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Inmutabilidad de la Revelación y de su depósito

INMUTABILIDAD DE. LA RÉVELACION
Y

DE SU DEPOSITO
La revelación que en el Evangelio hizo Dios al hombre fne en
un momento único y definitivo, por lo cual no se cambia ni
supera .con el espíritu humano, como erróneamente cree el
modernismo, sino que constituye un depósito inviolable.
«¿El contacto con Dios, resultante del Evangelio, es un momento
"inscrito en

una
evolfffÍÓn natural del, espíritu humano1 el cual to­
,, davíd continúa

cambiándose
y superándose; o bien es un momento
"único y definitivo,

del
eual debemos
alimentarnos sin fin,
pero re­
,,
conociendo

siempre inalterable su contenido esencial?
"La respuesta está clara: aquel momento es único y definitivo. O
"sea _que la Revelación está

inscrita
e:rz el
tiempo, en la
Historia,. en
"una fecha

concreta, en un acontecimiento determinado, que con la
"muerte de

los apóstoles se debe considerar terminado
y para noJOtros
"completo

(cf. Denz. Sch., 3421).
"La. Revelación es un hecho1·1m acontecimiento y1 a/. mismo tiem­
"po1
un-misterio·que no

nace del espíritu
humano, 1ino que procede 11 de

una
iniciativa divina, la cual. ha tenido

múltiples manifestaciones
"progresiva.r1 distribuidas_ en u_na larga historia, el. Antiguo Testamen­
"to; y

ha culminado en Jesucristo (cf.
f[ebr., 1, 1; 11 Jn., 1, 2-3;
"Vaticano
II, _Const; Dei _Verbum, núm. 1). La Palabra de Dios es,
"de este·
modo,

y finalmente para nosotros
1 el Verbo Encarnado, el
ncristo histórico

y
después viviente

en la
-comunidad unida
a El
me­
ndiante·
la

fe y el Espíritu
Santo, en

la lglesia 1 a saber,
su
Cuerpo
n
Místico.
,, Así es; · hijos

queridisimos;
al ·afirmar estas

cosas, nuestra doc­
"trina se

desprende de
errores que

han circulado
y tod1t11ía afloran en
,, lá
cultura

de nuestta época
y que podía arruinar totalmente nuestra
"Concepción
cristiana de

la vida
y de la ·historia. El modernismo re­
"presentó la

expresión característica de estos errores,
y bajo otros
"nombres

todavía está
de actualidad (

cf.
Decr. Lamentabili, de San
"Pío X, 1907, y su enclíclica Pascendi; Denz.-Sch., 3401 y sigs.).
"Entonces podremos. comprender por
qué la

iglesia
católica, c¡,yer y
"hoy,

atribuye
tantd· importancia --a la riguro.m conservación de la
219
Fundaci\363n Speiro

"Revelación auténtica, y la considera como tesoro inviolable, y tiene
''una conciencia

tan
severa de

su deber fundamental de
difundir y de
"transmitir en términos inequívocos la doctrina de la fe,' la ortodo­
"xia constituye

su máxima preocupación; el magisterio
pastoral, su
"función

primaria y
providencial,' la
enseñanza apostólica
fija, en
"efecto,
las reglas

de
su predicación; y la consigna del Apóstol Pa­
"blo: Depositum custodi (I Tim., 6,-20; II Tim., 1, 14) constituye
"para ella

un compromiso
ta/, que violarlo sería

una traición.
nLa Iglesia, maestra, no

inventa
su doctrina:

ella es testigo, es
"custodio, es

intérprete, es
medio,' y, en lo que concierne a las ver­
,, Jades propias del mensaje cristiano, se

puede llamar conservadora,
"intransigente,-y, a qui.en le P.ide que haga una fe más fácil, más
"apropiada a los gustos de la mentalidad mudable de los
tiempos,
"responde
con

los Apóstoles:
Non possumus, no podemos (He­
,, chos,

4, 20)

PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del 19 de enero de 1972; traducción de
Ecclesia
núm. 1.577 del 29 de enero.
La Revelación y su transmisión por su tradición en el Ma­
gisterio.
«La Revelación! esta luz celestia/1 tiene un momento multiforme
"pero preciso

en el
tiempo! en

la
historia! en
la realidad humana, so­
,, cial y vi.rible ,' momento

-como
decíamos~ que irradia su
plenitud
"en Cristo! masi tral El y por disposición suyai llega

a nosotros me­
"diante
11na t"ransmisión, una tradición/ esto e.r, a través de un mis­
"terio humano! -vehículo de

la Revelación, un magisterio: los
Após­
J!toles,
los

cuales con la mediación
única y ,originaria de
Cristo coor­
,, dinan

su mediación
subalterna e
instrumental pero indispensable
"como canal

alimentado por el carisma de su elección hecha por el
"mismo Cristo (lo., 6i 70/ 15, 16)1 y por su función institucional y 11permanente (Ma!h., 28, 19,' Luc., l0i 16),' carisma no procedente
n de la communio fideliumi sino destinado a su edificación. Los
n Após'olesi con hombreJ de JU círculo! pusieron por escrito el anuncio
"de la

salvación
y luego, «para que el Evangelio se conservase siem­
"pre íntegro y vivo

en la
Igle'Sta, dejaron
como sucesores suyos a los
"obispos, confiándoles su puesto de maestros» ( como enseña
San
"lreneo, haciéndose intérprete de la tradición,' Adv. Haer., III, 3, 1,'
"PG., 7i 848/ Dei Verbum, núm. 7) . ..
" Forma parte del designio de Dios para la Reve-
220
Fundaci\363n Speiro

"lación que brille ésta en las tinieblas del mundo sin ninguna dis-
11criminación y con la mayor difusión posible. Sin embargo 1 esta
difu­
nsión
exige tm ministerio confiado a hombres destinados

a este fin.
n La verdad revelada requiere un ministerio doctrinal-cual-ificado
n(c-f. Roma
1 10, 14 y sigs.); exige colegas 1 exige pastores, exige
maes­
"tros que lleven

el mensaje de salvación a los hombres, exige após­
"toles, exige

obispos. Se os ha confiado este ministerio de la
verdad
"y
para

la fe: un
ministerio que
responsabiliza ante Dios
1 Cristo, la
"Iglesia y el mundo a aquel a quien le ha sido confiado. «Es para mi
"una obligaci6n predicar

el Evangelio»
-exclama San
Pablo-; «¡Ay
nde mí

si no predicara el Evangelio!». Exige celo, coraje 1
espíritu de
"iniciativa,

la audacia de predicar:
< débil de voz
y torpe
"de lengua, entrégate a la palabra de
Dios» (Orlgenes,

ibid.).»
PAULO VI: Homilía en la consagración de doce
nuevos obispos en la fiesta de
la Epifanía (texto
italiano, francés, inglés
y español en L'Osservatore
Romano
del 7-8 de enero de 1969; texto en caste­
llano:
Eclessia núm. 1.424, sábado 18 de enero de
1969).
Peligros graves por fa pérdida del sentido de la ortodoxia doc­
trinal hacia el ''depósito" celoso de la fe y por descon­
fianza

hacia el ejercicio del ministerio
jerárquico,.
«Algunas

de estos dificultades nos parece
que esconden
peligros
n grdVes para

la Iglesia de Dios
y constituyen pesadas responsabili­
,, dades

para todas aquellas
que están
en· causa, especialmente dos de
"ellas entre

tan.tas, Y son un menor sentido de la ortodoxia doctrinal
"hacia aquel celoso «depósito» de la fe (Tim.,
6-20}, que la Iglesia
nha heredado

de la originaria predicación apostólica, expresada
en la
"Sagrada escritura y en la tradición auténtica, y que ~lla ha meditado
"y atestiguado escrupulosamente en su enseñanza responsable, bajo
"la guía,

prometida por Cristo (lo., 16, 13), del
Espíritu Santo
" ( cf. cost. Dei V erbum, núm. 8).
"Y, al mÍJmo tiempo, nos parece causa de múltiples malandanzas,
"que todos

debemos deplorar si amamos verdaderamente a la Iglesia,
,,una cierta y difundida desconfianza hacia el ejercicio del ministerio
,,jerárquico,
que 1 por

mandato de Cristo, une y conduce al pueblo de
"Dios a los diversos niveles de
su unión.»
PAULO VI: Discurso al Sacro Colegio Cardena­
licio (23 de junio de 1969; texto italiano en
L'Os­
servatore Romano del 23-24; texto en castellano:
Eclessia núm. 1.446, sábado 28 de junio de 1969).
221
Fundaci\363n Speiro

Absoluto respeto a la integridad del meneaje revelado.
«Sobre este punto ./a Iglesia católica ~osotros lo sabéis-· es ce­
"losa, es severa1 es muy exigente} es dogmdtica. Las-fórmulas mismas
"en que la doctrina ha

sido meditada
y autorizadamente definida no
"se _pueden abandonar; a este respecto, el
magisterio de
la Iglesia,
1'incluso a·costa de soportar las consecuencias negativas de la impopu­
"lar involttiración de su doctrina, no transige; no puede hacerlo de
"otro modo. Jesús mismo, por lo demás, experimentó la dificultad de
"su enseñanza; muchos de sus oyentes ·no lo 6ntendieron (Mat., 13,
"13};
más ·aún, incluso a sus p-redilectos discípulos, _a los cuales .corito
"a todos los presentes} parecía duro su discurso y hasta se esccmdali­
"iaban
(Jo.,

6
1 60-62), cuando El les anunció el misterio eucarístico1
"/esús no dudó, en hacerles una .pregunta. muy dolorosa: «¿También
n vosotros queréis marckaros ?» (Ibíd., 68) .»
PAULO VI: Discurso en la audiencia general
( 4 de diciembre de 1968; texto italiano en
L'Osser­
vatore Romano
del 5; texto en castellano: Er:clesia
núm. 1.420, sábado 14 de diciembre de 1968).
Nuestra religión no es una religión fabricada sino recibida
de una rev:elación,
que sólo el

magisterio autorizado
puede
interpretar y tranmiitir.
< subcofzscientes de 10 sagrado: del mistet'io, de lo trascende~te, una 11
t'eliiión que

uno se
puede' fabricar "por sí
mismo
j, dirigir
a
~ápricho,
11
sino

que es una religión
escuchada, recibida, proc_edente de
una
ie-
11velación,
que

solamente un
mag~sterio autorizado puede transmitir, 11 auten_ticar e interpretar.»
222
P,\ULO VI: En la aud_ieocia ~Jos vencajores del
cóncurso «Veritas»

y a los alumnos de la Escuela
de
Teología para

laicos de
la Diócesis de Veroria
(

texto
italiano en VOr.rervatore Romano del

17
de septiembre de
1969; texto

en castellano:
Er:r:le­
sia
núm. 1.460, del 4 de octubre).
Fundaci\363n Speiro

Las verdades de fe pueden exp,"esarse .de forma diversa pero
"con el m.Ismo significado",

sin
engendrar dudas, equívocos
ni

contradicciones.
«Entonces ¿admitíremof un pluralismo? Sí; un pluralismo que
"tenga en cuenta

las
.recomendaciónes del
Concilio
(Optatá.m totius,
"núm. 16; Gravissimum·núms. 7, 10), y aunque referido a los mo­
,, dos

con los que las
verdades de

la fe son enunciadas,
y no al con­
"tenido, como
afirmó con

tanta fuerza
y con tanta claridad nuestro
"venerado predecesor el Papa Jual'l XXIII en el célebre discurso de
"apertura del Concilio (cf. A. A. S., 1962, 790, 792), refiriéndose
"tácitamente, pero con evidencia, a la clásica fórmula del «Commoni­
"tarum» de San Vicente de Lerions (- 450): Las verdades de la fe
"pueden ser expresadas de manera diversa1• aunque· «con el mismo sig­
"nificado» (cf. Denz. Sch., 2.802). El pluralismo no
debe engendrar
"dudasi equívocos

o
contradicciones; no
debe legitimar un
subje'tivis­
"mo

de opiniones en
materia dogmática, que comprometería
la iden­
"tidad
y consiguientemente la unidat/ de la fe; avanzar, sí; enriquecer 11la cultura, fomentar la investigación; destruir, no.»
PAULO V[: Alocución en la audiencia general
del
12 de agosto de 1970 (texto italiano en L'Os­
servatore Romano de 13 de agosto; texto en cas­
tellano:
Ecclesia núni. 1.505,

del 22 de agosto).
Apóstoles, hagiógrafos y teólogos.
< "permanecerán siempre

como
·verdaderas lumbreras
del lenguaje teo­
"lógico, puesto que han

sabido
actuar de un ·modo insuperable

la
"norma sin

derogación posible de la sana
y perenne teología, o sea la
"de conservar

la
'sustancia transcendente

e inmutable de las
verdades
"reveladas y, juntamente, la de transmitirla con conceptos siempre
"nuevos
y formas de expresión que no contradicen las precedentes,
"sino que

son su necesario
complementoi habida
cuenta de la
insupe­
"rable

insuficiencia del
pensamiento y de la palabra del horno viator
"para comprender y formular de una manera adecuada las profundas
'.'.riquezas de

la sabiduría
y de la cienciá de.Dios (cf. Rom., 11, 33).
n5¡ es verdad que el te-ólogo, en la sublime tarea de captar y ex­
"presar

las
verdades divinas no

se beneficia, como los apóstoles
y los
223
Fundaci\363n Speiro

"hagiógrafos de los carismas de la Revelación y de la inspiración,
"no está,

sin
embargo; desprovistv

de los
medios necesarios
para llevar
"a cabo dignamente la misión que le ha confiado la sagrada jerarquía.
"El primero de ellos, indispensable
y fundamental para evitar los es­
,, eolios

del nominalismo
y de la presunción, es la confianza en la ca­
"pacidad de

la
razón humana
para llegar a la
verdad absoluta,
no
"sólo en

el orden natural (ej. Const.
Gaudium et Spes, núm. 19),
"sino también

en el
sobrenatural, cuando

la
razón está

iluminada
po_r
"la

fe
y hace uso de sus própias energías con' un trabajo asiduo, pia­
"doso, discreto

(ej. Conc.
Vat. I,
1 e).»
Carta del Secretario de Estado al III Congre­
so Nacional de la Asociación Teológica Italiana (texto·italiano en
L'O.rservatore Romano del día 4
de enero;

texto en castellano:
Eccle.ria núm. 1.424,
sábado 18 de enero de 1969).
Primacía de la verdad revelada en Teología.
«No deseamos que se cree indebidamente en vuestros ánimos la
"sospecha de una
'emulación entre

dos
primacías, la
primacía de la
"cie'ncia y la de la ·autoridad1 cundo en este campo de la doctrina
"divina sólo

existe una
primacía! la de

la
verdad revelada,
la de la fe,
"a la

cual, tanto la teología como el magisterio eclesiástico quieren
"dar una

aprobación diversa,
pero convergente.
admitimos

gustosos el desarrollo
y la
"variedad de

las
ciencias teológicas,

es decir, aquel «pluralismo» que
"parece caracterizar hoy la cultura moderna, no
Sin recordar,

eviden­
"temente, la imprescindible necesidad, siempre profesada por
la tra­
u dición
eclesiástica,

de conservar
en la

doctrina católica la misma in­
"trínseca verdad,
·«es decir,

en el mismo dogma, en el
mismo sentido y
"en la misma sentencia>>1 como todos vosotros sabéis perfectamente.»
224
PAULO VI: A los Miembros de la Comisión
Teológica Internacional

(texto italiano en
L'O.uer­
vatore Romano
del 6-7 de octubre de -1969; texto
en· castellano: Ecclesia núm. 1.462, del 18 de octu­
bre).
Fundaci\363n Speiro

No es -a lo.s teÓlogos ni ; a los saJJios a qui~.s compe_te ,inter­
pretar· auténticamente 'la fe de la Iglesia.
«. . . . ante los perjuicios que causa hoy día en el pueblo
"cristiano
~a .divulgac~ón de hipót.esis aventureldas o

de opiniones
tur­
,,badoras
para

la fe, tenemos la obligación de
'recordar con
el
Con­
,,cilio
que

la
verdadera teología «se apoya
en la palabra de Dios
es­
,,crita,
inseparable

de la Santa Tradición, como sobre una base per­
"manente.» «Por
necesaria

que
se4 la
función de los teólogos, no es a los sa­
" bios

a quienes Dios ha confiado la misión de
interpretar auténtica­
"mente

la fe de la
Iglesia: esta fe se inserta en

la vida de
un pueblo,
"cuyos responsables

ante Dios son los
obispos. A
ellos
corresponde
".decir a
ese

pueblo lo
que Dios
le exige
creer.>>
PAULO VI: Exhortación apostólica a todos los
obispos,

con ocasión del quinto aniversario de la
clausura del Concilio Vaticano II (hecha pública
el 5 de enero de 1971; traducción.castellana del
Vaticano,
Ecclesia núm. 1.524 del 9 de enero).
Deber de los -teólogos de ser fieles a la verdad de la fe y a la
doctrina de ia Iglesia
11 los teólogos, como ha recordado el Santo
"Padre
con su alto

magisterio, no
dejárán de
advertir
y de cultivar
"lo

que es
su mayor

escrúpulo ... el
fer fieles a la verdad de la fe y
"a la doctrina de la Iglesia; evitarán por ello. consentir en el deseo
"de
una acogida
fácil
y de popularidad, con pérdida de la seguridad
"de
la doctrina enseñada
por el magisterio, que_
en la
Iglesia repre-
11senta a

la personal de Cristo
fesús Maestro.
Considerarán también
"como su

mayor honor el
ser fieles
e inteligentes intérpretes de la doc­
"trina del

magisterio, sabiendo
bien que nada

ayuda tanto
al pueblo
"cristiano
y al género hu'mano todo como el conocimiento cierto de 11 las

verdades saludables,
y que éstas se encuentran entre aquellO's a
"quienes dijo

fesucristo: «Quien a vosotros escucha
1 a Mí me escu­
"cha}>
(

Alocución
Libentissimo sane al Congreso Internacional de
"Teología del
Vaticano 111 I.º de octubre de 1966).»
'5
Carta del Secretario de Estado al III Congreso
Nacional de
la Asociación Teológica Italiana (tex­
to italiano en
L'Obsservatore Romano del día 4 de
enero; texto en castellano:
EccJesia núm. 1.424,
sábado 18 de enero de
1969).
225
Fundaci\363n Speiro