Volver
  • Índice

Patria, Nación, Estado (VI)

Patria -Nación -Estado
(conclusi6n)
por
)EAN ÜUSSET
Fundaci\363n Speiro

PATRIA-NACION-ESTADO
( e onclusión.)
VIII
ERROR DE UNA CONCEPCION MATERIALISTA
DE LA PATRIA O DE LA NACION
"Según el materialismo, uno de los grandes Prin­
cipios consiste en carecer de patria, y a la pérdida
de la patria temporal añade la de la patria espirita[.
Para él, en efecto, el hombre sólo es un poco de m.a­
teria. Ahora bien, la materia puede ser desplazada a
voluntad o cambiada por otra."
Pío XJI, Carta al Catholikentag, de 16 de agosto
de 1950.
La nación identificada con una comunidad económica.
No menos peligrosa que la idealización excesiva de la patr:\a
es la voluntad de atenerse a las meras posibilidades económicas que
puede ofrecer la comunidad nacional. Este es
el error, cada vez
n ás extendido,
de una concepción socialista (laborista) del orden
humano
y del destino nacional.
Se comprende, ciertamente, cómo en el curso de los últimos
ciento cincuenta años los acontecimientos han podido favorecer los
progresos de esta idea, que tiende a identificar la nación con una
simple comunidad de trabajo, que al mismo tiempo y sólo bajo
este aspecto sería una "comunidad de destino".
La idea no es infundada: responde a una necesidad elemen­
tal.
Pero es demasiado fácil y notoriamente abusivo pasar de esta
simple idea de comunidad de trabajo homogéneo a la idea de
comunidad, exclusiva o principalmente económica, centraliza­
cla, unificada, estatizada.
31
Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSET
Influencia de las ideologías liberal, capitalista, sinárquica (1).
Aún sufrimos en esto las consecuencias del desorden creado
en los espíritus, igual que en los hechos, por las dos fases de la
dialéctica revolucionaria: la fase liberal que preparó la segunda,
socialista, sinárquica y tecnocrática.
"El brusco desarrollo del maquinismo y de la gran industria
-dice Eméry~ ha desequilibrado las sociedades creando un nu­
meroso proletariado industrial, sujeto a menudo a condiciones de
vida inhumanas, confinado en horribles suburbios fabriles, defi­
nido sobre todo por una especie de exclusión de la vida normal
y
de la seguridad corriente. Se ha dicho cien veces que el mayor
problema de nuestro tiempo es el de hacer entrar al proletariado
en el orden vivo y justo de una sociedad sana, y que solamente
con esta condición volverían los obreros a encontrar su dignid~d
y el sentido nacional. En los Estados modernos, cuanto más con­
considerable
ha sido la clase obrera en la población, más ha cre­
e.ido su influencia política, tendiendo más y más a confundirse
el problema social con el del porvenir nacional.
"A pesar de todo, nadie podría estar satisfecho de ver a la
nación reducida a una comunidad económica y social, a pesar de
que se la suponga muy bien organizada. Todo el prestigio de
que goza -muy justificado, por otra parte-en nuestra é¡x>ca
rr-íco y dirigido hacia la producción) no da derecho para soste­
ner que abarca a todo el hombre. Hay valores que se cuentan
entre los más elevados que el trabajo desconoce o desprecia.
Quiérase o no, el socialismo moderno se ha desarrollado
en el
ambiente de la
gran industria, quedando como hipnotizado por
ella, y su ideal es un ideal de potencia material y cuantitativa.
Por otra parte, toma como modelo un nuevo tipo humano que
(1) Sinarquía es el gobierno simultáneo de varias personas o varios
grupos. Este término se emplea hoy
para designar una fuerza, oculta o
patente, que sincroniza la actividad de los diferentes totalitarismos, con
el fin de establecer una sociedad condicionada por la técnica, erigida
en absoluto.
32
Fundaci\363n Speiro

PATRIA-NACION-ESTADO
es el obrero de fábrica, cada vez más .estilizado. Incluso cuando
rechaza la idea de
la lucha de clases o del señorío- exclusivo de
una clase, no deja de afirmar el predominio de cierto género de
vida que
sigue siendo el de clase industrial, aunque dignificado.
"Semejante representación ·de
la nación no deja de tener _vi­
gor, pero simplifica y empobrece. Mutila doblemente la nación,
-pues separa el pensamiento de cuanto es anterior a la era in­
dustrial y de ciertas formas de vida que careceu de reudimieuto
páctico mensurable. Hace de la ·sociedad una obra de hierro v
de cemento que abruma al espíritu" (2). '
Socialismo y vértigo de la potencia industrial.
A este mismo respecto es muy instructivo ver hasta qué pun­
to, incluso en el plano de perspectivas propiamente teóricas, el
.socialismo termina en lo contrario de lo que prometía, ya que en
el siglo :xrx, las primeras descripciones socialistas anunciaban la
imagen de un hombre liberado de la ley del trabajo.
Transformado en realista, autoritario, -estatal, el socialismo
contemporáneo se dedica a los grandes trabajos, a los planes de
desarrollo, a la superindustrialización, en
suma, realizando un
estilo de vida, un orden de cosas donde el hombre será sorne-·
tido más que nunca a la dura ley de los imperativos materiales
y de las servidumbres económicas, siendo completamerite des..:.
personalizado. Con razón ha dicho Pío XII que "una sociedad
insensible a los principios intelectuales y morales, que sólo se
guiase
por ventajas comerciales, no merecería ser contada entre
1.i.s sociedades civilizadas, y menos todavía entre las sociedades
cristianas" (3).
Es enorme la desproporción que existe entre la desmesu­
rada industria moderna y el valor real, esencial, de la misma,
s; se juzga según los únicos criterios verdaderos de felicidad,
(2) La nation, pág. 9.
(3) D·iscurso a los concesionarios de bibliotecas de estaciones de
ferrocarril,
de 2 de octubre de 1953.
33.
'
Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSET
sabiduría, justicia y fin último del hombre. La nac10n que cede
sin reservas -nos advierte Pío XII-al vértigo de la potencia
industrial se destruye como sociedad altamente civilizada.
La in­
dustria debe ser fomeutada, sin duda alguna, aunque deben ser
preferidas,
intjuso si rinden 'mejor ·beneficio, las fórmulas que
responden a necesidades o a intereses humanos sabiamente
apreciados. Es ordenando las cosas bajo este ángulo, poniéndo­
las siempre
al servicio de las verdaderas y más altas necesidades.
del hombre, como la nación puede conservar el carácter original
dr su industria, defendiéndola también del mecanismo anónimo.
Los bienes materiales, valores substituibles y apátridas.
Para la mayor parte de los humanos no hay libertad real ní
vida intelectual sin un mínimo de seguridad material.
Error de una concepción materialista de la patria y de la na­
ción. Una sociedad bien organizada no es la que tiende -----en vano,.
por otra parte-a organizarse según un plan rigurosamente ló­
gico, sino la que con flexibilidad, teniendo en cuenta los elemen­
tos naturales, históricos, humanos, espirituales de que está com­
puesta, se esfuerza en disponerlos del
mejor modo posible, evi­
tando o ateuuando desequilibrios funcionales.
Por tanto, el trabajo e;s uno de los cimientos morales, uno
de los p·rincipios constitutivos de la nación, siempre que ésta rehu­
ya la idolatría material del resultado bruto y las competiciones
de intereses, que siempre se resuelven en lucha de clases y riva­
lidades de trusts (4).
Cuando la nación se abandona de ese modo se pierde a sí
misma, porque nada hay tan internacional como las formas ma­
sivas de la vida llamada moderna, uniformadas como las má­
quinas que las producen o las llevan de Europa o Estados Uni­
dos a la India y la China, como son transportadas mercancías.
Si las naciones se sometieran a esa tiranía se perderían en el
anonimato de las estadísticas.
(4) Cf. L. Eméry, op. cit., pág. 24.
34
Fundaci\363n Speiro

PATRIA-NACION-EST ADO
Mata a la nación quien pretende limitarla al mero aspecto
n1aterial.
Por el contrario, cada nación representa un conjunto
de experiencias y esfuerzos cuyo genio se extiende casi a todo
cuanto el pnsamiento puede concebir.
"Sin duda, cada pueblo
tiene sus dones propios y también sus debilidades, pero no po­
dría estar absolutamente cerrado a nada de lo que constituye el
tesoro de los .siglos
y el ideal humano". Imponerle una exclusi­
va especialización material es mutilarlo de la manera más baja.
·
La subversión sinárquica.
Sin embargo, está en boga esa materialización de la idea
de patria y de nación. El peligro más grave que entraña tal ten­
dencia estriba
en que su progreso no depende ya de los esfuerzos
de las tropas subversivas .que se declaraban francamente revo­
lucionarios, hasta el
punto de que su sola reputación servía de
antídoto contra el mal
que pretendían realizar.
El antipatriotismo y el internacionalismo materialista no son
ya tema de propaganda -propio sólo de los revolucionarios man­
chados de sangre. Sus fórmulas no se presentan como slogans
de revolución social, sino que se ofrecen corno la solución sabia,
racional, "científica" de los
grandes problemas del mundo de
hoy y del mundo de mañana.
Los teóricos de esta nueva ola revolucionaria no tienen nada
en común, en cuanto al aspecto se refiere, con el clásico sanscu­
lotte~ dispuesto a las mayores audacias porque nada tienen que
perder Los maestros de esta fase sinárquica de una subversión
universal son gentes bien situadas, consideradas, que ocupan a
n¡enudo los puestos mejores. Por lo demás, son· corteses, bien
'educados y,
cotl1o tales, los medios llamados conservadores los
acogen con admiración.
¿ Quién osaría denunciar a tan honorables ciudadanos como
los agentes (conscientes o no,
es otro problema) de una acción
subversiva como la de Lenin o la de Marx? Incluso más peli­
grosa, porque es más insidiosa.
35
Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSET
~ o se trata, por cierto, de "fastidiar" al noble, de devorar
al cura, de degollar al burgués o de escupir sobre la bandera.
(Además todo esto es
un conjunto de puerilidades que, dicho
sea de_ paso, más bien han disminuido que acelerado una acción
revolucionaria seriamente concebida). No. ¡ Nada de esol Sino
u_1, trabajo decente, tranquilo, de técnico altamente calificado,
con poca afición
al estrépito de la plaza pública y mucha a
planes y estadísticas.
El guía de la colectividad y los "grandes imperativos" de la
economía.
Por lo demás, he aquí estilo y propósito.
''Las únicas fronteras que están a la medida del siglo son
las que separan a los individuos que aceptan las leyes económicas
de la organización, de los que las rechazan. Desde el momento
tn que no se las acepta, no se puede pensar en no admitir las
n,últiples conexiones que ello supone" (5).
"Según este punto de vista se puede sugerir que lo que de­
fine ahora a una nación es menos el carácter de potencia que la
ha definido durante un tiempo, que una forma y una densidad
DE RELACIONES COLECTIVAS DE UN TIPO DADO,
PARTICULARMENTE LAS
QUE RESULTAN DEL RE­
PARTO DE CARGAS Y GASTOS COLECTIVOS, SEGUN
LAS MISMAS LEYES Y REGLAMENTOS FISCALES Y
SOCIALES ...
"Es necesario designar un representante de la colectividad
capaz
de efectuar síntesis permanentes entre los imperativos y
(5) Pensamos que es inútil subrayar todo lo que tal pasaje contiene
de equívoco. Se puede admitir que
haya leyes económicas de la organi­
zación sin que sea necesario, empero, abandonarse a cuanto de inhumano
o escandaloso posean tales leyes.
Un buen cristiano no es un hombre que
crea solamente en la existencia del alma. También cree en el mundo
material y en sus leyes; las acepta y sabe
ver sus múltiples conexiones.
A pesar de todo, no se deja conducir por ellas, pues sabe, como decía
San Pablo, reducir la carne a servidumbre. En suma, la evidencia del
mundo material no hace del cristiano un materialista.
36
Fundaci\363n Speiro

PATRIA-NACION-ESTADO
rreparar el futuro teniendo en cuenta la aceleración de los da­
tos. Y sobre todo, debe demostrar que obedece, como todos los
otros individuos de
la colectividad, a los grandes imperati­
,os ... " (6).
¿Técnica+ organización== cultura?
''Para corresponder a la aceleración es preciso favorecer la
movilidad,
derribar barreras, la previsión general, la ·flexibili­
clad, en una palabra, la capacidad de dominar los acontecimientos.
Desgraciadamente, se choca con la resistencia de las estruc­
turas ... " (7).
<(Ciertamente, los inconvenientes de la civilización técnica exis­
ten. Pero ¿ de dónde viene el mal? ¿ De las organizaciones? ¿ O
de la insuficiencia de organización? Técnica
+ organ1zae1on ==
cultura ( !) ... Es necesario aún que la organización permita do­
minar los efectos de la técnica ... Un exceso de organización es,
pues, indispensable (8)
para que el mundo pueda beneficiarse
(6) ¿ Qué grandes imperativos? ¿ Son mayores que los que determinan
el fin último del hon1bre?
¿ Son los diez mandamientos de Dios, que el
meticuloso
Le Play considera condición eneludible de la verdadera pros­
peridad de los pueblos?
Si estos grandes imperativos sólo son el respeto
del régimen
de los "repartos de cargas y gastos colectivos", la burla
resulta de muy mal gusto.
(7) 'He aquí una excelente 1nuestra de 1narxismo visto a través del
prisma sinárquico.
"Puesto que c:la mayor acción que hay que realizar»,
el «movimiento integral.», son para los marxistas-leninistas fin supremo
y medida de todo,
fácil es comprender que el enemigo será para ellos
todo cuanto arraigue, detenga o
frene el rendimiento de esa práctica y
esa acción propugnadas, que parecen motores cuya velocidad
se trata de
aumentar.
Las fricciones, todo lo que impida girar más vertiginosamente
la máquina, la falta de energía, el peso, la naturaleza,
la forma de
esta o aquella pieza, etc., he
ahí los enemigos... Cuanto pueda frenar,
arraigar, fijar, someter a algÚn bien o alguna verdad, será combatido
y aniquilado...
Para un marxista todo ello constituye una alineación"
(Ousset,
El marxismo, leninismo, 11, 2).
(8)
Pío XII se. empeñaba en poner en guardia contra los peligros
de cierto espejismo
de la organización. En un cuartel donde todo está
organizado, y también en un universo concentracionario,
nada . escapa de
las normas.
Pero ese mundo es un mundO totalitario donde se nutre
a los hombres con cultura, como se nutre con heno a los bueyes, según
decía enérgicamente
Saint-Exupéry en su famosa carta al General X.
37
Fundaci\363n Speiro

!EAN OUSSET
efectivamente de las posibilidades culturales ofrecidas por la téc­
nica ( de la que, es necesario repetir, es creación del hombre (9)
y, por consiguiente, como toda creación, pertenece a la herencia
más preciosa de la humanidad) ... "
"La era que se abre se anuncia como la de la abundancia (10).
La era de la abundancia debería ser también la de los grandes
repartos... Basta con que el hombre sepa organizar sus medios
y planificar sus actividades a la dimensión querida. Entonces
vendrá la época de la caridad
... " (11).
"Los que ignoran el progreso porque no se les ha hecho ver
que vivían en la edad de los cohetes, porque en todos los días de
su vida tienen demasiada hambre o demasiado miedo de creer
que la felicidad es realidad concebible, esos disculpables de afe­
rrarse a lo que les parece que
es el refugio contra la adversidad:
la tradición,
el pasado, el equilibrio estático ; los enfermos y los
débiles evitan moverse
... Los satisfechos y los que en nombre del
presente se constituyen en defensores de la ley o de la civiliza­
ción occidental
son igualmente temibles. De ellos, unos contri­
buyen
a· hacer odiar lo que es realmente el progreso y otros a
rechazarlo" (12).
"Hemos comprobado que los datos de la técnica y la acele­
ración de esta última permiten afirmar que no solamente el grupo
o equipo puede ayudamos a dominar las maldiciones bíblicas,
(9) También el marxismo llega a las mismas conclusiones: "Huma­
nismo del trabajo, se ha dicho. Efectivamente, para el marxismo
el hom­
bre no existe sino en cuanto modifica al mundo por su labor, por su
acción. El hombre nuevo marxista se hace mediante una revolución con­
tinua, permanente.
«Toda la pretendida historia del mundo -escribe
Marx-no es otra cosa que la producción del hombre mediante el tra­
bajo
humano»" JO'usset, op. cit., edic. La Ciudad ·Católica, Buenos Aires.
págs.
126 y sigs.). ·
.
{10) Nada más caduco que este tema de la abundancia. Ya Guizot
exhortaba a sus contemporáneos: "Enriqueceos."
(11) Nuevo· abuso· de lenguaje. Si se trata de la única verdadera
caridad, la que sólo es un rayo del amor divino
y de Cristo, la. era de
la caridad nació un viernes en el Calvario.
(12) Esto es falso, porque nadie rechaza el verdadero progreso. Toda
la engañifa intelectual
y moral consiste en presentar como aitténtico pro­
greso humano el que señalamos hace un momento. que reposa sobre una
concepción mezquina, materialista, de la felicidad humana.
38
Fundaci\363n Speiro

PATRIA-NACION-ESTADO
sino que además procura el medio de resolver, en todo o en parte,
]os problemas que su irrul)Ció1:1 trae consigo ... "
La nación vista por el marxismo burgués,
Se nota el tono tan peculiar. Si nosotros hemos vuelto a
transcribir estas líneas es porque en ellas se expresa el gran
peligro del porvenir, porque exponen un marxismo que tal vez
se desconoce, pero no por ello es menos auténtico.
¡ Cuántos
se dejarán prender en
él y no sabrán ver, b0jo un estilo muy
burgués, un pensamiento más pobre y más peligroso que el de los
autores subversivos señalados como tales!
Según estas perspectivas, ¿ qué queda de la nación? Si ella
no es más que una comunidad "de reparto, de cargas y gastos
según las mismas leyes y reglamentos fiscales y sociales" (13),
,en lo sucesivo es inútil invitar a cualquiera a morir en su de­
íensa.
¿
Morir por el dinero o por el petróleo?
No se deja uno matar por eso, no se deja matar por algo
tan íácil de substituir. Pues es muy íácil comprobar que los re­
glamentos fiscales y sociales de otras naciones pueden tener tanto
valor como los nuestros, y aun más.
Semejante ideal no merece ningún sacrificio.
Error de una concepción materialista de la patria, de la nación.
Y algunos pensarán que es mucho mejor que esto suceda. A éstos
hay que decirles que cuando ya no se tiene ninguna razón seria
para dejarse matar por la salvación o la defensa de algo, tampoco
.s.e tiene ninguna razón para consagrarse a ello.
No hay nada tan internacional como estas formas masivas, nor­
n1as exclusivamente materialistas, tecnicistas de la vida moderna.
(13) .9i se redujera la nación a una fórmula materialista tan drás­
tisca, la Venus de Milo, a su
vez~ sólo sería un trozo de mármol, y los
retablos de
fra Angélico o de ,Memling trozos de madera carcomidos.
recubiertos de pintura que se desconcha poco a poco.
39
Fundaci\363n Speiro

IBAN OUSSET
Como apuntaba Pío XII, eílas suscitan la pérdida de las nacio­
nes. Si estas últimas se someten a su tiranía desaparecerán pronto
en un anonimato de planes y estadísticas.
"Una nación que se redujese a no ser más que una asocia­
ción de intereses, una firma --escribe Gonzague de Reynold-,.
perdería su derecho a existir y ella misma sacrificaría su indepen­
dencia por una especie de suicidio colectivo. Ahí está el peligro
que hacen correr a un país los grupos de intereses y los parti­
dos económicos" (14).
Y eo los conflictos entre pueblos (15), a pesar de
lo que di­
jeren la propaganda y la información estatales, se ventilarían
intereses que, según las exigencias
de la más recta razón, no
merecerán que se les sacrifique una sola vida humana.
Y si, como se ha dicho, el hombre no puede ser sacrificado
al interés del mercader de cañones, claro está que tampoco tiene
que seotirse piadosameote adherido a tal régimen de leyes, re­
g~amentos fiscales, pasaportes, hojas de impuestos o sellos.
{14) Conscience de la Suisse, edic. La Baconniere, Neuch.itel, 1941~
pág. 30. {15) A pesar de la pretensióll. de triun.l:ar de las •·maldiciones bí­
blícas", nadie se atreve a prometer la paz y la fraternidad universales~
perpetúas.
Y en nota se pone esta salvedad:· "Pueden ser necesarias otras
formas de colectividad más vastas que la económica, por ejemplo,
una
comunidad de defensa para que obtenga la mayor eficacia posible" (Di­
n1ensición de la eficacia óptima).
He aquí el ideal propuesto a los solda­
dos del universo 11sinarquizado".
40
Fundaci\363n Speiro

IX
MAQIDA VELISMO O TOTALITARISMO ESTATAL
'1El absolutismo
de Estado -que no debe ser con­
fundido con la monarquía absoluta, de la cual no se
trata aquí-consiste de hecho en el erróneo principio
de que la autoridad del Estado es ilimitada y de que
frente a ésta, incluso cuando da libre curso a sus
intenciones despóticas, sobrepasando los límites del bien
y del mal, no se acltnite apelación alguna a una ley
superior moralmente obligatoria."
Pío x.II, Radiomensaje de Navidad de 1944.
La mayor parte de los· errores que acabamos de describir y
criticar serán inoperantes hasta que inficionen a las
1nás altas
autoridades intelectuales
y morales de la nación. En tanto no sean
compartidos, profesados
y aplicados por el Estado serán meras
especulaciones.
Son, por naturaleza, errores del Estado que no llegan a ser
, erdaderamente dañinos, sino en cuanto desvíen al Estado de su
misión, haciéndole perder el sentido de lo que es y de lo que debe
ser. Son las tentaciones siempre dispuestas a hacer que la máquina
política
se desvíe y se corrompa la suprema potencia de la na­
cion cuando no tiene
una inteligencia suficientemente vivá. para
comprender su misión, su verdadero interés.
Sana concepción del Estado.
Se adivina, en consecuencia,
la importancia que tiene una sana
concepción del Estado.
Según la doctrina católica,
el Estado no es algo abstrato, ni un
ser superior personificado. Es el aparato jurídico, político y gu­
bernativo de la nación.
En cambio, como hemos dicho al principio de esta obra, la
nación es
un hecho social. No es, como tal, un hecho jurídico,
ni
una comunidad política. P'uede haber una vida. nacional sin ex-
41
Fundaci\363n Speiro

IBAN OUSSET
presión estatal. El Estado, por el contrario, constituye esa po­
tencia pública eminentemente jurídica que dota de soberanía, de
;¡utonomía a la Nación.
Lo cual prueba que las nociones de Estado y nación no son
sinónimas.
Cuando la vida nacional se utiliza y explota subordinada ab­
solutamente a los fines del poder del Estado,
se invierte y per­
vierte la
vida nacional, estatizándola y politizándola. Aquí es­
triba el 'primer argumento de la condena del socialismo, es decir,
de una vida social totalmente o abusivamente absorbida por el
Estado.
El
fin específico del poder político no es otro que el de pro­
curar el mayor bien y la mayor armonía posibfes de la nación,
en su propia vida profunda y espontánea. Y nunca en imponer
el Estado a la nación actividades y moldes nacidos fuera de ella,
ULa vida estatal, planificada, artificial, una vida administrativa
y no una vida social.
En este sentido es rigurosamente exacto afirmar que el Es­
tado es para la nación y no la nación para el Estado.
Es éste el sentido en que el autor de la frase "política ante
todo''; Charles Maurras, no había vacilado en sostener: "La
sociedad crea y funda el Estado. El Estado no puede crear a
la sociedad, pero puede destruirla. El Estado está
hecho para
servir a la sociedad, no para
servirse de ell:i" (1 ).
Por desgracia, no se conciben así las cosas frecuentemente
ni se actúa de acuerdo con esa concepción correcta.
La estatola­
tría cree
que la nación ·es sólo una idea confusa de la que se
desembarazará el día en que pueda encontrar otra idea que la
reemplace como medio, como fórmula dinámica.
Así se lee en
el Boletín del Centro de Documentación del Gran Oriente de
Francia: "La idea de nación vive quizá sus últimos mÓmentos.
Dura cerca de dos siglos, lo cual es halagador para una idea,
simultáneamente política, social y filosófica"
(2). El texto es elo­
cuente.
42
(1) Sans la_ muraille des _cypres, pág. 86.
(2)
_Número 13, pág. 18.
Fundaci\363n Speiro

PATRlhNACION-ESTADO
El Derecho y el Estado.
"El Estado sólo es un mecanismo al servicio de este or­
ganismo natural que es la sociedad
--,--escribe La Tour du Pin-.
Los .que ejercen el poder no tienen frente a la sociedad más que
deberes, mientras que sólo ella tiene derechos. Pero estos dere­
chos no dependen del gusto de sus miembros ... ", como lo afir­
man los teóricos del democratismo nacido de la Revolución. Esos
derechos proceden de la misma naturaleza que las leyes natura­
les de la sociedad y están objetivamente determinados por ellas.
"Es a la luz de estas normas de Derecho natural --escribe
Pío XII-como puede valorarse todo derecho positivo, cual­
quiera que fuese el legislador~ en su contenido n1oral y, por con­
siguiente, la legitimidad del mandato y la obligación que implica
cumplirlo. Las leyes humanas que están en contradicción inso­
luble con el Derecho natural adolecen de un vicio original que
no puede subsanarse ni con la opresión, ni con .~1 aparato de la
frerza pública (3).
"Quitada al Derecho ~ha dicho Pío XII-su base, .consti­
tuida por la ley divina natural y positiva y, por lo mismo, in­
mutable, ya no queda sino fundamentarlo sobre la ley del Es­
tado como norma suprema, y he aquí precisamente el principio
<1el Estado absoluto. A su vez, el Estado absoluto intentará in­
defectiblemente someter todas las cosas a su arbitrio y, especial­
mente, procurará que el Derecho mismo sirva a sus propios fi­
nes ...
"El mero hecho de que una ley sea considerada por el poder
legislativo norma obligatoria del Estado, no basta para crear ver­
dadero Derecho. El ''criterio del mero hecho" sólo es Válido para
Dios, autor y regla soberana de todo Derecho. Aplicarlo tam­
b;én
al legislador humano, como si la ley fuera _ la regla del De-
11:cho, es el error del positivismo jurídico, en el selltido técnico de
la palabra. Este error fundamenta el absolútismo del Estado, que
equivale a una deificación del propio Estado ...
(3) Pío XI, encíclica Mit bretinender Sor.Qe.
43
Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSET
"Este Derecho legal, en el sentido que acabamos de exponer,
ha trastornado el orden establecido por el Creador, llamando or­
den al desorden, autoridad a la tiranía, libertad a la esclavitud,
virtud patriótico al .crimen" (4)
Desde este punto de vista, el Estado
ya no es el gran bien­
hechor, en tanto grande
y sabio ordenador de los bienes y las
fuerzas de la patria.
Ni el Estado es para la nación. Son pa­
tria y nación los que se convierten en cosas del Estado. Y casi
padría decirse que en la materia prima ofrecida al ilimitado pe­
der estatal de invención o transformación.
En esto consiste el "maquiavelismo" en su ·más absoluto
sentido.
¿ Qué es el maquiavelismo ?
Con demasiada frecuencia esta palabra es empleada sin moti­
' o, sirviendo para designar toda acci6n poco escrupulosa en la
elección de medios. Incluso es denunciado como maquiavélico
cualquiera que sepa
ordenar sus asuntos con sutileza y que, se-
(4-) Pío XII, Discurso a los mie1nbros de la Sagrada Rota Romana,
de 13 de noviembre de 1949. Cfr. este otro extracto de una alocución
de Pío XII (2:3 octubre 1949). El Pontífice dice también en este mismo discurso: "La ley natural.
He aquí el fundamento sobre el cual reposa la doctrina social de la
Iglesia. Y es precisamente la concepción cristiana del mundo la que
ha
inspirado y sostenido a la Iglesia para que apoye esa doctrina sobre el
citado fundamento. Cuando ella combate
para conquistar o defender su
propia libertad, combate también por la verdadera libertad, por los de­
rechos primordiales del hombre.
Para ella tales derechos son inviolables
y contra los mismos nadie puede legislar a su. sabor aduciendo razones
de Estado ni pretextos de bien común. Esos derechos no pueden ser
trans­
gredidos porque constituyen precisamente lo más precioso del bien co­
mún. Si se respetara este principio,
j cuántas catástrofes hubieran sido
evitadas
-;,y cuántos peligros desaparecerían! Sólo él puede renovar la
fisonomía social y la· política del mundo.
Pero,
¿ quién respetará- incondicionahnente esos derechos del hombre
sino el que sabe que actúa
bajo la mirada de un Dios personal? Mucho
puede la naturaleza humana
saná cuando recibe CUanto le depara lá. fe
cristiana. P.uede incluso salvar al hombre de la coacción, de la tecnocra­
cia
y del materialismo."
44
Fundaci\363n Speiro

PATRIA-N ACION-ESTADO
_gún un plan rico en sorpresas calculadas, asegura su éxito con­
tra la esperanza de los soñadores o los fanfarrones.
Limitada así
la noción de maquiavelismo se la vulgariza en
exceso, puesto que la habilidad, la diplomacia, la prudencia de
la serpiente son a menudo virtudes auténticas, imprescindibles
cuando se quiere ejercer con acierto determinadas funciones.
El maquiavelismo, en sentido estricto, no es esto, no es sólo
esto y es bastante más grave que esto.
Es el sistema en que el "Príncipe" (es decir, el Estado) es
absolutamente dueño de sí mismo, dueño de hacer lo que le
plazca, exento de
las obligaciones implícitas a un justo sentido
del imprescriptible Derecho natural.
El maquiavelismo es el sistema de la famosa "razón de Es­
tado" (es decir, de la sola voluntad del Príncipe) sin sujeción
-a regla moral, sin obligación fundamental de virtud.
Un sistema en el que el "Príncipe", el Estado, son esencial­
mente concebidos al modo de esos artistas, de los que el Rena­
cimiento ofreció
tan numerosos ejemplos.
Así como todo artista, efectivamente, puede moldear a su
gusto, con el mármol puesto a su disposición, una Venus, un J ú­
r,iter tonante o un ánfora ... ; asimismo el "Príncipe", el Estado,
pueden disponer como quieran del material
hwnano que tienen en
st• poder y que se llama sociedad, pattia, pueblo, nación, etc.
De este modo, el "Príncipe", el Estado, son libres de dar forma
y de
ordenar la comunidad humana de que dispone, igual que el
artista es libre de esculpir lo que quiera en el mármol,
e] marfil
o la arcilla que se
ha procurado.
Y así, nación
:y patria no son ya sino un material, más o me­
nos precioso, .ofrecido al ingenio, al talento o
~l genio de este ar­
tista que es el "Príncipe", quien -repetimos otra vez-podrá
Cambiar su destino
y su forma, dividirlo, reducirlo, juntarlo con
otros, etc.
* * *
45
Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSET
En consecuencia, según esta concepc1on, la política está con­
cebida
para la gloria del "Príncipe", del Estado. Y esa gloria se
justifica en cuanto se conquista,
por el éxito de sus proezas, por
su habilidad, por su libertad ...
Tal' doctrina es radicalmente contraria a la de la Iglesia, según
la cual, quien manda debe ser, ante todo, el primero en ser­
vir ( 5). De manera que el "Príncipe" y el Estado no tienen más
poder que ordenado al mayor bien, a la mayor felicidad de la pa­
tria y de la nación.
Según el maqui?-velismo, la política, obra maestra de este ar­
tista que es el Príncipe, llega a ser un fin en sí misma.
Son, por tanto, maquiavelismo las concepciones del orden tem­
poral que descartan o callan las altas finalidades que dirigen la
organización de la "ciudad". Asimismo, las que conciben el arte
de gobernar como pura técnica social ó política, qve valoran sólo
la -habilidad y ensalzan la mejor sincronización de las relaciones
humanas, sin hacer referencia a una verdad o un bien supremo,
y actuando de acuerdo con un neutralismo moral y religioso con­
siderados como absolutos.
Como si el
Estado no debiese ser, ante todo, el defensor de
la moral pública. Moral imposible de concebir rigurosamente, sin
t~na idea precisa del fin del hombre y de su ordenación a Dios.
Es, pues, maquiavelismo toda concepción neutralista
para la
cual la función del Estado es sólo habilidad, simple técnica
de
funcionamiento social o de maestría política, habilidad de artista
que practica su arte sin inquietarse por la verdad, por la belleza,
"i por el bien que debe ser promovido o defendido.
Fin de la polít,ca cristiana: conseguir la felicidad del pueblo.
Según· la doctrina católica, por el contrario, política . es la
ciencia y el arte de hacer felices a los pueblos (6). Este es el único
(5) Cf. San Lucas, XXII, 26, s.
(6) La palabra no está mal empleada. El hombre está hecho para
la felicidad, que no es un goce sórdido, sino que reside en la prosecución
Fundaci\363n Speiro

PATRIA-NACION-ESTADO
fin razonable, en cuya. consecución la habilidad del "Príncipe" pue­
C.e, ciertamente, manifestarse, pero siempre rigurosamente orien­
tada
por las exigencias y la propia naturaleza del fin perseguido.
No debe entenderse, por consigniente, que
es>e arte de hacer
felices a los pueblos vede, en principio, toda concepción política
elaborada con altura de miras
y hasta grandiosa. Solamente pro­
Ube
que la prosecución del designio exclusivamente político se
haga por
el solo deseo, por la sola gloria de tal realización,
sacrificando de hecho a tal espejismo: la paz, la seguridad, la
dicha de la patria
y de la nación.
Para ilustrar la concepción católica aduzcamos como ejem­
plo el de Francia.
Todos sabemos que esta nación es
el resultado de una his­
toria milenaria.
¿ Quiere esto decir que la perspectiva de seme­
jante resultado --suponiendo que los Capetos tuviesen la visión
profética del mismo-hubiera autorizado a sacrificar los debe­
res inmediatos que vinculaban a los sucesivos reyes con su pue­
blo para dedicarse a constituir una Francia concebida a la ma­
nera de una obra maestra de política? No.
Virtudes personales del ''Príncipe", según San Luis.
Una simple ojeada al testamente de San Luis (7) basta para
probar lo que decimos. "Una cosa me impresiona -hacía obser­
var Fuste! de Coulanges comentando dicho documento con la
del fin debido. Nuestro Señor no empleó otro término: "Beati paupe­
res ... beati mites ... " (Mat.
V, 3, sigs.).
(7) Nota de Speiro.-En España, durante los siglos xvr y xvn, apa­
recieron
nmnerosas obras que exponen en forma magnífica los deberes
del "Príncipe"
y los fines del poder político. Indiquemos tan sólo algunas
de esas obras, cuya lectura recomendamos: Política de Dios y gobierno
de Cristo,
de Francisco de Quevedo; Relecc-ión sobre la potestad civil,
en las Relecciones teológicas, de fray Francisco de Vitoria, ·o. P.; Tra­
tado de las leyes y de Dios legislador, de Francisco Suárez, S. I.; Tra­
tado sobre el rey y la institución real, de Juan de Mariana, S. J.; El prín­
cipe cristiano,
de Pedro de Ribadeneira, S. J.; Tratado sobre la justicia
y
-el derecho, de fray Domingo de Soto, ,Q. P.; De legibus, de fray Luis
de León, O. S.
A.; Marco Aurelio o El reloj de príncipes, de fray An­
tonio de Guevara, O. F. M.; etc.
47
Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSET
emperatriz Eugenia-: He aquí a un rey proxuno a morir que
habla a quien le
va a suceder y que en los consejos que le da
110 le habla primeramente de gobierno tú de intereses de la realeza,
ni incluso de los deberes de la realeza ... , sino que le exhorta a
amar de todo corazón a Dios" (8).
No encontramos en él ninguna exposición de alta y grandiosa
visión política, sino el recuerdo de los deberes estrictos que obli­
gan al "Príncipe" a mantener la paz y la felicidad de los súb­
ditos.
"He aquí, según San Luis, toda la moral del hombre de
Estado y, al mismo tiempo, toda su política, porque la política
no es distinta de
la moral ... -Sólo desea una cosa: gobernar bien",
concluye Fustel. Pero, por eso, no es necesario esperar
la reali­
zación gloriosa de una obra maestra de alta política ejecutada,
ante todo, para maravillar a la Historia. Para San Luis, afirma
Fuste], gobernar bien es gobernar justamente.
El monarca, durante una grave enfermedad que tuvo, decía
a su hijo: "Buen hijo, te ruego que te hagas
amar del pueblo
niera de Escocia
y gobernase bien y lealmente el reino, a que +ú
1o gobernaras mal."
"En cada uno de sus actos, como soberano, lo mismo que como
hombre
--continúa Fustel-, San Luis se plantea la cuestión del
bien y del mal. Busca dónde está el deber y se decide no según
e1 interés de una política ambiciosa, sino según la moral. Su po­
lítica es obedecer a su conciencia; su habilidad, ser justo ... En to­
dos sus actos, cuando mantenía con escrúpulo tales instituciones
feudales o libertades municipales, no prentendía aumentar
el po­
establecer la buena doctrina.
"Pero se encontró, sin pensarlo, que con la p['áctica sincera
y desinteresada de esta máxima fortificó la .realeza y aumentó
su poder. En efecto, antes de San Luis la realeza no peseía ni
el poder legislativo ni el poder judicial, salvo con respecto a sus
(8) Fustel de Coulanges, Lefons a l'lmpératrice, edic. Hachette, pá­
gina 166.
48
Fundaci\363n Speiro

PATRIA-NACION-ESTADO.
súbditos directos. Con San Luis, y a partir del mismo, el monar­
ca tiene
el uno y el otro. No sé si' San Luis previó· estos dos
grandes cambios:
la autoridad legislativa y la autoridad judicial
son recuperádas por la realeza. Mas, · éiertamente, es él qllien co­
menz.ó y preparó esá obra .de restanración monárquica ... Ajus­
tando toda
su conducta a la justicia, no calculaba ·que éste era el
mejor .medio de acrecentar el 'poder real. No lo calculaba, pero
no por eso es menos cierto que tal conducta forjó la grandeza
de la monarquía
•..
"San Luis ha demostrado qu~... se gobierna con los prin­
eipios más simples, con el se~tido cÓmún, con 13. rectitud del es­
píritu y cqn _la rectitud del corazón; Por estas cualidades so­
bresalió. Con ellas _ ejerció un -. inmenso áSCeildiente sobre sus
contemporáneos. _Éa sido admir8.Q.o,, 'no. cqn ~sa admiración un
poco trivial que la imaginación del pueblo otorga a los conquis­
tadores y a todos aquellos, que irripre.siop.an vivamente sus ojos
o sus oídos, sino con la adtn~ración _más ~_ra y n1~s profunda que
e1 corazón. de los p~eblos concede, . t~rde o temprano, a las al-
1i:Jas ·elevadas y rectas; _con._esa _admiraci.ón que no es. un senti­
n~iento
superficial, sino que poco a poco ;e i!]filtra' ~n. el alma
. c'e la nación entera quedando en ella ¡¡ara siempre... La realeza
de San Luis
fue el único pqder desinteresado, justo, útil a
los hombres, y también fue el único
plenamente respetado.''
Estas ideas nos llevan muy lejos. del id""1 moderno, según
el cual: "No es el ejercicio de la -virtud, ni la perfección evan­
gélica, lo que conduce al· imperio. El hombre. de acción apenas
se concibe sin una-fuerte dosis de egoísmo, de orgullo, de dureza,
de astucia. Pero todo esto se le disculpa e incluso le otorga ma­
yor relieve
si lo emplea para realizar grandes cosas ... Hasta tal
punto, que algunos personajes que no .hicieron en definitiva-otra
cosa·
que· incitar a las revueltas -y los-excesos~ conservan, sin
embargo, ante la posteridad una· sombría gloria, aunque sus crí­
menes hubieran sido· cometidos en· nombre· de alg.ún alto ideal·."
Ciertamente, por eso ·se ·les llama -tiranos. ··
49
Fundaci\363n Speiro

IBAN OUSSBT
Resultados logrados por estas do• política,.
Por otra parte, es fácil comparar los resultados obtenidos
s'guiendo los dos métodos, el
de San Luis y el que consiste en
el logro de alguna elevada meta política. Los anales de Occidente
son instructivos
al respecto. Se pueden descubrir fácil y claramen­
te las manifestaciones características de ambas tendencias.
Por un lado, el ejemplo de esos soberanos y esas dinastías
que
paco a poco, al modo de San Luis, tuvieron como principal
cuidado, no· esta carrera maquiavélica hacia el gran logro po­
lítico querido directamente como tal, sino la búsqueda paciente y
llena de piedad, prudente y realista también, de la justicia a dis­
pensar, de
la seguridad a asegurar, y del bien común a garan­
tizar, de favorecer
el desarrollo material y espiritual del hombre,
de la defensa debida a las comunidades familiares, profesionales,
culturales, locales, provinciales, nacionales, Confiados por Dios
tanto a su solicitud co1no a su autoridad. Sin que pnr esto se
descarte a priori la construcción de un admirable edificio polí­
tico digno de admiración. Puesto que también muchos altos edi­
ficios fueron construidos. Pero esas construcciones fueron reali­
zadas como por, añadidura. No queridas en cuanto a tales. La
acción política debe estar subordinada siempre al más armónico
desarrollo de la sociedad. Y no
lo es la consideración de la socie­
dad como la bestia de carga,
'1a cabalgadura" del conquistador o
del tirano en busca
de alguna alta reivindicación política querida
en primer término y como tal.
Y si es verdad que la política se juzga por los resultados,
k más destacable que debemos observar es que las obras de so­
beranos escrupulosos, para con sus naciones y sus pueblos, son
las que constituyen los conjuntoS políticos más armoniosos, más­
duraderos, más íntimamente unidos.
En cambio, las realizaciones políticas directas y exclusivamente
realizadas como tales, después de un período de apogeo mu:,
1::rillante tal vez, dilapidaron el porvenir, dejando a sus pueblos
agotados, arruinados, desolados, diezmados.
50
Fundaci\363n Speiro

PATRIA-NACION-ESTADO
Ejemplo para estas naciones, que se tiene Siempre ·cierto es­
crúpulo
en nombrar, que fueron las víctimas, los mártires de un
Príncipe, de un Estado, mucho más preocupado de "realizar co­
sas grandes" que de efectuar esa empresa mayor aún que
hab_ría
consistido en lograr el desarrollo hnmano de sus pueblos, de las
comunidades confiadas a su cuidado.
Políticas que, en el curso de los siglos, y a veces durante
siglos, tuvieron como -obsesión esas
"altas reivindicaciones" po­
líticas, directamente perseguidas co1no tales, que consistieron en
pretender la restauración del Imperio Romano de Occidente o
de Oriente; en restablecer el Imperio de Carlomagno; en res­
taurar la antigua Lotharingia; en restablecer el Imperio de Car­
los V; en extender Europa "del Atlántico a los Urales", todo
viejo quehacer, conducente a destrozar las patrias y naciones de
Occidente;
Venturosa la nación cuyos príncipes tuvieron -por única
am­
bición, sin prisas pero sin pausa, la de cultivar su "predio" de­
fendiéndolo para lograr simplemente la paz, la dicha y prosperidad
de su
pueblo'. Y, como "por añadidura", hicieron una de las más
homogéneas
y más antiguas de las naciones cristianas.
Dígnese el Señor librarla de sucumbir bajo
el poder de al­
gún "Príncipe", exclusivamente preocupado por. "alguna alta rei­
vindicación", sin duda, pero totalmente indiferente a la defensa
d• la integridad de la patria y al más seguro desarrollo de 1a
nación.
* *· *
Hay una manera de trabajar para la Historia que es un cri-·
men: cuando se obra en detrimento de las obligaciones que, se­
gún las enseñanzas
máS eviderites del D"erecho natural, ·vinculan
imperiosamente al
"Príncipe" (al Estado) con la nación, con la
patria, de 'la que tiene la custodia y el gobierno.
Ante todo, tienen el ileber de proteger a los pueblos a ellos
confiados.
Para esto tienen la espada, y ejércitos y policía ·están
a las órdenes del poder soberano.
51
Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSET
No están, pties,. las fueri;as. ~rmadas a las órdenes del "Prín­
cjpe"
para que éste, guiándose por su. fansasía o, sus deseos de
gloria, corone u_na .gran realización política más .. o menos capri­
chosa. Y .es envilecer, _ deshonrar. a ejército,· magistratura, ~erpo
c1.ocente, burocracia,, etc., .presentarlos .como meras criaturas pa­
sivas del "Príncipe", que tiene el solo deber .de aprobar todos los
caprichos de su amo. Todas .esas instituciones,. lo mismo. que
el
Estado y .el ''Príncipe!', sólo· están al -servicio -del bien común. de
la nación.-
La patria, la nación, no pertenecen af "-P,ríncipe", al Estado .
. Ni son aun-material q'Ue se le haya entregado para realizar, a su
antojo, lo
q~e-le ocurr~ a·.su mente en cada instante._
Poco importa la idea que· el Principe se baya podido forjar
de:; su nación.
Lo. esencial es que, al modo del fiel servidor del Evangelio,
sepa .hacer producir los '-'talentos" a él confiados. El "Prínci~",
el Estado, no tienen derecho a disiparlos y menos aún a ab;mdo­
narlos. ItÍcluso aun cuando· a algunos' les produjera· ello evidente
sitisfacción.
La única razóp. de set del ''Príncipe"; del Estado·, es la _de
guardar €1 patrimonio. y,. de ser posible, transmitirlo enriquecido.
Un padre. que vendiese' a' sus hijos COttiO. esclavos en lugar de
defenderlos; escarneceri,f y aniquilarí::, por este mismo hecho el ca­
rácter de su paternidad y la autoridad qtle la misma entraña .. Sin
embargo, semejante crimen es muy corriente en muchos Esta-.;
dos modernos, de los cuales se puede decir que han sacrificado
deliberadamente la patria y traicionado la nación,
de las que son
guardianes,, en provech.Q de una fórwula política, 'cuando no de
una
id,ología revolucior.iaria,. T.al e.~. el. caso, po~ ejemplo, d~),s
llamados "Estadps saté)ites"i inspirados directament~.po,, Mo~cú,
es decir, por unaypotencia ~tranjera. Signo evidenteje qu;, en
esos casos, la
acció11 política . de estos Estados ,.e&tá . dirjgí~a ha,cia
algo muy distinto que el interés nacional .de i~& puebl<;>s 'sojuz~ \' . . ' _., • ,._.!_.' .)
gados.
52
Fundaci\363n Speiro

PATRIA-NACION-ESTADO
Un mundo donde la política devora su objeto.
Hoy es más grave que nuuca el peligro de confundir la patria,
la nación, con el Estado, con un régimen político determinad_o, ya
c¡ue ciertos Estados y los regímenes que en ellos existen son,
corno es visto y sabido, auténticos sepultureros de la patria, .de
la nación.
Como escribe al respecto Gonzague de Reynold : "La idea de
Estado, en la hora actual, representa
el peligro más inmediato
para la idea
de patria" (9). El Estado absorbe la patria. El Es­
tado asfixia la nación y la entrega a un yugo más odioso incluso
que el de uua potencia extranjera. Porque la dominación de una
potencia extranjera puede ser humana, mientras que el yugo al
que hacemos referencia es el de una potencia anónima, ideoló­
gica, desencarnada, despersonalizadora,
el yugo de la Revolución
universal.
He aquí la forma más perversa de maquiavelismo que el pro­
pio Maquiavelo no concibió. Fórmula estatal de separación, de
contraposición tan completas entre el "Príncipe" y la patria, la
nación... que ha bastado una simple fórmula administrativa de
referencia simplemente política (Unión de las Repúblicas Socia­
listas Soviéticas: U. R. S. S.) para sustituir, desde hará pronto
cincuenta años, al nombre de la patria rusa.
Así llegamos a la última crisis, anunciada por Blanc de Saint·
Bonnet, aquella en la que
se deja de hablar de la salvación de
los gobiernos para no ocnparse sino de la suprema salvación de
la sociedad.
¿ Es esa salvación lo que realmente queremos?
¿ Estamos decididos a trabajar generosamente para conseguirla?
¿ No es hora ya de reaccionar?
Un mundo en el que la política devora su objeto. Este obje­
t•J que es el bien de las patrias y de las naciones. Tal es el resul­
tado de dos siglos de desarrollo revolucionario.
(9) Op. cit., pág. 33.
53
Fundaci\363n Speiro