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Homenaje a Juan Vallet de Goytisolo por su libro «Sociedad de masas y Derecho»

HOMENAJE A VALLET DE GOYTISOLO POR SU LIBRO:
"SOCIEDAD DE MASAS Y DERECHO"
El día 20 de noviembre nos reunimos a cenar unos dos cen­
tenares de amigos
de Juan Valle! de Goytisolo para homena­
jearle
por su último libro, Sociedad de Ma~as y Derecho; claro
está que a este motivo central todos teníamos que añadir muchos
otros personales
y el de una gratitud más general por su extensa
obra
de pensamietlt\' y enseñanza, de la que sus otros libros y
esta misma revista son parte importante, pero no mayor. Los
amigos de la Ciudad Católica, de Madrid, nos encontramos allá
con
otros grupos de amigos personales y compañeros de profe­
sión de Valle!, unos de la
capital y otros venidos expresamente
de fuera. Surgieron así encuentros con viejos conocidos, presen­
tación de nuevas amistades y animadas tertulias antes y después de
sentarnos a la mesa,
que hicieron aún más agradable la reunión. La
gripe, en plena extensión aquellos días, retuvo a bastantes en sus
casas.
Los telegramas y cartas de adhesión que llegaron de toda
España fueron tantos que sólo se pudo leer una parte de ellos, en
los postres.
En la mesa de la presidencia se sentaron con el homenajeado
los excelentísimos señores don
Fermín Sanz Orrio, Presidente
del
O:msejo de Economía Nacional y Ex-ministro; don José Ma­
ría
Tejera Victory, Director General de lo Contencioso del Estado;
el Marqués de Valdeiglesias, Consejero de Estado; don Luis
Coronel de Palma, Director de la Confederación de las Cajas de
Ahorro; don Rafael Núñez Lagos, Presidente de la Junta de
Decanos de los Colegios
Notariales de España, Académico de
Número de la Real de Jurisprudencia y Presidente de Honor de
la Unión Internacional del Notariado Latino; don Germán Al­
varez de Sotomayor, Presidente de Speiro, S. A., y don Luis
Enrique González Rodríguez, Vicepresidente de la misma enti­
tidad.
Al final de la cena pronunció un discurso para ofrecer el
homenaje don Fermín Sanz Orrio. Comentó la razón de su
presencia -voluntaria y gustosísima-~ un acto como éste y
el encargo de ofrecerlo. El se veía "a la derecha" de Vallet
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de Goytisolo, a quien se tributaba este sentido homenaje. En
un acto donde algunos pensaran malévolamente que sus asisten­
tes han dejado en el guardarropa, no el abrigo y el sombrero,
sino la piel de oso y la clava. Sin embargo, él, buscador y pro­
motor durante años de formas nuevas de sindicalismo de acuerdo
con el espíritu de la tradición y en consonancia con las necesi­
dades de la época, no podía hoy estar en otro: lugar que éste. Es
una exigencia tanto de su ideología raíz y familiar como de su
patria
chica, la Navarra del Alzamiento Nacional. Pero lo es,
sobre todo, de extraña y vertiginosa mutación del mundo en los
últimos años, por modo tal que, sin variar él de posición, se
encuentra ahora en el seno del tradicionalismo n:iás militante y
consciente de su significación.
El libro de Valle!, cuyo éxito aquí celebramos -continúa Sanz
Orrio-, lleva por titulo Sociedad de Masas y Derecho: Ade­
más de un profundo estudio jurídico .,-en . lo. que Vallet. es
primera autoridad-, constituye este libro tódo· -uri: diagnóstico
de nuestro tiempo y también una trabadísima teoría, de modo
que -ha dicho alguno de sus críticos---- pasará a la historia del
pensamiento como uno de los libros
clásic_os del pensamiento
tradicional. Más
que· de una enfermedad de 1a moderna "socie­
dad de masas", piensa el señor Sanz Orrio que se tiá.fa de una
enfermedad de las almas, porque la sociedad está formada de
individuos, y la masa es la µranifestación de esa enferm_edad co­
lectiva. Es una enfermedad radicada en el espíritu: una falta de
espíritu, de comunicación de las almas con algo superior: que las
vivifica y redime. Porque la unión de los hombres
tii> se"Íogra en
esa supresión de diferenci_as q11e se llama hoy masificadón, sino
en el espíritu, t¡ue eslo que realmente une y da· vida. El se atre­
vería a proponer a V allet, no Otro título para este libro, sino un
título para un libró nuevo, que siempre esperamos de su pro­
digiosa capacidad de trabajo y de su fervor en la búsqueda de
1a verdad. Este títlllo püdí8. Ser: ·"I.,a socíédad enferma y el espí­
ritu".
El libro de Vallet, con buena acogida, no ha tenido sin em­
bargo la reperCUsión Crítica que merecería; la que hubiera tenida
sin duda si su orientación hubiera seguido por cauces· ceicanos a
los famosos "vientos de ·1a historia". Esa táctica de siléticio sobre
libros como éste no está sólo inspirada por la malevolencia o· ia
hostilídad, sino por dos grandes factores psicológicos: la pereza
mental y el
miedo. Pereza a salirse de los lugares comunes o dog­
rpaS ambientales, hoy Ir!áS poté:rites que ;nuÍicá; ffiiedn a: enfren­
tarse
con una ideología radicá.lmente distinta de fa impenmte, pro-
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fundamente lógica y verdadera, qne obligaría a muchos a_ rehacer
por
complt:10.sus-_cat~órías mentales en una __ e_specie de conversión
interior,i;le fat_al~s ~0111=t1encias para su carrera literaria o política.
Terminó
el señor, Sanz Orrio brindando _por este líbro, por
su autor y-por empresas _ como éSta que mantendrán vivos los
grupos llamados a enlazar _ con una futura -e indudable--- re­
surrección del espíritu humano
y de la sociedad cristiana.
Tras los aplausos que premiaron al señor Sanz Orrio por su
discurso se levantó a hablar
Juan Vallet, en medio de un si­
lencio expectante .. Solamente puedo transcribir aquí una mínima
parte de su discurso, tOmada al oído y que fue más rico de con­
tenido y extensión que las habituales palabras protocolarias de
estas ocasiones; también en esto mostró Vallet una vez más su
generosidad. Después de dar las gracias y atribuir el homenaje a
la gratísima circunstancia de tener tantos y tan buenos amigos,
centró-su discurso en torno a la falta de respon·sabilidad como prin­
cipal característica de una sociedad masificada. Se da en ella
. úiiá · a¡iétencia desmesurada de bienes y disfrute, a la vez que no
se aceptan los deberes heredados ni la experiencia humana acumu­
lada por anteriores generaciones. Se
produce en la mentalidad de
la masa una desconexión entre los frutos y las causas de la civi­
lización,
y se cree que, como el aire, todo el producto del esfuerzo
de anteriores generaciones es gratuito y nada ha costado.
Nada mejor para defenderse individualmente de la masifi­
cación que educar y mantener
el sentido de la responsabilidad: en
el pensar; en
el-obrar y también en el sentir y el querer.
En_ el pensar, sufrimos los efectos de la confusión _entre la in­
fqrmación acerca de teorías y más teorfas, sin análisis rigi.ifoSO y a
fon'.éin · de las mismas, · y eL conocimiento reflexivo, tazona_do y
crítico de la realidad. De ahí que aceptemos como norma . de la
verdad la moda y la opinión mayoritaria.
Lo que está en el aire,
en los medios masivos de .comunicación es lo que nos sirve de
pauta. _Alltes, en caffibio, el_ júido nos los suministraba nuestra
prol}ia formación, _a través de la CU.a•l analizábamos y valorábamos;
o, en caso de óo 'poder: alé:á.nzar a:.-hacerlo, nuestro sentido común
nos aconsefába que ·-sig-µiéramos la ·opinión de los maestros de
cada materia.
Pero, ¿ quiénes lo son hoy? ¿ Distingue el hombre
medio quién es autoridad en Teología? Más cree que lo es el
curita que escribe 61 tal diario que el profesor, docto y pro-­
fundo, de tal Universidad po:ntificia, al que ni siquiera conoce.
Así, luego, 10s alumnos qué e_stán info.r,mados de lo que está
en el
aire, pero no tieneil fórnfad.a: su responsabilidad en el rigor
del e·studio, rechazatáh a priori,. sin oír sus enseñanzas, a quien
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podría formarles la mente para que juzgaran por si mismos y
no
por un vulgar cotejo superficial con lo que está en el ambiente.
Slogans e ideas que surgen del sentimiento o son aceptados o
alimentados
por él, sobre las que se juzga con la lógica, pero
sobre las que
no se reflexiona, ni se penetra con rigor mental en
sus raíces y consecuencias reales. Podemos decir que si la historia
del pensamiento griego fue
nn proceso de domesticación del mytos
por el logos, hoy al revés, se pone la razón al servicio de los nue­
vos mitos.
Se refirió también Valle! a la responsabilidad en el obrar. De
esta
parte de su lección Í'ecordamos estos conceptos : En nuestros
años escolares· nos invitaban a colocar nuestro granito de arena
.de modo real en la obra de mejorar, de hacer progresar este mundo,
y la acumulación de granitos de arena de generación en genera­
ción ha formado la civilización de la que vivimos. Hoy, en cambio,
se nos in.cita a promover un cambio -de estructuras, planteándolo
con ideas abstractas. Cambio
de estructuras del que, en general,
sólo
se nos invita a "tomar conciencia", pues la tarea se la re­
mitirnos
al Estado, o a las Naciones Unidas, o a las grandes
potencias, y luego nos dolernos de lo que hace el Estado
en
quien hemos abdicado. ¡ Queremos -como obsenra Bértrdnd de
J ouvenel-, una sociedad justa sin que nadie tenga necesidad
de serlo!...
La responsabiildad en el querer y en el sentir queda también
así afectada.
En lugar de pensar con la cabeza y sentir con el
corazón, nos acostumbramos a pensar movidos
¡x:ir nuestros sen­
timientos,
y no siempre los m-ejores, pues metafóricamente po­
demos decir que ni siquiera con el corazón sino con la vesícula
biliar es
con :lo que impulsanios, más que orientamos, nuestras
ideas ;

y utilizamos demasiado la cabeza
cuando se trata de repartir
nuestro
amor y nuestra ayuda. Así, se nos ha inundado con una
gran preocupación por el prójimo lejano, respecto al cual poco
podemos hacer, pero se nos pide que contribuyamos a
crear un
estado de opinión, una mala conciencia colectiva; mientras que
soslayamos
cada vez más al prójimo-próximo,- al que cerca nuestro
vemos de carne y
hueso -padres, hijos, hermanos, vecinos,
afines, compañeros y
amigos'--, porque de ellos se ha de ocupar
el Estado y, por ellos, ¡ proveerá el cambio de estructuras!
Se nos muestran
los consejos evangélicos, pero al revés, para
administrarlos a contrapelo_, es decir, para imponer los a la socie­
dad en general, a
'1os demás, roactivamente. i Olvidamos que dejan
de ser consejos en cuanto se imponen, en cuanto obligan, y que
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dejan de ser evangélicos en cuanto, en lugar de recibirlos para cada uno,_ los lanzamos contra los demás!
Así vemos la masa como una muchedumbre solitaria, según expresión de Reisman, que sólo camina al unísono y se pone en marcha movida por sentimientos explotados por sus agitadores, que le inculcan ideales abstractos y apetencias materiales. Pero a
la que faltan yínculos reales vitales;
lo que Saint Exupery, segun
nos recordaba Rafael Gambra en su maravilloso libro
El SiJ.en­cio de Dios~ llamaba engagement~ y esa relación con las cosas y los seres irracionales que expresaba con la palabra wpprivoise­ment.
Hasta los camareros estaban silenciosos y embelesados oyendo
esta lección magistral en que se había convertido insensiblemente el agradecimiento ritual del homenaje, cuando Vallet se detuvo para pedir perdón. Observaba que estaba sermoneando y no le gustaba
hacerlo. Y dando un rápido giro hacia un tono de humor, con­
cluyó con una anécdota que dijo había leído en un libro de
Leo­pold Kohr y que había recogido, para sacarle moraleja, en una
de las páginas de su libro.
En los grandes gallineros norteame­
ricanos, planificados para obtener gran productividad más eco­
nómicamente, se observó un gran desarrollo de las tendencias
canibalísticas de las gallinas, despertadás
en ellas por la visión
masiva de animales de la misma especie.
Un avicultor ideó un remedio para solucionar el problema: con unas gafas, perfec­cionadas luego como lentillas de plástico, que reducían el campo visual de las gallinas. "Y o, ciertamente, no deseo --concluyó~ convertirme en caníbal, pero tampoco deseo que para poder con­
vivir en· una sociedad de masas me pongan lentes de plástico que
disminuyan mi visión. En esto creo que todos los que aquí nos 11eunimos estamos de acuerdo. ¡ Ninguno de nosotros quiere que le reduzcan su campo visual imponiéndole unos lentes de plás­
tico!"
Los aplausos que interrumpieron varias veces esta disertación
se prolongaron al final de ella, como formando, en cuerpo aparte, lo esencial del homenaje; ~lgunos entusiastas aplaudieron de pie, y todos muy largo rato. Tardamos mucho en terminar de mar­
chamos; quedaron flotanto ideas, :ilusiones, proyectos, y en la mente de todos la convicción de que Vallet debe de seguir escri­biendo más libros y nosotros teniendo más reuniones como ésta.
A. R. G.
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