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Francisco Canals Vidal, En torno al diálogo católico protestante

UN LIBRO LUMINOSO DEL PROF. CANALS
"EN TORNO AL DIALOGO CATOLICO PROTESTANTE"
La personalidad y la obra filosófico-teológica del Prof. Canals
Vida!
---eatedrático hoy de Metafísica en la Universidad de Bar­
celona-constituye uno de los logros más relevantes del grupo
y de la escuela de
CRISTIANDAD, .en seguimiento de las huellas
ilustres del P. Orlandis
y de Jaime Bofill.
Este breve pero profundísimo libro (1) ha sido como un
punto de
luz y de seriedad en medio de la algarabía irresponsa­
ble de slogans "avanzados" y de "aperturas" vacuas en que se
debate
hoy er llamado "ecumenismo postconCiliar".
¿ Quién no sintió en su entraña de creyente aquel impulso
de esperanza ecuménica y de caridad integ,radora con que se
abrió el pontiñcado de Juan XXIII y aun la convocatoria del
Concilio? Acabar con
el escándalo de la división multisecular de
los cristianos, rehacer la túnica inconsútil de una sola Iglesia
para afrontar la conquista de
un mundo gravemente amenazado
por
el comunismo ... En aquella época, el Prof. Canals escribió:
"¿ Qué sentido tendría después de todo el esfuerzo por el actual
acer.camienfo, insistir en lo que nos separa? ¿ No podría espe­
rarse, por el contrario, ya que no una imposible atenuación de
la doctrina definida, sí un comvlemento que mostrase menos
alejadas las posiciones católica y protestante, especiéllmente en
el campo soteriológico? ¿ No se pondrá en marcha un esfuerzo
por mostrar que las definiciones tridentinas sobre la justificación
no merecen las
acusaciones secularmente formuladas contra ellas
por el protestantismo tradicional?" (Cristiandad, 3,79, 1962).
Hoy, sin embargo, a causa de un renacido modernismo y
del auge en las mentes de la dialéctica hegeliana, se llega a pre­
conizar una forma de diálogo de la que -se pretende-nacerá
la religión del futuro como una evolución o una síntesis supera­
dora
entre las cuales Ee incluye la católica. ·
El Profesm Canals nos muestra en forma clarividente cómo
(1) Canals Vidal, ·Francisco: En torno al diálogo católico protestante.
Ed. Herder. Barcelona, 1966.
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la superac10n dialéctica es la marcha propia del error, por la
parte de verdad que toda ¡posición comporta; pero que la verdad,
en cambio, observa una marcha precisoria y rectilínea en torno
a una permanente afirmación. "En cierto sentido -son sus pa­
labras---, la fe ortodoxa y católica a,parece siempre como la vida
media entre errores
opuestos. Pero en modo alguno podría ser
considerada como síntesis conciliadora de contrarios. La contra­
riedad dialéctica es nota propia del error, precisamente en la
medida en que todo error es una parte de verdad, esto es, tan
sólo una
verdad parcial. La dialéctica es despliegue propio de
la finitud cerrada sobre sí misma.
La fe se regula por la verdad
plenaria
y divina. Cristo, que es la verdad, eterna afirmación,
sintetiza, por la encarnación redentora, el don divino que se
comunica a
las criaturas con la integridad de los elementos
creados, que asume y redime, destinados y llamados a la reins­
tauración y recapitulación en El".
En págiuas esclarecedoras, de profuuda sabiduría teológica,
nos
muestra el autor la continuidad doctrinal de las sucesivas
afinnaciones dogmáticas de los Concilios, y cómo, frente a la
acusación protestante que señala
un semipelagianismo larvado én
el Concilio de Trento, las afirmaciones de ést'e reiteran una vez
más su .cond_ena a cualquier género de pelagianismo o nestoria­
nismo que limite a
la gracia en su poder para la justificación del
hombre.
No niega Canals, sin embargo, la posibilidad de un
diálogo católico-protestante sobre esta cuestión de
la justifica­
ción, en una época en que los odios de las luchas religiosas han
cedido y en que pueden valorarse teorías particulares (y adya"
centes a lá Contrarreforma) que nuestro autor está muy lejos de
compartir.
1
Son significativas a este respecto las citas que reproduce del
teólogo protestante
K. Barth. "Al enfocar hoy --dice-en la
perspectiva de un diálogo católico-protestante este aspecto central
del problema postridentino,
importa recordar la posición de Barth,
para quien la doctrina de la "ciencia media" fue propuesta con
el intento específico de ayudar a que un nuevo semipelagianismo
obtuviese
su lugar y derecho en la Iglesia romana, de acuerdo
con
la situación nueva creada después de Trento." Tras de ana­
tematizar a
la reforma, opina Barth, la Iglesia romana necesi­
taba "que por lo menos existiese en su seno la corriente doctrinal
jesuita, realmente antitética a la de los reformadores. Sin em­
bargo, hemos
de reconocer -escribe--que el hecho de que haya
continuado existiendo
la con.traria corriente tomista significa
que la puerta a las
dodrinas de la reforma no ha sido todavía
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totalmente cerrada". Lo que, en un aspecto, ratifica Canals al
afirmar que "el
líllgar central que ocupó siempre la escuela to­
mista en la
vida de la Iglesia romana -es a todas luces insufi­
ciente decir que gozó
en todas las épocas de plena libertad­
bastaría para probar que Trento no fue nunca interpretado ofi­
cialmente por el magisterio romano en el sentido del synergismo
dualista
de que lo acus0 Calvino". Juicio que coincide con la
advertencia de Billuart, a la que Canals califica de genial:
"... que la gracia es eficaz por sí misma e intrínsecamente, con
independencia del consentimiento de la criatura y de una ciencia
media, lo
propugnamos como un dogma teológico, conexo con los
principios de la
fe y próximamente defini-ble, Y asi lo sostienen
con nosotros
todas las escuelas, a excepción de la molinista."
Una cosa, en fin, "nos parece que debe quedar clara --con­
cluye nuestro autor-: la insistencia en lo que nos une con los
cristianos separados
que pertenecen al protestantismo en sus di­
versas ramas y
en sus sectores ortodoxos, sería precisamente,
en
un plano profundamente cristiano, la reiteración del mensaje,
siempre urgente
y esperanzador, de la soberanía de la gracia,
de la iniciativa onmiix>tente y gratuita del amor misericordioso
de
Dios".
Este diálogo secretísimo, profundo y al más alto nivel teo­
lógico-, hubiera constituido un esfuerzo laudable y esperanzador
---obra de
amor y recto ecumenismo, espectante de la ayuda di­
vina-, bien diferente de la publicidad frívola y sincretista -di­
plomática a veces-que siembra hoy en tantas almas la duda y
la desesperación "post-conciliares".
La obra del Profesor Omals, prudente a la vez que valerosa,
constructiva
y rigurosa, es el paradigma que deberían imitar teó­
logos y hombres de Iglesia en esta sombría y difícil hora para
la Iglesia y la religiosidad en general.
RAFAEL GAMBRA.
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