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Santidad de la Iglesia

Santidad de la Iglesia.
"La Iglesia, por t'anto., es santa en cuanto se refi.ere a Dios,
"por medio y en virtud de Cristo, que la concibió y fundó "santa,
"la hizo santa y la va haciendo siemipre con .el in,flujo del Espí-­
"ritu Santo, con los sacram,en.tas y toda la economfu de la gra­
"cia, la hace santa para la custodia y difusión de su palabra,
"para la dist_ribuci.ón de ·sus cari,smas1 para e·l ejercicio de sus
"poderes, para la capacidad de engendrar y formiar almas
"en comrunión con Dios. La Iglesia es santa tom10 institucz'.ón
'1 dim'na, cmn'r[J' mraestra de verdades divinas, comlO' inJStrum'e'nto
v de
poderes dirvinas, com10, so'ciedad com,puesta de md'i!'mibros
"unidos en virtud d.e princip,os dÍIVinos. «En la medida en que
"es de Dios, la Igte,ia es ab~oh!Jtamen,te santa» (cfr. S, Agust.
"contra litteras Petiliani; PL. 43,453; Cangar, Angelicum, 1965,
"3, pág. 279).
n Deberíamos ser capaces de contemiplar este rostro esp.Zen­
"doroso de la Iglesia, su visión idealmente santa y perfecta, a
"Jerwsalén cehtia! anclbda en la tierm ( Apac., 21, 2), esta
"«ciudad edificada sobre la monta'ña» (Mat., 5, 14), esta Santa
"Iglesia de Dios, Humanidad regenerada para formar e/ Cuerpo
"mistico de Cristo. Su herml/J'sura nos lftena de maravilla y de
"amo,r. Sí, de amor porque esta Iglesia e'S el pemamiento de
)!Dios realizado en
la H.umranidad, e[' instrwmmto y e'l térmrino
JJde nuestra salvación. Imposible no amar a la Iglesia, si se la
"contemipla en su santidad. 11 En, este punto hacemos notar un'(J'. -objeción muv acostum­
nbrada: ¿Pero esta Iglesia santa y lu.minosa es ideal o real? ¡es
"un sueño, una utopía). o existe ve-rcladera1nente? ·La Iglesia
"'qu,e nosotros conoicémros y que somos, ¡no está l}e'fl,l(J,. de ~iper­
"fecciones y deformidades? La Iglesia hist6rica y terrena, ¿no
"está compuesta de hmnbres débiles,
falaces y p,ecadores! Más
)'aún, ¿n-o es precisamente la contradicción manifiesta entre la
"santidad, que la Iglesia predica y que debería ser swya, y su
"condición efectiva, lo qwe despierta 'Wonía) an,tipatía y escándalo
"para
la Iglesia? Sí, si los hombres qwe wmonen, la Iglesia
"están hechos de la arcilla.de Adán y pu1l?den ser, y con frecuen­
"cia son, pecadores. La Iglesia e·s sanita en sus estructuras y
"Hay dos temas que cr~emos os podeml(Js sugerir conl.o más
"accesibles
a vuestra consideración. Son. éstos: ¿ C óimo· ve hay el
"mundo a la Iglesia?, y ¿cómo ve la Igiesia hoy al m'Ufflio?
"Aquí, la palabra mwooo precisa una breve ezégeris, por
"entrañar
un significado polwalente. Vosotros, desde /wego', la
"Cooocéis y sabéis evitar el e·quívaco que e·l emp•leo de esta pa­
"labtra puede engendrar El mundo es el cos1n10s, el universo, ta
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))maravillosa) misteriosa c. inmiensa obra de Dios creador; et-mun­
"do es toda la Humanidad, toda la fam.Zia de Adán, q,,e Dios
))amó) con su Vocación_ sobrenatural, ·can: su dramáticn-y heredi­
"ta,ria, desvenrtura y con su no me1J10s dramri'Neq, e inefa_ble re­
')cknC'Dón; to S01n!O's nos~tro._r) y mrundo es él homibre pr'WJado de
"la luz de Dws y plen!Mmmte decidido a negarla, a simodarla, a
"profanr,rla; concepto negativo original. del Emngelio, Un agudo
"pensador
y poeta (Leopardi) lo ol,serw: «Cristo fue el prim~ro
"que dio claramente." al hombre el tér-mri.no mundo, cantor y pre­
"ceptor de todas las 'lfirtudes falsas ... , esclavo de los fUJCrtes,
"tirano de los dé/Ji/e.¡, enem,go de los desgraciados ... , el ,,,..,._
"do.
Para Cristo, el mrum1do.» Para Cristo, el mwnáo así enten­
" ditlo es la antítesis de SU' rein:o) el reino de la negación de la
"fal.redad, de la astwcia, del egolsmo, del odia; ese m,undo que,
"com:o dice el E11angelista, «El mundo no lo conoció Vino a los
"su!)!os y lo~ suyos "'º lo recibieron» (h,., 10, 11); es la expre•
)) sión, con frecuencia poderosa y seductora, de la vida hum'a­
"na que eslá fuera del akance de la bendición cristiana, _aque­
"lla por la qUJC Cristo no oró: «lvo te pido por el m.undo» (jud.,
"17, 9). Indicamos esta pluralidad de sign;ficados para evitar po-
1' sibles confu.ciunes, pero es plenamente evid.ente que, en este caso,
"no consÑieramos \directw;nente' este-s,entido peyorat11Vo de esa
"palabra tan expresiva, el mundo.
Discurso del Papa al patriciado · romano (1.3 de
enero, 1966: texto
italiano· en L'Osserva4ore
Romano, del 14); texto al castellano, Ecclesia,
número 1.276.
'' puede ser pecadora en los mtiem.bros en qu,e se realiza; es santa
"en búsqueda de ·santidad~· es santa y p,en,i.tente a·za .vez, es sa11-
"ta en sí misma; P'ecadora en los homibre.s r¡ue a ella pertene­
"cen. Este hecho de la debilidad moral e" tantas homrbres de la
"Iglesia es ·um terrible y .desconcertante, realidad,: no debemos
"ohndarlo. Pero na altera la otra realidad exi.stente en el desig•
}1nio de Dios y
en parte ya conseguida por los elegidos, la de
"la magnífica santidad de la Iglesia; y en lugar de producir
"escándalo y desdén de'"(Jería producir un amrór ·mayor) ese que
'1tenem:os
can las personas queridas cuando están enfermas; un
"amor que se éxpresa· así: para-que la Iglesia ,sea santa -nosotros 1'deb'emos ser santos, es deoir) verdader<1!m.ente -sus hijos dignos,
"fu-ertes
.Y fieles".
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Alocución del Papa en la · áudiencia general
del 20
de octubre dé 1965 (textó italiano en
L'Osservatore Romat¡,0, del 22 y .texto al cas-:
tellano de Ecclesia, u(lmero 1.274 del· 15-J..:.66).
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