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Información sobre una campaña de prensa contra La Ciudad Católica

Desde 1959, periódicamente, una o dos veces por año se levanta en Francia una campaña, de Prensa contra La Ciudad Católica.

Los incitadores buscan abiertamente que sus dirigentes sean detenidos por las Autoridades gubernativas y que la Obra sea condenada por la Jerarquía eclesiástica.

La última manifestación de este "amistoso" comportamiento tuvo lugar a primeros de noviembre de 1961.

Su origen fue el siguiente:

Un documento confidencial había sido sustraído a la jerarquía eclesiástica francesa.

Este documento se refería a La Ciudad Católica.

Es el resumen o análisis de un informe oral presentado a la Asamblea de Cardenales y Arzobispos de Francia en marzo de 1960.

Se trata de un documento de trabajo no destinado a la publicidad.

Sin embargo, en la primavera que entonces comenzaba empezaron a circular clandestinamente unas hojas anónimas conteniendo el citado informe, atribuido al "Episcopado francés".

La autoridad eclesiástica francesa no ha dado ninguna versión del informe atribuido por la Prensa a la Jerarquía.

Al preguntar los periodistas á secretariado de la A. C. A. se les manifestó que no confirmarían ni negarían su contenido, puesto que no estaba destinado a la publicidad.

Nos hallamos, pues, con un texto reservado, cuya versión íntegra se desconoce y que por añadidura no es autenticado por quien pudiera hacerlo. En estas condiciones, no cabe duda que, no puede ser interpretado y menos deducir del mismo ninguna conclusión acertada.

No obstante, la prensa de cierta tendencia suscitó una campaña difamatoria contra La Ciudad Católica, a la que motejaba de "integrista" y "fascista", acusándola de inspirar los grupos activistas de Salán.

Abrió el fuego un periódico tan poco "clerical" como Progrès Dimanche, que en su número de 3 de noviembre de 1961 anunció que La Cité Catholique y Verbe habían sido condenados, en su última reunión, por la Asamblea de Cardenales y Arzobispos de Francia.

France-Observateur, revista cuya ideología religiosa, según uno de sus directores, es hacer retroceder a la Iglesia Católica (ver número de 24 de diciembre de 1959), el 9 del siguiente se hizo eco de tal noticia, que fue difundida igualmente por Le Monde del día 10, Libération (filocomunista) de igual fecha y France-Soir del 11 del citado mes.

Al mismo tiempo, una nota de la Agenda Francesa de Prensa y otros periódicos de París, provincias y extranjero, difundían la "novedad" por todo el mundo.

Para conocimiento de nuestros lectores reproducimos a continuación el artículo de Le Monde, por ser el que con mayor extensión se ocupó del asunto, y la réplica del director de La Cité Catholique, Jean Ousset, parcialmente publicada por el citado diario dando a conocer luego una nueva fase de la intriga y terminando con algunas puntualizaciones finales.

A) Artículo de Le Monde.— Bajo el título "Un documento, de la Jerarquía pone en guardia contra los peligros de las posiciones mantenidas por La Cité Catholique", Le Monde del día 10 de noviembre de 1961 publicó el siguiente artículo :

"Los católicos se han asombrado en diversas ocasiones de que la Jerarquía no se haya pronunciado sobre las directrices doctrinales sociales o políticas dadas por la revista Verbe, órgano mensual de La Cité Catholique.

Pero si ninguna intervención pública ha tenido lugar, la cuestión no ha escapada a la Jerarquía, según resulta de un informe de la Asamblea de Cardenales y Arzobispos de marzo de 1961. Este documento, que circula desde hace algún tiempo en los medios interesados, toma, en diversos aspectos, el carácter de una clara puesta en guardia.

Este texto, de seis folios, escritos a máquina, analiza con detalle "el objeto, los métodos de acción y el espíritu" de La Cité Catholique.

Después de haber señalado el éxito de Verbe en los medios universitario y militar enumera los "equívocos" de este movimiento que se propone realizar la unidad de los católicos en el plano de la doctrina católica, "siendo así que no tiene esta misión". La Cité Catholique pretende igualmente conseguir esta unión en cuanto a la acción temporal, lo que no es posible ni deseable, porque se corre el riesgo de comprometer a la Iglesia en un terreno en que no desea ser vinculada y en donde "no impone una solución en nombre de su doctrina".

El espíritu de La Cité Catholique es el espíritu de la contra-revolución..., continúa el documento, entendiéndose por revolución en el sentido amplio todos los errores y corrientes de pensamiento que tienden a rechazar a Dios, a Cristo, de la sociedad; concretamente, la revolución del 89, que ha encarnado estos errores. La Iglesia aparece como la contrarrevolución, la lucha contra Satanás, animador de la revolución.

He aquí un grave peligro para la concepción de la verdadera "misión de la Iglesia, ante todo misterio de salud eterna, comunidad de fe y de caridad [...].

La Cité Catholique quiso ser lo contrario de la revolución. El señor Ousset, antiguo militante comunista, muy versado en los métodos marxistas, quiso combatir a la revolución en su propio terreno y con sus propias armas, de ahí las "células", "la acción capilar", las "redes", buscando siempre la eficacia en lo temporal mediante la imitación de los métodos comunistas.

La Cité Catholique está fielmente vinculada a determinada línea política: derecha o más bien extrema derecha. Ciertamente, sus miembros, como ciudadanos, pueden elegir esta posición, pero no pueden reprochar a otros católicos que sustenten ideologías diferentes, igualmente legítimas.

El peligro radica, por consiguiente, en juzgar a los demás en nombre de la doctrina que se pretende encarnar, en considerar que las opciones políticas son condenables y sospechar de su ortodoxia.

En resumen, no se puede más que alabar el deseo, muy legitimo, de seglares resueltos a emprender una acción temporal. De otra parte, existe una manifiesta buena voluntad entre los dirigentes de mostrarse plenamente católicos y ansiosos de una verdadera formación doctrinal. Pero conviene iluminarlos y ayudarles, llamando su atención sobre varios peligros que tienen el riesgo de correr.

El informe estima "útil recordar la doctrina de Pío XII sobre la sana laicicidad del Estado" y el correspondiente pasaje de la Encíclica Summi Pontificatus del mismo Papa. Precisa, en fin, que, conforme a la Encíclica de Pío XI sobre la realeza social de Jesús, su reinado se ejerce sobre los corazones y las relaciones de los hombres entre sí, por la soberanía de la caridad, de su caridad.

Conviene precisar que este documento no ha sido hecho público. ¿Será debido a que La Cité Catholique goza de ciertas protecciones en el Vaticano, por, ejemplo, la del Cardenal Ottaviani, Secretario del Santo Oficio?"

B) Rectificación dirigida por el Sr. Ousset a Le Monde.

"1º No es cierto, como Le Monde da a entender, que la Asamblea de Cardenales y Arzobispos de marzo de 1961 haya redactado una puesta en guardia contra La Cité Catholique.

2º Las hojas multicopiadas a que Le Monde hace alusión (y que circulan clandestinamente, pese a las directrices concernientes de la Jerarquía) comenzaron a extenderse, antes de terminar el primer semestre de 1960, Hace, por consiguiente, dieciocho meses.

Esta precisión Ofrece el siguiente interés:

Permite hacer observar que a pesar de la circulación de estas hojas y la pretendida puesta en guardia anunciada por Le Monde, La Cité Catholique ha sido honrada más que nunca, desde esta fecha, por insignes testimonios de alabanza y estímulo por parte de la Jerarquía, en Francia, y en el extranjero.

Así, en nuestro último Congreso (julio de 1960), una vez más, no obstante la reciente puesta en circulación de esas hojas, recibía personalmente un telegrama del Santo Padre; por su parte, el Cardenal Feltin se dignaba hacerse representar oficialmente, en estas jornadas, por Mons. Hamayon, quien pronunció una alocución de la que Le Monde- (el 4 y 5 de julio) reprodujo los pasajes más elogiosos.

Al mismo tiempo (siempre después de la puesta en circulación de las citadas hojas), el Cardenal Tien-Ken-Sin, Administrador Apostólico de Taipeh y Mons. Bucko, Arzobispo de Leucade y Visitador Apostólico de los Católicos Ucranianos de Europa Occidental, se dignaba animar nuestra, acción mediante un afectuoso prólogo a nuestra obra El Marxismo-Leninismo.

Después basta enumerar los estímulos más materialmente controlables, dados a La Cité Catholique por eminentes miembros del Episcopado extranjero:

... Presidencia del Congreso Suramericano de La Ciudad Católica por el Cardenal Caggiano, Arzobispo de Buenos Aires. Estímulos renovados en su prólogo á la traducción castellana de nuestro Marxismo-Leninismo.

[Prólogos del Arzobispo de Zaragoza y. del Obispo, de Bilbao a la traducción española de Para que El reine.]

3º No es cierto que yo sea un antiguo comunista. Hasta mis estudios medios inclusive, he sido siempre alumno de Instituciones o Colegios Católicos. Contrariamente a fantásticos rumores que sobre mí  circulan, nos: he perdido nunca la fe ni he dejado de ser católico practicante... Muy lejos de buscar la aplicación de los métodos comunistas a la construcción de un orden social cristiano, he redactado, por el contrario, una obra para denunciar lo que de ruinoso, no sólo en el plano moral, sino también en el de la eficacia práctica, tiene el empleo de medios marxistas al servicio de una causa católica.

Se nos permitirá lamentar que esos graves errores materiales sobre mi persona y mi pensamiento hayan sido, además, públicamente atribuidos a la Jerarquía por un artículo de Le Monde.

[Siento que las dimensiones legales de esta respuesta no me permitan atacar más a fondo la especie vertida contra nosotros; pero creo que será suficiente para que los lectores formen recto juicio sobre las informaciones que han sido dadas.]"

(Esta -rectificación fue publicada por Le Monde del 15 de noviembre de 1961, página 11, excepto los pasajes entre corchetes.)

A la rectificación de Ousset replicó Le Monde que "los errores del informe sobre la fecha del documento y no haber sido comunista Ousset se deben achacar al redactor de la nota", y que "la existencia, el origen y la autenticidad del documento no pueden ser puestos en duda", ya que, según La Croix del 18 de noviembre de 1961, "un estudio doctrinal sobre Verbe y La Cité Catholique ha sido confiado a un miembro de la Asamblea de Cardenales y Arzobispos".

C) Nueva fase de la intriga.

Hemos visto cómo se sustrajo viciosamente un documento reservado de la Jerarquía, cómo se falsificó su fecha, cómo se hinchó y se le dio una significación indebida.

A pesar de todo, no se consiguió una explícita declaración de las autoridades eclesiásticas que confirmara la supuesta puesta en guardia contra la Cité Catholique.

Entonces se acudió a una sinuosa artimaña: se puso en circulación un texto diferente, presentado como una solemne aprobación del Episcopado francés a la indicada Obra y se difundió esta versión, donde se presumía que el Obispo no simpatizaba con ella. Así lo hizo la Dépêche d'Algérie bajo el título "La Asamblea de. Cardenales aprueba la revista Verbe". Le Monde echó más leña al fuego comentando la noticia.

El ardid dio resultado:

El Arzobispo de Argel publicó en la Semaine religieuse d'Alger la siguiente nota, reproducida sustancialmente por La Croix del 17 de noviembre de 1961 (aparecida el 16 por la tarde): "Un diario ha publicado recientemente un artículo titulado "La Asamblea de Cardenales aprueba la revista "Verbe". En efecto, como ha escrito La Croix del 10 de noviembre, la Asamblea de Cardenales y Arzobispos, en marzo de 1960, redactó una nota sobre la revista Verbe destinada exclusivamente a los Obispos. Esta nota, lejos de constituir una aprobación, es una puesta en guardia respecto a tal revista, tanto en lo que concierne a su espíritu como a los métodos de acción que preconiza."

De este modo Ousset se encuentra, según la célebre expresión de Joseph Folliet, "aprisionado entre dos corrientes de aire, en un corredor negro, por un fantasma desconocido".

La nota del Arzobispo de Argel es clara, pero se compagina mal con otros párrafos del texto publicado por Le Monde, en el que se reconocen las loables intenciones de los dirigentes de La Cité Catholique y se dice que "conviene iluminarles y ayudarles".

El Arzobispo de Argel, como autoridad en su Diócesis, puede disponer en ella lo que estime oportuno dentro de sus facultades, pero lo que no puede es atribuir a una nota reservada de la Asamblea de Cardenales y destinada sólo a los Obispos un sentido que ella no ha querido manifestar, y de cuya interpretación no participan otros miembros del Episcopado que con sus palabras y sus actos han alabado y estimulado, después del citado informe, a La Cité Catholique.

D) Puntualizaciones finales.

1. Jean Ousset no ha sido nunca comunista, pero si lo hubiera sido y después se hubiese convertido al catolicismo no sería esto motivo de censura por parte de la Jerarquía, sino más bien de satisfacción y alegría, tanto más si se constituye en un apóstol propagador de la doctrina de los Papas.

2. La Iglesia, como Corporación, no es una sociedad que condene clandestinamente aquello mismo que en público alaba.

Ha existido, efectivamente, una nota sobre Verbe, para información de la Jerarquía, muy anterior a la fecha que se le atribuye, como de otras muchas materias que reclaman su interés, pero sin que ello suponga condena, pese a la advertencia de un solo Obispo, como lo demuestran múltiples estímulos posteriores recibidos de Obispos y Cardenales e incluso del Vaticano.

3. El objetivo de La Ciudad Católica es la formación personal ideológica en la doctrina de la Iglesia, especialmente de los Papas, para que Cristo reine en la Sociedad.

No militariza, no monopoliza, no constituye partido político ni agrupación semejante. Las personas formadas en la doctrina de la iglesia actuarán después, libremente, en sus respectivos medios.

Algunos opinan que es peligroso el paso de la formación doctrinal católica a la acción temporal cívica, política y social. Nosotros preguntamos: lo realmente peligroso ¿no será la falta de formación y de actuación?

4. Los métodos son procedimientos para conseguir una finalidad, tanto en ciencias exactas como humanas.

En las últimas existen métodos que pueden utilizarse indistintamente para el bien o para el mal. Nadie objetará nada a que se utilicen tales métodos por las fuerzas del orden cuando los mismos son también empleados por las fuerzas de la revolución. Por ejemplo, es evidente que se causan graves daños morales por medio de la imprenta. ¿Deberán los católicos abstenerse de utilizar este procedimiento por ser uno de los predilectos de la revolución?

Es frecuente, de algún tiempo a esta parte, que periodistas, doctores, filósofos y hasta teólogos, aboguen porque se tome del comunismo aquello que tenga de bueno, y realmente, si algo de bueno hay en él, ya sea en su ideología, objetivos o procedimiento, no vemos inconveniente en que se imite para la difusión del bien. Pero por lo visto esto que le es permitido a cualquiera le es negado a Jean Ousset.

Otros métodos están estrechamente vinculados al fin que se persigue y no se pueden libremente separar. Sobre ellos es claro el pensamiento de Ousset, expresado en sus obras, especialmente Para que El reine y diversos boletines Verbe, en donde manifiesta que no son utilizables para la restauración del orden cristiano los mismos métodos empleados por los comunistas, pues no puede actuarse para construir en igual forma que para destruir; entre otras razones, por la ausencia de moral en determinados procedimientos.

5. Los métodos de formación individual no son comunistas ni han sido copiados del comunismo. Es más bien éste quien los ha tomado de la Iglesia Católica. Esta los practicó desde sus comienzos instruyendo a los catecúmenos antes de ser bautizados, y hoy se usa para explicar el catecismo en todas las Iglesias para la formación de los fieles. San Ignacio de Loyola estructuró un buen sistema psicológico de formación individual en sus famosos Ejercicios. Y es curioso que el libro de los Ejercicios de San Ignacio sea en la actualidad estudiado con especial interés por los comunistas chinos de Mao-tse-tung. ¿Será éste motivo para que no los practiquemos nosotros?

6. El sentido sociológico de célula es el de grupo pequeño. Estos grupos pueden actuar bien o mal.

Su. Santidad el Papa Pío XII no ha tenido inconveniente en hablar de células católicas, acción capilar, redes, etc. ¿Deberemos temer nosotros emplear estas mismas palabras con un claro sentido gramatical?

7. Resulta incomprensible la actitud de algunos intelectuales de "orden", que siempre están dispuestos a hacer concesiones con tal de no disgustar a los contrarios y les parece "peligrosa" toda posición que defienda con firmeza la verdad íntegra. Es como si para calmar a una fiera le ofreciéramos para saciar su hambre un brazo, pensando que se contentaría con esto sólo. Supongo que quien tal cosa hiciese terminaría enteramente devorado por el animal.

Los errores ideológicos hay que combatirlos con una ideología firme, pero tenemos "amigos" que nos niegan no ya el derecho al ataque, sino hasta la legítima defensa, olvidando que la paz a costa de todo es la derrota previamente aceptada.

Un ilustre español, mártir de nuestra cruzada, pronunció la siguiente frase: "Prefiero morir con gloria a vivir con vilipendio". Hay quienes, para congraciarse con el agresor, olvidan los derechos de Dios por comodidad o por interés y prefieren vivir con vilipendio para terminar después, por añadidura, muriendo también sin honor.

* * *

Jean Madiran, en un magnífico artículo publicado en el número 50 de Itineraires se hace eco de la campaña contra La Ciudad Católica, y advierte la falta de valor de los "adversarios leales" de Jean Ousset y el silencio de la mayor parte de la llamada Prensa católica defensora de la existencia de "tendencias diferentes".

Esta constatación, dice, obliga a sacar las oportunas consecuencias prácticas.

Cualquiera que sea, agrega, la potencia financiera, publicitaria o policíaca de centros y grupos controladores de los instrumentos de difusión fabricantes de la opinión pública, que hacen circular sin levantar protesta documentos episcopales reservados que han robado previamente y falsificado después, existe un honor católico francés que no capitulará jamás. Y termina con la siguiente cita de Bernanos: "El honor, para un pueblo, no es vencer, sino sobrevivir, cueste lo que cueste, hasta el día ineluctable, en que Dios triunfará."

G. A. C.