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Nuestro propósito ¿Qué es lo que falta al servicio de la verdad...?

 ... Unos cuadros seguros, bien formados. Ahora bien, todo problema de cuadros es un problema de enseñanza.

La causa de nuestros males está en nuestra ignorancia de los principios esenciales, en nuestra anarquía intelectual.

Es preciso empezar por la reforma intelectual de algunos. Reforma intelectual, porque sin ella, toda reforma moral corre el riesgo de ser artificial.

Reforma "intelectual", porque, según la frase de Pascal: "trabajar para pensar bien" es la regla de la moral.

Reforma intelectual, que debe ser el prefacio de una total y rigurosa conversión, natural y sobrenatural.

Y nosotros, los católicos actuales, demasiado poco formados, demasiado poco instruidos, incluso a veces totalmente ignorantes de las enseñanzas de la Iglesia, ¿acaso no estamos inclinados a dividir nuestra vida en dos partes: una vida privada sometida a la ley divina, y una vida pública que hemos substraído a dicha ley?

¡Nuestro siglo está cansado de expedientes, transacciones y compromisos! ¡Se ha intentado todo! ¿No habrá llegado la hora de ensayar la Verdad?, decía el Cardenal Pie en el siglo pasado.

La Iglesia proclama sus derechos a establecer la Doctrina de la Verdad, y los católicos lo ignoran.

Ignoran o quieren ignorar que la Iglesia nos propone UN CUERPO DE DOCTRINA CAPAZ DE RESOLVER LOS PROBLEMAS DE LA CIUDAD: significado de la verdadera libertad, derecho de propiedad, naturaleza del trabajo y del contrato de trabajo, salario justo, derechos y deberes de la familia, organización corporativa de la economía y de la sociedad, función del Estado, problemas de la paz y de la guerra...

¡Doctrina social, "que es obligatoria", como Pío XII ha recordado recientemente, pero que demasiados católicos, como dice S. Exc. Monseñor Guerry, consideran sólo como "facultativa"!

Doctrina eficaz, cuyo abandono confirman todas las desgracias del mundo moderno.

Doctrina bienhechora y fecunda...

Doctrina eternamente actual.

Pío XII nos lo recuerda:

"Pero muchos, tal vez, al, separarse de la doctrina de Cristo no advertían que eran engañados por el falso espejismo de unas frases brillantes que presentaban esta separación del cristianismo como liberación de una servidumbre impuesta; ni preveían las amargas consecuencias que se seguirían del cambio que venía a substituir la verdad que libera, con el error que esclaviza (1).

Por eso es tanto más necesario comprender que: "Magister Unus est Christus" y que sólo en El "puede encontrarse la salvación del mundo con todas sus estructuras, y la de los hombres con todos sus problemas" (2).

Más necesario aún es persuadirse de "que un tal estado de cosas reclama la intervención rápida y esforzada, no sólo de la Iglesia docente y jerárquica, sino también de todos los cristianos integrados en el cuerpo social" (2).

"La hora presente exige de los creyentes que, con todas sus energías, hagan rendir a la doctrina social de la Iglesia su MÁXIMUM de eficiencia y su máximum de realizaciones" (3).

No tenemos, pues, ningún derecho a ignorar lo esencial de esta enseñanza, "La formación doctrinal es lo que más necesita Francia en su hora actual" (Pío XII a Mons. Théas).

De todas las tareas que se ofrecen a La Ciudad Católica ninguna nos ha parecido más importante, más urgente, que la de la formación de una "élite" mediante la organización de una red limitada de células de estudio y acción" (4).

Nada eficaz y verdaderamente profundo se ha hecho en la Historia sin esta FORMACIÓN PREVIA E INTENSA DE ALGUNOS: verdaderos caballeros, apóstoles infatigables, hombres de fuego, que, dondequiera que vayan, cualquiera que sea el movimiento a que pertenezcan, puedan dejar por doquier como una estela de luz y de verdad.

Trabajo de formación metódica de un cierto número de hombres entusiastas. Seglares valerosos y conscientes de sus responsabilidades. Católicos en su vida privada, pero también católicas en su actitud y en su actuación pública. Católicos de corazón, pero también católicos de espíritu, es decir, católicos lo bastante ilustrados como para no dejarse engañar por algunos profetas rezagados y tomar por doctrinas de la Iglesia todas las quimeras de apariencia generosa, o aquellas readaptaciones apenas disimuladas de herejías muchas veces condenadas. Católicos prudentes, es decir, decididos a soportar la triste realidad, o por mejor decir, la sombría "hipótesis" presente, todo el tiempo que Dios quiera, pero bien decididos a no escatimar esfuerzo para salir de ella; aspirando resueltamente a "la tesis", es decir, al luminoso ideal de la verdadera ciudad católica.

Las células de estudio y acción son los grupos de trabajo donde nuestros amigos vienen a adquirir el conocimiento de este luminoso ideal.

Para mejor comprender el plan de trabajo emprendido por La Ciudad Católica, quizás no sean inútiles algunas precisiones acerca de sus publicaciones.

El instrumento de trabajo de las células es el boletín VERBO, cuyos estudios titulados: enseñanza de La Ciudad Católica constituyen el cursillo.

Han sido publicados en Francia:

El volumen "En un principio": manual destinado, sobre todo, a establecer determinados fundamentos filosóficos simples y a dar algunas definiciones.

"Para que El reine": verdadero manual de combate para la ciudad católica.

"El. Trabajo".

"La Familia".

"La Vida Social o el problema de los Cuerpos intermedios : la descentralización".

"Lo Bello".

"De dónde procede la nación francesa": primer eslabón de una serie de estudios históricos, sin otra pretensión que la de sacar, para nuestro provecho actual, algunas grandes lecciones de los aciertos y errores del pasado.

"Marxismo, leninismo".

"Introducción a la política".

La Ciudad Católica abordará en lo venidero las series doctrinales siguientes:

"La Nación y sus problemas".

Ejército, Magistratura, Enseñanza...

Relaciones entre la Iglesia y el Estado.

"Colonización".

"Política exterior".

"Regímenes y Gobiernos".

"Fundamentos para una acción política Católica".

La Ciudad Católica abordará también las siguientes series históricas:

"La Edad Media y la síntesis tomista".

"El siglo XVI" (Renacimiento y Reforma).

"El Gran Siglo".

"El siglo XVIII" (siglo de Luis XV y de las Filósofos). "La Revolución".

"El siglo XIX" (consecuencias de la Revolución y desenvolmiento doctrinal en la Iglesia).

En castellano se irán traduciendo sucesivamente estos estudios, formando la colección VERBO.

Las páginas que siguen son un análisis rápido pero suficientemente explícito de las diversas series ya aparecidas.

Notas

(1) Pío XII. Encíclica SUMMI PONTIFICATUS (25 de octubre 1939).

(2) Pío XII, A los comités cívicos italianos (14 de abril 1953).

(3) Pío XII. «Carta a las Semanas Sociales» (18 de julio 1947).

(4) El presente fascículo no aborda las modalidades de nuestra acción. Diferentes opúsculos se irán publicando sobre este aspecto. Además la parte IV de la obra Para que El reine, resumida en el presente boletín (pág. 15) proporcionará los principios esenciales de nuestro método.