Índice de contenidos
1981
Los católicos y la acción política
- Programas
- Pláticas
-
Ponencias
-
¿Existe una doctrina política católica
-
Los principios del orden político católico
-
Los católicos y el pluralismo político
-
Los dos poderes: Iglesia y Estado
-
Los católicos y la democracia (génesis histórica de la Democracia Cristiana)
-
Catolicismo social y socialismo cristiano
-
Fracasos y esperanzas del catolicismo político español
-
La política como deber: sentido y misión de la caridad política
-
Por la restauración del orden político cristiano
-
Discurso de clausura: El Reinado de Jesucristo en mí
-
- Crónicas
Autores
1981
La tradición católica (Homilía en la XX Reunión de amigos de la Ciudad Católica)
~. TRADICION CATOLLCA
(Homilfu predicada por el P. }OfZ'luín, M,;iría Alonso, C. M; F.,
en fu Misa de la fiestr, del Pilar 4a 1981, en la XX RfllUllión
de amigos de la Cutdad C~
Herman
Celebr""'°s
hoy ltJ festividad de N11es(r,¡ Señ
trona. de E1p~; Esto IJ:t:!f i11J!itA1 -nos llttflU', pienso1 a un-reviflir.,
intens"1nente, por ,mqs min11tr,s J'iq11ier", una de kM trad!t:iones fun
dament,,Jes de nuestra Pttlria: LA RBLlGIOSIDAD MARIANA DIJ. ÉSPARA. . . .
Pero,, ante
todo, ¿qué es lo que encierrti estti noble pdabr" de
«'Jradición»; tan .ab11sivamenté emplead,; por tirir,f ·1 trr,yanosl Y;
¿pr,r qué lti hisloria de EspañtJ se vincula tan esenci,,/mente a nues
tra tradición catói¡c~l
. N r, r,s preocupéis; que no me "º1 · a embat'iCrJI', ahora y aquí, ro
una de esas vuestras largd.I y hermosd.I n'd4legaciones de e:stc,s dím ...
«Traákión» puede ser i!nfenditla en ·. el · ámbitr, nillur,,/ de la
hi,/r,ria profana; y en el marco re/igioso-cdlólico: Y o qmero, re
ferirme úmc(1111ente a este últim
mente y aún diría en su dimensión «e:rtátied>>, como. un de:pósitr,
1agrado de creen-das y c(}stilmbres, qu.e unm generacitme1 reciben
y ·que transmiten incólumes a las sigmentes. l!.n esla linea de. pen
sami't!ntr, se fiiaban ·unas palabras célebres dei «Commonitorium».
de San
.Ylceme de Lerins, en el siglr, V, cuando decía: «A tr,dr,s
los que he preguntaáo ·· sobre la· vía a . seguil' · para tmer ·algo cierto
y seg11rr, part1 discernir ¡,. verdad dé la fe c:atóliM de la fa/sedttd
he:rética, /;e obtenido esta resp#dsta: forkJ/ecer su fe de. ·Jos ma•
néras: primero,, con ¡,. autoridad dé '" Ley ,/ivina} segrmdu, C<>n la
automlad 'de la· trttdición: .'Je .fd Iglesia, c..tólica, .. Perr,, a.' f11 ver;
en · !tr mismd Iglesia C,1tólica; impdrlit m g,an· m;mera',qtte · sosten
gamr,s ./o qlle
ht1 sMo. creído en tedds·-pr,rtes, siempre y por'todon
«quod ubique, ··quod semper; 'quod '. ah ollllilbus éreditum esb>.v,
Tres pdl,abrtlS, ,todrlVÍt1;, ¡;¡;,ba1,; ,,;¡ él ·pensílmiento de este· g,,,,.. ,..,_
ligr,
dtA la tradición: <
, ··, Y·,la kgla mrkál',irrflexible, de,,la iond11cta·.-at,Jlir:,; •queda flittda
Fundaci\363n Speiro
en estas otras memorables ·palabras: «Anunciar algo a los cristianos
católicos fuera de lo que recibieron, nunca estuvo permitido, nunca
lo está, nunca lo estará. Y, anatematizar a aquellos que anuncian
algo fuera de lo normal de lo que una vez fue recibido, siempre
fue necesario, siempre lo -es, siempre lo será».
La trrJdición católicA no tiene -un origen.) ni. m-eramente huma
no, ni paramente histórico. Ni hunde sus raicv,s en vagas leyendas
,Je otros tiempos. Su origen y su fuente son apocrtólicos: «Retened,
decía San Pablo, las tradidones que recibisteis de mi, o de palabra,
o p<>r escrito» (2 Tes. 2, 14). Porque, decítJ en otro lugar, «yo· os
he comunicado, lo que recibía del Señor» (1 Cor. 11, 23). El ca
risma apostólico se funda, pues, definitivtJmente, en Cristo Verbo
del Padre. l4 tradición cató/ka tiene, por tanto, un inicio ~y res
pecto del Antlguu Testamento~, una consumación, en Aquel por
quien nos hab/6 últimam,mte el Padre,, después de haberlo hecho
muchas veces y de tnucha.r maneras, por los profetas (Hbr. 1, 2).
Y de
abi parte, cqmo un gran leglltio de familia en·tregado tJ la
Iglesia, no como un «hallazgo» ( «inventum», dice el Concilio V a
tictJno 1) filosófico, sino como 1171d auloentrega, sobre la que la
Iglesia sólo puede e¡ercer una administración, y ni siquiera un do·
minio despótico.
Pero seria un error notable de 1!Ísi6n valorar esa noble paldbra,
desde ttn ángulo puramente horizontal y estático, de un «d:epósilo»
mostrenco y anquilosado, que hahri" que conservar a ttltranza corru,
sma joy,Helicarlo de ¡,.,,,¡¡;,., Y" el mismo Cristo nos advertía que
eviláramos la hipocresía farisaica de quienes, por conservar las tr•
dldones vie;as, no dudan en transgredir los mandamientos de Dhn
(Me. 7, 7-8). Porque, en la histori" de lo~ dogmas, el gran teólogo
de la tradición, San Irene(], a finalés del siglo-JI, dedd que, <
q11e existieran muchas y diversas lenguas espucidas por toda la tie
"ª' per11 la «/11erztt>> ( «virt11t») de la tradición es siempre ki mis
ma y única. y nos propoma /,¡ incomparable metáford del va.ro
que contiene la tradidón, y a la que el Espíritu mantiene siempre
joven, haciendo rejttvem!cer el Vd.f(J mi.rmo que ki contiene ( Adv.
Raer). San Agustín ttñadiria s11t magnffic(Js tópicos sobre "'f«ella
agua que nace del costado de Critto e, introducida en el corazón
del cristiano, "" saltando; catttarlna y alegré, hasta ki vida eternd.
Más tarde, i:uandlJ en el siglo, pasad(], tod" se vttelve evolución
y vitalismo, el eminente citrdrmal Newmann habría de t>CtualizrH.
e.ste concepto-de tradición católica 1/Íva, como un organismo que se
ren11eva sin perder tu identidad, hablanilo de «evoluéiórt homogl
nett>> del dogma cdlólico. . , ,
· Tradición, pites, no-eralgo-a.rl como ttn' tabú intrxdble que se
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Fundaci\363n Speiro
transmite al ft1tllt'o, Y, en el orden vivo de la doctrina, tientr i~/11c-
1JJ/emente que seg11ir la marcha inexorttlJle de la historia. Sólo q11e
la tradiWón católica p11ede atravesar todas las fl11&t11aciones de lo,
siglos, por'i"e
está animttd,, por el .carisma del. espirit11 de Verdad.
¡Ojalá q11e los Padre¡ del Com:ilio V aticanu 11 hubitlf'an segtlido ".
la letra aq11ellas paldbras solem~s pron,mciaddS por ¡ 11an XXIII,
en el disCllt'so de apertura: «el Concilio q11kre transmitir, p11ra e
íntegra la doetrind, sin dlen11a&iones º' revestimientos¡ la cll/JJ, e,
(o ldrgo de veinte siglos, no o,bstante ldS difiic11ltades y los. contras
tes, ha venido a ser pa1rimonio común de. los hombres ... N11estro
deber no es soldmente eJ custodiar este tesoro -¡:,,:ecioso, como· .ri nos
preoc11páramos únictJmente de su anligüedaa ¡ sino de dedicarnos,
con voluntad alegre y sin temor a est" obra que m1estr" edad exige,
¡,,osigtliendu en el cdmÍno q11e la Iglesia C1111Jple /J«e veinte siglos».
Pero, decídmOs, q11e el Pilar es, para España, todo un simbo/o
de sus tradiciones-y esencias sec11/areJ. No importa que se tr..re
de uno piadora tradición en la q11e confese,mos 'l"' María Santisím"
vino
en carne mortal a Zaragoza... Aquel gran romántico alemán, el
poeta N011alis, decía q11e ¡,. mejor histori" flore,e siempre en la
leyenda.
Y el Pilar sagrado, con «santiago y cierra España,, nos de1111el
ven a las esencidS fundamenta/,es del ser ·nacional, de Bspdña, que es
dlgo muy superior y transcendente " ese mito demdluraliZINlo y ar
bitrario del fementido «nacional-caJolicismo». Españ,,, o es eJo, una
tradi{ión viva cdlólica, o, .en la_ intención divin4, es llfl fracaso im
ponente del Dios de la HistrJria. El Pilar, con s11 Cul11mna inmovi
ble, nos da la firmeza de nuestra fe· secular. El rli> Ebro, el de ¡,.
valiente jota, no, habla del fltlir del tir,mpo _que pasa, aunque nun'ca
en 1111 devaneo heracliteo y orteguiano. Depósito inmovible de 1111es
lra f• y fluir constante de los sucesos de nuestra alormentada his
tariea son las dos coO'fdenadtM que con¡ugQIZ 'lfllestro·· q1111h~er en
nuestra vida. de españoles,
Que la Virgen Maria, desde s11 Col11mna del p;1ar, no! guarde
íne,movible el tesoro de nuestra fe Jaiólit4'. Y que esta fe sea, al.
mismo tiempo,. como nttes,'ros ríos ibéricos,· 11n ir Iorbienda, . ola t.1
ola, todo el-caudal, del tiempo hasta llegar al, mar de Dio,. A!i sea.
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Fundaci\363n Speiro
(Homilfu predicada por el P. }OfZ'luín, M,;iría Alonso, C. M; F.,
en fu Misa de la fiestr, del Pilar 4a 1981, en la XX RfllUllión
de amigos de la Cutdad C~
Herman
hoy ltJ festividad de N11es(r,¡ Señ
intens"1nente, por ,mqs min11tr,s J'iq11ier", una de kM trad!t:iones fun
dament,,Jes de nuestra Pttlria: LA RBLlGIOSIDAD MARIANA DIJ. ÉSPARA. . . .
Pero,, ante
todo, ¿qué es lo que encierrti estti noble pdabr" de
«'Jradición»; tan .ab11sivamenté emplead,; por tirir,f ·1 trr,yanosl Y;
¿pr,r qué lti hisloria de EspañtJ se vincula tan esenci,,/mente a nues
tra tradición catói¡c~l
. N r, r,s preocupéis; que no me "º1 · a embat'iCrJI', ahora y aquí, ro
una de esas vuestras largd.I y hermosd.I n'd4legaciones de e:stc,s dím ...
«Traákión» puede ser i!nfenditla en ·. el · ámbitr, nillur,,/ de la
hi,/r,ria profana; y en el marco re/igioso-cdlólico: Y o qmero, re
ferirme úmc(1111ente a este últim
1agrado de creen-das y c(}stilmbres, qu.e unm generacitme1 reciben
y ·que transmiten incólumes a las sigmentes. l!.n esla linea de. pen
sami't!ntr, se fiiaban ·unas palabras célebres dei «Commonitorium».
de San
.Ylceme de Lerins, en el siglr, V, cuando decía: «A tr,dr,s
los que he preguntaáo ·· sobre la· vía a . seguil' · para tmer ·algo cierto
y seg11rr, part1 discernir ¡,. verdad dé la fe c:atóliM de la fa/sedttd
he:rética, /;e obtenido esta resp#dsta: forkJ/ecer su fe de. ·Jos ma•
néras: primero,, con ¡,. autoridad dé '" Ley ,/ivina} segrmdu, C<>n la
automlad 'de la· trttdición: .'Je .fd Iglesia, c..tólica, .. Perr,, a.' f11 ver;
en · !tr mismd Iglesia C,1tólica; impdrlit m g,an· m;mera',qtte · sosten
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ht1 sMo. creído en tedds·-pr,rtes, siempre y por'todon
«quod ubique, ··quod semper; 'quod '. ah ollllilbus éreditum esb>.v,
Tres pdl,abrtlS, ,todrlVÍt1;, ¡;¡;,ba1,; ,,;¡ él ·pensílmiento de este· g,,,,.. ,..,_
ligr,
dtA la tradición: <
Fundaci\363n Speiro
en estas otras memorables ·palabras: «Anunciar algo a los cristianos
católicos fuera de lo que recibieron, nunca estuvo permitido, nunca
lo está, nunca lo estará. Y, anatematizar a aquellos que anuncian
algo fuera de lo normal de lo que una vez fue recibido, siempre
fue necesario, siempre lo -es, siempre lo será».
La trrJdición católicA no tiene -un origen.) ni. m-eramente huma
no, ni paramente histórico. Ni hunde sus raicv,s en vagas leyendas
,Je otros tiempos. Su origen y su fuente son apocrtólicos: «Retened,
decía San Pablo, las tradidones que recibisteis de mi, o de palabra,
o p<>r escrito» (2 Tes. 2, 14). Porque, decítJ en otro lugar, «yo· os
he comunicado, lo que recibía del Señor» (1 Cor. 11, 23). El ca
risma apostólico se funda, pues, definitivtJmente, en Cristo Verbo
del Padre. l4 tradición cató/ka tiene, por tanto, un inicio ~y res
pecto del Antlguu Testamento~, una consumación, en Aquel por
quien nos hab/6 últimam,mte el Padre,, después de haberlo hecho
muchas veces y de tnucha.r maneras, por los profetas (Hbr. 1, 2).
Y de
abi parte, cqmo un gran leglltio de familia en·tregado tJ la
Iglesia, no como un «hallazgo» ( «inventum», dice el Concilio V a
tictJno 1) filosófico, sino como 1171d auloentrega, sobre la que la
Iglesia sólo puede e¡ercer una administración, y ni siquiera un do·
minio despótico.
Pero seria un error notable de 1!Ísi6n valorar esa noble paldbra,
desde ttn ángulo puramente horizontal y estático, de un «d:epósilo»
mostrenco y anquilosado, que hahri" que conservar a ttltranza corru,
sma joy,Helicarlo de ¡,.,,,¡¡;,., Y" el mismo Cristo nos advertía que
eviláramos la hipocresía farisaica de quienes, por conservar las tr•
dldones vie;as, no dudan en transgredir los mandamientos de Dhn
(Me. 7, 7-8). Porque, en la histori" de lo~ dogmas, el gran teólogo
de la tradición, San Irene(], a finalés del siglo-JI, dedd que, <
"ª' per11 la «/11erztt>> ( «virt11t») de la tradición es siempre ki mis
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que contiene la tradidón, y a la que el Espíritu mantiene siempre
joven, haciendo rejttvem!cer el Vd.f(J mi.rmo que ki contiene ( Adv.
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del cristiano, "" saltando; catttarlna y alegré, hasta ki vida eternd.
Más tarde, i:uandlJ en el siglo, pasad(], tod" se vttelve evolución
y vitalismo, el eminente citrdrmal Newmann habría de t>CtualizrH.
e.ste concepto-de tradición católica 1/Íva, como un organismo que se
ren11eva sin perder tu identidad, hablanilo de «evoluéiórt homogl
nett>> del dogma cdlólico. . , ,
· Tradición, pites, no-eralgo-a.rl como ttn' tabú intrxdble que se
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Fundaci\363n Speiro
transmite al ft1tllt'o, Y, en el orden vivo de la doctrina, tientr i~/11c-
1JJ/emente que seg11ir la marcha inexorttlJle de la historia. Sólo q11e
la tradiWón católica p11ede atravesar todas las fl11&t11aciones de lo,
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está animttd,, por el .carisma del. espirit11 de Verdad.
¡Ojalá q11e los Padre¡ del Com:ilio V aticanu 11 hubitlf'an segtlido ".
la letra aq11ellas paldbras solem~s pron,mciaddS por ¡ 11an XXIII,
en el disCllt'so de apertura: «el Concilio q11kre transmitir, p11ra e
íntegra la doetrind, sin dlen11a&iones º' revestimientos¡ la cll/JJ, e,
(o ldrgo de veinte siglos, no o,bstante ldS difiic11ltades y los. contras
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deber no es soldmente eJ custodiar este tesoro -¡:,,:ecioso, como· .ri nos
preoc11páramos únictJmente de su anligüedaa ¡ sino de dedicarnos,
con voluntad alegre y sin temor a est" obra que m1estr" edad exige,
¡,,osigtliendu en el cdmÍno q11e la Iglesia C1111Jple /J«e veinte siglos».
Pero, decídmOs, q11e el Pilar es, para España, todo un simbo/o
de sus tradiciones-y esencias sec11/areJ. No importa que se tr..re
de uno piadora tradición en la q11e confese,mos 'l"' María Santisím"
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poeta N011alis, decía q11e ¡,. mejor histori" flore,e siempre en la
leyenda.
Y el Pilar sagrado, con «santiago y cierra España,, nos de1111el
ven a las esencidS fundamenta/,es del ser ·nacional, de Bspdña, que es
dlgo muy superior y transcendente " ese mito demdluraliZINlo y ar
bitrario del fementido «nacional-caJolicismo». Españ,,, o es eJo, una
tradi{ión viva cdlólica, o, .en la_ intención divin4, es llfl fracaso im
ponente del Dios de la HistrJria. El Pilar, con s11 Cul11mna inmovi
ble, nos da la firmeza de nuestra fe· secular. El rli> Ebro, el de ¡,.
valiente jota, no, habla del fltlir del tir,mpo _que pasa, aunque nun'ca
en 1111 devaneo heracliteo y orteguiano. Depósito inmovible de 1111es
lra f• y fluir constante de los sucesos de nuestra alormentada his
tariea son las dos coO'fdenadtM que con¡ugQIZ 'lfllestro·· q1111h~er en
nuestra vida. de españoles,
Que la Virgen Maria, desde s11 Col11mna del p;1ar, no! guarde
íne,movible el tesoro de nuestra fe Jaiólit4'. Y que esta fe sea, al.
mismo tiempo,. como nttes,'ros ríos ibéricos,· 11n ir Iorbienda, . ola t.1
ola, todo el-caudal, del tiempo hasta llegar al, mar de Dio,. A!i sea.
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Fundaci\363n Speiro