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Introducción a la política (II)

PRIMERA PARTE

CONSIDERACIONES PREVIAS

 ( Continuación)

Nominalismo o realismo (idealista)?

 De estas dos maneras de responder al problema de los universales, ¿cuál de las dos es la verdadera?

Ni la una ni la otra.

Sin necesidad de lanzarse a una crítica detallada de las innumerables teorías de que se componen estas dos corrientes de pensamiento, es fácil comprender que las contestaciones del "nominalismo" y del "realismo" (idealista) son falsas, porque desdeñan muy abiertamente una parte de la realidad.

Se trata de "monismos", como se dice a veces ..., sistemas que sólo tienen en cuenta (1) un elemento del problema a resolver, descartando el otro, porque son impotentes para explicar la unidad armoniosa del conjunto.

Sean, de una parte, los datos sensibles qué nos ponen en presencia de un mundo cambiante y multiforme, y de otra, las conclusiones a que llega la inteligencia, que pretende descubrir, bajo este movimiento constante, el ser, la permanencia de lo que se mueve y transforma.

"Las montañas, bajo la influencia de la nieve, de las lluvias, de la erosión, cambian lentamente de aspecto, permaneciendo las mismas, un árbol crece sin cambiar su identidad. El individuo humano conserva su personalidad en el flujo de los procesos orgánicos y mentales que constituyen su vida. Sabemos que cambiamos, que no somos idénticos a lo que éramos en otro momento, y sin embargo, somos siempre el mismo ser."

Como ha dicho muy bien Carrel (2), "somos la superposición de los distintos aspectos de una identidad"

Tal es la realidad.

Tales son los rigurosos datos del problema a resolver. Considerar solamente las evidencias sensibles y decir como Bergson (3): "las cosas y los estados no son más que imágenes tomadas por nuestro espíritu sobre el devenir ... (que) no hay cosas, (que) sólo hay acciones"...; es escamotear una parte de la realidad; como es escamotear la otra mitad, pretender que la variedad cambiante de los seres y de las cosas sólo es una ilusión o que carece de interés.

Las leyes del movimiento

Por rechazar como realmente fundadas las distinciones más o menos universales, más o menos generales de nuestra inteligencia, y por no querer tener por verdadero más que el movimiento y la diversidad, el nominalismo es inaceptable.

Puesto que, por evidentes que sean los cambios y la evolución, éstos no constituyen la totalidad de aquello que varía, sino que suponen una parte permanente que le sirve de armazón y le da unidad. Si así no fuera, existiría el desaparecer de un ser y la creación total de otro nuevo, tan distintos entre sí que sería imposible decir de uno que se había convertido en el otro. Queda bien claro que todo no cambia, que todo no evoluciona no importa cómo. Dicho de otro modo, el movimiento, en sí, queda normalmente sometido a algo cuya permanencia es tan evidente como el movimiento, y que se llaman leyes, normas, condiciones, de este movimiento.

Los cerezos pueden crecer, perder sus hojas, tener otras nuevas, pueden secarse y morir; sin embargo, no dejan de conservar una deplorable tendencia fija a dar cerezas y no peras, huevos o bebés de cuatro kilos. Y así en todo. Los patos nacen, crecen, se agitan, nadan, vuelan, emigran, se reproducen, pero ... por cierto ... al modo de los patos. Y los jilgueros a la manera de los jilgueros, etc. Nadie ignora que las putrefacciones más agudas no llegan a revelar Otra cosa que lo que ya existía en el objeto en descomposición.

Y cuando apareciere que, por un golpe sorprendente de la ciencia, de las anguilas de mar pudieran nacer algún día huevos de avestruz o de hormiga, es claro que el éxito de tal plusmarca sería debido al estudio previo de las leyes ... o fantasías posibles de la reproducción animal. El solo hecho de que fuera necesario tanto trastorno para que avestruces y hormigas se reproduzcan en forma distinta de la que tienen NORMALMENTE, bastaría para probar, contra el nominalismo, la realidad del orden que esta generación habitual significa.

La objeción del desorden en el mundo

Carece de interés, en este lugar, examinar la objeción corriente sobre el desorden que se manifiesta en el universo y que, desde cierto punto de vista, parece acentuar el aspecto cambiante de los seres y de las cosas. En efecto, considerar como un desorden el que nazca un ternero con cinco patas, prueba suficientemente que cada uno se ha formado una idea precisa del orden que reclama que los terneros tengan cuatro patas y no cinco.

Ello prueba que el desorden sólo se concibe en relación con el orden y lo supone tan absolutamente que sin éste la idea misma de desorden no se concebiría (4).

Si normalmente las higueras produjeran indistintamente tiburones, cabras, colibríes o nabos, si los terneros tuvieran a veces cinco patas, a veces seis o siete; otras, una o diez, quince o veinte, la propia idea de la monstruosidad, es decir, del desorden, representado por el nacimiento de un becerro con más o menos de las cuatro patas ni siquiera rozaría nuestra mente.

Y aunque sólo existiera esta pobre y basta idea de un orden (5), visiblemente impuesto por la evidencia sensible, sería bastante para comprender la violencia hecha por el nominalismo a la verdad, a todo lo que ES, a todo lo que se impone y es siempre impuesto por el sentido común.

Es falsa, pues, la contestación del nominalismo al problema de los universales.

El idealismo (realismo): reflexión de una inteligencia ... qué no llega a la inteligencia de nada

Pero también asimismo vaciedad en la respuesta dada por el realismo (idealista).

Pero si el nominalismo, falsamente, pretende reducir todo a las apariencias (sensibles) del movimiento, y de la diversidad de las cosas, ¿deberemos aceptar que la realidad sea remitida a las ideas puras, sino a la sola conciencia del sujeto pensante?

Sistemas a la vista de los cuales desaparecen o se esfuman la maravillosa y tan fecunda diversidad de los seres y de las cosas, su transformación, su crecimiento o su ruina.

Visión helada de un mundo planificado de realidades abstractas, desencarnadas, desenraizadas, sin peso ni medida humana, calor ni vida.

Universo platónico, tanto como platonizante, donde las ideas puras son la expresión de la realidad. Todo lo demás, y especialmente el mundo sensible, no tienen más valor que el de una sombra, de un reflejo (ilusorio) de estas ideas.

Pero, como el R. P. Garrigou-Lagrange hace decir a Aristóteles, en la cita que hemos mencionado anteriormente (6): "Si la idea real del Hombre, la del León, están tan separadas de los individuos sensibles, la idea de la Rosa, de las rosas que vemos, y la del Lirio de los lirios, ¿qué son, pues, estos individuos sensibles, estos hombres, estos leones, estas rosas, estos lirios? ¿Son únicamente sombras de realidades o realidades verdaderas? ¿Su esencia radica en ellos mismos o fuera de ellos? Y si su esencia no está en ellos, estos hombres que nuestros sentidos perciben, sólo son hombres en virtud de la denominación que extrínsecamente sé les da; son como la imagen de nuestra figura en una corriente de agua límpida. Pero la reproducción de nuestra figura en este agua no es más que una imagen, un reflejo. Y Yo soy algo más que la imagen del Hombre, yo soy verdaderamente hombre, como los leonés-individuales son verdaderamente leones y las rosas verdaderas rosas".

"Pero hay más, el león separado de toda materia no podría existir, porque según su definición o su esencia, lleva en sí materia, no individual, sino común; de carne y hueso. Y esta carne y estos huesos no pueden existir sin ser esta carne y estos huesos. La esencia del león como la de la carne pueden concebirse en forma abstracta, separadamente de la materia, pero no pueden existir separados de la materia."

Crítica bien conocida del "realismo" (idealista) de Platón. El sistema de Kant da lugar a reservas análogas. Se le ha objetado que: para este último, "el mundo es un gran sueño sobre el cual el pensamiento humano aplica sus formas" Por ello, lo real sería determinado por el pensamiento. Por consiguiente, ya no es en las cosas donde hay que buscar la verdad. Está en nosotros mismos. Está contenida en las leyes de nuestra inteligencia. Es la delicada flor de su perfecto funcionamiento.

Existirá la verdad cuando la inteligencia se halle en armonía consigo mismo.

Es necesario, dirá Blondel: "A la abstracta y quimérica «adaequatio rei et íntellectus» (7) sustituirla por el problema de la "adecuación inmanente de nosotros con nosotros mismos".

Y he aquí la puerta grande abierta al "pensamiento descarnado". Separado de una realidad definida como inexistente, ilusoria o incognoscible, el espíritu podrá a su gusto revolotear en el vacío. Bajo formas diversas y aun bajo fórmulas de sistemas opuestos, éste es el vicio y error esencial del "idealismo" (realismo) moderno.

Ya no hay nada conocido. Lo que se conoce es sólo una idea. ¿Como sí el conocimiento fuera sólo la reflexión de nuestro mismo pensamiento?

Absurdo total. Para reflexionar sobre una idea, en efecto, es por lo menos necesario tener una. En ningún caso la reflexión puede ser el primer acto del conocimiento.

Como ha dicho muy bien el R. P. Garrigou-Lagrange: "La inteligencia no puede pensar sobre sí misma cuando no es todavía inteligencia de nada. Antes de conocerse, ella y sus ideas, le hace falta pensar en alguna cosa. Imposible pensar en el vacío, no pensar en nada. Sostener que la idea es lo conocido y no el medio de conocer algo más, es obligarse a admitir que la idea o representación no se refieren a algo representado. Pero entonces, no es más que la idea de nada. Lo que equivale a decir que es al mismo tiempo y con la misma relación, idea y no idea".

Tanto que, como humorísticamente ha hecho notar Gustave Thibon: "No basta que el pensamiento se ponga de acuerdo consigo mismo, como quería Kant. El pensamiento de un loco puede, en caso límite, llenar esta condición. Un loco es un hombre que lo ha perdido todo, menos la razón, decía Chesterton su pensamiento está de acuerdo consigo mismo, sólo está en desacuerdo con el mundo".

LA VERDADERA SOLUCION: "EL REALISMO INTEGRAL"

Descartado el "nominalismo" con el "realismo" (idealista), ¿cuál debe ser la contestación al problema de los universales?

Se adivina que es aquella que, teniendo en cuenta todos los datos del problema, los ordena armoniosamente en una rigurosa perspectiva.

Y esta respuesta existe. Lástima que su nombre se preste a algunas discusiones.

Algunos le llaman efectivamente, realismo cristiano o realismo escolástico: lo que tiene la ventaja de indicar la época aproximada de su suprema formulación y quienes la concibieron. Lo cual, a pesar de todo, no deja de presentar inconvenientes, ya que las verdades de que aquí se trata son, por su naturaleza, verdades de sentido común, verdades de razón universal; verdades que se pueden y deben profesar siendo o no cristiano, francés, turco o chino.

Otros proponen el título de "realismo moderado", lo que a nuestro parecer resulta flojo y deprimente, no teniendo nada que ver la idea de moderación en este asunto. "Moderado" sería admisible, en efecto, si resultase que la solución propuesta no se alcanzara más que con un atemperamiento o descargo. Pero nada de esto. Se trata, muy al contrario, de una tercera contestación dada ai problema de los universales: respuesta absolutamente independiente de las otras dos. No es la refundición ni la reposición "moderada". Es la única contestación verdadera a este problema, levantándose como una cumbre entre dos abismos, los del "nominalismo" y del "realismo" (idealista).

Podríamos volver la mirada a la fórmula propuesta—tiempo atrás— por J. Maritain, de realismo integral Este término ofrece al menos la ventaja, por el rigor que implica, de subrayar como hace falta el carácter de suprema respuesta al problema de los universales.

Tendríamos, pues, así las tres fórmulas siguientes: el nominalismo (ciertamente muy bien apellidado) ...; el realismo (al que bastaría calificar de platónico o idealista, para evitar todo equívoco ...); y, en fin, el realismo integral, que, como ha dicho muy bien Maritain, es la única contestación verdadera dada ahora y siempre al problema de los universales.

Cualquier cosa que se piense, por otra parte, de ese conflicto de etiquetas, lo importante es que no quede duda alguna sobre la sustancia intrínseca de la contestación al problema, cuando se abandone la disputa acerca del nombre.

Respuesta, también de sentido común como de buen sentido.

La conjunción de lo inteligible en lo sensible

Si se rechaza admitir la existencia separada de las ideas, y por ello del "realismo", en sentido estricto, de los universales ...; dicho de otro modo, si se descarta la evidente imposibilidad de la existencia del Hombre arquetipo, del León de los leones, de la Rosa de las rosas y del Lirio de los lirios ...; se reconoce en cambio la realidad de lo que estas ideas expresan. En este sentido únicamente, existe una realidad que corresponde al contenido de nuestros conceptos, aunque quede como sumergida en las cosas, y es su esencia inteligible, escondida aún en la sombra de lo sensible (8).

Y en realidad esto es lo que sucede a nuestro alrededor, aun sin que nos apercibamos de ello.

Si bien es cierto que es a través de nuestros sentidos como se realiza nuestro conocimiento, no es menos cierto que los sentidos no nos dicen, ni nos pueden decir, QUE ES aquello, cuyo color, gusto, olor, ruido o tacto perciben. Es la inteligencia solamente, la única que alcanza y puede alcanzar (más allá de las sensaciones) este resultado, la que permite decir que una cosa ES tal cosa.

Lección graciosa que nos da Jacques Perret en su novela "Le machín". Imaginad un objeto transmitido en herencia a un portero de la calle Manffetard, que ni él ni su mujer, ni nadie de la casa, ni en el barrio pueden decir LO QUE ES. Y bien sabe Dios que este objeto ha pasado de mano en mano. Examinado, escudriñado, girado, olido, palpado, pesado y puesto al revés ... todos acumulan sus impresiones y datos sensibles, nadie llega a descubrir LO QUE ES aquel objeto. Prueba palpable de que a los sentidos no les basta ver, tocar, oler, gustar u oír para poder saber lo que SON las cosas examinadas.

Es necesario que a partir de estos datos sensibles, la inteligencia llegue a distinguir lo que en las cosas es ESENCIAL, lo que hace que éstas SEAN.

¿Qué es lo que esto puede SER?, se pregunta aquel a cuyos ojos se presenta un objeto desconocido. Y él busca, reflexiona ... más allá de lo sensible, busca lo inteligible. A partir de los datos sensibles, más allá de la forma, de la imagen, busca para hacerse una idea.

Conjuncíón de lo inteligible con lo sensible es la gran ley de nuestro conocimiento.

Sentidos e inteligencia se hallan ordenados en una jerarquía rigurosa; la inteligencia, principalmente, aparece tal como ella es: la facultad suprema y específica del animal humano, por lo que es superior a las otras bestias.

Rousseau —por una vez— lo ha dicho inteligentemente: "el hombre se distingue del animal en cuanto da un sentido al verbo "ser". La noción de ser es, en efecto, el primer objeto de la inteligencia.

Esta última palabra significa, decía Santo Tomás de Aquino, un cierto conocimiento íntimo. Proviene de «Intus-legere»: "leer por dentro; leer en un hecho su razón de ser. Y esto resulta claro, si notamos la diferencia entre la inteligencia y los sentidos . El conocimiento sensible se detiene en las cualidades exteriores. El conocimiento intelectual penetra por el contrario hasta la esencia de las cosas".

De ese modo, la inteligencia capta, en los datos transmitidos por la vista, el olfato, el tacto, el oído y el gusto, la esencia de las cosas, la razón inteligible del objeto, superficialmente presentada por los sentidos.

Por tanto, pasa de lo sensible á lo intelectual: y por ello pasa de lo material a lo inmaterial y de lo singular a lo universal (9).

Distinción de la que hemos dicho, que ordena el problema de los universales (10).

Conexión de la inteligencia y los sentidos, del alma y del cuerpo

Pero lejos de oponer la imagen a la idea (como hacen los "nominalistas") o la idea a la imagen (como hacen los "realistas" idealistas) para buscar la unidad en esta fórmula primaria y simplista que consiste en excluir uno de los dos elementos, la verdadera solución del problema de los universales nos muestra por el contrario el trabajo complementario de los sentidos y la inteligencia humana en una sola perspectiva y para la mayor cohesión de un todo único.

Porque el hombre, animal racional, para su bien y para la perfección de su vida, precisa de esta conexión de la inteligencia y de los sentidos, de esta relación entre lo sensible y lo espiritual.

¿No es cierto que es en el hombre en quien se realiza la unión entre estos dos aspectos del universo: el mundo de la materia y el mundo del espíritu, el mundo de las cosas visibles y el mundo de las invisibles?

Ahora bien, para poder llevar a cabo con plenitud la vida propia del alma humana, del alma de animal racional, ésta tiene (ab initio) la necesidad de estar unida a un cuerpo organizado y sensible, con el fin de encontrar en la colaboración de las energías de este cuerpo, criatura suprema del universo material, la nitidez, el relieve, la plenitud de sus concepciones espirituales. Y ello, precisamente, a través de estas sensaciones, imágenes, experiencias, recuerdos en que el alma encuentra como el apoyo de su vida intelectual, con algo indescriptiblemente lúcido, vivo, lleno, que logra nuestro pensamiento cuando descansa sobre imágenes sensibles apropiadas (11).

Conocimiento verdaderamente y específicamente humano, a imagen de aquello que realmente somos.

Conocimiento que consiste en el descubrimiento de la ESENCIA (universal) de los seres y de las cosas, en la multiplicidad de su EXISTENCIA (concreta, particular y cambiante).

Ascensión, pues, de lo MULTIPLE a lo UNO: otra interpretación evidente en el orden humano.

Singular y universal, extensión y unidad, calidad y cantidad

Y no solamente esta justa solución del problema de los universales permite comprender la armonía del conocimiento humano como tal, sino también ayuda a estudiar mejor lo real, objeto de este conocimiento, y ello por el sencillo desarrollo de las observaciones que le preceden.

Tránsito de lo inteligible en lo sensible ... Más allá de la apariencia de las cosas, percepción de sus principios inteligibles (12). Dicho de otro modo, doble perspectiva de lo singular y lo universal, sin que constituyan dos seres diferentes, sino solamente, en un solo ser, dos aspectos complementarios, de los cuales uno es captado por los sentidos, pero el otro sólo puede serlo por la inteligencia.

Dualismo, del que explicaremos más adelante las exigencias, pero que aparece como la más estricta explicación de lo real (13).

* * *

ESENCIA Y EXISTENCIA

Es así como la inteligencia distingue muy sabiamente en todo ser, bastante más allá del punto donde se detiene el conocimiento sensible (14), su "esencia" (15) y su "existencia" particular como individuo "Esencia" que (a pesar de lo que diga el nominalismo) no es una creación arbitraria de nuestro espíritu. Negarla conduciría a la negación de todas las especies minerales, vegetales y animales; la negación de la especie zorro; la negación de la especie plátano, y también la negación de la objetividad de las leyes de la naturaleza, cuyo estudio concienzudo constituye unos de los títulos de gloria de la ciencia moderna.

Pero el hecho es (contra los "realistas") que lo singular, lo concreto, lo cambiante, no son ilusión de nuestros sentidos. Al contrario, sólo lo singular tiene vida independiente y existe fuera de nuestro pensamiento. Lo universal, separado y abstracto, no existe fuera de nuestro pensamiento. Por ello, nadie ha encontrado jamás al León-tipo, o a la Rosa de las rosas ..., sino CADA ESPECIE, ACTUALIZADA EN LA EXISTENCIA DE TAL INDIVIDUO: este león, aquella rosa ... etc.

Distinción de la esencia y de la existencia, que permite explicar el enlace, la unidad, evidente en todo lo del mundo, no sólo de lo universal y lo particular, de lo general y lo individual sino también de lo perdurable y lo cambiante, de la continuidad del ser en el seno de un perpetuo devenir ...

Ser y Devenir: el problema del movimiento

Problema de ese movimiento que hemos visto fascinar a los nominalistas, hasta el punto de hacer decir a un Bergson ... "No hay cosas, no existen más que acciones".

Problema de la permanencia del ser, que por su parte lleva a tantos filósofos a negar o subestimar la realidad del movimiento.

Problemas solidarios del problema de los universales cuyas soluciones se encadenan en una rigurosa dependencia; que nacen siempre por el relieve en que les pone la inteligencia de un binomio de principios del ser, cuya unión constituye en sí misma la realidad integral.

* * *

Problemas, pues, de las relaciones entre el ser y el devenir, entre lo permanente y lo fugaz, que se manifiestan en todas las cosas.

Ante todo, ¿qué es el movimiento?

Es ir de un punto a otro, pasar de un estado a otro, se responde habitualmente. Eórmula sin valor. Los verbos "ir" y "pasar" ' por expresar que ellos mismos, la idea de movimiento, no son convenientes.

Señalemos una consideración fundamental de Aristóteles, que sin llegar a ser una definición (16) del movimiento en sí, nos demuestra una condición necesaria que siempre existe donde hay movimiento; "Ser movido o estar en movimiento es al mismo tiempo (17) ser y no ser" (18).

Por todo lo que el ser en movimiento tiene ya, ES. Porque no puede estar en movimiento más que lo que ya es, lo que ya existe, lo que ya contiene algo, por lo menos la existencia.

Por todo, aquello que el ser en movimiento no tiene aun, pero hacia lo cual tiende, NO ES. No lo será sino más tarde, cuando ya no esté en movimiento.

Así, pues, el movimiento implica necesariamente ser (desde un punto de vista) y no ser aún (desde otro).

SER Y NO SER, ésta es la lección que nuestros sentidos, testigos constantes del devenir de las cosas, nos muestran continuamente. Lección que impresiona tan unilateralmente a los nominalistas.

Mas he aquí que por su parte, la inteligencia interviene anteponiéndonos perentoriamente su primer principio, primer principio universal, llamado principio de identidad: "ES, ES, NO, NO" (19) "LO QUE ES, ES; LO QUE NO ES, NO ES".

¿Cómo llegar entonces a conciliar, bajo esta nueva forma, esta aparente contradicción del conocimiento sensible y del conocimiento intelectual, oposición que ya nos había sido revelada por el primer enunciado del problema de los universales? (20).

"Monistas del Ser" y "monistas del devenir"

Es sabido que, ante esta antinomia aparente, los filósofos se separaron en dos campos desde las primeras edades griegas. Unos tomaron partido por los sentidos y rechazaron el testimonio de la inteligencia, de la razón. Para ellos sólo debía admitirse la evidencia sensible, y la noción de "SER" descartada o casi descartada. No quedaba ni ellos admitieron más que "el movimiento".

Estos fueron los "monistas del devenir" (21) ... a los que se opusieron los "monistas del ser".

En efecto, contrariamente a los primeros, los segundos, desdeñando o rechazando el testimonio de los sentidos no quisieron atenerse sino sólo al principio de identidad, LO QUE ES, ES; pero incapaces de explicar el movimiento percibido por los sentidos, llegaron a negarlo (22).

Y los siglos de la antigüedad no alcanzarían a ver el fin de este conflicto, que prefiguraba y anunciaba la famosa querella de los universales, que durante doscientos años debía resonar en las universidades de la Edad Media.

Y estos dos monismos enemigos los encontraremos a lo largo de la historia, ciertamente con algunas variantes y atenuaciones, pero, poco más o menos, tanto en el uno como en el otro habrá la misma actitud intransigente voluntariamente desdeñosa de uno de los datos.

Para resolverlo, suprimen la mitad del problema. Se descarta la mitad de la realidad.

Así, los sistemas monistas pueden ser acusados de chocar con el sentido común y el buen sentido, "a priori" y aun antes de entrar en el detalle de sus afirmaciones (23).

Potencia y acto

Su argumentación estaba fundada sobre todo, en la oposición radical, sin ningún término medio, entre el SER y el NO SER.

Los "monistas del Ser", especialmente, refiriéndose al "devenir", argumentaban así: El principio de identidad es categórico: lo que es, es. El ser, por lo tanto, no deviene, es. Si deviniere, provendría, sea del Ser, sea del No-Ser. Ahora bien, el Ser no puede venir del Ser, porque ya es; ni del No-Ser, que es una pura negación, de donde nada puede salir. Por tanto, nada deviene. El Ser necesariamente es inmóvil. El movimiento no es más que una vana apariencia de los sentidos.

Un razonamiento semejante destruye a su vez la noción de pluralidad y diversidad de los seres.

Un destello del genio de Aristóteles, recogido por el pensamiento cristiano y desarrollado más especialmente por Santo Tomás, consistió en distinguir, entre el Ser total y el No-Ser total, un tercer término, el Ser en potencia, es decir, el Ser que no gozando todavía de tal perfección, era capaz "en potencia" de recibirla.

Reemprendiendo el estudio del Ser en movimiento, que al mismo tiempo ES y NO-ES, Aristóteles llegó a las conclusiones siguientes: por todo lo que ya tiene, el ser en movimiento ES (o sea, existe). Pero NO-ES todavía lo que deviene. Sin embargo es, el ser "en .potencia".

Todo objeto en movimiento es, pues, en ACTO lo que ya es, y en POTENCIA aquello hacia lo que tiende (lo que va a devenir). Todo ser es, actualmente, tal cosa y se halla al mismo tiempo (pero no bajo la misma relación) en potencia de devenir tal otra cosa (24).

Nuevo binomio de principios del ser, exclusivamente captados por la inteligencia. Después de los binomios Universal y Singular, Esencia y Existencia, Materia y Forma, tenemos Potencia y Acto (25).

Siempre dualismo.

Todos los seres son del Ser y nada más que del SER, pero de diversos modos y con graduaciones variadas.

Necesidad de un primer motor, acto puro, Dios

Pero si todo lo que nos rodea es así, como un electo de la amalgama, de la estrecha unión de dos principios del ser ; esencia y existencia, materia y forma, potencia y acto, es evidente que sólo nos queda dar un paso hacia la unidad, es decir, hacia el solo principio que puede dar razón de esta unión, efectiva en todo Ser, de su esencia y dé su existencia, de la materia y de la forma, de los incesantes tránsitos de la potencia al acto.

Como ya se ha dicho, si se considera el doble privilegio esencial de materia y forma, como estos dos principios se encuentran juntos y por su unión constituyen un ser, habrá que explicar el hecho de esta unión. Hará falta explicarlo, tanto más cuanto no están de por sí, necesariamente unidos, que pueden ser separados, que lo están, incluso en el decurso del acontecer en las transformaciones de la naturaleza.

Que esas transformaciones se producen y que se producen en la regularidad del orden que constatamos (en química, por ejemplo), prueba manifiestamente la intervención, la acción de un principio motor que deberá ser llamado por su verdadero nombre: causa de estos movimientos.

La nueva perfección no viene en el sujeto, ni de una perfección semejante pre-existente, puesto que no la tenía; ni de la nada total, puesto que el sujeto ya existía con capacidad para recibirla. Emana de la capacidad del sujeto por la acción de la causa eficiente.

Así, pues, el dualismo tiene como consecuencia rigurosa ineluctable la proclamación de la necesidad de una causa suprema, primer motor: prácticamente, Dios.

Y es ciertamente para evitar esta imperiosa conclusión por lo que han sido tan numerosos los monistas.

Al principio de su Metafísica, da Aristóteles esta enseñanza: "que el orden y la belleza que existen en las cosas o que se producen en ellas tengan por causa la tierra o algún otro elemento de esta clase no es verosímil ... Atribuir al azar estos efectos admirables, o a una causa fortuita, es muy poco razonable. Por ello, cuando un hombre nos proclamó que una inteligencia es la causa del orden y la regularidad (26) que resplandecen por todas partes en toda la naturaleza, en los seres animados o inanimados, este hombre produjo el efecto de ser el único en tener razón y en cierta manera mantenerse sereno, después de las embriagueces extravagantes o de las divagaciones de sus antecesores. Sabemos sin género de duda que Anaxágoras se afilió a esta doctrina".

* * *

Hay cortos vuelos de la sabiduría pagana, que sus autores fueron ciertamente totalmente incapaces de desarrollar ... Nos parecen tanto más útiles de recordar en este lugar ...

Como negar en efecto, que el mínimo está ahí, en esta inteligencia de la naturaleza de las cosas, y el reconocimiento de Aquél, que es su causa, su Autor.

Vamos a ver a continuación que, por sumarios que hayan sido, esos recuerdos filosóficos constituyen ciertamente una de las más seguras introducciones a la política.

 

Notas

(1) Mono: prefijo derivado del griego, significa: único.

(2) Dr. Alexis Carrel, L'homme, cet inconnu.

(3) L'évolution Creatrice, 2ª édition 1907, pág. 270.

(4) Por esto, sea dicho de paso, resulta la fatuidad de quienes quieren utilizar este argumento del desorden (relativo) que se puede observar en el mundo, para negar la prueba de la existencia de Dios, llamada: prueba por el orden del mundo. Esta prueba, en efecto, para conservar su valor y su fuerza, no requiere que se suponga absolutamente perfecto (sin desorden) el orden de las cosas creadas. Basta la evidencia de un Orden en el mundo. Evidencia confirmada, muy lejos de ser contradicha, por nuestra misma idea de desorden. El desorden, en efecto, sólo se puede concebid como opuesto al orden y, por tanto, supone su existencia.

(5) Pobre y basta idea —decimos— porque aquí nos hemos contentado con ejemplos rudimentarios. ¿Qué podría decirse, "a forciori", si en lugar de limitarnos a la imagen del ternero de cinco patas, nos hubiéramos referido, al hecho del ojo, al hecho del oído, al hecho del corazón (bomba aspirante e impelente) ... para considerar luego los signos más manifiestos de la acción creadora y ordenadora de la Suprema Inteligencia?

(6) Le réalisme du principe de finalité, p. 24, Desclee de Brouwer ed.

(7) Adaequatio rei et intellectus: "El pensamiento en armonía con las cosas" ... definición clásica de la verdad.

(8) ... y sometida a un modo propio de existencia (la individualidad) de la que, por el contrario, se ha liberado y separado en nuestro concepto (universal).

(9) En efecto, podemos comprobar que en las realidades individuales, de las que podemos decir que son esencialmente una sola cosa (dos leones, por ejemplo, o dos nombres), lo que las distingue, las opone, las multiplica y les da a cada una su individualidad peculiar, es, con su materia propia (es decir, sus dimensiones, una localización) todo un conjunto de caracteres sensibles que proporcionan a cada una su propia apariencia y permite distinguir, entre sí, las de la misma naturaleza.

Precisamente, porque la visión de la inteligencia va más allá de estos datos sensibles y sobre todo alcanza a captar por encima de las condiciones propias de la corporeidad y de la individualidad que resulten, lo que ella percibe, aunque realizado individualmente en la naturaleza, es esto mismo, lo que se realiza también en todos los demás individuos de la misma naturaleza y que .podría realizarse en un número indefinido de otros. Será siempre la misma esencia, pero multiplicada realmente por las condiciones individuales propias de cada uno de los individuos que la poseen. Viendo la inteligencia sólo la esencia y no las condiciones individualizantes, sólo concibe en su idea una única y misma esencia común a todos, aplicable a todos los individuos, verdadera en todos, cualquiera que sea su número. Es esta realidad-idea, común a todos, una en sí, realizable en muchos, lo que constituye "lo universal".

Existe fuera de nosotros en su fundamento: la naturaleza real poseída individualmente por cada individuo. Pero no existe fuera de nosotros, siendo puramente "idea", en su carácter formal de universal, es decir, "de algo realizable en muchos y atribuible a muchos". Mientras que para el nominalismo el animal no existe ni en lo real ni en la idea, sino sólo en la palabra o NOMBRE; mientras que para el realismo platónico existiría en la misma realidad, fuera de la idea; mientras que para el conceptualismo sólo existe como pura elaboración del pensamiento; para el REALISMO INTEGRAL, lo "universal" existe FUNDAMENTALMENTE en las cosas y FORMALMENTE (es decir, bajo su propia forma de universalidad) en nuestro pensamiento de modo inmaterial y abstracto.

Tránsito, pues, de lo sensible a lo intelectual, de la material a lo inmaterial, de lo concreto a lo (abstracto, de lo particular lo universal, de lo (mudable a lo permanente. Símbolo en sí, de todo lo humano, a la vez cuerpo y espíritu.

(10) La imagen o impresión sensible, es particular. La idea o representación intelectual es universal. La idea expresa el conocimiento real, profundo de los seres. La idea da cuenta (más o menos) de lo que hace que una cosa sea tal cosa. Los sentidos no perciben más que imágenes, sólo la inteligencia penetra hasta el SER, en estricto sentido. La idea no se confunde, pues, con la imagen. La idea no es, como ha querido Bergson, una imagen media. Sea, por ejemplo, la primera locomotora. Acordémonos de su imagen (visual): tuna gran caldera redonda con anillos de cobre, una alta chimenea rematada por una ensaladera ... Esta imagen ge parece mucho a la de esos locomóviles que en algunos lugares de nuestro campo, accionan aún las trilladoras. Muy diferente, en todo caso, esa pobre e inelegante silueta de la primera locomotora a las actuales, totalmente carenadas y alargadas, con sensación de potencia que circulan hoy en las líneas férreas. Y sin embargo, nosotros sabemos que la primera locomotora y el mastodonte actual proceden de una misma y sola idea, y aunque bajo aspectos distintos, bajo imágenes di semejantes, fueron creadas .para arrastrar una serie de vagones sobre raíles ... .He ahí lo que caracteriza la locomotora, he ahí la idea he ahí lo esencial que sólo la inteligencia podía descubrir, a pesar de las diferencias considerables entre tantos tipos de locomotoras vistas por los sentidos.

(11) Cfr. el desarrollo a este respecto, en la interesante obra del R. P. Gardeil, La structure de l’ame, Gabalda edit., p. 6.

(12) Estos principios inteligibles son las razones de la semejanza, real y fundamental, entre las cosas y, por ende, de las relaciones reales que crea esta semejanza.

(13) Por lo demás, este dualismo de perspectivas o aspectos de una única realidad no podría concebirse, si testa realidad fuera en sí imperfectamente simple. Lo que es verdaderamente LO MISMO, en efecto, no puede ser a la vez, como tal, el fundamento real de dos aspectos opuestos. Sería contradictorio que lo que es fundamento de lo UNO, fuese también fundamento de lo MÚLTIPLA, que lo que es fundamento de lo INDIVIDUAL, fuera al mismo tiempo fundamento de lo UNIVERSAL.

He aquí por qué, cada vez que nuestro espíritu encuentra en una realidad concreta el fundamento de dos aspectos tan opuestos e irreductibles, es que una tal realidad no es simple, sino compuesta de dos partes reales, de dos principios complementarios uno del otro, tan incompletos el uno como el otro, pero que por su unión constituyen una realidad completa.

Y es así como nuestra inteligencia llega a discernir en .todas las realidades corpóreas que le rodean y que (presentan esta dualidad de aspectos (singularidad y universalidad: división, pluralidad, numérica y unidad específica) la existencia real de dos principios, de dos componentes complementarios":

— el uno, fuente de la individualidad y de la división numérica, fuente por lo mismo de la .cantidad: es la MATERIA.

— el otro, fuente de la universalidad y de la unidad específica, fuente de determinaciones profundas y cualitativas: es la FORMA.

Cuando abrimos los ojos, ¿qué vemos?; "cuerpos". Pero ¿qué es un cuerpo? "Un todo con dimensiones. Extenso y sin embargo uno". Y pues, ¿quién no comprende que estos caracteres de unidad y extensión se oponen?

En efecto, hablar de extensión, tío es en modo alguno hablar de .partes que se expanden ... y que son de hecho, 'distinguibles, fraccionadles.

Hablar de "todo" es, al contrario, hablar de unidad; dicho de otro modo, es señalar la unión, la unidad que suelda, que aproxima estas partes distinguibles y fraccionables de las que acabamos de hablar.

Como ejemplo de lo que queremos expresar, propondríamos lo siguiente: Este cenicero, que está aquí, digo que es un cuerpo, mejor, "un todo con dimensiones". Su SER es como el efecto de dos principios distintos: uno cualitativo, otro cuantitativo.

El principio cuantitativo es el que se refiere á esa extensión a estas partes, de que hablábamos, distinguibles y fraccionables.

El principio cualitativo es el que hace la unidad de ese todo.

El principio cuantitativo, como indica su nombre, designa lo que es número ..., dimensión espesor del cenicero, cantidad de materia que ha sido necesaria para modelarlo (elemento material).

El principio cualitativo designa, por el contrario, lo que le hace uno, dicho de otro modo, lo que le hace más específicamente lo que es: su "forma" propia de cenicero (elemento formal).

Estos dos principios, cuya estrecha fusión hace el propio SER de este cenicero, ciertamente nuestros sentidos no pueden distinguirlos. No son, en efecto, más que dos principios de ser. Ya que los sentidos sólo alcanzan a lo que es corporal, a lo que son cuerpos, es decir, lo que es "el todo en dimensiones". Y los dos principios no están ahí más que para explicarnos, que es el "todo en dimensiones". Sólo la inteligencia puede alcanzarlos, razonando sobre los datos sensibles, pero es ella y no los sentidos quien los alcanza.

Todo cuerpo está, pues, compuesto por un elemento material y un elemento formal: el primero esencialmente cuantitativo, y el segundo, esencialmente cualitativo.

Todo cuerpo está compuesto de "materia" y de "forma". "Materia" y "forma" que no son dos seres en la verdadera acepción de la palabra, sino DOS PRINCIPIOS DE SER, como son DOS PRINCIPIOS DE SER, esta "esencia" y esta "existencia" de cuya distinción tanta utilidad se obtiene directamente, para la justa solución del problema de los "universales".

(14) "... más allá de la física", podría decirse aún, etimología misma de la palabra: metafísica.

(15) ... Que puede encontrarse totalmente semejante en muchos otros, y en este sentido, le es común.

(16) En el sentido estricto y filosófico del término.

(17) ... "Al mismo tiempo"; únicamente. No es necesario discutir, en efecto, la contradicción absoluta, estrictamente imposible e impensable, de una cosa que FUERA Y NO FUERA al mismo tiempo y BAJO LA MISMA RELACIÓN.

(18) No deja de ser interesante subrayar de pasada, que esta es la fórmula de Jesucristo en el Evangelio: "que vuestra palabra sea: sí, sí, no, no ..." (Mateo V, 37).

(20) Oposición, hay que recordarlo, entre la evidencia de la multiplicidad cambiante de seres y de cosas percibidas por los sentidos, y la representación perdurable y universal que por medio de las ideas hace la inteligencia de estos seres y estas cosas.

(21) Ya antes hicimos alusión al primero de ellos: Heráclito, "Todo pasa —enseñaba éste— lo que es, no es, y lo que no es, es; porque todo deviene, nada permanece". ¿Hará falta añadir que tales principios impiden, en breve plazo, afirmar que es lo que es? Puesto que nada es, nada se puede decir, porque decir que nada es, es ya sostener alguna cosa. Uno de los discípulos de esta escuela y no el menos sutil, un tal Cratylo, lo comprendió perfectamente y desde aquel día se abstenía de afirmar nada, contentándose con mover el dedo.

(22) La escuela de Elée (de donde el nombre de "eleates" dado alguna vez a los "monistas del ser") reunió a los más ilustres de ellos: Xenófanes, Parménides, Zenón. Son célebres los argumentos por los que el último trató de demostrar la inexistencia del movimiento. "Los sentidos nos engañan, decía, la flecha que parece volar de un punto a otro, en realidad no vuela, no puede volar. Si volara, en efecto, en un determinado momento se encontraría en un determinado lugar. Se encontraría, es decir, estaría allí, es decir estaría inmóvil. Y ¿cómo podría estar en el lugar subsiguiente algunas milésimas de segundo más tarde, si estaba inmóvil en el lugar precedente?".

(23) "Es imposible, escribía Aristóteles, en su Metafísica, que una persona conciba nunca, que una misma cosa exista y no exista. Heráclito es de otra opinión, según dicen algunos, pero no todo lo que se dice es indispensable que se piense. La causa de la opinión de esos filósofos es que no han admitido como ser más que las cosas sensibles, y como observaban que la naturaleza sensible está en perpetuo movimiento, algunos, como Cratylo, pensaron que había que callar sin decir nada; se contentaba con mover el dedo .... y si se dice por otra parte que todos los seres son uno solo, no se hace sino volver a la Opinión de Heráclito. A partir de este punto todo se mezcla y confunde, el bien y el mal son idénticos, el hombre y el caballo no son más que UNO; es como afirmar que no son nada."

(24) La refutación de los argumentos monistas era a partir de este momento fácil: en realidad, la flecha vuela. Ciertamente se encuentra en tal momento en un punto del espacio. Pero se encuentra allí con la "potencia" para pasar al siguiente y así sucesivamente.

(25) Sin embargo, existen dos maneras de ser "en potencia", lo que todavía no se es:

— una forma estática, la de un vaso vacío que en potencia puede contener vino, pero que de hecho está y permanece vacío.

— otra forma dinámica, que consiste en realizar actualmente esta patencia, esta capacidad, no totalmente (porque entonces no estaría ya en potencia, sino en acto), sino parcial y progresivamente (tendiendo realmente hacia el acto: el vaso que se llena progresivamente).

Sólo hay un movimiento cuando la potencia se realiza de esta segunda manera, es decir, cuando la potencia, como potencia, juega actualmente su propio papel. El genio de Aristóteles, expresa, en una forma elíptica admirable esta condición propia del movimiento y por la misma nos da su más rigurosa descripción: el movimiento es "la actualidad de lo que es en potencia, precisamente en su función de potencia" (actos entis in potencia, prout in potentia).

(26) Incluso si esta regularidad sólo fuera relativa y debiera aparecer sometida a una cierta evolución ... Lo que de todas maneras, está por demostrar.