Volver
  • Índice

Primera Reunión de los Amigos de la Ciudad Católica en España: (Santa María del Paular, abril de 1962)

En los días 22 y 23 de abril, se reunió, en el Monasterio de Santa María del Paular, un grupo de más de cien simpatizantes españoles de la Ciudad Católica, para fortalecer su espíritu en la oración y escuchar diferentes ponencias sobre temas de gran importancia para la debida formación de los seglares católicos.

Comenzó el retiro con el rezo del rosario dirigido por el R P. Guerrero, S. J., quien dio la bendición con el Santísimo. El P. Grasset, C. P. D. C. R., pronunció una edificante plática. El padre Prior del Monasterio, Dom Odilón Cunill, O. S. B., en la misa celebrada el domingo, dirigió a los asistentes una alocución de elevada espiritualidad.

Tres ponencias fueron expuestas en esos dos días de reunión en El Paular de los simpatizantes de La Ciudad Católica. La primera corrió a cargo del Dr. D. Martín Almagro, Catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, con el tema Iglesia y Estado. El doctor Almagro hizo una clara exposición de la doctrina pontificia sobre la materia. Recordó especialmente la doctrina sustentada en diversas proposiciones del Syllabus, de Pío IX, y en la encíclica lmmortale Dei, de León XIII.

El Dr. D. Antonio de Luna, Catedrático de la Facultad de Derecho, también de la Universidad de Madrid, explanó el tema Libertad de enseñanza, basando su magnífica exposición en principios del Derecho Natural y del Derecho Público Cristiano. Insistió en el derecho natural de la Familia y de la Iglesia a la enseñanza y en el carácter subsidiario de la función del Estado en esta materia.

Fernando Ruiz Hebrard analizó sucesivamente los conceptos de caridad política y caridad política. Esta ponencia fue una documentada glosa de las palabras que, en diciembre de 1927, dirigió S. S. Pío XI a la Federación Universitaria Italiana, a quienes dijo: "Los jóvenes se preguntan a veces si siendo como son católicos, no deben hacer alguna política. Y después de haberse entregado a estudios sobre este tema llegan a establecer ellos mismos las bases de la buena, de la verdadera, de la gran política ... Obrando así comprenderán y realizarán uno de los más grandes deberes cristianos, pues cuanto más vasto e importante es el campo en el cual se puede trabajar, más imperioso es el deber. Y tal es el terreno de la política que mira los intereses de la sociedad toda entera, y que a este respecto es el campo de la más vasta caridad, de la caridad política, del que se puede decir que ningún otro le es superior, salvo el de la religión. Bajo este aspecto es como los católicos y la Iglesia deben considerar la política:"

El Fundador. y Director de La Cité Catholique, Mr. Jean Ousset, venido especialmente de París para asistir a la reunión de los simpatizantes españoles de esta obra internacional, explicó cómo la Ciudad Católica es un organismo que se propone suscitar, aclarar y animar todo lo que pueda servir a promover un renacimiento católico en el orden temporal; orden de las instituciones sociales y Políticas, orden inmenso de esas cosas "profanas" o "laicas", que el naturalismo moderno quiere sustraer a la bendición de la gracia. Organismo distinto de las asociaciones de la Acción Católica, pudiendo, por tanto, a diferencia de estas últimas, promover una acción eficaz en el plano social y político sin comprometer al magisterio eclesiástico.

La Ciudad Católica no es, ni quiere ser, ni será; un partido político, ni un movimiento. Tan sólo pretende ser una Central cívica de ideas: una amistad al servicio de la Verdad; de este modo —continuó Mr. Ousset—, se deja a los católicos esa indispensable flexibilidad de acción, que una severa formación doctrinal sabrá guardar de toda desviación anárquica.

La Ciudad Católica no es, ni pretende ser, "voz" de la Iglesia, sino su "eco". El objetivo inmediato de la Ciudad Católica es la formación de una élite para la organización de una tupida red de círculos de estudio. Trabajo de formación, metódica, sistemática, de un cierto número de hombres intensamente formados tanto en lo natural como en lo sobrenatural. Seglares valientes y conscientes de sus responsabilidades de seglares. Católicos en su vida privada, pero también católicos en su actitud y su acción en la vida pública. Católicos de corazón, pero también católicos de espíritu.

A La Ciudad Católica no le interesan los clamores de los mítines, ni las concentraciones de grandes masas, ni las actuaciones políticas de partido, sino los callados centros de estudio, en la intimidad de pequeños grupos, que se impregnen de la doctrina de los Papas y de los grandes maestros del pensamiento católico y lo difundan por capilaridad por todas partes mediante la corriente y normal vida de relación social.