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La declaración del Bundestag alemán, del 6 de abril de 1960, emitida por el presidente en funciones, profesor Dr. Carl Schmidt, sobre la extirpación del campesinado en la Alemania del este

Al otro lado, más allá del "telón de acero", se lleva a cabo un nuevo exterminio de campesinos. Se dice a las personas afectadas y a nosotros que lo que se hace obedece á motivos económicos, que se trata de un aspecto de la racionalización de la agricultura. En realidad, se trata de algo completamente distinto.

Los gobernantes totalitarios encuentran dificultades si en sus territorios habitan hombres que pueden vivir sin depender de su benevolencia o de su gracia, hombres cuyas formas de vida les: permiten decir también "NO" cuando se trata de aquellas cosas que son las únicas que hacen a la vida digna de ser vivida. Por ello tratan de quitar a estos hombres la base de su independencia. Han ideado para ello una multitud de técnicas y las aplican progresivamente, pues consideran que no sería inteligente el derribar la valla que protege la libertad de los ciudadanos de un solo puntapié.

El trabajador, por ejemplo, es un hombre independiente si tiene sindicatos cuyos órganos han surgido de elecciones libres y son independientes frente al Estado. Esta independencia ha sido temida por los gobernantes del otro lado, y así han arrebatado, en primer lugar, a los trabajadores los sindicatos y han puesto en su lugar un sindicato estatal, que no es otra cosa sino una prolongación del aparato de dominio estatal hasta las empresas, y las economías domésticas.

A la clase media profesional le han quitado en gran medida todo aquello que le daba independencia y le podía hacer posible manifestar una voluntad propia, incluso frente al aparato político de dominio del Estado.

Ahora son los campesinos la meta. Mientras un hombre se asienta en un terruño que cultiva con pericia, diligencia y la fuerza de sus brazos, no necesita sentirse dependiente del favor de los detentadores del poder. Estos pueden, ciertamente, molestarle; pueden imponerle entregas que sólo realizará con los mayores esfuerzos; pero, en último término, él sigue siendo, en los sectores esenciales de la configuración de su existencia, un hombre independiente.

Gente así no la quieren tener más en el otro lado; se quiere que en el campo no haya más que "Mano de obra" dependiente y sus vigilantes. Por ello se ha llevado a cabo ahora un exterminio de campesinos, como hacían los gobernantes en otro tiempo, hace siglos, y aun después, hace decenios, en épocas de crisis. Con ello se causa no sólo un perjuicio económico; se destruyen energías espirituales, sin las que un pueblo no puede vivir.

En 1946 había en la zona de ocupación soviética 608.000 empresas privadas agrícolas de más de una hectárea. El 31 de marzo de 1960 había aún 140.000. Hoy ha sido "exterminado" el 90 por 100 de las empresas privadas; mañana lo habrá sido el 100 por 100.

Esto no tiene nada que ver con una reforma agraria justa y racional. Esto es pura destrucción, destrucción de la que no puede brotar nueva vida. Pues los que aquí pierden sus fincas no realizan ningún sacrificio voluntario por el bien común, sino que son simplemente víctimas de una exacción por la fuerza. Lo peor de ello es, sin embargo, que se hace como si se alegrasen por el nuevo orden. A la fuerza se añade la mentira y se quiere forzar al pueblo a aceptar la mentira como verdad.

Lo que aquí sucede nos llena a todos de dolor, pues en el árbol de nuestro pueblo muere una rama importante. A este dolor se une la indignación por esta nueva violación de la libertad, por este nuevo golpe a las posibilidades de una reunificación de nuestra Patria.

El Bundestag, el parlamento elegido libremente, que garantiza a nuestro pueblo el derecho a la libertad de pensamiento, a la libertad de expresión, a la autodeterminación del orden de su existencia por medio de resoluciones, en las que puede fusionarse la voluntad de todos los ciudadanos, da expresión en esta hora al dolor y a la indignación de todo el pueblo alemán por esta obra de destrucción.

Apela al mundo para que atienda a lo que sucede detrás de la línea guardada por una alambrada que divide a Alemania en dos mitades; apela al mundo para que considere estas cosas como una causa que también es su causa. El Derecho y la Libertad son indivisibles, y nadie puede ser libre si todos los que hablan de libertad no sienten la ofensa a la libertad y al derecho de cualquier hombre como una ofensa del propio derecho y de la propia libertad.

A nuestros hermanos del otro lado les decimos: nada —tampoco lo que se os hace hoy a, vosotros— puede desgarrar lo que ha soldado en una unidad un destino común, con sus altibajos y sus esplendores y eclipses: la nación alemana.