Índice de contenidos
Número 114
Serie XII
- Textos Pontificios
- Actas
- Información bibliográfica
- Ilustraciones con recortes de periódicos

Autores
1973
Mística y compromiso, carentes de contemplación. A propósito del socialismo en la Iglesia
MISTICA Y COMPROMISO, CARENTES DE CONTEMPLACION
A PROPOS!TO DEL SOCIALISMO EN LA IGLESIA
POR
V. l.AMSDORFF-GALAGANE,
l. El comproll1;iso socialista.
En principio,. el problema fundamental sobre el que versa esta
ponencia, «mística y compromiso», que in.e ha correspondido des
arrollar aquí, es
el siguiente: ¿hasta qué punto el ser cristiano im
plica, exige o tolera una participación política activa en la vida de
la comunidad?
Adelanto en seguida que
mi respuesta a esa pregunta es afir
mativa. No creo que haya .nada, en la condición de cristiano, e in
duso en
la condición de eclesiástico, que impida tomar parte activa en,
la vida política de la comunidad a que se pertenece. En presencia de
una injusticia, nada hay de reprobable en que se reaccione contra
ella, y sí lo hay en no hacerlo. En presencia de la desamortización de
Mendizábal, encuentro muy lógico que el clero. animara a sus feli
greses en apoyo del ejército de D. Carlos, que pretendía acabar con
todos los desamortizadores, confiscadores y nacionalizadores. Y en
cuentro muy lógico que la Iglesia bendijera ciertas empresas gue
rreras, desde las Cruzadas hasta nuestra Guerra de Liberación. En
mi opinión personal -que someto de antemano a
cualqui_er matiza~
ción
o corrección que pudiera hacer la
Iglesia~-, un
cristiano, por
pío que sea, en determinados casos tiene derecho a enfadarse.
Tacnpoco quiero predicar ningún milenarismo. Cristo bien dijo
que Su Reino no era de este mundo. Pero hay al menos un derecho
al que el cristiano, precisamente en su calidad
de cristiano, no ·puede
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V. LAMSDORFF-GALAGANE
renunciar: el derecho de libre propagación de su fe. Además, el cris
tiano está sometido, como todo el mundo, a
la ley natural. La Gracia
no altera la naturaleza, ni tampoco las obligaciones que establece la ley natural. Como la sociedad política es una institución natural, nada
hay de condenable, sino todo lo contrario, en que, los cristianos
colaboren en su funcionamiento~ · su inejora o ·su defensa. Y si esto
requiere que tomen opciones políticas concretas, han_ de tomarlas.
Pero no quiero hablarles de eso.
Hoy quiero hablarles de
una determinada opción política: de la
opción por el
socialismo de tipo marxista. O sea, de una opción_ por
algo, que no sólo tiene que ver muy poco con
la ley natural, sino que
incluso niega su existencia. Hay cristianos que han elegido esta vía.
Por ejemplo, en abril último se han reunido en Chile unos «Cristia
nos -por el socia!lismo», que elaboraron unas conclusiones de tipo
«viva Che», :con los ·naturales panegíricos a los regímenes cubano y
chileno (1). Entre estos cristianos hay sacerdotes (2) e incluso obis
pos (3).
Que se trate de una opción ilícita, no necesita mayor demostra
ción. El socialismo marxista ha sido condenado por todos los pa
pas
(4). Ha resultadá ser económicamente ineUciente. Ha conseguido
que ·.en Cuba' · esté · raciotiado absolutamente todo, incluso el azúcar y
el tabaco;· qu~ ·Rusia iinporte trigo;· f menos mal-que el mar aún
(l) ~ue_d~ ·lee;se, p .. ej., en l~· revista «COM» de 19-5-1972, páginas
6 y siguientes. _ _ .
(2}
Como el conocidO. ~a-Poeta Ernesto Cardenal, dedicado, en Nica
ragua, a
1a propáganda castrista (Cfr. entrevisi-a publicada."eó. «El Gervo», 1972
(222-2-23) 14 y _sigs.), Y no sólo-los hay en Nicaragua; _me temo _que-cada
un.o
de_ mis lectores
conozca, personalmente, a alguno.
(3) Como
el Arzobispo de Recife, Mgr._ Helder Camara, o más carac
terizadamen!e
aun,
el Obispo
de· Cuernavaca,
Mgr. Méndez Arcea (Cfr. su
intervención en el citado
·encuentro de
«cristianos por el
socialismo», en
«COM»,
dt., · págs. 8-9).
(4)
Pablo VI,
alocución a
los trabajadores de
22-5-1966; OctogeJima
adveniens,
26, 32--34, _ etc.-, así como -en -.numerosos otros documentos; -· Juan
XXIII,
Mater et M.agiJtra1 109, etc., y también en muchos documentos más;
para no remontamqs a
la
_D~vfni Redm,pto,·is, Quadragesimo Anno o Quod
ápostolici muneris.
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MISTICA Y COMPROMISO, CARENTES DE CONTEMPLACION
no es socialista, que si no, faltaría el agua (5). Tiene una marcada
tendencia a la dictadura, a los paredones y a los campos de concen tración. Por fin, es .responsable de la mayor persecución religiosa que
registra la historia desde Diocleciano.
Y, sin embargo, existen cristianos que han escogido el socialis
mo, que le hacen la propaganda con todos los medios a su alcance
y que dedican lo mejor de sí mismos a Su triunfo. Ante esto, creo
que la mera condena no basta. Estimo que sería bueno tratar de des
cubrir las razones de nna actitud tan paradójica, tratar de entender
las motivaciones que llevan a estos cristianos -cuya buena fe hay que
suponer- por unos caminos tan tortuosos. Máxime, porque su nú
mero parece ir en aumento.
Lo he intentado hacer, y voy a tratar de compartir con Vds. mis
reflexiones. Me ha servido de «material de experiencia» una revista
moderadamente «progresista»,
una· entre muchas, llamada· «Hechos y
Dichos», editada en Zaragoza por los PP. Jesuitas. Hay revistas. más «avanzadas» aún, pero ésta tiene la ventaja de plantear los problemas
a
fondo. Creo que es un buen ejemplo. De todas formas, cual
quiera puede repetir el experimento con otras, y· no creo que los
resultados difieran mucho. Al fin y al cabo, todas estas revistas se
parecen.
Pues bien, espigando cosas que dice la revista por aquí y por
allá, vamos a tratar de meternos en.la sicología de sus _red.actores, de
sus responsables. El problema de los lectores es relativamente más
sencillo: u obedecen a motivaciones aná'logas, o simplemente se' creen
a pies juntillas todo
lo que _les cuenta ~u revista. O ambas cosas a
la vez.
2. Amigos y enemigt?s.
¿Cuál es, en general, el «ambiente» de la revista? Unas cuantas
princeladas bastan para definirlo.
(5) Ahora que lo pienso, es una broma sólo. hasta cierto _punto. El
único
mar enteramente
socialista, hasta
la fecha,
es el mar Caspio. Pues bien,
el nivel de sus aguas ha descendido, desde 1917, en
casi la mitad, y
sigue
descendiendo a ritmo alarmante.
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V. LAMSDOR.FF,GAL4GANE
Podemos encontrar condenas expresas al «capitalismo» ( 6). Pero
nunca al
<:
contrario, nos lo presentan como la
antí
tesis
del
anatemizado «capitalismo»,
definiéndolo como «control de
los medios de producción mediante consejos · de trabajadores»,
.some
tidos, sin embargo, a una planificación central (7).
Se
nos dice
que la «derecha» ya no se puede
permitir hablar
en
nombre del cristianismo ( 8), cosa que a la revista le parece muy bien.
Se nos informa de que la democrada representativa «ya no sa
tisface»; se requiere
liha: «democracia de participación» ( qu.é estriba
en
que
el pueblo
participe en las decisiones y en las responsabilidades.
La imprecisión ¿será buscada de propósito?) (9). Se deja caer que
la Banca, en cuanto es privada, «no trabaja para
el bien común de la sociedad» (10). Trabaja
por codicia.
En cam
bio, el Estado sí trabaja para el bien común (por definición) (11).
Por aquí resulta que Bernardette Devlin merece el nombre de
católica, no por ir a misa y
tal~ sino por <
ninguna pretensión para el mismo criStianismo» ; o sea, por
<
afanes
socialistas en favor del
pueblo» (12).
Por
·
allá se habla de los alemanes
política. Está
muy
·bien·. LOs españoles
tampoco quieren rojos en su
(6) Por ejemplo,. «Hechos y,Díchos», 1969 (396), pág. 410.
(7) Ibid., pág. 411. No nos engañemos demasiado con los «consejos
de trabajadores».
O bien se les piensa transmitir la plena propiedad de las
empresas
en que trabajan, con todas las facultades de gestión y administra
ción, en· cuyo
caso sólo se habrán sustituido las sociedades privadas de ac
ciqnistas por sociedades privadas de obreros. Con
. posibilidad,
además, de
vuelta al sistema anterior: si los obreros son realmente propietarios
de la
empresa,
y, por ejemplo, les va mal el negocio, tendrán derecho a venderla,
¿o no? O bien se piensa en conferir la propiedad de
las empresas al Estado, y
planificarles producción, precios, costos, compradores, proveedores, etc., en
cuyo caso el papel
.de los
consejos de trabajadores quedará reducido, en la
práctica, a discutir si en la cantina
pondrá~ garbanzos
o lentejas. Todo hace
suponer que «Hechos
y Dichos» propugna, en realidad, la segunda posibilidad.
(8) 1972 (426),
págs. 32-33.
(9) 1971 (421), pág. 4.
(10) 1969 (399), pág. 751.
(11)
Ib;d., págs. 752-3.
(12)
1969 (400), pág. 848.
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MISTICA Y COMPROMISO, CARENTES DE CÓNTEMPLACION
vida política. Pero esto, está muy mal: «los de la otra zona eran
hombres cargados de razones y de buena voluntad» (13).
Hay abundancia de
noticias de
los países del Este.
La. valoración
de
conjunto, en general, es más favorabÍe a Yugoslavia que a la
URSS. Pero se reprocha a la Iglesia que allí se
:ha conservado su
«in
adaptación», ·en substancia, porque los fieles' viven una vida de ora
ción y sacrificio por la fe, y se desentienden del mundo que les rodea
(léase,
del socialismo)
(14). Cito textualmente:
<
se va
nagloria de
que delante de su pueblo fiel fue mártir e intachable. El
septilcro del
Cardenal Stepinac, en la catedral de Zagreb,
continua
meÍlte visitado, es un testimonio de la reacci6n-admirativá del pué
blo. Pero nO nos engañeinos. ¿A quién sirvió de luminoso ejeinplo
esa actitud? A un pueblo fiel al que
11osotros mismos formamos con
el complejo de que el comunismo es totalmente nefasto, pero no a
la gran masa que ve en el socialismo una fuerza efectiva de libera.:.
ción» (15).
Y, consecuentemente con esto. e_ntre las noticias religiosas, se des
tacan todas aquellas que puedan indicar posibilidad, perspectivas, fu
turo
o presente de una pacífica colaboración entre
lá Iglesia y el
Estado en los países del Este (16). Inversamente, se destaca todo lo
que indique conflicto entre Iglesia y Estado en los países occidenta
les (España inclusive) (17).
( 13) !bid., p!g. 828.
(14) 1968 (382),
p!gs. 58 y sigs.
(15) Ibid., pág. 67. En la
realidad~ es justo al revés: la «gran masa»
ve
en
el socialismo más
una fuerza de opresión que de otra cosa, y de ahí
su respeto
al Cardenal que no quiso transigir ton él.
(16)
P. ej., 1969 (394), págs. 274
y sigs.; 1969 (395), pág. 373;
1969 (402),
pág. 1101; 1971 (422), pág. 371; 1972 (427), págs. 21 y sigs.;
incluso al·
describir situaciones conflictivas, se
h.~.ce un es pedal hincapié en
la fidelidad de los creyentes
al régimen en sí (1969 (401), pág. 983), cuan
se les echa a ellos la culpa
'del conflicto.
(17)
P. ej., 1969 (394), pág. 246;
1969 (395), págs. 349 y sigs. (pro
testando
por la subida de
sueldos' á !Os curas en España); 374_-,; 376; 1969
(396),
p!gs. 472,
475, 477, 479;
19119 (399), p!gs. 762
y sigs., 784;
1969
(401),
págs. 979 y
~igs.; 1969
(402),
p!gs. 1080
y sigs.; 1972 (427), pá
ginas 13 y sigs., etc.
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V. LAMSDORFF-GALAGANE
De China roja se dice, por ejemplo, que su politica de arma
mentos y de bajo consumo viene· impuesta por el cerco exterior al que
está sometida (18). ¡Pobrecitos! Ellos no quieren, pero les obligan ...
Muy de tarde
en· tarde,
se publica también algún articulo anti
soviético, aunque cuidando mucho de no
hacerlo antisocialista (19)
y aun en éstos, se pueden encontrar pequeñas falsedades. Se cuenta,
por ejeruplo, que Bukovski estuvo recluido· por participar en una manifestaci6n bajo el slogan «respetad la Constitución»
(20). Apa
rece así, ante los· ojos del lector; como un· joven idealista, quizá un
poquito ingenuo, que creía que con sólo respetar «nuestra>> constitu
ción socialista,
·se arreglarían todos los
problemas.
Pero en
realidad,
el slogan de BukoVski eta «respetad vuestra propia Constitución>>.
Como se ve, d matiz es completamente distinto. Si, ya sé, sólo es un
detalle, que en sí no tiene importancia. Pero .... son demasiados de
talles.
Porque en el mismo número se constata también que los em·i
grantes soviéticos que· llegan a Israel son furibundamente antisocia
listas. «Quizá · algúno de nuestros lectores se pregunte cómo es po
sible.»
Pues bien, «la
respueSta sólo
puede encontrarse como una
rCacéión a
las características de hertnetismo
qU:e las
comunidadés ju
días presentan
allí dondequiera que existen. Y en Rusia se da este
caso» (21 ).
Lo que no dice la revista~ es que a los rusos que consi
guen salir, les ocurre exactamente igu•I. Pero de decirlo, seguro que
lo explicaría por «particularidades del
aJma eslava».
El juicio de conjunto sobre el socialismo parece ser el siguiente:
«en general, el socialismo no ha soluciónado todos los problemas,.
pero ha emprendido el camino para solucionar los de abajo, los que
afectan
al pueblo» (22). Dicho a propósito de Yugoslavia. Luego,
sí, se admite que sus obreros tienen que emigrar a países «capitalis
tas», o que sus creyentes siguen con dificultades bastante serias. Pero
33~
(18)
1971 (422),
pág. 14.
(19) P.
ej., 1972 (428), págs. 12 y sigs.
(20) !bid., pág. 13.
(21) !bid.,
pág. 22.
(22) 1968 (382),
pág. 65.
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MISTICA Y COMPROMISO, CARENTES DE CONTEMPLACION
se tiene buen ruidado en explicar cómo y por qué de eso no tiene
culpa el socialismo. El socialismo es una cosa muy buena, y no sólo se anima a los
lectores a establecerlo, sino que se les llega a poner en
el dilema de
que quien no está a favor del socialismo, está contra él: «los cristia
nos tienen que darse claramente cuenta de que no .les quedan - más
que dos alternativas: o se está con. el proceso revolu.donario, .con una
opción decidida por la línea de avance de la revolución por _ambigua
que sea, o se está ineluctablemente contra dicho proceso, aunqµe sean
muy humanas y santas las intenciones» (23). En
generaA, la revista da
la persistente impresión de que los países
del Este son sus amigos, para cuyos errores. o defectos valen todas
las excusas, y de que
los regímenes
occidentales son sus enemigos, a
los que se ataca hagan lo que hagan.
3. Ju~ticia e injusticia.
Pues bien, ¿cuál es la razón de todo esto? ¿Por qué los respon
sables de «Hechos
y Dichos» condenan al . «capitalismo»? O • sensu
contrario, ¿qµé les atrae del socialismo que no se tenga ya en Oc
cidente?
Desde luego, hay una razón declarada, que incluso se · repite
prácticamente en cada número, hasta llegar a la machac~nería. Y es que
nuestra sociedad «capitalista>> es esencialmente injusta. A veces se
desarrolla la idea con referencia ( expresa o tácita) al análisis de
Marx: se explota a los obreros, se les detrae la plus-valía, los capita
listas se enriquecen sin trabajar, parasitismo, etc., etc. No hay que
hacer demasiado caso a
est_e lenguaje:
es sólo
un_a manera
de _hablar.
En su sentido literal, la economía de Marx, al igual que la dialéctica
de Hegel u otras cosas parecidas, es una. preciosa construcción ~e la
mente, peró tiene el inconveniente de que
no es verdad. En la vida
real, las cosas no transcurren por tesis-antítesis-síntesis; o mejor
dicho,
(23) 1972 (426), pág. 34 (a pr~pósito de Latinoamérica); -la misma
tesis en general -aunque con lenguaje· más esotérico- en 1972 (429), pá
gina 32.
;¼37
..
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V. LAMSDORFF-GALAGANB
transcurren algunas)· por. casualidad. Del miSmo modo, un_ émpresa
rio occidental no vive de sus obreros, sino de sus compradores .
.-Ellos
son
los que le dan el dinero, los ingresos de
~u empresa.
Luego estos
in_gresos se dividen ·entre·reinvérsión, trabajadores
y empresario. Ha
brá explotación de los trabajadores cuando la parte que les corres
ponda sea desproporcionadamente baja; esto se da en algunos casos,
y en otros no. Es que realmente, ¿cómo puede ser verdad una teoría
según la
cual resnlfa que al obrero americano se le «explota», y al
soviético no?
Es que si lo es, a mí, por favor, ¡que·me explotep.!
Lo mismo pasa cuando se declara ( con suma frecuencia)_ que
los países «desarrollados»_
explotan a los «subdesarrollados» : ocurre
en unos casos, en ·otros no. En tesis general,
tampoco es verdad. Hay
subdesarrollo
'en las
colectividades que sólo intentan proveer a su
propia subsistencia,
y al tener poco o nada que vender, se quedan
fuera del circuito económico mundial, o incluso nacional. O bien
en casos de exagerado monocultivo, que hunde el .mercado por ex
ceso de oferta. El problema de los países pobres estriba, simple mente, en que no han imitado,
-a su debido tiempo, a los países
ricos, que
al fin y al cabo, se han desarrollado a sí mismos partiendo
de un estado muy parecido, sin ayuda de nadie ni economías plani
ficadas. Es que otra vez, una teoría según la cual resulte que Suiza pueda tener alguna responsabilidad en
el subdesarrollo de Tanzania,
tampoco puede ser verdad. El mal del Tercer Mundo no está en que
se-le
explote, sino precisamente en que lo «explota» nadie.
Pero ah! viene la paradoja. Sé -por muchas experiencias pare
cidas-----que
explicarles esto a los articulistas de
«Hechos y Dichos»
no surtiría
ningün efecto.
Me podrían
.incluso conceder
que tengo ra
zón
, .. y seguir con lo suyo. Además, lo saben ya muy bien sin ne
cesidad de que nadie venga a explicárselo. Lo que ocurre,
es que
no _afecta a su razonamiento. Cualquier ataque, pogamos, a la eco
_nomía de Marx, los deja indiferentes, por razonado que sea. Y es que, en
el fondo., les trae completamente sin cuidado saber si las mer
cancías tienen o no un valor en sí, o si este valor es o ~o es el pro
ducto
de las horas de trabajo por el coeficiente de utilidad marginal.
Lo que les ocurre, es que han adoptado el lenguaje,. la terminología
de
·Marx, para
expresar con
ellos una
idea ética, a
la cual no afecta,
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MISTICA Y COMPROMISO, CAREN7'ES-DE CóNTEMPLACION
lógicamente, ningún razonamiento técnico. Lo de la <
y todo esto, es, simplemente, una manera de expresarse:- Igual hubier.a
podido ser otra: Porque lo que intentan darnos «Hechos
y Dichos» (24)
no es una descripción de lo que ocurre en Occidente, sino una va.
Joración
de ello.
Por esto d~cía que a este leoguaje marxista no hay que hacerle
demasiado caso.
Es totalmente accidental. La idea que lo preside es
indepéndieote de él,
y es perfectamente expresable ~ nuestro leo
guaje
de cada
día. Es más,· en
«Hechos
y Dichos» viene expresada,
una
y otra vez, en todas las terminologías posibles, y bajo todos los
ángulos imaginables. Esta idea es la ·siguiente: en nuestra sociedad, los
~ienes están
desigualmente repartidos. Unos t~enen mucho, y otros poco. Y esto
es injuJto.
;Este juicio, precisamente éste y no otro, Constituye el telón de
fondo de la mitad, o
más, de todo lo que se esc_ribe en «Hechos y
Dichos». Por esto miSmo, vamos a exariiinarlo más. de cerca.
En principio,
para admitirlo
nosotros, tendríamos que_ hacer una
serie de distinciones y _matizaciones. Pero de momento, no lo haga
mos. Démoslo por bueno: de acuerdo, hay pobres y úcos, y esto es
injusto. Entoncés vemos que ahí no terminan los. problemas, sino que
precisamente acaban de
empezar.
Veamos
el primero. Esta condena al «capitalismo», por «injusto»,
se hace
hoy. O sea, en una época que ha demostrado que es posible
llegar a un estado de abundancia
para todos. Y es más, ha demos
trado que es posible llegar a ello precisamente en régimen «capitalis
ta>>. Ya existen hoy, ahora mismo, ejemplos de sociedades, como los
Estados Unidos,
Canadá, Suecia
o Australia, cuyos miembros
tienen acceso a
manto puedan
necesitar, o que pueden
y piensan lle
gar a este punto en un próximo futuro. Sociedades en que
todos
disfrutan de ocios, de comodidades, de posibilidades sin número en
(24) Igual que en ·su· día hizo el própio Marx. Cfr. el agudo análisis
de Louis Salleron,
¿Qué es la explotación?;· en <
págs.
515 y sigs., o mi propio El concepto de justicia en el marxismo sovié
tico actual, Porto, Santiago de Compostela, 1969, págs. 51 y sigs,
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fl, LAMSDORl'!':GALAGANJJ
todos los órdenes, en una palabra, sociedades en que es rico todo el
que quiera serlo.
Claro que
.estas sociedades
siguen siendo «injustas». Aun dentro
de la
riqueza, caben más
y menos.
l'ero precisamente ahora
es cuan
do esto empieza a
no tener importancia. En el fondo, las diferencias
en la marca
del coche
o en los metros cnadrados de la casita de
campo son, . tal vez, sensibles, pero son algo completamente distinto
de la cl_ásica «injusticia>>, en la que uno m,oría de hambre mientras
otro se sentaba al banquete. Las diferencias patrimoniales van siendo,
cada
vez más,
diferencias de detalle. Estos detalles pueden tener su
importancia subjetiva, pero no justifican en absoluto que para elimi
0
narlos, se modifique de golpe todo el orden social, sin saber lo que
va a salir después. Y entonces nos preguntamos : si hay cristianos y sacerdotes desde
hace casi dos mil años, durante los cuales hubo en todo momento
ricos y pobres, ¿por qué les ha ido a dar tan fuerte por
la «justicia»
precisamente ahora que el problema
empieza a
dejarse de plantear?
Bueno, me adelanto a la contestación.
En España,. que es donde
se escribe «Hechos y Dichos», aún no se ba llegado a esto,
y el pro
blema todavía se plantea: hay gente que vive muy bien, y gente,
gente obrera en general, que vive bast-ante peor. Pero veamos enton
ces, ¿cuál sería la solución justa a esto?
¿Sería la de
que los obreros vivan
biell, .y los actuales ricos ,vivan
mal? No lo creo. Seria, como vulgarmente se dice, «desvestir a un
santo para vestir a otro». Cambiarían las personas, pero la injusticia
en sí subsistiría.
Entonces, la única. solución que veo es la de que . vivan bien
todos. Parece lo lógico. Pero en cambio, no parece ser lo que quiere
«Hechos y Dichos». Según ellos, la opulencia produce «un hombre
esclavo
de la tecuologla», «aburguesado», demasiado «comodón», y
se llega a decir que el ocio que deja la subida del nivel de vida es
<
lacra de la sociedad de nuestro tiempo» (25). Las
sociedades de la abundancia de que hablaba hace un momento reci
ben el nomb!e de «socied_ad de consumo», y se nos dice ú.na y otra
vez que son nefandas y vitandas.
(25) 1972 (432), pág. 41.
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MISTICA Y COMPROMISO, CAR.ENTES DE CdNTÉMPLACION
Luego, la solud6n no es ésta. Pero entonces, ¿qué quieren· para
los
que viven mal? En principio, debiera ser «que mejoren». Y
rual
quier mejora en el nivel de vida obrero debiera acogerse con alegría.
Pero no es así. Aquí mismo, en España, existen Universidades Labo
rales, Escuelas Profesionales, etc., que forman .técnicos de entre los
obreros, y éstos pasan a ganar bien. Pues a <
~e muy mal. Resulta, según ellos, que lo que ha~en estas escue.las es
<
la
«burgoesía>>, L.;. pagan
bien, ¡,ero
ellos 'deberían. «renuncíar a
su
comodidad
P?r el bien C(!inún», deberlan
ser
«/íderes pbr~ros que
níetidos, encarnados, ·cOinprómetidos· con· la ·masa ob'reia, pú.jen pOí-'
dignificarla». Se lleg_a a decir que mejor sería que ~o les pagar'!"
tanto: ~si esos miles ·de. jóvenes ql.le se hall prmlll;>cionad~ sólo eco:
tiómicamente __ hubiesen· seguido en la masa obff'ra, serian~ ·a.1 méiros;
fermento de exigencia>> (26). Más,d3!'0, el agua: cn~to peor, _tanto
mejor.
Claro que al fin y al cabo, podría tratarse tan sólo de una espe
cie de
maxim.aµsmo un
poco
exaltado: ¡que niej'or~i/ todOs, o ·nin~
guno
! Pero ta~poco es esto. Aquí, en Es'paña, los -obieros ya no
viven reaJmen~ tan mal. Aún no puede decirse ·C{~e ~i~ (),
pero cáda vez mejor, .y hay buenas perspectivas de que ~igan me:
jora¡ido. Pue¡ esto no Je gusta a «H<;<;hos y Dichos». Viene a decir
que_
es
una ~uerté que _los o~i-eros ·.-todavía ViVan mal, porque «nuestro
paí; sigoe estando en· 10 que Marx hubier¡ llrun~dd. 'las condiciones
objetivas de la revolución'». Y que no se desperdicie la ocasión, por
que dentro de diez o quince años «nos
habrá invadido
el neocapita
lismo», y el obrero español se habrá integrado al· .«establishment»
como sns colegas extranjeros (2 7).
'(26) 1968 (382), págs. 12 y Sigs. ¿Qué sé entiende, además, por «dig-
nificai»
a
los
pbreros? ¿Enseñarles
Maestría Industrial? No creo; para eso
están e·stas mismas denostadas Escuelas Profesionales. Tiene que tratarse,
por lo visto, de acción «cívica y política», con
ef fin de terminar con el orden
social actual,
-arinque pague «salarios
justos
y equitativos>>. Otra confirmaci6n
de
· 10 mismo:
importa, ante todo, el socialismo. Sin él, los obreros, por bien
que vivan y por contentos que estén con su suerte, no
están «dignificados».
(27)
1969 (398),
págs. 627-630.
Fundaci\363n Speiro
V, LAMSLJ()RFF-GALAGANB
Si se habrá· «integrado», será porque viva bien. Pero esto hay
que evitarlo. Luego hay que evitar que el obrero viva bien. Estamos
en lo :mismo, cuanto peor, tanto -m.ejo:r;
4. El régimen "justo".
Oaro que podría tratarse de una simple táctica: evitar todo
aumento
de nivel de vida ahora, para
. que
no
estorb~ a la revolución'
socialista;
en
cambio a la larga, si· se persigue este aumento, sólo que
por medio de socialismo. Pero si fuera as!, ¿para qué hacer una re
volución, con la cual se lograrla algo que se está logrando ya sin
eJ.la? Adem~, _ si el socialismo lograra un --nivel de vida comparabl_e
al actual de Occidente,· ¿no estarlamos ante la misma sociedad «de
conswnci>>, «burguesa» y «co~odona>>" que-ahora se éondena?
Esto nos lleva a una conclusión mucho más grave: es que no
interesa el aumento del nivel de vida en sí. Lo que buscan los Padres
Jesuitas de «Hechos y Dichos» es otra ,osa.
Nos lo confirma lo que-cuentan de los países socialistas que tanta
simpatía les inspiran. Tanto en Yugoslavia como en
~usia, se
reco
noce que la gente· es pobre (28). Pero los articulistas se cuidan mu
cho -de ~dir, a renglón .seguido, que no se Ven contrastes ni dife
rencias_ de clase (29), o que allí tienen todo lo necesario para vivir,
aunque sin. ningún lujo (30).-De lo cual se deduce que para «He,
(28) 1968 (382), págs. 49, 64.
( 29)
Ibid., págs. 50, 64. Aunque a veces se contradigan, como cuando
constatan que hay más criadas en la URSS
que-en España .(pág. 51),
lo cual
es precisamente un signo de gran diferenciación social. (30) Ibid., pág.
49. En
la realidad, no son ciertas ni una cosa ni otra.
En
·cualquier país
socialista hay
gente que
vive con todo el lujo asequible
a un occidental, y. gente que carece absolutamente de todo. En honor de los
observadores de «Hechos
y Dichos», hemos de reconocer que ni a unos, ni
a otros, se
los· enseña
a lo_s visitantes extranjeros. Pero esto no quita
que las
diferencias de
«clase»,' allí, sean más marcadas -y más odiosas- que en
Occidente, pu.es se trata de la diferencia, no entre unos que tienen mucho
y otros que tienen más, sino entre unos que tienen mucho
y otros que no
tienen nada.
342
Fundaci\363n Speiro
MISTICA Y COMPROMISO, CARENTES DE CONTEMPI,,ACION
chas y Dichos», un régimen puede ser bueno y deseable aunque sus
súbditos sean pobres. A condición de que sea-socialista, claro, porque ¡ay si digo algo parecido de los ·obreros españoles!
Entonces, ¿cómo lo quieren, ese régimen socialista? Por una par
te hablan mucho de «liberación>>. En España, esto puede tener un·
sentido
político muy determinado. Pero por otra parte, ya vimos que
la democracia «clásica>> tampoco -les satisface. Es más,. uno- de sus
más conspicuos articulistas reconoce _expressis verbis que su opción
es por la «justicia», aun a costa de la libertad. Ahí va su argumento:
«la libertad es algo así como
el trofeo que es preciso conquistar entre
todos, .mientras que la .justicia es antes aún el instrumento previo sin
el cual los hombres no pueden lanzarse a su conquista». Admite que
su postura lleva el riesgo de ser una convocatoria larvada a la dicta
dura, y que esto mismo llevó, en «algunos» países socialistas, a ·con
secuencias muy desagradables. Pero añade: «reconozco toda la mag
nitud de esta 'pega' pragmática,
¡,ero su ¡,eso no
me aparta
ní un
ápice de una
opción que
hago con el deseo
de que prenda en otros
muchos» (31). Traducción: socialismo ante todo, aunque sea con
un dictador.
Luego, lo-único que queda, en su ideario declarado, es la famosa
«justicia» . .Quieren el socialismo -dicen-portj_Ue es más justo. Su
ideal es el siguiente:
~ Que el único título de posesión sea el trabajo.
-Nivelación
a la hora de poseer cada. cual los frutos
de su
trabajo.
-Coléctivización de los bienes.
Lo más curioso es que encontramos este programa en un artícu~
lo que se titula «Nuevas ¡,istas de la pobreza evangélica» (32). Ya
se ve que de <
(31) 1969 (393), pág. 138. Articulo firmado por J. M. de Llanos.
(32) 1971 (421), págs. 33 y sigs. Más explícitamente: «la so.lución es
taría
en considerar todo servicio social digno de una paga idéntica ... dejando
la diferencia de la retribución al grado de entrega del dicho profesional a
su trabajo» (1972 (428), pág. 39).
Fundaci\363n Speiro
v. LAMSDORFF-GALÁGANE .
todos tengan igual. Y que esfo justifica cualquier sacrificio : , si para
lograrlo, hay que suprimir todas las libertades, mueran las libertades.
Si se necesita un dictador, viva el Führer: g¡' tendremos merios bie
nes, sobran los bienes. Si se han de cortar· cabezas, rueden las ca.
bezas.
Esto
se desprende de lo
que «Hechos
y Dichos»
dicen. Pero yo,
no me lo puedo creer. l'.\ío consigo ver qué atractivo puede ejercer
sobre Wlós sacerdotes, animádOs de· las mejó'res · intenciones, un ré
gimen políticamente dictatorial, económicamente ineficiente y espar
tano en
cuanto a
comodidades (33).
Total, por
amor a una justicia
eri abstracto, que ·un régimen así haría rápidamente odiosa. Y que,
por otra parte, no hace ninguna falta a nadie. Entre un régimen que
me da mucho, aunque a otros más aún, y otto ·que me da poco~ pero
a todos por igual, yo prefiero el primero. Y como yo, la inmensa ma
yoría de
Já gente.
En las páginas de «Hechos y Dichos» se ha planteado expresa
mente este mismo problema, incluso en términos muy claros:
·«¿Qué
prefiere
dicho pueblo, dichas masas,
dichas familias
a la hora de
sus apuros? ¿Un servicio a punto y bien llevado a cabo, aunque sea
en su calidad de privado negocio de algón explotador? ¿Qué prefiere:
esto o· el servicio público, el naéionalizado o socializado que Se des
arrolla Sin negocio de nadie, pero chapucera y arrastradamente?» (34).
El articulista no contesta claramente a la pregunta. Pero a lo largo
de su trabajo, va contraponiendó
el «mundo injusto», que · propor
ciona
ventajás y comodidades,
al «mundo justo» por el qüe lucha
él; y en el mismo número, encontramos cr6nicas (entusiastas) sobre
la izquierda francesa (35), sobre una reuni6n de socialistas «cris
tianos» en El Escorial (36), una entrevista con un socialista chile-
. (33) No es que directamente ·-quieran un régimen_ así, estoy de acuerdo;
lo preferirían distinto. Pero se trata de lo que los
t>enalistas llaman
«dolo
eventual»: como se desprende de sus propias palabras, admiten, y aceptan,
que de lo que hacen, puedan seguirse tales consecuencias. Para
el caso, es lo
mismo.
(34) 1972 (432), pág, 4. Firmado por el mismo J. M. de Llanos.
(35) !bid,, págs, 16-17.
(36)
págs. 19
y sigs.
Fundaci\363n Speiro
MJSTICA Y COMPROAIISO, CARENTES DE CONTEMPLACION
no (37), una especie de pastoral de los obispos fraoceses a los cris
tíaoos socialistas
(38) y un artículo que condena la_. sociedad actual
por demasiado «comodona»
y la· compara con el Bajo Imperio Ro
maoo
(39).
Está claro que la opción de la revista está hecha. Se lucha por el
socialismo, aunque sea cabalmente lo contrario --de lo qu_e la gente, la
gente normal,
desea o
necesita
(40). Pues bien, repito; me niego a
creer que sea por un amor abstracto a la justicia. Al fin y al cabo, la justicia es
para la gente, y no a la inversa. Que digan lo que quie
rao, pero lo
justo es precisamen•e ocuparse dé la gente real, de sa'
tísfacer sus necesidades efectivas. Si «Hechos y Dichos» no lo hace,
:tio será por «justicia>). Alguna otra razón ha de haber.
Además, fijémónos en: otra cosa. Al- «capitalismo» se le condena
a la vez por injusto, o sea, por dar demasiado a unos y demasiado
poco a otros, y por opulento. o sea, por dar demasiado a todos. Lnego,
si se condena algo
por· la
razón
· de
que A,
y simultánearilerite, por la
razón de que no-A, es que la condena es
previa e
independiente de A.
5. La fuerza.
Por tanto, hay, tiene que haber, . una razón, aparte-·de la justicia,
que motive en nuestros jesuitas-socialistas la ·condena de la
socie4ad
occidental. E irivetsamente, 'tiene que--haber algo, aparte de la justicia,
que les atraiga en el socialismo.
Pero
si querernos encontrar este «algo», hay que leerlo entre
lí
neas, porque expresamente no nos lo p-resentan. Y a mi me parece
distinguir!() eri frases · como la siguiente : «parece evidente que la his-
(37) págs. 33 y sigs.
(38) Págs. 43
y sigs.
(39) Págs. 40-41.
-(40) Y bajo esta luz, el que J.~( de ,Llanos exponga e~tas dificultades
puede
resultar una forma muy sutil de
propagandá.: puede
dejar en el lector
la
impresión de
que si
.ª pesar de-todas ellas, Se puede seguir siendo socia
lista, es señal de que los socialistas
las tienen en
cuenta e
indqso están
en
contrandó fórmulas para superarlas. Miéntras que
en la realidad,
¡ de eso
nada!
Fundaci\363n Speiro
V. LAMSDORFF-GALAGANE
toria elegirá a la ideología revolucionaria para introducir en los países
latinoamericanos el impulso hacia el desarrollo económico
y la inde
pendencia política>> (41). Son relativamente frecuentes. Pero
tam
poco en este caso se las ha de tomar en sentido literal. La «historia>>
ni impone, ni determina, ni elige, ni se decide. por wi régimen en
detrimento de otro. No es una fuerza telúrica, sino el relato de los
hechos pasados. Y, como tal, carece de todo poder directo.
También aquí, es una manera de hablar. Si no, ¿qué significarían
pasajes -literales--como éste:
Pero no sólo es historia el pasado. La marcha de la historia presente,
su progreso en la humanización real del mundo,
·es lo
que
debe guiar
nos»
( 42)? Tomado al pie de
la letra, es un sin'sentido: la historia
no es sólo el pasado ... Luego, si uno- es historiador" ltendrá que re
latar el pasado, el presente y el futuro?
Sin embargo, con toda esa fraseología, se quiere decir algo. Algo
distinto de lo que expresan las
palabras, desde
luego, pero algo. Y
es lo siguiente: que en_ un conflicto, o un:a confrontación entre nues
tro régimen occidental, y el socialismo, a la larga ganará éste. ¿Por
qué? No porque la historia lleve a ello, ni porque represente el fu.
turo, ni nada de todo eso, evidentemente. Sino porque cuando pelean
dos, gana el más "fuerte. Predicen la victoria del socialismo, porque
a· diferencia de _las democracias occidentales, tiene fuerza. Y o mucho
me equivoco, o es precisamente esto lo que les atrae de él: la fuerza.
Creo que todo el viraje de· 1os edesiásticos hacia el socialismo es,
en última instancia, la búsqueda de la fuerza.
Entonces ¿sólo se trata, ·como dirían los franceses, de volar en
auxilio del vencedor? Por mi parte, no creo que sea eso. O al menos,
no exclusivamente. Y es más; Opino que esta búsqueda de la fuerza
no es siquiera un ansia de fuerza física, sino que tiene un sentido
más profundo y más ético. Se persigue, más bien, la fuerza moral,
la fortaleza en sentido aristotélico. Y esto es una virtcd. Todo indivi
duo,
y también toda colectividad o todo Estado, en que falte, será
malo, imperfecto.
Es una virtud importante: es la que lleva a la
(41) 1971 (421), pág. 24.
(42) 1968 (382), pág. 67. Dicho, naturalmente, a propósito de colabo
rar con los comunistas.
346
Fundaci\363n Speiro
MISTICA Y COMPROMISO, CARJ!NTES DE CONTEMPLACION
conquista, a las grandes empresas, a la difusión de los propios idea
les. Más aún:
sin ella
es imposible cualquier poder, o incluso cual
quier influencia
sobre los demás :
al débil, simplemente, no se le
hace caso.
y desde luego, si hay una virtud que no cabe esperar de nuestra
buena
burguesía liberal,
es
esa .. Lo más que ha conseguido construir,
hasta la fecha, es una sociedad opulenta, sí, pero sin ideales, sin mor
diente, satisfecha de sí misma y de su opulencia, y totalmente indife
rente hacia los demás ( 43). Una sociedad en la que todo «ya
está>>,
en
que no queda nada hermoso por hacer, donde hay elecciones cada
tres años entre social-demócratas
y demócratas sociales, donde la
lucha obrera se
reduce a
coseguir un aumento del 7,5 por 100, cuan
do los patronos sólo ofrecen el
6,8, donde
todo el mundo sólo piensa
en aumentar sus ingresos personales. Una sociedad cuya única am
bición es disfrutar tranquilamente de sí misma, cuyo único valor es
la paz,· a la que se sacrifica abs-oluta.mente todo, y que se estremece
de
miedo aote
cualquier
amenaza a: su prosperidad y a su tranquili
dad. Fuér>a moral,
desde luego,
a:hl que no
se busque. La fortaleza
es cosa
de-señores,
no de
libe!'ales.
En
otro tiempo, también la tuvo 1a Iglesia.
Pero·, triste es recO
nocerlo, de un siglo y medio. a esta parte la ha ido perdiendo en gran
~edida. Las
causas fueron muchas :
la sinuosa política vaticana, las
reconciliaciones con
los. liberales d~amortizadores, la
flexibilidad
~t~ los_ g9h1ern_os laicizantes, f:l contemporizar con las injusticias, el
malminori.smo
. ..
~a _
como sea, con razón o sin ella,
1a Iglesia
h_a
dado a mucha gente una impresión de poca firmeza en la defensa de
sus
princip!os, que
es lo mismo que decir de poca confianza en
s.í
misma y en lo que predica. Su voz ha ido degeneraodo, gradualmen··
te, hasta el nivel de una
p~édica .moralizadora
a la que pocos hacen
caso.
( 43) Eso, en-el mejor de los casos. Sobre lo que ha sido capaz de
hacet la
burguesía. liberal en España, me remito al excelente estudio de Ma.
m1el Fernández d~ ~s~alante, El final del mot'a/ismo ( en el· vol. T eoria poli
tica tt"adicionalista,
I, Escelic~, Mitdrid, 1972, 1?6,gs. ·s9 y _sigs.), cuya_ lec
tura me permito recomendar muy vivamente.
347
Fundaci\363n Speiro
Ve LAMSflDR:PF,GALAGANlL,, '"
Por esto, no· les: reprochilnos a nuestros eclesiásticos socialistas que
busquen a!lSiosarildnte la · fuerza. Es que la necesitan, y la necesi_t/,ifl
porque la necesita la Iglesia: '
Tampoco les reprochamos que la busquen en el pueblo, porque
el pueblo tiene mucha en reserva. Pero
al quererla buscar en el pue
blo, estos buenos clérigos se encuentran que allí mismo, y mucho
antes que
.ellos-,· la·
han ido a buscar
fos socialistas.
Entonces, no en
cuentran mejor solución que enganchars~ a -su carro.
-Y se equivocan.
6. Fuerza_ y socialismo,
Se equivocan · porque engancharse con los socialistas, mieótras no
tenga niiiguna consecuencia práctica, aún tiene un pase. Pero ¿y
si ganan?
Pregunto esto porque, por paradójico que parezca, los socialistas
nunca han conseguido crear un régirrien realmente fuerte, ni se es
pera que lo consigari: En efecto, la fortaleza puede venir de dos fac
tores : la confianza en d poder de Dios, ó lác cónfianza en la propia
fuerza física. Lo primero, a la larga;· sólo está al alcance- de los mís
ticos, _que contemplan a-Dios y tienen una experiencia propia e in
mediata de Su omnipotencia.
Po~ desgrada, nuestros curas
socialistas
no son místicos. Buscan, por tanto,.
la fuerza en su segunda fofflla.
En
sí, esto no es malo. Los
hace herederos
de nuestro Santo Oficio
o
de. :los curas
.de combate de las guerras. civiles.
Lo qu_e late en su
actitud,
en
el fondo,,.es la nostalgia de nuestra Cristiandad-del Siglo
de
Oro. Repito, en sí .no es malo.
L9 malo
es
habets.e equivoc~do de
dirección.
Para tener ,fortaleza terrena, hacen Jalt¡ -
dos cosas: disponer de
fuerza física
y estar dispuosto a emplearla. Para h~egundo, hace falta
tener una idea que imponer. Es imposible tener confianza en
__ uno
mismo
sin
el sentimiento de tener razón.
Pues bien, el socialismo puede ser
capaz, en
determinadas
cir
c'un,s~ncia5,
de movilizar· la enérgía pop~_lar al
servicio de su causa.
Llegado al poder, puede
conservar el
impulso inicial
durante unos
años.
Pero
eL régimen
que
s-e instala
resulta tan
tiránico, corrompido,
hipócrita,
ineficiente
y chapucero, que a la l«rga o a la corta, pierde
348
Fundaci\363n Speiro
MISTICA Y COMPROMISO, CARENTES DE CONTEMPf,,!.ClON
toda autoridad y toda confianza. Llegados a este punto, de los dos
ingredientes ·necesarios a la' fortaleza,
se pierde uno : la idea. Queda
cada
vez menos
gente dispuesta
a luchar,
de buen grado,
pór el ré
gimen,
y metlos aún, a imponerlo a otros. Entohces · la burocracia do
minante
,pone su Confianzá en
lo único
que: queda, la prira fuerza fí:.
sica, empleada al único fin de la propia conservación. Y lo inás pa
radójico
-deLcaso, es que no 'diSponé· ni de' eso.
Dispone,
eso sí, de un
efectivo sistema policíaco, -capaz de pre'
venir
cualquier peligro de orden
intem(?. Pero
en el
exterior, el país
resulta totalmente incapaz de -resistir una confrontación con un
sistew
ma
de economía libre, sea confrontación bélica, sea pacífica. El mejor
ejemplo es el de la
URSS, el
país más
exténso y más rico del planeta,
ya· una
potencia mundial antes de la revolución,
y donde el socialis
mo lleva instalado el tiempo suficiente para
-haber
demostrado
· todo
lo
que es capaz de hacer. Tiéne, desde luego, todo
el aspecto de uria
gran potencia. Pero la reálidad es muy distinta. Su régimen
ria resulta
competitivo.
Empecemos pOr exá.minar el casó de u.ria coñfrontadón ·bélica. De
momento,· en tiempo de paz, parece que sus fuerzas resultan equili -
bradas
con las de los Estados Unidos, con un ligero desnivel a favor
de
éstos.' La diferencia está' en
que
pira conséguirlo, la
URSS
dedica,
directa
o indirectamente, a
la defensa· como el 90 pbr 100 de su po
tencial
industrial, mientras los EE. UU. sólo le dedican un 10-12 por
100,
y el resto del mundo libre, menos aun ( 44). Esto quiere decir
que en caso de conflicto, si no se resuelve desde la primera batalla ( cosa poco probable entre contendientes equilibrados), los EE. UU.
y sus· aliados reconvertirán para fines bélicos toda su industria, y los
wviéticos, que
no tendrán
nad·a que
reconvertir, se encontrarán· lite
ralmente
~epultados bajo
el -material
-en~igo: continuarán producien
do,
más o
menos,
lo que ahora, mientras que el enemigo pasará a
producir_ diez veces
. más.
Les ocurrirá exactámente lo
mism?· que
a
Alemania
y al Japón durante la Segunda Guerra Mundial: empezaron
la guerra
pertrech~dos COI?, el ~aterial más moderno y abundante de
(44) Cifras del académico A. Fíedoseiev~, recientemente pasado a Oc
cidente.
Ck su serie Sot.riallism y dictat~ra. P,ichina y sllédstvie (El soda-.
~smo _y-la_ dictadura. -Causa y efecto), en «Possev» (Frankfurt/M.), 1971
(12) y 1972 (1 a 10); loe. át., 1972 (10), pág. 31.
M9
Fundaci\363n Speiro
V. LAMSDORFF-GALAGANE
la época, y la acabaron con_,_material anticuado y escaso. El adversario,
con muchas más reservas,
había. progresado
más
y más rápido.
Y si la confrontación -como esperamos- permanece pacífica,
es aún más desfavorable al socialiSmo. Ya no se trata sólo de su in
ferioridad, sino incluso de
cj_ue necesita del Occidente «capitalista»
para sobrevivir. No
me refiero sólo a
las importaciones de comida,
aunque
ya sin ellas se acabaría · el socialismo por inanición. Pero aún
hay mucho más. En primer Jugar, en régimen socialista, el Estado
fija sueldos
y precios. Jugando con ambas magnitudes, puede fijar
en cada momento el
.va:lor real
de su móneda
y el volumen de nu
merario en manos de la población. Pero precisamente por
esto, tiene
que
compensar, en oferta
·de mercancías,
cada -rublo que pone en·
cit
ailación, so pena de entregar ·-cheques · contra sí mismo, al crear de-
manda inatendible de bienes. Y esto hace que en manos del propio
Gobierno, su propio dinero no tenga ningún valor, no sea ninguná
riqueza
.. Lo mismo ocurre con el oro,_ que pasa a comportarse como
cuaquier otra mercancía, y que si retiene
agún valor,
es--
exclusiva
mente
por la demanda del mundo exterior.
Con lo
cual se llega a
una
curiosa paradoja:
la única
rii.tueza real asfquible a
un Estado so
cialista son las divisas
«capitali~». y el or9;porqué funciona· -coma
una
de ellas. De
ahí la insaciable sed de divisás que caracteriza inva
riablemente a todo régimen socialista. En segnndo lugar, el «capitalismo» resulta'indispensable pará su
ministrar las
metas a conseguir por la
economía socialista. Hay' en
Rusi.a un
«slogan» que
camp~a indestructiqleiñente
en todo lo que
va de régimen :
«alcanzar a
_América>>.
Claro·; ~o se
la
alc~za -nunca,
no
sólo porque
~a cielanté, Sino porque, adediás, iádicá por
dónde
hay
qt1e ir.
Me explico.
Todo~, absolutamente iodos, los
inventos que
se han hecho de 1917 a esta parte
para facilitarnos
la vida, desde
la
televisión hasta el colchón de muelles, proceden de Occidente. Ignal
que todos los adelantos
técnicrn¡ que
no
Se3!1 meras variaciones de algo
conocido. Y no puede ser de otra forma. La lavadora, por ejemplo,
no puede haberse inventado en la URSS, simplemente porque nadie
tiene
interés en
ello: ni el itiventor,
al que no solamente no pagan
por un invento,
sino~ que
además· t_iene que pelear con
los· organismos
competentes
para conseguir que se fabrique;. ni los encargados del
Fundaci\363n Speiro
MISTICA Y COMPROMISO, CARENTES DE CONTEMPLACION
Plan, que lo componen mucho mejor sin quebraderos de cabeza
suple~entarios ; ni los funcionarios de la red co~ercial, que cobran
lo mismo, vendan lo que vendan; ni el propio Estado, que, como
todo Estado, sólo tiene i_nterés en atender a su propia conservación.
Luego sólo se empiezan a fabricar lavadoras (por lo demás, muy
malas) cuando
1a gente
se entera de que las hay en Occidente. Y
así con todo. Por tanto, mientras el socialismo coexiste con Occiden
te, resulta que _depende de él por entero. Y si imaginamos al socialis
mo solo en escena, no es que obstaculizaría todo progreso ( eso ya lo
hace ahora), sino que .lo . suprimiría de raiz. Y a
la larga, eso no
resulta viable.
7. Camhio de frente.
El socialismo, por tanto, no es, no puede ser, un régimen fuerte.
Empieza siéndolo, es cierto, pero rápidamente se transforma en algo
débil; y, por tanto, cobarde y tirw3co. La diferencia entre China o
Cuba
y la URSS es solamente una diferencia de años. Por tanto, es
un régimen sin futuro. No puede ser fuente de fortaleza, ni para sí, ni menos aún, para la Iglesia. Precisamente si la Iglesia, en el Este,
conserva, incluso entre flo creyentes, mucho prestigio y respeto, lo
debe al hecho de haberse negado siempre a comprometerse con el
comunismo. Los movililientos tipo <
unánime desprecio. Por poco que el socialismo se extienda a nuestras
latitudes, lo mismo les espera a sus homólogos de por aquí. Entre
tanto, esperemos que no logren arrastrar consigo a la Jerarquía: si
después de
haberse comprometido con la burguesía liberal, encima se
fº?1Ptot1:1:ete con la burocracia socialista, sería lo que faltaba para
-·que l_a Iglesia, en lo sucesivo, no pueda ya ni abrir la boca.
-' -~·:'_:;Pero cabe una última· posibilidad: que esto sea un riesgo calcu-
)iilj,f que toman nuestros curas socialistas, por suponer que la única
·.n:añ~r~~ de acercarse al pueblo sea a través del socialismo. Es otro
e~ro~. Ef~ivamente, los
socialistas, en un momento dado, fueron el
íínico partido político que se fundió con el pueblo, vivió sus proble
mas
y escuchó sus necesidades, usurpando el lugar de los movimien
tos legitimistas y tradicionalistas, confiados en que bastaba con tener
razón. Pero aún así, su ideología, hecha de desprecio a la ley y de
351
Fundaci\363n Speiro
V: LAMSDORFF-GALAGANE
hostilidad a las tradiciones, prende en el pueblo con mucha dificultad,
Y en la medida en que ha prendido, se debe exclusivamente al ejemplo
de nuestra buena burguesía liberal, que ha demostrado que se puede
desamortizar (
O-sea, robar desde el poder) sin· que pase naéla. Se
hacen fácilmerite so~ialistaS ,los· intelectuales, mejor .dicho, los s-emi
intelectuales. Pero el pueblo-llano tiene un sano instinto que le ad0
viei'te de que ·esó-·«no puede' ser».
· · Además, hay otras· formas, más efectivas; de tocar la fibra íntima
del pueblo. Ante
todo, se le puede hablar,
simplemente, del amor de
Dios, Sí, e.sto sé les da bien a: los místicos. A los demás, nos sale un
poco
tipo «sermón». Pero hay más medios. Por de prontó, está el
hacerse eco de los problemas de los de abajo, y procurar resolverlos
sobre la marcha, sin alardear necesariamente de un ideario político.
Y si resulta indispensable tenerlo, pues que se hable al pueblo de su
unidad católica, de su lucha por
la fe, de lo. que ha sido y lo que es,
de" sus reyes,_ de sus libertades y-fueros, existidos o por existir. Eso,.
~ España, se entiende en seguida._ Bajo estos mismos lemas, poste
riormente puestos en pr~ctica ·o no, el pueblo -precisamente el pue
blo--ganó, en 1936, una guerra empezada en las peores condiciones.
En general,
.ya que
me dirijo aquí a católicos y me refiero
a
sacerdotes,
hay que procurar que la Iglesia tenga una fuerza
propia,
no prestada, como un apéndice, de cualquier bando político. Si,
con todo, hay que acudir a ellos, escójase a uno que respete a la
Igles~. -0, en último caso, al menos a uno que-proponga cosas sen
satas.
Y, sobre todo, .. hay __ que ser conseCt,lentes en la elección de fines
y. medios, Si_ de , verdad se· es partidario de la igualdad, no se pro
ponga
regalar .todos los medios
<)e producción
a
un jefe
de Estado
presente o futuro;
la desigualdad aún se haría mayor. Si de verdad
se es contrario a la «sociedad . de consumo» y a- la superabundancia
~~ .bien~_ .:er~ícpies~ el eremitismo, no el socialismo. El. socialismo;.
en teoría, se ha inventado para multipli
no Jo
hace. en, la. p,áctica, es
porque no .puede, no porque deje de
esforzarse
en· ello
y sólo en
.ello); Si de verdad se es amigo de .la
gente
humilde,. procúrese mejorar
efectivamente sus condiciones de
vida. Lo cqntrario no es sólo -Contradecirse; también puede ser ·engañar.
Y
si para todo esto hay que cambiar
de frente, ¡ adelante ·amigos !
Fundaci\363n Speiro
A PROPOS!TO DEL SOCIALISMO EN LA IGLESIA
POR
V. l.AMSDORFF-GALAGANE,
l. El comproll1;iso socialista.
En principio,. el problema fundamental sobre el que versa esta
ponencia, «mística y compromiso», que in.e ha correspondido des
arrollar aquí, es
el siguiente: ¿hasta qué punto el ser cristiano im
plica, exige o tolera una participación política activa en la vida de
la comunidad?
Adelanto en seguida que
mi respuesta a esa pregunta es afir
mativa. No creo que haya .nada, en la condición de cristiano, e in
duso en
la condición de eclesiástico, que impida tomar parte activa en,
la vida política de la comunidad a que se pertenece. En presencia de
una injusticia, nada hay de reprobable en que se reaccione contra
ella, y sí lo hay en no hacerlo. En presencia de la desamortización de
Mendizábal, encuentro muy lógico que el clero. animara a sus feli
greses en apoyo del ejército de D. Carlos, que pretendía acabar con
todos los desamortizadores, confiscadores y nacionalizadores. Y en
cuentro muy lógico que la Iglesia bendijera ciertas empresas gue
rreras, desde las Cruzadas hasta nuestra Guerra de Liberación. En
mi opinión personal -que someto de antemano a
cualqui_er matiza~
ción
o corrección que pudiera hacer la
Iglesia~-, un
cristiano, por
pío que sea, en determinados casos tiene derecho a enfadarse.
Tacnpoco quiero predicar ningún milenarismo. Cristo bien dijo
que Su Reino no era de este mundo. Pero hay al menos un derecho
al que el cristiano, precisamente en su calidad
de cristiano, no ·puede
331
Fundaci\363n Speiro
V. LAMSDORFF-GALAGANE
renunciar: el derecho de libre propagación de su fe. Además, el cris
tiano está sometido, como todo el mundo, a
la ley natural. La Gracia
no altera la naturaleza, ni tampoco las obligaciones que establece la ley natural. Como la sociedad política es una institución natural, nada
hay de condenable, sino todo lo contrario, en que, los cristianos
colaboren en su funcionamiento~ · su inejora o ·su defensa. Y si esto
requiere que tomen opciones políticas concretas, han_ de tomarlas.
Pero no quiero hablarles de eso.
Hoy quiero hablarles de
una determinada opción política: de la
opción por el
socialismo de tipo marxista. O sea, de una opción_ por
algo, que no sólo tiene que ver muy poco con
la ley natural, sino que
incluso niega su existencia. Hay cristianos que han elegido esta vía.
Por ejemplo, en abril último se han reunido en Chile unos «Cristia
nos -por el socia!lismo», que elaboraron unas conclusiones de tipo
«viva Che», :con los ·naturales panegíricos a los regímenes cubano y
chileno (1). Entre estos cristianos hay sacerdotes (2) e incluso obis
pos (3).
Que se trate de una opción ilícita, no necesita mayor demostra
ción. El socialismo marxista ha sido condenado por todos los pa
pas
(4). Ha resultadá ser económicamente ineUciente. Ha conseguido
que ·.en Cuba' · esté · raciotiado absolutamente todo, incluso el azúcar y
el tabaco;· qu~ ·Rusia iinporte trigo;· f menos mal-que el mar aún
(l) ~ue_d~ ·lee;se, p .. ej., en l~· revista «COM» de 19-5-1972, páginas
6 y siguientes. _ _ .
(2}
Como el conocidO. ~a-Poeta Ernesto Cardenal, dedicado, en Nica
ragua, a
1a propáganda castrista (Cfr. entrevisi-a publicada."eó. «El Gervo», 1972
(222-2-23) 14 y _sigs.), Y no sólo-los hay en Nicaragua; _me temo _que-cada
un.o
de_ mis lectores
conozca, personalmente, a alguno.
(3) Como
el Arzobispo de Recife, Mgr._ Helder Camara, o más carac
terizadamen!e
aun,
el Obispo
de· Cuernavaca,
Mgr. Méndez Arcea (Cfr. su
intervención en el citado
·encuentro de
«cristianos por el
socialismo», en
«COM»,
dt., · págs. 8-9).
(4)
Pablo VI,
alocución a
los trabajadores de
22-5-1966; OctogeJima
adveniens,
26, 32--34, _ etc.-, así como -en -.numerosos otros documentos; -· Juan
XXIII,
Mater et M.agiJtra1 109, etc., y también en muchos documentos más;
para no remontamqs a
la
_D~vfni Redm,pto,·is, Quadragesimo Anno o Quod
ápostolici muneris.
Fundaci\363n Speiro
MISTICA Y COMPROMISO, CARENTES DE CONTEMPLACION
no es socialista, que si no, faltaría el agua (5). Tiene una marcada
tendencia a la dictadura, a los paredones y a los campos de concen tración. Por fin, es .responsable de la mayor persecución religiosa que
registra la historia desde Diocleciano.
Y, sin embargo, existen cristianos que han escogido el socialis
mo, que le hacen la propaganda con todos los medios a su alcance
y que dedican lo mejor de sí mismos a Su triunfo. Ante esto, creo
que la mera condena no basta. Estimo que sería bueno tratar de des
cubrir las razones de nna actitud tan paradójica, tratar de entender
las motivaciones que llevan a estos cristianos -cuya buena fe hay que
suponer- por unos caminos tan tortuosos. Máxime, porque su nú
mero parece ir en aumento.
Lo he intentado hacer, y voy a tratar de compartir con Vds. mis
reflexiones. Me ha servido de «material de experiencia» una revista
moderadamente «progresista»,
una· entre muchas, llamada· «Hechos y
Dichos», editada en Zaragoza por los PP. Jesuitas. Hay revistas. más «avanzadas» aún, pero ésta tiene la ventaja de plantear los problemas
a
fondo. Creo que es un buen ejemplo. De todas formas, cual
quiera puede repetir el experimento con otras, y· no creo que los
resultados difieran mucho. Al fin y al cabo, todas estas revistas se
parecen.
Pues bien, espigando cosas que dice la revista por aquí y por
allá, vamos a tratar de meternos en.la sicología de sus _red.actores, de
sus responsables. El problema de los lectores es relativamente más
sencillo: u obedecen a motivaciones aná'logas, o simplemente se' creen
a pies juntillas todo
lo que _les cuenta ~u revista. O ambas cosas a
la vez.
2. Amigos y enemigt?s.
¿Cuál es, en general, el «ambiente» de la revista? Unas cuantas
princeladas bastan para definirlo.
(5) Ahora que lo pienso, es una broma sólo. hasta cierto _punto. El
único
mar enteramente
socialista, hasta
la fecha,
es el mar Caspio. Pues bien,
el nivel de sus aguas ha descendido, desde 1917, en
casi la mitad, y
sigue
descendiendo a ritmo alarmante.
Fundaci\363n Speiro
V. LAMSDOR.FF,GAL4GANE
Podemos encontrar condenas expresas al «capitalismo» ( 6). Pero
nunca al
<:
antí
tesis
del
anatemizado «capitalismo»,
definiéndolo como «control de
los medios de producción mediante consejos · de trabajadores»,
.some
tidos, sin embargo, a una planificación central (7).
Se
nos dice
que la «derecha» ya no se puede
permitir hablar
en
nombre del cristianismo ( 8), cosa que a la revista le parece muy bien.
Se nos informa de que la democrada representativa «ya no sa
tisface»; se requiere
liha: «democracia de participación» ( qu.é estriba
en
que
el pueblo
participe en las decisiones y en las responsabilidades.
La imprecisión ¿será buscada de propósito?) (9). Se deja caer que
la Banca, en cuanto es privada, «no trabaja para
el bien común de la sociedad» (10). Trabaja
por codicia.
En cam
bio, el Estado sí trabaja para el bien común (por definición) (11).
Por aquí resulta que Bernardette Devlin merece el nombre de
católica, no por ir a misa y
tal~ sino por <
<
socialistas en favor del
pueblo» (12).
Por
·
allá se habla de los alemanes
muy
·bien·. LOs españoles
tampoco quieren rojos en su
(6) Por ejemplo,. «Hechos y,Díchos», 1969 (396), pág. 410.
(7) Ibid., pág. 411. No nos engañemos demasiado con los «consejos
de trabajadores».
O bien se les piensa transmitir la plena propiedad de las
empresas
en que trabajan, con todas las facultades de gestión y administra
ción, en· cuyo
caso sólo se habrán sustituido las sociedades privadas de ac
ciqnistas por sociedades privadas de obreros. Con
. posibilidad,
además, de
vuelta al sistema anterior: si los obreros son realmente propietarios
de la
empresa,
y, por ejemplo, les va mal el negocio, tendrán derecho a venderla,
¿o no? O bien se piensa en conferir la propiedad de
las empresas al Estado, y
planificarles producción, precios, costos, compradores, proveedores, etc., en
cuyo caso el papel
.de los
consejos de trabajadores quedará reducido, en la
práctica, a discutir si en la cantina
pondrá~ garbanzos
o lentejas. Todo hace
suponer que «Hechos
y Dichos» propugna, en realidad, la segunda posibilidad.
(8) 1972 (426),
págs. 32-33.
(9) 1971 (421), pág. 4.
(10) 1969 (399), pág. 751.
(11)
Ib;d., págs. 752-3.
(12)
1969 (400), pág. 848.
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MISTICA Y COMPROMISO, CARENTES DE CÓNTEMPLACION
vida política. Pero esto, está muy mal: «los de la otra zona eran
hombres cargados de razones y de buena voluntad» (13).
Hay abundancia de
noticias de
los países del Este.
La. valoración
de
conjunto, en general, es más favorabÍe a Yugoslavia que a la
URSS. Pero se reprocha a la Iglesia que allí se
:ha conservado su
«in
adaptación», ·en substancia, porque los fieles' viven una vida de ora
ción y sacrificio por la fe, y se desentienden del mundo que les rodea
(léase,
del socialismo)
(14). Cito textualmente:
<
nagloria de
que delante de su pueblo fiel fue mártir e intachable. El
septilcro del
Cardenal Stepinac, en la catedral de Zagreb,
continua
meÍlte visitado, es un testimonio de la reacci6n-admirativá del pué
blo. Pero nO nos engañeinos. ¿A quién sirvió de luminoso ejeinplo
esa actitud? A un pueblo fiel al que
11osotros mismos formamos con
el complejo de que el comunismo es totalmente nefasto, pero no a
la gran masa que ve en el socialismo una fuerza efectiva de libera.:.
ción» (15).
Y, consecuentemente con esto. e_ntre las noticias religiosas, se des
tacan todas aquellas que puedan indicar posibilidad, perspectivas, fu
turo
o presente de una pacífica colaboración entre
lá Iglesia y el
Estado en los países del Este (16). Inversamente, se destaca todo lo
que indique conflicto entre Iglesia y Estado en los países occidenta
les (España inclusive) (17).
( 13) !bid., p!g. 828.
(14) 1968 (382),
p!gs. 58 y sigs.
(15) Ibid., pág. 67. En la
realidad~ es justo al revés: la «gran masa»
ve
en
el socialismo más
una fuerza de opresión que de otra cosa, y de ahí
su respeto
al Cardenal que no quiso transigir ton él.
(16)
P. ej., 1969 (394), págs. 274
y sigs.; 1969 (395), pág. 373;
1969 (402),
pág. 1101; 1971 (422), pág. 371; 1972 (427), págs. 21 y sigs.;
incluso al·
describir situaciones conflictivas, se
h.~.ce un es pedal hincapié en
la fidelidad de los creyentes
al régimen en sí (1969 (401), pág. 983), cuan
se les echa a ellos la culpa
'del conflicto.
(17)
P. ej., 1969 (394), pág. 246;
1969 (395), págs. 349 y sigs. (pro
testando
por la subida de
sueldos' á !Os curas en España); 374_-,; 376; 1969
(396),
p!gs. 472,
475, 477, 479;
19119 (399), p!gs. 762
y sigs., 784;
1969
(401),
págs. 979 y
~igs.; 1969
(402),
p!gs. 1080
y sigs.; 1972 (427), pá
ginas 13 y sigs., etc.
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V. LAMSDORFF-GALAGANE
De China roja se dice, por ejemplo, que su politica de arma
mentos y de bajo consumo viene· impuesta por el cerco exterior al que
está sometida (18). ¡Pobrecitos! Ellos no quieren, pero les obligan ...
Muy de tarde
en· tarde,
se publica también algún articulo anti
soviético, aunque cuidando mucho de no
hacerlo antisocialista (19)
y aun en éstos, se pueden encontrar pequeñas falsedades. Se cuenta,
por ejeruplo, que Bukovski estuvo recluido· por participar en una manifestaci6n bajo el slogan «respetad la Constitución»
(20). Apa
rece así, ante los· ojos del lector; como un· joven idealista, quizá un
poquito ingenuo, que creía que con sólo respetar «nuestra>> constitu
ción socialista,
·se arreglarían todos los
problemas.
Pero en
realidad,
el slogan de BukoVski eta «respetad vuestra propia Constitución>>.
Como se ve, d matiz es completamente distinto. Si, ya sé, sólo es un
detalle, que en sí no tiene importancia. Pero .... son demasiados de
talles.
Porque en el mismo número se constata también que los em·i
grantes soviéticos que· llegan a Israel son furibundamente antisocia
listas. «Quizá · algúno de nuestros lectores se pregunte cómo es po
sible.»
Pues bien, «la
respueSta sólo
puede encontrarse como una
rCacéión a
las características de hertnetismo
qU:e las
comunidadés ju
días presentan
allí dondequiera que existen. Y en Rusia se da este
caso» (21 ).
Lo que no dice la revista~ es que a los rusos que consi
guen salir, les ocurre exactamente igu•I. Pero de decirlo, seguro que
lo explicaría por «particularidades del
aJma eslava».
El juicio de conjunto sobre el socialismo parece ser el siguiente:
«en general, el socialismo no ha soluciónado todos los problemas,.
pero ha emprendido el camino para solucionar los de abajo, los que
afectan
al pueblo» (22). Dicho a propósito de Yugoslavia. Luego,
sí, se admite que sus obreros tienen que emigrar a países «capitalis
tas», o que sus creyentes siguen con dificultades bastante serias. Pero
33~
(18)
1971 (422),
pág. 14.
(19) P.
ej., 1972 (428), págs. 12 y sigs.
(20) !bid., pág. 13.
(21) !bid.,
pág. 22.
(22) 1968 (382),
pág. 65.
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MISTICA Y COMPROMISO, CARENTES DE CONTEMPLACION
se tiene buen ruidado en explicar cómo y por qué de eso no tiene
culpa el socialismo. El socialismo es una cosa muy buena, y no sólo se anima a los
lectores a establecerlo, sino que se les llega a poner en
el dilema de
que quien no está a favor del socialismo, está contra él: «los cristia
nos tienen que darse claramente cuenta de que no .les quedan - más
que dos alternativas: o se está con. el proceso revolu.donario, .con una
opción decidida por la línea de avance de la revolución por _ambigua
que sea, o se está ineluctablemente contra dicho proceso, aunqµe sean
muy humanas y santas las intenciones» (23). En
generaA, la revista da
la persistente impresión de que los países
del Este son sus amigos, para cuyos errores. o defectos valen todas
las excusas, y de que
los regímenes
occidentales son sus enemigos, a
los que se ataca hagan lo que hagan.
3. Ju~ticia e injusticia.
Pues bien, ¿cuál es la razón de todo esto? ¿Por qué los respon
sables de «Hechos
y Dichos» condenan al . «capitalismo»? O • sensu
contrario, ¿qµé les atrae del socialismo que no se tenga ya en Oc
cidente?
Desde luego, hay una razón declarada, que incluso se · repite
prácticamente en cada número, hasta llegar a la machac~nería. Y es que
nuestra sociedad «capitalista>> es esencialmente injusta. A veces se
desarrolla la idea con referencia ( expresa o tácita) al análisis de
Marx: se explota a los obreros, se les detrae la plus-valía, los capita
listas se enriquecen sin trabajar, parasitismo, etc., etc. No hay que
hacer demasiado caso a
est_e lenguaje:
es sólo
un_a manera
de _hablar.
En su sentido literal, la economía de Marx, al igual que la dialéctica
de Hegel u otras cosas parecidas, es una. preciosa construcción ~e la
mente, peró tiene el inconveniente de que
no es verdad. En la vida
real, las cosas no transcurren por tesis-antítesis-síntesis; o mejor
dicho,
(23) 1972 (426), pág. 34 (a pr~pósito de Latinoamérica); -la misma
tesis en general -aunque con lenguaje· más esotérico- en 1972 (429), pá
gina 32.
;¼37
..
Fundaci\363n Speiro
V. LAMSDORFF-GALAGANB
transcurren algunas)· por. casualidad. Del miSmo modo, un_ émpresa
rio occidental no vive de sus obreros, sino de sus compradores .
.-Ellos
son
los que le dan el dinero, los ingresos de
~u empresa.
Luego estos
in_gresos se dividen ·entre·reinvérsión, trabajadores
y empresario. Ha
brá explotación de los trabajadores cuando la parte que les corres
ponda sea desproporcionadamente baja; esto se da en algunos casos,
y en otros no. Es que realmente, ¿cómo puede ser verdad una teoría
según la
cual resnlfa que al obrero americano se le «explota», y al
soviético no?
Es que si lo es, a mí, por favor, ¡que·me explotep.!
Lo mismo pasa cuando se declara ( con suma frecuencia)_ que
los países «desarrollados»_
explotan a los «subdesarrollados» : ocurre
en unos casos, en ·otros no. En tesis general,
tampoco es verdad. Hay
subdesarrollo
'en las
colectividades que sólo intentan proveer a su
propia subsistencia,
y al tener poco o nada que vender, se quedan
fuera del circuito económico mundial, o incluso nacional. O bien
en casos de exagerado monocultivo, que hunde el .mercado por ex
ceso de oferta. El problema de los países pobres estriba, simple mente, en que no han imitado,
-a su debido tiempo, a los países
ricos, que
al fin y al cabo, se han desarrollado a sí mismos partiendo
de un estado muy parecido, sin ayuda de nadie ni economías plani
ficadas. Es que otra vez, una teoría según la cual resulte que Suiza pueda tener alguna responsabilidad en
el subdesarrollo de Tanzania,
tampoco puede ser verdad. El mal del Tercer Mundo no está en que
se-le
explote, sino precisamente en que lo «explota» nadie.
Pero ah! viene la paradoja. Sé -por muchas experiencias pare
cidas-----que
explicarles esto a los articulistas de
«Hechos y Dichos»
no surtiría
ningün efecto.
Me podrían
.incluso conceder
que tengo ra
zón
, .. y seguir con lo suyo. Además, lo saben ya muy bien sin ne
cesidad de que nadie venga a explicárselo. Lo que ocurre,
es que
no _afecta a su razonamiento. Cualquier ataque, pogamos, a la eco
_nomía de Marx, los deja indiferentes, por razonado que sea. Y es que, en
el fondo., les trae completamente sin cuidado saber si las mer
cancías tienen o no un valor en sí, o si este valor es o ~o es el pro
ducto
de las horas de trabajo por el coeficiente de utilidad marginal.
Lo que les ocurre, es que han adoptado el lenguaje,. la terminología
de
·Marx, para
expresar con
ellos una
idea ética, a
la cual no afecta,
Fundaci\363n Speiro
MISTICA Y COMPROMISO, CAREN7'ES-DE CóNTEMPLACION
lógicamente, ningún razonamiento técnico. Lo de la <
podido ser otra: Porque lo que intentan darnos «Hechos
y Dichos» (24)
no es una descripción de lo que ocurre en Occidente, sino una va.
Joración
de ello.
Por esto d~cía que a este leoguaje marxista no hay que hacerle
demasiado caso.
Es totalmente accidental. La idea que lo preside es
indepéndieote de él,
y es perfectamente expresable ~ nuestro leo
guaje
de cada
día. Es más,· en
«Hechos
y Dichos» viene expresada,
una
y otra vez, en todas las terminologías posibles, y bajo todos los
ángulos imaginables. Esta idea es la ·siguiente: en nuestra sociedad, los
~ienes están
desigualmente repartidos. Unos t~enen mucho, y otros poco. Y esto
es injuJto.
;Este juicio, precisamente éste y no otro, Constituye el telón de
fondo de la mitad, o
más, de todo lo que se esc_ribe en «Hechos y
Dichos». Por esto miSmo, vamos a exariiinarlo más. de cerca.
En principio,
para admitirlo
nosotros, tendríamos que_ hacer una
serie de distinciones y _matizaciones. Pero de momento, no lo haga
mos. Démoslo por bueno: de acuerdo, hay pobres y úcos, y esto es
injusto. Entoncés vemos que ahí no terminan los. problemas, sino que
precisamente acaban de
empezar.
Veamos
el primero. Esta condena al «capitalismo», por «injusto»,
se hace
hoy. O sea, en una época que ha demostrado que es posible
llegar a un estado de abundancia
para todos. Y es más, ha demos
trado que es posible llegar a ello precisamente en régimen «capitalis
ta>>. Ya existen hoy, ahora mismo, ejemplos de sociedades, como los
Estados Unidos,
Canadá, Suecia
o Australia, cuyos miembros
tienen acceso a
manto puedan
necesitar, o que pueden
y piensan lle
gar a este punto en un próximo futuro. Sociedades en que
todos
disfrutan de ocios, de comodidades, de posibilidades sin número en
(24) Igual que en ·su· día hizo el própio Marx. Cfr. el agudo análisis
de Louis Salleron,
¿Qué es la explotación?;· en <
515 y sigs., o mi propio El concepto de justicia en el marxismo sovié
tico actual, Porto, Santiago de Compostela, 1969, págs. 51 y sigs,
339
Fundaci\363n Speiro
fl, LAMSDORl'!':GALAGANJJ
todos los órdenes, en una palabra, sociedades en que es rico todo el
que quiera serlo.
Claro que
.estas sociedades
siguen siendo «injustas». Aun dentro
de la
riqueza, caben más
y menos.
l'ero precisamente ahora
es cuan
do esto empieza a
no tener importancia. En el fondo, las diferencias
en la marca
del coche
o en los metros cnadrados de la casita de
campo son, . tal vez, sensibles, pero son algo completamente distinto
de la cl_ásica «injusticia>>, en la que uno m,oría de hambre mientras
otro se sentaba al banquete. Las diferencias patrimoniales van siendo,
cada
vez más,
diferencias de detalle. Estos detalles pueden tener su
importancia subjetiva, pero no justifican en absoluto que para elimi
0
narlos, se modifique de golpe todo el orden social, sin saber lo que
va a salir después. Y entonces nos preguntamos : si hay cristianos y sacerdotes desde
hace casi dos mil años, durante los cuales hubo en todo momento
ricos y pobres, ¿por qué les ha ido a dar tan fuerte por
la «justicia»
precisamente ahora que el problema
empieza a
dejarse de plantear?
Bueno, me adelanto a la contestación.
En España,. que es donde
se escribe «Hechos y Dichos», aún no se ba llegado a esto,
y el pro
blema todavía se plantea: hay gente que vive muy bien, y gente,
gente obrera en general, que vive bast-ante peor. Pero veamos enton
ces, ¿cuál sería la solución justa a esto?
¿Sería la de
que los obreros vivan
biell, .y los actuales ricos ,vivan
mal? No lo creo. Seria, como vulgarmente se dice, «desvestir a un
santo para vestir a otro». Cambiarían las personas, pero la injusticia
en sí subsistiría.
Entonces, la única. solución que veo es la de que . vivan bien
todos. Parece lo lógico. Pero en cambio, no parece ser lo que quiere
«Hechos y Dichos». Según ellos, la opulencia produce «un hombre
esclavo
de la tecuologla», «aburguesado», demasiado «comodón», y
se llega a decir que el ocio que deja la subida del nivel de vida es
<
lacra de la sociedad de nuestro tiempo» (25). Las
sociedades de la abundancia de que hablaba hace un momento reci
ben el nomb!e de «socied_ad de consumo», y se nos dice ú.na y otra
vez que son nefandas y vitandas.
(25) 1972 (432), pág. 41.
340
Fundaci\363n Speiro
MISTICA Y COMPROMISO, CAR.ENTES DE CdNTÉMPLACION
Luego, la solud6n no es ésta. Pero entonces, ¿qué quieren· para
los
que viven mal? En principio, debiera ser «que mejoren». Y
rual
quier mejora en el nivel de vida obrero debiera acogerse con alegría.
Pero no es así. Aquí mismo, en España, existen Universidades Labo
rales, Escuelas Profesionales, etc., que forman .técnicos de entre los
obreros, y éstos pasan a ganar bien. Pues a <
<
«burgoesía>>, L.;. pagan
bien, ¡,ero
ellos 'deberían. «renuncíar a
su
comodidad
P?r el bien C(!inún», deberlan
ser
«/íderes pbr~ros que
níetidos, encarnados, ·cOinprómetidos· con· la ·masa ob'reia, pú.jen pOí-'
dignificarla». Se lleg_a a decir que mejor sería que ~o les pagar'!"
tanto: ~si esos miles ·de. jóvenes ql.le se hall prmlll;>cionad~ sólo eco:
tiómicamente __ hubiesen· seguido en la masa obff'ra, serian~ ·a.1 méiros;
fermento de exigencia>> (26). Más,d3!'0, el agua: cn~to peor, _tanto
mejor.
Claro que al fin y al cabo, podría tratarse tan sólo de una espe
cie de
maxim.aµsmo un
poco
exaltado: ¡que niej'or~i/ todOs, o ·nin~
guno
! Pero ta~poco es esto. Aquí, en Es'paña, los -obieros ya no
viven reaJmen~ tan mal. Aún no puede decirse ·C{~e ~i~ (
pero cáda vez mejor, .y hay buenas perspectivas de que ~igan me:
jora¡ido. Pue¡ esto no Je gusta a «H<;<;hos y Dichos». Viene a decir
que_
es
una ~uerté que _los o~i-eros ·.-todavía ViVan mal, porque «nuestro
paí; sigoe estando en· 10 que Marx hubier¡ llrun~dd. 'las condiciones
objetivas de la revolución'». Y que no se desperdicie la ocasión, por
que dentro de diez o quince años «nos
habrá invadido
el neocapita
lismo», y el obrero español se habrá integrado al· .«establishment»
como sns colegas extranjeros (2 7).
'(26) 1968 (382), págs. 12 y Sigs. ¿Qué sé entiende, además, por «dig-
nificai»
a
los
pbreros? ¿Enseñarles
Maestría Industrial? No creo; para eso
están e·stas mismas denostadas Escuelas Profesionales. Tiene que tratarse,
por lo visto, de acción «cívica y política», con
ef fin de terminar con el orden
social actual,
-arinque pague «salarios
justos
y equitativos>>. Otra confirmaci6n
de
· 10 mismo:
importa, ante todo, el socialismo. Sin él, los obreros, por bien
que vivan y por contentos que estén con su suerte, no
están «dignificados».
(27)
1969 (398),
págs. 627-630.
Fundaci\363n Speiro
V, LAMSLJ()RFF-GALAGANB
Si se habrá· «integrado», será porque viva bien. Pero esto hay
que evitarlo. Luego hay que evitar que el obrero viva bien. Estamos
en lo :mismo, cuanto peor, tanto -m.ejo:r;
4. El régimen "justo".
Oaro que podría tratarse de una simple táctica: evitar todo
aumento
de nivel de vida ahora, para
. que
no
estorb~ a la revolución'
socialista;
en
cambio a la larga, si· se persigue este aumento, sólo que
por medio de socialismo. Pero si fuera as!, ¿para qué hacer una re
volución, con la cual se lograrla algo que se está logrando ya sin
eJ.la? Adem~, _ si el socialismo lograra un --nivel de vida comparabl_e
al actual de Occidente,· ¿no estarlamos ante la misma sociedad «de
conswnci>>, «burguesa» y «co~odona>>" que-ahora se éondena?
Esto nos lleva a una conclusión mucho más grave: es que no
interesa el aumento del nivel de vida en sí. Lo que buscan los Padres
Jesuitas de «Hechos y Dichos» es otra ,osa.
Nos lo confirma lo que-cuentan de los países socialistas que tanta
simpatía les inspiran. Tanto en Yugoslavia como en
~usia, se
reco
noce que la gente· es pobre (28). Pero los articulistas se cuidan mu
cho -de ~dir, a renglón .seguido, que no se Ven contrastes ni dife
rencias_ de clase (29), o que allí tienen todo lo necesario para vivir,
aunque sin. ningún lujo (30).-De lo cual se deduce que para «He,
(28) 1968 (382), págs. 49, 64.
( 29)
Ibid., págs. 50, 64. Aunque a veces se contradigan, como cuando
constatan que hay más criadas en la URSS
que-en España .(pág. 51),
lo cual
es precisamente un signo de gran diferenciación social. (30) Ibid., pág.
49. En
la realidad, no son ciertas ni una cosa ni otra.
En
·cualquier país
socialista hay
gente que
vive con todo el lujo asequible
a un occidental, y. gente que carece absolutamente de todo. En honor de los
observadores de «Hechos
y Dichos», hemos de reconocer que ni a unos, ni
a otros, se
los· enseña
a lo_s visitantes extranjeros. Pero esto no quita
que las
diferencias de
«clase»,' allí, sean más marcadas -y más odiosas- que en
Occidente, pu.es se trata de la diferencia, no entre unos que tienen mucho
y otros que tienen más, sino entre unos que tienen mucho
y otros que no
tienen nada.
342
Fundaci\363n Speiro
MISTICA Y COMPROMISO, CARENTES DE CONTEMPI,,ACION
chas y Dichos», un régimen puede ser bueno y deseable aunque sus
súbditos sean pobres. A condición de que sea-socialista, claro, porque ¡ay si digo algo parecido de los ·obreros españoles!
Entonces, ¿cómo lo quieren, ese régimen socialista? Por una par
te hablan mucho de «liberación>>. En España, esto puede tener un·
sentido
político muy determinado. Pero por otra parte, ya vimos que
la democracia «clásica>> tampoco -les satisface. Es más,. uno- de sus
más conspicuos articulistas reconoce _expressis verbis que su opción
es por la «justicia», aun a costa de la libertad. Ahí va su argumento:
«la libertad es algo así como
el trofeo que es preciso conquistar entre
todos, .mientras que la .justicia es antes aún el instrumento previo sin
el cual los hombres no pueden lanzarse a su conquista». Admite que
su postura lleva el riesgo de ser una convocatoria larvada a la dicta
dura, y que esto mismo llevó, en «algunos» países socialistas, a ·con
secuencias muy desagradables. Pero añade: «reconozco toda la mag
nitud de esta 'pega' pragmática,
¡,ero su ¡,eso no
me aparta
ní un
ápice de una
opción que
hago con el deseo
de que prenda en otros
muchos» (31). Traducción: socialismo ante todo, aunque sea con
un dictador.
Luego, lo-único que queda, en su ideario declarado, es la famosa
«justicia» . .Quieren el socialismo -dicen-portj_Ue es más justo. Su
ideal es el siguiente:
~ Que el único título de posesión sea el trabajo.
-Nivelación
a la hora de poseer cada. cual los frutos
de su
trabajo.
-Coléctivización de los bienes.
Lo más curioso es que encontramos este programa en un artícu~
lo que se titula «Nuevas ¡,istas de la pobreza evangélica» (32). Ya
se ve que de <
(32) 1971 (421), págs. 33 y sigs. Más explícitamente: «la so.lución es
taría
en considerar todo servicio social digno de una paga idéntica ... dejando
la diferencia de la retribución al grado de entrega del dicho profesional a
su trabajo» (1972 (428), pág. 39).
Fundaci\363n Speiro
v. LAMSDORFF-GALÁGANE .
todos tengan igual. Y que esfo justifica cualquier sacrificio : , si para
lograrlo, hay que suprimir todas las libertades, mueran las libertades.
Si se necesita un dictador, viva el Führer: g¡' tendremos merios bie
nes, sobran los bienes. Si se han de cortar· cabezas, rueden las ca.
bezas.
Esto
se desprende de lo
que «Hechos
y Dichos»
dicen. Pero yo,
no me lo puedo creer. l'.\ío consigo ver qué atractivo puede ejercer
sobre Wlós sacerdotes, animádOs de· las mejó'res · intenciones, un ré
gimen políticamente dictatorial, económicamente ineficiente y espar
tano en
cuanto a
comodidades (33).
Total, por
amor a una justicia
eri abstracto, que ·un régimen así haría rápidamente odiosa. Y que,
por otra parte, no hace ninguna falta a nadie. Entre un régimen que
me da mucho, aunque a otros más aún, y otto ·que me da poco~ pero
a todos por igual, yo prefiero el primero. Y como yo, la inmensa ma
yoría de
Já gente.
En las páginas de «Hechos y Dichos» se ha planteado expresa
mente este mismo problema, incluso en términos muy claros:
·«¿Qué
prefiere
dicho pueblo, dichas masas,
dichas familias
a la hora de
sus apuros? ¿Un servicio a punto y bien llevado a cabo, aunque sea
en su calidad de privado negocio de algón explotador? ¿Qué prefiere:
esto o· el servicio público, el naéionalizado o socializado que Se des
arrolla Sin negocio de nadie, pero chapucera y arrastradamente?» (34).
El articulista no contesta claramente a la pregunta. Pero a lo largo
de su trabajo, va contraponiendó
el «mundo injusto», que · propor
ciona
ventajás y comodidades,
al «mundo justo» por el qüe lucha
él; y en el mismo número, encontramos cr6nicas (entusiastas) sobre
la izquierda francesa (35), sobre una reuni6n de socialistas «cris
tianos» en El Escorial (36), una entrevista con un socialista chile-
. (33) No es que directamente ·-quieran un régimen_ así, estoy de acuerdo;
lo preferirían distinto. Pero se trata de lo que los
t>enalistas llaman
«dolo
eventual»: como se desprende de sus propias palabras, admiten, y aceptan,
que de lo que hacen, puedan seguirse tales consecuencias. Para
el caso, es lo
mismo.
(34) 1972 (432), pág, 4. Firmado por el mismo J. M. de Llanos.
(35) !bid,, págs, 16-17.
(36)
págs. 19
y sigs.
Fundaci\363n Speiro
MJSTICA Y COMPROAIISO, CARENTES DE CONTEMPLACION
no (37), una especie de pastoral de los obispos fraoceses a los cris
tíaoos socialistas
(38) y un artículo que condena la_. sociedad actual
por demasiado «comodona»
y la· compara con el Bajo Imperio Ro
maoo
(39).
Está claro que la opción de la revista está hecha. Se lucha por el
socialismo, aunque sea cabalmente lo contrario --de lo qu_e la gente, la
gente normal,
desea o
necesita
(40). Pues bien, repito; me niego a
creer que sea por un amor abstracto a la justicia. Al fin y al cabo, la justicia es
para la gente, y no a la inversa. Que digan lo que quie
rao, pero lo
justo es precisamen•e ocuparse dé la gente real, de sa'
tísfacer sus necesidades efectivas. Si «Hechos y Dichos» no lo hace,
:tio será por «justicia>). Alguna otra razón ha de haber.
Además, fijémónos en: otra cosa. Al- «capitalismo» se le condena
a la vez por injusto, o sea, por dar demasiado a unos y demasiado
poco a otros, y por opulento. o sea, por dar demasiado a todos. Lnego,
si se condena algo
por· la
razón
· de
que A,
y simultánearilerite, por la
razón de que no-A, es que la condena es
previa e
independiente de A.
5. La fuerza.
Por tanto, hay, tiene que haber, . una razón, aparte-·de la justicia,
que motive en nuestros jesuitas-socialistas la ·condena de la
socie4ad
occidental. E irivetsamente, 'tiene que--haber algo, aparte de la justicia,
que les atraiga en el socialismo.
Pero
si querernos encontrar este «algo», hay que leerlo entre
lí
neas, porque expresamente no nos lo p-resentan. Y a mi me parece
distinguir!() eri frases · como la siguiente : «parece evidente que la his-
(37) págs. 33 y sigs.
(38) Págs. 43
y sigs.
(39) Págs. 40-41.
-(40) Y bajo esta luz, el que J.~( de ,Llanos exponga e~tas dificultades
puede
resultar una forma muy sutil de
propagandá.: puede
dejar en el lector
la
impresión de
que si
.ª pesar de-todas ellas, Se puede seguir siendo socia
lista, es señal de que los socialistas
las tienen en
cuenta e
indqso están
en
contrandó fórmulas para superarlas. Miéntras que
en la realidad,
¡ de eso
nada!
Fundaci\363n Speiro
V. LAMSDORFF-GALAGANE
toria elegirá a la ideología revolucionaria para introducir en los países
latinoamericanos el impulso hacia el desarrollo económico
y la inde
pendencia política>> (41). Son relativamente frecuentes. Pero
tam
poco en este caso se las ha de tomar en sentido literal. La «historia>>
ni impone, ni determina, ni elige, ni se decide. por wi régimen en
detrimento de otro. No es una fuerza telúrica, sino el relato de los
hechos pasados. Y, como tal, carece de todo poder directo.
También aquí, es una manera de hablar. Si no, ¿qué significarían
pasajes -literales--como éste:
su progreso en la humanización real del mundo,
·es lo
que
debe guiar
nos»
( 42)? Tomado al pie de
la letra, es un sin'sentido: la historia
no es sólo el pasado ... Luego, si uno- es historiador" ltendrá que re
latar el pasado, el presente y el futuro?
Sin embargo, con toda esa fraseología, se quiere decir algo. Algo
distinto de lo que expresan las
palabras, desde
luego, pero algo. Y
es lo siguiente: que en_ un conflicto, o un:a confrontación entre nues
tro régimen occidental, y el socialismo, a la larga ganará éste. ¿Por
qué? No porque la historia lleve a ello, ni porque represente el fu.
turo, ni nada de todo eso, evidentemente. Sino porque cuando pelean
dos, gana el más "fuerte. Predicen la victoria del socialismo, porque
a· diferencia de _las democracias occidentales, tiene fuerza. Y o mucho
me equivoco, o es precisamente esto lo que les atrae de él: la fuerza.
Creo que todo el viraje de· 1os edesiásticos hacia el socialismo es,
en última instancia, la búsqueda de la fuerza.
Entonces ¿sólo se trata, ·como dirían los franceses, de volar en
auxilio del vencedor? Por mi parte, no creo que sea eso. O al menos,
no exclusivamente. Y es más; Opino que esta búsqueda de la fuerza
no es siquiera un ansia de fuerza física, sino que tiene un sentido
más profundo y más ético. Se persigue, más bien, la fuerza moral,
la fortaleza en sentido aristotélico. Y esto es una virtcd. Todo indivi
duo,
y también toda colectividad o todo Estado, en que falte, será
malo, imperfecto.
Es una virtud importante: es la que lleva a la
(41) 1971 (421), pág. 24.
(42) 1968 (382), pág. 67. Dicho, naturalmente, a propósito de colabo
rar con los comunistas.
346
Fundaci\363n Speiro
MISTICA Y COMPROMISO, CARJ!NTES DE CONTEMPLACION
conquista, a las grandes empresas, a la difusión de los propios idea
les. Más aún:
sin ella
es imposible cualquier poder, o incluso cual
quier influencia
sobre los demás :
al débil, simplemente, no se le
hace caso.
y desde luego, si hay una virtud que no cabe esperar de nuestra
buena
burguesía liberal,
es
esa .. Lo más que ha conseguido construir,
hasta la fecha, es una sociedad opulenta, sí, pero sin ideales, sin mor
diente, satisfecha de sí misma y de su opulencia, y totalmente indife
rente hacia los demás ( 43). Una sociedad en la que todo «ya
está>>,
en
que no queda nada hermoso por hacer, donde hay elecciones cada
tres años entre social-demócratas
y demócratas sociales, donde la
lucha obrera se
reduce a
coseguir un aumento del 7,5 por 100, cuan
do los patronos sólo ofrecen el
6,8, donde
todo el mundo sólo piensa
en aumentar sus ingresos personales. Una sociedad cuya única am
bición es disfrutar tranquilamente de sí misma, cuyo único valor es
la paz,· a la que se sacrifica abs-oluta.mente todo, y que se estremece
de
miedo aote
cualquier
amenaza a: su prosperidad y a su tranquili
dad. Fuér>a moral,
desde luego,
a:hl que no
se busque. La fortaleza
es cosa
de-señores,
no de
libe!'ales.
En
otro tiempo, también la tuvo 1a Iglesia.
Pero·, triste es recO
nocerlo, de un siglo y medio. a esta parte la ha ido perdiendo en gran
~edida. Las
causas fueron muchas :
la sinuosa política vaticana, las
reconciliaciones con
los. liberales d~amortizadores, la
flexibilidad
~t~ los_ g9h1ern_os laicizantes, f:l contemporizar con las injusticias, el
malminori.smo
. ..
~a _
como sea, con razón o sin ella,
1a Iglesia
h_a
dado a mucha gente una impresión de poca firmeza en la defensa de
sus
princip!os, que
es lo mismo que decir de poca confianza en
s.í
misma y en lo que predica. Su voz ha ido degeneraodo, gradualmen··
te, hasta el nivel de una
p~édica .moralizadora
a la que pocos hacen
caso.
( 43) Eso, en-el mejor de los casos. Sobre lo que ha sido capaz de
hacet la
burguesía. liberal en España, me remito al excelente estudio de Ma.
m1el Fernández d~ ~s~alante, El final del mot'a/ismo ( en el· vol. T eoria poli
tica tt"adicionalista,
I, Escelic~, Mitdrid, 1972, 1?6,gs. ·s9 y _sigs.), cuya_ lec
tura me permito recomendar muy vivamente.
347
Fundaci\363n Speiro
Ve LAMSflDR:PF,GALAGANlL,, '"
Por esto, no· les: reprochilnos a nuestros eclesiásticos socialistas que
busquen a!lSiosarildnte la · fuerza. Es que la necesitan, y la necesi_t/,ifl
porque la necesita la Iglesia: '
Tampoco les reprochamos que la busquen en el pueblo, porque
el pueblo tiene mucha en reserva. Pero
al quererla buscar en el pue
blo, estos buenos clérigos se encuentran que allí mismo, y mucho
antes que
.ellos-,· la·
han ido a buscar
fos socialistas.
Entonces, no en
cuentran mejor solución que enganchars~ a -su carro.
-Y se equivocan.
6. Fuerza_ y socialismo,
Se equivocan · porque engancharse con los socialistas, mieótras no
tenga niiiguna consecuencia práctica, aún tiene un pase. Pero ¿y
si ganan?
Pregunto esto porque, por paradójico que parezca, los socialistas
nunca han conseguido crear un régirrien realmente fuerte, ni se es
pera que lo consigari: En efecto, la fortaleza puede venir de dos fac
tores : la confianza en d poder de Dios, ó lác cónfianza en la propia
fuerza física. Lo primero, a la larga;· sólo está al alcance- de los mís
ticos, _que contemplan a-Dios y tienen una experiencia propia e in
mediata de Su omnipotencia.
Po~ desgrada, nuestros curas
socialistas
no son místicos. Buscan, por tanto,.
la fuerza en su segunda fofflla.
En
sí, esto no es malo. Los
hace herederos
de nuestro Santo Oficio
o
de. :los curas
.de combate de las guerras. civiles.
Lo qu_e late en su
actitud,
en
el fondo,,.es la nostalgia de nuestra Cristiandad-del Siglo
de
Oro. Repito, en sí .no es malo.
L9 malo
es
habets.e equivoc~do de
dirección.
Para tener ,fortaleza terrena, hacen Jalt¡ -
dos cosas: disponer de
fuerza física
y estar dispuosto a emplearla. Para h~egundo, hace falta
tener una idea que imponer. Es imposible tener confianza en
__ uno
mismo
sin
el sentimiento de tener razón.
Pues bien, el socialismo puede ser
capaz, en
determinadas
cir
c'un,s~ncia5,
de movilizar· la enérgía pop~_lar al
servicio de su causa.
Llegado al poder, puede
conservar el
impulso inicial
durante unos
años.
Pero
eL régimen
que
s-e instala
resulta tan
tiránico, corrompido,
hipócrita,
ineficiente
y chapucero, que a la l«rga o a la corta, pierde
348
Fundaci\363n Speiro
MISTICA Y COMPROMISO, CARENTES DE CONTEMPf,,!.ClON
toda autoridad y toda confianza. Llegados a este punto, de los dos
ingredientes ·necesarios a la' fortaleza,
se pierde uno : la idea. Queda
cada
vez menos
gente dispuesta
a luchar,
de buen grado,
pór el ré
gimen,
y metlos aún, a imponerlo a otros. Entohces · la burocracia do
minante
,pone su Confianzá en
lo único
que: queda, la prira fuerza fí:.
sica, empleada al único fin de la propia conservación. Y lo inás pa
radójico
-deLcaso, es que no 'diSponé· ni de' eso.
Dispone,
eso sí, de un
efectivo sistema policíaco, -capaz de pre'
venir
cualquier peligro de orden
intem(?. Pero
en el
exterior, el país
resulta totalmente incapaz de -resistir una confrontación con un
sistew
ma
de economía libre, sea confrontación bélica, sea pacífica. El mejor
ejemplo es el de la
URSS, el
país más
exténso y más rico del planeta,
ya· una
potencia mundial antes de la revolución,
y donde el socialis
mo lleva instalado el tiempo suficiente para
-haber
demostrado
· todo
lo
que es capaz de hacer. Tiéne, desde luego, todo
el aspecto de uria
gran potencia. Pero la reálidad es muy distinta. Su régimen
ria resulta
competitivo.
Empecemos pOr exá.minar el casó de u.ria coñfrontadón ·bélica. De
momento,· en tiempo de paz, parece que sus fuerzas resultan equili -
bradas
con las de los Estados Unidos, con un ligero desnivel a favor
de
éstos.' La diferencia está' en
que
pira conséguirlo, la
URSS
dedica,
directa
o indirectamente, a
la defensa· como el 90 pbr 100 de su po
tencial
industrial, mientras los EE. UU. sólo le dedican un 10-12 por
100,
y el resto del mundo libre, menos aun ( 44). Esto quiere decir
que en caso de conflicto, si no se resuelve desde la primera batalla ( cosa poco probable entre contendientes equilibrados), los EE. UU.
y sus· aliados reconvertirán para fines bélicos toda su industria, y los
wviéticos, que
no tendrán
nad·a que
reconvertir, se encontrarán· lite
ralmente
~epultados bajo
el -material
-en~igo: continuarán producien
do,
más o
menos,
lo que ahora, mientras que el enemigo pasará a
producir_ diez veces
. más.
Les ocurrirá exactámente lo
mism?· que
a
Alemania
y al Japón durante la Segunda Guerra Mundial: empezaron
la guerra
pertrech~dos COI?, el ~aterial más moderno y abundante de
(44) Cifras del académico A. Fíedoseiev~, recientemente pasado a Oc
cidente.
Ck su serie Sot.riallism y dictat~ra. P,ichina y sllédstvie (El soda-.
~smo _y-la_ dictadura. -Causa y efecto), en «Possev» (Frankfurt/M.), 1971
(12) y 1972 (1 a 10); loe. át., 1972 (10), pág. 31.
M9
Fundaci\363n Speiro
V. LAMSDORFF-GALAGANE
la época, y la acabaron con_,_material anticuado y escaso. El adversario,
con muchas más reservas,
había. progresado
más
y más rápido.
Y si la confrontación -como esperamos- permanece pacífica,
es aún más desfavorable al socialiSmo. Ya no se trata sólo de su in
ferioridad, sino incluso de
cj_ue necesita del Occidente «capitalista»
para sobrevivir. No
me refiero sólo a
las importaciones de comida,
aunque
ya sin ellas se acabaría · el socialismo por inanición. Pero aún
hay mucho más. En primer Jugar, en régimen socialista, el Estado
fija sueldos
y precios. Jugando con ambas magnitudes, puede fijar
en cada momento el
.va:lor real
de su móneda
y el volumen de nu
merario en manos de la población. Pero precisamente por
esto, tiene
que
compensar, en oferta
·de mercancías,
cada -rublo que pone en·
cit
ailación, so pena de entregar ·-cheques · contra sí mismo, al crear de-
manda inatendible de bienes. Y esto hace que en manos del propio
Gobierno, su propio dinero no tenga ningún valor, no sea ninguná
riqueza
.. Lo mismo ocurre con el oro,_ que pasa a comportarse como
cuaquier otra mercancía, y que si retiene
agún valor,
es--
exclusiva
mente
por la demanda del mundo exterior.
Con lo
cual se llega a
una
curiosa paradoja:
la única
rii.tueza real asfquible a
un Estado so
cialista son las divisas
«capitali~». y el or9;porqué funciona· -coma
una
de ellas. De
ahí la insaciable sed de divisás que caracteriza inva
riablemente a todo régimen socialista. En segnndo lugar, el «capitalismo» resulta'indispensable pará su
ministrar las
metas a conseguir por la
economía socialista. Hay' en
Rusi.a un
«slogan» que
camp~a indestructiqleiñente
en todo lo que
va de régimen :
«alcanzar a
_América>>.
Claro·; ~o se
la
alc~za -nunca,
no
sólo porque
~a cielanté, Sino porque, adediás, iádicá por
dónde
hay
qt1e ir.
Me explico.
Todo~, absolutamente iodos, los
inventos que
se han hecho de 1917 a esta parte
para facilitarnos
la vida, desde
la
televisión hasta el colchón de muelles, proceden de Occidente. Ignal
que todos los adelantos
técnicrn¡ que
no
Se3!1 meras variaciones de algo
conocido. Y no puede ser de otra forma. La lavadora, por ejemplo,
no puede haberse inventado en la URSS, simplemente porque nadie
tiene
interés en
ello: ni el itiventor,
al que no solamente no pagan
por un invento,
sino~ que
además· t_iene que pelear con
los· organismos
competentes
para conseguir que se fabrique;. ni los encargados del
Fundaci\363n Speiro
MISTICA Y COMPROMISO, CARENTES DE CONTEMPLACION
Plan, que lo componen mucho mejor sin quebraderos de cabeza
suple~entarios ; ni los funcionarios de la red co~ercial, que cobran
lo mismo, vendan lo que vendan; ni el propio Estado, que, como
todo Estado, sólo tiene i_nterés en atender a su propia conservación.
Luego sólo se empiezan a fabricar lavadoras (por lo demás, muy
malas) cuando
1a gente
se entera de que las hay en Occidente. Y
así con todo. Por tanto, mientras el socialismo coexiste con Occiden
te, resulta que _depende de él por entero. Y si imaginamos al socialis
mo solo en escena, no es que obstaculizaría todo progreso ( eso ya lo
hace ahora), sino que .lo . suprimiría de raiz. Y a
la larga, eso no
resulta viable.
7. Camhio de frente.
El socialismo, por tanto, no es, no puede ser, un régimen fuerte.
Empieza siéndolo, es cierto, pero rápidamente se transforma en algo
débil; y, por tanto, cobarde y tirw3co. La diferencia entre China o
Cuba
y la URSS es solamente una diferencia de años. Por tanto, es
un régimen sin futuro. No puede ser fuente de fortaleza, ni para sí, ni menos aún, para la Iglesia. Precisamente si la Iglesia, en el Este,
conserva, incluso entre flo creyentes, mucho prestigio y respeto, lo
debe al hecho de haberse negado siempre a comprometerse con el
comunismo. Los movililientos tipo <
latitudes, lo mismo les espera a sus homólogos de por aquí. Entre
tanto, esperemos que no logren arrastrar consigo a la Jerarquía: si
después de
haberse comprometido con la burguesía liberal, encima se
fº?1Ptot1:1:ete con la burocracia socialista, sería lo que faltaba para
-·que l_a Iglesia, en lo sucesivo, no pueda ya ni abrir la boca.
-' -~·:'_:;Pero cabe una última· posibilidad: que esto sea un riesgo calcu-
)iilj,f que toman nuestros curas socialistas, por suponer que la única
·.n:añ~r~~ de acercarse al pueblo sea a través del socialismo. Es otro
e~ro~. Ef~ivamente, los
socialistas, en un momento dado, fueron el
íínico partido político que se fundió con el pueblo, vivió sus proble
mas
y escuchó sus necesidades, usurpando el lugar de los movimien
tos legitimistas y tradicionalistas, confiados en que bastaba con tener
razón. Pero aún así, su ideología, hecha de desprecio a la ley y de
351
Fundaci\363n Speiro
V: LAMSDORFF-GALAGANE
hostilidad a las tradiciones, prende en el pueblo con mucha dificultad,
Y en la medida en que ha prendido, se debe exclusivamente al ejemplo
de nuestra buena burguesía liberal, que ha demostrado que se puede
desamortizar (
O-sea, robar desde el poder) sin· que pase naéla. Se
hacen fácilmerite so~ialistaS ,los· intelectuales, mejor .dicho, los s-emi
intelectuales. Pero el pueblo-llano tiene un sano instinto que le ad0
viei'te de que ·esó-·«no puede' ser».
· · Además, hay otras· formas, más efectivas; de tocar la fibra íntima
del pueblo. Ante
todo, se le puede hablar,
simplemente, del amor de
Dios, Sí, e.sto sé les da bien a: los místicos. A los demás, nos sale un
poco
tipo «sermón». Pero hay más medios. Por de prontó, está el
hacerse eco de los problemas de los de abajo, y procurar resolverlos
sobre la marcha, sin alardear necesariamente de un ideario político.
Y si resulta indispensable tenerlo, pues que se hable al pueblo de su
unidad católica, de su lucha por
la fe, de lo. que ha sido y lo que es,
de" sus reyes,_ de sus libertades y-fueros, existidos o por existir. Eso,.
~ España, se entiende en seguida._ Bajo estos mismos lemas, poste
riormente puestos en pr~ctica ·o no, el pueblo -precisamente el pue
blo--ganó, en 1936, una guerra empezada en las peores condiciones.
En general,
.ya que
me dirijo aquí a católicos y me refiero
a
sacerdotes,
hay que procurar que la Iglesia tenga una fuerza
propia,
no prestada, como un apéndice, de cualquier bando político. Si,
con todo, hay que acudir a ellos, escójase a uno que respete a la
Igles~. -0, en último caso, al menos a uno que-proponga cosas sen
satas.
Y, sobre todo, .. hay __ que ser conseCt,lentes en la elección de fines
y. medios, Si_ de , verdad se· es partidario de la igualdad, no se pro
ponga
regalar .todos los medios
<)e producción
a
un jefe
de Estado
presente o futuro;
la desigualdad aún se haría mayor. Si de verdad
se es contrario a la «sociedad . de consumo» y a- la superabundancia
~~ .bien~_ .:er~ícpies~ el eremitismo, no el socialismo. El. socialismo;.
en teoría, se ha inventado para multipli
hace. en, la. p,áctica, es
porque no .puede, no porque deje de
esforzarse
en· ello
y sólo en
.ello); Si de verdad se es amigo de .la
gente
humilde,. procúrese mejorar
efectivamente sus condiciones de
vida. Lo cqntrario no es sólo -Contradecirse; también puede ser ·engañar.
Y
si para todo esto hay que cambiar
de frente, ¡ adelante ·amigos !
Fundaci\363n Speiro