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Las transformaciones de la política

LAS TRANSFORMACIONES DE LA POLÍTICA
POR
JUANCAYÓN
1. Sa l u t a c i ó n .
Muchas gracias, queridos amigos, por estar hoy aquí con nos-
o t ros , participando en estas XLV Jornadas de amigos de la
Ciudad Católica. Gracias por seguir siendo fieles y por estar aquí
un año más, dando testimonio de que aún hay quienes creen fir-
memente que es posible la Ciudad Católica, el Reinado social de
N u e s t ro Señor Jesucristo, y la acción cívica y política sin re n u n-
ciar al magisterio que siempre fue de la Iglesia Cat ólica
Apostólica y Romana, única posible en la que puede encontrarse
la salvación. Precisamente por ello, nuestro empeño en perse ve r a r
a través de la formación cívica y la acción cultural según el dere-
cho natural, no debe encontrar desaliento por difíciles que sean
las cir c u n s t a n c i a s .
2. Las jornadas del año pasado. El año pasado se celebraban en este mismo salón las XLIV jor-
nadas de amigos de la Ciudad Católica, a las que por causa m ayo r
Verbo,núm. 465-466 (2008), 397-402. 397
ACT
AS DE LA XLIV REUNIÓN DE AMIGOS DE LA CIUDAD
CATÓLICA: LAS TRANSFORMACIONES DE LA POLÍTICA
Fundaci\363n Speiro

inmediato, éste romper la armonía entre inmanencia y trascen-
dencia para quedarse en el hedonismo materialista, esta constan-
te subversión del principio de totalidad en favor del totalitarismo
más implacable, adquiere precisamente en los tiempos modernos
su desarrollo máximo, por más que la ya innegable crisis del
Estado pueda engañarnos haciéndonos creer lo contrario. Y las
mal llamadas democracias actuales, los Estados o sus ámbitos aún
s u p e rvivientes y las raíces ideológicas sobre las que unas y o tro s
se fundan, están transformándose a modo de mutación genética,
en algo distinto aunque igualmente peligroso, si cabe más per f e c-
cionado y sutil, pero idénticamente dañino.
4. Un repaso del pr o g r a m a .
En esta ocasión, para hablar precisamente de este tema con-
c reto, Las tr a n s f o rmaciones de la política, contaremos primeramen-
te con Javier Ba r r a ycoa, profesor de la U n i versidad de Ba rc e l o n a ,
quien disertará en seguida sobre el tema “De la nación histórica a
la nación cívica”, cuestión de indudable interés, especialmente en
un momento crucial para nuestra Patria, cuando se sostiene por
algunos de los dirigentes de la partitocracia dominante que el con-
cepto de nación es discutido y discutible, y los órganos del legis-
l a t i v o han sancionado leyes orgánicas en forma de estatutos de
autonomía que pivotan, precisamente, sobre la dilución del con-
cepto de nación. Y lo peor es que por toda oposición formal, se
sostiene lo mismo salvo pequeños matices que apenas difieren en
el fondo de la cuestión. Por su parte, uno de nuestros queridos maestros y amigos,
Dalmacio N e g ro, de la Real Academia de Ciencias Morales y P o l í-
ticas, tratará después “Del gobierno a la gobernanza”, entiendo y
si no es así ya me corregirá, que para explicarnos que si el gobier-
no precedió al Estado, pues aquél es intemporal y éste histórico,
la crisis de éste ha vuelto a poner en el primer plano a aquél a tra-
vés de lo que se llama “ g o b e r n a n z a” y que si se pretende democrá-
tica resulta a la postre más bien tecnocrática. Y enlazando con ello, Juan Fernando Se g ovia, catedrático de
Mendoza e investigador del CONICET, llega desde el Ul t r a m a r
L A S T R A N S F O R M A C I O NE S DE L A P O LÍ T I C A
399
que algunos re c o rdaréis no me fue posible asistir como hubiera
sido mi deseo. Sin embargo, me parece que en esta bre ve intro-
ducción que se me ha solicitado, no podemos por menos que
re c o r dar su temática que, sin duda, presenta una estrecha ligazón
con la que hoy nos congrega. Entonces se habló sobre el modernismo, esa herejía de her e j í-
as, síntesis de todas ellas, condenada por la encíclica Pa s c e n d i d e l
último papa santo y que fue analizada desde muy distintos pun-
tos de vista: Jorge Soley la encuadró en la historia y su contexto,
José Antonio Ullate la rebatió implacablemente en su penetración
en la teología y José Miguel Gambra debeló sus err o res filosófi-
cos. Pe r o fueron las intervenciones de nuestros queridos amigos
de allende nuestras fronteras, Danilo Castellano y Be r n a rd
Dumont, también hoy aquí presentes, con el colofón final del
s i e m p re incisivo Miguel Ayuso, quienes, al referirse al modernis-
mo en su relación con la política y la sociedad de nuestro tiempo
y por tanto tras la mencionada encíclica, y desmenuzando sus
consecuencias devastadoras, dejaron encarrilado, p ro b a b l e m e n t e
sin haberlo querido en aquel momento, el tema de nuestra re u-
nión de hoy.
3. Re voluc ión, mode rnismo y transformaciones de la política
Hace años, también en este mismo foro, estudiamos el tema
de R e volución y Contrar re volución. Concluimos entonces que la
Re volución, hoy transformada en la fase llamada “ d é b i l” de la pos-
tmodernidad, es la doctrina que pretende fundar la sociedad sobre
la voluntad del hombre en lugar de sobre la voluntad de Dios. La
“ d i s o c i e d a d ” actual, pues no creo que en puridad se pueda hablar
de orden o sistema, rechaza la existencia del derecho natural, pro-
cura el olvido de la tradición y de la comunidad y deshace los
l a zos sociales naturales, destr u yendo todo para intentar constr u i r
después una utopía idealista, operada fundamentalmente a través
de la ideología y la tecnocracia. Este sometimiento de la ve rdad y de lo bueno a lo útil y lo
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inmediato, éste romper la armonía entre inmanencia y trascen-
dencia para quedarse en el hedonismo materialista, esta constan-
te subversión del principio de totalidad en favor del totalitarismo
más implacable, adquiere precisamente en los tiempos modernos
su desarrollo máximo, por más que la ya innegable crisis del
Estado pueda engañarnos haciéndonos creer lo contrario. Y las
mal llamadas democracias actuales, los Estados o sus ámbitos aún
s u p e rvivientes y las raíces ideológicas sobre las que unas y o tro s
se fundan, están transformándose a modo de mutación genética,
en algo distinto aunque igualmente peligroso, si cabe más per f e c-
cionado y sutil, pero idénticamente dañino.
4. Un repaso del pr o g r a m a .
En esta ocasión, para hablar precisamente de este tema con-
c reto, Las tr a n s f o rmaciones de la política, contaremos primeramen-
te con Javier Ba r r a ycoa, profesor de la U n i versidad de Ba rc e l o n a ,
quien disertará en seguida sobre el tema “De la nación histórica a
la nación cívica”, cuestión de indudable interés, especialmente en
un momento crucial para nuestra Patria, cuando se sostiene por
algunos de los dirigentes de la partitocracia dominante que el con-
cepto de nación es discutido y discutible, y los órganos del legis-
l a t i v o han sancionado leyes orgánicas en forma de estatutos de
autonomía que pivotan, precisamente, sobre la dilución del con-
cepto de nación. Y lo peor es que por toda oposición formal, se
sostiene lo mismo salvo pequeños matices que apenas difieren en
el fondo de la cuestión. Por su parte, uno de nuestros queridos maestros y amigos,
Dalmacio N e g ro, de la Real Academia de Ciencias Morales y P o l í-
ticas, tratará después “Del gobierno a la gobernanza”, entiendo y
si no es así ya me corregirá, que para explicarnos que si el gobier-
no precedió al Estado, pues aquél es intemporal y éste histórico,
la crisis de éste ha vuelto a poner en el primer plano a aquél a tra-
vés de lo que se llama “ g o b e r n a n z a” y que si se pretende democrá-
tica resulta a la postre más bien tecnocrática. Y enlazando con ello, Juan Fernando Se g ovia, catedrático de
Mendoza e investigador del CONICET, llega desde el Ul t r a m a r
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que algunos re c o rdaréis no me fue posible asistir como hubiera
sido mi deseo. Sin embargo, me parece que en esta bre ve intro-
ducción que se me ha solicitado, no podemos por menos que
re c o r dar su temática que, sin duda, presenta una estrecha ligazón
con la que hoy nos congrega. Entonces se habló sobre el modernismo, esa herejía de her e j í-
as, síntesis de todas ellas, condenada por la encíclica Pa s c e n d i d e l
último papa santo y que fue analizada desde muy distintos pun-
tos de vista: Jorge Soley la encuadró en la historia y su contexto,
José Antonio Ullate la rebatió implacablemente en su penetración
en la teología y José Miguel Gambra debeló sus err o res filosófi-
cos. Pe r o fueron las intervenciones de nuestros queridos amigos
de allende nuestras fronteras, Danilo Castellano y Be r n a rd
Dumont, también hoy aquí presentes, con el colofón final del
s i e m p re incisivo Miguel Ayuso, quienes, al referirse al modernis-
mo en su relación con la política y la sociedad de nuestro tiempo
y por tanto tras la mencionada encíclica, y desmenuzando sus
consecuencias devastadoras, dejaron encarrilado, p ro b a b l e m e n t e
sin haberlo querido en aquel momento, el tema de nuestra re u-
nión de hoy.
3. Re voluc ión, mode rnismo y transformaciones de la política
Hace años, también en este mismo foro, estudiamos el tema
de R e volución y Contrar re volución. Concluimos entonces que la
Re volución, hoy transformada en la fase llamada “ d é b i l” de la pos-
tmodernidad, es la doctrina que pretende fundar la sociedad sobre
la voluntad del hombre en lugar de sobre la voluntad de Dios. La
“ d i s o c i e d a d ” actual, pues no creo que en puridad se pueda hablar
de orden o sistema, rechaza la existencia del derecho natural, pro-
cura el olvido de la tradición y de la comunidad y deshace los
l a zos sociales naturales, destr u yendo todo para intentar constr u i r
después una utopía idealista, operada fundamentalmente a través
de la ideología y la tecnocracia. Este sometimiento de la ve rdad y de lo bueno a lo útil y lo
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ciona lo justo en la mayoría de electores efectivamente vo t a n t e s ;
esa laicidad que niega la dimensión realmente política del ser
humano y que, en definitiva, disuelve al hombre en el r e l a t i v i s-
mo absoluto y convierte a lo que queda del Estado en mero
garante de una pretendida neutralidad religiosa, lo que en la
práctica posiciona a dicho Estado en enemigo declarado de la Fe
que profesamos, como por desgracia vemos cada día en los noti-
c i e r o s . Finalmente, el incombustible Miguel Ayuso presentará la
comunicación de cierre que lleva por título “La vanificación de la
p o l í t i c a ”: en un mundo en el que todo se hace mundano, se mate-
rializa y degrada, en un momento indudablemente epocal como
el que nos ha correspondido vivir, ¿dónde queda aquella visión de
la política que precisamente Miguel Ayuso nos explicaba en dis-
tintas páginas de juventud y que han sido recientemente r e e d i t a-
das en forma de libro por N u e va Hispanidad bajo el suge re n t e
título La política, oficio del alma?
Permítanme precisamente terminar con unas líneas tomadas
d i rectamente de dicho libro, que creo muy a cuento respecto de
n u e s t ro enfoque: “La política que merezca ve rdaderamente ese
n o m b re, ha de fundarse en una doctrina. La auténtica llamada
política no tiene que ver con la ironizada por Gu s t a ve Thibon al
p res entar a unos hombres que se destrozan mutuamente para
decidir si la casa ha de pintarse de azul, de ve rde o de rojo, sin
a d ve rtir que está a punto de desplomarse. No se trata de un bri-
llante barniz o un alicatado de color. Al contrario, es un cimien-
to, una roca. P e ro, indispensable, la doctrina, no basta. Sin el
quehacer de unos ser v i d o res en que encarne y encuentre su pues-
ta en ejercicio, queda inoperante”. Si rvan estas palabras para excitar definitivamente nuestro
c o m p romiso o al menos hacerlo aún más firme. Hoy re c i b i re m o s
recta y sana doctrina por boca de buenos expertos y amigos.
Reputados y ve rd a d e r os intelectuales, y con esto no pr e t e n d o
ofenderles sino rendirles cumplido y merecido homenaje. P e ro no
basta sólo con asentir por mucho que lo hagamos de corazón, ya
que de nada serviría todo esto si nuestro empeño por la Ciudad
Católica termina con la sesión de trabajo de hoy y no trasciende
L A S T R A N S F O R M A C I O NE S DE L A P O LÍ T I C A
401
p recisamente para exponer “De la democracia re p re s e n t a t i v a a la
democracia deliberativa, pasando por la tecnocracia”. Para la
sociedad con ve rtida en masa es imprescindible un poder re c t o r
que le suministre qué y cómo pensar, ya que el bien común, cri-
terio tradicional de intervención de las organizaciones sociales
s u p e r i o r es, se transmuta restringiéndose en el mejor de los casos
al mero bien material, que por lo demás muchas veces ni siquiera
se consigue, prescindiendo deliberadamente de otras ve rt i e n t e s
que constituían el concepto clásico y formándose un círculo vicio-
so que, como nuestro maestro Juan Vallet explicó acer t a d a m e n t e
e n t re nosotros hace ya tiempo, la tecnocracia se encarga de hacer
girar creando y solucionando necesidades ficticias pero sin atajar
los problemas reales de la sociedad humana. De la U n i versidad de Udine viene también este año nuestro
queridísimo amigo Danilo Castellano, quien disertará sobre “De
la comunidad política al comunitarismo”. Es obvio que la comu-
nidad política, entendida en sentido clásico, ha sido dinamitada
por la modernidad convirtiendo el convivir en mera coexistencia,
yuxtaposición de individualidades. Sin embargo, entre los signos
contradictorios propios de una crisis como la que nos ha tocado
v i v i r , parece que la imposibilidad manifiesta de fundar el nuevo
o rden social en esa mera coexistencia o yuxtaposición, lleva a la
postmodernidad a avanzar en figuras que, bajo la apariencia de un
renacer de la ve rdadera comunidad ahora con la “ m a rc a” o deno-
minación de comunitarismo, en realidad reducen la comunidad a
pequeños círculos en los que la adhesión a algunos ideales da car t a
de naturaleza al reconocimiento del grupo, lo que es en sí mismo
igualmente individualista, por más que en apariencia se muestre
como su contrapunto: individualismo, aunque colectivo, que en
puridad sigue negando la ve rdadera comunidad, pues desatiende
la naturaleza del orden social en su ve rdadera estr u c t u r a .
Be r n a rd Dumont, director de la revista Ca t h o l i c a, finalmen-
te abordará el asunto “Del laicismo a la laicidad”. Esa nueva lai-
cidad que no reconoce V e rdad o que, si puntualmente la tolera,
no la considera cognoscible o la circunscribe a un espacio y un
tiempo; esa laicidad que confiere a la libertad un sentido absolu-
tamente impropio y contrario a la V e rdad; esa laicidad que posi-
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ciona lo justo en la mayoría de electores efectivamente vo t a n t e s ;
esa laicidad que niega la dimensión realmente política del ser
humano y que, en definitiva, disuelve al hombre en el r e l a t i v i s-
mo absoluto y convierte a lo que queda del Estado en mero
garante de una pretendida neutralidad religiosa, lo que en la
práctica posiciona a dicho Estado en enemigo declarado de la Fe
que profesamos, como por desgracia vemos cada día en los noti-
c i e r o s . Finalmente, el incombustible Miguel Ayuso presentará la
comunicación de cierre que lleva por título “La vanificación de la
p o l í t i c a ”: en un mundo en el que todo se hace mundano, se mate-
rializa y degrada, en un momento indudablemente epocal como
el que nos ha correspondido vivir, ¿dónde queda aquella visión de
la política que precisamente Miguel Ayuso nos explicaba en dis-
tintas páginas de juventud y que han sido recientemente r e e d i t a-
das en forma de libro por N u e va Hispanidad bajo el suge re n t e
título La política, oficio del alma?
Permítanme precisamente terminar con unas líneas tomadas
d i rectamente de dicho libro, que creo muy a cuento respecto de
n u e s t ro enfoque: “La política que merezca ve rdaderamente ese
n o m b re, ha de fundarse en una doctrina. La auténtica llamada
política no tiene que ver con la ironizada por Gu s t a ve Thibon al
p res entar a unos hombres que se destrozan mutuamente para
decidir si la casa ha de pintarse de azul, de ve rde o de rojo, sin
a d ve rtir que está a punto de desplomarse. No se trata de un bri-
llante barniz o un alicatado de color. Al contrario, es un cimien-
to, una roca. P e ro, indispensable, la doctrina, no basta. Sin el
quehacer de unos ser v i d o res en que encarne y encuentre su pues-
ta en ejercicio, queda inoperante”. Si rvan estas palabras para excitar definitivamente nuestro
c o m p romiso o al menos hacerlo aún más firme. Hoy re c i b i re m o s
recta y sana doctrina por boca de buenos expertos y amigos.
Reputados y ve rd a d e r os intelectuales, y con esto no pr e t e n d o
ofenderles sino rendirles cumplido y merecido homenaje. P e ro no
basta sólo con asentir por mucho que lo hagamos de corazón, ya
que de nada serviría todo esto si nuestro empeño por la Ciudad
Católica termina con la sesión de trabajo de hoy y no trasciende
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p recisamente para exponer “De la democracia re p re s e n t a t i v a a la
democracia deliberativa, pasando por la tecnocracia”. Para la
sociedad con ve rtida en masa es imprescindible un poder re c t o r
que le suministre qué y cómo pensar, ya que el bien común, cri-
terio tradicional de intervención de las organizaciones sociales
s u p e r i o r es, se transmuta restringiéndose en el mejor de los casos
al mero bien material, que por lo demás muchas veces ni siquiera
se consigue, prescindiendo deliberadamente de otras ve rt i e n t e s
que constituían el concepto clásico y formándose un círculo vicio-
so que, como nuestro maestro Juan Vallet explicó acer t a d a m e n t e
e n t re nosotros hace ya tiempo, la tecnocracia se encarga de hacer
girar creando y solucionando necesidades ficticias pero sin atajar
los problemas reales de la sociedad humana. De la U n i versidad de Udine viene también este año nuestro
queridísimo amigo Danilo Castellano, quien disertará sobre “De
la comunidad política al comunitarismo”. Es obvio que la comu-
nidad política, entendida en sentido clásico, ha sido dinamitada
por la modernidad convirtiendo el convivir en mera coexistencia,
yuxtaposición de individualidades. Sin embargo, entre los signos
contradictorios propios de una crisis como la que nos ha tocado
v i v i r , parece que la imposibilidad manifiesta de fundar el nuevo
o rden social en esa mera coexistencia o yuxtaposición, lleva a la
postmodernidad a avanzar en figuras que, bajo la apariencia de un
renacer de la ve rdadera comunidad ahora con la “ m a rc a” o deno-
minación de comunitarismo, en realidad reducen la comunidad a
pequeños círculos en los que la adhesión a algunos ideales da car t a
de naturaleza al reconocimiento del grupo, lo que es en sí mismo
igualmente individualista, por más que en apariencia se muestre
como su contrapunto: individualismo, aunque colectivo, que en
puridad sigue negando la ve rdadera comunidad, pues desatiende
la naturaleza del orden social en su ve rdadera estr u c t u r a .
Be r n a rd Dumont, director de la revista Ca t h o l i c a, finalmen-
te abordará el asunto “Del laicismo a la laicidad”. Esa nueva lai-
cidad que no reconoce V e rdad o que, si puntualmente la tolera,
no la considera cognoscible o la circunscribe a un espacio y un
tiempo; esa laicidad que confiere a la libertad un sentido absolu-
tamente impropio y contrario a la V e rdad; esa laicidad que posi-
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a nuestros re s p e c t i vos ámbitos familiares y profesionales, cada día
y hasta conseguir el restablecimiento de la auténtica política. Aun consciente de no tener ninguna legitimidad para ello,
permitidme que termine con esta reflexión en voz alta. Q u i e n e s
tenemos indudable vocación política y, qué duda cabe, todos los
que aquí estamos la tenemos bien intelectual o académicamente
hablando, bien en una ve rtiente más operativa, tenemos el inelu-
dible deber de trasladar esa doctrina sobre la que hoy escuchare-
mos sabia opinión al día a día. Es nuestra obligación como
católicos y ruego a Dios que cumplamos con ella.
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