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Sentido religioso en la historia de España

SENTIDO RELIGIOSO EN LA HISTORIA DE ESP ~A
POR
GABRIEL DE ARMAS.
"Tú si eres grande, Espafia rrnnancesca y luminosa; tú eres la Fe que el corazón expande; tú la Esperanza que en la Fe reposa; y tú, la Caridad que por doquiera va prodigando su alma generooa. Grande fue tu ideal, grande tu sueño; tan grande fuiste en la cristiana era, que el mundo antiguo result6 pequeño y para ti se completó la Esfera."
JosÉ SANTOS CrrocANO,
I
Maurice Legendre, en su
Semblanza de España, tiene un ca­
pítulo dedicado a los santos españoles. Al hablar de San
Juan
de la Cruz, afirma: "... no existe pensamiento más universal
que
el suyo, y, si cabe encontrar a dicho pensamiento cierto sabor
original
es con la condición de agregar que una de las mayores
originalidades de
España ha sido expresar lo universal con an­
terioridad a los demás" (1).
Giovanni Papini, el turbulento florentino que aceptó la vida
porque
es más dolorosa que la muerte (2), en su obra Los ope­
rarios de /,a viña, destina el capítulo V a estudiar la figura de
San Ignacio de Loyola. Papini, como es natural, proyecta sobre
ella las relampagueantes fulguraciones de sus voluptuosas ge­
nialidades. Según él,
"... San Ignacio, por su naturaleza y por
(1) Legendre, Maurice: "Semblanza de España". E. P. E. S. A.
Madrid, 1944; págs. 241-242.
(2) Papini, Giovanni: "Un hombre acabado", Mateu, Barcelona, 1961;
pág. 267.
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la misión que eligió, es, en cierto sentido, el más absolutamente
católico de los
santos" (3).
Monseñor Cicognani, Nuncio del
Papa en España, pronunció
el
11 de octubre de 1943, en la inauguración del Seminario His­
panoamericano de Navarra, un discurso sobre la obra de Espa­
ña en América. Con claro acento de persuasión, proclama que
"en esta portentosa empresa de conquista y colonización resplan­
decieron
y se afirmaron sublimernente tres grandes ideales: un
ideal religioso, un ideal de humana y cristiana fraternidad y
un ideal de cnltura" ( 4).
Federico D. ·wilhelmsen, catedrático de la Universidad de
Dallas, en
El problem'(J, de Occidente y los cristianos, asegura que
"el mundo
tendrá que volver al derecho internacional, una cien­
cia netamente española" ( 5).
Karl Vossler, Rector que fue de la Universidad de Munich,
en un importante estudio sobre Fray Luis de León, manifiesta:
"España, el país al que se ha querido negar todo Renacimiento,
demuestra en su fe, en su poesía popular, en todas las artes y
ciencias,
lo mismo que en sus cosÍ.umbres, una tradición tan fuer­
te y
tan persistente, en continua renovación, como ninguna otra
nación en Europa" (6).
Pío XI, el Papa con nombre de águila, conocía a fondo la
Historia de España. No en balde, antes de ocupar el solio pon­
tificio había sido
¡»"efecto de la biblioteca vaticana, en cuyos ar­
chivos obtuvo datos de primera mano. El 3 de junio de 193,3
publicó una encíclica acerca de la situación de la Iglesia en Es­
paña, Dilectissim,,. nobis, al parecer un tanto olvidada. El primer
(3) Papini, Gíovanni : "Los ope .. arios de la viña". Ediciones FAX,
Madrid, 1942; pág. 60.
(4) Terradas Soler, Juan: "Una epopeya nll'sionera". E. P. E. S. A.
Madrid, 1962; pág. 95.
(5) 1Wilhelmsen, Federico D.: "El problema de occidente y los cris­
tianos". Publicaciones de
la Deleg. Na.e. del Requeté. Sevilla, 1964;
pág. 193.
(6) Vossler, Karl: "Fray Luis de León". Austral, 1960. Tercera edi­
ción; pág. 73.
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párrafo es ya toda una -valiosísima atestación. Dice así: "Siem­
pre nos fue sumamente amada la no ble nación española por sus
insignes méritos para con la fe católica y la civilización cristiana,
por la tradicional y ardentísima devoción a esta Santa Sede
Apostólica
y especialmente por sus grandes instituciones y obras
de apostolado, pues
ha sido madre fecunda de santos, de misio­
neros
y de fundadores de ínclitas Ordenes religiosas, gloria y
apoyo de la Iglesia de Dios" (7).
He aquí algunos testimonios; casi tomados al azar; coinci­
dentes sobre la índole universalista del carácter hispánico y de
nuestro acontecer histórico. De propósito, ninguno de ellos eS:­
pañol.
Pues bien; tales testimonios y otros muchísimos que podría­
mos aducir
-y que invocaremos a lo largo de este estudiü'-pa­
recen contradecir cuanto se ha alegado y escrito acerca del · ta­
lante particularista e indisciplinado del pueblo español, transido
todo él de
un radical individualismo celtibérico, opuesto a cual­
quier empresa de signo comunitario ...
Es, pues, justo que nos preguntemos: ¿ existe realmente con­
tradicción? Si no existe, ¿ cómo pueden cohonestarse ambas po­
siciones? En definitiva: ¿ somos individualistaS o somos univer-:­
salistas?
García Villada, en su precioso ensayo
El destina de Espw,w;,
nos habla de la universalidad y, a la vez, del particularismo del
carácter español.
El los ve representados en Don Quijote y en
Sancho Panza, respectivamente. Lo cierto es que, en ocasiones,
hemos sido universa.listas; pero
en ocasiones también hemos
caído en el más aberrante de los particularismos. Ahora,
¡ por
favor!, no atribuyamos este balanceo pendular de categorías con­
tradictorias a flujos y reflujos de ciegos y fatales determinismos
históricos, no. Sabemos, con García Morente, que "la Historia
es algo que ninguna ley de la naturaleza predetermina. El hom-
(7) Pío · XI : "Dilectissima no bis". Colección de encíclicas y documen­
tos pontificios. Madrid, 1964. Tomo I; pág. 129.
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bre la hace libremente al hacer su propia vida" (8). Ni debe­
mos olvidar,
por otra parte, que el entramado de la Historia,
como nos· dice Lacordair_e, tiene su principio en la doble acción
de la Providencia Divina y de la libertad humana (9). ¿ También
de la libertad humana
? Evidentemente. Atendamos a Berdiaeff
cuando escribe a este respecto:
"Sin la libertad espiritnal del
hombre, considerada como
un principio fundamental autónomo
y que no depende
siquiera de la Libertad Divina, ni del Divino
Destino (como
principio irracional inexplicable), sin esa liber­
tad no podría haber Historia Universal alguna" (10). Porque
somos libres somos responsables ante Dios y ante la Historia.
Y porque somos responsables, a causa de
nuestra libertad, ten­
dríamos que meditar muy seriamente este profundo textc del
gran Donoso Cortés : "En el anchísimo campo de la Historia
no
hay semilla que no fructifique; todas están al abrigo de los
vientos
y de los huracanes; en este campo fertilísimo nadie
recoge sino lo que siembra, pero todo lo que-se siembra se re­
coge" (11).
N esotros, españoles, hemos sido universalistas y particula­
ristas. Bien. ¿ Cuándo lo uno y cuándo lo otro? Tengo para mí
que todo ha dependido del ideal que
ha iluminado nuestro queha­
cer histórico en cada concreta -singladura ...
No le demos vueltas. Siempre serán los principios la fuerza
propulsora
de las acciones humanas. "Cuando se ha proclamado
un principio --escribe Balmes--no es tan fácil como algunos
creen
el atajar las consecuencias; la lógica es muy poderosa en
el orden de los hechos como en el orden de las ideas" (12). Para
(8) Gaccía Moren.te, Manuel: "Idea de la Hispanidad". Espasa-Cal­
pc, S. A. Tercera edición. Madrid, 1947: pág. 32.
(9) I,acordaire: "Discursos y cartas". Méxic0 D. F., 1935; pági­
na 105.
(10) Berdiaeff, Nicolás: "El sentido de la Historia". Editorial Ara­luce, Barcelona, 1936; pág. 47.
(11) Donoso C0rtés, Juan: "Bosquejos históricos», en Obras com­
pletas de
la B. A. C. Madrid, 1946; pág. !56.
(12) Balmes, Jaime: "EsC:ritos Políticos", en Obras completas de
la
B. A. C. Madrid, 1950. Tomo IV: pág. 572.
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Monseñor Segur, "lo que hace. tan vulnerable a la sociedad mo­
derna es
la falta de principios"' (13),
Ello quiere decir que a nobles ideales, de seguro correspon­
derán realizaciones magnánimas.
Mientras que a ideales mez­
quinos
y truncos, raquíticos y sin horizontes. sucederán realiza­
ciones míseras, sin trascendenqia alguna. O
tal vez peor, con
trascendencia negativa.
Cada hombre ---creo que esto es claro-­
puede ser un santo o un perverso; un ángel o_ un demonio. Pero
nadie ascenderá a las impolutas- cwnbres de la santidad sin an­
tes haber sentido en
la interioridad de su alma, como una idea
preferente, estimuladora de la
,voluntad: la invitación amorosa
de
Cristo: "Sed perfectos, así ,como vuestro Padre celestial es
perfecto"
(14).
Y erran quienes crean ingenuamente que un programa es un
lujo vano del que puede prescindirse· a capricho.
Es, por el con­
tt-ario, una fuerza operante que, :aunque la precede, va unida, on­
tológica y entrañablemente, a la acción. El ideal es entrega,
como afirmó Goethe con precisión severa.
No es, pues, extraño
que aquellos que carecen de ideal no encuentren móviles ade­
cuados
y suficientes para vivir.
"Siempre será verdad -dejó escrito el Cardenal Gomá en
_ Horas gra'IJeS-que el pensamiento manda. A la etapa puramen­
te intelectual de la idea sigue siempre el período de proselitismo;
y si con él se llega a la conquista de una porción considerable
de las masas,
la idea encuentra fácil acceso al poder políti­
co"
(15).
Demasiado tiempo sostuvo la psicología experimental que la
voluntad humana se fortalece con la repetición continuada de las
acciones simples.
Fue Lindworsky quien deshizo el equívoco.
Cierto que escogió
el camino m~s difícil y espinoso para el edu-
(13) Segur~ "La Revolución". ~adrid, 1867. Cuarta edición; pág. 6.
(14) Math. V, 48.
(15) Gomá y Tomás, Isidro: "Horas graves", en "Antilaicismo". Ca­
sulleras. Barcelona, 193-S. Tomo I; tpág. 254.
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cador; pero logró levantar todo el edificio pedagógico sobre la
importancia de los motivos (16).
¡ ¡ Los motivos! ! ¡ ¡ Los motivos! !
He aquí la clave para resolver atinadamente la razón de
nuestra grandeza .histórica y de nuestra decadencia. Cuando por
motivos espirituales ~os apiñamos en torno a la de_fensa de un
ideal
ecuméni~o, nuestro individualismo se trocó en . comunita­
rismo fraterno. Se hizo entrega, caridad política y social. Pero
cuando esos motivos espirituales cedieron ante el empuje pasio­
nal de señuelos hedonistas
y nos embarcamos en empresas de
cuño puramente material, el particularismo español vino, de nue­
vo, a hacer acto de presencia y a presidir el triste declinar de
España.
EstarnoS identificados con Cambó cuando dijo: '';Es _un in­
tento maldito _querer vinc_ular Españc.1 en una de sus zonas. Es­
paña ha sido grande cuando ha tenido ideas superregionales, tal
como sucedió en
los. tiempos en qné defendió el catolicismo de
las acometidas de la. Reforma. Entonces, con un ideal, España
fue una gran potencia" (17).
Fue, pues, el ideal quien nos hizo y nos hizo grandes.
Nos recuerda Menéndez y Pelayo, en el famoso epílogo de
su monumental H i.storia de los heterüdoxo•s e,pGJñ absoluta carencia de elementos naturales necesarios para consti­
tuir una
naci(m: "Ni por la naturaleza del suelo que habitamos,
ni por la raza, ni
por el carácter, parecíamos destinados a for­
mar una gran nación. Sin unidad de clima
y producciones, sin
unidad de costumbres, sin unidad de culto, sin unidad de ritos,
sin unidad de familia, sin conciencia · de nuestra hermandad, ni
sentimiento de nación, sucumbimos .ante Roma ...
" (18).
(16) Lindworsk;y, Juan: "El poder de la voluntad". Mensajero del
C. de Jesús. Bilbao, 1950; pág. 60.
(17) GarcÍa Villada, .Zacarías: "El destino de España en la Hhtoria
Universal". Cultu:a Española,. Madrid, 1936; pág. 218,
(18) Menéndez y Pelayo; Marcelino: "Historia de los Heterodoxos
Españoles". Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1948.
Tomo VI; pág. 505.
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Tal circunstancia es registrada, con idénticos conceptos, en­
tre otros, por Bahnes, por García Villada, por Aparisi y Gui­
jarro y por García, Moret1;te ...
García Villada rememora el paso por el territorio hispánico
"d~ fenicios, griego.s, cartagineses, romanos, bizantinos, vánda­
los, alanos, suevos, visigodos
y sarracenos; pueblos todos que
han dejado su impronta en nue:stro tipo, en nuestro carácter,
en nuestras
costuml;>res, en nuestra ideología y en nuestra cul­
tura material, jurídico-social e intelectual" (19).
Aparisi y Guijarra insiste en que "nunca la unidad religiosa
fue más útil a un país que a la España, donde faltan a la vez
casi todas las demás condiciones de unidad social, y
la configu­
ración. del territorio es el mayor de los
o.bstáculos a la urúdad
política" (20).
Balmes expone :
".. . nada encontraréis -en la Historia de
España-qu_e sea general, uno, capaz de formar un espíritu de
nacionalidad sino la religión" (21).
Y García Morente hace notar -en coincidencia con todos
ellos---"la particularidad geográfica de la Península, tan llena
de diversidades, de singularidades, de contrastes"
(22).
II
¿ Cuál fue entonces la Idea-Bien o el ideal que, además de
unificar a este pueblo de aluvión, que es España, dio al ser
hispánico proporción universalista y ecuménica? Y o diría, sin
dudarlo un momento, que se trata, ante todo y sobre todo, de
un ideal de caridad cristiana. En una enjundiosa y brillante in-
(19) García Villa.da, .Zacarías: Obra cit., pág. 12.
(20) Aparisi y Guijarro, Antonio: "Del principio cristiano en Es­
paña como elemento de su nacionalidad", en Obras de D, Antonio Aparisi
y Guijarro. Madrid, 1873. Tomo III; pág. 40.
(21) Balmes, Jaime: "Obras completas de la B. A. C.". Tomo V; pá­
gina 773.
(22) García Mocente, Manuel : Obra citada; pág. 208.
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troducción a su obra Acción de España en América, Florentino
Pérez Embid ha dicho: "Frente a las valoraciones puritanas, la
mentalidad católica
-de que estaba firmemente empapado el hu­
manismo clásico español-genera y generó una conciellcia co­
lectiva de responsabilidad ante Dios y una caridad hacia el se­
mejante, de las cuales nació aquel admirable esfuerzo por des­
arrollar la acción en Indias, no sólo con eficacia o con lucro líci­
to, sino, sobre todo, con arreglo a recta conciencia" (23).
Precisemos, pues. España, en sus mejores tiempos, vivió una
fe teocéntrica. ; no antropocéntrica. Y no hay fe teocéntrica, si
es verdadera, que no se vuelque en caridad
fraterna; en comu­
nicación
de servicio y amor al semejante. En su Defensa de la
Hispw,,úlad, Ramiro de Maeztu dejó escrito en frase lapidaria:
"La fraternidad de los hombres sólo puede fundarse en la pater­
nidad de Dios" (24).
Abundando en esta idea, Pablo VI nos
ha adoctrinado recientemente con su autorizada palabra de Pas­
tor Supremo: "... debemos recordar siempre que el principio
del amor al prójimo es el
amor de Dios. Quien olvidase la ra­
zón
por la cual debemos llamamos hermanos de los hombres, a
saber,
la común paternidad de Dios, podría, en un momento dado,
olvidarse de los deberes gravísirnos de tal fraternidad
y podría
descubrir en el propio semejante, no ya a un hermano, sino a
un extraño, un rival, un enemigo" (25).
Tenemos la firme convicción de que España, lejos de olvi­
darla, la tuvo presente en sus mejores empresas.
Nuestro ideal
fue de servicio. Y al servicio de este ideal sacrificamos nuestros
superiores afanes. Bien
lo comprendió Karl V ossler al escribir :
"Aquel que estudia a los españoles en los museos y en los libros,
separados completamente de
la idea al servicio de la cual se
(23) Pérez Emhid, Florentino: Introdu.cción a la obra "Acción de _España en América", en co~aboración con Francisco Morales Padrón. Editorial AHR. Barcelona, 1958; pág. '29.
(24) Maeztu, Ramiro de: "Defensa de la Hispanidad". Tercera edi­ción. Valladolid, 1938; pág. 132.
(25) Pablo VI: Alocución de 10 de julio de 1968. "Ecclesia", nú­mero 1.319.
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SENTIDO RELIGIOSO EN LA HISTORIA DE ESPARA
crearon sus obras, no será capaz de entenderlos ni de encontrar
ningún criterio firme con el que pueda apreciarlo de una ma­
nera definitiva" (26).
España entera respaldó con su ejemplo lo que nos había· de
enseñar
el P. Bover en su Teolo'{/Í,a, de Sam Pablo: "La fe, al
contemplar el amor del Redentor, se transforma en caridad; do­
ble caridad: hacia el Redentor y hacia los demás redimidos. Y
la caridad florece y fructifica en obras de justicia. Tal es el pro­
ceso _ genético, según San Pablo, de la ascética cristiana, de la
justicia en Cristo" (27).
No deja de ser curioso, sin embargo, que Ramiro de Maeztu,
un espíritu tan perspicaz y pr0fundo, se dejara escapar el sen.,.
tido caritativo del ideal hispánico al describirlo en su Defensa
de la Hispooidad. Según él, el humanismo español es de origen
religioso y consiste en creer
en la igualdad específica y sobre­
natural del hombre
(28). Luego, añade: "Este espíritu esencial
de igualdad no quiere decir que la virtud característica de los
españoles sea la caridad, aunque tampoco creo que nos falte" (29).
Más adelante, afirma : "Es posible que los padecimientos de Es­
paña se deban, en buena parte, a haberse ocupado demasiado
de los demás pueblos y demasiado poco de sí misma" (30).
Y o preguilto: ¿ no es ésta precisamente la máxima caridad?
¿ Puede pedirse más que olvidarse de sí propio· para ofrecerse,
en cuerpo
y alma, con entereza y vigor cristianos, a la salvación
de los demás? ¿ Hay algo más sublime que dejar de vivir para
uno y entregar no el don, sino entregarse? Toda la Historia de
España está transverberada por la "idea-fuerza" de la salvación
universal en Cristo. Sus episodios más representativos tienen
(26) Vossler, Karl: "Trascendencia europea de la raltura española",
en
"Algunos ,caracteres de la oulturra española". Austral, 1962. ·Cuarta edi­
ción; pág. 135.
(27) Bover, José María: "Teología de San Pablo". B. A. C. Ma-
drid, 1946; pág. 865.
(28) Ma.eztu, Ramiro de: Obra citada; pág. 67.
(29) Maeztu, Ramiro de: Obra cita& ; pág, 79.
(30) Maeztu, Ramiro de: Obra citada; pág. 85.
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sus raíces en los íntimos penetrales de una trascendental econo­
mía
de salvación. Por eso, el propio Maeztu pudo escribir, cla­
rividente, "que la misión histórica de los pueblos hispánicos con­
siste
en enseñar a todos los hombres de la tierra que si quieren
pueden salvarse, y que su salvación no depende sino de su fe y
su voluntad" (31).
Esta misión histórica -insistimos-, verdadera cruzada de
cooperación a la economía salvífica del Hijo de Dios hecho hom­
bre, es esencial y eminentemente caritativa ...
España, dígase lo que se dijere, se esforzó por salvar almas ...
¿ Y qué es salvar almas? Es, sencillamente, ccmo ha dicho Gar­
Mar en
Sugterencias, con bello lenguaje y atrevidos conceptos,
"recoger del suelo diamantes caídos de la corona de Dios; es es­
tremecer de alegría el corazón de los ángeles; es hacer más glo­
riosa la pasión de Cristo. Salvar almas es más que crearlas, es
más que conservarlas, es más que redimirlas" (32). Sólo desde
este purito de vista puede justificarse y se justifica la famosa
frase
de López ·de Gómara: "La mayor cosa después de la crea­
ción del mundo, sacando la encarnación y muerte del que lo creó,
es
el descubrimiento de las Indias" (33).
El año 1852 realizó un viaje por el norte de España el emi­
nente intelectual y catedrático francés Federico Ozanam. Oza­
nam fue el creador de las famosas conferencias cuaresmales de
N otre Dame de París y fundador también de las no menos fa­
mosas conferencias de San Vicente de Paúl, institución de ca­
ridad y de ayuda a los menesterosos. ·Ozanam vivía en buen olor
de caridad. Este viaje suyo quedó plasmado en una bella obrita
(31) Maeztu, Ramiro de: Obra citada; pág. 86.
(32) Car-Mar: "Sugerencias". Christu-s, Madrid, 1935. Tercera edi­
ción; pág. 78.
(33) La frase de L<\pez de Górnara la cita Menéndez Pida! en su
conferencia "La moral en la conquista del Perú y el inca Garcilaso de
la Vega", inserta en la obra de la colección Austral "Seis temas peruanos",
19(¡(); pág. 19. También: la invoca García Villada en su obra citada; pá­
gina
102. Y asimismo Juliá:n ·Juderías en su obra "La leyenda negra",
Editora Nacional, Madrid,
1%7; pág. 79.
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SENTIDO RELIGIOSO EN LA HISTORIA DE ESPANA
titulada Una ¡,eregrimación al ¡,aís del Cid. En su pormenorizada
descripción del Monasterio de las Huelgas,
Ozanam enuncia:
"Aquí es preciso reconocer uno de los caracteres de la España
católica: la caridad al lado de la grandeza. El Cid aplastó a los
sarracenos, pero hizo sentar a un leproso a su mesa, acostándo­
le en su propio lecho.
Las abadesas de las Hudgas reinan tras
las rejas que no se abren sino para las cabezas coronadas; pero
las puertas de su hospicio jamás se cerraron para los po­
bres" (34).
Repitamos, hasta la saciedad, que este ideal nació en España
de una inflexible fe cristocéntrica. Fe trascendente; no inma­
nente.
Fe objetiva; no subjetiva. Fe misionera; no narcisista. Fe
expansiva; no replegada. Fe de conquista y defensa a la vez. Fe
de conservación y de amplia apertura ecuménica al mismo tiem­
po.--Fe teologal, que busca el
amor del prójimo por Dios. Fe,
cuya profundizació!l y estudio ha podido inspirar a un historia­
dor imparcial como
Karl Vossler las siguientes frases que sus­
cribiría
el español más enamorado de su patria: "... esta pro­
pensión a ·10 trascendente y a la aversión por lo inmanente fue
lo que capacitó al español
para romper el estrecho marco de la
vida medieval europea, para vencer el particularismo de los se­
ñores feudales, de las ciudades y de los gremios, de los cismáti­
cos y de los individualistas, descubrir nuevos países, dar la vuelta
al mundo y unir a innumerables pueblos de distintas razas e
idiomas
en un inmenso imperio universal católico, que se con­
cretaba
en: un Dios, una Fe y un Imperio" (35).
Implícita o explícitamente, han reconocido siempre este ideal
los
pensadores hispánicos más representativos. Sobre todo, aque­
llos que vieron en la tradición un fundamento esencial del pro­
greso y en la Historia una lección pennanente de vida para el
futuro
...
Así, Menéndez y Pelayo brinda "por la fe católica, que es el
(34) Ozanam, Antonio Federico: "Una peregrinación al país del Cid"_
Austral, 1950; pág. 48.
(35) Vossler, Karl: Obra cita&; pág. 127_
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substratumi, la esencia y lo más agradable y lo más hermoso de
nuestra teología, de nuestra filosofía, de nuestra literatura y de
nuestro arte" (36), a la vez que llama a España "evangelizadora
de la mitad del orbe" (37).
García Villada afirma que el destino de España "está con­
eretado en la defensa y propagación del Reino de Cristo sobre
la tierra, que es la Iglesia Católica" (38).
·Ramiro de Maeztu señala que "lo mismo los reyes, que los
prelados, que los soldados, todos los españoles del siglo XVI pa­
recen misioneros" (39).
García Morente observa que "la primera -y quizá la úni­
ca-política mundial que aparece en la Historia humana es la
política española del siglo
XVI... porque la esencia misma del
alma hispánica destinaba providencialmente a España a ser la
primera en practicar esa política" (40).
Vázquez .de Mella se goza porque "hemos recibido los des­
tinos más altos de la Historia como galardón ·y premio a nuestra
fe" (41).
Aparisi y Guijarro pone de relieve que "la Iglesia ha hecho
especialmente esta España,
y por eso España es el pueblo que
más grandes cosas y maravillas ha obrado debajo del cielo" (42).
Donoso Cortés registra que es "un hecho social indestructible
la existencia en España del princípio religioso como principio
dominante" ( 43).
(36) Menéndez y Pelayo, Marcelino: "Brindis del Retiro" inserto en
''La España de Menéndez y Pelayo", de Miguel Artigas. Antología, Za­
ragoza, 1938;
pág. 146.
(37) Menéndez y Pelayo, Marcelino: "Historia de los Heterodoxos";
tomo citado; pág. 508.
(38) García Villada, .Zacaría-s: Obra citada; pág. SO.
(39) Maeztu, Ramiro de: Obra citada; pág. 124.
(40) García Morente, Manuel: Obra citada; pág. 225.
(41) Vá.zquez de Mella, Juan: "Obras Completas", Subirana, Barce­
lona,
1932. Tomo XIV; pág. 251.
( 42) Apari.si y Guijarro, Antonio : "Antología". Selección y prólogo
(43) Donoso Cortés, Juan: "Obras Completas". B. A. C., 1946.
Trnru:, I; pág. 485.
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SENTIDO RELIGIOSO EN LA HISTORIA DE ESPAflA
Don Andrés Majón escribe que el catolicismo ha sido para
España "el alma
de su alma, la clave de su Historia, la hase de
su moral y el ideal más influyente y poderoso de su patriotis­
mo" (44).
J ulián Juderías subraya que España persiguió siempre una
"idea generosa y civilizadora, idea de igualdad y de justi­
cia" ( 45).
El Cardenal Gomá manifiesta que "por lo que a la Hispa­
nidad toca, el pensamiento católico es la savia de España" ( 46).
Balmes constata que en
España "el principio religioso ad­
quirió desde luego tanta pujanza y predominio, que lo sometió
todo a su acción, creando una sociedad enteramente nueva y con­
forme, en cuanto lo permitían los tiempos, a la enseñanza
de-la
religión cristiana" ( 47).
Sardá y Salvany enaltece la
fe del pueblo español que "más
que la de otro alguno, puede, en efecto, llamarse con toda pro­
piedad fe militante" ( 48).
Constantino Bayle expresa que en la hispanización de Amé­
rica "lo maravilloso, lo único, lo que pasma, es que el "ideal"
se sobrepuso aun en los a-Ventureros de más baja estofa, y pu­
rificó las -escorias ; y la conquista, mirada desde arrib3.:, en con­
junto, fue empresa de evangelización y de real servicio, como si
otra cosa no hubieran pretendido sus héroes" (49).
El P. Monsegú precisa que "si se prescinde del ideal reli­
gioso, que a todos les movía, y
de la fe que les daha aliento,
(44) Manjón, Andrés: "Edición Nacional de las Obras Selecta'S".
Patronato -de las Escuelas del Ave-María. Madrid, 1949. Tomo VIII;
pág. 383.
(45) Juderías, Julián: Obra citada; pág. 151.
(46) Gomá y Tomás, Isidro: "Antilalci-smo", ya citada; pág. 45;
torno II.
(47) Balmes, Jaime: "Obras Completas de la B. A. C.". Tomo V;
pág. 772.
(48) Sardá y Salvany, Félix: "Año Sacro". ~ón Casals, Barcelo­
na, 1954. Tomo 11; pág. 189.
(49) Bayle, Constantino: '"Santa María en Indias". Apmtolado de la
Prensa, Madrid, 1928; pág. 73.
779
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GABRIEL DE ARMAS
no es posible hallar nada en común, ni trabazón segura, entre
las partes heterogéneas que componían la comunidad española.
Esta comunidad no tenía de común nada más que el espíritu
hecho fe y tradición" (50).
III
¿ Es posible ----rabe preguntarse--que este extraordinario flo­
rilegio de -exaltación hispánica sea producto exclusivo de un
exacerbado patrioterismo, difícil de conjugar con la objetividad
· real del testimonio de la Historia? No. Es un hecho constatable
que la moderna critica histórica más discernidora y exigente con­
fonna sus conclusiones con aquellas a que había llegado el pen­
samiento tradicional de
· España.
Es palpable, como afirmó el Cardenal Cicognani, que "cada
legajo que se desempolva en
el grandioso Archivo de Indias es
una nueva apología de la labor cristianamente civilizadora de
España en América" (51). E incuestionable, además, que las in­
vestigaciones, cada vez más estimativas y decantadas de propios
y extraños, se pronuncian hoy con un veredicto favorable a la
labor universalista de España en el mundo, a la vez que apagan,
con
las aguas puras de la verdad, los · últimos rescoldos del mito
de la leyenda negra, cuyas llamas sólo pudieron alimentarse de
los infectos residuos que le sumitiistró la mentira, hija de Sa­
tanás ... (52).
Es para nosotros de suma _importa_ncia que la vocación ecu­
ménica de España, apoyada constantemente en la Idea-Bien de
fraternidad teclogal, de amor al prójimo en Dios, por Dios y
para Dios, haya sido objeto de las más cálidas alabanzas y de
las más cordiales bendiciones
por el Pontificado romano.
(50) Gómez Mon-segú, Bernardo: "El Occidente y 1a Hispanidad".
Cultura Hispánica, Madrid, 1949; págs. 137-138.
(51) Cardenal Cicognani, citado por Terradas en su obra "Una e-po­
peya mi,s.ionera"; pág. 101.
(52) J n. VIII, 44.
780
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SENTIDO RELIGIOSO EN LA HISTORIA DE ESPANA
El año 1%2 publicaba el P. Terradas su orn-a Una ep,opeya
miswnera, a la que ya nos hemos referido anteriormente. ¿ Qué
importancia vienen a tener los viejos y manidos tópicos
de
Buckler y Draper, repetidos luego por Carminati, Hausen y de­
más compañeros de viaje? Si España cumplió o no dignamente
con la misión universal que la Providencia le señaló en la His­
toria, nos lo va a decir palmariamente, con su inapelable auto­
ridad, el más alto tribunal del mundo: el Pontificado romano.
Terradas, como San Agustín en la cuestión pelagiana, da un
corte definitivo a toda discusión, para gritar cara al mundo,
como un iluminado: "Roma locuta eSt, causa finita est''.
Nosotros, orientados
y conducidos por Terradas, vamos a
analizar lo que dijeron, al respecto, los Papas del descubrimien­
to,
en una fecha que oscila entre 1492 y 1525. Veremos lo que
opinaron los Papas de la colonización, comprendidos entre
1525
y 1825. Y, finalmente, estudiaremos el parecer de los Papas pos­
teriores a
la desmembración de América hasta nuestros días; es
decir, desde 1825 hasta 1%8, en que Pablo VI, siguiendo "las
huellas de
la Hispanidad" (53), puso una apoteosis de júbilo en
Colombia, tierra donde España dejó "en preciosa herencia su fe
y su cultura" (54).
Alejandro
VI (1492-1503) dona, por la Bula "Inter caetera",
a los reyes de Castilla las tierras descubiertas
y por descubrir
de América.
¿ Con qué objeto? El de que conviertan, mediante
el auxilio de la divina misericordia, a sus habitantes y morado­
res a la fe católica. Y ello, porque supo el Papa que, desde hacía
tiempo, los Reyes Católicos buscaban anhelantes descubrir tierras
remotas y desconocidas "con el fin de re:ducir sus habitantes y
.moradores al culto de nuestro Redentor y a la profesion de la·
fe católica" (SS). Aspiración ésta de los reyes de Castilla que
aclara y refrenda
el testamento de Isabel la Católica y que se
reflejará en todas las Leyes de Indias, cuyas 6.336 disposiciones
(53) Pablo VI: "ABC" de 25 de agosto de 1968.
(54) Pablo V1: "ABC" de 23 de agosto de 1968.
(55) Terradas: Obra cil>da; pág. 105.
781
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GABRIEL DE ARMAS
"forman el mejor código de caridad que ha emanado de los go­
bernantes civiles de todas las épocas de la Historia" (56).
Julio
II (1503--1513), en su Bula "Universalis", de 28 de julio
de 1508, a la
par que concede el derecho de presentación para
las dignidades eclesiásticas de los territorios descubiertos a los
monarcas españoles, hace un elogio de ellos porque "han pene­
trado
el Océano y han llevado el saludable estandarte de la Cruz
a tierras desconocidas" (57).
León X (1513-1521), en la Bula de erección del Obispado
de Puebla de los Angeles, en Méjico, de
13 de octubre de 1521,
se felicita porque "sus habitantes y aborígenes son capaces para
la cultura y la civilización" y por la facilidad con que se "ad­
hieren a nuestra ortodoxa fe y abrazan con gusto sus costum­
bres y preceptos" ( 58).
Adriano
VI (1522-1523), el Papa de "vida inmaculada", se­
gún Luis Vives, en la Bula "Dum intra", de 4 de mayo de 1523,
rememora la hispanización de América planteada e iniciada por
los Reyes Católicos. Y alaba los trabajos, gastos y sacrificios
llevados a cabo para atraer "a: gran número de infieles de las
falaoes tinieblas de los ídolos a la verdadera luz de la fe orto­
do:xa". Asimismo, encomia la erección, en los territorios des­
cubiertos, de "muchas iglesias metropolitanas catedralicias
y
otras, para gloria del nombre de Jesucristo" (59).
Paulo
III (1534-1549), el Papa del Concilio de Trento, es
el primero que figura en la época propiamente colonizadora. En
su Bula de erección del Obispado de Oaxaca, en Méjico, de 20
de junio de 1535, reconoce el buen deseo del rey de
España de
"atraer a 1a. verdadera luz a los vecinos de Oaxaca" (60).
Clemente VIII (1592-1605) señala la labor civilizadora de·
España en varias Bulas y
Letras Apostólicas. Y no sólo por lo
(56) García y García de Castro, Rafael: "Los Apologistas españo-
les".
FAX, Madrid, 1935; pág. 214.
782
(57) Terradas: Obra citada; pág. 110.
(58) Terradas: Ob,a citada; pág. 111.
(59) Terradas: Obra citada; pág. 113.
(60) Terrada,: Obra citada; pág. 116.
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SENTIDO RELIGIOSO EN LA HISTORIA DE ESPANA
que respecta a la pura cristianización, sino también por el com­
probado afán de los monarcas españoles en pro de la cultura pro­
fana
en los nuevos pueblos. En la Bula "Excelsa divinae po­
tentiae .. , dirigida al obispo de Manila, al clero y al pueblo de
Filipinas, de
21 de marzo de 1592, justamente cien años des­
pués del descubrimiento de América, Clemente
VIII asegura sin
am[ages : ''El número de los países convertidos es, sin duda, in­
menso; se ha
logrado, en estos últimos tiempos, la conversión de
wda aquella multitud de islas desparramadas por el Océano Pa­
cífico; de ciertos países escondidos en lejanas regiones de Africa
y Asia; de los países situados en tierras de Nueva España, Amé­
rica, Brasil,
Perú y todas las inmensas tierras adyacentes .. {61).
Urbano VIII (1623-1644), en una Bula de S de febrero de
1632, da por sentado que el monarca español -Felipe IV-"por
la defensa y propagación de la misma fe católica en otras re­
giones se ha visto impelido a hacer tan inmensos gastos, y aun
hoy día los hace, que ha agotado no sólo las rentas ordinarias
y extraordinarias de sus reinos, pero aun casi los mismos teso­
ros de dichos reinos ..... (62).
Pío IX (1846-1878), el Papa de la Inmaculada Concepción,
por cnyo pontificado doloroso pasó a
la Historia con el sobre­
nombre de "Crux de Cruce",_ es el primero que figura en la
obra de· Terradas como perteneciente a la época posterior a la
desmembración de América. Pío IX tiene para España palabras
de singular hermosura.
Al contestar al obispo de Avila, que le
visitaba al frente de una peregrinación española, el gran Papa
del Vaticano I afirma que España "ha procurado lkvar la civi­
lización cristiana a todas las naciones del globo", y no se -recata
en decir -en perfecta coincidencia con los pensadores hispánicos­
que "España fue grande en los pasados tiempos, porque fun­
daba su grandeza en propagar la religión cristiana, servirla y
defenderla y hacer
para conseguirlo toda clase de sacrificios .. (63).
(61) Terradas: Obra citada; pág. 119.
(62) Terradas: Obra citada; pág. 124.
(63) Terradas: Obra citada; pág. 126.
783
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GABRIEL DE ARMAS
León XIII (1878--1903) habló y escribió mucho y siempre
bien
de la obra de España en América. Pero el 16 de julio de
1892, para conmemorar precisamente el
IV Centenario del des-­
cubrimiento, publica su encíclica "Quarto abeunte saeculo", do­
cumento que copia íntegro Terradas por su excepcional impor­
tancia. Desde el principio hasta el fin es un canto a la religiosi­
dad de Colón y de los Reyes Católicos, porque
el móvil que les
indujo a realizar esta gesta "fue la propagación del Evangelió
por nuevas tierras y nuevos mares" ( 64).
San Pío X (1903-1914), tras oír el discurso de Monseñor
Jara, que ,presidía una peregrinación hispanoarrericana
que llegó
al Vaticano
el 22 de noviembre de 1908, se congratula de que
los países sudamericanos manifiesten la gratitud y
el afecto que
deben a
España, por haberles "dado su fe, su lengua y cristiana
civilización" (65).
Pío
XI (1922-1939) recibió en 1923 la visita de don Alfon­
so
XIII, quien le saludó en nombre de la nación española. El
Vicario de Cristo, al contestarle, hizo un espléndido resumen
del sentido religioso de la Historia de España, destacando "la
maravillosa epopeya de aquellas navegaciones que tan vastos
campos de benéficas y pacíficas conquistas abrían a la
fe cató­
lica en el Nuevo Mundo y muchas partes del mundo viejo" (66).
Pío
XII (1939-1958) es denominado por Terradas, con toda
razón, Papa de
la Hispanidad. De él emanaron hasta 129 tex­
tos acerca del "espíritu universal y catóEco" de la gran "epo­
peya misionera". Alguien ha dicho que
la calumnia entra como
ingrediente necesario en toda gloria verdadera. No lo olvidemos.
Pío XII, el más infatigable debelador de las calumnías que el
mito de la leyenda negra arrojara contra España, ha sido uno
de los Pontífices más calumniados
de la Historia ...
El, a pesar de las calumnias y arremetiendo contra ellas, no
cesó en reconocer y en
proclamar "la epopeya gigante con que
(64) Terradas: Obra citada; pá,g, 130.
(65) Terradas: Obra citada; pág. 138.
(66) Terradas: Obra citada; pág. 140.
784
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SENTIDO RELIGIOSO EN LA HISTORIA DE ESPARA
España rompió los viejos límites del mundo conocido, descubrió
un continente nuevo y le evangelizó para Cristo" (67). Amor con
amor se
paga. En justa reciprocidad, nosotros no podemos ser
remisos en pregonar, ante el mundo, que no obstante las calum­
nias que han pretendido manchar la memoria del Pastor Angé­
lico, nunca la Cátedra de Pedro rayó a tal altura como en los
tiempos de Pío
XII, ese gran paladín de la verdad, llamado
por
Juan XXIII "Doctor óptimo, luz de la santa Iglesia, aman­
te de la Ley Divina" (68) y por Pablo
VI "gran figura, grande
como hombre y grande como Pontífi~e" (69).
Juan XXIII (1958-1%3), en varios radiomensajes y discur­
sos, persiste en los puntos de vista expuestos por su glorioso
antecesor. Unas
veces, insistirá en la devoción a María "que
alentó el celo de los primeros misioneros españoles". Otras, di­
rigiéndose a pueblos hispanoamericanos, se hará lenguas de
"aquella fe que os trajeron heroicos misioneros de la católica
España".
En una alocución dirigida a obreros españoles que le
visitaron
el 12 de noviembre de 1961, Juan XXIII afirmó: "Es­
tamos seguros de que España, que ayer tuvo intérpretes tan
autorizados del derecho natural en Suárez y Vitoria, y que supo
plasmar doctrinas sociales tan acertadas en las Leyes de Indias,
continuará siempre el camino de
su grandeza ... " (70).
Pal>lo VI (1%3-?) escribía el 4 de abril de 1965 una car­
ta con motivo del XV aniversario de la OESHA. En ella de­
clara : "Esas maravillosas gestas del catolicismo español exige
una ulterior continuidad de esfuerzos."
En 1964 se celebró en
León el VI Congreso Eucarístico Nacional. Como Legado Pon­
tificio vino a España el Cardenal peruano Landázuri.
En su sa­
ludo inicial al pueblo español y tras manifestar los motivos que
el Papa tuvo para delegar en él su augusta representación, ad­
virtió:
" ... piensen que S. S. ha terúdo presente la obra misio-
(67) Terradas: Obra
citada; pág. 215.
(68) "Ecclesia" de 23-12-59.
(69) "Ecclesia" de 12-3-1964.
(70) Terradas: Obra citada; pág. :Í44.
785
,s
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GABRIEL DE ARMAS
nera, verdaderamente admirable', que España inmortal realizó en
la naciente América, al llevar allí la Cruz. de Cristo. El Padre
Santo permite que hoy venga como Legado suyo a esta España,
madre
de pueblos, fundadora de cristiandades, para proclamar
muy alto los éxitos de sus empresas misioneras, no con los mé­
ritos de mi persona_, sino ·con el testimonio de una.fe que se man­
tiene firme para alzar, a ambos lados del Atlántico, un mismo
canto de amor a Dios en el Sacramento de la Eucaristía" (71).
Es más. Al sobrevolar Pablo VI territorio español, tanto en·
el viaje de ida como de regreso, con motivo de su visita a Co­
lombia, envió sendos mensajes al Jefe del Estado. En el de ida,
anuncia que va a entrar en contacto con tierra americana, "don­
de España dejó en preciosa herencia su fe y su cultura" (72).
En el regreso, comenta emocionado que ha "adorado a Jesucristo
en la hermosa lengua que España transmitió a tantos países, a
cuyas iglesias sigue prestando la colaboración generosa ... " (73).
IV
Ahora bien; ¿ cuál es la génesis de este ideal de frateinidad
hispánica? ¿ Cómo se forjó su contextura universalista y ecu­
ménica, nervio del sentido religioso de la Historía de España?
¿ Por qué cauces y a través de qué avatares históricos se llegó a
la "profunda y esencial identidad" (74) que García Morente ve
y señala entre la nación española y la religión católica
?
Apuntemos siquiera los jalones fundamentales.
l.0 San Pablo, en su Epístola a los Romanos, les anuncia:
"Cuando emprenda mi viaje para España, espero al pasar visi­
taros
y ser encaminado por vosotros a aquella tierra, después
de haber gozado algún tanto de vuestra compañía'' (75).
786
(71) "Eco de Canarias'', 4-7-64.
(7Z) "ABC", 28-8-68.
(73) "ABC"', 27-8-68.
(74) García Morente: Obra citada; pág. 217.
(75) San Pablo: Epist. a los Romanos, XV, 24.
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SENTIDO RELIGIOSO EN LA HISTORIA DE ESPAlvA
Vino, efectivamente, San Pablo a España por los años 63-64.
Y tras su predicación, quizá roturadora de un terreno comple­
tamente virgen, llegaron los siete varones apostólicos, hacia el
64-65, enviados por San Pedro, el primer Papa de la Cristian­
dad.
España., de punta a pnnta, recibía gozosa la buena nueva. Su
suelo, incluso, comenzó a teñirse de sangre martirial, causa y ra­
zón, como siempre, de crecidas hornadas de cristianos
miíitantesp
2.0 El siglo IV es mundialmente hispánico. Hubo en él, como
registra García Villada, tres acontecimientos de trascendencia
universal, en los cuales intervino España de forma decisiva. Y
los marcó, evideutemente, con su impronta indeleble: A) La
conversión del Emperador Constantino al catolicismo, por obra
de la gracia, sí, pero que escogió como instrumento suyo a Osio~
obispo de Córdoba. B) El Concilio de Nicea, el primero de los
Ecuménicos, que condenó el arrianisino y que, presidido por
Osio, proclamó la ,fórmula del "Credo". C) La promulgación del
Código Teodosiano que,
al constituir la unidad religiosa, decla­
ra fuera de la ley a las sectas heréticas.
Lo sé, lo sé muy bieu. Hoy Constantino no goza de buena
prensa.
El desatado turbión del progresismo querría, al igual que
Costa el sepulcro del Cid, cerrar con siete llaves la Hdespresti­
giada" era constantiniana. Vano empeño. Tendrá que pasar, como
pasaron otros, este sarampión de estupidez que padecemos. Y una
vez más tendremos que repetir: obras son amores... Constanti­
no
-y así lo ha reconocido siempre Roma-cumplió como buen
soldado de Cristo. ¿ Quién, sino él, wncedió la libertad a la
Iglesia, que vivía entre persecuciones, aherrojada en las cata­
cumbas como cualquier fiera alimaña? El hijo de Santa Elena
--quiérase o no reconocerlo-otorga a la Iglesia, por vez pri­
mera, la triple libertad indispensable para su desarrollo : perso­
nal, económica y de acción. Y mientras procuró, con actos de
caridad, atraerse a los gentiles, no dudó en fustigar a las sectas
heréticas, origen siempre de discordias y sediciones (76). Pues
(76) Solá, Juan María: 11Politica de Dio$ y gobierno de Cristo".
Gregario del Amo, Madrid, 1913.
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GABRIEL DE ARMAS
bien; un eminente español, Osio, fue su mejor y más avezado
consejero.
Tedosio el Grande, español, y el Papa San Dámaso, también
español, llevaron a feliz término la obra comenzada por Cons­
tantino. Ambos, en estrecha amistad y colaboración, constituye­
ron la verdadera unión de las potestades civil y eclesiástica. Y,
conjuntamente, remataron "el final de la evolución del Imperio
romano enteramente cristianizado" (77).
Tampoco se nos esconde que hablar hoy de unidad religiosa
es exponerse al ridículo, si no a las iras y violencias del progre­
sismo demoledor. Por tales intrincados y falsos vericuetos andan
ahora las ideas, que la advertencia de
San Pablo jamás ha co­
brado, co111:o en nuestros días, tan trágica vigencia: "... tiempo
vendrá en que los hombres no podrán sufrir la sana doctrina,
sino que, teniendo una comezón extremada de oír doctrinas que
lisonjeen sus pasiones, recurrirán a una caterva de doctores pro­
pios para satisfacer sus desordenados deseos" (78).
Sepamos que, frente a los alegatos de esta caterva de falsos
doctores, la unidad católica es un bien. Y que, como nos en­
señó Pablo VI, "será siempre un don de orden y calidad supe­
rior para la promoción social, civil y espiritual del país" (7g'J.
Hemos dicho que el siglo IV está marcado con la impronta
hispánica. Español es -y de este siglo-,-Aurelio Prudencia Cle­
mente, poeta universal, inspirado cantor de las más altas proezas
cristianas. Algunas de sus odas, llenas de unción religiosa, fue­
ron incluidas por la Iglesia en su liturgia (80). Menéndez y Pe-­
layo, en su discurso de entrada en la Real Academia Española,
(77) Llorca-García Villoslada-Montalbán: "Historia de la Iglesia".
B. A. C., Madrid, 1953. Tomo I; pág. 4JG,.
(78) San Pablo: Segunda Ep. a TimDtec, IV, 3.
(79) Pablo VI: · Ra.diomensaje de clausura al Congreso Eucarístico
Nacional
de León de 12 de julio de 1964. "Ecclesia" de· 18 de júlio
del 64.
(80) Llorca-Villoslada-Montalbán: Obra citada; pág. 458.
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SENTIDO RELIGIOSO EN LA HISTORIA DE ESPAflA
dice: "Si hay poesía que levante y temple y vigorice el alma y
la disponga para el martirio es aquélla" (81).
Es indudable que España dio a Roma figuras de relieve uni­
versal. Así lo han reconocido y lo reconocen aquellos estudiosos
e intelectuales que, libres de prejuicios y de tópicos falaces, des­
entrañan la urdimbre de la Historia con ojos limpios y corazón
transparente (82).
3.0 Más de un siglo dura en España el período gótico-arria..:.
no (411-586). La fe de los españoles se purifica, en lucha denó­
dada y sin tregua, con las persecuciones a que la someten los
bárbaros dominadores. Providencialmente, se fortalecía para las
grandes empresas universales que le estaban reservadas. Y fue
precisamente la monarquía visigótica, asesorada por el Metro­
politano de Sevilla, San Leandro, la forjadora de nuestra cató­
lica nacionalidad.
El paso decisivo lo dio Recaredo. Al abjurar,
en su nombre
y en el de todos sus súbditos, la herejía arriana,
el 8 de mayo del año 589, en el tercer Concilio toledano, cimenta
felizmente el período gótico
0católico (586--711), que duraría has­
ta la invasión de los árabes.
España es ya nación. Con rasgos peculiares, que irán acen­
tuándose más y más en el futuro. Desde luego, con personalidad
(81) Menéndez y Pelayo: "Estudios de crítica literaria"; l.ª serie;
págs. 14-15.
(82) Respecto a la íigUJra de Osio, escribe el español José Luis Mi­
jares en su: obra "Civilización Española" (Editora Nacional, Madrid, 1968;
págs. 199-200): 1'El espíritu universal de Osio fue exactamente el mismo
que
el de Vitoria., mil doscientos afíos más tarde." En rela.dón con las
grandes figura,s universales que España dio a Roma, el alemán Karl
Vossler nos dice en su obra "Algtmos caracteres dé la cultura Española",
ya citada: 1'Los talentos más varios y distintos -conquistadores como
Trajano, gobernantes
como Adriano y Marco Aurelio, pedagogos como
Séneca,
virhlosos de la palabra como Lucano, realistas exquisitos como
Marcial, retóricos
como Quintiliano-salen de este pueblo espafíol para
llegar a adquHr influencia universal. Lo que les une y guía es lo ro­
mano. ;Más tarde, lo romano-cristiano: Prudenclo, Orosio, Isidoro. To­
dos se mueven en una atmósfera supranacional y muestran, poco carácter
nacionaJI' (pág. 92).
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GABRIEL DE ARMAS
bien definida. Todos los pensadores tradicionalistas que se han
ocupado del proceso genético de nuestra nacionalidad han des­
tacado, como su punto de arranque, la conversión de Recaredo.
Veamos, por vía de ejemplo, la opinión de algunos.
Para Menéndez y Pelayo "logróse esta unidad (de creencias)
en
el tercer Concilio Toledano, al tiempo que la geute hispano­
romana estaba del todo concorde y extinguido ya casi
el prisci­
lianismo gallego". Y añade: "Apenas estuvieron unidos godos
y españoles
por el culto, comenzó rápidamente la fusión" (83).
Según García Villada,
"la hechura de la unidad nacional tuvo
lugar, como heruos
indicado, bajo Leovigildo y Recaredo. Los
Reyes Católicos no hicieron otra cosa sino unir el eslabón roto
por fuerza mayor" (84). Y es el propio García Villada quien
pregunta:
"¿ Y qué decir de aquel espectáculo, único en la His­
toria de la humanidad, ofrecido por Recaredo y por todo su pue­
blo, el 8 de mayo de 589, en que abjurando la herejía arriana,
entran en
el seno de la Catolicidad un rey con todos sus súbdi­
tos, constituyendo la unidad religiosa de España, que habla de
ser la base de
la unidad civil?" (85).
Ramiro de Maeztu dejó eserito: ¡¡España empieza a ser al
convertirse R~redo a la religión católica.n Y continúa: "Hasta
que Recaredo no deparó el vínculo espiritual en que habían de
juntarse el Gobierno y el pueblo de España, aquí no había más
que pueblos más o menos romanizados y sujetos a
un Gobier­
no godo, al que tenían que considerar como extranjero y ene­
migo" (86).
Manuel Siurot, figura hoy casi olvidada, pero digno de
con­
tarse entre los más conspicuos paladines de la Hispanidad, en su
obra
La em1ación de Espatña, escribió_: "Un día de primavera del
año 586, Recaredo abjura sus errores arrianos,
y, hecha la uni-
(83) Menéndez: y Pelayo: "Historia de los Heterodoxos". Tomo I;
págs, 344-345.
790
(84) Ga,cía Villada: Ob (85) Gacda Villad.a : Obra citada; págs. 65--66.
(86) Ramiro de Maeztu: Ohra citada; pág. 236.
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SENTIDO RELIGIOSO EN LA HISTORIA DE ESPAllA
dad religiosa, se prepara la fusión de la gran patria, que tuvo
también su primavera en aquel alborear de los espíritus, flore­
cientes de patriotismo, en las famcsas sesiones del tercer Conci­
lio toledano ... " (87).
García Morente expresa idéntica convicción: '' ... el empuje
decisivo hacia la formación de la nación española lo dieron la
monarquía visigótica y, sobre todo, la religión cristiana" (88).
4.0 El año 711 España es invadida por. los árabes, que la
someten fácilmente. Pero ya, en el 718, don Pelayo, en las abrup­
tas breñas asturianas, bajo
el signo de la Cruz y con la invo­
cación a María, Virgen de Covadonga, inicia la Reconquista, a
la que pondrán fin los Reyes Católicos, en 1492, con la toma
y anexión del reino de Granada.
Son ocho siglos de duro com­
bate.
El ideal hispánico, a medida que la lucha arrecia, se toni­
fica, se vigoriza y robustece.
Sólo el ideal religioso sostuvo la entereza del pueblo espa­
ñol. Así
lo reconoce Menéndez Pida!, cuando en su obra Los
españoles en la H isto,ria, afirma contundenternente: "El libre y
puro espíritu religioso salvado en el N arte fue el que dio alien­
to y sentido nacional a la Reconquista. Sin él, sin su poderosa
firmeza, España hubiera desesperado de la resistencia y se ha­
bría desnacionalizado, y habría llegado a islamizarse como todas
las otras provincias del imperio romano al este y
sur del Me­
diterráneo" (89).
Digamos también con
el P. Monsegú: "Si la España mozára­
be no quedó absorbida por la ola musulmana que la envolvía
lo debió al tesón con que se mantuvo firme
en la fe, velando por
el sagrado depósito, no transigiendo en
lo doctrinal ni acatando
siquiera
el poder que la tenía sojuzgada" (90).
(87) Siw:ot, Manucl: "La emoción de Espofia". Madrid, 1927; pá­
gina 393.
(88) García Morente: Obra citada; pág. 209.
(89) Menéndez Pidal, Ramón: "Los Españoles en la Historia". Aus­
tral, 1951; pág. 56.
(90) Monsegú: Obra citada; pág. 138.
791
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GABRIEL DE ARMAS
Durante este largo período, la Historia de España está llena
de personajes representativos, que cobran valor legendario y uni­
vesal precisamente
por su contextura psicológica netamente his­
pánica: el Cid Campeador y San Fernando, Alfar.so X el Sabio
y Guzmán
el Bueno, San Raimundo de Peñafort y el Beato
Raimundo Lulio...
(91 ).
Se constituyen las Ordenes Militares de Calatrava (1164),
de Alcántara (1177) y de Santiago (1175), prontas a defender la
fe amenazada por los infieles y a dar pábulo al espíritu caballe­
resco, incardinado, desde entonces, a la tipología
del español. ..
Así,
el caballero cristiano, fruto sazonado de la España hidalga,
es descrito por García Morente como "paladín defensor de una
causa, deshacedor de entuertos e injusticias, que va por el mun­
do sometiendo toda realidad --cosas y personas-al imperativo
de unos valores supremos, absolutos, incondicicmales" (92). Se­
gún Ballesteros Beretta, en su obra Figuras imperiales, el honor
es un "precioso legado caballeresco de la Edad Media, que ha
sido y es el imperativo categórico de nuestra Historia" (93). Y
nuevamente Karl Vossler, además de afirmar que es gloria de
España el· haber establecido y realizado un nuevo tipo de hu-
(91) Raimundo Lulio es el primer· po~ígrafo de su época. Su enorme
saber enciclopédico, unido a una fe combativa, llena de ardor y celo, le
llevaron a -ser un incansable misionero de la cultura cristiana. Murió la­
pidado en Bugía, mártir de la esperanza, vi.rtud a la que siempre estuvo
abrazado. San Raimundo de Pefiafort, penJtenciario del Papa Gregorio IX,
fue. encargado por éste de la reforma del derecho canónico y de la re­
~ción ·de las núevas "Decretalia". Por invitación suya, Santo Tomás
de Aquino escribió la "Suma contra los gentiles". Fue padre y fundador
de la
Orden de la Merced. Aún se le denomina príncipe de los cano­
lllistas. Murió San Raimundo de Pefíafort, después de un:a. vida entregada
al
'Servicio de-la Iglesia Romana, el 6 de enero de 1275. A sus funerales
acúdieron, rindiendo pleitesía al santo y al sabio que dejaba este mun­
do, Jaime I de Arag6n y Alfonso X el Sabio de Castilla.
(92) García Mocente: Obra citada; pág. 61.
(93) Ballestero.s Beretta,_ Antonio: "Figuras ImperialeS". Austral, 1961.
Segunda. edición; pág. 96.
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SENTIDO RELIGIOSO EN LA HISTORIA DE ESPANA
manidad, creai:do el carácter aristocrático del gran señor (94}
asegura que allí "donde no resplandece el honor, no puede so­
nar tampoco ningún buen verso español"
(95}. No exagera, no,
Menéndez y Pelayo
errando dice: "Hoy es el día en que los mis­
mos salvajes de Araúco se llaman entr_e sí caballeros, cosa que
aprendieron de nuestros caballeros antepasados" (%}.
¿ Y qué juicio .hemos de dar de _la máxima gloria hispánica
de este período, cuyos contornos se pierden en la universalidad,
Santo Domingo de Guzmán? Fundador de la Orden de Pre­
dicadores, -sus hijos, los dominicos, fueron llamados ¡x>r Hono­
rio
III "defensores de la fe y verdaderas lumbreras del mun­
do" (9'1'). Madre fecnnda de teólogos, la Orden dominicana tiene
el honor de haber contado entre sus miembros al más excelso de
todos los siglos: Santo Tomás de A.quino,
5.0 Desde 1492 hasta el año 1700, aproximadamente, el ideal
religioso de la Hispanidad se afirma y expande, a la vez, por
el mundo mediante una política de signo universal. "Un nuevo
imperio -escribe Menéndez Pidal-se levanta en España, des­
pués de tres siglos y medio de olvidado el imperio medieval. No
es ya un imperio intrapeninsular, de mera reconstrucción del
reino godo, como el de los A.l fonsos III, IV y VII ; e.s un im­
perio mundial, fundado en las ídeas universalistas de la filosofía
de la Historia concebida por
el gran padre de la Iglesia, el obispo
de Hipona; un imperio
·de la Edad Moderna, que deja atrás al
medieval imperio romano-germánico" (98).
Los fines de la política -española se unimisman con los oh-
(94) Vossler, Karl: "Algunos caracteres de la cultura española", ya
citada ; pág.· 120.
(95) Vossler. Karl: "Escritores y poetas de España". Austral;-1944;
pág. 8.
(96) Menéndez y Pelayo, Marcelino: "His-tmia de Espafia", seleccio­
ruula por Jocge V;gón. FAX. Madrid, 1934; pág. lo.3.
(97) Getino: "Santo Domingo de Guzmán". Biblioteca Nueva, Ma­
drid, 1939; pág. 217.
(98) MenénCez Pidal, Ramón: "Los Reyes Católicos y otro~ estu­
dios". Austral, 1962; pág. 41.
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GABRIEL DE ARMAS
jetivos mediatos e inmediatos de la Cristiandad. "Fue España
-vuelve a escribir Menéndez Pidal-la única que, prolongando
su inveterada decisión medieval, identificó sus propios fines na­
cionales con los fines universalistas de la Cristiandad, tomando
éstos como propios a partir de Fernando el Católico, quien,
como dijo Gracián, "supo juntar la tierra
con el cielo" (99).
La Iglesia y el Estado español, en conjunción armónica, co­
mienzan la que hemos llamado, con palabra pontificia, epopeya
misionera. Como
hace notar el historiador Fernando de Armas
Medina, Hrasgo sobresaliente, que imprime carácter a la historia
virreinal del continente americano, es la existencia de una estrecha
unión entre los dos poderes, civil y eclesiástico" (100). Para
Alexander Randa, la hispanización de América fue, en realidad,
"la
última y la más grande de las Cruzadas" (101).
Sí; la estrecha unión de ambos poderes dará la tónica a los
acontecimientos cimeros que agigantan la Historia de España
en estos trescientos años
reventones de espigas dobles. Desde
nuestros místicos hasta nuestros guerreros, España es un pue­
blo de teólogos que proyecta su amplio y profundo saber en la
cultura del mundo entero. Concebimos la vida, en buen sentido
teológico, como una lucha permanente, sin mitigación ni asueto
alguno. Hasta en Fray Luis de León, el príncipe de nuestros
líricos, es frecuente "la concepción y_ representación de la acti­
tud humana como la de un guerrero, como el deber de un sol­
dado" (102). Y aun el género teatral más español, porque es ex­
clusivo
de España, los desprestigiados y hoy reivindicados Autos
Sacramentales, guardan un añejo sabor de actitud polémica y
(W) Menéndez Pi 1959; pág. 57.
(100) Armas Medina, Fernando de: "Iglesia y Estado en las misio­
nes americanas". Separata número 6 de la. "Revista de Estudios America­
nos", Sevilla, 1950.
(101) Randa, Alexander: "El Imperio Mundial". Caralt, editor. Bar­
celona,
1967; pág. 18.
(102) Vossler, Karl: "Fray Luis de León". Austral. Tercera edición,
1960; pág. 80.
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SENTIDO RELIGIOSO EN LA HISTORIA DE ESPANA
belicista. Su representación era una faceta más del combate es­
pañol contra la disolvente herejía protestante; nunca simple pa­
satiempo intrascendente. Como afirma Vossler, servían, de una
manera declarada, los firies de la Contrarreforma ( 103).
Día tras día, la idea imperial de Carlos V, iniciada por Isa­
bel y Fernando, roma silueta más clara y precisa en la concien­
cia española.
Para Menéndez Pida!, "Carlos V fue el político
que más sincera y fi,rmemente creyó en la unidad europea, en
esos Estados Unidos de Europa que hoy tan ansiosamente se
desean y que no son, probablemente, una quimera" (104). Triun­
famos en Trento (1545-1563,) con las esclarecidas mentes de
Soto, de Cano, de Laínez, de Salmerón... Triunfamos
en Le­
panto (1571) y libramos a Europa de la pesadilla turca con
una triple escuadra al mando de don Juan de Austria.
La cien­
cia, la literatura y las artes españolas, con personalidad propia,
alcanzan inigualado esplendor y se pasean triunfalmente por to­
dos los rincones del mundo conocido (105). Mientras la herejía
luterana desgaja naciones enteras del tronco de Roma, Ignacio
de Loyola funda la Compañía de Jesús, milicia al servicio del
Papa, que refuerza
la cohesión interna de la Iglesia con especia­
les reglas y
votos de obediencia al Pontificado. Ignacio, como
afirma Vossler, es
el gran antagonista del protestantismo y sig-
(103) Vo.ssler, Karl: "Alguno.s caracteres de la cultura· española",
ya citara; pág. 105.
(104) Menéndez Pida!, Ramón: "Idea Imperial de Carlos V". Aus­
tral. Quinta edición, 1963; pág. 33.
(105) Según Maurice Legendre en su "Semblanza de España", ya
citada, "Espafia es, en el terreno del arte, así como en los demás terre­
nos1 país de precursores (somos un pueblo de profetas, decía Joaquín
Costa), y un país de largos períodos de amodorramiento (01 lo que es
casi igual, de imitación descompasada); a la luz de estos contrastes que
nos
-parecen desconcertantes, permanece España siendo eternamente la
misma. siempre dispue8ta a producir de repente una magnffica obra maes­
tra, surgida de su naturaleza, del "espíritu
de la tierra", en el cielo pro­
fundo
de su catolicismo" (pág. 190).
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GABRIEL DE ARMAS
nifica militarismo espiritual (106). Para René Fülop-Miller, "la
Orden de los jesuitas, de Ignacio, fue la primera organización
verdaderamente moderna" (107).
Es también ésta la opinión de
Menéndez Pida!.
Por eso escribe: "San Ignacio, velando sus
armas devotas en Montserrat, da vida a la metafórica concep­
ción de
la caballerla espiritual, grata a la Edad Media, a la vez
que innova
el concepto del ascetismo fundando la gran Orden
religiosa de los tiempos modernos" (108).
Las islas Canarias habían sido incorporadas a la corona de
Castilla en tiempos de los Reyes Católicos. Con esta gesta
se
cnbría la primera etapa del paso decisivo hacia América. Muy
pronto, veinte naciones americanas se vinieron a enriquecer con
nuestra
sangre, con nuestra lengua, con nuestro patrimonio cul­
tural y con nuestra sacrosanta religión. Filipinas nos pertenece.
Y hasta en el espíritu impaciente de Javier, símbolo permanente
de la expansión misional hispánica, llegamos hasta
la India y el
Japón para predicar a Cristo ... (109).
(106) Vos..sler, Karl: "Algunos caracteres de la cultura española",
ya citada; pág. 106.
(107) Fülop-Miller, René : "Ignacio, el santo de la voluntad de po­
der". Austral, 1960; pág. 132.
(108) Menéndez Pidal, Ramón: "Los españoles en la Historia", ya
citada ;
pág. 43.
(109) Ballesteros Beretta, en ·su obra "Figuras imperiales", ya cita­
da, escribe: "Al cabo de quinientos años, España madre puede contem­
plar gOzosa el fruto de su siembra. En aquella-s distantes y dilatadas
tierras que halló el iluminado genovés bajo la égida de los Reyes espa­
ñoles, ·señalados por la mano de Dios para la hazaña y memoria, existen
hay naciones libres, prósperas y vitales que entonan, en una potente voz
única
y una misma lengua fecunda, d himno glorioso del inmortal des­
tino de la Hispanidad"
(pág. 153). Menéndez Pidal, en >Su conferencia
"La moral en la conquista del Perú", citada en la nota 33, reconoce que
la obra de Espafia en América "es una empresa de las más grandes que
los
hombres han realizado en todos los tiempos" y asegura que esta co­
losal aventura "tenía, por cima de su fin político expansivo, un fin re­
ligioso-cultural : el incorporar
los indios a la cristiandad europea; así
que esta alta misión que España quería realizar en las tierras recién des­
cubiertas fue desde su comienzo dirigida y vigilada por un deseo de le-
7%
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SENTIDO RELIGIOSO EN LA HISTORIA DE ESPAivA
España entera (Iglesia, Estado y Pueblo) vive convencida
-y esto es lo importante y decisivo--de que tiene señalado un
cidentes, una vez más, nuestros pensadores tradicionalistas dan
cidentes, una vez más, nuestros pensadores tradicionalistas dan
elocuente testimonio de ello.
Donoso Cortés, en pleno Parlamento español, decía: ''Yo creo,
señores, y lo creo con envanecimiento, que ha habido en la tierra
dos pueblos que
han sido elegidos y predestinados: el pueblo
judío
y el ·pueblo español." Y proseguía: "El pueblo judío fue el
representante en la antigüedad de esta idea religiosa, de la unidad,
de
la espiritualidad de Dios entre los demás pueblos idólatras
y materialistas; el pueblo español ha sido el representante del ca­
tolicismo entre los pueblos protestantes.
El pueblo judío derramó
su sangre por su fe en el Asia, y el pueblo español en las re­
giones de Europa y en el continente americano" (110).
Aparisi y Guijarro escribió: " ... jamás pueblo, ni jamás reyes
tuvieron un más grande encargo provfdencial, o sobre sí una tan
galidad y moralidad en, la intervención de los españoles allá, cosa inaudi­
ta en otros pa.Fses colonizadores" (pág. 19). Alcxander Randa, en su ci­
ta.da obra "El Imperio del mundo", alaba el adelanto social de las Leyes
de Indias, que ya
.prescribían la jornada de ocho horas para los nativos,
y ]))lle de relieve cómo en el Nuevo Mundo "se operaba, a la vez que
un intercambio cultural europeo, un proceso de mezcla de culturas ame­
ricanas" (pág.
122). Un ilustre nicaragüense, Pablo Antonio Cuadra, es­
cribía. en su conocido "Breviario Imperial" frases como é:;ta: "Una mis­
ma lengua enlaza l0s pensamientos en la hermandad de los labios. Una
misma religión proclama un ú.nico Dios, y es la misma oración la que,
como
un meridiano tendido, lanza hacia la Cruz de Cristo la saeta del
alma" ~Cultura ~pafiola, 194-0; Madrid; pág. 29). José Vasconcelos, el
filósofo mejicano, en "La raza cósmica", dio un grito de alerta para !a
meditación : "Nos otros no seremos g·randes mientras el español de la
América no se sienta tan espafiol como lo hijos de España" (Austral,
1948; pág. 19).
(110) Donoso Cortés: "Obras Comp-leta-s de la B. A. C.", ya citada.
Tomo II; pág. 27:
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GABRIEL DE ARMAS
colosal y magnánima empresa como los reyes españoles y el pue­
blo español en
el siglo xvr" (111 ).
Y
García Villada: "Esta persuación de haber sido el pueblo
escogido por Dios para el mantenimiento del catolicismo en Eu­
ropa y para su implantación en los países nuevamente descubier­
tos, conservó a toc4ts las regiones españolas
nnidas en apretado
haz" (112).
Y Menéndez y Pelayo: "Nunca, desde
el tiempo de Judas
Macabeo, hubo un pueblo que con tanta razón pudiera Creerse
el pueblo escogido para ser la espada y el brazo de Dios" (113).
Y Ramiro de Maeztu : "Nuestro honor fue abrazarnos a la
Cruz y a Europa, al Occidente, e identificar nuestro ser con
nuestro ideal" (114).
Y García Morente:
"En cierto modo; el pueblo español se
considera a sí mismo -conscientemente en algunas almas1 in­
conscientemente en el resto de ellas-como pueblo no diré ele­
gido, pero sí especialmente llamado por Dios a la~ vocación re­
ligiosa de conquistar la gloria para sí y para los demás hÓm­
bres" ( 115).
Y
el Cardenal Gomá: "¡ Excelsos destinos los de España
en la Historia, señores!" (116).
Y nuestro querido y siempre admirado Eugenio Vegas:
"La
providencia pa.rece haber reservado al mundo hispánico una so­
brenatural misión a realizar. España y América aún pueden volver
a ser protagonistas de la Historia Universal..." (117).
Y Vázquez
de Mella: "Hay que enorgullecerse de España,
(111) A,parisi y Guijarro, Antonio: "Obras", ya citadas. Tomo III;
pág. 391.
(112) García Villada, Zacarías: Obra citada; pág. 193.
(113) Menéndez y Pelayo, Marcelino: "Historia de los heterodoxos",
ya citada. Tomo V; pág. 399.
(114) Maeztu, Ramiro de: Obra citada; pág. 23.
(115) García Morente, Manuel : Obra citada; pág._ 251.
(116) Gomá y Tomás, Isidro: Obra citada; pág. 13.
(117) Vegas La.tapie, Eugenio: Citado por Pablo Antonio Cuadra
en su "Breviario Imperial", resefiado en la nota 109; pág. 186.
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SENTIDO RELIGIOSO EN LA HISTORIA DE ESPARA
JX)rque Esp¡iña ha sido una nación creadora; y hay que recor­
dárselo a esta generación, que no lo sabe; pues mientras otros
pueblos fundaban colonias y factorías, España sembró naciones
que llevan su sello y aún conservan su espríritu, reconociéndose
hijas suyas" (118).
V
Mientras en España se mantuvo firme, erguido, el ideal re­
ligioso, base y fundamento de su unidad nacional, nuestras em­
presas fueron luminosas, trascendentes.
Tuvieron resonancia ecu­
ménica.
Por mirar a Dios no olvidaron, no, el deber en la tierra.
Nuestros místicos fueron siempre, a la par que contemplativos,
santos de acción (119). Pero a medida que este ideal religioso
(118) Vázquez de Mella, Juan: "Obras Completas", ya cila Tomo XXI ; págs. 269-270.
(119) Nuestros autores místicos dcl Siiglo de Oro siguen aún insu­
perados en todas las latitudes. Y su influencia es tal en nu:estros días,
que loo modernos tratadistas de espiritualidad más c,onspicuos siguen con­
tinuamente sus pasos. Así, Edith Stein, 1a famosa profesora alemana que
fue asesinada por los nazis en Auschwitz por medio de gases, confiesa
que su conversión al catolicismo fue originada por la lectura
ininterrum­
pida de la vida de Santa Teresa de Jesús, contada por ella misma. Su
grandiosa obra "La Ciencia de la Cruz" es una ex.posición, original y
profunda, del pensamiento de San Juan de la Cruz, de quien no se puede
prescindir cuando se trate "de encontrar soluiei6n a los problemas de la
mística detro del catolicismo".
(Véa-se "La Ciencia de la Cruz", en Edi­
ciones Dinor de San Sebastián, 1958; pág. 65,.) Thomas Merton, el tra­
pense
norteame:icano, cuyas obras de espiritualidad recorren, con éxito,
el mundo, dedica buena parte de ella~ al estudio de San Juan de la
Cruz en
sus diversas facetas. "Su doctrina -dice--. es profunda, pero es
asimismo muy sencilla ; sobre totdo
es sana. El santo exhibe una sabiduría
nacida del equilibrio natural y de la experiencia sobreriatural." (Véase
"Ascensos a la Verdad", en Edit. Sudamericana· de Buenos
Aires, 1958;
págs. 167-168.) René Fülop Miller, en su obra "Teresa de Avila", ma­
nifiesta
qu,e desde hace cerca de cuatro siglos Teresa de Jesús ha sido
amada y admirada
por los lectores de los más diversos países (pág. 132).
Y añade: "La penetración del análisis de sí mismo asombra a los p,sicó-
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GABRIEL DE ARMAS
se fue debilitando, dejamos de creer en nuesros propios valores,
en nuestra propia Historia, para arrodillarnos, boquiabi~rtos, ante
simples
y desmedradas historietas ajenas... Con honda tristeza
hubo de
registrar Ramiro de Maeztu que "hace doscientos años
que el alma se nos va en querer ser lo que no somos, en vez de
ser nosotros mismos
... " (120).
No es un español ---es un francés, Bertrand___. quien escribió
el siguiente significativo t.exto: "Bajo la influencia extranjera,
y en particular francesa, perdió el alma española su unidad moral
y aun su unidad intelectual, que en el reino del arte y en el del
pensamiento habían creado obras sin par. Ideas exóticas la com­
baten, ideas que serán el fermento de las próximas revoluciones,
que conmoverán durante todo el siglo xrx y los tiempos actua­
les a la Península Ibérica" (121).
Es decir, la debilitación del espíritu religioso trajo consigo
la depauperación del espíritu nacional, que se desvía
por cauces
peligrosos. Y
como dice García Villada, se llega a la decapitación
de nuestra historia. Nuestro universalismo, creador con Vitoria
del Derecho Internacional, se trueca, poco a poco, en particula­
rismo rencilloso
y oportunista. Perdimos, en la maraña intrin­
cada de las ideas dieciochescas, el ideal de fraternidad ecuménica,
médula
y nervio de nuestros quehaceres y preocupaciones. Lle­
gamos
al masoquismo de propagar a costa nuestra los mitos crea­
dos por la leyenda negra. Como ha escrito Sáinz Rodríguez en su
Evolución de las úlcas sobre la decadencia española, "aquel hura-
logos modernos e indujo al gran filósofo danés Harolfo Hoeffer a colocar
a Santa Teresa entre los fundadores de la psicología actual". (Véase
"Teresa de Avila", en Colee. Austral, tercera edición, 1964; pág. 134.)
Este mi,smo autor, en su estudio sobre San Ignacio (véase nota 107), es­
tima que el fundador de la Compafíía de Jesús fue un experto psicólogo,
"para quien no tenían ningún secreto los más hondos abismos del alma
humana y quien, cuatrocientos
años antes de Freud, había comprendido el
anhelo dual del hombre de ser
libre y, al mi-smo tiempo, de serle permi­
tülo obedecer" (pág. 132).
800
(120) Maeztu, Ramiro de : Obra citada; pág. 26.
(121) García Villada: Obra citada; pág. 197.
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SENTIDO RELIGIOSO EN LA HISTORIA DE ESPANA
cán de escepticismo y crítica que azotó las conciencias todas del
siglo
XVIII tiene sus manifestaciones más genuinas en la serie
de ataques contra
el catolicismo y la tradición de la Iglesia. Y
España, la nación que había hecho del triunfo de la religión ca­
tólica uno de sus ideales básicos, es objeto de una serie de ata­
ques,
y por las necesidades de la polémica, su atraso y decaden­
cia son utilizados como argumento para demostrar el pernicioso
influjo del catolicismo en la civilización y en la vida de los
pueblos. Este es
el ambiente de la cultura europea con respecto
a España durante el siglo
:xvrn" (122).
El ideal, roto, no fue substituido por nada bueno. No olvide­
mos que la culpa contraria a la virtud de la caridad es la envi­
dia. Al periclitar una determinada virtud, asoma siempre el vi­
cio de signo opuesto.
Pronto empezamos nosotros a entristecer­
nos de los bienes ajenos porque cometímos el
gran pecado de
(122) Sáinz Rodríguez, Pedro: "Evolución de las ideas sobre la de­
cadencia
española". Rialp, Madrid, 1962; -pág. 100. Es de advertir que
el pensamiento tradicional hispánico no se extinguió, ni mucho menos,
en el siglo XVIII, como pudiera parecer dada 1a orquestación realizada
en_ favor de todo cuanto supuso ruptura con la tradición. El docto ca­
tedrático de Filosofía del -Derecho de la Universidad de Santiago, Fran­
O'soo Puy, ha publicado un inte:esante y extenso libro acerca de "El
pensamiento tradicional en la Espafia del siglo xvnr", en el que recoge,
con profusión bibliográfica, aquellas obras y autores que, no obstante tan­
tas deslealtades y traiciones de que estaban rodeados, mantuvieron en­
cendida la antorcha de nuestra verdad espafiola (Instituto de Estudios
Políticos, Madrid,
1966). También hemos de decir que, después del afio
1700 y en plena decadencia hispánica, hubo momentos en que el ideal,
espoleado por motivos religiosos, revivió en toda ,su plenitud, oon verda­
dero alarde demostrativo de
la capacidad de sus enormes reserva'5 es:Pi­
rituales. En 1808 se produce la reacción frente al fermento revolucionario
que nos traía Napoleón Bonapa:te1 y la superposición de la idea religiosa
a la vida política, como dice Menéndez Pidal1 ''.vuelve a revestir el más
alto significado
en la gµerra de la Independencia, a la que contribuyó po­
derosamente para darle coherencia y vigor". (Véase "Los espafioles en la
Hi-.toria", ya citada; pág. 59.) Lo mismo ocurre en el afio 1936. La si­
tuación religiosa española, por ob:a de un Gobierno ateo, fue compa­
parada por Pío XI, en su encíclica "Dilectissima Nobi-s", con la de la
Iglesia mejicana, en la persecución de Plutarco Elías Calles, y con la
801
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GABRIEL DE ARMAS
echar por la borda o de someter a pública almoneda los bienes
propios. Qué bien captó
Ramiro de Maeztu el hecho de que "que­
rer ser otro es lo mismo que querer dejar de ser" (123). Por
eso consagró su vida
y ofreció su martirio a la defensa de la
Hispanidad, concepto vivo de valor universal que es la esencia
de nuestro ser. De nuestro ser, que es una aleación inseparable
de
lo católico y de lo español. Un cruce de lo genuinamente es­
pañol
y de lo genuinamente católico.
España
y su obra, sin el espíritu católico que les infundió
vida, no tienen posible explicación.
La Historia de España, se
ha dicho, en el más ambicioso sentido del vocablo, es Historia
eclesiástica. Nuestros pensadores así lo reconocen, y aseguran, en
consecuencia, que si algún día España dejara de ser católica, de­
jaría ifrso facto de ser España. Y la eXIJ)eriencia diaria nos dice
que en
la m;sma medida que un español deja de ser católico
pierde
el amor a su patria. Salvamos siempre honrosas excep­
ciones,
que no hacen, al fin, más que confirmar la regla ...
Y bien. García Villada, al abundar en esta idea, llega a
la
conclusión siguiente: "España, oficialmente católica, será tam­
bién brazo del Universalismo y de la Catolicidad. España, atea
o laica
oficialmente, no será nada y se derrumbará" (124).
Vázquez de Mella,
a1 interrogarse si sería posible prescindir
en España del espíritu religioso, contesta admirativamente:
"¡ Si
la tradición religiosa
es la tradición fundamental de la sociedad
española, si es imposible describir
el con junto de la Historia de
España
si se prescinde del principio religioso!" (125).
de Rusia, lleva-da hasta el exterminio por el dictador Stalin. Nuestro
santo -y sabio Cardenal Gomá definió la contienda del año 36 con las
siguientes palabras: "Es 1a guerra que sostiene el espíritu crii,tiano y español contra este otro espíritu, si espíritu puede llamarse, que quisiera fundir todo lo humano, desde las cumbres del pensamiento a la pequeñez del vivir cotidiano, en el. molde del materialismo marxista" ("Ha hablado la Iglesia". Editorial E,pafiola. Burgos, 1937: pág. 66).
(123) Maeztu, Ramiro
de: Obra citada; pág. 192.
(124) Garcla Vtllada, Zacarías,: Obra citada; pág. 224. (125) Vázquez de Mella, Juan: "Obra~ Completas", ya citadas.
Tomo XXVII; pág. 258.
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SENTIDO RELIGIOSO EN LA HISTORIA DE ESPANA
García Morente es aún más inflexible.· Tras afinnar que "en
nuestra España la nación y la religión son una y la misma cosa,
una
y la misma_ esencia, de tal suerte que dejar de ser católica
equivaldría para &paña a dejar de ser hispánica" (126), aseve­
ra categóricamente: ''Si fuera posible que España, alguna vez,
dejase de ser católica, España habría dejado de ser España, y
sobre
el viejo solar de la Península vivirían otros hombres que
ya no podrían, sin abuso, ser llamados españoles" (127).
U nos de una manera, otros de otra, todos vienen a corear
aquellas impresionantes frases de don Marcelino en su sempiter­
namente joven epílogo de la Historia de los heterado:ra,s espt1r
ñoles: "España, evangelizadora de la mitad del orbe; España,
martillo de los herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna
de
San Ignacio ; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad : no
tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al
cantonalismo de los Arévalos y de los Vectores, o de los reyes
de Taifas" (128).
¡ España, cuna de San Ignacio!
Tengo para mí que no existe personaje que mejor simbolice,.
ejemplarice y concrete el carácter caballeresco, universalista y re­
ligioso del acontecer hispánico que Ignacio de Loyola. Como
ha escrito Friedrich Richter, su tarea constituye "una de las
grandes hazañas de la Historia universal" (129).
Místico y activo al mismo tiempo, alma de intensa oración
y de fertilísimo dinamismo a la vez, el don de lágrimas que Dios
le concediera tan abundante no fue obstáculo, eu absoluto, para
que su mente, en frío y sistemático estudio, creara esa impresio­
nante obra arquitectónica, las Constituciones, que revelan, en todo
y por todo, un perfecto y acabado espíritu militar.
(126) García Morente, Manuel: Obra citada; pág. 218.
(127) García Morente, Manuel : Obra citada; pág. 263.
(128) Menéndez y Pelayo: "Obras Completas", ya citadas. Tomo VI;
pág. 508.
(129) Richter, Friedrich: "Martín Lutero e Ignado de Loyola".
FAX. Madrid, 1956; pág. 68.
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GABR!fü, DE ARMAS
Por su "Diario Espiritual", Ignacio se nos manifiesta como
un contemplativo de la talla de San Juan de la Cruz y de Santa
Teresa de Jesús.
Por sus Cartas sobre la obediencia y por la
índole disciplinar que
imprimió en el gobierno de la Compañía,
se le puede parangonar a Hernán Cortés y a Gonzalo Fernán­
dez de Córdoba. Por su abierto europeísmo, que es unive'rsaliGad,
nos recuerda a Carlos V, el Emperador europeo que, adelantán­
dose en siglos
a las ideas actuales, ambicionó una Europa fra­
ternalmente unida, sólo que no ha jo el signo del mercado común,
sino dentro del amoroso abrazo de la Cristiandad ...
Lástima grande que hoy, sacudidos por vendavales de ori­
gen luterano, miembros de la propia. Compañía de Jesús, contu­
maces seguidores de "extrañas y siniestras ideas", que han adop­
tado, según denuncia de Pablo VI, "las costumbres del mundo,
su mentalidad, sus hábitos profanos", antípodas del aspecto as­
cético--místico que caracterizó siempre al gran Fundador, nos
quieren dar de él y de su obra una versión deforme y caricatu­
resca, reverso grotesto
y monstruoso de su verdadera configura­
ción y fisonomía (130).
Ignacio
es unidad y ensanchamiento, fortaleza custodiada y
puente tendido, en ambición de ideales eternos, hacia el universo
mundo. El dirige un llamamiento a cuantos estén dispuestos a
vestir "Ja misma vestidura y librea de Cristo Nues-tto Señor·". Y,
al filo cortante de sus palabras, se atisba un mohín de repugnan­
cia y de desprecio para aquellos "perversos cabaUeros" que trai­
cionan su juramento de fidelidad y abandonan una vocación a to­
das luces sobrehumana.
Creo que la convocación de _Ignacio sigue en pie. Su bandera
~ntinúa tremolante. No ha sido arriada, a pesar de tantas per­
fidias y defecciones. ¿ Cuál ha de ser, en esta hora de desconcier­
to, nuestra actitud?
En el último informe de Carlos V ante los
Estados de F1andes reunidos en Brnselas,
el Emperador escri-
(130) Pablo VI: Discurso a la XXXI Congregación General de la
Compafiía de Jesús, el 16 de noviembre de 1966.
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SENTIDO RELIGIOSO EN LA HISTORIA DE ESPARA
bía: "A nosotros nos incumbe hacer lo que podamos y dar gra­
cias a Dios, incluso en la tribulación" (131).
En la tribulación estamos. Luchemos, pues, con todas nues­
tras fuerzas. Y demos, naturalmente, gracias, siempre gracias a
Dios.
(131) Randa, Alexander : Obra citada; pág. 48.
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