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Deber y condiciones de eficacia. [La acción] (XVII)

Deber y condiciones de eficacia
Cuarta parte
Las circunstancias
CAPÍTULO TERCERO
El caso de nuestras ciudades pluralistas
por
JEAN OussET
Fundaci\363n Speiro

DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA·
CUARTA PARTE:
LAS CIRCUNSTANCIAS
CAPÍTULO 111.
EL CASO DE N_UESTRAS CIUDADES PLURALISTAS
Quinto caso contemplado,
El de una sociedad con las estructuras quebrantadas por la
Revolución y profundamente dividida en creencias.
Este caso es el más frecuente. El de la Francia de hoy. El
de casi todas las naciones del mundo llamado "libre".
En estos países ya no hay instituciones cristianas respetadas
como tales.
No solamente ya no se cree en la obligación de trabajar por
la instauración del reino social
de Jesucristo, sino que el solo
recuerdo de esta doctrina exaspera.
Tres siglos de "filosofía separada" ( 1) han provocado un cli­
ma de escepticismo generalizado.
En cuanto a esa religión de "buenos modales", que Simone
de Beauvoir nos dice era la de su padre, ya nadie ni la tiene
ni la quiere.
Algunos invocan, ciertamente, ese respeto
al derecho natural,
que la Iglesia designa como uno de los fundamentos de su moral.
Pero aunque muchos tienden a evocarlo, nada hay más _dis­
cutido que la cosa en sí misma.
Muchos olvidan que, para ser moralmente coercitiva, la re-
(1) Fórmula --por la que ·se -designaba no hace mucho a la filosofía
... "separada", sistemáticamente cortada, de la teología católica.
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JBAN OUSSBT
ferencia al orden natural supone que Dios -un Dios creador y
remunerador-sea al menos reconocido como su principio y su
fin. Pero esto no sucede. La noción del orden natural no suele
ser evocada,
lo más a menudo, sino para huir de la referencia
a Dios.
Guardémonos, pues, de toda ilusión en materia de orden
natural. Está muy lejos de mostrarse como una fórmula de buen
cri"terio universalmente admitida. En el estado actual de los es­
píritus, no es en modo alguno una especie de síntesis preestable­
cida que bastaría evocar para suscitar un movimiento unánime
de acción social o de unidad cívica.
Sola, o casi, la Iglesia católica continúa presentando una filo­
sofía coherente
de la naturaleza, del orden natural, del derecho
natural. Ahora bien, si
se estima más hábil evocar a este último
para evitar el desagradar a los no cristianos, el éxito ya no será
tan fácil.
Interesa, pues, proceder de otro modo ...
Tanto desde el punto de vista dogmático como desde el
punto de vista táctico.
Desde
el punto de vista dogmático: enseñar la verdad, no eri­
gir
en doctrina lo que hay que tolerar.
1.0 Enseñar incansablemente la verdad, la verdad integral,
la plena y segnra doctrina a quienes, aunque sean poco numero­
sos, estén dispuestos a oírla
y retenerla.
Constituir así como una reserva irreductible que, cualquiera
que sea la malicia del momento, se considere obligada a afirmar
y
transmitir la verdad intacta (2).
Lo que conduce a ...
2.• Evitar ante todo dejarse engañar por
lo que antes he­
mos 'llamado la dogmatización de un día (3), la dogmatización
(2) Según lo que ha sido dicho ,por Mons. Freppel en una cita pre­
cedente ...
cf. swpra.: parte IV, cap. II; en nota.
(J) Cf. supra. Parte IV, cap. I, in fin.e.
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de las fórmulas conciliadoras, la dogmatización de los sistemas
de circunstancias.
No es verdaderamente peligroso el que existan esas fórmu­
las, el que esos sistemas sean inevitables.
El mal, el peligro, está
en la dogmatización que tiende a hacer de esas fórmulas la "pro­
paganda". Ahora bien, no hay medio más seguro
para hacer perder a
gran número de personas todo sentido de la verdad que
el con­
ceder a las transacciones, a .las fórmulas oportunistas efímeras
un tono y unos atributos que sólo son debidos a la verdad de
ayer, de hoy y de mañana.
Evitar,
por Jo tanto, elevar a dogmas las fórmulas bastardas.
Aunque haya que tolerar estas últimas, no hay que temer en
designarlas como lo que son. Porque es menos grave toler.1r
un mal sabiendo que es un mal, que proponer la adopción de una
verdad bastardeada como un progreso hacia la verdad.
Desde el punto de vista táctico: tener en cuenta la incoheren­
cia de los hombres en el error. Apelar al sentido común,
¿ Qué hacer en este punto?
Y a lo hemos repetido : la sola proclamación de
la verdad no
puede bastar.
Es menester, para ser eficaz, tomar la situación tal y como
es, y, haciendo a mal tiempo buena cara, aplicarse a sacar pro­
vecho de todas las ventajas de lo que, por otra parte, hay que
deplorar.
Por desoladora que parezca, por ejemplo, esta incoherencia
intelectual a la que acabamos de aludir, es conveniente saber que
no deja de ofrecer algunas posibilidades para excelentes con­
traataques. Se ha perdido bas.tante
el gusto por la verdad. Ello es inne­
gable.
Pero más bien el gusto por la verdad total, por la verdad
sistemáticamente desarrollada, ordenada
y. presentada. La pers­
pectiva de las grandes síntesis doctrinales repugna. Sólo perma-
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JEAN OUSSET
nece ese gusto natural, inalienable, de las verdades fragmenta­
riamente recibidas y vividas.
'1Las largas obras me dan .miedo", confesaba La Fontaine.
Las
largas síntesis de verdad no asustan menos a nuestros con­
temporáneos.
Pero cuando la verdad ya no interesa con la amplitud de sus
síntesis, cuando ya no se la recibe en sistema y como en la uni­
dad de su todo, no hay más que una solución. Pero no la de
aminorar
esta verdad, sino de fragmentar su presentación. Sin
annnciar a priori la síntesis final, la etiqueta global.
Nueva "maiéutica" o, con otras palabras, arte de hacer des­
cubrir-interlocutor, por una serie de preguntas, las verdades que
Heva en sí mismo.
Nuestros contemporáneos tienen el horror de ser "adoctri­
nados'' ...
Basta ¿on estar prevenidos.
¡ Cuántos católicos preconizan, sinceramente, el divorcio, el
comunismo, la eutanasia ... l
Y asimismo, j cuántos luteranos ignoran completamente a Lu­
tero; cuántos calvinistas no saben nada de Calvino;. cuántos co­
munistas nunca han estudiado a Lenin, o a
Marx; cuántos so­
cialistas son incapaces de decir lo que hay que entender
por so­
cialism'o !
Lo que es lamentable en cierto sentido. Pero buenísimo en
otro.
-Porque ello prueba que casi nunca debemos detenernos en
las etiquetas, sino
ir directamente a la descripción de lo real.
No es que preconicemos una gran licencia del vocabulario.
Estamos,
por el contrario_, persuadidos que no se trastroca impu­
nemente el sentido de las palabras. No aconsejamos el empleo de
cualquier término
para designar cualquier cosa. Desaconsejamos_,
simpleinente,
comenzar ca.da debate por esos diálogos de sordos,
que suelen ser generalmente los conflictos de etiquetas.
Para quien sabe el sentido de las palabras, "socialismo" signi­
fi.Ca· ·una intervención cada vez mayor de la colectividad, por no
decir del
-Estado, en las actividades o en sectores que correspon­
den
normalmente a· la iniciativa privada. No hay socialismo que
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DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
no responda a esa descripción. Socialismo es, pues, sinónimo de
estatismo, de totalitarismo.
Ahora bien, ¿ cuántos socialistas tienen conciencia de eílo?
Cuántos, por el contrario, hacen coro, no por cierto contra el so­
cialismo explícitamente atacado, sino contra la evidente incapa­
cidad del Estado en gestionar con eficacia lo que no es de su
incumbencia. Y solamente cuando se aclare bien este punto será
posible mostrar -que el socialis~o. al que tantas buenas personas
invocan, es precisamente esa cosa que de hecho critican y cuyos
progresos deploran.
Porque si es cierto que muchos católicos no lo son más que
de apariencia, es consolador pensar que muchos adversarios tam­
poco lo son más que por el nombre. Es preciso ir, pues, al fondo
de las cosas.
Nos acordamos de una conversación con unos luteranos que
habían tenido la bondad de aplaudir una de nuestras couferen­
cias sobre la libertad. Sin embargo, no pudimos dejar de pensar
que esos luteranos, si lo hubiesen sido plenamente, no habrían
de­
bido aprobar de tal manera aquella exposición.
Pero,
¿ qué habría habido que hacer?
¿ Hubiera sido mejor transformar el debate en conflicto de
sistemas? O lo que es lo mismo: ¿ hacer observar a esoS lutera­
nos que, en nombre de su ,luteranismo, era imposible todo
acuerdo?
O ¿ no hubiera sido mejor ir al fondo de las cosas? Exponer
claramente la verdad, sin preocuparse de cuestiones de nombre.
Subrayar "lo que es" ; confiar en el poder persuasivo de una
verdad mejor. explicada, y esperar a que el espíritu se adhiriese
a ella plenamente.
Apelando de esta forma a lo real más que a las apariencias, es
inmenso el numero de verdades fundamentales que se podrían
hacer admitir a
una multitud de gente que, de atenerse a su de­
nominación política o religiosa, deberían rechazarlas. Y, sin em­
bargo, las aceptan. Ya que bajo las desviaciones ideológicas más
características, siempre existe una buena parte de buen sentido
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JEAN OUSSET
que permanece, con un cierto gusto por la verdad, correctamente
presentada.
Es a esa parte de buen sentido al que hay que apelar. Es ese
gusto que no se puede perder a
la verdad al que hay que satis­
facer.
Mediante esta reconquista de las verdades, una por una, es
preciso tender al restablecimiento de la verdad total en los es­
píritus.
* * *
Pero es preciso no engañarse.
Lejos de hacer inútil una seria formación doctrinal una tal
acción la supone más profundizada. Porque no basta formular
proposiciones doctrinales aprendidas de memoria. Es menester
que esas proposiciones hayan sido asimiladas, hasta tal punto que
ilustren nuestras conversaciones, pero que no se transparenten
de un modo agresivo. Porque entonces los reflejos de repulsa
al adoctrinamiento no dejan de manifestarse
en el interlocutor.
Es menester que las -razones de la verdad no se trasluzcan
en nuestras conversaciones más que a modo de nociones de co­
mún evidencia, de clara prudencia y de puro buen sentido.
Necesidad, pues, de una formación doctrinal -no decimos más
erudita, ya que se huye
de los pedantes tan pronto como se les
ve-----, pero de una formación doctrinal más armoniosamente asi­
milada.
* * *
Para que una tal acción pueda revitalizar los más pequeños
tejidos del cuerpo social es necesario que esté omnipresente, emi­
nentemente diversificada.
En consecuencia, es necesario adoptar fórmulas de acción que
permitan a
la aportación doctrinal, a la sincronización táctica, res­
ponder a las exigencias de cada caso, a Isa necesidades de cada
medio.
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DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
Porque es vano pretender que todo el mundo acepte todo, o
diga todo en seguida por todas partes.
En el actual estado de los espíritus sería inmenso el prove­
cho y el resultado decisivo si, en cada ambiente, las verdades más
necesarias fueran juiciosamente propuestas (4).
(4) Un ejemplo concreto de esta doble e indisperu;able preocupac10n
nos lo proporciona la posición de los maestros católicos de la enseñan­
za
p4.blica france::;a. Su situación es, a escala reducida., la imagen misma
del
CASO estudiado en este capítulo. O»no es sabido, la escuela pública
es ílaica" (oficialmente "neutral").
Sus alumnos son católicos, protestan­
tes, judíos, mahometanos, indiferentes. La división de creencias es, por
tanto, completa. Los maestros católicos de esas escuelas no podrán trans­
mitir la sana doctrina a sus alumnos ·sin -caer en un doble desacuerdo :
. . . desacuerdo
,con el Estado, que los ha contratado para fianza 1'neutral", y desacuerdo, .por otra parte, con un punto de la en­
señanza católica eme exige el respeto del derecho natural de los padres
a educar a sus hijos según sus .propias convicciones.
Pío XII no ha dejado de dar a estos maestros de la enseñanza
pública consignas a la vez doctrinales y tácticas, cuyo ejemplo puede
ilustrar otros muchos casos.
Dirigiéndose a
un grupo de universitarios, Pío XII les dijo, en efec­
to ... "A pesar de todo estimáis que podéis y debéi·s, sin la menor inje­
"rencia ilegítima o simplemente ilegal, hacer bien,
un gran bieri a esas
"almas jóvenes.
¿ Lo podéis hacer de otro modo que por esa influencia
"secreta de la gracia desbordante y de la -oración?
"El Apóstol San Pablo despliega ante vuestra vista un amplísimo
"horizonte
en su Epístola a los Romanos (r-20). Porque desde la crea.eión
"del mundo, lo invisible de Dios, escribe, su eterno poder y divinidad.,
"son conocidos mediante las criaturas ... ¿ Seria menester, por estas "cria­
"turas", entender únicamente a las
criaturas materiales e inmediatamente
"perceptibles a los sentidos? ¿ O no es cierto que también hay que contar
"entre
ellas las grandes leyes generales que rigen al mundo y que aún a
"falta
de la Revelación y de la fe, SE DESCUBREN A LA RAZÓN NATURAL
"leal y atenta?
'~Son todas las ramas del saber humano las que manifiestan a la in­
"teligencia, tanto las obt'as de Dios corno sus leyes eternas, y su aplica­
"ción al desarrollo
físico, moral y social del mundo. Aún más, le es
"imposible a quien quiera que sea, exponer, con amplitud e imparcialidad,
"la historia de los acontecimientos y de las instituciones, sin que, aun
"fuera de toda presentación, de toda insinuación dogmática o apologética,
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,,.___ _____ _
JEAN OUSSET
Es tal la multiplicidad de casos a considerar, que un estudio,
incluso somero, sería interminable
y sobrepasaría el marco de
este trabajo.
Recordemos,
por lo menos, los dos itinerarios posibles que
en estas dificultades
Pío XII señalaba en el texto que acabamos
de citar en la nota.
l.º Encaminamiento hacia Dios por medio de un sentido más
exacto del orden del mundo. Orden no solamente material, sino
intelectual, moral, espiritual.
2.0 Probar, por medio de la historia, los beneficios de J esu­
cristo
y de su Iglesia (5).
Desde
el punto de vista de estas verdades, fragmentarias, de
las que no se pueden, por desgracia, hacer adoptar sus desenvol­
vimientos, un comienzo de acción política y social siempre es po­
sible.
Acción abocada a mil compromisos. Compr.ornisos a los que
conviene, ciertamente, conservar su carácter de transacción (6):
por temor de ver a la mayoría de los hombres, concediendo a lo
que
es sólo un medio, a lo que es sólo una fónnula relativa y
transitoria, el p;estigio de una suprema finalidad.
Es,
_pue~, preferible, en lugar de UN ÚNICO sistema, en lugar
de UNA SOLA fórmula de compromiso, _favorecer modos de acción
"no se vea brillar, oon una claridad sobrehumana, la luz de Cristo y de
"su Iglesia." ·
(5)
¿ Por qué habrá de ser imposible, :por ejemplo, hacer comprender
a los franceses incrédulos el valor, al nienos espiritual, del hecho histó­
rico de Juana de
Arco? Enunciar simplemente que creía oír voces, ¿ sería
iT contra los datos históricos mejor establecidos? ¿ No mantuvo ella hasta
la hoguera que
"suS voces no la habían engañado"? Incluso, si en la
escuela laica resulta imposible enseñar que "Jesucristo posee un título de
soberanía
más particular sobre Francia", no se puede escapar al deber muy
objetivo, muy histórico,
de enseñar que Juana tenía a Carlos VII por el
lugarteniente de Cristo, único Rey de Francia; y -qae hizo reconocer este
reinado
y esta lugartenencia por acta -notarial. Esto no es "dogma". Es
história. Cualesquiera que sean las opiniones religiosas O morales de
aquellos a quienes
uno se dirija.
(6) Cf. swpm, IV parte; cap. l.º, in fine.
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DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
multiformes. En lngar de una sola fórmula; preconizar la puesta
en marcha simultánea, de varias (7).
De este modo los riesgos de
dogmatización, de transformación de lo relativo en absoluto, son
mucho más restringidos. Y mayores también las posibilidades de
maniobra, susceptibles de favorecer una prudente progresión ha­
cia
un mejor estado de cosas.
* * *
Se adivina la importancia de ese método en una época en
la que la acción común entre creyentes e incrédulós es una ne­
cesidad cotidiana.
Sin ninguna unidad en el sentido estricto, puesto que hay
oposición de doctrinas.
Pero simple acuerdo en la prosecución de
ciertas ventajas cercanas.
Acuerdo sobre los resultados, como se dice hoy. A condición
de no dejarse engañar ¡:,pr la expresión.
"Supongamos, escribía el P. P. Descoqs, dos grupos de hom­
"bres, creyentes e incrédulos, entendiéndose para transportar
pe­
"sados maderos por el atrio de Notre-Dame. El primer grupo
"tiene la intención de levantar con éstos un andamio .para la re­
"paración del santuario; el segundo medita levantar una pira que
"acarree la destrucción de la Iglesia. Los dos grupos eStán, sin
"embargo, de acuerdo en el
result~.do inmediato, que es transpor­
"tar los maderos hasta la catedral. Pero las intenciones y los fines
"de unos y otros son contradictorios. Su connubiwm es simple­
"mente inmoral. Hay que condenarlo sin reservas.
"Supongamos, por el contrario, que estos dos mismos grupos
(7) En países en donde cristianos y musulmanes se codean, por ejem­
plo,
¿ cuál podrá ser EL compromiso familiar? ¿ Sobre qué se fundará?
¿ Sobre la monogamia? ¿ Sobre la poligamia Se puede ver el callejón sin
salida
i>ara una solución de orden especulativo, pseudodoctrinal. El acuer­
do no es posible más que ein el plan de realidades fragmentarias, sobre
verdades de detalle. Es, pues, inadmisible el desorden de atreverse a -pre­
sentar como LA P-4aNACEA lo que nos es más que un expedinete... Y e.s
esencial proceder dt manera tal que un mal menor no sea tomado· por •=l
bien mismo.
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IBAN OUSSET
"se entienden en el transporte de maderos con el fin común de
"contribuir a, la reparación de la Iglesia. El primero, es cierto,
"por puro espíritu de fe, para rendir homenaje a Dios., mientras
"que el segundo quiere solamente salvaguardar una maravilla ar­
"tística, un legado de la antigua Francia ...
"No por ser menos eleVada esta segunda intención es, en ma­
"nera alguna, inmoral; por lo que no se ve dónde podría estar
"la injusticia o la inmoralidad -de la colaboración de esos dos
"grupos que persiguen obtener un mismo resultado concreto, que
"es el transporte de maderos sobre la plaza de Notre-Dame, pnes­
"to que tanto el uno como el otro se proponen cooperar a una
"misma obra buena.
"Así nn creyente y un incrédulo pueden estudiar
las condi­
"ciones de prosperidad de un Estado; ambos comprobarán la
"necesidad de asegurar a la familia el mayor desarrollo y, por lo
,,mismo, apartar las causas qu~ comprometan su estabilidad, su
"fecundidad:
la unión libre, la ausencia de lazos religiosos, el di­
"vorcio. Ambos comprueban
el mismo hecho material, la misma
"verdad objetiva; están de acuerdo sobre un mismo punto. De
"esta forma Maurice Barres pudo defender las iglesias amenaza­
"das de destrucción por los municipios sectarios en nombre de
"la sola tradición nacional. Los católico~ que le secundaban en su
"campaña se inspiraban en motivos diferentes, pero no
por eso
"dejaban de estar de acuerdo sobre la necesidad de la defensa."
Se podrían multiplicar los ejemplos.
Y nos encontraríamos ante un conjunto de reivindicaciones
materialmente idénticas, susceptibles de ofrecer una cierta
base
de acuerdo y de acción. Mientras no surja por otro lado ningu­
na dificultad. Pero sí basta con que surja un conflicto para que
todo pueda venirse abajo
por falta de una suprema regla común.
No pudiendo prestarse a ninguna actuación contraria a su
interés espiritual, los católicos deberán buscar un principio de con­
ciliación que
salvaguarde sus posiciones (8). Obra difícil, siempre
(8) Es sabido qiue ante estas dificultades · la regla consiste en "pro­
"mover, dentro de los
límites de lo que es posible y permitido, lo que
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DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
precaria, que consiste en hacer aceptar a personas divididas por
credos diferentes decisiones que aceptarían como buenas por ra­
zones distintas de aquellas en las qne se fonda nuestra propia
eonvicción.
Pero la historia,
¿ no abunda en ejemplos concluyentes de esta
posibilidad
y, por lo tanto, de la eficacia (relativa) de semejante
táctica? (9).
"facilite y haga más eficaz la unión; protegerla contra lo que la .perturbe;
'' soportar a veces · 10 qtte se pued,a allanar y, asimismo, por ello, no se
"deberá dejar hundirse la comunidad,.pl.les hay un bien superior que se es­
"pera de ella. La dificultad, subraya Pío XII (6-12-195.J), reside en la
"aplicación de ese principio ( ... ). Una· mirada a la realidad muestra que
"el error y el pecado se encuen~ran-en el mundo en amplia proporción.
"Dios los reprueba, y, sin embargo, les deja existir. Por lo tanfu, la
"afirmación -de que "el· estravío religioso y moral debe ser siempre im­
''pedido, cuando es_ posible, porque su tolerancia ~s en sí mi~ inmoral ..
"no puede valer abso/!UJa e in.con&cionahnente; Dios no ha dado a la
"autoridad h~ Ún pi-ecepto de tal_ clase, tan absoluto y univt:rsal ni
"en el campo de la fe, .ni en el de la moral ( ... ). El deber & . rep.rimir
"las desviaciones morales y :religiosas no puE!de ser una norma '\l.ltima
"de acción. _Debe estar subordinada a nonnas más a:ltas y más generales,
"que,
en determinadas circunstancias permitan, y hasta hacen. tal vez~
"aparecer como d mejor: camino, el no impedir el error a fin de .pro­
''mover unr bien ma¡yor.
"Y así quedan aclarados los dOs principios, de los cuales · precisa de­
"ducir, en los casos concretos, la respuesta a la gravísimá. cuestión ( ... )
"de la tolerancia religiosa y moral ( ... ). Primero: Lo que no responde
"a la verdad y a la norma m:>ral no tiene -objetivamente dt¿echo a:lguno
"ni a la existencia, ni a la propaganda, ni a la acción.-Segundo: El
''no impedirlo por medio de leyes estatales y de disposiciones ccercitivas
"puede, sin embargo, hallarse justificado por el interés de un bien su­
"perior y más vasto.
"Mas 11:llegO, ver si ta:1 condición se cumple en el ca.so concreto ---es la
"qwaestio facti,..-... debe juzgarlo a.J}.1:e todo el mismo estadista católico.
''En su decisión deberá guiarse por las dañosas consecuencias que surgen
"de la intolerancia, contrap11estas a las que por la aceptación de la fór-
1'mula de tolerancia podrán ahorrase a la comunidad ( ... }; es.to es, por
"el bien, que, según una prudente previsión, podrá derivarse para la
"misma comunidad cerno tal ( ... )".
(9) Baste con pensar que el Clodoveo de antes
de su conversión, ya
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JEAN.OUSSET
Peligros del apologista .
. Ciertamente, se está lejos de esta seguridad que sólo puede
aportar la plena verdad. Peligro ordinario en el apologista des­
crito por el Padre Neyron (10).
Mientras el filósofo y
el teólogo tratan de penetrar en la doc­
trina, en captarla en todo su rigor, "el apologista apunta a un
blanco directamente práctico ; quiere defender esta doctrina, ha­
cerla aceptar. por los espíritus de su tiempo. Deberá, pues, tener
en cuenta no ya solamente
la verdad en sí misma, sino también
las
preocupaciones que bullen a su alrededor, las ideas de sus con­
temporáneos, sus prejuicios, incluso sus errores habituales. Y
muy pronto se presenta el peligro de tener demasiado en cuenta,
de considerar, en primer lugar, estas disposiciones de las almas,
para adaptarlas después, más o menos, no solamente la exposición
de la doctrina, sino quizás la doctrina misma ... Y frecuentemente
llegará a atenuar tal verdad esencial, para no herir de frente a
11na opinión en boga. Tales otros hechos, en cambio, tomarán
un relieve excesivo, porque facilitan un acercamiento que se cree
hay que aceptar ... , etc.
"Para precaberse contra estas seducciones, no hay más que un
"medio: fijar
la vista siempre y ante todo del lado de la doctri­
·"na, penetrarse de. ella profundamente, no menospreciar, en lo
71posible ningún detalle, estando resuelto a sacrificarlo todO antes
"de separarse un ápice de ella. Cuando se está bien segurn de
"ese terreno, se podrá después mirar en torno a sí, a ver a quién
~'se dirige, cuáles son los mejores medios de no herir, de evitar
"los mal entendidos y, finalmente, de convencer."
favorable a santa Genoveva y a los obispos. Acordémonos de la instala­
dón de los jesuitas en Rusia, que un José de Maistre suvo obtener del
:zar Alejandro. Pensemos en esos casos innumerables en Francia, en las
misiones, en la que los incrédulos, los paganos, c.onfia.ron en una Iglesia
·cuyas creencias no aceptaban. ¿ No ofreció Thiers a la Lglesia toda la
enseñanza primaria de Francia?
ClO) Le Gouvern.ement de l'Eglise, IP. VI. Ediciones Beauchesne.
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DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
Lo que nos vuelve a llevar a los principios tan frecuentemen­
te recordados a lo largo de estos capítulos: una seria formación
previa no solamente doctrinal, sino prudente, estratégica
y táctica.
Y quizás, más aún, a un conocimiento armonioso de los resursos_
ofrecidos por el juicioso empleo de la pluralidad, de la diversi­
dad de los métodos y fórmulas de acción.
Porque para evitar los peligros denunciados por el Padre
N eyron, para evitar sobrepasar imprudentemente la dosis de con­
cesiones indispensables, hay que guardarse de esquematizaciones
uniformizantes.
Porque tienden a dogmatizar lo relativo, lo intermedio.
Porque importa, sobre todo, no conceder más que lo que es
necesario. Y no conceder aqtú lo que sólo se hace necesario en
otra parte.
Es inútil, dicho de otra forma, hacer concesiones en ambientes
medios y lugares donde nadie sueña en pedirlas ... Nada hay más
tonto que esa concepción gregaria de la acción (¡ incluso del apos­
tolado!) que incita a
esperar de ... España, por ejemplo, la
aplicación de fórmulas que
no tienen sentido más que en los
Estados Unidos, de la India, etc. Las divisiones religiosas en es­
tos países son evidentes, en
tanto que en España son impercep­
tibles.
Si, pues, se
capta bien la naturaleza y el sentido de la plura­
lidad y de la diversidad aquí evocadas,
resulta indiscutible que
estas diversidades ofrecen a la acción sus más seguras, sus más
morales, sus más prudentes condiciones de eficacia.
Ante los pelígros que ofrecen esas "amalgamas", esas rotu­
laciones que la Revolución
se supera en practicar, no hay duda de
que
serán menos graves (psicológicamente ineficaces) si chocan
con
una diversidad tal que el ata.que resulte atomizado. Toda
fórmula de acción compacta, unitaria) está, por _el contrario, des­
tinada locahnente a
ser aplastada con -esas campañas de división.
de dialectización, de aislamiento, de calumnias, de descrédito,
que la potencia actual de la Subversión hace casi invencibles.
Mientras que una acción, tan multiforme como las ramifica­
ciones de la sociedad misma, será
no solamente más beneficiosa,
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JEAN OUSSET
sino más riledicinaJ, menos ortopédica (11) como tal, y, además,
menos vulnerable. Ofreciendo la doble ventaja de ser la imagen
del orden social que hay que restablecer, y perfectamente adapta­
da a las exigencias del combate que hay que reñir.
(11) Cf. supra. Primera parte. "Sobre la acción en general... Orto­
ped.ia en medicina".
PATRIA -NACION -ESTADO
l. Es-TA COMUNIDAD SOCIAL DE LA QUE SOMOS HIJOS
II. DEFINICIONES PROPUESTAS
III. LA EDUCACION DEL PATRIOTISMO
IV. EL INTERNACIONALISMO
V. LA NACION CONSIDERADA COMO ABSOLUTO
VI.
UNIDAD DE RAiZA Y UNIDAD DE LENGUA
VII. ERROR DE UNA CONCEPCION DEMASIADO DESENCAR­
NADA DE LA NACION
VIII. ERROR DE UNA CONCEPCION MATERIALISTA DE LA
PATRIA O DE LA NACION
IX. MAQUIAVELISMO O TOTALITARISMO ESTATAL
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