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Esplendores de verdad. (Acto litúrgico final de la XXXV Reunión de amigos de la Ciudad Católica )

CRONICAS
del Carmen Palomares y José Joaquín Jerez. Sólo una palabra de
bienvenida a
los últimos. A Carmen Palomares, siempre inteligente­
mente activa
y atenta a los movimientos del enemigo. A José Joa­
quín Jerez, revelación de las jornadas, y del que esperamos mucho
en el futuro.
El rezo del Santo Rosario
y la participación en el Santo Sacrificio
de la Misa, como siempre, pusieron a los congresistas delante de la
«mejor parte». Gracias, pues, a los sacerdotes amigos que nos asistie­
ron en este orden: al padre Agustín Arredondo, de la Compañía de
Jesús, nuestro fidelísimo consiliario; a fray Victorino Rodríguez,
de la Orden de Predicadores, maestro de teólogos y filósofos, siempre
presto a auxiliarnos; al padre Manuel Martínez Cano, venido desde
Barcelona con sacrificio
y siempre con alegría; a los padres coopera­
dores que quisieron unirse a nosotros
en algunos de los actos. Como
colofón, reproducimos las palabras pronunciadas por el padre Victo­
rino Rodríguez en la bendición con el Santísimo que siempre cierra
nuestras reuniones.
M.A.
ESPLENDORES DE VERDAD
(Acto litúrgico final de la XXXV Reunión de Amigos de la Ciudad
Católica)
Señor, ¡qué bien se está aquí!, podemos repetir con San Pedro
en el monte Tabor, cuando una nube luminosa (símbolo del Espíritu
Santo) los envolvió,
y el Padre dejó oír su voz dirigida al Hijo.
¡Escuchadle! Pluralidad Trinitaria abriéndose a los tres Apóstoles,
en comunión con Cristo.
Gracias, Señor, porque estos días
La Ciudad Católica, nos ha
confortado, una vez más, con los esplendores
de la verdad, que esta
vez se nos presentó en su unidad y multiplicidad.
Sí, Señor, sabemos que Tú eres simplicísimo en unidad de esencia
y pluralidad de Personas, y que te haces participar sobrenaturalmente
por la gracia y demás dones sobrenaturales en nuestro ser complejo
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VICTORINO RODRIGUEZ, O. P.
de seres racionales, libres, responsables, peregrinos por los <;aminas
de las bienaventuranzas hacia el bien común trascendente que
eres
Tú.
Gracias, Señor, por habernos garantizado que el camino para
esta vida eterna
es tu Verdad plasmada en los preceptos divinos y
naturales, universalmente válidos y unívocos, como unívoca
es la fe
católica, una fides.
Sabemos muy bien, Señor, que la doctrina católica, tanto a nivel
teológico, como metafísico, ético-político
y científico, es infinitamente
plural, pero integral e integradora, no equívoca o escéptica.
Ni
monismo igualitario ni pluralismo disgregador.
Somos conscientes del
apetito natural y universal de verdad y
de bien y de la capacidad natural o sobrenatural para su posesión
cierta
y segura, frente a las volubles o frívolas actitudes agnósticas,
arracionales, existencialistas, neopositivas, modernistas o posmo­
dernistas.
En versión tomista, la verdad cierta, como adaequatio in­
tellectus et rei, está tan lejos del equivocismo agnóstico o escéptico
como del reductivismo univocista
y opaco a la trascendencia de la
Verdad y del Bien.
Profesamos
una teología de certezas a conciencia de que no todo
en teología
es cierto; profesamos una ética de valores universales
indubitables frente al amoralismo reinante, que ni
es unitario ni
pluralista, sino nihilista;
y a los demás sistemas de moralidad, bien
hedonistas o utilitaristas, bien igualitaristas, libertistas o anarquistas.
Como admitimos el valor unitario de
la persona y de su dignidad,
con
su multiplicidad de facultades, de funciones individuales y
sociales, igualmente admitimos la multiplicidad de gracias de Cristo
y la inmensa variedad de bienes,. todo ello en perfecta armonía o
integración perfectiva,
bonum ex integra causa, en orden al bien co­
mún inmanente y trascendente. No se trata de pluralidades cerra­
das, soberanas
y exclusivistas, sino comunicables y complementarias.
La sociedad, las asociaciones y los bienes sociales entrañan cierta­
mente variadísimas pluralidades, integradas o integrables en una
unidad superior, con vértice eri. Dios Uno, fuente y término de todo
bien, principio esplendente de toda verdad, por más que las tinieblas
se empeñen
en apagarla, como decía San Juan.
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CRONICAS
Como del adjetivo uno derivan semánticamente unidad y unita­
rismo, del adjetivo plural resultan pluralidad y pluralismo, formas
abstractas, más o menos reductivistas y absolutizadoras, que se han
de utilizar con discernimento. La pluralidad puede significar unidad
de composición, que es el orden, que es justamente parium dispa­
riumque dispositio (S. Agustín). Repetimos con San Pablo: «todas las
cosas son vuestras;. vosotros de Cristo, y Cristo de Dios».
Consérvanos, Señor, en la unidad de la fe y en el vínculo de la
perfección, que es la caridad; y enséñanos a relativizar, a no absolutizar,
de cara a Dios, como nos indica el evangelio de hoy (Mt 23, 8-12)
nuestro magisterio, nuestra paternidad o nuestro poder, de los que
somos administradores responsables, no dueños absolutos. Pluralidad
avocada a la unidad; unidad difundida en multiplicidad.
VICTORINO RoDRíGUEZ, Ü. P.
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