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La organización de la lucha para la expansión marxista

 

INTRODUCCIÓN

El marxismo ha sido presentado como un sistema filosófico: el monismo del "devenir", sistema que en la realidad, que es a la vez ser y movimiento, no retiene más que un solo aspecto: el movimiento. Si se llevan hasta el fin las consecuencias de este sistema, dos actitudes son lógicamente posibles: primero, la anarquía; si no hay verdad, si el verbo ser no tiene realmente sentido, nada puede obligarme a nada, pues es imposible saber si hay un orden verdadero y, por lo tanto, un justo ordenador. Por tanto, nadie tiene derecho a mandarme; es la fórmula "ni Dios, ni amo".

Segunda actitud conforme con el sistema filosófico indicado:

Si nada es verdadero ni falso, bueno ni malo, la regla será mostrarse eficaz, es decir, el más fuerte.

Si, como ha dicho Bergson, que no era marxista, pero en ciertos errores de pensamiento va en el mismo sentido, "no hay cosas, no hay más que acciones", la regla será ponerse al servicio de la mayor acción a realizar, al servicio de este movimiento integral del que hablaba ya el Manifiesto de 1848.

De donde, la idea de "revolución permanente", la necesidad de una organización lo más eficaz posible para acelerar el ritmo de esta revolución permanente; nos encontramos de nuevo con las características esenciales del marxismo-leninismo.

Así, además del sistema filosófico que lo funda, el marxismo lleva consigo una elección entre las dos actitudes que proceden lógicamente de este sistema: anarquía u organización frenética de la mayor acción posible; y es esta segunda actitud la que adopta.

De aquí se explica la importancia del concepto de organización para los marxistas; cuando hablan del "trabajador consciente y organizado", lo hacen para subrayar un aspecto esencial de su movimiento. Lenin insistirá sobre el hecho de "que no podría haber movimiento revolucionario sin una organización estable de dirigentes que mantenga la continuidad en el tiempo". "La tarea práctica más urgente, decía, es crear una organización de revolucionarios capaces de asegurar a la lucha política un carácter enérgico, firme y seguido". Esta misma idea se encuentra en Makarenko, que se decía "partidario de una cierta medida de militarización: no "el paso de la oca, sino, la economía de las fuerzas".

Organizarse para economizar fuerzas y sacar de ellas el mejor partido, organizarse para promover la más grande revolución, tal es la idea básica.

Es, pues, el espíritu de organización el que distingue a los marxistas, o a los que tienden a serlo, de los revolucionarios anárquicos de toda índole. Veremos hasta qué punto el triunfo del Partido Comunista Bolchevique en la U.R.S.S. ha sido el triunfo de una organización implacable sobre grupos menos rigurosamente organizados.

La exposición sucinta a la cual dedicamos estas líneas tendrá dos partes:

En la primera parte recordaremos cómo ha sido llevada la revolución marxista desde Marx hasta nuestros días, cuáles fueron en este campo las grandes ideas directrices, cuál fue la evolución de estas ideas en función de los acontecimientos y de los hombres.

En la segunda parte veremos someramente cómo se articula en nuestros días la lucha del marxismo para su expansión, lo que conducirá a examinar:

— el agente principal de esta lucha: el Partido.

— los instrumentos y métodos puestos en obra por este agente.

 

I

LA REVOLUCIÓN MARXISTA DESDE MARX HASTA NUESTROS DÍAS: HISTORIA BREVE, IDEAS DIRECTRICES, EVOLUCIÓN DE ESTAS IDEAS EN FUNCIÓN DE LOS ACONTECIMIENTOS Y DE LOS HOMBRES

Examinando la historia de los desarrollos del marxismo-leninismo, llama la atención la preocupación de adaptación de que han dado prueba los promotores de esta ideología: han buscado siempre hacer el mayor caso de los acontecimientos, de las modificaciones del clima social, de las nuevas condiciones de vida debidas al progreso técnico...

Lo que es, de hecho, flexibilidad, facultad de adaptación, sentido del acontecimiento es frecuentemente tomado como signo de incoherencia.

Esto depende, en el fondo, de la manera como se interpreta el marxismo. Si se adopta un punto de vista estático, si se atiene uno a la letra del marxismo, se demostrará fácilmente que los sucesores —Stalin, en particular— han traicionado al maestro.

Si se adopta un punto de vista dinámico, "se tomará conciencia" de la ideología, único hilo conductor en este, campo; y se mostrará cómo diversas teorías, las económicas entre otras, cambian con el tiempo, o son reemplazadas por teorías nuevas, sin que por eso el "proceso mental" y la "dialéctica" subyacente hayan sufrido alteración ninguna.

"El marxismo, decía Lenin, debe tener en cuenta la verdad viviente, los hechos precisos, la actualidad y no aferrarse a la teoría de ayer, que, como toda teoría, es capaz, todo lo más, de indicar lo esencial y lo general, de vislumbrar solamente la complejidad de lo real".

"La teoría, amigo mío, es gris; lo que es verde es el árbol eterno de la vida".

Lenin proseguía:

"Nuestra doctrina no es un dogma, sino una regla de ACCIÓN" han dicho siempre Marx y Engels, burlándose justamente de las "fórmulas" aprendidas de memoria y repetidas al pie de la letra..."[1].

La historia del Partido Comunista Bolchevique de la U.R.S.S.[2] vuelve a coger esta idea, oponiendo Lenin a los oportunistas: "El verdadero marxista, aquel que ha asimilado la teoría del marxismo, es evidentemente Lenin y no los oportunistas, puesto que Lenin hacía progresar la teoría marxista enriqueciéndola con la nueva experiencia adquirida, mientras que los oportunistas la hacían retroceder, transformando una de sus tesis en dogma, modificándola".

Transformar una tesis, tesis económica en particular, en dogma, tal es, pues, el contrasentido que no se debe cometer, so pena de ser tratado de oportunista, y, en la boca de un marxista, el vocablo oportunista es el más despreciativo que existe.

LA PRIMERA FASE: MARX y ENGELS

Volvamos rápidamente a la historia del desenvolvimiento del marxismo-leninismo. Empezaremos por Marx, recordando de paso que el pensamiento de Marx, los métodos de Marx son el término, el perfeccionamiento de toda una corriente anterior.

Frecuentemente se ha opuesto Marx a Lenin, siendo presentado Marx como un pensador puro, una especie de profeta de gabinete, y Lenin, como el realizador, el hombre de la acción revolucionaría práctica y directa. Esta oposición no corresponde a los hechos. Marx fue a la vez filósofo y hombre de acción revolucionaria. El mismo puso en práctica la fórmula de Lenin: "Los filósofos no han hecho hasta ahora más que interpretar de diversa manera el mundo; se trata de cambiarlo".

En su libro El Antisemitismo, Bernard Lazare, filósofo judío que desempeñó un papel de importancia en el caso Dreyfus, hace de Marx el siguiente retrato[3]:

"Marx es descendiente de una estirpe de rabinos y doctores; heredó toda la fuerza lógica de sus antepasados; fue un talmudista lúcido y claro a quien no estorbaron la bobas minucias de la práctica, un talmudista que hizo sociología y aplicó sus cualidades nativas de exégeta a la crítica de la economía política. Estuvo animado por ese viejo materialismo hebraico que soñó perpetuamente en un paraíso realizado sobre la tierra y que rechazó- siempre la lejana y problemática esperanza de un Edén después de la muerte; pero no fue solio un lógico; fue también un rebelde, un agitador, un áspero polemista y tomó su don del sarcasmo y de la invectiva de donde Heine lo había tomado".

Bernard Lazare subestima todavía las cualidades de organización de Marx, que fue mucho más que un agitador y supo poner en pie todo un aparato revolucionario.

Marx nació en Tréveris, en 1818. A los treinta años, después de la eliminación de Ruge, Marx llega a ser el jefe del socialismo alemán; anima a un equipo donde se encuentran Friedrich Engels, nieto de un rabino de B armen, y Ferdinand Lassal, nieto de un rabino de Breslau. Engels fue el compañero de ruta que siguió a Marx hasta el fin de su vida; Lassal fue el jefe del comunismo en Alemania.

Después de la conquista de los comités revolucionarios alemanes, Marx fundó comités en los otros países. En Francia, fueron Friburg, Leon Frankel y Haltmayer en cabeza. Hubo también comités en Austria, Dinamarca, Rumania y Estados Unidos.

Las primeras reuniones comunistas en Francia se hicieron frecuentemente en las logias masónicas, en particular en la "Loge des Saisons", que era el centro de acción de Blanqui durante la monarquía de julio. El gobierno prusiano exigió de Francia su expulsión, y Marx, con Engels, fijó su residencia en Londres, donde, sin propaganda exterior, organizó pacientemente las redes del comunismo internacional.

En 1848 estaba en París, en las jornadas de julio, y trató de canalizar el motín hacia el comunismo. Fue detenido. Enrique Heine le liberó del consejo de guerra. Fue internado en Morbihan, de dónde se escapó y volvió a Londres.

Desde allí tenía correspondencia con los miembros extranjeros, agrupados en secciones o "comunas", por emisarios secretos.

Pero, guardando al mismo tiempo el carácter secreto de la organización suprema, Marx pensó agrupar las masas en una vasta asociación esparcida por todos los países. En 1864, fue fundada en Londres la "primera internacional". En 1869, el número de los adheridos franceses a la Primera Internacional se elevaba a 430.000.

En 1867, Marx hizo aparecer el primer libro de su obra El Capital, en el que se pretende revelar la ley económica del movimiento de la sociedad moderna.

El año 1871 vio la gran sublevación obrera de la Comuna de París. Marx la saludó como "el primer gobierno de la clase obrera". La Comuna constituyó el modelo de todas las revoluciones socialistas.

Después del fracaso de la Comuna, la Primera Internacional prácticamente terminó en 1872 y Karl Marx se retiró algún tiempo a los Estados Unidos. El centro de la actividad revolucionaria se trasladó a Alemania y a Rusia.

Marx murió en Londres, en 1883, sin haber tenido tiempo de terminar El Capital. Tal fue, en muy grandes rasgos, la vida de Marx.

Insistimos sobre ciertos caracteres de la muy notable actividad de este hombre.

1.—Marx ha tenido un sentido marcado de la acción revolucionaria. Cuando, en 1856, expresa la esperanza de unir al movimiento obrero en Prusia una jacquerie alemana capaz de crear condiciones revolucionarias[4], precisa ya, sesenta años antes, los caracteres de la revolución rusa, la cual supo, en: efecto, combinar jacquerie y movimiento obrero.

2.—Marx ha sabido también hacerse con apoyos sólidos de hombres políticos en el poder y en los medios financieros.

Con la ayuda de Napoleón III, y a costa del Imperio y de los grandes industriales franceses, una delegación de marxistas fue enviada de Francia a Londres, a la exposición industrial de 1862. Esta delegación pudo contribuir a la .puesta en pie de la Primera Internacional, que había de salir a la luz dos años más tarde.

Notemos, que dos años después de su creación, la Primera Internacional disponía ya de un presupuesto considerable; y en las cuentas dadas en el congreso de Lausana, de 1867, se señala, por ejemplo, que durante una huelga metalúrgica en los Estados Unidos se cobraron en la época 300.000 dólares.

¿Cómo se explica este apoyo discreto de la finanza y del capitalismo liberal al marxismo naciente? Es un problema que no vamos a tratar aquí. Señalamos solamente sobre él ciertas páginas dignas de mención de Bernard Lazare, en su libro El Antisemitismo; en particular, las que comparan el "combate por el dinero" y el "combate contra el dinero". B. Lazare hace el paralelo entre Rothschild, por una parte, y Marx y Lassal, por otra. A los que se preguntan en qué medida ciertas potencias del dinero han respaldado la revolución en Europa, en el siglo pasado, no podemos más que aconsejarles la lectura de los capítulos 12, 13 y 14 del Antisemitismo.

LA FASE LENINISTA

Habiendo muerto Marx en 1883, Lenin no aparecerá en escena hasta 1895. En este intervalo fue Plekhanov el primero que introdujo, en escala bastante grande, las ideas marxistas en Rusia. Había fundado en Ginebra, en 1883, el primer grupo marxista ruso, el grupo "Liberación del Trabajo". En parte, gracias a su acción, había, en 1895, una veintena de células marxistas en San Petersburgo y otras se fundaban en las grandes ciudades.

Para hacer penetrar el marxismo en Rusia, Plekhanov tuvo que luchar contra los populistas. Los populistas eran, revolucionarios románticos, enamorados de la acción individual, amateurs de atentados aislados y no tenían ninguna afición a la organización de las masas.

Plekhanov fue pronto relevado por Lenin, nacido en Simbirsk en 1870, y que comenzó a desempeñar un papel de primer plano' en San Petersburgo, en 1895. Lenin mantuvo la línea marxista abatiendo diversos movimientos o tendencias revolucionarias menos coherentes y menos radicales que los marxistas: los populistas, ya nombrados, los marxistas legales (especie de apropiación del marxismo por la "burguesía") y los economistas (gente que quería la reforma por la reforma).

Insistió sobre la necesidad de llevar la lucha sobre el plan político y de tomar el poder.

El Partido, del cual puso las bases en Rusia, fue el instrumento de esta toma del poder político,. El primer congreso del Partido se tuvo en 1898; el segundo, en Londres, en 1903. Los partidarios de Lenin fueron llamados "bolcheviques", es decir, mayoritarios en el congreso. Sus adversarios, "mencheviques", es decir, minoritarios.

La dictadura del proletariado fue decidida contra el consejo de los mencheviques "oportunistas"; el programa y los estatutos del Partido fueron zanjados también en este congreso.

Para tomar el poder, Lenin contaba con la guerra extranjera y la derrota. En 1904, Japón atacaba a la flota rusa en Port-Arthur, y en 1905, Rusia era derrotada en Tsou-Shima y en Mukdem. La revolución estalló, se extendió en el campo y después en el Ejército y en la Armada (acorazado "Potemkim"). Después de haber firmado la paz con el Japón, el Zar restableció la situación, gracias, en parte, a las divisiones entre bolcheviques y mencheviques, los primeros tratando de derribar al zarismo, los segundos no comprendiendo la necesidad de encarnar la teoría en un poder político.

Los bolcheviques sacaron lecciones de este revés y aprovecharon los años de reacción siguientes para completar la educación del partido revolucionario. Lenin continuó la lucha contra los oportunistas; fue en este momento cuando comenzó a manifestarse ' la oposición entre Lenin y Stalin, por una parte; por la otra, Trotsky, Kamenev y Zinoniev, que pretendían ocupar una posición centrista entre bolcheviques y mencheviques.

En la conferencia de Praga, de 1912, los mencheviques fueron expulsados del Partido, que añadió a su título, entre paréntesis, la palabra "bolchevique". Se trataba de no degenerar en un partido de reformas sociales, como los partidos socialdemócratas de Europa occidental después de la muerte de Engels.

En 1914, los bolcheviques, fieles a su plan de la revolución por la derrota, formularon el lema: "Transformación de la guerra imperialista en guerra civil". En 1916, Lenin escribió en Suiza su obra Imperialismo, grado supremo del capitalismo. En ella expresaba una teoría nueva sobre la posibilidad de la victoria del socialismo limitada a un solo país, siendo considerada imposible la victoria simultánea del socialismo en el mundo.

En marzo de 1917, la revolución estalló en Rusia con la toma del poder por el gobierno de Kerensky, gobierno de democracia "burguesa", que fue siendo más y más socialista y revolucionario. Los bolcheviques no parecen haber desempeñado un papel importante en la dirección de esta primera revolución.

Fue entonces cuando los grandes jefes marxistas que estaban en el extranjero, Lenin y Trotsky, pudieron volver a Rusia. Lenin estaba en Suiza; en abril de 1917, Alemania le dejó pasar a Rusia con su pequeño estado mayor: es la historia del "vagón sellado". Trotsky estaba en Nueva York: la Entente le dejó alcanzar Rusia con un pequeño grupo de amigos. Así, gracias al Imperio Alemán, por una parte, y a los aliados, por otra, el tandem Lenin-Trotsky estaba en condición de actuar en San Petersburgo en abril de 1917; fue un ejemplo, entre muchos, de la contribución de los "liberales" al éxito de la revolución marxista.

Desde su llegada, Lenin publicó sus Tesis de Abril, proponiendo reemplazar la república parlamentaria por la república de los soviets; es decir, por una república a base de sindicatos obreros. Reclama la paz y hace reconquistar, contra los mencheviques, la mayoría de los soviets por un trabajo paciente de adoctrinamiento de las masas. En mayo se opone al derrumbamiento del gobierno provisional de Kerensky: la mayoría no estaba conseguida en los soviets y los espíritus no estaban maduros para la toma del poder por los bolcheviques. En octubre, después del fracaso del golpe de fuerza del general Kornilof, fracaso debido a la alianza de Kerensky con los bolcheviques, Lenin estima llegado el momento para la insurrección armada[5]: es la revolución de octubre, exactamente, el 24 de octubre de 1917.

Al mismo tiempo que estos acontecimientos, tuvieron lugar en Portugal las apariciones de Fátima. Cualquiera que sea la opinión que se adopte sobre estas apariciones, ya se las considere como auténticas o se rehúse admitir esta intervención sobrenatural, es necesario comprobar el hecho siguiente: los niños de Fátima han anunciado en varias ocasiones que, si no se escuchan las peticiones de la Virgen, Rusia esparcirá sus errores y muchas naciones desaparecerán. De este modo han dado prueba de una perspicacia política muy superior a la, de los jefes de Estado de la época.

Desde octubre de 1917 a febrero de 1918, el poder de los bolcheviques se extendió al país entero; la guerra impedía a los otros países intervenir seriamente en los asuntos rusos y combatir activamente contra los marxistas en el poder en Rusia.

La actividad de Lenin, después de tomar el poder en octubre de 1917, hasta su enfermedad y muerte, en 1922-1924, es bien conocida.

Recordemos simplemente los principales acontecimientos de esta época:

— Paz con Alemania, en febrero de 1918.

— Lucha contra los ejércitos blancos, poco apoyados por los aliados y que serán destruidos, unos después de otros, de 1918 a 1920.

—  Creación de la Tchéka, el 7 de noviembre de 1917[6].

— Eliminación, en abril de 1918, de los anarquistas y, después, en julio de 1918[7], de los socialistas-revolucionarios, con los que los bolcheviques habían compartido hasta entonces el gobierno.

— Fundación de la III Internacional, en Moscú, en marzo de 1919.

¿Cuáles son, en sus líneas más generales, las concepciones de Lenin en materia de organización de la lucha?

Con respecto a Marx, un gran progreso ha sido logrado, en el sentido de que las etapas que debe franquear la revolución marxista están ahora claramente anunciadas.

Para establecer la dictadura universal del proletariado, Lenin distingue tres etapas:

Primera etapa: establecer sólidamente la dictadura del proletariado en un país; en el caso, Rusia.

Lenin estaba persuadido de que las rivalidades entre países "capitalistas" les cegarían lo suficiente para impedirles comprender el peligro representado para ellos por la instauración de la dictadura del proletariado en un primer país. Los acontecimientos sobre este punto han confirmado su teoría y, desde 1917, las naciones capitalistas han asistido, sin comprenderla profundamente o sin quererla comprender, al desarrollo de la estrategia revolucionaria.

Segunda etapa: la instalación de la dictadura del proletariado en este primer país constituye tifia "base"; base militar sin duda, pero sobre todo base ideológica. Más que una reserva de hombres y de armas para una conquista militar, Rusia debe ser una reserva de ideas, de técnicas revolucionarias y de cuadros bien formadlos para una conquista psicológica.

Lenin concibe la dictadura del proletariado en Rusia como él cerebro director de un inmenso sistema nervioso extendido sobre el mundo entero y trabajando universalmente, según consignas precisas, en la agitación y la propaganda comunista. Desde su toma del poder, en 1917, ha hecho el inventarío de los medios que «el poder político ponía a su disposición. En cada país la representación diplomática le permitía, a favor de la inmunidad diplomática, tener un centro de transmisión de consignas prácticamente invulnerable. Alrededor de este centro resultaba fácil organizar los medios ideológicos, financieros, políticos, la utilización de las élites revolucionarias y de las masas proletarias. En pocos años, la red de la organización revolucionaria mundial se extendió con extraordinaria eficacia sobre el mundo entero.

Tercera etapa: la tercera etapa ha de realizarse en el momento en que la dictadura del proletariado sea extendida a la humanidad entera; es la etapa en curso en el momento actual.

1.—El puesto del bolchevismo en el fenómeno marxista

Es sobre este preciso problema de la previsión de las etapas del progreso de la revolución, donde está la célebre oposición entre Lenin y Stalin, de una parte, y Trotsky, de la otra.

La tesis de Lenin de una Rusia patria de la revolución, no era querida por Trotsky. Su tesis era la de una actividad revolucionaria simultánea en todos los países.

Stalin insistirá en el mismo sentido que Lenin: "Los revolucionarios de todos los países, decía él, miran a la U.R.S.S. con esperanza, como el hogar de la lucha liberadora de los trabajadores del mundo entero, reconociendo en ella su única patria".

Se ha querido ver, en esta oposición entre Lenin y Stalin, de una parte, y Trotsky, de la otra, la oposición entre un cierto chauvinismo ruso y el internacionalismo judío, ya que Trotsky era judío, como la mayoría de los dirigentes de la revolución de octubre.

Hay ciertamente una parte de verdad en esta explicación; y es aquí donde palpamos la necesidad de distinguir entre marxismo y bolchevismo: siendo el marxismo la ideología, el "progreso" dialéctico del pensamiento, y el bolchevismo, el marxismo interpretado y aplicado por la escuela rusa, aun antes de ser el comunismo que choca con la realidad rusa y más o menos se somete a ella. En este sentido, Trotsky sería un marxista poco bolchevique, y Lenin, un marxista bolchevique. Pero, si quiere establecerse una gradación entre ellos, sería necesario decir que él "más marxista" es el que ha obtenido el mejor resultado en su acción revolucionaria.

Parece que, transcurrido el tiempo, puede considerarse la tesis de Lenin como la que, para su época, garantizaba la más grande eficacia revolucionaria; tesis, por consiguiente, la más conforme a la ideología marxista. Si las circunstancias cambiasen, otras tesis podrían prevalecer. Tales son, por ejemplo, las tesis titistas, siendo los titismos las formas de comunismo que rehúsan aceptar la tutela de Moscú. Los titismos pueden multiplicarse perfectamente en el porvenir, sin que a los ojos del marxismo o del comunismo puedan constituir la menor falta; en 1917 no se daba todavía el caso.

2.—Los elementos dialécticos que se pueden explotar

Otra concepción de Lenin: Introducción de un nuevo elemento dialéctico.

Gomo Marx, Lenin considera al capitalismo como una etapa hacia el comunismo, y explicará que los jacobinos no han triunfado en Francia, porque Francia no tenía en la época la base material necesaria al socialismo: es decir, los bancos, los sindicatos patronales, la industria mecánica, las vías férreas[8].

Pero, desde Marx, el capitalismo ha evolucionado; se ha convertido en imperialismo. En boca de Lenin, ello quiere decir que el monopolio ha reemplazado a la libre concurrencia: que la gran, producción se ha puesto a aplastar a la pequeña empresa; que las naciones capitalistas han extendido sus monopolios de explotación sobre las partes del mundo que hasta ahora se les escapaban (colonias).

De aquí la necesidad de introducir un nuevo elemento dialéctico fundamental: la oposición colonizado-colonialista, que viene a reforzar la contradicción clásica burguesía-proletariado.

Lenin pondrá muy pronto en evidencia este nuevo elemento dialéctico: en 1913 hace escribir a Stalin un estudio titulado Marxismo y cuestiones coloniales. En el segundo congreso del Komintern, en 1920, declara que este congreso será el de la unión del proletariado, única clase verdaderamente revolucionaria, con los "esclavos de las colonias".

Lenin muere en 1924, y fueron sobre todo sus sucesores los que habrían de explotar las luchas coloniales.

Inútil subrayar que la explotación de esta nueva contradicción colonizado-colonialista se explica muy bien por la ideología marxista, al par que va contradiciendo ciertas tesis de Marx, según las cuales el capitalismo es una etapa obligatoria en el camino del comunismo.

3.—Eliminación de otras categorías revolucionarias

Otra característica de Lenin en su acción: la lucha implacable, antes y después de la revolución de octubre, contra todas las "desviaciones" revolucionarías.

Recordemos la eliminación de los populistas y de los anarquistas, dicho de otro modo, de la revolución romántica y desorganizada; la eliminación de los economistas, es decir, de los que combatían por reformas y no por la subida al poder; la eliminación de los mencheviques, oportunistas y enemigos de los principios de organización centralizada que dieron nacimiento al Partido. En todos los casos los marxistas consiguieron liquidar a sus adversarios en el momento deseado, después de haber sabido utilizarlos cuando fue necesario. Es el triunfo de una ideología coherente contra las ideas vagas y sentimentales, d triunfo de los que llevan al extremo la lógica de su sistema contra los que intentan zigzaguear; el triunfo de una organización rigurosa contra los que andan "a la buena de Dios".

4.—El Partido

Ello nos conduce a decir dos palabras de la noción de partido,, tal como la desarrolló Lenin. Lenin ha repetido siempre que "no podría haber movimiento revolucionario sin una organización estable de dirigentes que mantuvieran la continuidad en el tiempo". Esta noción no es nueva. Agustín Cochin ha señalado hasta qué punto se había puesto en práctica por la revolución del 89, mucho antes de Marx y sus redes, mucho antes de Lenin y su; partido. A falta de originalidad, Lenin aporta en este dominio más rigor, más espíritu de continuidad que sus predecesores. Habría de luchar hasta el fin de su vida para mantener el principio esencial de la dictadura del Partido. En los años 1918-1920, tuvo que abatir una oposición obrera que se distinguía con la contraseña "los soviets contra él Partido", es decir, prioridad de la organización profesional de masa sobre la pequeña élite del Partido. Lenin sabía bien que sólo la unidad del Partido podía mantener el régimen, y no tenía empeño en terminar como un Kerensky cualquiera.

5.—Los medios financieros

Última observación sobre la actividad de Lenin: también supo conseguir el apoyo de financieros. Ahora conviene hablar de Jacob Schiff, que jugó un importante papel en los preparativos lejanos y en los directos de la revolución de octubre.

J. Schiff había sido dependiente de la casa Rothschild, y después se había instalado en Nueva York, en 1865, casándose con la hija de Loeb. De esta forma llegó a ser director de la banca Kühn, Loeb & Co. Se interesó muy particularmente en los asuntos rusos y, aunque magnate de la finanza internacional, compartía los puntos de vista de Marx. Financió al Japón en su lucha contra Rusia, pagando a los agitadores marxistas en ese país. La banca Kühn y Loeb proseguía su acción de sostener a los revolucionarios en Rusia hasta octubre de 1917. En la fase decisiva pará los bolcheviques, entre julio y octubre de 1917, el apoyo financiero estaba suministrado por la Nye Banken de Estocolmo, banco ligado directamente, de una parte a la banca de Kühn y Loeb de Jacob Schiff, y de la otra a la banca Warburg, con sede en Hamburgo.

LA FASE STALINIANA

A la muerte de Lenin, en 1924, Stalin tuvo dificultad para imponerse, y no lo consiguió más que después de la eliminación de Trotsky, Kamenev y Zinoniev.

De hecho, la monocracia staliniana se ejerció sobre Rusia durante veinticinco años, de 1928 a 1953.

Es inútil rehacer la historia de una época tan próxima a nosotros. Nos contentaremos con algunas observaciones sobre los aspectos más significativos de la política staliniana:

— en el interior: consolidación del estado ruso que sirve de "base al marxismo-leninismo;

— en el exterior: expansión fuera de Rusia de la revolución marxista.

Desde el principio de la revolución, Lenin se había preguntado si la edificación del socialismo en un solo país no estaba condenada al fracaso frente a una unión de fuerzas capitalistas, capaces de oponerse por la guerra clásica a la edificación de la ciudad socialista. Se había, apoyado sobre las contradicciones entre los países capitalistas para realizar su plan.

Stalin, a este respecto, distingue dos cuestiones diferentes: "La de la posibilidad de la edificación del socialismo por las fuerzas de un sólo país, a la que debe responderse afirmativamente ; y la de saber si un país que posea la dictadura del proletariado puede considerarse plenamente garantizado contra la intervención y, por consecuencia, contra la restauración del antiguo orden de cosas, SIN LA VICTORIA DE LA REVOLUCIÓN EN UNA SERIE DE OTROS PAÍSES, a la cual se debe responder negativamente"[9].

También es un complemento necesario de la política económica para la edificación interior del socialismo trabajar en el exterior extendiendo la revolución.

¿Y cómo fue consolidada la base rusa de la revolución marxista?

Los medios puestos en juego son conocidos; se traducen por un retorno a las concepciones que se podría calificar de capitalistas, concepciones a menudo radicalmente opuestas a las tesis económicas de Marx:

en la industria: salario por piezas, adopción del stakhanovismo, que es la forma rusa de la taylorización;

en la agricultura: después del efecto gigantesco de la colectivización, retorno a una propiedad privada parcial;

en la base familiar: lucha contra el divorcio y la unión libre.

Hay una serie de hechos que explican difícilmente los que toman las tesis de Marx como un decálogo, los que hacen, en suma, del marxismo una concepción estática. Stalin ha traicionado a Marx y Lenin, dirán ellos. Pero, ¿no es en esta evolución, la más favorable a la revolución, donde se muestra sobre todo un verdadero marxista?

Sobre la base de la moral familiar, por ejemplo, ¿cuáles son los verdaderos marxistas? ¿Son Marx, Engels, Trotsky adoptando la libre unión y calificando el hogar familiar de institución arcaica, rutinaria, asfixiante? ¿Es Makarenko, que escribía hacia 1930: "El hombre soviético no sabría ignorar las exigencias de la moral social: no ser dichoso más que dentro del amor familiar y no buscar las alegrías de la vida sexual más que dentro del matrimonio"?

Los unos y los otros son excelentes marxistas, pues saben que "la moral se deduce de los intereses de la lucha de clases del proletariado"[10].

Lo mismo sucede con el amor a la patria; será unas veces puesto en ridículo y otras exaltado, según el provecho que la causa revolucionaria pueda obtener de ello en lugares y momentos dados.

Esto nos lleva a situar la acción de Stalin en el exterior, acción ejercida sobre las naciones occidentales y tos países coloniales.

Stalin, como todos los discípulos de Lenin, pensaba la cuestión nacional y colonial en términos dialécticos; para él los diferentes movimientos nacionales debían ser considerados no desde el punto de vista abstracto del derecho de los pueblos a disponer de ellos mismos, sino "de una manera concreta, desde el punto de vista de los intereses del movimiento revolucionario mundial". En suma, tos intereses de la revolución están siempre por encima de los de la nación.

Pues bien, desde la guerra de 1914 se encuentra que el nacionalismo ofrece, en general, para la política marxista en Asia y en el mundo múltiples ventajas:

— destruye los grandes imperios coloniales y, por consecuencia, debilita económica, política y militarmente los países capitalistas;

— lleva a la atomización en pequeños Estados, incapaces, al menos durante un tiempo bastante grande, de bastarse por sí mismos; están, pues, a merced del sistema que ha tomado el lugar de los países colonizadores;

— la efervescencia sentimental, la inestabilidad económica y social, la ausencia de cuadros políticos y administrativos basados en una sólida tradición; en una palabra, los tanteos inevitables que acompañan la "independencia" conservan un clima anárquico y reivindicativo eminentemente propicio al "nucleamiento" interno. La dialéctica encuentra allí su caldo de cultivo por excelencia; el nacionalismo es, entonces, el medio de hacer aceptar por todo el pueblo toda la política comunista.

De aquí se sigue que se apoyarán las reivindicaciones nacionales, incluso las de origen burgués (p. e., en Egipto), cuando estas reivindicaciones se enfrenten con el poder de las naciones imperialistas (o colonizadoras), y que se contrarrestará todo movimiento nacional, incluso de origen proletario (p. e., el nacionalismo de los laboristas ingleses o de los socialistas franceses), cuando consolide las posiciones "imperialistas".

El ejemplo de China es una buena ilustración de este punto de vista.

Un primer ensayo de revolución marxista se frustra en China, en 1927. Dirigido por extranjeros, letones, rusos o franceses, Borodin, Galen y algunos más, este ensayo no había tenido en cuenta suficientemente al nacionalismo chino, al nacionalismo de un jefe como Tchang Kai-Chek, que había pasado por las escuelas de Moscú.

Nuevo ensayo en 1948, enteramente dirigido por chinos, después de quince años de preparación sostenida: esta vez el nacionalismo, convenientemente utilizado, hizo aceptar el marxismo.

En 1939, León Blum hace de Stalin el juicio siguiente:

"Yo excluyo deliberadamente de los designios de Stalin la inmensa ambición revolucionaria que hizo la grandeza del comunismo hace veinte años; los intereses de Stalin son los intereses personales de su dominio y los intereses imperialistas de Rusia concebidos como lo hizo el zarismo".

Cuando, con el paso del tiempo, se hace el balance de los progresos de la revolución marxista durante los veinticinco años de monocracia stalinista, se da uno cuenta de hasta qué punto era injusto el juicio de León Blum: la vida de Stalin es, en suma, el ejemplo tipo de lo que puede hacer un "brazo temporal" puesto al servicio de una ideología.

LA FASE TITISTA

Prosiguiendo nuestra historia rápida del marxismo-leninismo, llegamos a la fase contemporánea, que podemos calificar de "titista"

Notemos simplemente algunos puntos característicos. Gracias a Lenin y a Stalin, la base rusa de la revolución marxista está sólidamente fundada; con el apoyo de esta base, el marxismo ha podido contaminar o invadir numerosos países. Del hecho mismo de la expansión marxista, se puede admitir que Moscú tendrá, en el porvenir, un cierto trabajo en mantener la dirección universal del movimiento. Podrá verse a la República China tomar una actitud mucho más independiente hacia Moscú de la que fueron obligadas a tomar hasta ahora las diversas repúblicas que constituyen la Unión Soviética.

Si ; se conviene en definir al "titismo" como una especie de comunismo independiente, más o menos nacional, podría ocurrir muy bien que el porvenir del comunismo sea una proliferación más o menos concertada, más o menos sincronizada de múltiples titismos.

Titismos diversos, titismos variados, más o menos comunistas y más o menos marxistas.

Titismos "progresistas", pues tal vez sería el mejor nombre que se emplee para engañar las últimas resistencias.

Pestilencia difusa, donde la concepción de un orden cristiano desaparecería más segura, más insidiosamente que bajo la férula bolchevique.

Esto aún no es más que una suposición, pues la gran ilusión sobre los titismos es creer que no son marxistas, o que lo son menos que el bolchevismo. Ilusión de creer que son más blandos, más tratables y más manejables que el bolchevismo, y, sobre todo,, menos irreligiosos. No olvidemos que Yugoslavia bate el record de las persecuciones contra el clero católico, en proporción a su población.

Tratemos de hacer un balance del titismo, poniéndonos en el lugar de quien busca la expansión más grande de la revolución.

En el pasivo ha de notarse cierta falta —quizá más aparente que real— de unidad de mando; notemos también el peligro de ver a los antagonismos raciales y nacionales situarse sobre los intereses de la revolución mayor.

En contrapartida, la fórmula titista nos presenta un activo lleno de recursos.

En primer lugar, la ideología penetra más fácilmente:

Es suficiente que el marxismo rehúse presentarse bajo el uniforme ruso, para que se le reciba con simpatía, como una manifestación de dinamismo político.

Además, se reúnen excelentes condiciones para el éxito de la maniobra clásica del tipo Kerensky-Lenin.

Lenin y sus sucesores han sabido, en efecto, siempre manejar las transiciones. Ahora bien, en materia de etapas y de transición está indicado generalmente hacer preceder al "duro" por el "moderado", al montañés por el girondino. Esta maniobra es más rentable hoy día que en 1917. Las naciones que llamamos occidentales creen en el tema del muro moderado y "neutralista" contra los extremistas duros y francamente inclinados al campo de la revolución; creen todavía en Kerensky. Multipliquemos, pues, los Kerenskys; y este hilo es tanto más fácil de manejar, ya que la férula bolchevique es menos aparente o incluso verdaderamente inexistente.

Consecuencia del desarrollo de los titismos: en numerosos países los ¡partidos comunistas nacionales se ven, bien relegados a la sombra, bien incluso puestos bajo vigilancia, 3ra que el elemento más activo está en otra parte. Este fue el caso del poderoso partido comunista alemán al advenimiento de Hitler; tal es el caso actual de los partidos comunistas de Egipto y del Medio Oriente.

Suprimir al partido comunista local, que puede ser un estorbo si parece muy obediente a Moscú, aunque quizá se le conserve en el papel de vieja guardia; acentuar la marcha hacia un socialismo nacional bien armado, tal es la maniobra que se repite a menudo, tanto en Cuba como en otras partes.

Así se explica que Françoise Sagan haya podido decir a su regreso de Cuba: "¿Fidel Castro, comunista? Ciertamente, no; yo diría más bien que es marxista. "

Excelente distinción, mostrando que la ideología está allí, siempre la misma; su vestidura se ha adaptado al sol de las islas.

El desarrollo del titismo muestra que el marxismo tiene otras fuerzas para oponérsenos, además de la expansión bolchevique en sus aspectos diplomático, militar y económico. No que esta expansión deba ser olvidada, verse subestimada; pero no es la única, ni siquiera la más temible.

Tocamos aquí esta famosa disputa de interpretación que algunos consideran académica, pero que de hecho tiene una gran importancia: ¿es necesario considerar la ideología marxista como un instrumento al servicio de la expansión rusa, del paneslavismo? ¿Es necesario más bien admitir que la ideología marxista utiliza para expandirse la espada temporal rusa, y el paneslavismo, sin olvidar, no obstante, otros canales que escapan a la obediencia de Moscú? Tal es la disputa.

Los contemporáneos de Carlos Martel podían preguntarse si estaban en presencia del panarabismo o de la ideología mahometana; trece siglos después de Mahoma, la cuestión ya no se trata, habiendo desbordado infinitamente al Islam la zona de expansión árabe.

Los contemporáneos de Robespierre y de Napoleón podían interrogarse a sí mismos sobre el sentido de los acontecimientos que vivían. ¿Cuál era el motor principal? ¿El de la expansión francesa? ¿Era más bien la ideología de los principios del 89 utilizando, para su expansión, la vitalidad francesa  Ciento cincuenta años más tarde, los principios del 89 han triunfado en el mundo entero; en cuanto a la expansión francesa, no ha conseguido igualarse a la difusión de esos principios.

Es probable que nuestros nietos tengan ideas más claras que nosotros en lo que respecta al paneslavismo bolchevique y la ideología marxista.

 

II

ALGUNOS ASPECTOS DE LA ORGANIZACIÓN DE LA LUCHA PARA LA EXPANSIÓN MARXISTA, TAL COMO SE PRESENTA HOY

En la segunda parte de esta exposición abandonaremos et hilo de la historia y trataremos de encontrar, en sus caracteres permanentes, la organización de la lucha que acaba de ser descrita en sus líneas más amplias. Debemos distinguir, de una parte, el agente principal de la lucha: el Partido; de otra parte, los medios y métodos que pone en obra este agente.

EL AGENTE DE LA LUCHA: EL PARTIDO

¿De dónde procede la importancia capital del Partido en el desarrollo del marxismo-leninismo? Se explica por la ideología.

Para Marx y su descendencia, lo humano está reducido a la conciencia de las fuerzas que trabajan en la historia y, como tal, encarnado en esta fuerza dominante que es la clase revolucionaria del momento. Prácticamente —ya que esta clase como tal no está en absoluto organizada—, la expansión suprema de lo humano estará en el aparato que la maneja, en un partido que merecerá ser titulado "EL PARTIDO", el que dirige y controla las fuerzas de la revolución, en el que reside el sentido agudo de los conflictos reales o posibles, con lo que es necesario de inteligencia y de hombres para conducir estos combates.

Las concepciones de Lenin

Marx, sin embargo, no había visto quizá tan claramente como Lenin esta consecuencia ineluctable de su ideología. Es verdaderamente Lenin quien será el creador del partido comunista en su forma moderna.

La palabra partido es engañadora. Se siente uno tentado de creer a primera vista que hay un partido comunista igual que un partido socialista o un partido liberal... Cada uno agrupando las personas que participan de una misma opinión política y esforzándose, a través de la elección y por la propaganda, de hacer triunfar un punto de vista y, si es posible, de llegar al poder, al menos durante un cierto tiempo. Ahora bien, el partido comunista no tiene nada de común con esta concepción: no es un club de discusiones, sino una organización del proletariado en lucha.

Obrando por la dictadura del proletariado en Rusia, Lenin no sólo se ha opuesto a Trotsky. También se ha opuesto al poderoso grupo de los mencheviques dirigidos por Martov.

Sobre la concepción del partido comunista es donde ellos se oponen. Martov entiende que deben reunirse en el Partido "los elementos organizados y desorganizados, los elementos que se pueden dirigir con aquellos que no se pueden dirigir, los elementos más desarrollados con los que son incorregiblemente atrasados".

Lenin estimó que ello era una confusión peligrosa y se opuso oon una firmeza absoluta a este punto de vista. Para él hay una diferencia fundamental entre el partido comunista y la clase proletaria: "Es necesario, escribía, guardarse de asimilar la organización de los revolucionarios a la organización de los obreros (...). La organización de los obreros debe ser en primer lugar profesional. La organización de los revolucionarios debe englobar ante todo y principalmente las ¡personas cuya PROFESIÓN ES LA ACCIÓN REVOLUCIONARIA. Ante esta característica común a los miembros de la organización debe borrarse absolutamente toda distinción entre obreros e intelectuales y, con más razón, entre los profesionales"[11].

Los obreros no harán jamás la revolución, de forma espontánea, ellos solos. No la harán jamás ni aun siendo encuadrados en una organización donde los menos "conscientes" y los más "conscientes" estén mezclados. El partido comunista no debe ser una organización de masa, sino una organización de vanguardia, un partido de élite, cuya acción se ejercerá en dos tiempos: alcanzar el poder, conservar al Estado nacido de esta toma del poder.

En suma, Lenin cree en la calidad más que en la cantidad. Sin duda, será necesario organizar la clase obrera, pero ello no es ni lo esencial ni lo más urgente. Lo esencial y lo más urgente es formar hombres "que no se consagren solamente a la "revolución" en sus tardes libres, sino durante toda su vida"[12].

La política de cuadros

Formar hombres que no consagren solamente a la "revolución" sus tardes libres, sino toda su vida, tal es una de las tareas fundamentales a la que se aferró Lenin, y con él, y después de él, todos los grandes dirigentes marxistas. Hacer "especialistas comunistas", decía Stalin.

Se comprende, desde entonces, por qué el comunismo, a pesar de su pretensión de "movimiento de masa" (o más bien, a causa de esta pretensión), es, de todos los organismos políticos actuales, el que tiene el mayor cuidado de la formación de sus cuadros. Como lo explicaba un periodista italiano, la superioridad de los comunistas sobre los otros partidos es debida a la preocupación que tienen "de conseguir una política de cuadros para llegar a encontrar los cuadros de su política".

Subrayamos cuatro aspectos de esta política de cuadros.

1.—Importancia concedida al trabajo personal completado con el trabajo en célula.

He aquí dos textos de Auguste Le Coeur, miembro de los comités directivos del P.C.F., que lo atestiguan:

"Los miembros del Comité Central se empeñan en reforzar sus conocimientos ideológicos, consagrando regularmente el tiempo necesario al estudio de los clásicos del marxismo-leninismo, así como los documentos esenciales del Partido y de la Oficina de Información, y PREPARANDO CUIDADOSAMENTE LAS REUNIONES DE SUS CÍRCULOS DE ESTUDIOS"[13].

" No obtendremos resultados apreciables en la educación de la masa, sino en la medida en que sea generalizada la práctica del trabajo personal; esto necesita un esfuerzo y una toma de conciencia individual... La cuestión se plantea así: decenas de millares de adherentes y de militantes deben estudiar en su casa las obras esenciales del marxismo-leninismo con. la pluma en la mano"[14].

2.—Importancia de las escuelas del Partido. Escuelas nacionales o escuelas internacionales.

La multiplicidad de las escuelas marxistas, su papel, en particular en la formación de los cuadros afroasiáticos, empiezan a ser conocidos. Pero, cosa curiosa, este hecho se considera "normal", y en las altas esferas parece que no ha habido preocupación mayor en oponer escuela a escuela, como se opone división a división.

Precisemos este punto: no se trata de decir aquí que haya demasiado pocas escuelas en el mundo libre para los africanos y los asiáticos; se trata de reconocer que muy a menudo trabajan en el mismo sentido que las de Checoeslovaquia o Alemania Oriental.

3.—Tercer aspecto, menos conocido, de la política de cuadros: la utilización de los Ejercicios Espirituales par a la formación más profunda de ciertos militantes.

Según el testimonio de misioneros repatriados de China, los retiros cerrados, según el método de San Ignacio de Loyola, adaptado a un sentido marxista, son sistemáticamente utilizados en China desde 1934; el mismo empleo de los "Ejercicios Espirituales" así adaptados se ha señalado en Yugoslavia[15] y en Argentina.

Aquí vemos un homenaje involuntario a la eficacia de los medios de formación de la Iglesia católica.

4.—Cuarto aspecto de la política de cuadros: la recuperación de cuadros de valía en los movimientos liberales y los movimientos progresistas.

Uno de los ejemplos más conocidos es el del comunista francés Florimond Bonte, que explicaba así su caso en 1927:

"En cuanto a vosotros, demócratas cristianos, no os combatimos; nos sois demasiado útiles; si queréis saber qué os corresponde hacer, miradme. Yo salgo de entre vosotros. Antes de la guerra era uno de los vuestros. Después he ido hasta la conclusión lógica de los principios que me habéis enseñado. Gracias a vosotros, el comunismo penetra donde vosotros no dejaríais entrar a sus hombres: en vuestras escuelas, vuestros patronatos, vuestros círculos de estudio y vuestros sindicatos. Debéis preocuparos mucho; todo lo que hagáis para vosotros, demócratas cristianos, es para la revolución comunista que lo haréis".

"He ido hasta la conclusión lógica de los principios que me habéis enseñado", decía Florimond Bonte; prueba de que el marxismo es de veras el heredero del liberalismo, sabe atraer hacia sí a los liberales más "conscientes"...

No basta formar cuadros; todavía queda utilizarlos con acierto. Veamos cómo el Partido lo procura.

Conviene distinguir aquí los partidos comunistas que operan en el "mundo libre", de los partidos existentes en países sometidos a la dictadura del proletariado. No hablaremos en adelante más que de estos últimos.

Estatuto del Partido en un país marxista

El artículo 126 de la Constitución soviética de 1936 define así es estatuto del partido comunista (bolchevique) de Rusia:

"Los ciudadanos más activos y conscientes de la clase obrera y de las otras capas de trabajadores se unen en el partido comunista bolchevique de la U.R.S.S., vanguardia de los trabajadores en su lucha para la consolidación y el desarrollo del régimen socialista y núcleo dirigente de todas las organizaciones de trabajadores, tanto de las organizaciones sociales como de las organizaciones del Estado".

Apuntemos esta última frase: el Partido es el núcleo dirigente de todas las organizaciones de trabajadores, tanto de las organizaciones sociales como de las organizaciones del Estado; es pues, el Partido, la potencia que dirige al Estado.

El texto del artículo 126 de la Constitución no hace, en suma, más que expresar en lengua oficial la idea de Lenin sobre la omnipotencia del Partido; define el estatuto del Partido no solamente en Rusia, sino en todos los países sometidos a la dictadura del proletariado. "Es el Partido quien dirige al Estado", precisaba Sékou Touré, en septiembre de 1959, en el congreso del Partido Democrático de Guinea.

Papel del Partido

Presentándose así el Partido como un núcleo dirigente de todas las actividades sociales y gubernamentales, veamos cómo ejercerá en la práctica su tarea de animador universal.

Primer papel: papel de la elaboración teórica: siendo por esencia el marxismo antidoctrinal, antimetafísico, descartando toda verdad como tal para no considerar más que fuerzas en transformación perpetua, toda acción concertada sería inconcebible

Segundo papel: papel de enseñanza y formación: lo hemos visto luego en lo que concierne a la formación de los mismos miembros del Partido también para la masa el Partido será organismo de enseñanza.

"El papel de la vanguardia del proletariado, decía Lenin, consiste en educar, iluminar, instruir, llamar a una vida nueva a las capas y las masas más retrasadas de la clase obrera y de los campesinos"[16]. Conferencias, volantes, periódicos nacionales y regionales, reuniones públicas, meetings de masas, círculos de estudios, le permiten desempeñar este papel.

Tercer papel: papel de encuadramiento.

"El Partido no debe solamente marchar delante, sino incluso arrastrar detrás de sí las masas incontables"[17], explicaba Stalin.

"No se pueden organizar centenares de miles de hombres; es necesario, pues, crear una ¡organización que sea como un FERMENTO-AGLUTINANTE que agrupe alrededor de sí estos centenares de miles de hombres en el momento de la revolución."

En esta acción de encuadramiento el Partido utilizará una multitud de organizaciones comunistas o paracomunistas (llamadas "correas de transmisión" en los países capitalistas).

Estos organismos, tales como son los sindicatos, las asociaciones culturales, deportivas, científicas, "Sin Dios", el Movimiento Dará la Paz, etc., son formas variables y a menudo transitorias del esfuerzo comunista, el punto de inserción de su actividad en lo real. Estos medios pueden, pues, nacer, modificarse o desaparecer, según las necesidades de la coyuntura dada. El Partido, él, es el alma de estos movimientos, su reserva de cuadros, el guardián de la ortodoxia.

Por esto, los movimientos paracomunistas admiten a los no marxistas, mientras los miembros del Partido son minuciosamente seleccionados.

ORGANIZACIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA DE LA UNIÓN SOVIÉTICA

Demos ahora algunas precisiones sobre la organización del partido comunista bolchevique, que ha llegado a ser el partido comunista de la Unión Soviética.

Efectivos

El Partido ha pasado de 1.360.000 miembros, en 1928, a 7.200.000 miembros, en 1956; esta última cifra representa alrededor del 6 por 100 de la población adulta. La misma progresión de los efectivos, en el partido comunista chino, que pasó de 1.200.000 miembros, en 1945, a 10 millones, en 1956.

Jerarquía

El Comité Central es el órgano directo del Partido; el Secretariado del Comité Central está encargado de escoger los cuadros; un sistema complicado, llamado "centralismo democrático", permite la elección de los cuadros en los diferentes escalones, asegurándose de que las elecciones así obtenidas están en todo conformes con el voto del Comité Central.

Numéricamente esta jerarquía se presenta así:

"Hay a la cabeza de nuestro Partido, decía Stalin en 1937, de 3 a 4.000 dirigentes: son nuestros oficiales superiores; después vienen 30 a 40.000 que ocupan puestos intermedios: es el cuerpo de nuestros oficiales subalternos. En fin, de 100 a 150.000, además, forman el cuerpo de nuestros suboficiales".

La omnipotencia de los órganos centrales: Comité Central de 133 miembros, Presidium y Secretariado, está garantizada, entre otras cosas, por el secreto de sus deliberaciones.

Disciplina

Es inútil insistir sobre la disciplina del Partido, disciplina llamada "disciplina de hierro" en los textos oficiales, y que está asegurada por el "centralismo democrático" y la jerarquía de la que hemos hablado. Notemos que la Comisión Central tiene la posibilidad de intervenir en todo directamente.

Uno de los medios de mantener la disciplina es la purga periódica; desde 1921 a 1929, en una época en que apenas contaba con 1.000.000 de miembros, el Partido depuró 500.000 de los suyos.

Para concluir nuestro estudio elemental del partido bolchevique y de los que se le parecen, recordemos que él Partido constituye el poder que dirige al Estado; encarna la unidad de principios, de la voluntad y de la acción revolucionaria del proletariado.

Es de esta acción revolucionaria de la que se trata de estudiar, ahora, los métodos.

INSTRUMENTOS Y MÉTODOS

Para operar la "marxización", el Partido sabrá dosificar sabiamente la fuerza y la persuasión. Con este fin utilizará:

— medios de presión exterior: los que el Gobierno pone en obra a su petición;

— medios ideológicos: que transforman desde el interior él medio que se quiere marxisar.

Importancia relativa de estas dos categorías de medios. Reparto de tareas y articulación entre el Partido y el Gobierno

1.—Los medios de presión exterior —se trata, por ejemplo, del cuadro legislativo, del aparato policíaco— están normalmente al servicio de la ideología. Los marxistas, en efecto, desean casi siempre convencer antes que vencer; si ponen la fuerza material al servicio de la fuerza de las ideas, es porque tienen un sentido agudo del consenso indispensable al pleno éxito de toda empresa política y social de alguna envergadura. Por otra parte, el marxismo, siendo una especie de mesianismo y anexionándose al hombre por completo, no puede contentarse con una adhesión exterior v una sumisión superficial; necesita del espíritu y del corazón de sus súbditos. Hablando de los "intelectuales burgueses", por ejemplo, Lenin explicaba que no se les puede desterrar ni destruir; hace falta vencerlos, transformarlos, asimilarlos, reeducarlos.

2.—En esta doble acción de fuerza y persuasión, las tareas del Partido y del Gobierno son muy diferentes: en un país comunista, el Gobierno no es él agente inmediato y directo de la marxización; no obra más que de una manera indirecta en esta cuestión.

Ejemplo: la colectivización de las tierras en la Alemania Oriental no ha comenzado más que después de haber sido reclamada por los interesados, los mismos granjeros; sobre este punto, el gobierno no hacía más que acceder a la petición del pueblo, que había sido cuidadosamente condicionado desde 1945 a 1952. A cada uno, su especialidad. La del gobierno es gobernar, es decir, asegurar un cierto orden en el país, orientándolo hacia formas marxistas, pero sin forzar su aplicación por ellas mismas. La acción ideológica en el seno de los grupos sociales incumbe más directamente al Partido.

3.—Esto nos conduce a precisar la articulación entre el Partido y el Estado.

La acción del Partido sobre el Estado se ejerce en tres niveles diferentes: elaboración, ejecución, control.

El Partido juega un papel determinante en la elaboración de la política del Estado. Recordamos, por ejemplo, que las directivas relativas a los planes quinquenales son, en general, adoptadas por el congreso del Partido antes de ser transformadas en leyes o decretos administrativos.

El Partido juega un papel indirecto, pero decisivo, en la ejecución de la política del Estado, por el hecho de que todas las personalidades gubernamentales que tienen un puesto de dirección son miembros del Partido.

En fin, de arriba abajo el Partido controla la marcha de la administración. Un órgano del Comité Central, la comisión central de verificación, supervisa en particular la manera en que los organismos del Estado responden a las quejas de sus administrados.

Tal repartición de tareas entre el Partido y el Estado da al Partido una gran libertad de acción para desarrollar su tarea principal, que es ideológica.

Las formas de acción exterior. El aparato policíaco

Entre las formas exteriores de acción que pone en marcha el gobierno comunista al servicio del Partido, ya hemos señalado el aparato policíaco y la organización científica del terror. La idea de utilizar metódicamente los procedimientos del terror al servicio de la revolución no es nueva. Un poco antes de 1793, cuando Adrien Duport declaraba a la logia de los Amigos reunidos: "No es sino por los medios del terror como se llega a colocarse a la cabeza de una revolución y a gobernarla", no hacía más que expresar un principio a menudo utilizado después. Los marxistas-leninistas no harán nada nuevo; serán, simplemente más sistemáticos, mejor organizados. Absolutamente hostiles a las concepciones de los anarquistas: el terror por el terror, introducirán métodos, reglas, disciplina en un dominio donde no se tenía el hábito de ver hasta entonces más que locura sanguinaria y desencadenamiento de pasiones.

En suma, en el sentido marxista, moralizarán el terror, sometiéndolo a los imperativos de la mayor revolución.

Fue el 7 de noviembre de 1917, o sea, quince días después del desencadenamiento de la revolución de octubre, cuando Lenin firmó el decreto creando la Comisión Extraordinaria o Checa.

Bajo la dirección de hombres como Djerdkinsky y Bela Kun, la Checa liquidó centenares de millones de víctimas y fue disuelta en 1923; había merecido esta citación oficial: "La Checa no ha juzgado al enemigo, lo ha anonado. No ha perdonado a nadie; ha reducido a polvo a cualquiera que estuviese al otro lado de la barricada".

La Checa disuelta fue reemplazada por la G.P.U., a su vez reemplazada por la N.K.V.D.: bajo nombres diferentes, se trataba siempre de policía política.

La actividad de estos organismos es conocida; la cifra anual de muertos se eleva a menudo a varios centenares de millares, contándose los prisioneros por millones.

Los jefes sucesivos de ¡la policía política han sido casi siempre liquidados por su sucesor: Beria mató a Ejov, quien mató a Jagoda, quien mató a Menjinski.

En presencia de una represión policíaca de una envergadura tal, se puede decir que el movimiento de la historia invocado por los marxistas es una siniestra broma.

Medios ideológicos

La importancia del aparato policiaco no debe ilusionarnos: la acción policíaca no está de ordinario más que en segundo lugar, en apoyo de los medios ideológicos que son siempre los principales. Siempre es el mismo principio: convencer más bien que vencer.

No hablaremos aquí, por falta de tiempo, de las diferentes formas de acción ideológica que pone por obra el Partido; habría sido necesario abordar los problemas de la guerra revolucionaria, problemas que han sido objeto de numerosos estudios en las revistas militares, problemas sobre los cuales muchos de entre vosotros estáis infinitamente más enterados que yo.

Señalemos simplemente que uno de los mejores análisis de esta acción ideológica, en lo que ella tiene de esencial, se encuentra en el libro del P. Dufay, La estrella contra la Cruz. La segunda parte de este libro, titulada "La táctica de persecución", muestra con una gran claridad cómo actúa la dialéctica del Partido para conquistar un medio social dado.

 

CONCLUSIÓN

Al término de esta exposición, podemos preguntarnos qué ideas generales debemos retener.

A) Los marxistas hablan mucho del movimiento de la historia.

Basta recordar los acontecimientos evocados para estar persuadidos de que no hay en la historia movimientos fatales e ineludibles; hay hombres que mueven la historia.

B) Esta consideración de hombres que mueven la historia en el sentido marxista, presenta a la vez un lado reconfortante y otro desalentador.

El aspecto desalentador es el siguiente: es la potencia de estos hombres, la potencia y la eficacia diabólica de su organización.

El aspecto consolador no es menos claro: ¿Qué podemos nosotros contra el movimiento de la historia, si éste existe? Nada; pero si no existe, si se trata de hombres, de concepciones humanas, de organizaciones humanas, todo tornase posible.

Lo que no es posible es conseguir vencer con un sable de madera a un adversario bien armado. Cuando gentes bien intencionadas vienen a proponer los cuadros absurdos[18] del "Rearme Moral" como único medio para enfrentarse al marxismo, puede decirse que aquí tenemos un excelente sable de madera.

Lo que no es posible en una guerra total, es vencer no combatiendo más que en un sector estrechamente especializado. Cuando le explican a uno, como ha hecho Edgar Faure a los jóvenes patronos, "que la clave de la lucha contra el comunismo es "la inversión de fondos", no puede uno más que responder: "La inversión es una cosa muy importante, pero no es la clave de la lucha contra el comunismo"; los portadores franceses de fondos rusos lo saben.

Lo que no es posible es vencer invirtiendo la importancia de los factores. La ideología manda siempre; está en el orden de las cosas que la "espada temporal" sea sometida a la "espada espiritual"; dicho de otro modo, que está en el orden de las cosas que una fuerza espiritual, cualquiera que sea, reine sobre el Estado y la organización de los hombres. La realidad es siempre conforme a este orden de cosas; los marxistas lo reconocen. Sería ^deseable que fuera así entre nosotros.

Debería, en cambio, ser posible explotar las debilidades del dispositivo marxista que está lejos de ser un monolito sin fallos. Partiendo del principio de que toda organización debe poder ser desorganizada, debería sacarse partido de las contradicciones internas y externas de la organización marxista, de sacarlo con prudencia, pues siempre es delicado manejar la dialéctica para la buena causa.

Tal sería el interés de un estudio profundo de la organización marxista. Podríamos aplicar al marxismo lo que Barruel dijo del jacobinismo: "Es para triunfar de ella a cualquier precio y no para desesperarse, para lo que hay que estudiar las gestas de la secta".

París, 23 de septiembre de 1960.

 

BIBLIOGRAFÍA

Este estudio debe mucho a las obras siguientes (pasajes enteros han sido tomados de las tres primeras de ellas):

1. Obras no marxistas.

L'Etoile contre la Croix, P. Dufay. (Ed. Castermann). (Trad. castellana, Barcelona).

Le Marxisme-Léninisme. (Ed. "Verbe", 3 rue Copernic, Paris). (Trad, castellana, "Verbo", Córdoba, 679; esc., 710; Buenos Aires).

Le Communisme face à Dieu, Marcel Clément. (Ed. Nouvelles Editions Latines).

L'énigme communiste, L. de Poncins. (Ed. Beauchesne).

Le Bolchevisme, Waldemar Gurian. (Ed. Beauchesne). (Trad. castellana, Edit Rialp; Preciados, 44; Madrid).

L'Antisémitisme, Bernard Lazare. (Ed. Jean Crès).

2. Obras marxistas.

Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la U.R.S.S.

Marx et le Marxisme. Éditions sociales, Paris.

 

 

[1] Lenin, Obras completas, t. XXIV, 1ª parte, págs. 26-37.

[2] Páginas 395-396. Edición en lenguas extranjeras. Moscú, 1949.

[3] El Antisemitismo. Edición definitiva. Editor Jean Crès. París, 1934, t. 2º, págs. 205-206.

[4] Artículo de Lenin, "A propósito de nuestra Revolución", de enero de 1923 (obras rusas de Lenin, t. XXVII); citado por Gurian, pág. 271 de su obra El Bolchevismo.

[5] Un primer ensayo de sublevación bolchevique había tenido lugar en julio y había abortado. Lenin tuvo entonces que refugiarse algún tiempo en Finlandia.

[6] TCHERESVITCHAINAIA KOMTSSIA (Comisión Extraordinaria).

[7] Esta fecha de julio de 1918 marca la toma de poder definitiva por los bolcheviques; la organización policíaca, sostén del régimen, tuvo desde entonces él campo completamente libre para actuar.

[8] Cita que figura en el folleto Lenin y Francia. Librería de L’Humanité, París, 1925 (citada por L. de Poncins, L'énigme communiste, página 235).

[9] Stalin: Cuestión de Leningrado, pág. 57.

[10] Cf. esta otra fórmula de Lenin: "El criterio de la verdad es la práctica social".

[11] Lenin: Obras completas, t. IV, págs. Sil y 512.

[12] Lenin: Obras completas, t. IV, pág. 58.

[13] Informe presentado al Comité Central a la llegada a París del profesor Davidenkov.

[14] Sesión del Comité Central del Partido Comunista, en Ivry, el 7 y 8 de septiembre de 1951.

[15] En la escuela de Piyadé.

[16] Lenin: Obras completas, t. TV, pág. 236.

[17] Stalin: Cuestión Nacional y Colonial, pág. 238.

[18] Hay por lo menos tres de sobra, hacía notar Gustave Thíbon.