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La historia y la Iglesia

LA HISTORIA Y LA IGLESIA
La teología fundamental del Antiguo Testamento, garantía
contra el riesgo de los cambios audaces del mundo mo­
derno.
"Contrariamente a algwnas afirmaciones que se lean .. venido
"repitiendo con frecuenc'ia a lo largo de estos últimos siglos, la
"Iglesia ha dedicado siempre la más viva atenció" a la Sagrada
.u Escritwra.
"No se trata solamente, para ella, &e uno obra literaria. Es
"wna obra religiosa, recopilada con un fin religioso, elegida y
''constituida según criterios relT,!]iosos,· es una obra cuidt1dosa­
,,rnen1te preservada y tratJ1Smitida, por ser portadora de un men­
"saje de Dios: mensaje destinado, en primer lugar, a/, pueblo ele­
"gido, pero también a todos los que se consideran como des­
"cendiie,,tes espiritwales del Antiguo Testame1'to. Libro diferen­
"te, por comiguiente, a tot/;Js los libros hum(]Jnos; libro inspi­
"rado, que encierra
y permite una revelació.n, qwe la Iglesia ve
''a:rmoniosamente ¡,rolanyada y cwmp.Zida en el Nuevo Testa­
"m.ento.
JJ La riqueza de la revelación encerrada en las páginas del
"Antiguo Testamento es too enorme que parece nio agotarse ja­
"más. Allí se nos revela el Dios creador y bueno) el Dios único
"y verdadero, ,,1 Dios vivo, el Dios Santo, el Dios ofendido, pero
"que p,erdono porque tiene un, designio de salvación, para los
"ho»11bres y lo persigue, incansablemente, a lo largo de una «His­
)'toria Sagrada», cuyos fragmentos recoge la Iglesia con inim:ensa
nveneracióro. y amor.
"¿Qué puede desear la Iglesia (]Jnte los cambios audaces y,
"al misniio tiempo, inq,uietantes del mundo nt,()derno, sino ver la
"verdad, la grandeza, la belleza de esa teolagfa fundamenta/, del
"Antiguo Testamento imponiéndose a las almas de buena volun­
"tad ,v constituyenxlo un la.r,o espiril'U!al poderoso para todos
"'aquellos que sincerarm1ente desean luz y paz!"
La luz de la Hili-toria.
PAULO VI : Discurso al VI Congreso Inter­
naciona:iJ de Especialistas en el Antiguo Testa­
mento del 19 de abril de 1968 (texto francés
en
L'Osservatore Romano del 20; texto en
castel1m10:
Ecclesi'a, núm. 1.389, sábado 11 de
mayo).
"Esta luz de la historia -cu,yo sentido nos revela plenamente
"la
Historia Sagrad{J,-puede ayudarnos a comprender las ver­
_,, daderás dini'.C'nlS'iones de los c' "'actual; esta luz, sin embargo, no podría dispenisarnos de ad-
*
Fundaci\363n Speiro

"vertir la n1ovedad de un fenómeno cwya am,plitwd, profundidad
"y rapidez am.enaz(1;11l las estructrwras hasta ahora perfectamente
,, asegur_adas de la sociedad. Las c01vcepciOr11es universalmente re­
n cibidas · san ahora discutidas: progreso técnico y sociedad de
"consumo por él engendtradas, la forma de en~eñanza y su ap­
J)titud para troosm'ritir con un saber también una sabiduría, el
"sentido de autoridad y las modalidades de su ejercicio. la dis­
"tribuci ))las orientaciones de la moral-, las respon-sabilidades eni la lgle­
,, sia ... La incomprensión llega al in1terior de las familias, de loS
"an1. nfwerzas vivas de la nacián1. Los observadores más avisados pa­
"recen
sorprendidos, y las explicacion1es más pertinentes difícil­
''menite pueden. interpretar el confwnito d'e los hechos, como sí
"las dispuJtas sociales ya no estuvieran limitadas a la cuantitativo,
"'sino que implicarom reivindicacianies
de orden cualitativo mucho
"más difíciles de satisfacer: a través del deseo de hacer, de
,., conocer y de tener más, se ve también cómo se expresa la vo­
"voluntad de ser más, de participar plenamente, de ver recono·
"cida su dignidad de hombre, en una palabra, de ser plenamente
"uno mism" ( cfr. «Populoru,n1 progressio», núm,. 6).
n ¿Qwién no· se da cuenta de ello? A través de las explosiones,
na veces 'lliolenitas, en las que -muchas veces se corre el riesgo de
nza d.esintegración1 verdaderos problemas se p-lanüan a la con­
"
cien1cia de todo el pueblo. Par difícil qt1e sea, la tarea del hombre
"y del cristiano es, desde ese momento, urrgmte y necesaria. Sin
qu .. erer empeñarse en la imp1osible qwi,mera de reconstruir un
nmwndo irremediablemen1te desaparecido, oodie deberla defars.7
"llevar por la corriente impetuosa y tumn.dtuosa de los aconte­
n cimimtos -desencadenados, como si su fuerza fatal fuera sufi ·
"ciente
pwra renovar la sociedad y cambiar al hom&re. Si la
"evolución
del m!l.mdo hn sido orientada por la prmñdencia crea­
,., dora de Dios hacia el maravilloso despliegue de vida que con,o­
"
cemos, es al hombre a quien corresponde d-irigirlo todo, según­
" este designio de amor
( cfr. Géniesis, 1, 28). Los cambios so­
n ciales n·o llevanr al hombre a una ciega abdicación, sino a una
})inteligente decisión. Lejos de .ser como uin, boceto anterior que
"bastaría
con exterioriza>r, copMndolo, el plan prmñdencial está en
"el interior de nuestras libres opciones y de nuestras decisiones
nvoluntarias:
este plan no dispensa de correr riesgos, y menos
·"aún nos libra de nuestras responsabilidades. Por lo demás, la
})historia d.el mundo y la historia de la salvación, no coinciden,,
"como nio se identifica el orden de la notu.-aleza y el orden de
"la
gracia. Pero este última abarca y desarrolla el primero y /.,
"da su significación última: el misterio pascwal del Hijo de
"Dios que~ a través de su muerte y de su resurrección, conduce
"al
hombre a la plenitud del amor, en el cual está llamado a
"parflicipar libremente. Tal es «el humanismo integral que es
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"necesa:rio promover» («Populorum progressio», núm. 42), den,. J'tro de la transformación de la-saciedad."
Carta del Cardenal CICOGNANI en nombre de PAULO VI a la Semana Social de Francia (texto francés en L'Osservatore Romano del 12 de
julio de 1968; texto en castellano: Ecclesia, núm. 1.400, sábado 27 de julio de 1968).
Ni mito ni progreso indefinido, ni amargo pesimismo.
"Por encima de las ideologías qu,e qwisieran, sustituir la ló­'Jgica de la identidad con1 la dialéctica de los contrarios, el cris­"tiano no cede ni al sueño de un progreso indefinido y a su opti­
"mismo infantil ni al mito de la vanidad de las cosas y a su ''amá:rgo Pesimismo. Porque un objeto conocido en sus contor­''nos can1cretos al parecer se haya transformado en otro, no por
"ello el sujeto ha perdido la n,oci6nr fundamental del mismo.
"Porqwe los módulos de comportarse sociológicamente, de manera )}imprevista, resur!ten caducos y arcaicos, no por ello los valores
"que les daban un sentido y recibioo a su vez un significado, han
"quedado
por ello absorbidos irremediablemente. Los verdaderos nvalores resisten la erosión de los tiempos, como Aquél que es ''su fuente y su términio, «Jesucris~o», el mismo ayer y hoy y "siempre (Hebreros, 13, 8)." ·
Carta del Cardenal CICOGNANI en nombre de PAULO VI a la Semana Social de Francia (texto francés en L'Osservatore Romano del 12 de julio de 1968; texto en castellano: Eccle­sia, núm. 1.400, sábado 27 de julio de 1968).
La bondad de Dios en el acontecer histórico frente al natura .. lismo triunfalista.
"El cristian10 es af01'tunado. El cristiano sabe en-conrtrar las "razones de la bondad de Dios en cada acon.~ecimiento, en cada "sitación de la historia y de la experiencia; y sabe que «todas "las cosas se resuelven bien para aquellos que viven en la be· "nevolencia de Dios» (cfr. Roma, 8, 28). El cristian,o debe dar "siem.pre testimonio de urna seg·wridad SU.Jperior, que p-ermita a "los demás enitrever de dónde soca esa serena swperioridad e.J­,, piritua/,: de la alegría de Cristo.
"Hoy, afortunadamen1te, esta actitud de alegre vigor se va
"difundiendo en,tre los cristianos m:odernos / son· iniás desenvueltos "y más alegres que antes.,· y está bien. Pero con una condición "que les preserve de caer en w. naturalismo triuwfalista, pronto "a c01'lfllertirse en pagano e iluisorio; la condición está en que "se saque de la fe, y no sólo de las afortunadas con,tingencias "del bieniestar temporal, la alegría interior y la serenidad ex-
PAuw VI : Alocución en la Audiencia Ge-neral dd miércoles de Pascua (17 de abril de 1968; texto italiano en L'Osservatore Romano del 18 ; texto en castellano : E cclesia, núme­ro 1.387, sábado 27 de abril}.
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El hombre en el acontecer histórico: no es una paja arrastra­
da por el viento.
"Como se ve} el h()mbre} dentro de las transformaciones, no
"es uoo paja arrastrada por el viento} no es una barca sin timón
"a la deriva sobre el oleaje, uin soñador perdido en sw qwim-era
"o absorbido en, su propia pesadilla. EJ se pone en acción deci­
" didamente sabiendo sacar d-e su tesoro, como Jesús nos ense­
"ña, «cosas wuevas y cosas viejas» (Mat., 13, 52). En medio
'" de los acontecimientos se esfuerza en discernir las evoluciones
,.'reales de los cambios que no conducen a ninguna parte} la
"tranquilidad fecunda, preludio de maravillosos desarrollos, de
nlos estancamientos morta/,es }. el ardor constructivo, de la agita­
"ci_ón negativa,· la discusión positiva, de la oposición destrwctora;
"la previsión juiciosa,
de. la planificación arbitraria. En el des­
" gaste de las instituciones anteriores como eni la evolución co-n­
"tinili1 de los comportamientos sociales, él descubre las madwra­
"ciones subterráneas que preparan los cambios decisivos. Atmto
J!a los acontecimientos, en1 diálogo con sus hermanos, él no titu­
"bea
si una perspectiva mejor le exige revisar sus com:porta­
"mientos y sus modos de p,msar dilatando sin reserva los es­
"pacios de su caridad. Lejos de encerrarse en, un negativismo
"estéril,
él no sueña en una existencia imaginaria, sin,o qu;e se
"esfwerza en vivir un ideal real: prep,arar un mundo más humano,
n crear una comunidad de personas libres y solidariamente responr
"sables, «donde cada uno sea amado y ayudado como su prójimo,
,.su hermana,, («Populorum. progressio», núm,. 82)."
Carta· del Cardenal .CICOGNANI en nombre de
PAULO VI a la Semana ·Social de Francia (texto
francés en
L'Osservatore Romano del 12 de
julio de
1%8; texto en castellano: Ecclesia,
núm. 1.40(}, sábado 27 de j11tlio de 1968).
El Señor, como término de la historia humana, da sentido a la
vida.
"En un1 miundo amenazado de empobrecimiento intelectual y
"moral y de vulgaridad espiritual, donde el mism10 hombre se
,, siente solo en medio de la multitud y como reducido a algunas
"de sus funciones parciales de productor y de ccmswmidor, la
"buena n-uieva resuena· siempre como u'n guzoso mensaje de es­
" peranza: el hombre no está solo, la vida tiene un sentido, porque
"Cristo «salva a todos los hombres y recapitu.la todas las cosas
"en El. El Señor es el término de la historia humana, el punto
"hacia
el cual eonvergen los deseos de la historia y de la civi­
"lizaciór,, el centro del género humano, .la alegría de todos los
"corazones y
la Plenitud de sus aspiraciones» ( «Gaudium et
''sp·es», núml 45, 2) ." Carta del Cardenal C1cOGNANI en nombre de
P
AUW VI a la Semana 9ocial de Francia
(texto
francés en L'Osservatore Romano del
12 de Ji.dio de 1968; texto en castellano : E c­
clesia,
núm. 1.400, sábado 27 de julio de 1968).
Fundaci\363n Speiro