, aun-.
que se crea lo contrario, aceptar los postulados del mito. Acaba acep­
tándose
lo que se pretendió combatir.
Como señaló Donoso Cortés (36) en la comparación de los dos
termómetros, político uno, religioso otro, "cuando la represión re­
ligiosa no exista, no habrá bastante con ningún ·género de gobierno;
todos los despotismos serán pocos".
Es necesario conncer los errores· del mito, y para ello es nece­
saria ,la· formación intelectual; y junto a ella, una acción, pues de
(36) -Juan -Donoso Cortés: Discurso sohre la dictadura en Obras com.
pletas, t. II. BAC, Madrid, 1970, pág. 319 ..
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ESTANISLAO CANTERO
nada sirve contentarse ron saber si después no llevarnos a la práctica
la doctrina, romo Eugenio Vegas (37) no ha cesado de recordar.
Por ello, la necesidad de hombres de principios y de acción (38),
que cumplan con su
· deber de estado; hombres responsables, ron
resp;onsabilidad en·
el pensar y responsabilidad en el obrar, pues la
responsabrlidad es la única defensa personal frente al mito.
En
el aspecto social, la única defensa que cabe es la organiza­
ción
social por cuerpos intermedios (39) que constituyen las verda­
deras estructuras sociales
y que no responden a una roncepci6n idea­
lista,
imaginada, sino que son fruto natural de la ronvivencia hu-
mana.
La reforma y el cambio de estructuras, por definicioo, rnmioao
hacia el progteso; pero, romo observa Balmes (40), "progresar es
marchar hacia adelante,
y si esto se ha de aplicar a la sociedad en
sentido razonable, sólo puede significar marchar hacia la perfección.
Cnando la sociedad se perfecciona, progresa; cuando pierde su
per­
fección, retrograda: pata saber si hay progreso o no -<0ncluía­
toda la cuesti6n está en si hay nueva perfección o no".
Perfecci6n
que supone un caminar hacia el bien, un caminar
hacia Dios. Y para ello, romo ha señalado De Corte (41), es necesa­
rio
un punto de referencia, lo que niega el cambio de estructuras que
supone
un progreso universal hacia el futuro. Tal punto de referencia
estriba
en el orden natural de las cosas, por el que éstas estan diri-
(37) ar. Eugenio Vegas La.tapie: Doct,ina y «ción, en «Escritos po.
líticos», ed. Cultura española, Madcid, 1940; Verbo núm. 60, diciembre 1967.
(38)
Goitt.alo Cuesta: Formaci6n de hombres de principios y de «­
ción, Speiro, Madrid, 1964.
(39) Cfr. Michel Creuzet: Los cuerpos intermedios, Speiro, Madrid,
1964.
Contrihución al estudio de los u1erpos intermedios, Speiro, Madrid, 1967,
Juan V allet de Goytísolo: Fuudamento y sol11ciones de la organizar:ión
por ~uerpos intermedios, Speiro, Madrid, 1970 y en Dalqs y notas ....
(40)
Jaime Balines: Consideraciones polltiéa.r sobre la situación .de Es­
paña, en Obras completas, t. VI, BAC, Madrid, 1950, págs. 58-59.
(41) Or. Marcel De Corte: L1homme contre-l11i-mJme, Nouvelles Edi­
tions Latines, París, 1962, pág. 208.
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EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTURAS
gidas a su fin propio, y se da una adecuación de las partes al todo
y una interacción de lo múitiple con lo uno.
A este orden natural responde la txgaoización social por cuerpos
intermedios, como constantemente ha repetido el Papa desde Pío IX
a Pablo VI, al señalar la doctrina social de la Iglesia.
Pero, por último, no olvidemos que de poco sirve estudiar y tta­
baj"" si al mismo tiempo no se lo pedimos a Dios; de poco sirve
si no
rezamos. El ora et labora ha de set, hoy como ayer y siempre,
nuestro lema, y todo para la mayor gloria de Dios.
ACTAS DE LA V REUNION DE AMIGOS
DE LA CIUDAD CATOUCA
El Paular, 29, 30 y 31 de octubre de 1%6.
11
PUNTOS BASICOS PARA LA ACCION DE LOS SEGLARES
EN EL MUNDO
Introducción: Comunidad y espíritu comunitario, por Germán
Alvarez de Sotommyor.
Ortodoxia de la fe: ''Creo en Dios, Padre Todopoderoso", por
Juan Roig GironeUa, S. l.
Espiritualidad y acción consecuente de los seglares en el mun-
do, por José María Gil Moreno de Moro.
Método racional, por Rafael Gambro.
El Orden natural y el Derecho, por Juan V aUet de Goytisolo.
Importancia de la Política, por Eugenio Vegas Lata/pie,
Poder político y poder económico, por Francisco José Fenuin,.
dez de la Cigoña. .
76 págs. 60 ptas.
725
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