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La familia ante la biotecnología

LA FAMILIA ANTE LA BIOTECNOLOGIA
POR
JOSÉ MIGUEL SB!UWIO RUiz.CALDBllÓN
Asu¡nir la tarea de. hablar sobre la familia requiere una auda­
cia casi suicida, en cuanto, por. un lado, _nos ~tramos en un
tema sobre el que casi todo
el mundo cree saber al¡¡o o mucho,
y por otro, es archisabido que cuanto más inmediato y simple es
un tema mayor difiatltad p!an,ea el .·abordarlo. De esta forma,
no cabe decir nada original sobre
la .familia, de la que en. sentido
estricto está dicho todo; me
encue11:tro; así, en la situación con­
traria a la de Cervantes cuando inicia el Quijote y afirma: «En
fin, señor y amigo mío -pros,;guí_:_, yo. determino que el señor
don Quijote se quede sepultado
en sus archivos en la Mancha,
hasta que el cielo depare quien
.le adorne de tantas cosas como
le faltan; porque
yo me hallo incapaz de remediarlas, por mi in­
suficiencia y pocas letras, y porque naturalmente soy poltrón
y
perezoso de andarme buscando autores que digan lo que yo me
sé decir sin
ellos» (1). No nace mi situación de no ser poltrón o
perezoso, y respecto a la diferencia de letras
es excusado cualquier
comentario.
En cambio, si me hallo imposibilitado de decir nada
sin ellos. Como, de todas formas, lo dicho
por· ellos es tan.notorio
y está tan inscrito en nuestra tradición permítaseme sólo citarlos
en lo imprescindible, hecho este reconocimiento de
la deuda.
Así mismo, no es la intención de la _comunicaci6n que presento
en estas jornadas plantear un discurso familiarista al uso, centra-
(1) MIGUEL DE CERVANTES, Prologo de «El ingenioso hidalgo Don Qui­
jote de la Mancha», cito por la edición. de Florencio Sevilla Arroyo y An­
tonio Rey Hazas, CEC, Alcalá de Henares, 1993, Tomo I, pág. 21 de las
obras completas.
Verbo, núm. 339-340 (1995), 935-984 ·935
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do en hablar de una familia utópica de película norteamericana
de los 50, y seguir con
la cantinela. de que vuelve la familia por
encima de las ideologías o que la familia, por ser natural,
es
indestructible (2). Por lo que no se sabe muy bien en qué con­
siste el evitar la destrucción de lo indestructible.
Tratar
la familia en nuestros días tiene una dificultad añadi­
da, dificultad que no atañe sólo a esta institución pero que
re­
sulta especialmente llamativa en ella; en efecto, al tratar de la
familia surge inmediatamente la pregunta ¿pero a qué familia
nos
referimos? Si esta pregunta hubiese sido formulada hace algún
tiempo, fuera de los ámbitos intelectuales ilustrados, todo hay
que decirlo, nos hubiesemos preguntado, posiblemente, sobre si
hablamos de
la familia occidental o de alguna de las familias
que salían en
las colecciones de razas humanas que hacíamos
los niños de mi
generación, y que nos llevaba a la creencia de
que en
los años sesenta la población mundial iba vestida de
trajes regionales. Es evidente que la pregunta no mantiene entre
nosotros este ptimer sentido, no surge siquiera de
la sorpresa
que provoca en
la mente pretendidamente ingenua la evidencia
de
la pluralidad· de organización social entre las distintas civiliza­
ciones o épocas históricas;
y, por decirlo de forma coloquial, las
costumbres sexuales de los papúes (3).
(2) Lejos de mi la funesta manfa de criticar el admirable esfuerzo
re¡µ.izado en los divi;r~os congresos de la familia y especialmente en el cele­
brado en Madrid en septiembre del 87. al que tuve el honor de asistir.
Debo señalar, sin embargo, el riesgo que ·presenta la ideología familiapBta
presentada como lugar de encuentro donde se superan las ideologías. Hay
en este sentido una
paradoja llamativa; Iiadie parece darse por afectado por
lo allí dicho, de forma que hasta autoridades de gobiernos cuya política
familia.r es antifamilíar acuden a los _rongresos e incluso los presiden. En
este
sentido si la actividad antifamiliar es política, no cabe duda de que la
la acción profamiliar debe set también política. Especialmente grave, como
hemos comprobado en
el año internacional de la familia, es que no existen
políticas formalmente antifamiliares, basta redefinir la familia hablando de
los nuevos modelos de familia.
Es decir, y por concluir el pensamiento que
ronda estas páginas, quizás sea necesario abandonar los discursos de buenos
sentimientos y
pasar a ser más ccltioos y en definitiva más antipáticos.
(3)
Algo de esta sorpresa, combinada con el prejuicio ideológico biolo-
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.LA FA.MIU.A 4.NTE LA BIOTECNQLOGU
La pregunta tiene otro sentido, fuertemente vinculado con
nuestra sociedad pluralista, de forma que, al hablar de familia
en nuestros días, inmediatamente
nos vemos forzados a referir­
nos a los diversos modelos de familia que se presentan · arite
el observador pretendidamente neutral. Así, el término fami­
lia, como tantos otros, presenta un sentido especialmente equí­
voco entre nosotros, de manera que al decir que nos ~contra~
mos en la familia, como en el respeto a la persona, o en el amor
a
la naturaleza, es dudoso que estemos diciendo nada concreto;
así, el lugar de cita es diverso se · la opci6n asumida dentro
del pluralismo. Hasta que punto est pluralismo es real y no una
peculiar forma
de encu,brir el do · · o absoluto de una determi­
nada ideología, calificada recient ente por Macintyre. como
liberal, es tema arduo que, aunque no, podemos resolyer en esta
intervenci6n,
es desde Juego muy · port8llte para la cuestión que
estamos tratando ( 4).
gista, hay en la consideración oontempor de la familia: «Además, dicho
postulado remite de forma absoluta ·a· 'O postula.do, tan difundido como
arbitrario: d que defiende la existencia. e una fase-histórica de la huma.­
nidad, previa a la triunfante afirmación principio de la familia: la fase
de
la promiscuidad, propia de una época rimordial de la civilización, en la
que
imperaban el "matrimonio de grupo . y se encontraba del todo ausente
cualquier
tipo de vínculo intersubjetiva <,spec!fico. Por decirlo de alguna
manera, este segundo postulado ha sid-o .i,ntro_ducido en _ la cultura contem­
poránea, hasta alcanzar una-difusión en.o e, por influjo del evolucionismo
biológic.t»>. Y más adelante: «Sin embat , fas cosas no son tan sencillas.
Contra la interpretación historicista del fon6m.~ familia se ha ido im­
poniendo lentamente la inter:Pretación e_tructuralista, que hace r~erdecer,
de manera inesperada, el modelo atistot · co de la primacía de lo familiar
sobre lo social. La universalidad de la · ·a no resulta .ya redescubierta
(ni, en consecuencia, refutada) de una era extrínseca: considerado como
mero sub-sistema de <;>rganización ~ocial, está claro que;: el moddo familiar
es hasta tal punto multiforme que diff ente puede ser reducid<;> a una
unidad poco más que lingüístico-te · lógica. Los antropólogos estructu­
ralistas advierten la especificidad d~ la familia en datos intrínsecos, no
asimilables a variables étnicas... y, en cuanto tal, redescubren empírica­
mente su universalidad». F'RANCESco 'AGOSTINO, Elementos para una
filoso/la de la /r»1tilia, Rialp, Madrid, 19 1, pág. 34.
( 4) Argumento que tomo recurrent ente de ALASDAIR MACINTYRR, es-
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No es necesario que aclare por el contexto en el que se celebra
esta intervención que no tendrán que
sufrir o disfrutar, que hay
gente para todo, una exposición académica sobre las diversas
ofertas que tenemos hoy en día de modelo de familia; oferta
académica en la que, bajo la cubierta de un supuesto diálogo
constructivo, se hace cómo si se pudiese alcanzar un acuerdo
sobre el tema, cuanto lo que realmente ocurre es que el acuerdo
ni se pretende ni
se considera posible, e incluso no ha sido po­
sible en ningún momento. Es más, el propio planteamiento de­
nunciado viene a ratificar uno de los modelos, el individualista
e incluso confirma
el proceso de destrucción nihilista, paso inte­
lectual y práctico inevitable cuando se intenta mantener el mo­
delo individualista, sin c¡ue nadie crea en la posición racional que
le sirvió de ratificación (5):
Al ser esta
· conferencia
parte de un ciclo por la vida, el se-
pecfalmente de su última ·obra traducida a nuestra lengua, Justicia y Racio­
nalidad, Eiunsa, Barcelona, 1994. Fundamentalmente en las págs. 20-21.
(5) Una de las argumentaciones que más nos · han convencido de Ma­
cytitire ·es la ción con·· los paráinetrOS · habitualmente utilizados. «Se sigue de ahí · qrie
nuestra. sociedad no puede esperar. alcanzar el consenso moral. Por razones
no del todo marxistas, Marx estaba en lo cierto cuando argumentaba. contra
los sindicalistas ingleses de los años 1860 que apelar a la justicia no servía
de riada, ante la presencia· de conceptos rivales de justicia formados e in­
formando la vida de los grupos rivales. Marx, por supuesto, se equivocaba
-al · suponer que tales desacuerdos sobre la justicia eran meramente fenóme­
nos secundarios,
que meramente reflejaban los intereses de las clases CCOnó­
micas ·rivales. Los conceptos de la jusócia ·y la fidelidad a tales conceptos
son parte constitutiva de las vidas de los grupos sociales, y los :intereses
económicos a menudo se definen parcialmenté· en términos de tales con­
ceptos, y no viceversa. No· obstante, Marx estaba fundamentalmente en lo
cierto al contemplar el conflicto Y no el consenso como corazón de la es­
tructura social moderrut No es· ·sólo que convivamos con diversos y múI­
tiples conceptos
fragmentados~ sino que éstos ·se usan al mismo tiempo para
expresar ideales sociales y políticas rivales e mcompatib1es y para Proveer~
nos de una retórica política pluralista, ruya función · consiste en ocultar la
profundidad
de nuestros· conflictos». ALAsDAtR MAc1NTYRE, T~as la virtud,
Critica, Barcelona, 1987; pág. 310. ·
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LA FAMILIA ANTE LA BIOTECNOLOGIA
gundo ya, organizado por la pastoral universitaria ( 6), probabl~
mente buena parte de los asistentes crean tener la respuesta al
interrogante con que habríamos la misma. En efecto, el modelo
de familia que subyace al epígrafe señalado podría ser el . que
usualmente se denomina tradicional. Hay que comenzar matizan­
do que hoy en
día . aceptar el calificativo de tradicional parece
tener sus riesgos. Esto de tradicional sólo
es bien mirado para
las técnicas de elaboración de magdalenas, en el resto de los
cam­
pos el adjetivo de tradicional es como el capote para el toro, un
desafío para que
algún indómito deconstructor proceda a derri­
bar algún viejo tabú, .afirme el proceso de desmitificación;
ini­
ciando un nuevo movimiento de liberación que rompa alguna
vieja atadura, algún condicionamiento
natural que haya que sus­
tituir por un grito prometeico. No tenernos tampoco tiempo
de observar con el detalle que merece donde nos conduce
este
proceso de destrucción· galopante, donde sólo se valora la postura
supuestamente provocadora, en
el fondo fuertemente integrada,
donde sólo
se alaba la contundencia del golpe contra alguna ín­
tima creencia, mejor cuanto más venerable, pues es sabido que
en esta época de tolerancia, este
tipo de razones no se toleran;
esto es,
la intolerancia del. tolerante axioma desde la Revolu­
ción
(7). Es de destacar, para desesperación de moderados, que
( 6) Refundo en el presente ttabajo dos confetencias, ambas sobre temas
familiares, una pronunciada en el aula de teología de la Universidad Com­
plutense, y otra, la más ~tensa, en la reunión de 1994 de los .amigos de
la Ciudad Católica. He mantenido la referencia eo el texto a los lugares
donde se dieron las conferencias y frases qtie adquieren pleno sentido · en
el contexto en el que .se pronunciaron.
(7) A estos efectos y en-este afio internacional de la tolerancia conviene
recordar algunas perlas liberales del incorruptible Robespierre. Así refi­
riéndose al juicio de Luis XVI: «Vosotros consagrais al derecho-de blasfe­
mar contra la república y contra el pueblo, en cuanto el derecho de defen­
der al antiguo déspota comporta el derecho de decir todo lo que mantiene
su causa», y en el discurso sobre la moral política: «La protección· social
no es debida más que a los ciudadanos, en· la república no hay otros ciuda­
danos que los_ republicanos». Y en el discurso sobre los principios de go­
bietno: «Los templos de los dioses no se han hecho para servir de asilo a
los sacrílegos
que vienen a profanarlos, no :la Constitución para proteger
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esto de la provocación no admite límites, que la dosis como en
las drogas debe aumentarse a medida que se extiende el nivel de
tolerancia,
por. lo que la provocación para surtir efectos debe ser
cada vez
mayor, sin que exista límite interno al proceso, freno
previo al despeñamiento ( 8).
Quizás alguien
más bienpensado en vez de prever un discurso
defensor de un modelo tradicional espere una especie
de discur­
so conservador, mantenedor de nuestro modelo de familia. O
quizás mejor, del modelo de familia indispensable para la
con­
vivencia civilizada. Un discurso de oroen, casi bonapartista, donde
en
la resaca del 68 se encuentre un justo equilibrio, entre la
afirmación del hedonismo. como filosofía dominante y
el mante­
nimiento de un cnadro mínimo que garantize la búsqueda indi­
vidual de una felicidad evaluable en dosis de placer, es decir una
oferta ntilitarista.
Ahora bien, es evidente que la defensa conservadora de un
los c;omplots de los ~nos que hU$Cm destruirla». Una ampliación sobre
esta ~tud, sobradament~ ~nocida por unos y ocultada por otros, en J osÉ
MIGUEL SERRANO, «La paradoja totalitaria y la revolución francesa», Anales
de la Real _Acaden#a de Jurisprudencia y Le'gislaci6n, núm. 20, págs.· 235-
248. Esta posición no es, obviamente, pacífica, existiendo una amplia po­
sición que trata la ingenuidad de los revolucionarios .. En este sentido LUI5
RECASENS S1cHES, en su Tratado de Filosofia del Derecho, Editorial Po­
trúa, S. A., novena edición, México, 1986. «Las gentes de los siglos XVIII
y XIX eran demasiado optimistas: creían que una vez que la libertad in­
dividual obtuviese un firme, reconocimiento y garantía, ya no habría mo­
tivo -para. ulteriores preocupaciones. La libertad era comparada a la luz del
sol:
·cuando ésta luce todas las sombras se disipan. De modo análogo, se
decfa que la libertad curaría todas las heridas que ella misma pudiese pro­
ducir», pág. 598. Uno no .sabe si en este optimismo entran el Comité de
Salud Pública y Espartero.
(8) «Los ogros de otrora son hoy a los ojos de los jóvenes auténticas
hermanitas de la caridad. Karl Marx es tildado de conservador, de labo­
rófilo, de hombre de orden y autoritarismo; Fread, de machista reaccionario
y capitalista,
por pretender curar al enfermo devolviéndose a una sociedad
enferma, en lugar de cambiar la sociedad; los veteroanarquistas son pre­
sentados romo ingenuos caballeros versallescos, moralistas empedernidos y
tremendamente
ingenuos». CARLOS DI.Az, Contra Prometeo Encuentro, Ma­
drid, 1980, 1 rcim¡,., 1991, pág 53_
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LA. FAMILIA ANTE LA BIDTECNOLOGIA.
modelo se realiza sobre el modelo dominante, no sobre una po­
sición
más o menos crítica, ni siquiera sobre una alternativa entre
varias. En el proceso iniciado con las revoluciones modernas,
como ha sido sobradamente señalado, la postura conservadora
es la defensa de la última revolución. Por utilizar un ejemplo
paradigmático, Burke defendiendo la «Gloriosa» frente a
la Gran
Revolución del 89.
En nuestro caso un discurso conservador se vería obligado a
defender el modelo aparentemente dominante;
es decir, en el
supuesto que pretendemos tratar, les prometo que tras este largo
preámbulo
lo acabaré abordando, lo que se ha denominado el
modelo individualista de familia. Es, sin embargo, conocido que
por acomodaticio que pudiera considerarse al cristianismo
. este
nunca
ha parecido encontrarse a gusto en el modelo individua•
lista de sociedad, aún menos de familia, y es que, desde luego,
si
el individualismo realiza el modelo ilustrado, al menos en par­
te, lo ha hecho con un voluntario alejamiento de la
· religión y
especialmente de la ética religiosa (9).
Lo que ocurre es un elemento paradójico de nuestras socie­
dades, que conviene citar antes de segnit hablando.
Por un lado, por
el proceso que, siguiendo la interpretación
del gran filósofo italiano Augusto del
Nace, hemos venido seña­
lando, es decir por el inestable equilibrio en el que se encuentra
la propia esencia de nuestra sociedad opulenta. Equilibrio espe­
cialmente inestable para los progres, incapaces de asumir su
(9) «Los problemas de la teoría moral moderna emergen claramente
como producto dd' fracaso del p!Oyecto ilustrado~ Por W1a parte, el agente
moral individual, liberado de la jerarquía y la teleología, se aútoconcibe y
es concebido
por los fil6sofos morales como soberano en su autoridad mo­
ral. Por otra parte, lo heredado, las regla& morales, aunque parcialmente
transformada, tienen que encontrar
algún estatus, nna vez privadas de su
antiguo
carácter teleológico y su todavía más antiguo carácter categ6tico
en tanto que expresiones, en último término, de una ley divina. Si tales
reglas no pueden encontrar un nuevo estatus que justifique racionalmente
el recurso a ellas, tal recurso parecerá un mero -instrumento del deseo y
de la voluntad individuales». ALASDAIR MAcINTYRE, Tras la Virtud, ·Crf.
tica, Barcelona, 19S7, pág .. 87.
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propia situaci6n de poder y empeñados en la destrucci6n de cada
vez más lejanos molinos de viento (10). Ejemplo de esto es la
reciente declaración de un autodenominado grupo de te6logos
españoles que, tras posicionarse con
el gobierno de Estados Uni­
dos,. fas Naciones Unidas y el Fondo Monetario Internacional
contta
el anciano supuestamente moribundo de Roma, pretendían
haber adoptado una postura de oposici6n al
poder,. es decir,
progresista
y anticonservadora. Me refiero como el lector avisa­
do habrá observado a esa reunión de «vedetes» de sacristía
y
animadores eucarísticos .. conocida como asociaci6n de te6logos
Juan XXIII.
Por otro, es la misma base sentimental de nuestra familia
individualista
la que es esencialmente inestable. Y no sólo por
su esencial sujeci6n a algo
tan cambiante como los sentimientos
humanos,
más cuando se vinculan al amor romántico, gloriosos
tiempos pasados, o como ahora, a la técnica amatoria de discí­
pulos
más . o menos aventajados de la Ochoa, sino también es
inestable en cuanto su elemento. definidor -,-el sentimiento ama­
torio-· admite una pluralidad de sujetos que hacen indefinible
el lazo familiar ( 11). Dos amigos que se auxilian, una pequeña
(10) -«Existe, pues, en la sociedad _·del bienestar una evidente contra­
dicci6n entre ~ humanitarismo, pro-fe~ado .teóricamente, y el espíritu de
q.esb:lµruµrlzaci6n, práctlcamente actuado, en las medidas .~ que disminu­
yen -y deben necesariamente disminuir-las reservas · de valores tradi­
cionales. Otra contradicd6n, adétnás, se puede encontrar en el conti:aste
estridente entre una tolerancia aparente y un totalitarismo real, en cuanto
una sociedad configurada de este modo -no puede. permitir autonomía de
estructuras culturales, religiosas o políticas». AUGUSTO DEL NocE, Agonía
de. la sociedad. upulenta, Eunsa, Pamplona, 1979, pág .. 29.
(11) «Ma giá si C·de:tto quanto insotenibile il fondare il matrimonio
unicamente sulla soggettivita. Fermo restando, ovviamente, l'elevatissimo
appreu.amento dell'amore coniugale, un minimo di senso estorico-e socio­
logk:o ci evverte che l'affectio,.coniugalis non e necessariamente la_premessa,
ma puO ben essere'la conseguenza del vincolo tra marito e-moglie. La teoria
:romantica ·dell'ar,nore-ha fatto :di tutto per capovolgere questo rapporto, con
l'indu!,bio intento di nobilitado; ma nobilitandolo, lo ha al1a fin fine dis­
trutto~. FRA.NcEsco D'AGOSTINO, · «Matrimonio e indissolubilit¼», en Diritto
e secolarizzazione, Giuffre, Milano, 182, pág. 139. Obsérvese que el comen-
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LA FAMILIA. ANTE LA BIOTECNOLOGI.A
éomunidad religiosa, sólo analógicamente se dice que son una
familia, y desde luego nadie afirmaría
.que constituyen un ma­
trimonio.
Lo que distinguiría al matrimonio, se me puede decir, incluso
con una sonrisa de conmiseración, como posible fundador de una
familia, incluso de dos miembros, eso que en la terminología
«ñoñoprogre» se llama una pareja, es la relación de índole sexual
que subyace a la institución (12).
Ahora bien,
la sonrisa de conmiseración podría recibir c-0mo
respuesta una sonrisa sarcástica. ¿Relación sexual? Eso es abrir
la indefinición hasta extremos insospechados.
En nuestros días,
y dentro de la ideología dominante, de nula referencia al dato
natural o racional, esto de
la relación amatoria intersubjetiva ha
adquirido una complejidad insospechada. Lejos los tiempos en
que juga'bamos a las parejas
y poníamos al gatito con la gatita, el
perrito con la perrita y el hombre con la mujer. Hoy se revindica
como derecho ¿humano? el poner el gatito con otro gatito o con
un perrito o, desde luego, al hombre con una palita, que sobre
gustos, y esto hoy
es cuestión de gustos, no hay nada escrito (13).
tario de D'Agostino se mantiene en el amor conyugal y _en el momento
romántico, proceso. superado en el actual contorsíonismo.
(12) La preeminencia de lo sexual refiere realmente o lo que se ha
denominado con acierto la omnipresencia del querer que como ha señalado
con-acierto Rafael Navarro-Valls: «supone, segµD el análisis que hace-la
sociología jurídica, el nacimiento de. un nuevo modelo basado. sobre la idea
de una asociación de partners, en que la convivencia "more uxorio" podría
llegar a ser un "mercado de cambio" entre sujetos libres, autónomos y
responsables», para añadir: «Quizá esta omnipresencia del querer», y el conM
siguiente fortalecimiento del dogma de la voluntad en el seno de las re,
ladones familiares, sea el .origen de llamati~ contradicci~es. no sólo en
el ámbito de les relaciones personales sino también en las relaciones entre
sexualidad y procreación. RAFAEL NAVARRoMVALLS, Matrimonio ,Y Derecho,
Discurso leído el d1a 28 de noviembre de 1994, en el acto de su recepci6n
pública como Académico de Número, Madrid, 1994, pág. 60.
(13) Un comentario semejante durante una conferencia en el Centro
Universitario Francisco de Vitoria provoc6 una. enérgica reacción de los
tolerantes, que rayó en el insulto· personal. Sin incurrir en la práctica cari­
tativa de enseñar al que-no sabe lo .que es la reducción al absurdo, con·
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JOSE MIGUEL SERRANO RUIZ-CALDERON
De lo dicho se deduce que no aspiramos a presentar el mo­
delo conservador, eso que en la historia se denominó la familia
burguesa. Pueden temer, entonces, que intentemos una recons­
trucción arcaizante de lo que se ha denominado la familia patriar­
cal, entendiendo por esta
la forma de familia vigente en nuestra
antigüedad, en la que esencialmente
se subordinaba a los sujetos
al interés y petvivencia del grupo familiar; y no la reconstrucción
polémica del feminismo, en la que familia patriarcal
es toda
aquella en
la que hay un hombre que no sea capón (14).
La posición reaccionaria ha sido calificada también con acierto
por el propio Del Noce como una
realidad que necesita la afir­
mación revolucionaria, no sólo como algo que baila al ritmo
ajeno sino como
lo que necesita a lo revolucionario como parte
constirotiva de su ser (15). Sirva también de ejemplo de lo que
viene señalar cotilo los críticos al rechrui:ar con tartta energía la comparación
fijaban un limite de lo intolerable en materia sexual, es decir, el limite de
la tolerancia del tolerante, al menos en la traducción . jurídica. No se como
pueden objetar que otros fijemos_ un límite diverso, máxime cuando el
nuestro tiene coherencia interna y el suyo debe admitir en su lógica las
consecuencias arriba apuntadas.
(14) En ese sentido está generalmente admitida la disonancia entre el
modelo cristiano y el romano «Autorizadamente se ha dicho que si un
ciudiidano romano despertara de un suefio de dos milenios, "acaso el diálo­
go menos lleno de sorpresas que podría mantener ron nosotros serla el re­
lativo a grandes sectores del derecho. Por ejemplo, podrlatrtos hablar en
un lenguaje compartido, sin perjuicio de lagunas, diferencias dialectales o
de simples modismos, de la posesión, el usufructo, la herencia, el pago de
obligaciones, etc.". ¿Pasaría lo _mismo con el matrimonio? Sí y no. Sí, por­
que, como veremos en la segunda parte de este thibajo, la erosión que ac­
tualmente sufre el modelo cuya fase de gestación jurídica estamos ahora
analizando es tan intensa que, en algunas zonas geográficas, parece volverse
a un
paradigma que Occidente superó hace siglos. Y no, porque las carac­
terísticas del matrimonio europeo-americano, tal y como aún hoy se plasma
en las leyes y todavía mayoritariamente se vive en los hechos, es claramente
disímil del modelo vivido en h Roma clásica y el moldeado por su legis­
lación». RAFAEL NAVARRo-VALLS, Matrimont"o y De;echo, Discurso leído
el día 28 de noviembre de 1994 en el Acto de su reeepción pública como
Académico de Número, Madrid, 1994, pág. 12.
( 15) Dice
el filósofo italiano «La oposición a la sociedad del bienestar
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LA FA.MILIA ·ANTE LA BIOTECNOLOGIA
decimos la terrible desolación de los sovietólogos .ante la caída
de la Unión Soviética; tengo algún amigo, maestro en este tema,
que ha negado con desesperación el fenómeno, preocupado por
la posibilidad de perderlo ( 16 ).
No es por tanto cuestión ni de apuntalar ruinas más o menos
inestables ni
de reconstruir modelos pretéritos. Hay que planteat
desde una tradición,
. pues con acierto se ha señalado que es la
única forma de acceder a
una racionalidad, el modelo de relación
entre familia y vida que
propugnamos como propio del hombre;
eso que desde hace siglos no hemos tenido pudor en denominar
natural a él, pudor que en este momento no hay riesgo que
me
asalte (17).
La presentación de esta oferta, por denominarlo con un tér­
mino
claro a la ideología actual, no puede realizarse · desde una
actitud desencarnada, desde una distancia que aspire a convencer
al espectador neutral, rras
privamos· todos de nuestros prejuicios,
es decir, de nuestras experiencias.- Esta forma de diálogo, la más
preconizada en la actualidad, · se revela especialmente .estéril en
los asuntos prácticos. En términos más alejados· del diálogo aca­
démico, en el que no preteodiamos entrar, aunque claro la cabra
·no se puede-llevar a partir de una postura réacciOnaria por-la sencilla· ~6n
de que la oposición entre "progresista~ -Y "reaccionariO~ :forma_ P!lrte de
su lenguaje. "Reaccionario" es el que se opone al progresista, convencido,
en el fondo, de que ya ha perdido la batalla. Criticar de verdad la sociedad
del -bienéstar-es rebasal.' la oposición entre progresista .y reacciohario»
AucusTo DEL NocE, :«Notas para UÍla filosofía ·c1e IOS jóvenes», en Agonia

(a sociedad opulenta, Eunsa, Pamplona, :¡979, -pág. 43. Creo que no debe
confundirse ésta ·actitud con la revisión· histórica ·a la moda. que consiste en
imputar, por ejemplo, a los Vendeailos, -el no-haber dado :Ílfl· abrazo-· frater~
nal y superador a sus verdugos mientras hacían «glup glup» en las «noyades».
(16t Esta cariñosa ironía dCbe admitir, sin embargo, que los aconte­
cimientos del ultimo afio en el Este desmienten la versión optimista de · la
conversi6n tras el 89, sea al cristianismo,-con Fátíma par ,medio, sea al
liberalismo, cori las previsiones de Fukuyama.
(17) Idea vuelta a poner en circulación y trasladada al terreno moral
por Macintyre, especialmente en Tras lá virtud; Crítica~ Bai-celona, 1987;
y de donde
surge su pesimismo ante la sociedad pluralista y la llamada a
constituir nuevos ámbitos de vida comunitaria.
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tira al monte, el discurso que construimos se produce inevitable­
mente desde
la experiencia propia e innumerables experiencias
que la rodean, experiencias que constituyen una tr~ción que
remite constantemente a una humilde familia judía de hace
dos mil años; en definitiva, es difícil hablar de todo esto
sin el
recuerdo de
la familia. en la que se ha vivido, y de la familia que
se construye como lugar de la propia vida (18). Surge aquí la
duda de si perdida la vivencia de la tradición que se hace vida
es posible, en el recuerdo ideológico y literario, la reconstrucción;
es decir, si la mera apelación intelectual es efectiva para volver
a traer lo que no sobrevive sino como vago recuerdo, :o como re­
lato utópico del «cualquier tiempo pasado fue mejor». Desde esta
perspectiva, el mantenimiento del lugar familiar
se convierte en
imprescindible,
si no · queremos que el modelo de familia g_ue
presentamos quede como una descripción etnológica del pasado,
como la familia esquimal o
la de Papúa; es notorio, sin embargo,
y justifica en buena medida
la actitud general de la Ciudad Ca­
tólica que la mera vivencia privada plantea serias limitaciones y
dificultades, pues· podemos encontrarnos con .el complejo de re­
setva apache mostrando la danza familiar a los postmodernos, ·o
vendiéndoles collares; el acontecimiento no es tan lejano como
parece, recordemos como miman en una playa los Kevines . y Va­
nessas la llegada de una familia numerosa ·(19).
( 18) Esta actitud de tomar .distmcia, responde, como es-sabido, a un
amplio proceso ideól6gico. Etltre sils claves podemos .apuntar ~ siguientes:
«Quizá el iniciador de esta actitud en la literatura · hay.a -sido Montai'gne,
quien en sus _Ensayos,. utiliza a,n:iplianiente la técnica de "tomar distancia"
y "contemplar desde_ fuera" las costumbres. y modos de reaccionar que nos
parecen· comúnes y ·naturales, para· concluir la -relatividad humana de toda
civilizaci6n o cultura. Por supuesto, constituye la esencia del "humorismo"
moderno, consistente en
describir privados de su aliento interno, las acti­
tudes,
costumbres o hechos de las gentes: proyectar sobre -toda realidad
humana el ridículo en que aparecen, por ejemplo, unas parejas bailando
cuando
se ha eliminado la música _a cuyo ritmo se mueven», RAFAEL GAM­
BRA, «La cosificaci6n de la Familia», en La Familia Sus problemas actual,es,
Speiro, Madrid, 1980, pág. 226.
{19) El momento es ambiguo, pues Si se considera que la reconstruc-
946
Fundaci\363n Speiro

LA FA.MILI.A. ANTE LA BIOTECNOLOGIA
Comprendan que, desde esta perspectiva, la reconstrucción
supuestamente científica de los tecn6cratas, los mensajes de los
técnicos del sexo -los expertos y promotores . de patologías hu­
manas y
subhumanas--rebotan, en ciertos ámbitos, contra el pro'
pio recuerdo, contra. la convicción de la propia vivencia; en una
palabra, contra el ejemplo
de nuestros padres o incluso respecto
al contraejemplo de aquellos que fracasaron en el intento y
permanecieron añorantes del equilibrio perdido. No apelo
.a la
reconstrucción idealizante del discurso familiarista sino al recuer­
do en el que permanece la armonía y la tensión, lo
bueno y lo
malo, pero lo malo como alejamiento o fracaso del proyecto re­
conocible e intentado.
Desde esta vivencia, y porque
es vivencia, adquiere sentido
la propuesta que pretendemos; propuesta que no es conservado­
ra en el terrt:no
· teórico, en cuanto el modelo teórico que nos
domina
.es agresivo respecto a nuestra propia experiencia. Pro­
puesta que implica nn proceso de reconstrucción que no es aislado
ci6n es im]?OSible, lo _ que queda es el monast~o. Ahora , bien, habría _ que
plantearse, Si todo el mundo se encuentra én la misma· fase del fen6meno
y si la marcha hacia el momento más agudo, que se manifiesta en Europa
y Norteamérica, es inevitable. La posición más pesimiil:ta e:i planteada por
MaéYntire al afirmar Q1'0: «Siempre es ¡,oligroso hocer paralelismos his­
tóricos demasiad.o estrechos entre· un ,períodp Y:_.Otro;_ entre los más enga~
ñosos de tales paralelismos están los qÚe se han hecho entre nuestra propia
época en Europa y Norteamérica y el Imperio romano en decadencia hacia
la . Edad oseara. No obstanle; hay ciertos paralelos. Se dio un giro C111cial
en la antigüedad cuando hombres y mujeres de buena· volw,tad abandona­
ron la tarea de defende,, el imperium y dejaron de identificar la contimrl•
dad de la comunidad civil y moral con e1 mantenimiento de ese i.mperium.
En su lugar se pusieron a buscar, a menudo sin darse· cuenta completa·
mente de lo que estaban haciendo, la construcción de nuevas formas de
comunidad dentro de_ las cuales pudiera continuar la vida moral de tal modo
que moralidad_ y civilidad sobrevivieran a las épocas de barbarie y oscuri­
dad que se avecinaban. Si mi visión del estado actual de Ia moral es ·co~
rrecta, debemos concluir también que hemos alcanzado ese pw,to crítico.
lo que importa ahora es la construcci6n de formas locales de comunidad,
dentro de las cuales la civilidad, la vida moral y la vida intelectual puedan
sostenerse a través de las nuevas edades oscuras que caen ya sobre nciso­
tros». A. MACINTYRE, Tras la virtud, Crítica, Barcelona, 1987, pág . .322.
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Fundaci\363n Speiro

JOSE MIGUEL SERRANO JiUIZ-CALDERON
de · la reconstrucción general de nuestro modelo de comunidad;
es
más se tonstituye en el elemento esencial.
En este punto surge una de las paradojas de nuestro tiempo,
la cual en una interpretación -etrónea podría hacernos pensar que,
puesto que
la familia ha sido tan resistente a la mutación, no
requiere este
· esfuerzo reconstructivo en el que parece que nos
implicamos. La paradoja
es la siguiente, la experiencia familiar
se constituye en el referente en el que el hombre de
la sociedad
individualista y competitiva
encuentra un recuerdo de una co­
munidad distlnta, donde el sujeto roto se recompone, pero a su
vez esta experiencia se ve amenazada en un doble sentido: en
primer lugar,
es dudoso que un balón de oxígeno baste para re­
componer al individuo .roto, o para educar al sujeto al que tlilestra
sociedad pervierte, máxime cuanto se · requiere la experiencia in­
mediata pues los medios presen~an constantemente los modelos
alternativos;
es decir, la exaltación de sodomías y adulterios. Por
otro lado,
es· indudable que la propia experiencia se ve constan'
temente amenazada por las agresiones que hemos mencionado.
Agresión .tan evidente. qne ha sido incluso denunciada por nuestra
Conferencia Episcopal (20). · · · ' ·
Así, en un ambiente hostil, la dificultad de iniciar el empeño
en el que en
buena medida ciframos nuestra felicidad se va ha­
ciendo cada vez más patente (21). La capacidad de resistencia es
(20) «Hemos de denunciar algunas inidati .. s · o campañas oficiales de 4'infonnación sexualn, que ·constituyen una vetdadefa: demolición de Valo-·
res básicos de la sexualidad húm.ana, una agi-esión a· la conciencia dC los
ciudadanos y un abusci muy grave del poder. Denutlciamos, igualmente; la
ausencia de un discurso público dignificador del ámor y de la fámilia, así
cómo la abrumadora· presencia, por el contrario, dé lOS discursos defenSores
de modelos opuestos a la fidelidad y a la voluntad de permanencia en el
mutuo compromiso del hombre y de la mujer». «La verdad os ha.i:'a 11Dres»,
Instrucción pastoral de la Conferencia Episcopal Española sobre la con­
ciencia cristiana ante la actual posici6n moral de nuestra sociedad. PPC,
Madrid, 1990, págs. 25-26.
(21) Uno de los riesgos más' graves es el que expone· nuestro amígo
Rafael Gambra: «Ninguna realidad hist6riéa se sostiene a lo largo del tiem­
po sin una mínima. particip~ci6n de sus miembros en la fe que la 'heó y dio
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Fundaci\363n Speiro

LA-FAMILIA ANTE .LA BIOTECNOLOGIA
grande· pero es dudoso que sea ilimitada. Además los que valo­
ramos el derecl,o no como algo externo sino como una realidad
íntimamente constitutiva
de lo humano no podemos permane­
cer indiferentes a lo que ocurre en
el campo jurídico respecto a
la familia, pues este
en buena medida la constituye, máxime
cuando no la reducimos
al mome;,nto de amor romántico o de
técnica amatoria,
remi,do de escenas pornográficas.
Ha sido suficientemente indicado que
el modelo, o .antimo­
delo, de familia triunfante está fuertemente implicado en los va­
lores dominantes de nuestra sociedad, es uno de sus productos
más depurados. La ausencia de solidaridad familiar, la utilización
recíproca que conviert, al otro y otros miembros de la familia
en objetos de manipulación y goze, introduce la lógica del con­
sumo en. el seno famiUar, de forma que la familia no es ya sólo
unidad de consumo, sino
es el lugar donde los hombres se con-
sumen recíprocamente (22). ·
Desde esta perspectiva, si la sociedad . en cuanto lugar de
razón· de ser. El ataque· directo del enemigo o el propio sacrilegio sen me­
nos dañosos para ellas que la mirada fría del paleontólogo o del "historia­
dor. de. las religionesn. Esta . es,_ sin embargo, la óptlca, que se aplica hoy a
la consideración humana de la familia y la que se enseña en las escuelas.
También la familia es una "concreción histérica" coexistente con .otras
muchas y repetidas eo ellas». «La cosificación de la familia», en La familia.
Sus problemas actuales, Speiro, Madrid, 1980, pág. 229.
(22)
Lo ha explicado con contundencia Carlos Díaz: «Hoy todo está
vacío: "Lo nuevo no reside en que la gente joven satisfaga su impulso
sexual, sino en la fría facticidad, en la adaptación al supermercado con que
lo hacen. Cuando se mira a la economía del mercado erótico de ·nuestra
época, tomando en consideración la rentabilidad de la rápida circulación,
resulta que de esta cosificación de la vida amorosa se deduce una ventaia
para el joven: un par de entradas de cine o una vuelta juntos en un auto­
móvil le evita el gasto de sentimientos y no se precipita en dispendios
anímicos", No es s61o el sexo ·informatizado, sino· el propio matrimonio el
sometido a un mismo proceso de degradación. La burguesía, oomo quien
mea, utiliza el divorcio cual arma de evasión fiscal, de forma que estos
modernos
abigeos de la masa acaban purgando sus egoísmos en los fríos
apartamentos de ancianos luego de no haber dado-calor a nadie». CARr.os
DÍAZ, Contra Prometeo, Encuentro, Madrid, 1980, 1 teimp., 1991, pág. 33.
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Fundaci\363n Speiro

/OSE MIGUEL SERRANO RUIZ-CALDERON
realización del sujeto requiere la familia, y pata esta realización
no cualquier familia,
el modelo de familia en el que se realiza el
sujeto, natural a
él, no puede ser indiferente a la sociedad en
la que debe desarrollarse y no meramente pervivir.
La reconstrucción de la propuesta personalista (23), por darle
un nombre generalmente admitido, exige por lo tanto un esfuerzo
en ambos sentidos o, dicho de otra forma, global. Globalidad
que exige incluso el reencuentro de la persona, a la que le
ha
venido sucediendo lo mismo que a la familia y· en definitiva a
todo lo que no
es esencial en el orden reestablecido.
De esta forma, conviene detenerse a considerar como nuestra
sociedad no consigue · situar por encima del debate plu¡,aJista ni
siquiera a la persona, que dista de ser
un lugar de encuentro o,
si
se prefiere, un valor indiscutido para trocarse en punto de de­
bate y disenso de las· diversas propuestas. Teniendo, en cuenta,
y en este argumento soy repetitivo, que los intereses · se afirman
con extraordinaria fuerza, que los · valores catalogados como no
compartibles pasan a ser débiles excentricidades moralistas,
y
que el concepto de sujeto dominante en nuestra comunidad se
relaciona exclusivamente con la autoafirmación y el goce; nuestra
comunidad se define como antihumanista. Esto no quiere decir
que nuestra sociedad
tolerante no haga afirmaciones excluyentes,
no· incluya dioses intocables, sólo destacamos como entre lo in"
tocable no se encuentra la persona ·en su sentido ontológico ni,
desde luego,
la familia; en realidad sólo el mercado y la partí-
(23) Soy consciente de la dificoltad que plantea utilizar el término
personalista, no s6lo por la presencia del movimiento filosófico personalis­
ta, que moraliza el concepto de persona, -y lo priva de su identidad meta­
física sino porque es una tentación condenada al fracaso la. definición de
un modelo neutral -de persona que supere el resto de las controversias
teóricas. Por decirlo en el sentido que manejamos en este texto, el concepto
de persona como los demás, adquiere sentido en una traclici6n. Muestra de
la insuficiencia del ptdyecto que se intenta es el trabajo de H. TuISTAM
ENGBLHARDT y KEVIN W. M. WILDES, «Il concetto di persona e il fonda­
mento de un'autoritá morale laica», en Bioetica e Persona, Francoangeli, Mi­
lán, 1993, págs. 13-27.
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Fundaci\363n Speiro

LA FAMILIA. -ANTE LA BIOTECNOLOGIA
tocracia aparecen como indiscutibles, es decir, como esencia­
les (24).
Creo que ha llegado
el momento de establecer cuál es este
modelo en
su relación con la vida que hemos dado por tan-ex­
plicado, y recordado, pero que está tan pleno· de influencias ex­
ternas que se va haciendo cada vez menos reconocible.
Debemos comenzar por una verdad de perogrullo. La vida
es
un bien, más específicamente, la vida humana es un bien. Y esta
afirmación surge con evidencia de
la imposibilidad de encontrar
elementos desde
la reflexión racional para contradecir esta afir­
mación. La vida es un bien humano básico, y la tendencia a la
pervivencia, no sólo propia sino de la especie, es un elemento
que nos asemeja, en cierta medida, a los animales; pero conviene
matizar, al modo humano (25).
(24) Eii esta línea dice D'Agostino: «Proclamar la familia como comu­
nidad de amor y solidaridad neva ·consigo una novedad de gran alcance,
tanto respecto al modelo burgués-individualista, como en relación al mo,.
delo patriarcal de familia. En efecto, _el primero no incluye la posibilidad
de recibir, en el seno de las propias categorías, referencia alguna al amor;
todo lo más, si se habla de amor, tiellde a reducirlo a pulsión subjetiva,
desarraigada de su encru:nsción en la realidad: y por ello, por tnás que pu­
diera parecer parad6jico, el iluminismo burgu& considerará como una po­
sible manera de desplegarse el amor incluso el amor II egoísta", a saber,
aquel
amor que intencionalmente niega la lógica del.-don que es propia del
amor aúténtico. Pero también· el segundo modelo, el que solemos conocer
como patriarcal, tiende a menospreciar las expectativas propias del amor
conyugal, reconociéndolo,. sí, coino valor pero, incardinándolo y 511peditán•
dolo a valores considerados superiores, como. podrían ser los de la solidaridad
del grupo familiar o el de la dependencia generacional». Elementos para
una filoso/la de la famaia, Rialp, Madrid, 1991, págs. 20-21. Igualmente en
esta línea de "definición de un personalismo de base cristiana, Euo SGRECCIA,
Bioética, Manuale per medici e biologi, especialmente el ·capítulo tercero,
Vita e pensiero, Milán, Reimp. 19&7.
(25) La definición de bien humano básico que manejamos es la apor­
tada por Grisez y que reiteradamente hemos citado. Por citar obras tra­
ducidas véase, po! ej'emplo, lo siguiente.: ·«Existe un grupo de bienes que
responden
al hecho de que las personas humanas son sustancias orgánicas,
y
pueden agruparse bajo el encabezamiento "vida". Esta categoría incluye
la preservación de la vida: los llamados "asuntos de vida o muerte". Tam-
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Fundaci\363n Speiro

JQSE MIGUEL SBRRANO·,'RUIZ..CA.LDERON
Aunque, en primera instancia, parezca contradictorio no todos
consideran que la vida humana sea un bien, de hecho
. buena
parte de la discusión central en
to.do el mundo durante los últi­
mos meses
se. ha desarrollado sobre argumentos que, en cierto
sentido, que
luego matizarenios,,consideran a la vida humana un
mal. Y me estoy refiriendo
a. buena parte de las propuestas que
intentaron pasarse en la conferencia
de El Cairo contra la pobla­
ción y
. el · desarrollo.. Desde las perspectiva que contemplamos
caben
.dos argumentaciones sobre la vida; la primera es que. un
desarrollo ilimitado del crecimiento demográfico produce un mal
para la población que existe,
es decir, para la vida. Esta argu­
mentación, muy vigente en los organismos ll1ternacionales, con­
sidera que la, vida humana .es uri bien pero matiza que ciertas
formas de desarrollo
demográfico, són. ,perjudicihles, más bien,
que el desarrollo demográfico
al multiplicar las bocas divide los
recursos. Este temor frente a
todo crecimiento de población re­
cuerda la actitud de los vendedores. de velas ante la llegada de
la luz eléctrica.
No hemos entrado todavía en la valoración de cada vida
hu­
mana, ni en la observación inoral de las diversas acciones respecto
a ella;
sencillamente. valoramos la vida. Mezclada en las argumen­
taciones con esta posición aparece
la. que procede del ecologismo
bién abarca otros aspectos de la vida, tales como la salud, la seguridad y
prevención o curación del dolor. Aquí se incluyen la procreación, la gene­
raci6n de una nueva vida ·y la crianza de los niños, ya que una pareja no
puede-desear tener un bebé más que por la voluntad de continuar con la
vids ... •. G. GRISEZ y R. S!lAw, Ser persona, Rialp, Madrid, 1993, pág. 81.
Y también: «Al considerar los moti.vos últimos por los que actuamos desde
un punto de vista psicológico, podemos encontrar diversas categorías de
necesidades humanas básicas. Son más amplias que los objetos específicos
de las .tendencias fisiológicas que Se satisfacen por medio de la conducta
instintiva. Estamos interesados, por ejemplo, no sólo en satisfacer el ham­
bre y la sed, en: evitar las amenazas físicas in,mediatás, etc., sino también
en conservar la vida, la salud física y mental, y en conseguir una situaci6n
de seguridad. Si consideramos las necesidades humanas básicas de esta ma­
nera:, ·encontraremos las categorías del bien por el que podemos actuar»;
G . .GRISEZ, -«El aborto, mitos, realidades y argumentos», Sígueme, Salaman­
ca, 1972, pág. 472.
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Fundaci\363n Speiro

~A _F,4.MILl,!l AN'J;'E LA. BIOTECNOLOGIA.
radical y que, utilizado en .. sus argumentaciones suaves por los
neomaltusil!l}Ístas, tiene una raíz ideológica diversa.
Los ecologistas, ,fuertemente influenciados por el panteísmo,
contemplan
la actividad humana y su presente funcionamiento
e.orno un mal. Esta actitud subyace a su nula valoración' del·paisa­
je humano en
sus posiciones (26)". La tragedia. del ecologismo .es
que no hay ningún argumento natural que justifique su actitud.
Es decir, los ecologistas manejan .argumentos morales para jus­
tificar
la no interferencia, pero, o se encuentra un, elemento
superior y
armonizador de ambas posiciones, por .ejemplo Dios,
que estructura
y jerarquiza el mundo humano y animal, o nos
encontramos
con un ,siosentido, ¿En nombre de qué el animalista
se . convierte en un espectador neutral frente a la . actividad • hu­
mana? ¿ En nombre de que establece una valoración de un mun­
do natural
d~pojado de lo humano? Desde una . perspectiva
puramente natural que unas
especies desplacen a otras, incluso a
todas, modificando el entorno a su necesidad ·«natural», no es en
(26) La contradicción interna d.el ecologismo es. radical pero en su par­
ticular· desenvolvimiénto no parete afectarle: «ROto el "equilibrio ecoló­
gico", he aquí que la Tierra..·.se demuestra propicia pata .su restablecimiento,
en .:bien de los "_iniciados" (~logis~). Estos celebrar~ los ritas (prcr
cesiones de protestas, manifestaciones contra los vertidos nucleares, ~rojar
rosas al mar, quizás comidas. vegetarianas) y;, en cambio, ''experimentarán_"
la "respuesta" de _la G~ madre. ·s·e;·sentirán "puros,, al combatir a ·ios
profanadores de la tierra_;· del' mar y del aire. Todo esto no puede realizarse
sin una cierta "lngenuidad"; no ·en vano es-algo que se da "después" que
el hombre ba creído, durante ,iglos, que era el dominador· de la naturaleza,
que la ciencia había dado ya con todas· las claves. De ahí el sahor "primi-.
tivo." y casi infantil de muchas demosttacion~ de ecol~smo._ Infantil no
en sentido peyorativo; al contrario, hace falta· _valor en· una. época aún pre­
dominanten:iente racionalista, para defender lo· imposible, la "pureza origi­
narían, la tierra incontaminada, la ''vuelta a un mundo en el que las fuen..c
tes de energía eran la fuerza humana; la animal, el-agua_y el viento".-La
"creencia ecol6gica" se encuentra, de este modo, en una situaci6n contra*
dictarla: utilizará altavoces (energía eléctrica) para hacerse oir; quizá querrá
participar en los ''misterios11 de la electrónica para llevar el niénsaje al
mayor número de personas». RAFAEL GóMEZ PtREz, Los nuevos dioses,
Ríalp, Madrid, 1986, p,lg. 121.
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JOSE MIGUEL SERRANO RUIZ-CAL'DERON
absoluto criticable; máxime cuando esto es puramente constata­
ble no evaluable. Sólo desde una perspectiva estrictamente pan­
teísta el hombre puede sentarse a valorar
la naturaleza frente a
sí mismo, no ahora con el sobrecogimiento
dce temor del principio
sino con
la comniseración del que mira a un anciano moribundo.
Desde esta perspectiva,
el panteísmo crea un proceso de auto­
disolución que exige una deificación externa, un proceso ·fuerte­
mente antiracional, pero, como es. también evidente, fuertemente
antinatural, no hay . focas panteístas. Aquí terminamos valorando
toda vida, salvo al parecer la vida humana, sin ninguna justifica­
ción verosímil.
Es necesario precisar-que, -de nuevo, decir ecologismo, es
decir muy poco, en cuanto bajo esta bandera se agrupan posicio­
nes diversas y hasta opuestas. Se unen en su actuación y funda­
mentación antihumana,
y se distinguen en su justificación teórica
el Maltusianismo, la denominada:
Deep Ecology y el sociobiolo­
gismo: Todos
.se mezclan en diversas dosis en los combinados
que nos ofrecen los medios, y todos sirven para preveer la
ca­
tástrofe que nos amenaza, imputar moralmente la misma o ga­
rantizar la superioridad del destino del hombre blanco (y de
algunos amarillos) a la hora de garantizar la supervivencia del
planeta. De esta forma el ecologismo radical y antihumanista
se 'encuentra con la tecnocracia maquinista en una, de nuevo,
poco sorprendente unión de los contrarios. En palabras de Jesús
Ballesteros: «Como vemos, en
la. tecnocracia se hace hincapié en
la producción
y en el individualismo; en la sociobiología, en las
armas
y en los genes. Pero las propuestas concretas pueden con­
verger en lo peor: la inevitabilidad de los complejos militares
industriales
y el neomaltusianismo. Los socialdarwinistas tienden,
como vemos, al
detcerminismo genético y coinciden totalmente
con
los tecnócratas en lo que se refiere al egoísmo humano, que
consideran inevitable y fuente de bienes
en ambos casos, aunque
por modos diversos.
Resumiendo, las posturas biocéntricas olvidan la diferencia
cualitativa del hombre consistente en su mayor movilidad
res­
pecto al vegetal y al animal, así como en su posibilidad de culti-
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LA FAMILIA ANTE LA .BIOTECNOLOGIA
var la naturaleza y administrarla cuidadosamente. Por ello recha­
zan que la principia! riqueza biol6gica sea el. hombre» (27),
Cuesti6n aparte
es observar hasta que punto en corrientes
pseudoecol6gicas
de fuerte implantación contemporánea · no ob­
servamos, bajo la capa de novedad, la reaparición de viejas corrien­
tes que desplazan la consideración del cristianismo y su enseñanza
moral
al campo de la vulgarización de una común religión mis­
térica, tentación presente en la historia de la religión y que ha
sido recientemente criticada por voz autorizada (28).
En algún punto el panteísmo ecologista encuentra al nihilis­
mo, mucho
más coherente, e idénticamente enemigo de la vida
humana (29). Este aspecto
ha sido especialmente analizado por
el iusfilósofo italiano Francesco D'Agostino, especialmente en el
Kirillov de Dostoievskij, donde la autoliberaci6n culmina en
el
abandono de la mayor muestra de la esclavitud biológica, esto es
de la capacidad reproductiva. Escuchemos al italiano: «Quiere
demostrar a
la humanidad que ésta ha alcanzado la propia ple­
nitud
y que, por consiguiente, debe dejarse invadir por la con-
(27) JESÚS BAl.LESTERos, Ecologismo personalista, Tecnos, Madrid,
1995, págs. 32-33.
(28) «Cuestión aparte es el renacimiento de las antiguas ideas gnósticas
en la forma de la llamada New. Age. No debemos engaliamos pensando
que ese movimiento pueda llevar a una renovación de la religión. Es sola­
mente un nuevo modo de practicar la gnosis, es· decir, esa postura del
espíriru. que, en nombre de un profundo conocimiento de Dios, acaba por
tergiversar Su-Palabra sustituyéndola por palabras que son solamente hu­
manas». JuAN PABLO II, Cruzando el umbral de la esperanza, Plaza y Janes,
Barcelona, 1994, págs. 103-104.
(29) Debemos precisar que es posible, y necesario, realizar un enfoque
valorativo
del problema ecológico que no sea antihumanista; de nuevo no
se ha encontrado mejor forma de adjetivarlo que con el repetido hasta la
saciedad «personalista» (BALLESTEROS, Ecologismo personalista, Madrid,
1995). La forma en que el personalista, de nuevo si eso quiere decir algo,
contempla el problema ecológico no es idéntica a la concesión a la moda
que
consiti:r:l'.a en traer al primer plano el problema ecológico moderándolo
con
el personalismo. Es lo que va del sujeto que contempla la realidad
que le rodea al militante parcialista al que nos · acusnunbra la S'Ociedad plu­
ralista,
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Fundaci\363n Speiro

JOSE MIGUEL SERRANO RUIZ-CALDERON
ciencia de esa responsabilidad: y una humanidad que ha alcanza­
do
s=iante • estado no puede seguir entreteniéndose con juegos
biol6gicos, como el de
la procreaci6n, que, en fin de cuentas, la
humillan. La experiencia nos demuestra que la exigencia de
procrear no
es en absoluto irreprimible; si lo fuera, si no pudiera
contenerse constituiría un escándalo ineludible:
la señal de que,
en contra. de lo que se pretende, la plenitud se encuentra todavía
muy lejos y s6lo
la logrará, si se logra alguna vez, una descen­
dencia muy remota.
Sabemos que el suicidio es la idea fija · de Kirillov: es un
siucidio metafísico
-,fruto de · una elecci6n absolutamente libre
y, en virtud de ese carácter absoluto, verdaderamente
"divina"-,,
descubre él la única posibilidad con que el hombre cuenta para
alzarse hasta la conquista de
lo absoluto. En realidad, a un Kiri­
llov transformado en apóstol del sucidio le resulta plenamente
coherente hacerse también ap6stol de
la esterilidad voluntaria, si
ésta se entiende como
la única indicación . adecuada de· que por
fin los seres, humanos han alcanzado el , estado paradisíaco: los
ángeles del
cielo» (30).
La afirmación del nihilismo, lo que parece una contradicción
en los términos, exige un grado
ele cohérencia y un cierto tipo
de heroísmo desesperado, muy cQmentado por
la literatura y que
constituye, quizás, su único atractivo
(31). Pero es evidente que
(30) Flw milia, Rialp, Madrid, 1991; págs. 10-11 . .En.fin de cuentas, todo se man­
tiene en pie conjuntamente: _para Kirillov, negarse a la fecundidad equivale
a
afumar el suicidio como única prueba empírica de que es el hombre,
alcanzada la responsabilidad de ser Dios, goza de su misma "terrible liber­
tadn;-equivale a proclamar el nuevo y absoluto dogma: "La vida existe,
pero la muerte no existe -de hecho". En efecto, procrear significa dar en­
trada a núevas vidas y, por lo mismo. renunciar. (Con conciencia o sin
ella, eso no importa) al-propio espacio vital; significa aceptar como cons­
titutiva: la propia temporalidad; significa _creer más en la muerte que en
la vida. Por el contrario, renuncllir a la procreación significa afirmar que,
en
·]a propia identidad personal, la experiencia humana ha llegado a su
conclusión. Significa reconocerse como Dios».
(31) El propio genealogismo Nietschiaoo, al eotrar eo discusión con
otras tradiciones morales se convencionaliza, incluso acepta los elogios del
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LA FAMILIA A'NTE LA 'BIOTECNOLOGIA
nuestra época no está para heroísmos, para la asunción de los
riesgos de la propia posición;
de esta forma, lo que tenemos es
esa peculiar forma de vida que ha . sido calificada de «nihilismo
antiheroico»,
y para el que esta misma reflexión que describimos,
y la asunción de las conclusiones, carece de sentido (32).
En coherencia con el sinsentido de. esta posición, en este mo­
mento nuestra sociedad no. afirma el sinvalor de la vida humana,
sencillamente vive como si esta vida no tuviese valor. No pole­
miza sobre la afirmación, sencillamente adopta posiciones en las
que el valor de la vida
es ignorado, como en la amplia tolerancia
de aborto
y eutanasia. Estos datos son .sintomáticos de algo más
grave, nuestra comunidad,
perdón ¿he dicho comunidad? 110 se
organiza para acoger las nuevas vidas,
no-considera la permanen­
cia de la propia
sociedad, la transmisión de valores, de tradiciones,
el esfuerzo superador como uno de $US objetivos, Nuestra socie­
dad, como se ha dicho· recientemente, sólo es apta, .sólo acoge a
adultos
infantili:zados. Sé organiza como si nadie más que ellos
tuviesen valor o incluso presencia.
De esta forma, la propia men­
ción de
los términos que hemos incluido en el _título de la. con­
ferencia carece de sentido para buena
. parte de nuestros conciu-
odiado mundo· -académicd; y e,:leúe.ritta las ventajas, e' incon~entes.. ·del
resto de las traclici'ones morales. Véase, a: estos eÍectQs lo dicho por -MAcIN­
TYRE en Tres versiones rivales de la Etica, Rialp, Madrid, 1992, especial­
mente
en el capítulo 11. Se me acusará de leer a Nietsche criri los ójos de
Macintyre, pero, claro, :uno ,no 'puede sustraerse a su ·.proj;,ia Tradición.
(32) «No es la primera vez que-una generación consideta imposible
seguir creyendo en las 'verdades que le legaron sUS. mayores. La misma
modernidad naci6 con una crisis de
convicciones_-nniy semejante. Recorde­
mos que
DescarteS llegó a· afirmar · é¡ue sería conveniente destruir todas las
bibliotecas, debido a los
errores y supersticiones que contenían . los libros
antiguos. Pero eso le creó tal . angustia- que. se apresuró a buscar :una nueva
fundamentación, que
él crey6 encontrar en él-famosos "cogito, · ergo sum".
Los postmodernos, en cambio, prefieren vivir en la .desfundamentación
del pensamiento .. No sólo consideran que las convicciones firmes que die­
ron seguridad y razones para vivir a la:s geheraciones pasadas han desapa­
recido para siempre, sino que aceptan el hechó sin derramar una sola
lágrima,. con jovial osadía». LUIS Go'NZALEZ-CARVAJAL, Ideas :v creencias
del hombre actual, Sal Terrae, Santander, 1991, pág. 168.
,957
Fundaci\363n Speiro

/OSE MIGUEL SERRANO RUIZ-CALDERON
dadanos. ¿Familia y vida? ¡Pero si aquí no se trata de eso! Se
trata de vivir, afirmar sensaciones, tener éxito y, sobre todo, de
«provocar» como medio del proceso de liberación de todo, salvo
del
más brutal de los egoísmos (JJ).
Este proceso de autodestrucción inherente a la marcha radi­
cal hacia
la autonomía encuentra su expresión más definitiva en
la reactualización de la obra del Marqués de Sade, de forma qne
de
la Ilustración, a la postre, y olvidados los cantos a la igualdad
y sobre todo a la fraternidad, resto cristiano en la revolución,
sólo nos quedan los libertinos.
La sociedad opulenta, con su para­
digma en Sade, elimina cualquier resto religioso, y consecuente­
mente, cualquier vestigio de
la dignidad del hombre. En palabras
de Augusto del Noce: «Cuando hablamos
de la significación mo­
ral que. la ciencia puede asumir; estamos dando por sentado que
esiá presente en el hombre
un principio ideal que constitoye fin
en sí mismo. Si, en cambio, pensáramos desaparecido todo nuevo
rastro de valores permanentes, si redujéramos al hombre a su
pura dim@sión científica y técnica, no se comprende por qué no
deberá valer lo que afirmó;
hace ya· muchos años, Adorno a pro­
pósito de Juliette en
la obra de Sade: que esa mujer encarna
exactamente
el tipo de quien cree solamente en la ciencia; más
aún, que ella opera con la semántica y la sintaxis lógica como el
positivista más moderno» ·(34).
(33) Esta· situación no es contradictoria con el hecho de que nuestro
Derecho
se· haya weltó '. puerocéntrico, en cuanto, «En un contexto :&i.milia.r
cambiante el punto de referencia más estable suele-ser d niño». RAFAEL
NAVARRO VALLs, op. cit.,. p,ig, 51.
(34) AuousTo DEL NocE, Agonia de la sociedad opulenta, Eunsa, Pam­
plona, 1979, pág. 29. Como precursor de un anarquismo disociador, con­
sidera al Marqués Cárlos Dfaz cuando afirma: «Precursor de las tendencias
nietscheanas, y
heredero de ciertas corrientes prometeícas anteriores, Sade
identifica a los débiles con los -perecederos, á los pretendidamente buen.os
con esclavos, a los morales con falsarios; en suma, a los cooperadores con
aspirruites inconfesos de poderlo. De alú que se postule· destapar d salva­
jismo, llevar hasta el fondo 108 instintos; caiga quien caiga. La obra de Sade
en ·cuanto que expresión de "fuerzan se cortvierte en brutalidad, resaltando
-acaso de forma. provocativa. pero no irreal-lo que puede llegar a set
958
Fundaci\363n Speiro

LA: FAMILIA ANTE LA BIOTECNOLOGIA.
Los presentes pueden sentirse escandalizados, por tan rotunda
afirmación al apreciar que en nuestra sociedad siguen naciendo
niños y observar el enorme esfuerzo que se emplea
. en malcriar­
los, cierto que cada vez _menos, que aunque esos niños son acogi­
dos, lo son por sus familias y cada vez con mayores dificultades,
pese
al hecho de que cada vez la renta para recibirlos parece
mayor. De nuevo la respuesta a la paradoja se encuentra en la
discrepancia del modelo dominante respecto a lo que pretende
buena parte de la gente;
es más, desde su agresividad respecto a
anhelos profundamente inscritos en la propia n.aturaleza humana.
En definitiva, seguimos teniendo niños en una. comunidad que
parece no preocuparse de su bien como personas
y que se mani­
fiesta agresiva respecto al ámbito
de recepción .de estas personas.
Considerando que los· seres
tienden a la vida y a la perpetua­
ción, y que este
es su bien, observamos en los diversos seres de
la naturaleza un diverso cumplimiento de esta función, cumpli­
miento que
alcanza su objeto para cada especie. En el hombre
se ha observado esta tendencia, fuertemente unida a la pulsíón
sexual,
pero se ha. descrito también oomo la tendencia instintiva,
no es suficiente como elemento interpretativo de nuestra actua­
ción (35).
Si algo podemos derivar de la etología aplicada a 1a
una libertad entendida como _ aliedad». CARI.os DfAz, Contra Prometeo,
Encuentro, Madrid, 1991, pág. 10}.
05) «La soxualidad de los hombres no es simplemente un hecho de
la natntaleza humana que deba observarse, desde fuera, como las realida­
das observadas. La experiencia -antes qtie se analice o comprenda--,;.. la
manifiesta
como una tendencia diruúnica· o un impulso de riuestro interior.
La
sentimos como algo que nos impulsa hacia el amor y el afecto a otras
personas.
También la sentimos como l.J.rul inclinación dinámica cargada de
un significado · existencial, en cuanto que inclina hacia el ser o existencia
de toda especie humana, mediante la procreaci6n de nuevos set'eS., Es obvio
que la sexualidad sentida de esta forma, tiene un componente específica­
mente genital, por el que se distingue de la sexualidad genérica, aunque
ciertamente, no esté separada de aquella. Porque la persona humana es un
ser dotado
de sexualidad y genitalidad, es natural que respete los valores
de ese tipo que_ se dQ.n en otras personas, particularmente en las del sexo
opuesto». LAWLER, BoYLE y MAY, Etica sexual, Eunsa; Pamplona, l992,
pág, 224.
959
Fundaci\363n Speiro

JOSE MIGUEL SERRANO RUIZ-CALDERON
experiencia húmana es su inutilidad, salvo para demostrar, si esto
tuviese necesidad de demostrarse, la radical diversidad entre el
hombre y
el animal (36).
· En efecto, el ámbito de recepción de la vida humana reúne
una serie de condicionantes que cifran su éxito en un permanente
esfuerzo de adaptación a la propia realidad humana,
es decir, a
su valor como· persona. Cierto es que esta· valoración ha tardado
en ser· generalmente aceptada y no hemos en observar sus im­
plicaciones i y probablemente no hayamos tenido el coraje de
percibir todas ellas, pero, desde luego, una
vez que se ha descu­
bierto no parece que podamos actuar como si esto no ·hubiese
sucedido nunca.
La peculiaridad 'del análisis realista, básico . para entender la
tradición a la
qué nos referimos, es que comienza en una obser­
vación
extraordinariamente sencilla que, sin razón, ha sido acusa­
da en la modernidad de naturalista. La perpetúación de la especie
humana
requiere la maternidad, .Pero la peculiaridad más inme­
diáta del hombre respecto al animal es el largo proceso de cuidado
que requiere para llegar a la madurez;
en este sentido, es· clara­
mente
llamativo que la incapacidad en las primeras fases de· la
:vida está fuertmente vincúlada ·a. la superiotidd del animal · que
consideramos,
hasta llegar a los mamíferos y finalmente al hombre.
El
terriblé esfuerzo de · mantenimiento y preparación del su­
jeto humano hace .que no baste la mujer pata áepmeter por sí sola
este proceso, situación. qu~ pÓr cierto no es.' exclusiva de. nuestra
especie.
La. sociedad humana de~ rendir amparo a la misma du­
rante la gravidez y también dotante la crianza de los hijos. Por
esó
el sujéto humano requiere la colaboración en el man.tenimien­
to de los hijos por parte del padre, no de forma circunstancial;
sino permanent~enie (37). Así del bien· de la vida y de la nece-
(36) Una fundanie!ltaci6n de-mi pOSttii-a en este tema, _en JosÉ MIGUEL
·SERRANO, En torno a la etología. -ACerca dé la obra de K'Ontad Z. Lorenz,
«Decadencia 'de lo humano. Un ensayo sober el· présente y futuro de la­
Humaríidad», RetJista General de Legislaci6n y Juris-prudencia, febrero,
1986, págs: 223-254.
(37) «En este acto de autodeterminación, y por medio de él, se dan a
960
Fundaci\363n Speiro

LA FAMILIA A•NTE LA-B10TECNOLOG(A
sidad del n1no que surge describimos la familia monogámica y
estable, basada
en d matrimonio (38).
Y esta institución perfilada a lo largo de los
siglos encuentra
en
d derecho decisivo apoyo para su · definición. Matrimonio
previo
al encuentro entre los esposos, para· gatantizat Ja legitimi­
dad de los hijos, para asegurar su mantenimiento, d ltigar donde
van a encontrarse (39). Regulación de
los bienes aportados al
sí mismos una nueva identidad: el. hombre se convierte en el marido de la.
mujer, y dla se ~~vierte en SU esp0sa, y juntó~ Sé. con.vierten en 'córiytlges::
Con anterioridad al acto de otorgar el libre conseiltimien-ttt COn · - carácter
irrevocable, en el que renuncian a. todos los-dffi!áS, para entregarse exclu­
sivamente
al otro, el hombre y la mujer viven su propia vida, independien­
teÍnente; pero-desde entonces urien .de·· tal =tnanet* sus vidas, formando ·una
comunidad tan íntima y total, qué puede decirse de ellos que tieo.en una
misma vida y son una . sola carne>.· LAWLEil, Bo·YLE y MAY, Etic.a sexual-,
Eunsa, Pamplona, 1992, págs. 235-236.
(38) «De los primeros principios resulta, según Santo Tomás de Aquino:
-La "coniuncto máris et" feminae", "tjuae naturáe oínnis ·animalia
dOcui"; es decir, la com:utlic8.ción ·inte:rsexual, ·que· es--"natural ·a. todos·lOS
animales"
por lo cual el·"COncubitus -rilasculorum{': '~Specialitet diéitur vitiuiri
contra
naturam" y así "el macho se acomoda a la he:tllbi:a para engendrar
c1e·e11a".
y qiie los padres deben alimentar a los hijos y educailos, como ''.la rui ..
turaleza ha enseñado a todos·-los animales", si bi~ con ·el elemento· dife ..
rencial, "cuya virtud· la ·especie humana: sobrepuja al género en·cuanti:,·es
racional";
...
Consecuentemente, con esa perspectiva más elemental · resulta!
-Del primer principio: que es lícito el matrimonio entre el varón y
la hembra --e, -inversamente, diversas obvias ilicitudes· contra natura.:-; y
el segundo, que es ilícito no sólo abandonar y no alimentar a ·la Prole, sino
no educarla adecuadaineiite». · Este-'excelénte reSumen -eStá: · toma.do· dé JUAN
VALLBT DE GoYTISOLO, «El matrimonió y el derecho ·hatui:al», · en La· fa­
milia. Sus problemas actuales, Speiro, Madrid, 1980, págs. 53-54.
(39) C.on Caffa:rra , «Poiché solo-:n .· matrimonio assiCU!a un esercizio
della sessualitá umana scinplicemente utilano, un esercizió · cioé che ne
realizza la bontá essenziille, é grave dovere della legge civile difendetlo e
promuovérlo contro ogni' · tentatiVO di ·oscurarne Nntiina bontá" e dignitá:
Cio deve essett, fatto, almeno, difendendone . l'indissolubilitá e rifiutahdo·
ogni forma -di eqúiparazione delle · · "libeicf · conviveiize" al · inatrimonio le:
gittimo». Etica generale della sesiuálitá, AreS/Mí.hmo; 1991; págs,· 86-87;
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JOSE MIGUEL SERRANO -RUIZ-CALDERON
matrimonio que garanti2en el mantenimiento de la mujer en las
épocas en que estaba
excl,µda del circuito productivo general, o
en las actuales circunstancias que ayuden a cubrir el indudable
sacrificio
· que constituye · la crianza de los· hijos. Institución de la
herencia
. que garantice la sucesión · de !os bienes en el interior
.de la comunidad familiar y que permitan )a .base de las .nuevas
familias, tránsito
.de qnas a otras que aunque relativamente trau­
mático supone el mantenimiento de la cadena de la vida. Mante­
nimiento del vínculo cuando el sacrificio que supone la crianza
de los hijos traducido en indudable pérdida física disminuye el
atractivo
puramente sexual ( 40). Solidaridad en la vejez, primero
entre
los esposos, luego de los hijos hacia ellos (41).
(40) Evidentemente la indisolubilidad, surge de la dignidad de los
esposos, de
la naturale,a de la unión de los mismos, y no de UJ1 cálculo
utilitario. Respecto al rigor de la indisolubilidad el «Catecismo de la Iglesia
Católica» dice en el punto 1615 que «Esta .insistencia, inequívoca, en la
indisolubilidad del vínculo matrimonial pudo causar perplejidad y aparecer
como
una exigencia irrealizable (Cf. Mt. 19, 10). Sin embargo, Jesús no
impuso a los esposos una carga imposible de llevar y demasiado pesada
(Cf; Mt. n; 29-30), más pesada que la Ley de Moisés. Viniendo para res­
tablecer el orden inicial de la creación perturbado por el pecado, da la fuer­
za y la gracia para vivir el matrimonio en la dimensión nueva del Reíno
de Dios. -Siguiendo a Crist~ renunciando a sí mismo, tomando sobre sí sus
cruces (Cf. Mt. 8, 34), los esposos podrán comprender (Cf. Mt. 19, 11) el
sentido original del matrimonio y-vivirlo con la ayuda de Cristo. Esta gracia
del Matrimonio cristiano es un fruto de la Cruz de Cristo, fuente de toda
la vida cristiana».
(41) De esta forma el matrinioriio, se institucionaliza con los rasgos
que lo han caracterizado
·entre riosotros· a lo largo de un· esfuerzo de siglos,
compitiendo· ·con otras· formas que en la .argumentación que estamos ma­
nejando resultan más imperfectas. Este esfuerzo es debido fundamentalmente
a
·la, Iglesia. «En lo que a la Iglesia concieri:t.e .es evidente que siempre
deseó que
él consehtimiento matrimonial_ -dotado en su concepción· de
una fuerza pacticia indudable---:-se insertase en un contexto litúrgico. De
este modo, al tiempo que subrayaba su trascendencia y lo ponía al abrigo
de co_acciones, ayudaba a distinguirlo· del concubinato, lo defendía de situa­
ciones· pasionales e · irreflexivas, hada posible la 1ocalizaci6n de situaciones
de bigamia, amparaba la legitimidad de·· los hijos, sostenía el vínculo· ante
roturas injustificadas
y hada posible la denuncia de· situaciones· de adulterio».
RAFAEL. NAVARRO~VALLS, -0/j_; cit., 'pág. ·29_
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-'LX 'FAMlLlA' ANTE LA BIOTECNOLOGIA
La peculiaridad del análisis personalista es que de la realidad
personal
se deriva una situaci6n completamente excepcional de
lo humano respecto al resto
del mundo natural. La metafísica de
la persona afecta a las realidades dependientes de la propia per­
sona de forma que
se lleva a cabo lo que se ha denominado una
personalizaci6n
del entero obrar humano. De esta forma, y desde
la perspectiva personalista -en la opci6n metafísica que veni­
mos sosteniendo--,
la familia es el ámbito fundado por el ·amor
conyugal, que crea una uni6n -la única uniófr-'-digna de la
persona, así: «El amor entre los esposos se configura, constituti­
vamente, como delección recíproca
eri.tre un hombre y una mu­
jer en cuanto tales, en cuanto dotados de masculinidad y femini­
nidad;
y esta peculiaridad -exclusiva del amor mutuo entre
personas unidas en matrimonio-- deja. su impronta estructural
en todas
y cada una de las manifestaciones del afecto entre los
cónyuges. Este es, por tanto, en indisoluble unidad amor-conyu­
gal: un particular-amor-de-amistad que no resulta de
la mera
adici6n, sino
de la integración mutua -y recíprocamente modi.
ficadora-de la amistad y de la singularidad con que ésta es
vivida. dentro del matrimonio» (42) ..
De aquí derivaría la especificidad del amor conyugal carac­
terizado por ser una amistad plenamente humana, en la cual las
instancias operativas del sujeto «pueden elevarse hasta
!as· altu­
ras del amor estrictamente personal, humanizándose
o personali­
zándose, cuando el hombre se comporta libremente en consonancia
con lo que su naturaleza
y su mismo ser reclaman y tienden a
realizar;
y puede también -son los riesgos de la libertad parti­
cipada-degradarse hasta urt nivel semejante o inferior al ele los
animales irtacionales, oponiéndose entonces
y empeciendo la dig­
nidad propia de la persona» (43), también se caracteriza por ser
un amor específicamente conyugal, de forma que «el amor
con­
yugal es, riguros8?Jerite, amor entre personas sexuadas, cc:insideR
(42) .TOMÁS MELENDO, «Metafísica .del amor conyugal», Anthropotes,
1, 1991, pág. 15.
(43) TOMÁS MELENDO, «Metafísica del amor conyugal», op. cit., pág 16.
963
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/OSE MIGUEL .SERRANO RUIZ..cALDERON
radas como tales» (44); además el amor debe ser fiel, «poniendo
de manifiesto
la necesaria exclusividad -un hombre. y una mu­
jér-del amor entre los esposos» (45), el amor conyugal es
finalmente fecundo, pues . «lo que resulta patente que, por su
condici6n de dádiva total,
el amor entr.e los esposos ha de ser. fiel
y exclusivo. Pues bien, por la misma -razón ese cariño resulta,
normalmente, fecundo» ( 46).
Frente a esta opción,
k cultura dominante en nuestro mundo
afirma la
realización separada, individual de cada sujeto, la pul­
si6n romántica momentánea que
se traduce en la eterna adoles­
cencia o
más bien en la vejez prematura. Esta liberaci6n de todo,
incluso de sí mismo, ignora que
la realizaci6n de cada uno depen­
de de los demás, de que los · otros cumplan aquello a lo que se
comprometieron, no como sacrificio sino como realización de su
libertad. Así nuestro mundo se llena de víctimas, de hijos. que no
llegaron a nacer
·por interferir en la ausencia de proyecto de vida
en común de la pareja (47), de niños huérfanos de familias
des­
compuestas y recompuestas, de hombres y mujeres abandonados
cuando su imposibilidad de mantenerse en el juego semiadoles­
cente les hacia poco competitivos,
incapaces de alcanzar el nivel
(44) TOMÁS MBLENDO, ap. cit., pág. 17.
(45) TOMÁS MaLENDo, ap. cit., pág. 19 ..
(46) ToMÁS MBLooo, ap. cit., pág. 21.
(47) Esto dela perdurabilidad del matrimónio ha pasado de lugar co­
mún a creencia excepcional, en palabras de Francesco D' Agostino:· «Con
eguale semplicitá dobbiamo pero -amtnettere che questo senso della durata
non
e piú avvertito nella cultura di oggi, sta a liv_ello diffuso, di massa, sia
a livello di :riflessione intelletuale. II oonvincimento che il matrim911io sia,
per SU.a intrinseal ragione, destiri.ato a dµrare -al di la della volont8. arbi­
traria delle partí-· e-idea pl'Opria o.rmai solo -di settori parziali ·e minoritari
della pubblica
opinione o di ristretti gruppi confessionali. Nel nostro secolo
si
e ciQe verificatq · il pfü tq-tale rirntltamento del sen.so comune proprio
dell'ottocento,
quando ancora il giovane Marx (per fare un solo, celebre
esempio
), ripeteva, sulla scia di Hegel, il diffuso convincimento contra l'in~
set'"lione riella logica; inátr-imoni~e de1i'8i-bitrarieta ·soggettÍva». «Matrimonio
e indissolubilitá», en Diritto e seco!arizzazione, GiuffrC, Milano; 1982~ pá'.~
gina 134. . .
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U;EAMILIA. ANTE LA .BIOTECNOLOGIA
de satisfacción exigido .en «Hablemos de sexo» (48). En defini­
tiva víctimas; ¿pero de qué?
Del «amor» _podría decimos algún
romántico (49).
Es necesario destacar que si hay alguna tradición que se tome
en serio
el término amor, que tenga ten¡or reverencial a utilizarlo
en. vano esa · es la tradición cristiana. Al mismo tiempo esa misma
tradición ha expresado el amor. con palabras inigualables, que
expresan una experiencia irrepetible fuera -del propio contexto
cristiano, así en 1 Corintios
13 «Ya puedo hablar las lenguas de
los hombres y
de los ángeles que, sino tengo amor, no paso de
ser una campana ruidosá o unos platillos estridentes.
Y
a puedo hablar
inspir~dc:, y penetrar todo secreto y todo el
saber;
ya puedo tener toda la fe, hasta mover montañas que, si
no tengo amor,: no soy nada.
Ya puedo dar en limosnas todo lo-que tengo, ya puedo de­
jarme quemar vivo -que, si no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es paciefü:e, es áfable; el amor iw ti_ene envidia, no
se jacta ni se engríe:, p.9 ~S groS~O ·m .busca lq Suyó, ~º -se exaspera
( 48) Programa de _"I'elevisi6n .,¡paiíola, de infauoto recuerdo, vital para
el proceso de deseducad6n ··sexua1· enª Est,aíia, conducido ·por la reciente­
mente liberada Doctora. Ochoa, una de esas personas en España que. con-
~iguell (lue les -lfuinen dé>ctores. · -·
(49). Lí preemiriericia: -del-subjet:iVismo- tiene ·nefastas consecuencias,
en palabras
de NavattO.Valls: «De ahí que el suhjetivisnio actual; in:virtlendo
la tendencia histórica · de siglos, aunque en teoria acepte una regu]aci6n
jurídica del _matrimonio, en la práctica la -~ª• en el momento .n:ñsmo
eÍl que entre en contraste. con 1a rioción _de Derecho y libertad que mari.eja.
No llega a con1prende:t que e1 subjetivís:í:n~ exasperado se ~utottefut~, pie-­
cisamente por "no lograr, en el plano de los principios, garantizar aquella
total
liberta.el que. proclama como dere<;:ho de· -to.dos". En el fondo una
utop.í~ que, como_ ·tal, es contraria al_ .realismo». RAFAEL NAVARR_o:VALLS,
op; cit., «Del ·mismo· modo, _existe ·el :.PeÍigro de que-el sentimentalismo. y
los afectos superficiales hagan perder de vista la realidad y . lleven a no
respetar los bienes auténticos que están en juego en la actividad sexual. A
cáusa de ese impulso sentimental, es ·posible sentirse ,pronto a decir· "te
amo' cuando, en realidad, lo que se ama es el sentimiento de afecto y ardor
que p_roduce la presencia de una detetminada. persona» .. LAWLE, BoYLE .y
MAY, Etica sexual, Eun_sa,_ Pamplona, 1992, -pág. 225.
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/OSE MIGUEL SERRANO RUIZ-CALDERON
ni lleva cuentas del mal, no simpatiza con· la injusticia, simpatiza
con la verdad. Disculpa siempre, se fía siempre, espera siempre,
aguanta siempre.
El amor no falla nunca».
Nuestra propia actitud nace de
la sorpresa de haber sido
amados hasta el extremo, sin motivo, con una gratitud absoluta,
y paralelamente la angustia
de sabernos incapaces de merecer y
corresponder a tanto. Bella expresi6n de todo ello encontramos
en el soneto de Lope de Vega:
«¿Qué tengo
yo que rol amistad procuras?
¿Qué interés se.
te sigue, Jesús mío,
que a
mi. puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?
¡Oh, cuánto
fueron mis entrañas· duras
pues no
te abri! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el yelo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuantas
vecesd,ángel medecía;
"Alma, asómate ag9ra· a la ventana,
Verás · con cuánto -rurior llamar porfía"!,
¡y cuántas, hermosura soberana,
"Mañana le . __ ahrjremos", respondía,
para lo inismo responder mañana!».
· Como es sobradamente conocido la tradici6n cristiana refiere
en· el mismo Giénesis dos relatos de la Creación y dos relatos del
inicio
de la relaci6n entre el hombre y la mujer (50).
En el primero, la relación se establece del siguiente modo:
«Dios cteó
al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo cteÓ,
macho y hembra los cre6. Y Dios los bendijo diciendo "Sed pro-
(50) «La Sagrada· Escritura· se abre con el relato de la creación del
hombre y de la mujer a imagen' y semejanza de Dios (Gn. 1, 26-27) y se
cierra con la visión de las bodas del Cordero (Ap. 19, 7. 9). De uo ex­
tremo a otro la· Escritura habla del matrimonio y de su ·"misterion, de su
institución y del ·sentido que Dios le-dio, de su Origen y de su fih, de sus
realizaciones diversas a lo largo de la -historia de la salvación, de sus difi­
cultades nacidas del pecado y de··su renovación "en el Señor" (1 Co. 7, 39)
todo
ello en la Perspectiva· de la ·Nueva Alianza de Cristo y de la Iglesia
(cf. Ef. 5, 31-32)». Caiecismó de la Iglesia Católica, 1602.
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LA FAMiLIA-ANTE U-BIOTECNOLOGIA
líficos y multiplicaos, poblad la tierra y sometedla; . dominad
sobre los peces
del mar, sobre las aves del cielo y sobre cuantos
animales
se mueven sobre la tietta"» Gen., 1-26.
Sobre este texto
se construye lo que en la tetminología clásica
se ha denominado fin primario del matrimonio.
En el segundo texto, y respecto a. nuestro tema, se dice lo
siguiente: «Después: Yavé Dios dijo:
"No es bueno que el Hom­
bre esté solo; le haré una ayuda semejante a
él" . .. Entonces
Y avé Dios hizo caer sobre
el Hombre un sueño letárgico, y
mientras dormía tomó una de sus costillas, reponiendo
.carne en
su lugar; seguidamente de la costilla tomada al
hombre formó
Y
ayé Dios a la mujer y se la presentó al Hombre, quien exclamó:
''Esta si que es hueso de mis-huesos y carne de mi carne;
ésta sera 1lamada varona porque del varón ha sido tomada". Este
es el por qué el hombre
deja a su padre y

a su madre y se une
a su mujer,
y son los dos una sola carne», Gen., 2, 18, 19-24.
De aquí se toma la demoninación de mutuo auxilio entre los
cónyuges (51).
El texto
es revelador, mucho más que los comentarios que
podamos hacer
.al respecto. La llamada. a 'la unión matrimonial
surge de la identidad de los cónyuges y de la necesidad de com-
(51) Como ha explicado nuestro amigo Victorino Rodríguez «La so­
ciabilidad natural y amistosa tiene su primera realizaci6n en la familia,
"célula de la sociedad". Santo Tómás afirma que "el hombre es, por natu­
raleza, más animal conyugal que político" (In VIII Ehtic., lec. 12, n. 1720).
Este consorcio o· comuni6n de la pareja humana "en una sola carne" es
mucho más que corporal o biológica; es, ante todo, espiritual y amistosa,
altruista y
dadivosa; del ego con el alter ego. El fenómeno del enamora­
miento se expresa en el capítulo segundo del Génesis por el asombro que
experimentó Adán al encontrarse con Eva a su medida: hueso de sus huesos
y
carne de su carne. "La sexualidad mediante la cual el hombre y la mujer
se dan uno a otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es
algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona
humana en cuanto tal. Ella se realiza de tnodo verdaderamente humano,
SOiamente cuandO es parte integral del amor con el que el hombre y la
mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte"». (JUAN PA­
BLO II, Exhortación -Apostólica Familiaris consorcio, ·n. 11) VrcTORINO Ro­
DRÍGUEZ, «Año de la familia», Verbo, núm. 327-328, págs.-698-699.
-967
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IOSB MIGUEL SERRAN,.O .-R.lll_Z-C,4.I;.DBRQN
plementaci6n. La re~aci6n .del, sujeto surge en esta uni6n, que
es. en el sentido más estricto .. una uni6n amorosa. En ningún
lugar como este se produce una donación tan irrevocable, cuya
comprensión
ha luchado permanentemente contra la patrimonia­
lizaci6n por un lado y contra·
1a tendencia end6gena que evitaba
que
se dejase a su padre y a· su madre por otro .. En nuestros días
lucha contra la ausencia
· de donación que surge del encuentro
casual inmantenido, del «no logramos que esto funcione» tan
presente en las películas americanas que
marcan las tendencias
de
la ideología dominante (52),
Un lugar donde el ser humano. sea recibido, un hogar donde
se le valore por. sí mismo,. donde los . esposos se realicen en el
mutuo .encuentro, donde vean juntos crecet a los hijos y desde
donde vean
aparecet a los hijos de sus. hijos, como dice la entra­
ñable .bendici6n,. donde surjan los seres para la eternidad, una
sociedad donde
.este· hogar sea.posible,.donde se reconozca este
esfuerzo, donde
se cifre la esperanza de la. propia supervivencia,
esta
es la propuesta cristiana nada más y ni una coma menos (53).
(52) . La definición pretendida pone éri relaci6n los fines del matrimo­
nio. Es absurdo ·enfrenl:1tt~bs· ·o··"iÓ.tciital' suPrlmir'. alguno de ellOS··como se
ha pretendido en nu"esttos-dfas., A es.te respécto -dice J~lercq ~U,y· a ,done::
un lien de dépendance mutuelle tellement étroit entre l'union conjugale et
la fecóndite i;¡_u'U · est faux-de Jes: séparer_ et,. encere: pl'µS, ele-les opposer.
C'est l'amour :qui produit_ renfant, et l~ µ>nditions de la reproducti0n __ sont
d'autant plus patfaités que l'amout'. est _ plus parfait. entre les parents. Pour
les facilités de l'exposé, :on _peut bien distinguet l'/lfilour et la prpcréation
comme_ deux fins -distinctes,_ ~s .-la. clarté r~sque ck -tourner en. ol?scurité_,
comme il ar.rive souvent, p;ttcei que_ le désir de clarté améne á négligl!l'
certaines nuances et a fausser airisi l~s termes du probléme». '}ACQUES LE­
CLERCQ, «L~ns-.de droit naturel», III, La Famüle, ED Wesmael-Charlier;
4 ed., Namur, 1958, pág. 26,
(53) «La distinction entr_e le mariage, base de la. famille, et l'union
illégitime appelle une
intervention de la societé. La famille J;!.e put se dé­
velopper sans une_ reconnaissance_-sociale qui co~acre le lien unissant les
époux et
unis~ant·_Ies enfants aux parents. C'est la descendence ou l'ascen­
dance qui détermine avant -tout la personnalité· sociale de l1iomme~ L'enfant
n'a devant la société d'autre personnalité-prope que d'etre le fils ou la fille
de tel ou telle... Cette interv-ention de la collectivité ne crée cependant, ni
le mariage ni la_ fa:mille; elle se bo.rne 8 les re;onnaítre. La famille -est une
968
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U ,FAMIUA .ANTE /.,A. ... BIOTECJN,(}.l,,OGIA.
Es cuesti6n de observar como la tecnología, o eso que hoy
denominamos las nuevas tecnologías; puede incidir en el modelo
de familia que hemos presentado, Si la tecnología ha cambiado
el mundo contemporáneo, hasta casi liberar al hombre eu
la ver­
si6n optimista que tanto hemos oído, o enfrentarle con un in°
menso poder para bien o para
mal,. tantas veces para mal, se puede
sospechar que
la misma había de incidir en el ámbito familiar,
el más cercano al hombre.
En estas reuniones somos expertos, pues hemos tenido .gran­
des maestros, enver como la tecnología hecha ideología, que es
la tecnocracia, es capaz de incidir en el campo familiar (54). En
efecto, no hay raz6n para pensar que la tecnocracia que por de­
finici6n no encuentra
límites en su capacidad de gesti6n, . pues la
propia gesti6n universal ,es su propia raz6n de ser, iba a respetar
ningún ámbito de intimidad (55), toda vez quela propia gesti6n
tecnocrática elimina el tnismo concepto de intimidad respetable.
De esta forma, la tecnología gestionada por sus técnicos incide
en todas las formas imaginables sobre
el ámbito familiar (56) .
. Esta incidencia se produce por lo que, con acierto, .. se ha
denotninado la subsidiariedad al revés. Así la familia, de donde
institution de ,nature qui s'impose a la coll~vité, et en fait et en droit».
JACQUES LECLERCQ, ·«~ns· de ·nroit Naturel»', III, La Famille, 4 edición,
Wesmael-Charlier, Jilamur, 1958, pág. 34.
(54) Es de obligada cita la obra de nuestro amigo JUAN VALLBT DE
Go\'TISOLO, Ideología; praxis y mito de la tecnocracia,:Montecorvo, Madrid,
1975. Especialmente, en nuestro tema el Capítulo IV de la Sección tercera.
(55) <;::on acierto observa Rafael G6mez Péreiz aspectos aparentemente
inocentes de esta intromisión de los
iiestores. «Se puede recordar aquí la
proliferación de ·encuest~ sociológicas.· Algunos encuestadores tiend_en a crear
-sobre todo en las personas con menos nivel cultural o con poca práctica
en ·este tipo de
actividades-una especie de obligaci6n :natural a contestar
a
la preguntas, también-cuando, por _S'Q. formulación se _oponen a la, sensi­
bilidad de los encuestados». RAFAEL GóMEZ PÉREZ, «Problemas morales
de
la existencia humana», Magisterio, 4 ed.,_ 1987, pág. 189 . ,
(56) Sobre el tema, y en relación con el ámbito biotecnológico, véase
el trabajo de MARÍA DEL CARMEN FERN'ÁNDEZ DE LA CIGOÑA, «Bioética y
tecnocracia», en esta
mistna revistá., núm. 315-3-16, junio-julio-agosto 1993,
págs. 505-526.
1169
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/OSE MIGUEL' SERRANO RUIZ.CALDERON
surjen el sujeto y la comunidad, se convierte en el lugar que
recibe todo, entendiendo por este todo
la totalidad de las pre­
siones e influencias de
los demás ámbitos sociales. La comunidad
no gira alrededor del ámbito familiar, donde
el hombre encuen­
tra en primer lugar su sentido sino que la familia sufre una
co­
munidad organizada contra ella porque está organizada contra el
hombre. En este sentido,
la familia sufre especialmente la acción
de los planificadores, la mayor muestra de la tecnocracia, sus
sacerdotes
más conspicuos que han hecho voto de pobreza .ajena
y de castidad todavía más ajena ( en cuanto a obediencia no hace
falta
que voten ya votamos .nosotros).
Las tecnología, incluso en su traducción en el mito de «las
nuevas»,
ha propiciado la propia acción del planificador, en cuan­
to la hace creíble,
así el ordenador, por ejemplo, encubre la orden
en
el dato, y convierte al ordenante en adivino, sin collares, tú­
nica ni secretario, pero con un peligro cierto e inmediato. Recep­
tor
de todas estas órdenes es la familia, juguete de memos, víc­
tima de criminales ..
Característica de la nueva situación es que el tecnócrata · pre­
tcitde tener un. conocimiento preciso de la familia a través no de
su experiencia personal sino
de las peculiares ciencias que cons­
tituyen su sacerdocio. Nadie. espere
referencias familiares del
tecnócrata,
· a pesar de que todos tienen madre y algunos incluso
padre. De esta forma, una de las primeras
consecuencias. de la
nueva aplicación tecnológica es la reducción de la familia a objeto
de conocimiento científico, éon la característica de desmembra­
miento que tiene nuestra ciencia desde la revolución moderna.
Es sorprendente, que en esta época de supuesta protesta
con­
tra_ la vivisección, se tolere. que se viviseccione nuestra realidad
más íntima, como es la familia. Nadie reconocería en las descrip­
ciones de nuestros comentarios la propia realidad familiar, nadie
presupondría que esta realidad
es conocida por quienes tratan la
entidad hasta hacerla irreconocible, como quien
al rajar al. bicho
olvida que estaba vivo,
y procede a una descripción de su ser
inerte olvidando
la vida ya escapada, la función del mismo.
Todos acuden a la familia para estudiarla y reordenarla tras
970
Fundaci\363n Speiro

LA FAMILIA ANTE LA. BIOTECNOLOGIA
haber procedido a privarla de su especificidad; y. es aquí donde
se produce el doble fenómeno de manipulación y sustitución.
Manipulación
de todos los oficios terapéuticos que tan poco
curan,
y que tanto poder adquieren; así entran en la función
social
y la deforman, los antropólogos, los educadores sexuales,
los sociólogos, los pedagogos -sin. duda los peores de todos-los
psicólogos, de acá o de allá, e incluso los animadores de calle (57).
En este maremagnum no h_ay cantaautor ni cantamañanas ni ac­
triz despéndolada que no eche su cuarto a espadas, y. nos informe
sobre el mejor tipo de educación,
el próximo modelo sexual, el
régimen patrimonial o incluso la decoración de los hogares; por
cierto en la lista anterior
se me habían olvidado los decorado­
res (58).
Junto a
la manipulación t011emos la sustitución.. La sociedad
del bienestar junto con el Estado
totalitario, cada uno a su estilo,
han intentado seriamente
la sustitución de la familia a través del
medio técnico (59). La relación entre tecnología
y extensión del
(57) La ventaja de los oficios terapéuticos frente a los qominios más
propiamente gerenciales es que la actividad terapéutica se ve, en cien& me­
dida, controlada por· la propia contradicción de las escuelas a las que-inevi­
tablemente pertenecen los miembros
de este gremio tan influyente.
(58) En la lista que he enunciado, aunque ap,,rece algún esteta millo­
riario, -y algún gerente, incluyo, sobre todo, siguiendo la clasificación de
Macintyre, terapeutas. «El terapeuta también trata los fines como -~go
dado, como si estuvieran fuera de su-perspectiva; su compromi~ también
es técnicó, de eficacia en transformar los síntomas neqróticos en energía
dirigida; los individuos mal integrados en otros bien integrados.. Ni el
gerente
ni el terapeuta -en _Sus -papeles de. gerente y ~peuta, entran· ni
pueden entrar en debate moral. Se ven a sí µ:úsmos, y _son vistos por los que
los
miran con los mismos ojos, como figuras incontestables, que por sí
mismas se restringen a los dominios en dónde el acuerdo racional es posi­
ble, naturalmente desde su punto
de vista sobre el reino de los hechos; el
reino de los medios, d reino de la eficacia mensurable». ALASDAIR MA.cIN­
TYRE, Tras la virtud, Crítica, Barcelona~ 1987, págs. 48-49.
(59) Reveladoras, como en todo, son las pafabras de Chesterton: «Sé
que algunos reformadores ·sociales intentan evadir esta dificultad con algu­
nas vagas nociones sobre el Estado o sobre una abstracción llamada Educa­
ción, eliminando
así la función parentaL-Pero todo esto, como muchas ideas
de personas
sólidamente científicas, en lll1 espejismo descabellado que tiene
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IOSE MIGUEL SERRANO RUIZ-CALDERON
poder estatal está suficientemente documentada, no se hubiese
podido intentar el
enortne. esfuerzo de sustitución .de funciones
sociales sin los medios técnicos
y sobre todo sin la ideología que
proporcionaba
la «ciencia» entre comillas.
Esta ideología exige una doble cualidad, por un lado
la po­
sición del gerente (sujeto que gestiona la burocracia) debe pre­
sentarse como neutral desde
el punto de· vista moral, en cuanto
sujeta al individuo
al' objetivo· dado, es decir Io subordina y exige
adbesió:O., en segundo lugar se debe· admitir que· el gestionador
tiene un conocimiento «científico»
· que le permite preveer que
de
un estado de cosas y una acción subsiguiente se derivaría ne­
cesariamente un resultado o estado de cosas subsiguierite, ·que es,
obviamente, presentado como deseable ( 60). Es la posesión de
ciertos coriocimientcis lci que justifica la ácción de lo qué Macin-
la· consistencia de las fábulas. Está basadá en esa nueva y ei ción; la idea de que existen infinitos recursos de organización. Esta gente
pátece- pehsar que los oficiales crecen como la ,yerba o se reprodticen-como
conejos; Se· creen .que-existe-una .provisión sin fin de pel'SOnas asalariadas;
Y de' salario para estas· personas; y que han .d~ ·tomar sobre sus hombros
todo
lo que los seres humanos hacen naturalmente por .sí mismos, incluyendo
el cuidádo de los niños». •La desapatici6n del hogar», tomado de la An­
tología El amor o· lll · fueTza del· sino, .de A.LvA1to· ·»E SILVA, Rialp, Madrid;
1993, pág; 99.
( 60» «La apelación que el gerente hace a la eficacia descansa, por
Sllpues_to en ·su· 'pretensión de que posee un conjunto de COnocirnkntos por
medio de-los ci:.tales Pueden modelarse las · organizaciones y 'estructuras so­
ciales. Tal conocimiento puede incluir -un conjunto de. generalizaciones fac­
tual.es· a ·modo-de leyes, que permiten al gerente predecir que si tal Sl1ceso
o estado de cosaS de ciertO tipo ocurriera o se produjera, resultada tal otro
acontecimiento o estado
de hechos concreto. Sólo-esas cuasi-leyes· y gene­
ralizaciones podrían producir explicaciones causales concretas y predicciones
por
Medio -de-las que el gerente podría modelar; influir y contrcilar el en­
torno social. Así, hay -dos· partes de las pretensionés del gerente cuya. auto-·
cldad está peridiente de justificación. La -primera concierne a. la existencia
de un-campo de hechos moralmente neutral,-en-el que·el gerente es experto.
La otra concierne a las cuasi-leyes y
generalizaciones y sus aplicaciones a
casos concretos, derivadas del estudio· de éste carhpo». AiAsDAIR MAcmTYRE,
Tras la vi,túd, Crítica, Borcelona, 1987, págs. 104-105.
972
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LA . FAMILIA ANTB LA BIOTECN0-LOGIA
tyre denomina gerente y nosotros llevamos tiempo identificando
como tecnócrata.
Ahora bien,
es un dato conocido, pero del que no se ,ba)J.
extraído todas las consecuencias, que las generalizaciohes de las
ciencias sociales no poseen poder predictivo; y no ha sido sufi­
cientemente imputado el
cuenta de
él pasando a la condición de ejercicio cettado ( 61).
No nos vamos a
referir a la relación entre industrialización
y Estado totalitario,
preferimos. referirnos al proceso iniciado $
el Estado del bienestar (62). ·
( 61) Esto afecta de forma J?lás radical a una teoría cuanto inayor Se~
su complejidad, teniendo en cuenta ·además que la enunciación de leye$-ge.
nerales es inevitable. «Naturalt:nerit:e, si la ciencia social -no presen~, · Sl,15
hallazgos en forma de causi-leyes o generalizaciones, los fundamentos. para
emplear _a científicos sociales como consej_~, ~pe1:005 _d~ gobierno .o de
las. empresas privadas se: hacen oscuros y la noci~ _misrµa c;:le .Pe:ficla ge­
rencial se pone en peligro. La función central del cielltífico sOcial ·en tafrtó
que consejero expertÓ o gerente es predecir los resultados de políti~ al­
ternativas, y si sus predicciones no detj.van del conocimiento 'de leyes y
generalizaciones, se pone en peligro la función del ceo.tífico social como
predictor.
Lo cual era de esperar, en efecto, porque· los antecedentes de _!OS
científicos sociales como predictores. son, en efecto, bastante malos, incluso
aunque pudieran enmendarse».
ALASDAIR· MACIN'tYRE, Tras la virtud,
pág. 117.
( 62) «La descripción
general de fas organizaciones burocráticas según
Weber

ha sufrido
críticas fundadas_ por parte. de los. sociólogos que han. apalj·
zado el carácter concreto de las burocracias. aétuaÍ.es. Por lo Ínismo interesa:
destacar que hay
un aspecto en que su análisis ha sido confinnádo po:t Ía
experiencia, y en donde las opiniones de muchos S'OciólógoS que creen haber
repudiado el análisis de Weber lo reproducen en -realidad, me refiero pre­
cisamente a su descripción de cómo la -autoridad. gerencial se justifica et
las burocracias. Aqu~ sociólogos modernos que han pu~sro al frente. dt¿
sus descripciones del comportamiento gerencial aspectos ignorados o poco
enfatizados por Weber -como por ejemplo Llker~I CU.ando_ suqraya I que el
gerente nece5ita influir en fo móviles de sus Subordinados ... -. Pesé· a ello
consideran la función del gerente, como corittolador de comportaniientos Y
supresor de co'nflictos1 de -un modo que refuerza más-que m~ · la in ter!
pretación de Weber». ALASDAIR MAc1NTYRE, Tras la virtud,. .Crít_ic_a,, Bar~
celona, 1987, pág. 45. El gerente, _el esteta millonario y el tera~Ü cons­
tituyen
así a jÚi~ del escoc~s los pei:"OC>tlajes .lllodeloS 'Y1
• domipad~res de
nuestras comunidades, su
impacto ·en la 'familia es indtidab1e:
Fundaci\363n Speiro

JOSE MIGUEL SERRANO. RUIZ-CALDERON
Algunos autores han pretendido que el Estado y sus buro­
cracias, en su imparable expansión,
se han detenido en el umbral
de
la familia, Es más, se ha observado como las políticas sociales
que
. justifican el · Estado de bienestar empezaron precisamente
como políticas familiares. De todas formas, es también evidente
que, como hemos sefialado,
la organización social parece cons­
truida contra la familia. Y que la no injerencia en el ámbito fa­
miliar es más que dudosa. No sólo hablamos de la eliminación
de
la herencia, entre nosotros por ese ministro sin hijos de tan
mal recuerdo, pues la labor de atesoramiento para
el futuro que­
da reservada al .estado. Me refiero a la posibilidad que la tecno­
logía permite para
la acumulación de recursos y su gestión que
exige el estado del bienestar. Es decir a los ordenadores de Ha­
cienda.
La sustitución se produce en el ámbito educativo, en la ma­
nutención de los hijos, en la eliminación de la figura del padre
en las sociedades
de beneficencia, en el cuidado de los ancianos,
en-las exigencias de viajes y vacaciones; las vacaciones a poco de
ser inventadas han pasado de ser familiares a gestionarse por el
Inserso.
Cierto
es que la sustitución fracasa en buena medida. pues,
fuera del ámbito familiar, en
la gestión burocrática del Estado,
falta
el más mínimo calor. El modelo de sustitución crea terri­
bles problemas y
ló ha puesto en crisis. Lo sorprendente es que
el paso decisivo para esta vuelta, involución
diría algún progre­
sist~,
ha sido la propia incapacidad técnica y económica de ges­
tionar el modelo ·construido. Tal es nuestra despreocupación de
lo verdaderamente humano que no son los
efectos sobre los nue­
vos sujetos del modelo lo que provoca su crisis. No es la sole­
dad, la criminalidad, el aumento de suicidios que reflejan la
ausencia de integración del hombre en su entorno social,
es el
derrumbamiento puro y simple de un proyectó utópico donde
los hubiera, el proyecto de subsunción pacífica del hombre
en la
estructura social.
Cierto es que se ha manejado también como. justificación del
proceso
de involución en el desarrollo del Estado del bienestar,
974
Fundaci\363n Speiro

LA FAMILIA ANTB LA BIOTECNOLOGIA
·la desaparición de la ideología que presionando obligó a la teoría
del reparto de
la riqueza más hábilmente creada, único argumento
que
en Europa acabó justificando el antimarxismo (63). No es
cuestión de tratar este -aspecto; _sin querer caer en· el eclecticismo
bien podemos interpretar que el· Estado del bienestar ya no es
necesario ideológicamente, ni posible desde el punto de vista
técnico.
· Fracasado en buena medida el esfuerzo de sustitución, no
podemos, sio embargo, alegrarnos
al modo de los familiaristas de
duquesas y
casas reales reiuaotes en países o revistas. La familia,
como la propia sociedad, está incapacitada para recuperar un
pa­
pel que requiere una reordenación social a la que nadie parece
estar dispuesto. Esto convierte en especialmente grave el
mo­
mento presente pues el Estado ·tras su incumplimiento arroja
al vacío unas funciones que no podía cumplir, pero lo arroja a
una sociedad a
la que se le ha privado de los modos de respuesta,
de los medios necesarios. El resultado no
es el capitalismo sal­
vaje, pues lo salvaje maotiene un cierto halo de ingenuidad que
hace tiempo hemos perdido, lo que tenemos
es el capitalismo
postmoderno.
Del título de
mi intervención, y de los temas con que machaco
a mis amigos, cabría esperar una disertación sobre como la
biotecnología afecta. a
la familia. Pero era imprescindible pi-eci­
sar primero a que. familia nos referimos y en segundo lugar es
conveniente evitar la grao tentación que nos puede afectar.
Esta tentación parte del hecho de que en el rechazo de las
nuevas tecnologías
se produce un fenómeno de acercamiento de
diversas posiciones y de unión de diversas «sensibilidades», en
frase muy a la moda, dentro del cristianismo. Podríamos
con­
siderar. · en tortees el f~nómeno cómo _una excepción provocada por
la locura de algunos técnicos, o como. un tema fundamentalmente
moral en el "Sentido reductivo que, entre nosotros, tiene el tér-
(63) Una ampliaci6n del «estado de la. cuesti6n» antes incluso de la
caída del socialismo real -en JosÉ MIGUEL' SERRANO, «Neocorporativismo»,
Revista -de -za Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, núm. 74,
págs. 807-824.
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iosE MIGUEL SERRANO RUIZ-C}l.LDERON
mino. Esta forma ele enfocat el asunto lleva por un lado a caer
en la moderacion, en el acuerdo intermedio precedente del pró­
,rlmo
salto desttuctivo y por otro lado disuelve nuestra vocación,
lo que
es un riesgo cierto y grave ( 64). Desde el punto de vista
político este riesgo de la moderación
es con diferencia el más
grave, basta a estos efectos contemplar la función legitimadora
de las posiciones previamente revolucionarias que tienen en nues­
tros sistemas · los partidos polfticos de · la derecha, hoy centrode­
recha, más bien centro-centro en: un galimatías irresoluble· in­
cluso por algún cartero o portera.
El problema debe pues plantearse
· desde un análisis global y
también político. Desde esta perspectiva observaremos la relación
entre las cuestiones bioéticas
y la familia.
Aunqne no está
directamente relacionado con· ]a · biotecnolo­
gía,
es inexcusable hacer referencia tanto al aborto como a la
eutanasia. Porque,
además, en ambos casos está especialmente
claro que la novedad tecnológica
es dependiente de la nueva po­
sición ideológica, que muchas veces la novedad del invento téc­
n:ico se utiliza como ariete para favorecer la involución: del pro­
gresismo.
Si las dos prácticas que hemos citado son especialmente gra­
ves por atentat, como hemos señalado; contra la vida; y la vida
en su
sentido estricto es la razón de ser de la familia, lo sotl
también por ser los dos · fenómenos que rompen de forma • más
evidente la solidaridad entre generaciones, una de las razones de
ser de la familia (65).
( 64} Me refiero, es evidente, a la vócaci6n de los mieinbros de, la Cii.i­
dad Cat6lica.
. ( 65) Sobre el efecto de la eutaoasia sobre la familia .son especi,lmente
lúCÍdas las afirmaciüp.es siguientes: · «Dado q~e todos los ordenamientos. ju~
rídicos reconocen ~ un~ U otra medida.-el derecho-' de los familiares
más cercanos a decidir por· el enfermo o "incapaz no posibilita.do de 'expl'e­
'Sar por sí mismo su voluntad, la posibilidad teórica de que los familiares
decidan que procede la eutanasia introduce eti las relaciones familiares un
sentimiento de inseguridad, confrontaci6n y-"miedo;· totalmente ajeno .a lo
que la" idea de familia sugiere; Solidaridad, -'amor y generosidad. Esto es asf
sobre todo si se tiene en cuenta la facilidad con que se pueden introducir
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LA FA.MIUA. .ANTB LA, .BlürBCNOLOGIA
El aborto intencional se convierte en el gran atentado contra
la transmisión de la vida, contra
la recepción de una persona en
el lugar que le corresponde, donde le acogen otras personas. Es
evidente que las argumentaciones proabortistas hacen caso omiso
de esta realidad y, al ignorarla, tergiversan toda la acción de la
familia. La argumentación proabortista sitúa a un ser ante otro
ser aislado, en muchos casos niega la personalidad
del ser reci­
bido, pero en otros, y de forma muy relevante, hace caso omiso
de los lazos que los unen, recurriendo a argumentos puramente
contractuales. Hasta este extremo llega el contractualismo con­
temporáneo ( 66). Desde este punto de vista la argumentación
proabortista suprime toda la realidad dé la maternidad, colocan­
do en su lugar una realización adolescente de juego de
muí\ecas.
Si el feminismo hajugado a suprimir la feminidad, con el aborto,
su más definitiva realización, consigue destruir la humanidad.
Valorar la maternidad hasta el
punto que merece, si es que alguna
vez este reconocimiento está plenamente logrado, exige sancionar
socialmente no sófo
la posición de la madre sino también los
deberes inherentes a la maternidad. Nunca,
las amantes y prosti­
tutas, jamás las hetairas, ocuparon la posición de
la matrona,
en nuestras sociedades; y por las tazones arriba expuestas, parece
que hay madres que añoran uná posición otrora tan desprecia­
da (67).
motivos egoíStás al decidir un'os 'Por ·otros en materi8 · de · eutanasia: heren­
cias, supresi6n ·de·cilrgas e· incomodidades, ahorro de gastos ... ». Conferencia
Episcopal Española. Comité Episcopal para la defensa de la vida. La Euta­
nasia, Ed. Paulinas, Madrid, 1993, Cuestión 47, págs. 52-53.
( 66)
Esta argumentación,, clave en buena parte del discurso abortista
fue desarrollada, fundamentalmente, por JUDITH }ARVIS THOMSON, en su
artículo «A defense of abortion», Philosophy and Puhlic Affairs, vol. 1,
núm. 1, otoño 1971. Me he ocupado especialmente del mismo en la cuesúón
cuarta de Cuestiones de bioética, Speiro, Madrid, 1991, 2.8 ed., 1992.
(67) La vincolación entre abundancia, aburrimiento y odio al hogar
fue planteada, con carácter premonitorio por Oiesterton: «Pero de todas
las ideas modernas engea,dradas por la mera abundancia material, la peor
de todas es la ,idea de que la vida familiar" es aburrida y sosa. Deotro del
hogar (dicen) no hay más que un decoro S'Olemne y una tu.tina de muerte,
977
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IOSE MIGUEL SEKRANO RUIZ-CALDERON
La eutanasia, tal como se intenta aplicar. entre nosotros, tiene
la cualidad de romper decisivamente la solidaridad entte las ge­
neraciones, una vez que el propio Estado del bienestar, tal como
hemos señalado, se ha encargado de una sustitución, más teórica
que real, pero que tiene la virtualidad de debilitar a la familia.
La ciencia médica y otras auxiliares que en parte han logrado
cumplir el viejo sueño de ampliar decisivamente la esperanza de
vida, han creado un
terrible problema, que procede, como tantas
cosas, de nuestta peculiar organización social.
La generalización
de la eutanasia, auxiliada por los restos de lo que otrora fueran
las familias, rompe decisivamente con la propia esencia del gru­
po familiar. En este macabro juego, la familia, prácticamente
eliminada
de cualquier función social, es llamada a legitimar el
homicidio, con la terrible excusa del humanitarismo, campeón de
tantos desmanes.
Que el problema no es fundamentalmente téc­
nico sino ideológico queda probado por el hecho de que la res­
puesta. eutanásica ante el ensañamiento terapéutico ha olvidado
los cuidados paliativos, alternativa humana y técnica aparcada
por los entusiastas del homicidio.
Si leemos la literatura de la últÍl!)a postguerra enconttamos,
como símbolo de la nueva época, a la energfa nuclear; de hecho
se habló de la era nuclear, con un entusiasmo, en muchos casos,
hoy olvidado. Sin embargo, si tuviéramos que colocar algún
sím­
bolo en el estandarte del final de siglo este sería una pequeña y
omnipresente píldora,· a la que se
ha unido en su redondez, y ttas
afuera está la aventura y la variedad. Esta es, por supuesto, la opinión de
los ricos. El rico sabe que su
ptopia casa se muevé sobre las ruedas_ silen­
ciosas de su fortuna: la maneja un regimiento de sirvientes con su· ritual
pronto y callado. Por otra-parte, la calle de afuera le o&ece toda clase de
vagabundeos y aventuras. Tiene
un montón de dinero y se puede dar el
gusto de convertirse en vagabundo, si le da la gana. Su aventura más
arriesgada acabará en un restaurante, mientras que la aventura más inocen­
te
de un pobre patán puede acabar en la comisaría .de policía». «El carác­
ter indómito de la '11da doméstica•; en El amor o-la fueru del sino,_ Rialp,
Madrid, 1993, pág. 71.
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LA FAMILIA ANTE LA. BIOTECNOLOGIA
la aparición del SIDA, un preservativo, lazo de unión, o de se­
paración, entre el Tú y el Yo (68)_
La mentalidad anticonceptiva no sólo juega con el egoísmo
de los sujetos, con la ruptura de la continuidad de la propia estir­
pe, ·sacrificada al placer del joven envejecido o del viejo reverde­
cido, al abandono del proyecto de vida donde
se. realiza la huma­
nidad del hombre,
no sólo favorece el pansexualismo, único lugar
de encuentro o desencuentro de los sujetos; en el colmo del
ci­
nismo, encubre el nuevo egoísmo bajo la capa de la responsabili­
dad. Y asi, quien olvida su deber humano
de contribuir a la
difusión de la vida, del bien en última instancia, torna en sujeto
responsable y comprometido con
el bien del mundo. El neomal­
thusianismo es,
· a veces, causa ideológica de la actual situación,
en otras, la mayoría, encubrimiento de la disolución nihilista. Es
inaguantable el rostro
de Medusa con el que contemplan a las
familias felices, plenas; la jeta de pederasta con la que miran la
vida quienes al ver niños no entienden nada.
La experiencia muestra que en las guerras se produce una
disminución de la humanidad, un fuerte abandono de la
sensi­
bilidad moral ( 69). Esto ha sido especialmente señalado en la
(68) De nuevo con la campaña y de nuevo con la manipulación ideo­
lógica, com.o denunciamos O en «Ideología y bioética. El caso de pansema­
lismo», Cuadernos de bioética, núm. 17-18, págs. 19 y sigs., ya sobre la
primera campaña opinó la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal
Española, diciendo, entre otras cosas, lo siguiente: «A las· autoridades del
Estado compete
crear un clima donde se facilite el aprendizaje sereno de
la sexualidad, integrada: en la persona , humana, y por ello mismo, las auto­
ridades tienen
el deber colectivo, la permisividad sin límites y toda forma
de agresión sexual, especialmente el abuso y degradaci6n de menores. Te­
niendo en cuenta el pluralismo de la sociedad moderna, el Estado ha de
ayudar a las familias a proporcionar a sus hijos la necesaria edu~ón sexual,
pero
sin intromisiones, y mucho menos con campañas que deforman de
hecho el verdadero significado de la sexualidad humana». Nota de la O:,.
misión Permanente del Episcopado Español (8-XI-1990).
(69) Sobre este aspecto véase el . trabajo TORRE, «Los principios del derecho de·la guerra, en la antigüedad griega»,
en Guerrtt, moral y derecho, Actas, Madrid, 1994, págs. 13 y sigs.; también
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JOSE MIGUEL SERRANO RUIZ-CALDERON
última guerra en las precauciones morales que deben tomarse en
la investigación con seres humanos. Aunque el fenómeno
se se­
ñaló como propio sólo de los totalitarismos derrotados, la distan­
cia permite comprender hasta que punto esto fue una opción
muy general, aunque con distinto grado de intensidad pues no
todos consiguieron un Mengele.
En la historia de la -píldora, la urgencia desarrollada en la
investigación, la falta de precauciones médicas, la utilización de
las poblaciones sojuzgadas de «Latinoamérica», parre de América
cris.tianizada por Justiniano, denotan
la presencia de una guerra,
una colosal ofensiva contra
la vida, y en consecuencia contra la
familia (70). No
es sorprendente que en el año de la familia, este
designio diabólico, las palabras no son mías, se
haya manifestado
con la contundencia observada. en la conferencia
de El Cairo. No
es cierto que en tan colosal fiesta, aguada por el Vaticano, no
se
supiese a ciencia cierta cual era la definición de familia, la familia
es la
unidad básica. anticonceptiva, el objeto de liberación de la
acción de las instituciones internacionales, .administradoras del
0'7, pero eso
es otra historia· (71).
en el mismo volumen JOSÉ MIGUEL SERRANO, «La guerra y la justificación
de la muerte ~el inocente~, págs. 71 y s~s.
(70) «Tenemos ahora uria j;;olítica_ demográfica iiltemacional sostenida
con grandes inversiones, acompafíada y · financiada por la investigación, una
J;X>lítica que consigue la colaboración de los organistnos internacionales· pú­
blicris' y privadós. ·Basta· leer -en "report" de la OMS "Twénty years of re­
productive health"· (1992), publicado -recientemente para ver la tendencia,
los objetivoSi los
:teSultados de esta política en todo el mundo y en par­
ticular en los países en vías _de desarrollo. Se dice claramente que el futuro
de la humanidad debe ser asegurado y guiado por la política demográfica.
Se habla casi ettlu:sivaIDente de COntra.cepci6n, aborto, esterilización». Euo
SGRECCIA, «La bioética hoy y la repercusión en el campo del matrimonio
y de la familia», Cuaderno$ de bioética, núm. 17-18, pág. 90.
(71) Esto del cer<><:on-siete merece un análisis más detallado sirva como
adelanto lo siguiente.-·Es _pteciso. distinguir la posición subjetiva loable de
muchos de los que sé lamaron a lá campaña en pro del tercer· mundo, del
efecto objetivo de aumentar la justificación de la apropiación de bienes por
parte del Estado y su administración por organizaciones domesticadas. Ya
Quevedo
decía a este respecto·: «Quien de las personas, criados, hijos, va-
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LA FA.MIU.A ANTE LA BIOTECNOLOGIA.
En este colosal jolgorio anticonceptivo parece abrirse camino
una excepción, a la cual, por cierto, los aguafiestas también nos
oponemos.
Se trataría del gran esfuerzo técnico desarrollado en
la búsqueda de la fecundación asistida o artificial. Cierto es que
dicha fecundación admite derivaciones, que los moderados con­
siderarían inconvenientes pero que, en sus rasgos esenciales, pa­
recería un procedimiento loable.
La clave de la critica, junto a la clara posición pontificia, se
encuentra a mi parecer en una frase del recordado J erome Le­
jeune, otro amigo que nos ha dejado camino de un mundo mejor:
«la fecundación artificial es hacer el niño sin hacer el amor» (72).
Se ha contraargumentado que esta posición es naturalista. ¡ Vaya
nuestros gozadores inmoderados, nuestros materialistas acérrimos
se han espiritualizado! Bu esa espiritualidad tan de los sesenta
en la que las llamadas al amor universal terminaron en
el yupi
y en el catre (73).
salios beneméritos, quita o pide hacienda, honra u oficios, con título de
darlo a pobres, o emplearlo mejor, en la boca del-Evangelista es Judas, y,
llámase como se llamare, a él nombran las palabras lad,r6n que tiene bolsa.
El buen ministro conocerá. Vuestra Majestad, i cuando los ministros des~
penseros y el consejero Iscariote le propusieren cosas semejantes, en que
se trata de vender a los. pobres, quitar _de la persona real, pusiere en la
consulta de buena letra». FRANCISCO DE QuB.VEDO y VILLBGAS, «Política
de Dios y gobierno de Cristo, sacada de la Sagrada Escritura para acierto
de rey y reyno en sus acciones», cap. V,. cito por la. edición de Ed. Swan,
San Lorenzo de El Escorial, 1986, pág. 18.
(72) «Este inmenso descubrimiento confiere a nuestro comportamiento
amoroso una 'perspectiva ignorada por todos los otros vivieo.tes. Así resulta
que
disociar el niño del amor es, pata nuestra especie, un error dé método:
-La contracepción, que es hacer el amor sin h~ al niño,
-la fecundación exttacorporal, que es hacer al nifio sin hacer el amor,
-el aborto, que es deshacer al nifío,
- y la pornografía que es deshacer el amor.
se ·encuentran en diversos grados, en contradicción con la moral natural».
}BROME l.EJEUNE; «Variaciones procreativas», en Biotecnología y futuro del
hombre: la respuesta bioética, Eudema, Madrid, 1992, pág. 109. También
en L1enceinte concentrationarie, París, Fayard, 1990, pág. 85.
(73) La posición familiar del «yuppi», figura hoy en en descrédito ha
sido magistralmente descrita, incluso en los momentos álgidos de la figura:
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JOSE MIGUEL SERRANO RUIZ-CALDERON
Con la fecundación artificial, la cosificación del hijo alcanza
su momento álgido, previsto ya en
la mentalidad anticonceptiva.
El
niño es producido, no ya por el encuentro de amor de dos
personas sino por un sistema de producción, de esta forma, la
lógica productiva sustituye a la recepción del amor (74). Ya no
es importante el lugar de llegada, no es relevante la preparación
del hogar donde naturalmente del amor honesto surjen los hijos
a lo largo de las generaciones,
más bien el hijo satisface los deseos
de los padres, o de la madre, y
se presta a las combinaciones
imaginativas de todo interviniente. Agotada la fertilidad de la
imaginación erótica,
tan poco imaginativa en el hastío producido,
el esfuerzo
se dirige a la combinación de relaciones donde se su­
prime el lazo erótico o donde éste, por la propia naturaleza de
las cosas, resulta estéril.
La fecundación artificial es el dominio absoluto, si este tér­
mino tiene sentido entre los hombres, sobre la
vicia. Permite la
manipulación del sujeto aún privado de voluntad hasta extremos
«En tercer lugar el "yuppi" encuentra que ser buen padre es un esfuerzo,
no únicamente porque su tiempo está absorbido por la profesión, sino por
a1go peor. Sus emociones están tan concienzudamente ocupadas con su traR
bajo, que limita la familia, trata de tener únicamente un niñito perfecto o,
como mucho, una
niñita perfecta, aunque observen que los "yuppies" de­
ben tener hijos para reflejar su auto imagen y para sentirse satisfechos. No
tienen hijos por los hijos en sí, sino, para triunfar o por haber triunfado».
THOMAS LANGAN, «El individualismo burgués y la familia», en Vuelve la
familia por encima de las ideologias, Encuentro, Madrid, 1988, pág. 68.
(74) Tema que tiene una
indudable trascendencia social y jurídica:
«También son graves los problemas bioéticos que nacen de la práctica de
la fecundación artificial, considerada desde el punto de vista de la bioju­
ridica. Es evidente que tales prácticas pretenden dar respuesta a un deseo
de procreaci6n, pero también es evidente que esta respuesta s6lo se proR
duce cuando nace un niño. En otras palabras, el nifío y no la mujer o el
hombre es el verdadero protagonista del proceso, tanto si se considera
como
"suceson o como accidente. -Se sigue de aquí que la primera obliga­
ción, general!sima, de carácter bioético ---el primer interés que debe tute·
larse-tiene como referencia al niño que es traído a la vida, y no a la
mujer o
al hombre que ]levan a la· práctica estas técnicas». FRANCESCo
D'AGOSTINO, «Bioética y detecho»-, Cuadernos de Bióética, núm. 17-18,
pág. 104.
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LA FAMILIA ANTE .LA. .BIOTECNOLOGIA
inimaginables y permite, y exige, el control de calidad (75). El
sujeto de esta forma pierde el lugat donde
se le valora por sí
mismo, sea como sea, que
es como algunos definen la familia. pata
pasat a ser exigido con características incorporadas, como los
automóviles, o mejor, como las «barbis». Cabe preguntarse que
tipo de gratitud puede sentir hacia la vida el .sujeto recibido de
esta forma, como contempla el mundo quien tiene aparentemente
tan poco que agradecer. Conviene precisar, llegados a este punto,
que en este aspecto el producto de la producción biotecnológica
no se distingue sustancialmente
del producto de la familia indi­
vidualista dominante, es decir, que. -en este aspecto, como en
tantos otros, la evolución técnica lleva a sus últimos extremos el
presupuesto ideológico. La descripción que hacemos está, en este
sentido, fuertemente inspirada en las que se han hecho sobre los
niños de yupis.
No podemos perdet de vista que hasta ahora hemos descrito
el fenómeno sin tener excesivamente en cuenta un dato real de
nuestro siglo, que no
lo olvidemos, es el siglo de los totalitatismos.
Este dato
es la acumulación de poder por parte del Estado, pro­
ceso que hoy en día podría describirse como acumulación del
poder por patte de ciertos Estados que a su vez maoipulan las
instancias internacionales. Se ha señalado, con acierto, que la
biotecnología permitirá, si no lo remedíamos, la reproducción
del Estado sin necesidad de la familia. El sueño colectivista,
mo­
mentáneamente en retroceso, tiene a su disposición, por primera
vez, la posibilidad de su realización integral, au11que fuera mo­
mentánea, pues cabe pensat que la rebelión de. lo real pueda dat
al traste de nuevo con tan brutales experimentos sociales (7 6).
(75) Tema tratado en esta revista por MARÍA DEL CARMEN FERNÁNDEZ
DE LA CrGOÑA, «La dignidad de la persona en la legislación bioética», Ver­
bo, núm. 323-324, págs. 345-360.
(76) La inruición de este fen6meno es debida el profesor italiano Fran·
cesco D'Agostino, en la obra aquí repetidamente citada Elementos para una
füosofla de la familia, págs. 161 y sigs. La limitación que la no disposición
de la ectogénesis supone para el Estado y SU necesidad de la familia en
A. KOJEVE, Esquisse d'une phénomenologie du droit, París, 1983, págs.
483-484.
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IOSE MIGUEL SERRANO RUlZ-CALDERON
De todas formas, la mera imaginación de una colmena, no
me atrevo a llamarla sociedad, con hombres producidos sin fa.
milla. nos hace observar hasta que punto es necesaria la familia
para la humanidad del mismo hombre.
El mundo imaginado es
indigno del hombre, no porque muchos no nos hallamos hecho
merecedores de tal mundo, sino porque la persona redimida por
otra persona ha adquirido
un estatuto irrenunciable. Indignos de
tanto amor
lo tomamos con la gratuidad de la donación recibida,
y renunciamos al príncipe de este mundo.
La disolución de
la casa del hombre, que con tanto acierto
describió, hace tiempo, nuestro amigo Rafael Gambra, alcanza
en este proceso su punto definitivo (77). Cierto
es que, a pesar
de la tetrible coherencia
de la posición, dominante, ella misma
implica su autodestrucción,
y que ni siquiera nuestra maldad
consigue ocultar el rostro amable de la Creación, donde perma­
nentemente
se manifiesta la misercordia Divina.
(77) «Quizá sea nuestra época la primera en que resulta ya inviable
la actitud y la obra del reformador, para ser sólo posible la del revolucio­
nario. No existiendo ya lími~ ni estructuras valiosos por sí mismos, nada
es en
ella digno de ser conservado, ni nada posee semblante humano que
pueda ser
amado y tenido por propio; por lo mismo, ll'O cabe esa labor de
amorosa piesetvaci6n y enriquecimiento en que consiste el empeño refor.
mador. Frente a una sociedad totalizada y "dinámican o "funcionaln s6lo
cabe la actitud revolucionaria, esto es, ese oscuro impulso de destruir lo
existente por ver en ello poso o. rélll'ora del pasado, y para recrear un nueva
totalidad · informe que responda mejor· a lás supuestas exigencias de una
volición "generacional n' ·o a las circunstancias ( sociales o económicas) del
momento». RAFAEL G:AMBRA, El silencio de Dios, Prensa Española, Madrid,
1968, págs. 192-193.
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