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Carta de un padre a su hijo

CARTA DE UN PADRE A SU IDJO (*)
Querido hijo:
He leido con mucho interés tus recortes de prensa. Muchas
gracias,
hijo. Te has acordado de q·ue me podíam interes{lJY. No
te impreswne demwiatio lo que dicen los peródicos de Ingla­
Jerra.
Piensa q·ue hay de por medio un problema de rel;gión, y
tam•bién un problema psicológico-político que ha durado centurias.
Durante siglos han sido educados en el odio al Pa,pa y la en,erntiga
contra la Iglesia Católica. Hoy esto ha va.riada mucho, p•ero
queda de todos modos un gran recelo que cobra fuerza en el
aleja-miento de la Iglesia protestamte de los dogn¡,as y la disci­
plina de
la Iglesia Católica. Estas cuestiones no debes hablarlas,
porque
no se trata de dar lecciones nadie a nadi.e. Cuamdo tu
madre estuvo en Inglaterra, hablar o discutir de temas religiosos
se consiáerah' Pero el problema que hoy se ventila es el sigwiente:
El Papa, después de escuchar todas las razones de la Ciencia,
pero tomtmdo también en consúleración los factores religiosos,
morales y hwmanas; no a la ligera, sino despi¡;és de VOJrÍOs años
de estudio y oración, de uoo m~nera tajante y definitiva resuel­
ve /as disputas que habfa p•ermótido para una mi>yor luz, y con
esta
prudencia. y caridad p(lJYa todos, resuelve que la unión del
hombre y
la miujer no puede hacerse de nmdo egoista, sino que
deben resp'etar /o,s fines miás trascendentales de esa unión, que
.es dar paso a una nueva vida, si'ni oponer imrp-edimentas artifi­
ciales al acto por el que la naturaleza permite al hombre su pro­
creación.
El hombre puede con su libertad rom,Per las leyes de la nae
(*) Por su interés, su opo:tunidad y su sencilla clar-idad, no e.s muy
grato reproducir de nuestra fraternal revista
Cristiandad, año XXV,
núms. 449-450, Barcelona, julio, agosto 1968, esta carta.
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turaleza y desviarlas de su fm natural y h!Jcerse así inferior a
los mism respetar siemip're las leyes de su esp,ede. Pero el hombre es un
ser superior, dotado de razón, que pu,de concebir la perfección,
a
la que está destinado, y tiene libertad para gobernarse para
alcanzar progresivam,ente esa p,erfección, con hwmii.ldad y rectitwd
de voluntad.
La perfección sólo la consigue el hombre c<»1 sacrifrio y con
entrega. Sólo con sacrificio se consigue ser un buen estudiwnte,,.
un bit.en abo[/a4o, o médico, o sacerdote, o militar, hijo, p·adre o,
amigo. Cumplir el deber supone sacrificarse y hacer no lo qu,r
nos gusta sffi.o lo que nos dicta la conciencia con sentido de res­
p·onsabilidad. Aunque la coniida nos gu.ste mucho, uno come /o
prudente parra alimentf/Jrse; lo demiás es gu!,a. El sacerdote, qwe
tiene vo,to de cmstidad porque la Iglesia supone que así su sa­
crificio
y abnegadón le hace más apto para ser portador def
mensaje de Cristo, que es m,ensaje de abn!egación, y de entrega ar
prójimo, ese sacerdote, digo, no se puede c'asar y acepta volun-·
tariamente el privarse de toda relación destinada a la procreación.
El militar o el policía que se encuentra en wna situación grave
que pone en peligro su vida, cumplen no obstante su deber, aunque
pierdan en
ello la vida. Los ejemplos pueden, ser infinitos.
Pues
bum, el Papa dice que los casados deben acep·tar tamibién­
su prr,pía responsabiliood de casados, que no pueden b-en con­
tra de las leyes de la, naturaleza, y que si hay una circunstancia
{JrCkVe que aconseje no· tener hijos fror. un cierto tiempo, que
acep'fen su res¡,onsabilidad y su sacrificio, como el sacerdr,te o
el militar, y que se abstengan entonces· si es necesarrio del actcr
procreador, pero que no lo ¡,erviertan.
Es lo que yo te he hablado alguna vez_ sobre la castidad. Te
decía: "consiste en usar de todas las cosas según ra Ley de
Dios". Y es claro que esta Ley, o la moral, no, pueden de ningún
modo
desviarr o pervetir las leyes que Dios ha puesto en la na­
twraleza. ¡Qué humera pasado, hijo, si la Iglesia, de la que es
cabeza Cristo, que desde la Cruz nos dice ~'Ya soy el Cam!MW·.,..
la Verlk,d y la Vida!', qué hubiera pasado, digo, si la Iglesia
hubiera dicho
a los esp,osos qwe frente a los sacrificios que. les
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im,ponia su estado, ella, la Iglesia, les autorwaba a infringir la
Ley natural? Santo Tmnás dice que él no ha podido estar edu­
cado en la religión católica, pero. cumple la Ley natural con recta
conciencia, ese se salva. La Ley natural es una impronta en
nuestra alma de la voluntad de Dios. ¿Podía la Iglesia deforma~
con su autorizac.ión a todas las conciencias católicas!, ¿p1odia.
así privm-a la Humanidad del más alto ideal de superación r
No, /,a Iglesia ha obrado con prudencia escuchando todas /,as
razones de la Ciencia, pero-aun con todas esas razones no ha
podido sino recordarnos, desde la Cruz de Cristo, que /,a vida
humana
es serz,;,;;,o y sacrificio y que cada uno debe hacer todo
lo posible
pwra cum,Plir siempre con su deber; y que Cristo es
misericordioso con todas las
flaquezas de los homibres a los que
tanto ama. La Iglesia sólo puede ayudar al hombre a elevwrse,
pero no em1pujwrlo en sus claudicaciones. De otra suerte, aná­
logamente, le d'Wiam.os al militar que sii teme a la nnuerte, huya;
.o al sacerdo,te q:ue si se siente solo, busque compañera ... y esto­
no es posible.
Me has oído m{Uchas veces que vi,vimos en miome~tos de crisis,
de confusión. Hay mtucha: confusión en el mundo y mtucha co­
rrupción en occidente, derivaxla de aquella confusión. Pero no
hay que preocupwrse. La Historia es lucha, en los pueblos como
.en los indoviduos, p•ero la luz acaba siem,pre prevaleciendo por­
que hay una
Providencia de Dios que intet'Uiene y ay,uf,a, a la
Humanidad desde la misma cwúla de Adán. Cuando Cristo vie­
ne,
funda su Iglesia, le da la injalibüidad: "todo lo que atares
.en la tierra ... "; le asegura el triunfo,: "las puertas del infierno
-no preval,ecerán ... n. A partir de entonces, pueden venir momen­
tos de confusión, pero la Iglesia triunfará e iluminará a todos
los hom1bres. La importacia de esto puedes apreciarlo en cómo
la Iglesia anterior a Cristo, que no tenia ese don de infalibilidad,
se dejó arrastrar por la carr1'pción del ambiente, y fijados sólo
en la letra de la Ley su~ mismos Pontífices ignoraron y peroir­
tieron
su esp,í,ritu y por ello llega,,on a desconocer y a renegar
de Cristo,
cru'Cificándole. Fíjate bien que fueron entonces los
Pontífices del
pueblo los que Le crucificaron. "Sepulcros blan­
queados, hipócritas
... " -ks dice el Señor-: "no todo el que
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dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino-sólo
los que cumiplen la voluntad del Padre1'. t{i Ay de vosotros es­
cribas y fariseos hipócritas!, ;n1rilditos seais !, porque ni vowtros
entraréis, mi otros, im';frid,Mndoles que crean en Mí". Hoy esto
no
es posible. Frente a la corrupción de unas costumbres que
cada día va" mkls de espaldc,s a Dios, la Iglesia.nos dice, en esto
como en todo, que el homb.-e es para D/,os, y que debe emplear
responsablem'Qnle
su libertad y su albedrío al seruicio de Dios,
siguiendo
la ley di'IJina y la ley natural que es impronta del
Creador.
Es posible que en Inglaterra, como dices, pul>liquen sólo lo
que
es cont,nuy1Jo a la nueva Encíclica. Aquí en cc»nlbio, pwblicatn
que el Gran Rabino de I erusalen coincide con el Papa en contra
de
la píldora y

a
fwor de la Ley Natural, que el primer telegra­
ma
de felicitad6n 1/~ga.do a RomttL ha sido de un mtitrim'Onio
protestGJJ1,te noruego con catorce hijos, y que en opinión de un
fa,m,ow medico la ¡,íldom produce en detern,inados casas muy
grwes trastornos cuyas cansecuencias últvma.s pueden ser nefas­
tas. C omio sabes la píldora es un producto farmacéutico que ini-­
pide la fe,cundaición y que emplean muchas personas para ese
resultado
negatwo.
Las razones
que se alegan para justificarla, de explosió111 de­
n11ográfica, etc., son consi'deraciones que nriran el problema. en
un momento daáo pero sin proyección de futuro. Me explicaré.
Hace unos años se decía que lOJS reservas de carbón o de petrólea
eran limitadas y que dentro de cien o de doscientos añas la so­
ciedad
pvdÚJJ encarntrarse ca" un problema insoluble; ;qué hacer
entonces? Muchu. antes de que e·stas reservas se ago-tarain, el
descubr;mtiRn.to de kJ desintegración del átomo, OJportOJ unas nue­
Wll' fuentes de energú,, prácticamente ilimitadas. El POJpa mene
a
decir: en lugar de actuar negatilvam,ente y de una manera egaf,s­
ta, lo que l,a¡y que hacer es trOJbajar y crear nuevas riquezas P=
resolver los problemas de alimentación y de justicia que el m,wn,da
tiene p,lanteados. En definitwa, trabajar, que es mandato, de Dios;
aceptar
con buena voluntad y humildad el sacrificio que corres­
ponde
a cada cual, y confiar en /a; infinita Providencia de Dios,
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que pondrá oJ, ol,cance de los hombres las conquistas que m,erez­
can con su esfuerzo o quiera darles en Su mltS-ericordia.
Y no te preocup'es taml,Poco de las disparidades que hoy exis­
ten en el mrwndo con /,as distintas religiones, etc. Hay algo lumi­
noso, fecundo y /J!eno, de esperanza: el hombre proyectado hacia
la perfección por la luz del Evangelio, P'or la e:ristencia de la
espi"ritual y extraordinaria doctrina c11Jtólic<>. N oda hay que le
sea
com,Pamble en la Historia, ni que levante al hom1bre lan alto
en
su digmd tienen cosas bellas, como sacadas de la Ley natural; o por la
m~a fuerza nutricia en que .otras se (J;brevan, en las mismas
fuentes del Evangelio,; pero en todas hay muchas claudicaciones
de los hombres, admitidas y Jormondo cuerpo con su doctrina.
Sólo la Jglem CatóMca tiene una d inclaudicabte,
com10 Cristo en la Cruz. Sólo ella puede ser con­
sejera
p,,ra no dejar resquicio a la claudicación hwmana, pwra
alentwrle a la P'erfección
con el recuerdo de la misericordia di­
vina
y de la Gracia sal!IJadora; pum recordarle la necesidad de
desarrolhir en notsotros todas las virtudes con wnfianza en Dios
y con humüdad.
Estas
se-miJlas han transformado el mundo. Existe hoy es­
clamtud
en diversms formas, pero, ésta, se encuentm actualm,ente
condenada por
la mayoría de las conciencias. Antes no. Existen
mri,l aberr01Ciiones. Pero los ideales que flom,ro /,a I glem de Dins
VOJn entrando en la conciencia de toda la Humanidad, por encima
de fronteras y reügiunes. Dos mil a,ios no es nada en la histori<>
humana, es s6lo w,i¡ instante. CO"tno sucede con el grano -que
siemibra, que
gernt manms echando raíces abajo y casi sin asom"'1" por fuera; viene
nue'Va sazón y /,a p,lanta sale pujante en P'oco túimpo, y con otras
sazones. llega al fin !a buena granazón. Así también con las
se,11ii//as, que Cristo, echó.
La vida es un misterio que obliga al hombre a tener con­
fianza
y hwmildad. Hu.,.;idoxt por /,a insignificancia de nuestro
efímero paso por el mundo. Confianza, p,orque .esta condición es
base de nuestro desarrollo y crecmff.iento, también del interior~
Todos los pasos de nuestro creciMoi.ento son una aceptación de
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la mamo que nos tienden, de la enseñanza que nos dan. Sin fe
en el prójimo, si no creyeramos en el significado de sus palabras
ni siquiera aprenderícvm1os a, hablar, cuanto meMs a rlliCiocinar.
Sin esa fe ·no cabría acum,ulación de e.zperiencia-s humarnas, no
cabria la mvestigación y el dominio de las distintas ciencias y
cada ho-tnhre llevaría una vida tan sólo irracional. Creer, confiarr
y tener h'IIMliildad son condiciones indispensables al ser racional,
Así se han enlazado los esfuerzos de las generaciones y se va
haciendo
realidad la prim,era pro,n,esa hecha por Dios al ho,nibre:
... tSeñor 'de la creación". El mdJsterio es además necesario para
l]Ue se agudice el intelecto y para que esa extraña pasión descu-­
bridora que alienta Pn la humunidad movilice el esfuerzo ll la
CO"I.JUÍSta, a una constante superación. Igual fe, confiwnza y hu-­
mi/dad son necesoJf'ias en el terreno espiritual. Siin ellas no hwy
erecimiento interior. La Providencia de Dios es la llave de todo
el misterio del Espíritu, que dirige a tr/Jll!és de su Iglesia. Las
sem,illas de Cristo, las semillas de la Iglesia están .ahí; sus pu­
labras
no pueden faltar. Las raices van profundizando sin que
nosotros las veamio,s. Pero otros verám Ir,, esplénd;,J,a cosecha y
nosotro,s
también desde la eternidad. La sem.illa de Cdsto en
granazón
lo transform'11Yá y elevará todo. Dos mil años no sirr
nifican nada frente a /,o eternidad. Nosotros somos P'equeños y
podem,os equiwocarnos fácilmente .en el juzgar, pero la Iglesia
NO. Tan pequeños somos qu,e vem,os nosotros estrellas cuya, luz
hace millones de "o,ñ,os-lu:!' que sal;ó del astro que /,(1) emite.
Hace sólo un insto;nte que Cristo ha sembrado ... ¡y es un buen
semibrado,r!
Mi querida h;j;to, ¡qué carta tan larga! Pero me hali/,as de
la Encíclica en todas tus últvmas cOJTtas y yo quisiera poder orien­
tar todas
tus curiosidades e inquietudes para que tu mente se
abra
siem,pre con espera;nza y alegría, buscando en todas las
cosas
la gloria de Dios, sin preocuparte del ruido que hagan, /,os
demás, P,,,,a que en el sosiego de tu alma tu corazón alabe sin
cesar y dé las gracias de todo a Dios.
Recibe
un abrazo mruy fuerte de tu Padre.
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