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I. La democracia, el Mercado Común y Europa. II. La pesadilla de las matemáticas modernas. III. ¿Cabe el socialismo con libertad?

ILUSTRACIONES CON RECORTES DE PERIODICOS
l. LA DEMOCRACIA, EL MERCADO COMÚN Y EUROPA,
En una breveria, ABC del 6 de febrero de 1972 recoge estas frases del
discurso de

M. Gaston
Thorn., presidente de

la
Asamblea del
Mercado
Común, al dar la bienvenida a los cuatro nuevos socios que forman la
Europa de los Diez.
«Los nuevos Estados miembros de la Comunidad vienen a
reforzar las características
y esencias del poder democrático que
necesariamente ha de tener el Parlamento Europeo.» «Sin identi­
dad de un
sentir y

de un vivir
auténtieatnente democrático,
no
cabe imaginar la Europa unida; no
cabe augurar

la viahiHdad
práctica de los empeños que nos reúnen
aquí.»
Sin embargo, en Y A del día 3 del mlsmo mes, en carta al dieecfor~
Augusto Assia, destacaba que la participación en el Mercado Común tiene
unos
precisos condicionamientos políticos

que no
son democráticos sino
que dimanan de un Consejo tecnocrático radicante en Bruselas:

«¿Ha leído usted el texto de los proyectos de ley presenta­
dos por el Gobierno británico
a la Cámara de los Co:munes para
adaptar la Constitución
y las leyes inglesas a las del Mercado
Común?
»A la

luz de los proyectos de ley británicos, la moderada, ilus­
trada, ilusionada

interpretación de los tecnócratas españoles,
se­
gún
la c11al es

posible
no sólo asociarse con el Mercado Común,
sino incluso < guna sohre las

bases donde se apoya la soberanía o
la forma
de la estructura política y legal, se queda sin la más mmnna
justificación y, en cambio, adquieren justificación decisiva los
argumentos de

los ultras españoles.
». . • los proyectos oeri.pan sólo 38 páginas, no es preciso
leer-las todas, ni con demasiada atención, para que salte a la
vista inexorable y espectacular lo que vengo exponiendo. La
313
Fundaci\363n Speiro

314
cláusula 2, que según el portavoz del Gobierno es «el corazón
del
asunto», proclama
de un modo general y total,
sin fisuras,
que «el derecho de

la Comunidad Europea prevaLce
sobre el
derecho

nacional (usa la palabra nativo) existente, y, de acuerdo
con este principio, ha de ser explicado, administrado y seguido».
»No sólo

todo el derecho,_
toda'S las leyes, constitucionales
o

no, puesto que en Inglaterra no
hay diferencias entre unas y
otras
y
la Constitución, es el «conjunto de leyes y costomhres»,
pasan

a un vagón de segunda
cfase frente
al derecho instituido
por el Consejo
de ministros del Mercado Común, sino que el
proyecto de l,:,y precisa
más.
Precisa que un ministro o un se­
creatrio de-Estado puede

traer al
«Con'Sejo de
ministros del
Gobierno
de Su

Majestad un decreto originado en el Consejo de
ministros de Bruselas, correspondiente

al Departamento
del men­
cionado ministro o
secr,0:tario, y que este decreto tiene que ser
forzcrsamente aceptado

por el Gobierno del Reino Unido».
»¿Es-tá claro?
-»Además
de pasar a segundo rango, frente al Mercado Co­
mún,

el
derecho británico
existente, cuando haya colisión, ade­
más de prevalecer el del
Mereado Común

sobre el británico,
para
·el futuro,

cualquier dectcto del
Cone.·jo de
ministros de
Bruselas habrá
de ser

aceptado por el Gobierno del Reino Uni­
do, sin que la Cámara de los
Comunes pu-da

discutirlo antes
ni modificarlo después.
». Al

axioma centenario
de que la «Cámara de los
Comunes puede hacer todo, menos de un hombre una
mujn»,
¿habrá
que

agregar ahora
«no modificar
un decreto del Conse­
jo de
ministros del

Mercado Común»?
»El propio. Gobierno_ br:itá~icQ ee investid9 por . el _proyecto
de

ley con poderes
que hasta

ahora nunca tuvo, para aplicar, sin
someterlas
á la aprobación previa de· la Cániara de los Comu•
nes, disposiciones y decretos que einanan de Brurnla~ Por el
contrario, sin la aprobación previa de
Bruselas· el Gobierno
británico no puede promulgar decretos con
eff'éto retrospectivo,
no
puede aumentar

los
inipuestos,· dictar

otro'S nuevos o crear
nuflvas · figuras de delito penal.
»Todos estos poderes y atribuciones que el Gobierno britá­
ni,co

_ cede y
que, natur_al~ent.e, los

seis
país~s ~an ce_dido

ya,
aunque no nos hayamos dado cuenta los espectadores ni siquiera
los actores,
¿a quién

se los cede, señor director? Basta plantear
la pregunta para que
surja tras la comba de

la interrogante el
Fundaci\363n Speiro

inmenso vacío sobre el que en el ámhi@l'i~~i!m.emalidad y
la ideología europeas están de
hruces~1li>sflq01;'JIJea,bonjpcreíbles
poderes
que

Bruselas ha ido
insensihfo_m.P¡t~f;a_gaMiiU¡uulq .
• ) -~ ')Íf13)};',':l'iilJ ~b .
»A un Parlamento europeo elegido, pol-'>sufnrg:io:Fl'.U.Iliversal
podrán

los ingleses confiarle los
poderes 5tiueí1pie:rdii:1su Cámara
de los Comunes, pero no es previsible! que i-se. ilos'nenoomienden
a un Consejo tecnocrático de Bruselas . y en .el Jugar _a donde
las cosas han llegado, una
de dos: o,fJ.;ur.oproLtseiame política.
mente
bajo la

égida de una cámara
repl'eseirtáliva o:ilEuropa es
«delenda»

y de
fste dilema

sólo puedt
svar,imapat()riÍl el
listo
que se las sabe todas, pero nunca
.re-.j_-m--raHningtma,1H('!(m lo

que
señor director, quedo a sus
órdenes,inafe01íiiitnd' r-ñmigo:-"»1
Húi·iwnn r;'. ~·,-iw,¡-¡
El Consejo de Eucopa-, en Estrasburgo, ni el {::OtJSCjp d,e Ministros det
Mercado
Común, en Bruselas, no

han
logrado a{kcer una conr.;epción clave
de lo que debe ser la unión europea, Asi lo ha>éxpUderdohl'i:ter;iHaggem ..
macher

en
Le JOURNAL DE GENEVE debi2'-1de:'.1tnarGJC) enril'.tllt: artículo
titulado:
¡Ah! ¿Es V:d. europeo? ¿Cómo se puede:-;~cJéu:rop,dor1vttei que re--cortamos los extractos que siguen: ;:i ,1;n1 <-') u, m:~n.1;'/1

«El artículo primero de los está~ ~'Únc:Ht;stíl!Ftamente,
los

objetivos del Consejo de
Eurnpa~, Péru~Elli \'.sell·bu~~ la con·
cepción que tiene
de la unión, pro1tb:Wtsei.11Ue1~li.f;i1tn-nna densa
bruma.
Incluso
se tiene la impresión dec:quel el, Conséjo persigue
una

finalidad negativa.
Se trataría, en ':prittim-~wH:1imó/H~e evitar
un
nuevo conflicto, como indica,
con>~Ma ! cla:lfi·fflfifFrfil preám. bulo. d nf;1i1r{h!~ih ,n't.iJ
»La Europa de Bruselas sólo evita, en parte, esta amenaza
de nuevas colisiones. Se han
creado;cies1 . .eiertb, r.tb.daschu, rpiezaW
del
concepto

de comunidad y
de integración,
capaces de suscitar
algunas imágenes bastante
vagas en ,''.ffl!'-\opfuió'rnYi~úldua¡,cBero
esta

Europa organizable, que
desborda'.~ e;»J)Crl..t>sli}'wdibe:ur~nr§.;
tas,

al olvidar su historia,
aparece terriblemente
simplificada.
¿No se cae
('ll la precedente ilnsión·[de::hAcer de Ja unión un
resultado automático de la puesta en
maNhreale rol~) normas,
convertidas en estructuras?
:ib~~u .?.·)!h:ch} il~fil
·;i;al·,U. e JEU;,r; • 2 .
»¿Para qué esta hermosa arquitectúri111$g!l'oídti JiÍlstlitüción es­
tablecida
a priori, que intrntase impMteb.nElesde-'-1():i/', allura una
unidad
arquitectónica, sería ineficaz
o~eqast;) !re~flslneficaz,
si

no tiene empresa alguna de
realidadntoaia):~nooll~~I si
anula
Fundaci\363n Speiro

x lrnhH.!:fuwrdiftt-eijtia:shispecíficas. En los dos casos, se olvida lo que
llf:ll(H:11.'.)Kl,JuedéíSEíffl•mia:.:.,Huropa nnida, sin dejar de

ser
Euro}Ja: No sim­
.phJ11(K)-lenuia,"l"i!!lit1w entidad nueva, que debe aceptar lo que haya
, de
divergente y de centrífugo, haciéndolo fecundo, creando, rn
[n~1svimres:rinmi4•,i«e-s~ :rincón del planeta, indispensable al mundo de
mnr]1flJ maÍUÚMl:,i<':donc;le wtodos los hombres de todas las razas puedan
w'lhrmimenoonmir,'fSi n-o;:}18. felicidad, sí el sabor y el sentido de la vida.
9fmob 1:, u:i?Hl. i•i, HG. 'f, -~• ,
-1,·úll.:oq o,.»Si,i;1de;qana,.-.parte, esta Europa no puede derivarse de la ac­
'.:'l nc;:L!clón nteCánica.c· . .dp.Ja-s instituciones y de las fuerzas económicas,
rlút ':, ~k:p:UY-_\H"J;tm,·,n.o -:Puede deducirse simplemente del conocimiento
-wp o! ongá~~o~·:y,1.wnvfl'gente d.=: sus necesidades, ¿qué podemos hacer
pw!.¡ieUa1fr¡¿(Nos·:~mcontramos condenados,

acaso, a esperar pa­
cientes
la curación de sus enfermedades, o a perecer?
\"-,~ ',OÚ?._¡,,'-,t ':)~J '-1,Í J._;,;),_~ ;:, .•
5w.L, c\(Lq»~:;·'"- :...;·_\.; ·:·.·: Pydría ser, solamente, una entidad especial del
-\íO;rnc}_-lipo'\.-f-éd:ú:al,".-~--1a ',Vez voluntaria y artificial, voluntaria por SU•
0h1·_/¡~1f~ pmim t,hcons6btimiénto, artificial porque al no deducirse de la
-S" ')il\) MJ:qf-~1;..de·rlas Europa no es una evidencia.
»Y esta es la razón de que se imponga enseñar lo que preci­
,-Jfn::,u;.e~&ªtr)eVJ:e;,ddt:_e l:uou·,.rBc
de

Europa. No
se trata
de una tarea eco­
·HO'.l i:I :nómita.,;o_y[imaditl menos política o militar, sino de una acción
':'-?.n~~, 1;nl lnJiialuu!iite¡--pa-dagógica.
'.:JU~i-anq º~-~~fw'.) ._!e) 1,_q_¡ ttftléa principal incumbe a esta capa de personas
wfrrn ~1\1.e,sn+d.itns
·1qlffl·1sp denominan intelectualr-s. Por encima de todo,
-mB~,q !l-n~án;;d sf_ederalismo y, como procedimiento de unión polí-
tica, distribuirán las competencias en la forma de vida concreta.»
U;x:J~ ;ff;ltsADfl.VA _DEJ.'1TÍ.AS2.MA.TEMÁT1CAS MODERNAS.
rnrb1ma ~b ?,'.'l'lrHjn:, ,nOf'lw,.;
rn'1ilom:ffitfluA,ftufüidiit,opttblicado L'EXP1RESS el 31 de enero y el 6 de
f,OOr;etm,. eií:artíanla:x:le:b qire rentresacamos:
HH r·l•ir:r_, -«f. ::!1 ;;_y;ATmédida que la reforma se va aplicando, clase tras
mH:.1on ouum,:,,iim·,loa1dooeol!I, ]os espíritus, en vez de calmarse, se ponen
más febriles.
Desde hace

algunos meses, el asunto se ha agravado.
S~ a~usa_ a Lichna::rowicz de

jugar, por capricho y por orgullo,
·W1 HÓiúfl~Dilrlll Wt_eligé'ucia francesa. Uno de sus antiguos condiscípulos,
mm nwR,1 ApenY...,,'i::P.rof~SOO" de

matemáticas en la Universidad de Caen,
.,:!J'.)\1onle~erihi-ii:!hs«La,iip.ornografía, las

drogas, la desintegración de la
drrnc i;)M~illr.and~t!B\{,fa rebelión de la enseñanza matemática, ponen
Fundaci\363n Speiro

de manifiesto un proceso único: Atacar a la sociedad liberal en
sus

centros vitales.
Dos Premio Nobel de Física, Al/red Kusder y Louis
N eel, han denunciado públicamente
los peligros de

la
reforma,
y puesto discretamente en alerta al Presidente de la República.
En una sesión solemne de

la
Academia de Gi'encias, el día 1.1
de

diciembre,
el presidente saliente, George'S Chaudron, la con­
denó.
»En los estados mayores de las grandes escuelas, las asocia­
ciones de

antiguos alumnos hacen circular dossiers
confidencial~s,
que

ponen de relieve la comprobación de la quiebra. Se de­
muestra, por
f'jcmplo, que

los niños se sienten perdidos, que no
saben ya hacer una multiplicación, ni calcular la superficie de
un triángulo. Como supremo escándalo, en la Escuela Politéc­
nica, los nuevos alumnos,
formados en

las matemáticas moder­
nas en las
clases d:: preparación,

· no saben ya resolver un pro­
blema y
es preciso

darles
Cul'sos especiales.
».
La

asociación de profesores de matemáticas sostiene
al
profesor Liehnerowiez, que

es
IDiembro de la Academia de
Ciencias y cuenta en ella con partidarios y, el día en que res­
pondió a sus detractores, la discusión entre gentes eminentes
y
respetables adquirió un tono tal de violencia que el presidente
debió decretar que continuase la sesión a purrta cerrada: Des•
pués, fue

necesario nombrar un conciliador.
»Hay dos fisuras,
es_ cierto,

dice el profesor Lichnerowicz,
manuales demasiado
ambiciosas de

profesores insuficientemente
preparados. De todas formas, nuestra experiencia constituye algo coherente y debe ser juzgada como tal.
». Los primeros alumnos que siguirron un ciclo com-
pleto, a partir de la segunda enseñanza, solamente han entrado
este año en
e1 último

curso.
»Sin embargo, los
argum~ntos principales de los

adversarios
de la reforma superan las consideraciones inmediatas y tácticas.
El primer argumento es
de orden

práctico.
»Según ellos,

los desarrollos r'cientes de la ciencia matemá­
tica no tienen aplicación en la vida corriente. No pueden
servir
al

contribuyente que exti · nde su declaración de impuestos, ni al
comerciante que establece su balance, ni al contramaestre de un
arsenal, ni siquirra a los ingenieros, a salvo casos particulares-,
y tampoco pueden ayudar al sabio en su laboratorio·. Por el con-
317
Fundaci\363n Speiro

trario, la enseñanza tradicional respondía perfectamente a estas
nBCesidades. ¿ Para qué, por lo tanto, correr este riesgo?
»En ei segundo aspe~to · de la o~o.si.ciló~, ;e )Protesta de que
el
espíritu matemático

no está en
d espíritu

científico, el cual,
precisamente, en el límite, es su contrario. El razonamiento ma­
temático es
abstracto, formula

y aclara las cosas, las organiza,
da
la impresión de que son evidentes. Pero no es así como se
hacen los descubrimientos, explica André Lagarrigue, director
del laboratorio del acelerador lineal de la Facultad de Orsay,
>>lean Fourastié, del Instituto, lleva más adelante su requisi­
toria. Está convencido de que
este divorcio

entre la ciencia, tal
como se usa todos los
días, en

sus aplicaciones, y la realidad
científica, tal como se elabora trabajosamente en los laboratorios,
crea
peligrosas ilusiones.

Muchos de nuestros contemporáneos
están persuadidos

de que la ciencia lo puede todo.
El progreso,
lejos
de desarrollar el espíritu crítico, favorece el renacimiento
d-e la mentaUdad mágica bajo formas nuevas ...
»Pero el remedio no está en el imperialismo de las matemá­
ticas, sostienen los físicos. La enseñanza
francesa padece
ya de
ser demasiado dogmática y
dEmasiado abstracta.

La reforma va
a agravar
todavía esta tendencia.

Para descubrir
algo, es preciso
partir de la realidad de los hechos concretos, explica Lagarrigue,
y confiar
en la

imaginación más que en la lógica. Tantear
cons­
tituye

el método experimental. Sueña con obligar a todos los
liceos, desde el
sexto curso, a

trabajar con los materiales como
la madera
y el hierro, y ejecutar montajes eléctricos simples,
tomar
conciencia de

las grandes realidades tecnológicas· del mun­
do actual
y seguir, por ejemplo, el ciclo del petróleo, desde el
alumbramiento de un yacimiento hasta su refinado
y distribu­
ción en

los
puestos de

gasolina.»
III. ¿CABE EL SOCIALISMO CON LIBERTAD?
En DESTINO del 29 de enero de 1972~ José Jiménez Lozano publicó
una entrevista con el Profesor Lain Entralgo, que en una de sus respuestas
declara:
318
«El liberalismo intelectual, político y r·eligioso, es para mí,
y bien quisiera que para todos,
nna conquista d'efinitiva del
hombre moderno ; pero del liberalismo económico me hallo muy
Fundaci\363n Speiro

lejos. Hablando un día de mi padre, y crey. ndo haber inventado
la palabra, dije
que había
sido un
liberal-socialista. Luegó
he
visto que así quiso llamarse a sí mismo el Ortega joven, En un
mundo liberal-socialista -¿deb remos llamarle lnsula Utopia?­ quisiera vivir yo.»
¿lnsula Utópica? jCiertamentef Porque el socia.Z:smo, que va contra las
tendencias
innatas del
hombre, solo puede imponerse por la fuerza y, para
no
tener que emplearla continua y brutalmente, necesita condicionar las
mentes
y las voluntade.s.
Ota Sik es un testigo de excepción_. tanto de los fracasos económicos
corría del amargo despertar de los suelí.os políticos de l:berar al hombre.
Así Eugenio Montes, en su crónica desde Roma, publicada en ABC del
29 de enero,· nos lo lt'efiere:
«Ota Sik lúzo ver de un modo irrefutable que el comunismo
es nna fuente -de desventuras~ y esos mal "S salen del propio sis­
tema.

Dijo: «En
el comunismo como sistema se multiplican y
agigantan todos los males que se le reprochan al régim · n capi­
talista, sin ninguno de, sus innegables beneficios.» Por
eso su
fracaso

es total, no a medias, no susceptible de
l"'ves correcciones.
»Añadió

que el sistema comunista ignora, a la par, tanto las
necesidades del

pueblo como las necesidades d-1 mercado, las
leyes económicas. Lejos de ser un elem nto de progreso, es la
hipérbole del inmovilismo, dominado por quienes quieren la
inmovilidad para seguir mandando. Eso contribuyó mucho a sus­
citar la revolución d
~ Praga, donde gentes educadas en la do g­
Ólática comunista descubrieron las
leyes del mercado,
»En las Repúblicas soviéticas
-dijo-se

teme a las voces
lihres, a

oír a las gentes.» Ota Si-k
se r
firió a la sufrida
experien­
cia

ideológica
y económica de él y de SUB compafieros, y a su
tentativa

de liberación, que el imperialismo soviético aplastó
con
invasores carros

armados.»
Se ha hablado bastante de los intent-os recientes de GiR:rek en Polonia..
Se ha asegurado que está dando luz verde a los intelectuales. Con éste
título
podemos leer

en
LA ~IBUNE de LAUSANNE de 11 febrero.
«Cuando (Ginek) se ha sentido sufi~ientemente fuerte ha
entablado el diálogo con los escritores que hacía tres años
que
se
hallaban

condenados a
guardar silencio
.
»Sin embargo, el

Ministro de Cultura ha
seó.alado los lí-
319
Fundaci\363n Speiro

mites de esta liheralización. Los intelectuales podrán ejercer su
espíritu crítico. En caso alguno pueden contradecir el socialismo
tal como lo define la dirección del partido, ni atacar a los alia­
dos de
Polonia. Así Gierek confirma con ello
su voluntad
de
aplicar un autoritarismo ilustrado.»
Tampoco la libertad religiosa es posible si se quiere mantener el co,.,
munismo.
De este tema en la URRS, nas habla el P. Padlo Mailleu.z., S. I. en
JESUITAS, núm. 60 de 197J,.,4, bajo el título Ecumenismo: Los Jesttitas
y la Iglesia Rusa, del qu-e recortamos:
320
«La Iglesia rusa, tan íntimamente ligada a la historia de la
n.1.ción, hasta 1905,

era la única que tenia
el derecho ·de hacer
proselitismo;

las otras religiones, por
ejemplo la
Iglesia cató­
lica,
estaban solament~ permitidas.

Un musulmán o un hebreo
no podía hacerse católico. La única conversión posible era de
una religión no ortodoxa a la Iglesia nacional.
»Con la

primera revolución de Kerenski,
en 1905,
fue conce­
dida la libertad religiosa; sin embargo permanecía la obligación
para todos de tener una religión. Para
ser empleado del

Estado
o profesor
en una

escue]a se debía no sólo ser religioso sino tam­
bién practicante. Por ejemplo, se tenia que
llevar el

testimonio
de haber hecho la comunión pascual, ortodoxa o católica.
»Llegaron
-después los comnnistas, y

también ellos proclaman
la libertad religiosa, pero la entienden de una manera totalmente
distinta. Para los soviéticos, libertad religiosa quiere decir nó
estar obligado

a seguir una religión,
y, por tanto, equivale esto
a una prohibición de propaganda religiosa. De
aquí la
prohibi­
ción absoluta
de enseñar

religión a los niños y a los jóvenes
antes de los dieciocho años. Por
eso en

Rusia no se ven mucha­
chos en las iglesias ayudando ·a misa o a otras funciones. Un sacer•
d'Ote me

dijo
que, a

pesar
d,e eso, en ciertos
periodos del año
se ven jóvenes en
la iglesia, por ejemplo al principio del año
escolar iban a la suya cerca de 140 muchachos a confesarse, pero
todos de otras partes de la
ciudad, de

manera que no pudieran
ser conocidos por sus maestros.
»El partido

comunista tiene pleno derecho
de' publicar
re­
vistas de propaganda antirreligiosa, como
la oficial titulada «Cien­
cia
y Religión». La única revista publicada por la Iglesia es la
del
patriarcado de
Moscú,
pero en
ella no se encuentran artícu­
los de doctrina, sólo noticias, notas históricas, muchas fotogra­ fías, por ejemplo, sobre los funerales del
difnnto patriarca

Alejo.
Fundaci\363n Speiro

En el último número hay una decripcióni.udcli v.iltje,{drl metro­
polita Nikod.in a Italia, de
su peregrinació&J(8.CBafir;;llr; Venecia,
a

Milán, a
Asís. Estas
cosas se pueden publicar, pero ningún ar­
tículo que
s~a una

respuesta a la
propagan11~B °?":ti~Aff~~.~i ··.¡
«. el 21 de junio de 1941, los aleman-s atravesaron la
frontera rusa. El metropolita Sergio, que
era'1tY:¡Se'gtrridO del
patriar­
cado (el
prim~ro había sido

mandado a
Sibb1i8J;hy2i:Jlf)\iecho era
la
cabeza de lo que quedaba de la Iglesia ·1f'usa, ~vféndo de la
celebración de
1a misa, oyó la noticia, y .ertLtm '.g'esffiél~erdad ra­
wcnte genial ~antes del

mismo Stalin,
quiPifonJiijü-e"Jl~momento
no sabía qué hacer, no

creyendo que los alemanes hubiesen po­
dido cruzar la frontera--
len.zó al

pueblo
/hfi'a rHaniadir/i,Hl'a de­
fender
el suelo
de la

patria. Los
alemane-s·1ij-ar,:la~am>i'1:qm, hacíá
Stalingrado

y el Cáucaso, por
lo cual Stalim-:tuvoHlJUk•\."llce¡jtat
esta

ayuda de la Iglesia. Fue así como después de cierto tiempo
dio permiso para abrir seminarios y
proce41,~qª J!» elección de
un patriarca en la persona del metropolita
~e_r:~i,o. f~!;; una es-,,,,. ,,-q ., ... pecie de réconciliación entre el Estado y la laj~,.ܼ _
H'! t1Ü~W'll"o'I
»Así, la Iglesia rusa ha gozado di una ci~3o)l,\Wn:~ad. Pero
¿por
qué motivos en realidad? Ante todo
po~\1-'1;~·.t~an nece­
sidad

de ella los -gobernantes para dar una
ci~t,af .. satisfacción a
la

parte de la población
qu-; ha

permanecido
,,cr.e-r,ente. De
aquí
la decisión de
dejar alguna:3 iglesias

abiertas.
),l;nr,ffi;,.~.iv.lo lugar,
tenían

necesidad
de ella

también para la
prog,g~~-, exterior.
Querían preparar

el imperialismo soviético,
PCffi siJ'·A,Rl,o en

los
países balcánicos, en el próximo oriente, donde hay muchos or­
todoxos,
y también en los países occidentales, b~scándo dar la '.(]UI" e~ impresión de que en RuSia , xiste libertad religio~!¼ Por el mismo
motivo favorecen las relaciones de la Iglesia
~U~a -con

el ex-
,n,n:1:1011;>; tranjero.
~ l~'.oll:,"1'.'f'I
»K.ruschev, para cortar el avance de la lgl~~-wi'\"licó una
serie de reglamentos: Muchas iglesias tuvieron
fl"'t,e ~-fierrarse, Ji.
mitó la actividad de los sacerdotes sólo a ceh brW::. '?~~,culto.
·O.
:,~
La redacción de la revista añade en nota:
,,m:,'f-it:K
»Se calcula que Kruschev, el gran perseguidétrl filutlerno de
la
Iglesia· rusa,
cerró la mitad de las
iglesias· y stiipen'ilió o
de-
Fundaci\363n Speiro

-\l·;hm i J)ortóuia? Unlmiitad de los sacerdotes. Hoy quedan unas 7.000 igle•
,·,.'.·,ar:·)-1 siaif-y:i:10.000: sacerdotes en, activo.»
.-,;¡ ¡--:!;':rrc o-:~~ .1!' ¡_:I rJt,"'L'l'.J"JJ"!!); ~ fili11
1'
-
1,:f,.<::q hh c~1-'ll9r;~i,t¡en estadísticas-; sin embargo se cree que hay 50 mi­
in;-; ,_,,í-,:JJI.OJ'J':'8·.-:dr Jii::les ortodoxos.

De los 8 seminarios quedan 3 abiertos,
,;[ d.1 (úr~,,R.09 ~m~aristas, sólo el 25 por 100 de los qu:; quieren serlo,
,
,::; h:ih·_1-Rem ,!!C ; ,,;,,'.:l::·-:,-,.esi-q.djª~:P,or. correspondencia (así lo

hacen ahora
500).»
-,/) lim;Qo1bRi8J.>f'n iMA. del 28 de diciembre de 1971, podemos leer el artículo
iRtmó
espejisem:o.1Jlai~bertad religiosa en Polonia, firmado por Francisco de
-Mi~r-:dd~..quro·etrrraCTamos:
o:.
::•,;J \l.'.·;·/) ~}, "\/
1"h rrñi·i:i"'>rc:¿is;;p~liCo. Se ordenó sacprdote en plena guerra mundial Y
·il ' ''.f'"P ~~\~-p~'~¡-j_W~o unos días en Espafia.
-V~lófros no conocéis el comunismo -me asegura-. No
permite
ninguna opomcion; no deja nunca margen ck acción;
O"J'._-)<_! .:}c,c1a:~WJ0H-:Zf'ega al, poder hace exactamente lo contrario de lo que
•·)')cJil r;:;tw&ní#tiQ;'.
!; m\i·,·i:,J,c:l.íGI:..p!efa° no se pueden negar sus aciertos.
iw_,., .,~, ·''1'.i.:.:.Sf:'.'7[a hecho cosas buenas, porque cucilquier gobierno y
,-nqid ol~"i~antk hace hoy. Pero e.sto no lo ha h'echo por ser comu­
.rnh:'}lBl ,a~;?ffPque le distingue como comunismo es haber quitado al,
,,d n·, 0};úeBia hí libertad: la libertad de pensar, la libertad de poseer ...
w ·rn;hnrr: :il b .......... ,,he;·".,,,: ., · »Sollríe. Siempre lo hace.
"r;~~im Jé!-i_,¡2ÉifÍre noso-tros casi" toda la población es católica.; no pudo
·/.') h nfdvrfri-ti"'rla de gol,pe~ por eso t!I:mpoco ha. podido suprimir a los
MCJerdotes. Pero ne podemos tener seminarios menores, y ha
r-educido al, minimo los semin«rios mayores. No nos concede
rno {) Ji'.»ttaeiwiles, o lo °hace a precios exorbitantes, pa:ra levantar igle-
-il ,3c:·rn·csu1s- ~1-'1::on.stn.LJT local,es parroquiales; cal.cule ú,, limitación que
·0111-'éSÍd
Slipone en un país donde todos los material.es. son e1;tatdles.
--<--Quizá sería más exacto decir que son del pueblo.
-Eso afirman ellos, !d -otra vez la sonrisa convincente-,
«El Estado es vuestro», dicen; ·sí, pero ¿de qué nos·sirve si no
podemos gobernar?» «Las fábricas son vuestras», sí pero ¿de
,,b om~i«MIÍ ~()S sirve si no podemos gobernarlas ni somos dueños de lo
,,ih O iii'il™'4¡WP Fundaci\363n Speiro

parte de su fH"Oducción y garumcias !:e_ vaya, com-0 desinteresado
regalo soviéti.co,
a Corea o Vietnam del, Norte.
»-El único
trabajo que el

Gobierno
encomienda a
los
rel,i­
giosos es el cuidado
de enfermos incurables y de los loco-s.. tam­
bién incurables; han de ser incurables, porque a éstos. les da
igual el comunismo que el, capital.ismo y nunca -podrán hacer
nada. Esta cafoulada concesión les sirve para hacer propaganda
de libertad religío3'1..
-l Existe, efectivamente, esa libertad?
-Mire, desde fuera se diría que sí. El público puede ir libre-
mente a la iglesia, pero no.,; limitan las iglesia,;; yo no tengo
más, que un chamizo para decirla y el público tiene que seguirla
desde
la

calle; hay
inviernos que

llegamos a
veinte bajo cero.
Solamente
se permiten en la nación das publicaciones reUgiosa..,;,
y no c"onsienien más que una tirada muy reducida, que apenas
llega para sol,os los sacerdotes y religiosos; el público las recla­
ma,
pero no puede ser.»
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Fundaci\363n Speiro