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1992

La contrarrevolución

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La contrarrevolución en Hispanoamérica

LA CONTRARREVOLUCION EN. IDSPANQAMERICA
CRISTIÁN GARAY VERA
Cuando mis buenos amigos Miguel Ayuso y Estanislao Cantero
me encargaron esta ponencia dentro del congreso realizado en·
Madrid por la Ciudad Católica, dedicado al tema de la Contrarre­
volución, capte anticipadamente cuán difícil
sería dar una respuesta
a la inquierud que me planteaban en
cuanto a dilucidar la validez
y · extensión del término en Hispanoamérica con las significativas
exclusiones de Espafia y Portugal.
Antes
que nada es preciso exponer algunas ideas generales­
sobre el fenómeno mismo de la Revolución ( 1 ). Revolución, en el
sentido más aproxiJ:nado a nuestra indagación ( que es dado por.
la astronomía) implica la .inversión del cursQ de las cosas. En con­
cepto de . De. Maistre, la Revolución es el. curso contrario a la pa­
turaleza .; en palabras de Cochin, la imposición de un mundo absc
tracto sobre la realidad.
Por ello la Revolución
. aparece como una fractura del orde;
establecido, pero no se agota eri ella. La Revolución es en sí misma,
antes que un fenómeno
de desorden callejero, un fenómeno de
desorden intelectual
Y moral. Oe ahí la importancia concedida al
(1) ALBERTO -FAl.CIONEi..LI, El ctimíno de la -RevolUciOn. ·ve Bábeuf a·
Mao Tsé-Tung, Ed. Nuevo Orden, Buenos Aires, 1965; MARIO GóNGORA
DEL CAMPO, Civilizaci6n de Masas y Esperanza, Vívaria, Valparaíso, -1987;
AuGUSTIN CocHIN, La-· Révofution et la Libre-Pensé(!, ·Plon, 1924, 1978;
Lms MAiúA SANDOVAL,-«Consideraciones sobre la Contrarrevt>luci6n», pá­
ginas 209-290, en revista Verbo, núm-. 281-282,-enero-febrero, 1990,. Madrid;
y ROBERTO DE MATTEI, «Augus'tin Cochin y Ja. historiografía coiitrarrevolu­
cionaria», págs. 631-654, ··en revista Verbó,. núm. 145-146, Madrid, mayo,.
julio de 1976.
Verbo, núm. 317-318 (1993), 783-823 783·
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CRISTIAN GARA Y VERA
mundo abstracto, a las categorías ideales de la Ilustración, del
Enciclopedismo, del liberalismo considerado en tanto permisividad
individualista, y no ya tanto como escuela o expresión política~
La Revolución existe, y en propiedad, en el mundo occidental
desde 1789. Es decir, una revolución . que se propone la recons­
trucción del mundo a partir de un universo ideal, abstracto, ajeno
a lo existente. Es la idea del hombre nuevo, de
la utopía.
No siempre una
revuelt~ constituye una revolución. Esta se
caracteriza por un sentido totalizador de los cambios, que se pro­
longa a
la tesis de un Estado configurador de la sociedad, donde
sobran todos los
elementos contenidos por la tradición y la his­
toria (2).
Esencialmente hablando
el núcleo mismo de la Revolución es
anticristiano, o más genéricamente antirreligioso. Es decir, con­
cibe de manera
,excluyente la sumisión civil al Estado frente a la
experiencia religiosa. En cuanto a su validez explicativa considera
a
la religión como una perturbación del conocimiento civil.
La sustitución de la Revelación Cristiana por la obediencia al
Estado en nombre de la razón abstracta constituye un proceso no
solo intelectual sino también
un· movimiento de ideas y un pro­
ceso histórico. Necesariamente, al fermento de las ideas le sucede,
si
la sociedad está madura, la expresión política y callejera, la re-
vuelta y luego la imposición del orden nuevo. ·
Dado el carácter restringido, y si se quiere elitista de la
Revolución en Hispanoamérica, conviene acentuar que
al igual que
en
Europa hay una influencia desusada de los grupos de presión,
ya sean clubs o sociedades secretas· estilo masonería. Estos tratan
de identificar el estado de la
opinión con su propio programa y
(2) «Dans <;ette cité des nuées, on fait .de la morale loin de l'action,
de la politique loin d_es affaires; c'est _ la _cité de la pensée». Las sociedades
de pens_aIIµento, dice, m'ás adelru:lte «e14:s'-form~ent la· charpente matérielle
de la )épublique · de lettres'; et donnere11:t a· la. 'philosophi~' _ une consistance,­
une vigueur, llll empire sut l\Jpinion; s_ans_ example jusque-la», AuGUSTIN
CocHIN, La Révolution et ... , págs. XXX-XXXI.
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LA CONTRARREVOLUCION "{;:N H{Sp_ANOA!'-JERlCA
con la democracia y el pueblo (3 ). Es una. influencia que va desde
un carácter civilista, como
en Chile, directamente aplicada a las
universidades y el área educativa, a
la inspiración de la revuelta
o
la aplicación directa de políticas antirreligiosas (Uruguay, Bra­
sil, Ecuador, Colombia y especialmente México). También las
logias son importantes al momento
de conducir parte de la Guerra
de Independencia, especialmente
la Logia Lautarina.
Desde este punto de vista hay que calibrar en su debida impor­
tancia
la sentencia de De Maiste, según la cual la contrartevolu­
ción sobrevendría luego de una revolución. El «tradicionalismo
-recuerda Góngora a propósito de De Maistre--presupone el ha­
ber pasado por la crisis revolucionaria, el haber detectado a fondo
ese fenómeno y su profundidad abismal, para actuar en su• con­
tra» (4). Es decir, que la contrarrevolución es el desafío del proceso
de
reconstrucción lucionarios que, enquistados en el
orden anterior, permitieron la
eclosión revolucionaria.
Una auténtica Contrartevolución sólo puede sobrevenir en el
marco de una larga, profunda
y radical transformación de la so­
ciedad. Es el caso de Francia, de Rusia, de México. ¿Pero se podrá
hablar de una revolución auténtica, por ejemplo en Chile, Argen­
tina, Ecuador o Perú, donde después de
la Independencia se si­
guieron usando los útulos de nobleza? ¿Fue la Independencia algo
más que un cambio político para la sociedad de esa época?
Parece haber consenso entre
los americanistas en que la Inde­
pendencia no
es un proceso esencialmente revolucionario. En mu­
chos casos se trata de una auténtica guerra civil entre partidarios
del
rey y los de la autonomía. El grupo social que se desplaza en
el
poder en Chile, Perú, Argentina, etc., es el mismo. Sólo en
Venezuela existe una excepción importante
al imponerse el exter-
(3) «L'opinion est ici la cause, .et nOn, come dans la vie réele, _effet»,.
AuGusTIN CocHIN, Les sociétés de ... , págs. 15-16.
( 4) «Reflexiones sobre la tradici6n y el-tradicionalismo en la historia
de Chile» en MAiu:o GóNGORA, CiviliZt1ción de Masas ... , pág. 189.
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CRISTIAN GARA. Y VERA
minio de los criollos indepedentistas por la acción populista de
los realistas.
Los regimenes surgidos de la Independencia conservan los
mismds
elementos sociales y condicionamientos económicos previos
al proceso. Y desde luego,
casi •todos con excepciones muy puntua­
les, reciben como propio el legado de ideas hispánicas.
En general,
el proceso de deshispanización y, por ende, de descristianización es
muy lento. La idea de la confesionalidad del Estado, por ejemplo,
sólo
se pierde de manera definitiva en México y Uruguay, Los
Estados republicanos son. católicos y asumen las prerrogativas del
regalismo borbónico como sucesores de aquel. El Catolicismd
es
la religión de Estado y el limite entre los conservadores y los
liberales viene a ser
en el siglo xrx (no asi en el xx) la cuestión
de. la confesionalidad.
Sabemos que existe una Contrarrevolución europea muy defi­
nida en Estados como Austria-Hungría, Nápoles, España, Porru-:
gal, Francia, etc. En casi todos ellos predomina la resistencia
católica al proceso de laicización. El movimiento de las ideas. y la
fortaleza
de. las actitudes es muy distinta dada la cercanía a la fuen­
te del conflicto. En el mundo Hispanoamericano de ultramar ese
desafío
no está tan claro.
La Contrarrevolución en el mundo europeo significa claramente
el rechazo de 1789, de sus principios y de sus áctitudes. Y por con-·
trario, la construcción del verdadero orden, afirmación de la Iglesia
y de la Monarquía. Y
la Contrarrevolución efectiva -la Vendée,
la
guerri1la napolitana, los carlistas, los !DÍg\lelistas, etc.-viene
por contraposición a
la. imposición violenta del laicismo.
En palabras mos realmente.la experiencia de la Revolución Francesa. El mundo•
hispánico ha conocido más bien el fenómeno de guerra civil antes
que
el fenómeno Revolución Francesa ... Como la América española
no vivió a fondo la Ilustración debido, como digo, a que aquella
fue
ecléctica der,tro del marco del catolicismo hispánico y como
tampoco tuvimos Revolución Francesa, sino Guerra de la Indepen­
dencia,
ocurre que el Romanticismo e incluso el Tradicionalismo
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LA CONTRARREVOLUCION .EN HISPANOAMERICA
han sido fenómenos que han repercutido sólo a medias, en nuestro
mundo hispanoamericano» (5).
Para contestar
la pregunta, ¿dónde hay contrarrevolución en
Hispanoamérica? Habría que preguntarse en cuántos países de
estos hay revolución, con qué duración, en qué sentido
y en qué
forma. Socialmente en todo el siglo
XIX no hay revolución social
sino subversión intelectual.
Si la Independencia es una guerra .civil
en un mismo
país, la Revolución en Hispanoamérica es la revuelta
en la clase
·alta por imponer modelos de laicismo o de catolicismo.
Esencialmente son los criollos los que siguen dividiéndose para
alcanzar un Estado católico o un Estado laico. En Ecuador no son
los peones los que discuten
la cuestión, sino García Moreno y
Montalvo, como en Chile el grupo dirigente contempla el enfren­
tamiento de
sus vástagos, divididos entre conservadores confesio­
nales
-W alker y T ocornal-contra los liberales-Santa Maria
o Errázuriz Echaurren-.
Es a fines del siglo xrx, con los cambios sociales, cuando apare­
cen verdaderamente revoluciones sociales, políticas que importan
un modelo cultural nuevo. Es el caso del
México post porfirista,
del Uruguay o del Brasil a fines
. del siglo, etc.
Pero, claro está,
es difícil no tener algunas precauciones al
hablar de revolución y contrarrevolución en el mundo hispánico.
En efecto, desde hace tiempo se discute en América la validez de
conceptos como
el feudalismo o la modernidad para aplicarlos al
continente. Algunos estudiosos de su mentalidad han aseverado
que
el fondo barrdco de Hispanoamérica es un factor que tiende
a
la tradición y por ende es constitutivamente antimodema.
Esto quiere decir que en verdad
los conceptos de revolución
y contrarrevolución sólo pueden ser tomados relativamente. En
Hispanoamérica de hecho
el calificativo de contrarrevolucionario
es un término culto, como acota Luis Maria Sandoval, y en muchos
casos reciente. En los casos que no ha sido
as! se le ha usado como
sinónimo de «reaccionario» pero con poca fuerza. Más usado,
(5) «Romanticismo y Tradicionalismo» en M.Aruo GóNGORA, Civilización
de ... , pág. 57.
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CRISTIA.N GARA-Y. VERA
pero con menos claridad es el uso de la palabra Revolución. Re­
volución equivale alternativamente• a asonada, el motín o la re­
vuelta. Revolución se llama, por ejemplo, a la Revolución del '91
en Chile, oportunidad en que
la aristocracia parlamentarista se
rebela contra el autoritarismo del Presidente Balmaceda, de su
misma clase y heredero
-aunque liberal-de la tradición con­
servadora de «gobierno fuerte».
La costumbre es, incluso en la historiografía americana, utili­
zar la palabra en forma coloquial, para aplicarlo a cambios políti­
cos de muy menor maguitud, como
el cambio violento de un go­
bierno por otro.
Desde luego
el concepto de Revolución es más fácil de utilizar
que
el de Contrarrevolución. En la primera basta con identificar
los elementos de la ideología, los cambios y los movimientos
so­
ciales. En la Contrarrevoluci6n en cambio, no basta decir que se
rechazó la Revolución.
Roberto de Mattei, en
un artículo singularmente esclarecedor
recuerda que la discrepancia entre la comprensión de conservado­
res y tradicionalistas transcurre en que para los primeros «los tér­
minos antitéticos de orden y Revolución son vaciados de todo
contenido metafísico
y limitados estrechamente a la dimensión po­
lítica-social» ( 6), y para los segundos es una la creación del orden
de la naturaleza querido por Dios, cuya alteración tiene el signo
satánico de una recreación.
Precisamente
es altamente discutible la aplicación de concep­
tos europeos a
la realidad americana. No tanto por sus manifesta­
ciones, comd por sus inspiraciones. La Contrarrevolución en Fran­
cia o Nápoles, por ejemplo, tuvo características
muy precisas, en . .
Hispanoamérica todo elld es menos claro, en parte porque hay
elementos que la identifican como tal
y otros que no.
(6) ROBERTO DE MATTEI, «A. Cochin y la, .. », pág. 633 en revista Ver­
bo, núm. 145-146, Madrid, mayo-julio de 1976.
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LA CONTRARREVOLUCION "BN HISPANOAMERICA
Los movimientos:
µn caso frustado: Perú.
Lo anterior puede comprobarse con una somera revisi6n del
tratamiento historiográfico del tema.
· En los primeros momentos
e incluso durante el siglo XIX, la asociaci6n instinriva fue la invo­
cación monárquica. En otras palabras, «contrarrevolucionarios.»
eran los que defendiendo la Iglesia
mantenían inalterable la di
fensa de la monarquía.
El vigor que Lima opuso al movimiento revolucionario inde­
pendentista fue notorio. San Martín, por
ejemplo, no descansó
hasta crear en la Provincia de Mend02a un ejército para atacando
Chile
'(perdido desde 1814) llegar al Petó. Incluso con apoyo naval
chileno San
Martín se mostr6 incapaz de doblegar a las tropas
peruanas que resistían, cediendo su lugar a Bolívar que venía del
norte. Sobre todo frente a
las tropas revolucionarias argentinas la
confrontaci6n fue más violenta, ya que sus desmanes superarop.
Su inicial apoyo. La derrota de los argentinos en la batalla de
Guaqui (1811) en el Alto Perú tuvo verdadero carácter de lihera­
ci6n.
En efecto, los peruanos rechazarían las incursiones argentinas
de 1813 dirigidas por Belgrano y de 1815 por
Ror.deau. Distinto
era el caso de Chile, donde había zonas al sur, Valdivia y Chiloé,
afectas a
la monarquía. Está fuera de toda discusi6n que el grueso
de
la oficialidad y casi la totalidad de la tropa eran los primeros
criollos y los segundos indígenas.
.
Brian R. Hamnett (7) ha identificado esta primera variable de
la tendencia contrarrevolucionaria en las tendencias gestadas en
el
interior de los virreinatos del Perú y Nueva España (México), que
ofrecen la más coherente resistencia a las ideas y principios revo­
lucionarios, con la diferencia que la contrarrevoluci6n en el pri­
mero
se agot6 históricamente en la ocupaci6n del Perú por las
tropas revolucionarias.
(7) BRIAN R: HAMNETT, Revoluci6n y contra"evoluci6n en México y el
Perú. (Liberalismo,
realeza y separatismo 1800-1824), FCE, México, 1978.
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CRISTIAN GARA Y VERA
En el caso peruano la determinación de permanecer fiel al rey
le costó la ocupación por tropas de los ejércitos de San Martín y
Bolívar, y tras el colapso militar del virreinato el cese de esta
contrarrevolución frustada.
En efecto, la independencia eta un
hecho que truncaba cualquier continuidad contrarrevolucionaria.
Ese
hechd ejemplifica el Presidente del Ecuador, Gabriel García
Moreno, que proveniendo de una familia peuinsular opuesta a la
Independencia, va a identificarse con los esfuerzos por
estabilizar
uno de los nuevos Estados surgidos del proceso independentista.
El caso de Chiloé.
Este archipiélagd, compuesto de la Gran Isla de Chiloé e in­
contables islas, situado al sur del Canal de Chacao, en un clima
tempestuoso, con una población detivada de españoles e indios
chonos, fue
el centro de la resistencia a la independencia en Chile.
Tetritorio de rasgos muy
particulares y duros, con más de 200 días
de lluvias al año, fue
el escenario de una curiosa evangelización,
que dejó su impronta en su extremado conservadurismo, incluso
lingüístico, acrecentado por
la lejanía geográfica.
Administrativamente, además, estaba separada de la Capitanía
Genetal de Chile con dependencia directa de Lima. Bajo
la direc­
ción de un comerciante peninsular, Antonio de Quintanilla, casado
con una notable de la zona,
se organiza de maneta incesante el
reclutamiento de tropas para la monarquía. Esta isla proporciona
casi todos los contigentes realistas y en ciertas ocasiÓnes compi­
ten con las escasas tropas peninsulares. La tropas chilotas se dis­
tinguen en las Guetras de Independencia por su religiosidad y
monarquismo. Todavía en 1826 Chiloé sigue -sin contactos con
la
metrópoli-fiel a España y junto con la fortaleza del Callao
(Perú) son las últimas en capitular.
Tras
los deseos de Bolívar de anexionarla, el Gobierno chilend
emprende dos expediciones, y logra someterla en una paz honrosa.
El Presidente Freire le ofrece
el cargo de gobernador a Quinta­
nilla por su ascendiente,
petO este Id rechaza. Emigra con algunos
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LA CONTRARREVOLUCION EN HISPANOAMERICA
chilotes a España, donde muere sin reconocimiento de su labor.
Por su parte los chilotes que le acompañaron regresan a la isla.
En la isla existe un monumento en el cual están por un lado el
homenaje debido al primer gobernador republicano y
al último
español (8).
Tres excepciones:
MÉXICO
El Imperio Mexic11no de ltúrbide, 1822,1823.
La primera · manifestación del consevadurismo mexicano fue el
movimiento iniciado en México para coronar emperador a Agustín
de Itúrbide y dar la Independencia al país sin sobresaltos. Era
una tesis que
había rondado a la Argentina bajo el Directorio, a
Bolívar con respecto a Colombia, a San
Martín en Perú, y que
cristalizó en Brasil con la Casa Braganza.
El plan monárquico cristaliz6 por el apoyo de Vicente Gue­
rrero a Itúrbide, enviado por
el Virrey a combatirle. De acuerdo
al Plan de Iguala, redactado en l821, se preveían las tres garan­
tías: ortodoxia religiosa, igualdad entre europeos y mexicanos y
la Independencia al país del norte, y permitieron que en julio de
1822 fuese proclamado Emperador, pero poco después el
alza:
miento del General Santa Ana, y el Acta de Casa Mata, en 1823,
le obligaron a exiliarse.
En el escaso plazo de su gobierno sometió
a Centroamérica y derrotó a los republicanos que
se habían hecho
fuertes en El Salvador en 1822, territorios que a su caída
se in­
dependizaron.
En '1824, al regresar a su país, el Congreso lo juzgó
y lo fusiló.
(8) Ver MANlmL TORRES MAíl'I'ÍN, Q·uíntanilla y Chilol· la epopeya de
la constancia, Andrés Bello, Santiago, 1985 y FERNANDO CAMPOS HARRIET,
Los defensores del Rey, Andrés Bello, Santiago, 1958.
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CRISTIAN GARA Y-VERA
La Guerras de la Reforma o de tos Tres Años, 1858-1861.
El Partido Conservador . mexicano fue tachado desde un coc
mienzo como «reaccionario». Los motivos de este apodo ptovénían
de su firme adhesión a la Iglesia, de sus relativos vínculos con la
colonia española, y de su lucha pertinaz contra
la Masonería. Por
ello, no extraña verificar cómo en 1857 los
conservadores se
alcen contra la Constitución liberal (9), tachada de antirreligiosa,
a través del general Osollo y sobre .todo de Miguel Miramón. De­
tenidos, Miramón huye de prisión y reinicia la lucha con especta­
culares victorias, que le
valen. el apodo del joven Macabeo, comó
nuevo vengador de los cristianos.
Miramón
logra importantes victorias pero vacila ante la. cap­
tura de Veracruz dónde está Juárez, y prefiere batir a Santos De­
gollados que avanza sobre Ciudad de México, en consecuencia
ello,
prolonga la guerra y permite la reorganización de los liberales o
constitucionalistas.
Debido a los apuros de Juárez, este concertó el apoyo de Es-.
tados Unidos -a cambio de una presunta compensación territorial
mexicana-, mientras los C0?5ervadores buscaban apoyo en España.,
El apoyo de Estados Unidos significa el apresamiento de la. es­
cuadra conservadora ante Veracroz y el fr~caso del asedio, y luego.
el apertrecbamiento de los constitucionalistas. Al cabo de tres años
los
conservadores perdían la guerra.
La intervención francesa, el I_mperio y los conservadores.
La situación de los conservadores llevó a _la· larga a que un
sector de ellos considerara la posibilidad de rehacer el Imperio
bajo un príncipe extranjero, especfficamente bajo Maximiliano de
Austria.
La intervención francesa se inició en 1862, cuando la
Guerra de la Reforma aún no acababa. Esta decisión fue fatal aun-
(9) El Papa Pío IX habla eximido a los católicos dé prestarle obediencia.
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LA CONTRARREVOLUC/ON EN HISPA.NOAMERICA
que tuvo un comienzo inicialmente auspicioso, pues Maximiliano,
apoyado por tropas francesas, aprovechó el fútil pretexto de Ias
deudas de México
para instaurar el nuevo régimen. La idea era
apoyada por Napoleón
III, quien buscaba equilibrar la influencia
de Estados Unidos. '
En la ciudad capital se reunió una Asamblea de Notables que
expidió su consentimiento a
la monarquía en un dictamen del 10
de julio
de 1863 en una monarquía «moderada, hereditaria, con
un príncipe católico». Pero la gestión de Maximiliano fue ajena·
a las esperanzas de los conservadores. El carácter imperialista de
la empresa se verificó en la poca accesibilidad a las peticiones
conservadoras referidas a la cuestión
religiosa. De hecho se re­
trasó la formación de un Ejército Imperial Mexicano que fuese
conducido
por Miramón, quien durante gran parte de la contienda
estuvo fuera del país, donde frecuentó la Curia Romana y fue con­
decorado por Pío IX.
La política de Maximiliano fue bastante liberal. Oertamente,
que al cabo de los ingentes sacrificios de los conservadores, el
fusilamiento de Miramón sonaría a sarcasmo,
ya que enemigo de
la intervención, caía como su partidario, y a su vez aquella no
había proporcionado un beneficio· a la Iglesia ni a su causa. Pues
como dice Silvio Zavala
-nada sospechoso de simpatías-- «los
conservadores de México tenían la esperanza de conseguir
la pro­
tección que tenía la Iglesia antes de la reforma liberal. Y no ocu­
rrió así, porque Maximiliano y Napoleón
ya estaban muy influidos
por
los conceptos liberales» ( 10 ).
Casi al final del régimen imperial, los franceses se retiraron
y asumieron su pesada carga los conservadores a través · del cons­
tituido Ejército Impetial. Miramón lleva la iniciativa en Zacate­
ca, (1865), pero es presionado ante la revuelta general. Una

pri­
mera derrota le sorprende en 1867
y. otra en Querétaro, con
consecuencias desastrosas.
Finalmente el 19 de junio de ese año
es fusilado junto al Emperador y· el general Tomás Mejía,
(10) Entrevista a SrLVIO ZAvALA, «ConversaciOD.es sobre América (V)»,
pág. 56 en Atlántida, núm. 12, Madrid; octubre-diciembre de 1992.
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CRISTIAN GA.RA Y VERA
Primera Guerra Cristera 1926-1929.
El que la reacción contra la Revolución proviniese de los drcu­
los católicos debe entenderse como la última reserva del pensa­
miento conservador, una vez desaparecido el
Partido. Los inicios
de las Guerras Cristeras se marca
por la Revolución Mexicana de
1910 y los intentos de promover medidas anticlericales por medio
de
la acción de diversas logias masónicas y sociedades ateas. Sobre
todo la Revolución alterado el cuadro de tolerancia establecido
bajo la Dictadura de Porfirio Díaz.
En 1913 tras el asesinato de Francisco I. Madero, se inicia la
pugna
por el poder entre Victoriano Huerta y Venustiano Carranza.
El primero se apoya en los católicos, pero el segundo, gobernador
de Cobauila, forma el Ejército Constitucionalista que desde el
Norte avanza atacando a la Iglesia.
Carranza tras
su: victoria en 1915 ataca a los católicos, acusán­
dolos
de. haber apoyado a Huerta: expulsa sacerdotes, cierra se­
minarios, se prohíbe el culto en algunos estados, etc. El grµpo
constitucionalista crea una nueva Carta, la de 1917, que prohíbe
el culto católico y las expresiones religiosas públicas. Se enajena
a
la Iglesia de. la posesión de bienes, la dirección de escuelas, los
votos monásticos, las órdenes religiosas y
los monasterios, etc.
Todo lo anterior
tenía por lógica finalidad impedir la exten­
sión del culto católico, lo. que fue evidente' en algunos estados
como el de Jalisco, donde el propio Obispo pasó a la clandestini­
dad.
Los sucesos de 1919 que hicieron retirar la clausura de las
Iglesias,
por medio de manifestaciones. dio el tono de lo que
vendría.
A pésar de la derrota de Carranza y del ascenso del General
Obregón, se fue incubando
en el seno del grupo constitucionalista
una facción m,!s extrema, la jacobina, que promocionó la lucha
antirreligiosa principalinente a
través de la Liga Anticlerical Me­
xicana.
La «familia revolucionaria» e.ra en su mayoría del norte y
militar.
De extracción pequeño-burguesa rechazaba el catolicismo
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LA CONTRARREVOLUCION EN HISPANOAMERICA
y la herencia indígeria. «A leur yeux -recuerda Meyer-le pro­
testantisme explique la réussite nord-américaine et ils reprennent
a leur compte le réquisitoire anglosaxon contre le passé hispani­
que
et colonial d'un Méxique dégénéré par la faute des Indiens et
des pretres» ( 11).
El tenor de los acontecimientos generaron la «U» o Unión de
Católicos Mexicanos, organización clandestina, fundada por el
P. Vicente. Camacho, destinada a preservar la fe en caso de per­
secución
abierta. A su vez el P. Bernardo Bergüend crea la Asocia­
ción Católica de
la Juventud Mexicana, que nutrirá a los futu­
ros cristeros de la mayoría de sus cuadros. Esta se fue manifestando
en mítines y marchas populares, que trataban
de impedir el cierre
de iglesias o escuelas, con saldos
de muertos y heridos.
Los desórdenes
de los años 21 y 22 anticiparon los que sobre­
vinieron con
la elección del generál Plutarco Ellas Calles, un ja~
cobino exaltado. Ante este cuadro se siguieron formando asocia­
ciones, entre ellas
en 1925, el Comité de Defensa de la Religión
en Guadalajara, que se transformará
en la Unión Popular.
Ese año
se inició la lucha a causa del intento de formar por
Calles, una iglesia cismática, mediante la toma de la Iglesia de la
Soledad en Ciudad de México. La acción gestó grupos de paisanos,
que defendían las iglesias,
y fue el. comienzo de la unidad de los
católicos en la Liga Nacional de
Defensa de la Libertad Religiosa
-o Liga-dirigida por el ex gobemadqr de Zacatecas, Ceniceros.
No pasó mucho tiempo entre el 9 de marzo y el 22 del 1925, que
la Liga fue declarada subversiva.
Diversas medidas gubernamentales agravaron
la situación, en­
tre ellas
la aplicacióo de una norma constitucional (art. 130) que
obligaba a cumplir a todos los gobernadores
cla jucha anticlerical.
Por ello el Papa Pío XI en Paternae Sanae Sollicituda llama a. la
lucha cívica contra
la Constitución. Ante las declaraciones del
Arzobispo de Ciudad de México,
el gobierno obliga a la aplicación
(11) JEAN MEYER, .La Christiaáe: l'église, l'etat et le peuple dans la
révolution mexicaine 1926-1929, Payot, 1975, págs. 31-32. Más adelante pre­
cisa: «Si les anticléricaux sont souvent protestants ils .sont aussi, sous la meme
influence américaine, francs-ma~ns», pág. 32.
795
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CRlSTIA'N GARA Y VERA
del artículo 130 y ordena el cierte de colegios y conventos. Por
este artículo
se prohíbe virtualmente el cultd; al fijar niínimas
cantidades de sacerdotes.
Para entonces
el agravamiento del conflicto era evidente, y se
sucedían las expulsiones o arrestos de eclesiásticos, mientras los
Obispos
no sabían si apoyar la acción cívica, la Liga, o ir a accio­
nes más enérgicas.
La prdmulgación el 14 de junio de la Ley Calles, estableció
penas
<1e cárcel para quienes enseñasen la religión católica, hicie­
ran votos religiosos, publicaran prensa religiosa y ejercieran la
profesión sacerdotal sin pertniso. Debido a
la dureza del artículo
y a la previsible promoción de grupos cismáticos, el conjunto de
Obispos insistió en una resistencia pacifica,
con boicots, y sobre
todo con la autosuspensión de los cultos. Esta sobreviene el
31 de
julio, tras la debida consulta
al Vaticano.
El Gobierno, a su
vez, se arrogó el derecho a nombrar gesto­
res en las iglesias. Todo ello.causó el desbordamiento de la tesis de
la resistencia
pacífica, y numerosos fieles tomaron las armas por sí
mismos. El primer caso se dio en Puebla, el 20 de julio, con el
fusilamiento de un comerciante al retirar un letrero de Viva Cristo
Rey (12).
Al día siguiente del 31 de julio empezaron los primeros en­
frentamientos, que surgen de la resistencia de los grupos armados
a dejar inventariar las
Iglesias, Son partidas ajenas por lo general
a
la Liga, que sin intervenir en la resistencia pacífica que ella in­
tenta desarrollar, se enfrentan al Ejército.
En la primera· fase
el Movimiento Cristero, que tiene por di­
visa Viva Cristo Rey, sufre derrotas, pero por la espontaneidad
con
que surge, nada lo detiene. Lentamente los mandos de la Liga
se empiezan a comprometer con la lucha y crean el Comité Espe-
(12) Para estos hechos un r~umen en ENRIQUE MENDOZA DELGADO,
«La Guerra de los Cristeros», en revista Verbo, m1m. 159-160, Madrid,
noviembre-diciembre de 1977, págs. 1.496 y sigs. Sobre el tema ]EAN ME­
YBR, La Cristiada, Siglo XXI, México, 10! edición, 1988; y el ya citado
La Christiade.
79(;
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LA CONTRARREVOLUCION EN HISPANOA.MERIC.A·
cial de Guerra, cuando ya la lucha está i:n pleno desarrollo en
Jalisco, Guadalajara,
Guerrero, Zacatecas, etc.
La lucha tiene
carácter populár, ajeno a los mandos superiorés
de la Liga y

a los propios Obispos, algunos de los coales como·
el
de Guadalajara pasa a la clandestinidad, pero sin comprometerse
con los Cristeros.
El movimiento. arma precariamente el Ejército
Cristero o Guardia Nacional,
entrega su mando al General Enri­
que Gorostieta, y prepara
el alzamiento genera) para .enero de
1927 al mando del liguero René Capistrán, que ábarca la zona
centro-sur de México.
El alzamiento nd recibe .el apoyo claro. ni de los Obispos ni
del Vaticano, en el
nprte indusolos Obispos pactan con los go-;
bernadores estatales, lo coal no impide que el levantamiento tenga
éxitos en Puebla, Guerrero,
·Moreles, Oaxaca, etc. Gorostieta
logra unificar las partidas cristeras, reforzadas por el apoyo
feme-,
nino de las Brigadas Santa Juana de Al:co, y da a la Guardia una
estructura militar acorde a su anterior trayectoria profesional. En
las
zonas liberadas se crea una administración afecta, mieritias el
Gobierno lanzaba sus tropas sobre Altos. de Jalisco: de 20.000 a
casi 35.000 son los
cristeros en armas.
Para entonces las· relaciones entre Roma y los cristeros no. son
buenas porque
los Obispos dicen que no tienen oportunidades de.
éxito, se niegan a nombrar capellanes, y de-hecho reducen la mag­
nitud de la sublevación. En 1928 la Iglesia empieza a. negociar
a través del episcopado estadounidense una solución negociada· al
conflicto, al margen de la Liga
y los. Cristeros.
La situación se mejora con la lucha intetna entre Calles y los
partidarios de Obregón (asesinado por un joven católico}, en la
coa! se obtiene la gran victoria de Tepatitlán. Calles, con abun-.
dante apoyo estadounidense, concentra su ejército en Altos
de·
Jalisco y fracasa su ofensiva, aunque muere en combate el General
Gorostieta. En ese instante, junio de 1929, se producen los acoer­
dos finales entre la Jerarquía y
el Gobierno y se anuncia la reanu­
dación de los cultos para
el 22 de junio de 1928, sin acoerdo de
797
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CRISTIAN GARA Y VERA
los cristeros ( 13). El último acto de la tragedia será la vuelta a
sus hogares de los cristeros
y su asesinato sistemático por las fuer­
zas del Ejército, además de la inamovilidad de la Constitución de
1917.
Segunda Guerra Cristera 1935-1940 (de los «Irreductibles»).
Pasado el primer período de los arreglds, los grupos jacobinos
volvieron a
la carga, mediante planes de educación sexual y otros
que
tenían por objeto liquidar la Iglesia. Como respuesta nueva­
mente hubo cristeros que sin
apoyo de sus Obispos reiniciaron la
lucha armada. Estuvo encabezada por Trinidad Mora,
Florencia
Estrada y Federico Vázquez. El movimiento abarcó 15 Estados,
pero en
carácter de partida o de acciones selectivas contra funcio­
narios y oficiáles,
El Sinarquismo 1937-1945.
El fracaso armado llevó a una situación de desconfianza de
los católicos con la jerarquía, que explica el sesgo
de la lucha
emprendida por la Unión Nacional Sinarquista entre el 37 y el 41,
de carácter pacifico, y· de perfil más rtacionalista. De hecho en su
purtto 5. º, el Sinarquismo desechaba los calificativos de derecha
e izquierda,
y 'de revolución y reacción, haciendo sólo distincio­
nes entre mexicanos
y antimexicanos. La UNS se reconocía here­
dera de los Cristeros, pero sus lazos
eran débiles con el clero (14),
(13) «Su Santidad el Papa ha dispuesto ~ecía el General Jesús De­
gollado al comunicar la noticia a._ los cristeros-, por razones que no conoce­
lftós~ pero que coDlo católicos acet,tarnos, que sin derogar las leyes se reanuden
los-cultos», cit. pol' · ÉNRIQUE. MENDozA, «La Guerta de los Cristeros»,
pág. 1.515, en. Verbo, núm. !59-160.
~14) «Que l'"(JNS. n'ait _cien_ a .:voír _.avec, la_ hiérarchie catholique, c'est
le· fruit de l'expériencie ameré dtl con:flit religieux des années 20; le mouve­
Iilent n'a jamáis ·eu crinSeillets offici"ek ecclésiástiqu'es, ni' d'aum.oniers. Lés
chefs n'ont eu des contacts avec les éveques qu'a -titre'pri-V-é», ]EAN MEYl!R.,
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LA CONTRARREVOLUCION EN HISPAN_OAMBRICA
a pesar de lo cual rechazaba las «Tres R», Renacimiento, Reforma
(Protestante
y Mexicana) y Revolución. Sostenía la necesidad de
un Orden Social Cristiano frente a la Revolución. Debía su curio­
so nombre al griego syn diké, sindicato, derivado del syn arké,
que significa con poder, con autoridad. Es decir, lo contrario a la
anarquía.
La UNS era fuerte en Michoacán, Guanajuato, Aguascalientes,
Jalisco,
San Luis, Zacatecas y a medias en Nayarit, Guerrero, Vera
Cruz, Tlaxcala, Hidaldo y Morelos.
En su primera fase la UNS fue dirigida por Manuel Abascal
(1940-1941), pero subsistió con
un agudo conflicto entre la direc­
tiva y la «Base». El Sinarquismo luchaba por restaurar los dere­
chos
de la Iglesia y desplazar al Partido Revolucionario Institu­
cionalizado del poder. Fruto de su acción de protesta en 1938 se
suspendió la propaganda antirreligiosa en las escuelas.
ECUADOR.
Gabriel Garc/a Moreno (1821-1875).
La figura de Gabriel Garda Moreno (15) domina por sí sola
toda la cuestión de una política contrarrevolucionaria en Hispa­
noamérica y no en vano fue el modelo en Europa
de un gobierno
cristiano.
En España, por ejemplo, fue una figura recurrente para
Nocedal y los integristas. Este hombre culto, con estudios cientí­
ficos, impetuoso, discutido, sagaz administrador, hombre de obras,
que
se inició en el apoyo del liberal Rocafuerte, fue el constructor
Le Sinarquisme. Un fascisme mexicain? 1931·1947, Hachette, Paris, 1977,
pág. 125.
(15) R. P. Ar.PHONSE BERTHE, Gárcía Moreno. Presidente del Ecuador,
Paris, 1892; MANUEL GÁ'LVEZ, Vida de don Gabriel Garcia Moreno, Difu­
sión, Buenos Aires, 1942; JuLIÁN B. Rmz RIVERA, Gabriel García Moreno,
dictador ilustrado del
Ecuador, Anaya, Madrid, 1988; RICHARD PATTEE,
Garcia Moreno y el Ecuador de -su tiempo, Méxíé:o, 1944; PILAR. PoNCE,
Gabriel Garcla Moreno, Historia 16/Qu6rum, Madrid, 1987. Sobre el pe­
ríodo MARIE-DANIELLE DEMELAS, Jerusalem y Babilonia: religión y politica
en el Ecuador 1780-1860, Corporación Editora Nacional, Quito, 1988.
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CRISTIAN GARAY VERA
del moderno Estado ecuatoriano en el· momento en . que su exis­
tencia era discutida
por Colombia y Perú.
García Moreno intentó constituir una «Repóblica del Sagrado
Corazón» que, una vez
azotada por su muerte a manos de la Ma­
sonería, fue abandonada a
su suerte por sus propios seguidores.
Si los asesinos del
dos veces Presidente del Ecuador fueron elimi­
nados pocas horas después del asesinato, en cambio consiguieron
vaciar de contenido
su. obra.
Joven de familia distinguida, pero no muy dotada de recursos,
García Moreno sobresalió en los estudios y en su interés por
la
ciencia. Se educó con los jesuitas, por lo cual cuando se verificó
su expulsión (1852) bajo el gobierno de Urbina se manifestó en
contra de
la medida (16). Sin embargo, García Moreno apoyó a
Rocafuerte, y no
al conservador general Flores, en parte debido
a la eficacia administrativa del primero, y a su conducta desideo­
logizada, que al acceder al poder le hizo gobernar en forma muy
lejana
al ideal liberal.
Las continuas crisis fronterizas y la presión del Peró, condu­
jeron a que tras el Tratado lcaza-Pritcher (1857), García Moreno
accediera
al poder en un triunvirato con Jerónimo Carrión y Pa­
cífico Chiriboga dos años después. Ese fue el motivo de su
ascen­
so a la primera magistratura, y la posibilidad de influir en la Cons­
titución de 1861. Su acción inclemente contra el liberalismo y
la
tLasonería, se reflejó también en su puritanismo con el clero ecua­
toriano, cuyo
estado era desastroso. Por ello, no contento con las
instrucciones de disciplinarlo que dio a sus intendentes ( 17), pro­
cedió a negociar
un nuevo Concordato, el de 1862, en el cual junto
con subrayar la necesidad del apoyo
civil a la Iglesia, se hada eco
de la condena a
las· sociedades secretas y los cultos disidentes.
Convencido de la bondad de los jesuitas los trae de vuelta e ins-
( 16) La Iglesia Católica no sufrió ataques ni siquiera bajo los gobjer·
pos liberales y se mantuvo -el statu quo.
(17) Por ejemplo, impuso una multa al Arzobispo de Quito por no
haber asistido a una ceremonia religiosa. Al Concordato lo consideró blando
con
el clero y hasta 1865 no lo aplicó, buscando obtener satisfacción a sus
exigencias.
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LA CONTRARREVOLUCION EN HISPANOAMERICA
tituye la obligatoriedad de la educación primaria, propugna inves­
tigaciones, y levanta caminos.
Tras su primer período, y dado que no podía reelegirse, apoya
a orro conservador, a Jerónimo Carrión, y por breve período fue
enviado a Chile como diplomático en
1866. Aprovechando la trai­
ción de Carrión a

los conservadores, para cerrar
.el congreso, García
Moreno vuelve al primer plano, a través de un nuevo gobierno,
el de Espinosa, que, sin embargo, tampoco le satisface en su or­
todoxia, pero con el que colabora co:mo Gobernador de Imbabura
en un grave terremoto en 1868, donde desplega su gran inventiva
y capacidad.
En 1869, ante
la posibilidad del triunfo liberal, García Mo­
reno provoca un golpe de estado y e¡npieza su segundo período,
donde
se consagra enteramente a su ideal de Estado católico, ex­
presado en su Constitución de 1869, desde el puesto de Ministro
de Guerra del Presidente Manuel de Ascábusi,
y luego desde su
elección como Jefe de Estado.
Las ideas centrales de su Carta Fundamental fueron expresa­
das por el mismo
en los debates: «Dos objetos principales son
los que he tenido en mira: el primero, poner. en armonía nuestras
instituciones políticas con nuestra creencia religiosa; y el segundo,
investir a la autoridad pública de la fuerza suficiente para resistir
los embates de la anarquía. La civilización moderna, creada por
el catolicismo, degenera y bastardea a medida que
se aparta de
los principios católicos ... ». (18) .
. Para esta Constitución G chilena de 1833, por lo demás era conocida la admiración que
sentía por ese pals desde su estadía diplomática y por el
ministro
Portales, quieu como él tenía obsesión por la eficiencia y la auto­
ridad: «El viaje (de 1866) resultó sumameute instructivo para
García Moreno. Sorprendido
y admirado por la situación política
chilena dedicó cierto tiempo a estudiar
la constitución que regía
(18) GABRIEL GARCÍA MORENO, Mensaje a la Convenci6n Nacional,
1869, pág. 115, en Jost Lms y ALBERTO RoMERO (comp.), Pensamiento
Conservador (1815-1898), Biblioteca Ayacucho, Caracas, 2.• edición, 1986.
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CRlSTlAN GARA Y VERA
su vida pública. Adoptó de ella diversos principios que seríau más
tarde reflejados en su proyecto constitucional aprobado por el
parlamento
ecuatoriano en 1869» (19). Rasgos de ella eran, por
ejemplo,
el poder omnímodo del Presidente, al que García Moreno
le agregó la capacidad de reelegirse. Sobre
todo la agrega un origi­
nal artículo 10 que hace requisito de
la nacionalidad la profesión
de la fe católica.
El Presidente intentó hacer regir esto en toda la vida ecuato­
riana. Exigió certificados de confesión para iniciar un curso, per­
siguió los vicios públicos,
trató de suprimir las cortidas de toros,
y en general impregnó al país de su puritanismo. García Moreno,
no contento con su ortodoxia, protesta
en solitario por la ocupa­
ción de los Estados Pontificios, luego admite como
ley civil el
Syllabus de Pio IX y, finalmente, consagra el Ecuador al Sagrado
Corazón de
Jesús el 25 de marzo de 1874. El mismo participa
activamente en las procesiones y actos religiosos y recibe una con­
decoración del propio Pontífice, por su fidelidad. Para entonces
su enérgico gobierno, lleno
de obras como la Escuela Politécnica,
el Conservatorio, las Escuelas de Artillería, Náutica, Práctica· de
Cadetes
y la Escuela Normal de Indios, es resistido abiertamente
por los liberales y especialmente por la Masonetía y conspiran
contra
él. Orculos cercanos a ambos, acicateados por el escritor
Montalvo con su libro
La Dictadura Perpetua, la asesinan a ma­
chete al salir de misa, sin escolta, en 1875. Por paradójico que
suene, años después, el propio Montalvo le invocará como tirano
sabio, sujeto de
gran inteligencia y jayáo de valor y arrojo increí­
ble, juzgando muy penosa su muerte para el Ecuador.
{19) Prr.AR PoNCE:, Gabriel Garcia Moreno, Historia 16-Quórum, Ma~
drid, 1987, f}ág. 102. Esta jnfluenc:ia fue estudiada por CRESCENTE DONOSO
en su tesis de .I?erecb.o, Porttdes y _García Moreno: paralelo politico y psico­
l6gico, Universidad Católica de Chile, Santiago, 1955, 67 hojas. En uno de
sus mensajes para el terremoto tuvo especial reconocimiento pira el gobierno
y el pueblo de Chile. Una vez producido su asesinato su familia se refugia
en Chile, una de sus hijas se enlaza con la familia Larraín Covarrubias, cuyo
nieto, Jaime, sería destacado político y dirigente gremial.
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LA CONTRARREVOLUCION EN HISPANOAMERICA
COLOMBIA.
La Guerra de los Mil Días (1899-1903).
En el caso de Colombia la oposición conservadora a las leyes
laicas fue debida a su rechazo
intrínseco del liberalismo, que pro­
voc6 la sublevación liberal en 1899 tras un período de dominio
conservador.
Los antecedentes de esta lucha se pueden fácilmente
remontar a 1849, cuando
el Presidente liberal José Hilarlo López
entre sus· reformas consigue-suprimir el Fuero Eclesiástico, con­
cluye con la pena de muerte, estatuye la libertad de prensa y ex­
pulsa a los jesuitas. La Constitución de 1853 establece la separa­
ción entre
la Iglesia y el Estado.
Sin embargo, el Partido Conservador logró vokar a
su favor
los
años siguientes, y fue así como hacia el fin de siglo redactó
una Constitución
-la de 1886--que, acusada de «reaccionaria»,
fue el testimonio de su excepcional fidelidad a la Iglesia. Aún más,
la colectividad dio a su lucha con los liberales el carácter de Gue­
rra Santa y adhirió al ultramontanismo. Figura destacada del Par­
tido fue el luego Presidente Miguel Antonio Caro,
que dirigió
el periódico
El Tradicionista del cual éra subscriptor García Mo­
reno, y cuya orientación polftica fue clave para los años siguientes.
Caro, también siguió
los esfuerzos de García Moreno en lo educa­
cional, e inspirado en
él y en las palabras del Syllabus defendió
la educación religiosa en las
páginas del Tradicionista en 1872.
Junto a Caro se destacó Rafael Núñez que le
toc6 gobernar con la
Constitución entre 1886 y 1892
fecha en que murió.
Parte importante de
la firmeza doctrinal de la postura colom­
biana
se debió a la influencia de monseñor Ezequiel Moreno,
Vicario Apostólico de Casanare y luego Obispo de Pasto. Este re­
chazó sin ambigüedades el liberalismo y los principios de la Re­
volución Francesa y reclamó el carácter de guerra santa a la de­
fensa de los conservadores contra los liberales (20).
(20) FRANC1sco JosÉ F&RNANDEZ DB LA C1G.0ÑA·y NúÑEZ, «Pensamiento
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CRISTIAN GARA Y VERA
La Guerra empezó por una incursión liberal desde Panamá,
Ecuador
y Venezuela, y se resolvió favorablemente para los con­
servadores en la Batalla de Palo Negro, cerca de Bucaramanga, a
pesar del apoyo ecuatoriano.
La lucha. tuvo un claro carácter re­
ligioso, al punto que los liberales procedían en su avance a pro­
fanar las Iglesias
y atacar al grito de « Viva Luzbel» al que los
conservadores replicaban con «Viva la Inmaculada». En Palo
Ne­
.gro, antes de la contienda, los conservadores rezaron ardorosamen­
te el Rosario. Monseñor Moreno narraba que
los conservadores
acudían a las diócesis pidiendo su bendición para luchar «en
de­
fensa de la Re]iglón» y hasta su muerte en 1906 reiteró los prin­
cipios tradicionales, a pesar de
las dificultades que tuvo al final
con Roma, que esperaba uua conciliación que el Obispo rechazó
en nombre de la doctrina
pontificia a pesar de las presiones.
Las ideas:
ARGENTINA.
De acuerdo oon Mario Góngora el movimento contrarrevolucio­
ruu:io ha sido particularmente vital en Argentina. Sin embargo, si
bien no faltan manifestaciones en
el orden político éstas se con­
~den oon el desarrollo del nacionalismo argentino (21).
Los antecedentes en este siglo necesariamente se remiten a
la influencia
de. l'Action Fran~se en Argentina, perceptible en
el apoyo dado al General José Félix Uriburo en los años 30 por
diversos medios ligados a este pensamiento:
La Fronda, La Voz
Nacional y sobre todo la Nueva República de los hermanos Irazusta.
Esta
úl.tima publicación fue expresamente visitada por Uriburo
para manifestar su apoyo
y desde 1928 recogía una amplia gama
de intelectuales. en esta posición. Entre los intelectuales entonces
contrarrevolucionario español! el .beato Ezequiel Moreno, Obispo de Pasto»,
págs. 187-240, V ;,bo, núm. 151-152, enero-febrero de 1977.
(21) Ver la obra clásica de ENRIQUE ZuLETA, El Nacionalismo argen­
tino, Buenos Aires, Ediciones La Bastilla, 1975, 2 vols.
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LA CONTRARREVOLUCION EN HISPANOAMERICA
identificados con estas ideas se encontraban los mencionados Ira­
zusta, Leopoldo Lugones, Juan E. Carulla,
César .Pic6, Roberto de
Laferrere, Juan José Hemández Arregui y Marcelo Sánchez So.­
rondo.
El apoyo
al General -también visible en la Liga Patriótica
Atgentina, la Legión de mayo, la Liga
Republicana-expresó, por
otra parte, la vitalidad de la Escuela Revisionista, que había ido
imponiendo uno a uno sus postulados: rechazo de Inglaterra y del
judaísmo, denuncia contra la Masonería, exaltación del período de
Juan Manuel de Rosas, recreación de la Atgentina gaucha y
adhe­
sión al modelo de la sociedad medieval, tal como se presenta en
el P. Meinvielle, Leonardo Castellani y
A. Ezcurra Mediano.
El nacionalismo argentino se origina sin duda en las ideas
propagadas por el revisionismo; por ejemplo, en
La Atgentina y
el Imperialismo Británico (1934), de Julio y Rodolfo Iraznsta,
continuada luego, años después con Vida política
de Juan Manuel
de Rosas a través de su correspondencia ( 1941) del primero de
los citados. Y sobre todo en la obra de Carlos Ibarguren,
¡,rimo
de Uriburo, y autor de Juan Manuel de Rosas, su vida su dtama
y su tiempo (1930).
Durante la Guerra Española la solidaridad
con. el Movimiento
del 18 de Julio fue
particolarmente notable y se expresó en diver­
sas agrupaciones. Esta emergía ya de la empalia de un sector de
intelectuales argentinos
con los alzados, especialmente en Juan Car­
los Goyeneche, que promovió la idea de la His¡,anidad, cuya prime­
ra exposición la dio Ramiro de Maeztu precisamente en Atgentina
y que fue ratificada por el Cardenal Gomá años después.
Más tarde fue visible la aparición del movimiento intelectual
católico argentino, expresado
principalmente a ttavés del filósofo y
teólogo
R. P. Julio Meinvielle que como crítico a.la evolución de
Maritain reafirmó los principios tradicionales. El
R. P. Meinvielle
combatió duramente las desviaciones del filósofo católico, antes
ttadicionalista, en vista de sus juicios eqoívocos sobre la Guerra
Civil Española. «Cuando Maritain se imagina que ambos bandos
en
Es¡>aña luchan por conquistas temporales está profundamente
equivocado
... Los comunistas luchan por el odio a Cristo; los na-
805
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CRISTIAN GARA-Y VERA
cionalistas por Cristo, cuyo amor no quieren dejarse arrebatar ...
Con
la guerra española comienza la reconquista cristiana del .mun­
do apóstata» (22).
La escuela argentina se prolongó principalmente en revistas
-de las cuales son representarivas hoy dia, por ejemplo, Gladius,
Verbo--y de la acción docente de la Universidad Nacional de
Cuyo. Todo ello
cristalizó en una primera ocasión con el golpe
del 4 de junio de 194 3 contra el Presidente Castillo por el Grupo
de Oficiales Unidos (GOU), donde
participaba Per6n, que con­
citó la adhesión del R. P. Meinvielle, J. B. Genta, A. Baldrich,
T. Casares, etc. Genta afirmó en agosto de 1943 que su misión
en
la Universidad era la «salvación de la juventud de las frívolas
ideas
modernas.,. Aún estamos padeciendo el desorden de la re­
voluci6n negadora cartesiana; y en el retomo a la Filosofía Perenne
hemos de afincar los postulados de la nueva revolución
... la revo­
lución restauradora que las Fuerzas Armadas
... realizaron» (23 ).
Más tarde -'-hacia 1945-este entusiasmo se fue disolviendo
aunque prosiguió su lucha promovida por diversos intelectuales
contra la democracia
liberal, como Jordán Bruno Genta y Carlos
Alberto Sacheri, ambos asesinados
por bandas del terrorismo ar­
gentino. Genta había sido, por otrd lado, rector designado para
intervenir la Universidad del Litoral en 1943.
En los
años 60 esta tendencia apoyó al General Onganía, qui­
zás el más doctrinario de los que estuvieron en el poder durante
el período de los Gobiernos Militares.
(22) Este célebre juicio está contenido en su artículo «De la Guerra
Santa», págs. 380-381, en revista Criterio, núm. 494, 19-VIIl-1937, Buenos
Aires.
(23) Cit. pág. 282 en CHRISTIAN BuCHRUCKEB., Nacionalismo y Peronis­
mo.
La Argentina. en la crisis ideol6gica mundial (1927-1937), editorial
~damericana, Buenos Aires, 1987. Sobre el juicio positivo de R. P. Mein.
vielle que 1943 representaba la «contrarrevolución», ver «La Argentina y
nuestro
Tietnpo», págs. 217 y·sigs., ·en Revista de Estudios políticos, núms. 22-
23, Madrid, 1945.
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LA CONTRARREVOLUCION EN HISPANOAMERICA
CHILE.
Básicamente Chile no presenta luchas entre conservadores y
liberales debido
al período de estabilidad emanado de la victoria
de Lircay ( 1830) que pcsibilita los Decenios conservadores. En
ellos
se ·plasma la inspiración política conservadora en la Consti­
tución
de 1833, con una not.able .estabilidad institucional, y sos­
tenida . sobre la corrupción consciente del sufragio que asegura
siempre
al. Gobierno la mayoría.
Los conservadores al obtener su victoria, guiada por la mano
del
tddopoderoso Ministro Portales, plasman su concepción del
desprecio de las teorías, del
"alor ejemplar de la conducta del go­
bernante, de la unidad del territorio. Los conservadores se sostie­
nen sobre
las dos únicas fuerzas sociales organizadas: la Iglesia
y la aristocracia castellana-vasca.
Su decadencia provendrá de . la
relajaci6n de
esas fuet:zas sociales; En. primer lugar, de la aristo­
cracia, que empieza a recibir influencias
liberale~ francesas desde
1850 en adelante. Luego de la Iglesia.
En principio la lucha
de los .liberales y conservadores es una
lucha legislativa, de oposición a las «leyes Jaicas» que introducen
el Registro Civil, la ley de Cementerios laicos
y orros. La Guerra
Civil del
91 tiene por único objeto discutir la autotid.;,¡ del Pre­
sidente, que el Congreso logra derrotar.
En el siglo xx la defensa
de las posiciones de la Iglesia está
centralizada en el Partido Conservador que surge como escisión
«ultramontana» a partir de 1878. Es una colectividad de gran in­
fluencia, que pasa a la oposición desde fines del siglo XIX y que
busca impedir
el cohecho electoral y propugna el parlamentarismo.
'En lo económico se define como liberal, lo que justamente es el
objeto de las criticas de
los jóvenes socialcristianos.
El Partido Conservador que se funde en 1966 en el naciona­
lista Partido Nacional que agrupa a la «derecha» contra el mar­
xismo, fue de una extrema variedad de pareceres, dentro de las
líneas propiciadas por Roma. Dentro
de sus filas hubo varios se­
nadores y diputadds que en el plano. de las ideas fueron afines· a
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CRISTIAN GAR.A. Y VERA
las ideas tradicionalistas, y que se vokaron plenamente, por ejem­
plo, por Franco y Salazar. Ejemplo de lo anterior fue el senador
Sergio Fernández
Larra!n y su discípulo, el diputado Jorge Iván
Hübner uno
de los adversanos de la influencia mariteniana, que
cdmbatió a 1a Juventud Conservadora que dio origen a la Falange
Nacional y luego a la Democracia Cristiana chilena.
Pero la tradición hispanista y corporariva cotre
más bien por
el lado de· publicaciones y movimientos católicos, de medios cul­
tos. Por ejemplo, la Revista Estudios dirigida por el historiador
Jaime
Eyzaguitre, y que agrupa a connotados hispanistas como el
P. Osvaldo Lira, el filósofo Clarence Finlayson, el escritor (In­
tendente de la XII Región) Roque Esteban Scarpa, o a políticos
cdmo el dirigente gremial Jaime Larra!n García-Moreno, descen­
diente de Gabriel García Moreno.
También
se prolonga en la Universidad Católica de Chile en
los «hispanistas» como Gonzalo Vial Correa, Arturo Fontaine Al­
dU.nate entre otros. O en movimientos qué en su origen son de
de esta drientación como la Juventud Conservadora o Falange,
con
su publicación Lircay en especial bajo la primitiva dirección
de Mario Góngora del Campo. Este último movimiento, sin
em­
bargo, a despecho de sus simpatías iniciales por Falange Española,
Acción Española, el rexismo
y otros, vira decididamente al mari­
tenismo ( 24) y contribuye a la destrucción del Partido Conserva­
dor, maniobra en
la cual se comprometen varios prelados como
monseñor Manuel Larra!n o Raúl Silva Henríquez.
El Partido Conservador, de naturaleza ambigua
y oscilante
entre su talante socialcristiand y d conservador, uno proteccionista
en lo económico y el otro liberal, se vio enfrascado en su lucha
interna, y en este sentido
dedic6 parte importante .de su acción a
definirse frente al atractivo del socialcristianismo. Por ello los
sectores
más consecuentes del partido, apoyaron la denuncia del
maritenismo. Ya en 1934
el Padre Arturo Pérez Matte publicaba
(24) ANDRÉS BENAVENTE, «Jacques Marita.in y la política chilena-.,
págs, 127-145, en revista de Estudioi Sociales, núm. 34, Santiago, 1982.
808
Fundaci\363n Speiro

LA CDN'l'RARRl-.VULUCION EN HISPANOAMERIC:A
sus primeros opúsculos que merecieron la · respuesta del filósofo
francés, y que fijaron el nivel del debate.
Las ideas afines al Carlismo; a Acción Española, a la Doctrina
Pontificia son defendidas alternativamente en el Partido Conser­
vador y
en grupos como el de Estudios, el Partido Agrario y
Agrario-Laborista, y diversos grupos nacionalistas, principalmente
basados sobre el corporativismo. Estas ideas se van haciendo eco de
una tradición dirigida principalmente contra el
marxismo y en par­
te contra el liberalismo político, contra el cual esgrimen el
cor'
porativismo. El término Revolución y, por consiguiente, el de la
Contrarrevolución es materia del interés de estos dos grupos tanto
en la coyuntura de los 30-40 como de los 60-7 3, puesto que en
ellos se hace más nítido el
peligro comunista ..
Ejemplo de los brazos políticos de estas ideas, a veces ligadas
al nacionalismd, son los anteriores y sobre todo Acción Nacional,
de Jorge
Prat Echaurren, que inspira la ideología nacionalista de la
derecha contra Allende. Revistas de esa época -fines de los 60~
como Qué Pasa y Portada, y sobre todo Tizona, reflejan induda,
blemente la repulsión que la derecha chilena siente por la Revo­
lución Francesa y sus principios, lo mismo que el Movimientd
Gremial, que dirigido por Jaime Guzmán Errázuriz, Domingo At­
teaga y otros, se establece en la Universidad Católica de Chile en
época de Allende.
El Movimiento Gremial, que surge como re­
chazo de
la Reforma Universitaria y la politización de los claustros,
mantiene lazos con Fiducia y los grupos nacionalistas, se
declara
contrario
a los partidos, adherente a la tesis de los cuerpos inter­
medios, el Poder Social y el
Poder Político, defiende el Principio
de Subsidariedad, dentro de la adhesión estricta al Catolicismo y
el Hispanismo. Sus defensores,
formados en la escuela de Jaime
Eyzaguirre y Osvaldo Lira, SS.CC., fueron la mayoría de los cua­
dros administrativos y alcaldicios del Gobierno Militar.
La escuela tradicionalista se vu.,Jca. finalmente en el apoyo al
Régimen Militar,
en cuya definición argumental encontramos prin­
cipalmente los trazos de las ideas elaboradas durante décadas por
el grupos Estudios. Estos se caracterizan por la defensa de la uni-
Fundaci\363n Speiro

CRISTIA-N GARA Y VERA
¡l,¡d del Estado, la. defensa de Ja autoridad presidencial, el hispanis­
mo y Catolicismo, el
rechazo de Estados Unidos y de la influencia
francesa
y en cierto modo al lado del legalismo, el militarismo.
BRASIL.
La singularidad del caso brasileño nace de ser el país que tran­
sitó a la vida independiente en carácter de Imperio con un desem­
peño regular. A pesar del
talante liberal de la Monarquía de los
Braganza, de los Emperadores Pedro I
y II, el golpe de los Coro­
neles que pone término . al período significa 1a aparición de co­
rrientes masónicas, con una ideología positivista.
Si bien no hube, una reacción. de carácter doctrinal en contra
de ello, si hube, movimientos de tipo popular que tienen alguna
semejanza a
los Cri;teros y la Vendée, por la dura represión del
Ejército, identificado con
el positivismo. Por ejempld, aunque no
tiene carácter
católico, la rebelión del Conselheiro de 1897 contra
el ateísmo y el sistema métrico decimal, en el noroeste del Brasil,
entre las capas más pobres.
La rebelión está tratada en la novela
de Mario Vargas Llosa,
La Guerra· del Fm del Mundo y recordada
por Euclydes da Cunha (25). ·
En los años 30 Brasil presentó un movimiento filonacionalista,
de
contenido contrarrevolucionario, el Integralismo o Ac,íio Inte•
gralista.
Brasileira de Plinio Salgado (26), creado en 1932, que • fue aplastado en 1938, en un intento de golpe de estado por el
Presidente Getúlio Vargas.
El Integralismo promovía la familia y
se identificaba con
el catolicismo.
En los años 60 aparece Tradición, Familia y Propiedád, en Sao
Paulo, dirigido
por el profesor Plinio Correa de Oliveira, que
(25) Los. Sertores, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1990.
. (26) HÉLGIO TRIND:AJ>E1 Integ,:alismo. O fascismo brasileiro na dicada
Ja 30, Universidade Federal de Río Grande, Porto Alegre, 1974 y La ten­
ta'tion 'fasciste aú Bresil' JO,is-ies a'llnées-treinte, Editions · de la· Maison des
Sciences de l'Horilme, París,. 1988;. y· FRANKLIN DE ÜLIVEIRA1 Revoluci6n y
Contra"evolución_ en el Brasil, lguazú, Buenos Aires, 1965.
810
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LA CONTRARREVOLUCJON EN HISPANOAMERICA
además de defender. la Iglesia se ha pronunciado por la monarquía
en Brasil. La TFP se extendió en toda América en los años 60 y
70, y constituye un movimiento de impacto en círculos universi­
tarios y
agrarios.
Los casos discutibles:
Los cesarismos conservadores del XIX.
La historiografía revisionista argentina (27), ha insistido en la
asunción de contenidos contrarrevolucionarios muy tempranos para
el casd de Rosas, elevado
al carácter de paradigma. Es evidente
que la figura del caudillo gaucho tiene una importancia propor­
cionada, y equivalente a
la de un García Moreno en Ecuador, un
Portales en Chile, o
un .Doctor Francia o un Francisco Solano
López en Paraguay. Todos enemigos de la influencia del liberalismo
!l de las influencias externas. que lo representasen. Francia y· So­
lano López de sus vecinos y de Europa, Portales de los Estados
Unidos, Rosas
de los ingleses. Finalmente, tenemos el caso de las
conversiones, muy evidentes en la fase final de
Bdlívar, cuando
reclama
la necesidad de la Religión.
Ahora bien,
. el derrumbe de .la Corona ya en la década de los
años 20 del
sigl? pasado .deja en las emergentes naciones hispano­
americanas solo :
la posibilidad de adherir a. la Iglesia . como causa
contrarrevolucioharia, agotada la lealtad a España. Durante esta
época se sucede¡, también múlriples movimientos desde el poder
político para influenciar la jerarquía,
.tenida en algunos casos.como
pmy realista o cpntraria a los nuevos gobiernos. Además siguiendo
la tradición del regalismo borbónico, en casi todos estos países se
produce un movimiento tendente a la asunción de prerrogativas
(27) Ver JUAN FERNANDO SE«;OVIA, Julio Jrazusta. Conservatismo .y
nacionalismo en la Argentina, Editorial Idéadum, Méndoza, 1991. Crítica­
mente, Tuuo HALPERIN, «El revisionismo _argentino cónio visión decaden­
tista de. la historil nacional»; págs. 72-93, en Alt~rnativas, Santiago, junio
de 1984.
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CRISTIAN GARA Y VERA
relativas a nombrar y objetar obispos, admitir publicaciones de
documentos pontificios, e.te.
Dentro de esta la primordial diferencia entre conservadores y
liberales a Id largo del siglo XIX ( no ya del xx en que se engloban
bajo
el rotulo de derecha y suelen unirse) está dada por su posi­
ci6n frente a la Iglesia.
Los caudillos irrumpen en un momento
complejo, cuando las naciones
no

están organizadas
y las fronteras
son inestables. En ese aspectd su preocupación por la Iglesia
es
política, por cuanto buscan, a veces con ejemplar intención, pre­
lados de vida virtuosa o un determinado grado
de influencia en
el Estado. En el caso chileno, donde los
conservadores son bastan­
te seculares, esto impone
el reconocimiento de la confesionalidad
del Estado
y una participación activa a nivel del Ejecutivo de los
preladds, quienes incluso bajo el régimen constitucional de 1833,
que consagra una presidencia autoritaria
y centralizada, forman
parte del Consejo de Estado que asesora al Presidente.
En
el caso de Rosas este germinal elemento contrarrevolucio­
nario
se percibe sólo comd un elemento conservador, en el sen­
tido de preocupación por la Iglesia. Es la misma sensibilidad que
lleva
al escéptico Ministro chileno Diego Portales a preocuparse
del clero, pero que en ambos se expresa en una pobre vida sobre­
natural
y desde luego en acontecimientos más bien tumultuosos
respecto de su apego a la doctrina moral católica.
Nada de esto exime a ambos de ser celesos defensores de
la
confesionalidad de Estado, pero siempre desde una perspectiva de
superioridad. Esa preocupación por la Iglesia, loable, a veces
cons­
tructiva, pero no emerge de una inspiración contrarrevolucionaria.
En Chile el régimen conservador se caracterizó por un libe­
ralismo moderado
y un Catolicismo distante, quizás dentro de la
tradición de la Ilustración Católica como asevera Góngora. Diego
Portales ejerce en su cargo de Ministro el poder tras del trono,
y aplica el ideario pelucón (conservador) que triunfa en el campo
de batalla contra
los pipiolos (liberales) en Lircay. Para Portales,
el
liberalismo romántico de una democracia es imposible en el
puebld chileno, por lo cual propugna un ideal liberal moderado,
donde sobresale la idea de
un gobierno fuerte, que conduzca al
812
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LA CONTRARRBVOLUCION EN HISPANOAMERICA:
pueblo. Reflejo de lo cual fue la consagración del voto censitario
en
la Carta de 1833. Frente a los ideólogos liberales, Portales
expresa su
ronfianza en la primacía de la práctica y desecha toda
forma de federalismo
y de parlamentarismo.
Por
el contrario en Argentina el liberalismo lo encarna el
unitarismo, contra el cual combate el caudillo gaucho Rosas en
nombre del federalismo (28).
En el caso de los federales, hay apo­
yo de algonos exiliados carlistas, pero en general
tanto en Argen­
tina, como en Chile, el factor religioso en ese instante es un
elemento accesorio de la lucha política.
Los reg!menes de Seguridad Nacional en el XX.
Algunos politólogos han establecidos los rasgos de lo que ellos
llaman los «nuevos autoritarismos»
de Hispanoamérica (29). Estos
abarcan aquellos regímenes que
fueron encabezados o aplicados
por los militares y se constituyeron en alternativas de facto al
sistema democrático.
Naturalmente, si se admite que 1a lucha antisubversiva en Ar­
gelia estuvo contagiada de principios contrarrevolucionarios, como
lo hace Sandoval en sus Consideraciones,
se puede extender este
concepto a estos regímenes. En efecto, durante
los 70 en especial,
se conocieron muchos de los teóricos de la Guerra de Argelia, so­
bre todo en editoriales argentinas. Por su parte no faltaron decla­
raciones expresas, a saber los abogados y Presidente civil de Uru­
guay, Juan
María Bordaberry que impuso un autogolpe y cerró el
Congreso. Y también el general Juan Carlos Onganía, en
Argen:
tina, que consagró el país al Sagrado Corazón de María en 1969.
En círculos militares argentinos, chilenos, salvadoreños,
nica-
(28) El federalismo se presenta como producto de la acci6n de los
Estados Unidos promovido por José Manuel Infante.
(29} ROBERTO CALVO, La Doctrina Militar de Seguridad Nacional.
(Autoritarismo
politico y neoliberalismo econ6mico en el Cono Sur), Univer·
sidad Católica San Cristóbal, Caracas, 1979. Este texto posee una completa
bibliografía.
813
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CRISTIAN GARA Y VERA
ragüenses, uruguayos y brasileños, estos textos no fueron desco­
nocidds. Tampoco la lectura de algunos conocidos tradicionalistas
como los argentinos R. P. Julio Meinvielle, Carlos Alberto Sacheri
y Jordán Bruno Genta, el brasileño Plinio Correa de
Oliveira y
el chileno Osvaldo Lira, SS.CC. En muchos casos, algunos de los
militares
más comprometidos en la «Guerra Sucia» tenían ante­
cedentes anticomunistas por familia o denotaban ideas conserva­
doras, fácilmente transmutables en lenguaje nacionalista.
Un estudioso, Van Texel, hizo en tono critico un resumen de
estas influencias en el momento debidas a su juicio al
«integris­
mo». Por ejemplo, a la TFP (Tradición, Familia y Propiedad),
de origen brasileño, fundada
por Plinio Correa de Oliveira y que
constituyó
grupos en casi toda Hispanoamérica. A Jean Madiran,
con la revista ltinéraires, en Brasil (Permanences, Hdra Presente),
núcleos en la Universidad
.de Sao Paulo y el Ministerio de Justi­
cia del Brasil.
A Louis Salieron (La Pensée Catholique) y Jean
Ousset (La Cité Catholique) que impactó
en la Universidad Ca­
tólica de V alparaíso y la revista Tizona de Viña del Mar. Y prin­
cipalmente, señala, el
grupd de Jean Ousset, 'La Ciudad Católica',
que «logró, por lo menos, una implantación en Buenos Aires y
Caracas, a comienzos de
1960; se infiltró, desde 1962, en los
cuadros militares argentinos, especialmente durante el gobierno de
Juan Carlos Onganía ( 1966-1970) y creó escuelas de formación
en Argentina, curiosamente a la par con el exilio a éste país de
miembros de la OAS (Organisation de l'Armée Secrete)» (30).
Ahora bien, la inspiración de estos regímenes
no se debía al
tradicionalismo. Provenía, más bien de una revisión critica de los
procesos democráticos, de los temores ante el Comunismo, y de
las doctrinas de seguridad hemisféricas emanadas en Estados Uni­
dos. Sin sumarse a la
caricarurización de la influencia de este país
(porque en cada doctrina de la Seguridad Nacional entraron com­
ponentes autóctonos) era evidente que su origen fue una relectura
(30) HENPRIK VAN TEl de :Argelia», en revista Tie"a N-ueva, núm. 20, enero de. 1977, págs. 53-60
y «La última escisión dd integrismo~.
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LA CONTRARREVOLUCION EN HISPANOAMERICA
del liberalismo en relación al derecho de prop;edad y a la necesi­
dad de cambios estructurales de nuevo tipo.
Dentro de esa formulación general es evidente que hubo ele­
mentos «integristas» o «tradicionalistas». Los hubo en diferentes
formas o grados, e incluso con cierto grado de confusión. Por
cierto que en Brasil, que fue la cuna de estos regúnenes, la receta
y los conceptos
fueron puramente liberales, por más que la reac­
ción intelectual hubiese sido alentada en su momento por Tradi­
ción, Familia y Propiedad, un movimiento contrarrevolucionario
fundado por
Plinio Correa de Oliveira.
El
caso chileno (1973-1989).
Una muestra de las dificultades de conceptualización
se mues­
tra en el caso chileno. Cuando ocurrió el Pronunciamiento Militar
se estuvo ante una excepcional intervención militar en la vida
pública chilena, de
carácter prolongado y definido, que antes de
ocurrir
se procuró una plataforma de administración económica y
doctrinaria.
Dentro de su· fundamentación doctrinaria es evidente
que hay elementos contrarrevolucionarios presentes, como de otros
signos (nacionalistas, neolibetales, conservadores) en un país cuyo
panorama intelectual estaba polarizado. Es la
época cuando la
revista Tizana, de fuerte influencia· en la Armada de Chile, jus­
tificó anticipadamente el 11 de septiembre con la invocación del
Derecho de Resistencia en la Escolástica, y que es un concepto
que
se toma con posterioridad.
La propia revista Verbo en su índice temático general, cuando
se refiere a la
contrarrevolución ha clasificado el documento De0
datación de Principios del Gobierno de Chile ( 11 de marzo de
1974) como una pieza de «doctrina contrarrevolucionaria» de
acuerdo a la
interpretación de un texto de la época hecha por un
grupo de destacados profesores chilenos entre los cuales destaca­
ban
Carlos F. Cáceres, Héctor Herrera Cajas, Héctor Riesle, Gon-
T
al percepción es verídica, aunque es preciso explicar que se
zalo Ibáñez y otros.
8f5
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CRISTIAN GARA Y VERA
dio en el Régimen Militar chileno una sorprendente mixtura entte
el tradicionalismo
político en los valores. y el neoliberalismo eco­
nómico en las políticas sectoriales. Veamos. Está de moda en estos
días en el Chile de hoy tipificar las raíces «reaccionarias» del régi­
men autoritario. del Presidente Augusto Pinochet Ugarte:
es una
tarea que han emprendido casi de modo
. mimético al emprendido
en España tras la muerte del Generalísimo Franco (31).
Salvo la exageración
de la influencia real en las políticas sec­
toriales del Gobierno Militar, es verídica la .Presencia de estas
argumentaciones.
Los adherentes, inspiradores y simpatizantes del
11 de septiembre conocían textos contrarrevolucionarios, tradicio­
nalistas o nacionalistas que usaron
al momento de la crisis. Por
ejemplo, acudían al ejemplo del 18 de julio en España, justifican
al
11 de septiembre en nombre del Derecho de Rebelión estable­
cido por
Santo Tomás de Aquino y los teólogos juristas españoles
del siglo
XVI, y-conocían parte del pensamiento contrarrevoluciona­
rio -autores como De Maistte, Donoso Cortés, etc., eran leídos
desde fines del siglo
pasado-,.. De hecho, la Declaración con sus
conceptos de «poder social»
y «poder político» sigue una teoría
neocarlista desarrollada en Chile durante los años 40 y
50 especial­
mente por el Padre Osvaldo Lira, SS.CC., en un libro llamado
Nostalgia de Vázquez de Mella (1942).
Para comprobar su influencia basta cotejar los textos del libro
del P. Osvaldo
y la Declaración (32). En el punto dedicado a la
(31) Por ejemplo, RENATo CRISn y CARLOS Rurz, «El Pensamiento
conservador en Chile», Editorial Universitaria,
Santiago, 1992, anticipado
en revista Opciones, núm. 9 en 1986;
GoNZA'LO CATALÁN, «Notas sobre
proyectos autoritarios corporativos.
en Chile»;. págs. 100-160, en revista Es­
critos de Teorí.a, núm. 3-4, Santi_ago, _1979. Aproximaciones bastante más
discutibles en
MIGUEL RoJAS-Mi:x-· (quien llega a inventar de la nada un
teórico llamado Víctor de Valdivi3. para Chile, pág. 56), «El Hispanismo:
ideológica de la dictadura en Hispanoamérica», págs. 47-59, en revista
kauc.aria, núm. 2, Lima, 1978; y CRISTIÁN GÁZMURI, «La idea de la Deca­
dencia Nacional y el Pensamiento político conservador chileno en el siglo xx»,
págs. 33-54, en Estudios Sociales, núm. 28-29, .1981.
(32) Se le atribuye la redacción al oficial jurídico de la Armada y asesor
del Presidente Pinochet, Sergio Rillón Romaní, Jefe dé la Oficina de Asun­
tos Especiales encargada de la Iglesia Católica.
816
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LA CONTRARREVOLUCION .EN HISPANOAMERICA
Nueva Institucionalidad preveía la descentralización del poder, en
un
régimen de participación social, de democracia orgánica. En
ella, se afirmaba, se distinguiría entre:
-
«El poder político ( 3 3) o facultad de decidir en los asun­
tos de interés general
para la nación, constituye la función de go­
bernar al país».
-
«El poder saja/, en cambio, debe entenderse como la fa­
cultad de los cuerpos intermedios de la sociedad para desarrollarse
con legitima autonomía hacia la obtenci6n de sus fines específicos,
transformándose en vehículo de límite a la
vez que de enriqueci­
miento a la
acci6n del poder político» (34 ).
«En cuanto al poder social -se precisa más adelante---, él
está llamado a convertirse en el cauce orgánico más importante
de expresión cindadana.
Otlle tiene una latga tradición de organi­
zación social, qne
se remonta a su origen hispánico. Los cabildos,
la comuna autónoma,
el sindicalismo laboral y el gremialismo ex­
tendido a todo nivel son hitos de un proceso que revela que el
pueblo chileno
ha estado permanentemente renovando sns formas
de organización
social».(35). Interpretación que como se sabe emer­
ge directamente de la escuela hispanista de Jaime Eyzaguirre, Os­
valdo Lira, SS.CC., Gonzalo Vial, Arturo Fontaine Aldunate
y
otros, y que heredó el .principal asesor jnrídico del Presidente Pi­
nochet, el joven ex senador Jaime Guzmán Erráznriz (36), asesi­
nado recientemente
por una banda terr.orista.
(33) Subrayado en el original.
(34)
Declaraci6n de Principios del Gobierno de Chile (11 de marzo de
1974, DINACOS, Santiago, s/f,
págs. 23-24.
(35)
Declaraci6n de Principios ... , págs. 25-26.
(36) Del ex senador dice Arruro Fontaine: «en los orígenes de su pen­
samiento estuvieron las clases de religión del R. P. Florencio Infante, y el
ambiente culrural del Colegio de los Padres Franceses. Después, el escolas­
ticismo y la filosofía política del R. P. Osvaldo Lira, SS.CC. (conocía bien
su libro Nostalgia de Vásquez -de Mella), la visión histórica y religiosa de
Jaime Eyzaguirre (en especial, Hispanoamérica del Dolor y Fisonomía His­
tórica de Chile), la teoría de la contrarrevoluci6n de Plinio Correa de Oli­
veira y, por cierto, los textos clásiCOs de la doctrina social de la Iglesia»,
«El miedo y otros e8critos», págs. 251-252, en revista Estudios Públicos,
núm. 42, Otoño 1991, Santiago.
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CRJS'rlAN GARA Y VERA
Además la Declaración afirmaba un nacionalismo volcado a la
universalidad, que -se precisa-no es ideología. «El nacionalis­
mo chileno
- ducta, la expresión genuina del ser de la Patria y del alma de su
pueblo
... el Gobierno de Chile preferirá siempre los principios
que las doctrinas, las realizaciones que los
programas, la conducta
que las simples leyes, el pragmatismo que las
-ideologías y la ver­
dad de los hechos que la ilusión de los programas» (37).
Ahora bien, cuando el General Pinochet
asunte el poder, la
política económica estaba disefíada completamente por
un grupo
de economistas patrocinados por la Armada que adhieren a la
Es­
cuela de Chicago, cuyo decano estaba casado con un chilena. Es
un miembro de la Armada, quien redacta en lo principal la
De­
claración de Principios y refleja la influencia de Tizona y en ge­
neral del Hispanismo. La revisión del docuniento refleja ideas
tradicionalistas tales como la pertenencia a Occidente Cristiano y
la tradición
hispánica (frente a la tesis del «Hermano Mayor», la
URSS, de Allende y la Unidad Popular), el rechazo de la escalada
revolucionaria, y su identificación en
el marxismd pero cuya ge­
nealogía -se indica-está en el liberalismo. En el documento
se expresa
el rechazo del Occidente desarrollado (38) y del socia­
lismo, el combate al comunismo y la blisqueda del tercer camino
entre ambos.
Ciertamente que en la singular experiencia del Régimen Mili­
tar chileno, que asumió como propio
el modelo económico neoli­
beral, esta teoría del Poder Social y
el Poder Político sirvió para
articular en forma coherente el tradicionalismo político y el neoli­
beralismo, pues a través de
la distinción se pudo aplicar y canso-
(37) Declaraci6n de Principios ... , pág. 18. ·
(38) «Las sociedades· desarrolladas del Occidente, si bien ofrecen un
rostro incomparablemente
·más aceptable que las anteriores, han derivado
en un materialismo que ahoga y esclaviza espiritualmente al hombre. Se han
configurado
así las llamadas 'sociedades de consumo', en las cuales pareciera
que
la dinámica del desarrollo hubiera llegado a dominar al propio ser hu­
mano, que se siente interiormente vacío e insatisfecho ... », Declaración de
Principios
... , pág. 2.
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LA CONTRARREVOLUClON EN HlSP.ANOAMERICA
lidar -por ejemplo--el principio de subsidiariedad ( expuesto de
acuerdo al tomismo) para producir la desregulación de la
econo.
mía (39).
En la discusión de la Constitución fue evidente que el camino
liberal, asumido por el autor de la misma (asesinado hace poco)
Jaime Guzmán Errázuriz,
tenía elementos claramente contrarios
en lo filosófico
al liberalismo. Por ejemplo, se omite la expresión
soberanía popular, se habla del núcleo básico de la sociedad (la
familia) y del Bien Común,
y se delinea el esquema de participa·
ción orgánica a través de los· Consejos de Desarrollo Comunal y
Regional.
Guzmán reconoció esta
inspiración en un momento dado cuan.
do se abordó el tema en la comisión .redactora. «Agrega que si no
se puede emplear el término
'bien común' porque se vincula, por
su posición, a una escuela determinada, tampoco
se puede usar la
expresión 'soberanía', ya que ésta, también, se vincula con otra
escuela, con una diferencia: la escuela a la cual pertenecería el
bien común es compartida explícitamente
por casi todo los inte·
gran tes de la Comisión y, en forma implícita y en gran sentido
por todos ; en cambio, la filosofía de la cual arranca el concepto
de soberanía no es compartida, desde luego, por la mayoría, o tal
vez ninguno, ya que en esta Comisión nadie pertenece a la doctrina
o
a la escuela de pensamiento que inspitó la Revolución Francesa,
o bien al liberalismo filosófico.
De manera, entonces que, en cuan·
to al concepto de soberanía, que ya Maritain objeta y que pensa·
dores
españoles como V ásquez ( 40) de Mella y otros rechazan por
entero,
es aún mucho más difícil aceptar incorporarlo en la Cons.
titución» (41).
Ese tercer camino quedó políticamente solo en un esbozo.
Jn.
(39) Sobre este punto véase, por ejemplo, R. CrusTI y C. Rtnz,· El pen­
samiento conservador ... ,
págs. 138 y sigs.
(40)
En Chile el apellido Vázquez se escribe con ese.
(41) Sesión
núm. 46, Actas de la Comisión de Estudios para la Cons­
titución de 1980, 18-VI-1974, en Estudios Públicos, núm. 42, Otoño, 1991,
Santiago, pág. 319. Separata «El miedo y otros escritos. El pensamiento de
Jaime Guzmán Errázuriz», ARTURO FoN'rAINE TALAVERA.
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CRJSTIAN GARA Y VERA
cluso en el momento supremo de decidirse por una nueva Consti­
rución se privilegió una constirución de corte neoliberal, en contra
del Voto de
Minorí~ que, propuesto por el ex senador Pedro
Ibáñez Ojeda y el ex Ministro del Interior Carlos Francisco
Cá­
ceres, pretendía concluir con el sufragio universal e instauraba un
sufragio indirecto para elegir
el pr6ximo Presidente. La línea del
gobierno
militar fue de un liberalismo mitigado debido a las polí­
ticas sectoriales de corte neoliberal. En
el tema de la lucha contra
el comunismo, hubo en cambio un lenguaje de unidad nacional,
muy cercano
al empleado por el gobierno militar argentino.
Hubo, sin embargo, dentro del sistema de cuoteo del General
Pinochet áteas o gabinetes de tendencias filonacionalista. Uno de
ellos, servido por ejemplares tecn6cratas,
desarroll6 su propia
concepción de
la descentralización. Me refiero al área de Gobierno
interior, que en sus programas de
regionalizaci6n y reordenación
político-administrativa
tomó los elementos de la Declaración de
Principios y dio estructura jurídica a
los conceptos de soberanía
social ( de
los cuerpos intermedios) y de soberanía política ( el Es­
tado). La Subsecretaría del Interior, una de las reparticiones más
estables, desarrolló en una linea muy clara, políticas sectoriales
embebidas de
la idea de rechazar, por ejemplo, la influencia roa,
sificadora de los principios «abstractos» de organizacioo territorial
de 1789. Estos conceptos eran:
-readecuaci6n de .la organizaci6n territorial en base a afini­
dades geográficas y económicas,
-término de las escalas electorales para la. definición de pro­
vincias, que se funden en grandes regiones,
-primacía de la descentralizaci6n del Estado conforme a la
fórmula de «menos Estado y más sociedad», que emanaba de una
lectura de Vázquez de Mella ( 42).
Pero a la larga el elemento fundamental del Gobierno Militar
(42) Los principales aportes teóricos estuvieron dados por el Subsecre­
tario del Interior, Alberto Cardemil, el Subsecretario de Desarrollo Social
y Reforma Administrativa, General Serré, y por el Ministro Secretario Ge­
~ de Gobierno, Francisco Javier Cuadra. Del primero ver Apuntes para
la restauración democrática, CEFOS, Santiago, 1~90.
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LA CONTRARREVOLUCION EN HISPANOAMERICA
chileno fue su liberalismo económico, impuesto a pesar de las re­
servas de parte del cuerpo de generales, de los nacionalistas y de
la derecha más conservadora. Este
mismo régimen también señaló
una diferencia
con otros como el argentino o el peruano que osciló
a la izquierda.
En
el caso de estos regúnenes, ciertamente, la impronta con,
trarrevolucionaria aparece de modo explícito, pero más bien re­
tórico, dentro de un escenario donde lo primordial es derrotar al
comunismo y aplicar medidas de reestructuración económica. Por
ello dentro de la natural diversidad de opciones
de estos regúne­
nes (piénsese en Panamá o Perú) se pueden
--con reservas-en­
contrar expresiones o elementos contrarrevolucionarios en Argen~
tina, Chile, Brasil, Uruguay y El Salvador. Entre los eotponentes
militares más cercanos al pensamiento contrarrevolucionario en­
contramos al General Onganía (Argentina) y, sobre todo, al Pre­
sidente Juan María Bordaberry (Uruguay). Este último eotplicó
sus puntos de vista en noviembre de 1979 durante un sonado
seminario acerca del agotamiento de
la democracia en la Universi­
dad de Chile (43).
En cuanto a la fundamentación del régúnen,
merece destacarse la singular
e,tperiencia chilena, que dígase lo
que se diga fue exitosa en sus realizaciones, al contrario de la
argentina que culminó en el desastre-del Atlántico Sur.
Conclusiones.
Pareciera, finalmente, de interés resumir nuestras conclusiones
respecto del pensamiento contrarrevolucionario de la América Es­
pañola y Lusitana.
Antes que nada, el fenómeno contrarrevolucionario
ha sido
en su gran mayoría una reacción que ha oscilado entre
el movi­
miento de masas (México, Colombia) o la reacci6n «culta» de
gru­
pos intelectuales (Argentina, Brasil, Chile) o incluso personajes
(43) Participaron J. M. Bordaberry, G. Fernández de la Mora, A. De La­
coste-Lareymondie y A. Pacheco Seré. Ver La Constituci6n Contemporánea,
Universidad de Chile/Corporación de Estud_ios Nacionales, Santiago, 1980.
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CRISTIAN GARA Y VERA
concretos como Garda Moreno, Bordaberry u Onganía. Incluso
el término «contrarrevolucionario»
ha ido popularizándose en épo­
cas relativamente recientes, gracias al influjo de Plinio Correa de
Oliveira
y su Tradici6n, Familia y Propiedad. Esta reacci6n al
liberalismo no se ha presentado pura, sino ligada muchas veces al
nacionalismo y otras pocas al conservatismo.
Asimismo en su postura ha representado la crítica de
la de­
mocracia, básicamente en este siglo mediante el apoyo de los go­
biernos de facto, denunciados como réplica a la imposibilidad de
conciliar
los principios liberales con la realidad dd continente:
«la Democracia liberal
-dice Bordaberry-parte de una raíz
filos6fica opuesta al Cristianismo; arranca del enciclopedismo ne,
gador de todo el pensamiento filos6fico cristiano; consagra un
concepto de Libertad esencialmente distinto al cristiano; profesa
principios absolutamente opuestos en cnanto
al origen y ejercicio
del Poder
y la Autoridad» ( 44).
Es posible, pues, afirmar, que existe en forma precaria
y cir­
cunscrita una cierta contrarrevoluci6n, que se ha dado primero
como forma de
rechazo al laicismo, y luego; en mayor medida y
con menor claridad, como rechazo al marxismo y consecuentemente
a su raíz filos6fica enciclopedista y liberal. Pero experiencias ple­
namente contrarrevolucionarias s6lo se pueden encontrar en los
casos de México, Ecuador
y Colombia, quedando como una expe­
riencia frustada la de Perú, como basti6n de una primera (y fugaz)
contrarrevolución.
En toda Hispanoamérica el concepto de contrarrevoluci6n ha
estado ligado a formas del conservadutismo
y de la «derecha», e
incluso del conservadurismo
más liberal a causa de su· apego al
derecho de propiedad en época de violentas conmociones sociales.
En este sentido, más que presentarse en forma pura, ha sido un
elemento del conservadurismo y ha tenido principalmente expre"
siones doctrinarias, que en países como Chile y Argentina han sido
constantes, pero con confusas consecuencias políticas.
Precisamente de este carácter emerge
la ambigüedad del tér-
(44) La Constitución ... , p,lg. 187.
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LA CONTRARREVOLUCION EN HISPANOAMBRICA
mino, que se puede ratificar, por ejemplo, en las formas de iden­
tificación del nacionalismo o del conservadurismo.
«Los lemas
contrarrevolucionarios
-recuerda Góngora-son en todas partes
los mismos:
el Hispanismo (la Colonia, venerada como en el Tra­
dicionalismo
y Romanticismo europeos, la Edad Media); el Cor­
porativismo, como estructura social diferente del Capitalismo
y del
Socialismo; en fin, figuras simbólicas
de próceres capaces de inspi­
rar
al nuevo Nacionalismo. Así Rosas en Argentina o Portales en
Chile: el primero se había enfrentado con Inglaterra; el segundo
había advinado
... al instante siguiente de la enunciación de la
Doctrina Monroe, lo que sería el Imperialismo norteamerica­
no» (
45).
Sin embargo, a pesar de sus limitaciones espaciales y doctri­
narias, este elemento contrarrevolucionario ha establecido líneas
de continuidad desde los enfrentamientos con los liberales en el
siglo pasado a lo que algunos han denominado el «pensamiento
autoritario» o la «derecha»,
y que explica algunas particularidades
de los Regímenes Militares e incluso algún que otro Presidente
civil.
(45) Reflexiones ... en MAruo GóNGORA, Civilización de ... , pág. 191.
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