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Formación de hombres de principios y de acción

FORMACION DE HOMBRES DE PRINCIPIOS
Y DE ACCION
Por GONZALO CUESTA
Haciéndonos eco de los reiterados llamamientos de los Roma­
nos Pontífices, es necesario y urgente profundizar .en la doctrina
social de la Iglesia, difundirla en todos los medios y ponerla en
práctica, lo antes posible y progresivamente, en forma real y total.
Se necesita conocer la doctrina de la Iglesia para poder cum­
plir plenamente nuestros deberes de cristianos y de ciudadanos:
deberes familiares, profesionales, sociales
y políticos.
Es preciso difundir esta doctrina en todos los medios, para
que todos tengan clara conciencia de sus deberes, y para que las
personas responsables en los distintos sectores de la vida social
y política tengan nociones claras sobre las exigencias del reinado
social de Nuestro Señor Jesucristo y conozcan las normas obj e­
tivas sobre
el matrimonio, la familia, la enseñanza, el trabajo, la
economía, etc.
Las personas, costumbres- e instituciones, están fuertemente
in­
fluenciadas por las perniciosas corrientes del materialismo y otras
formas
del naturalismo, dando lugar a escepticismos y confusionis­
mos, a una moral de gru¡x>, situación o ambiente que muchas ve­
ces está en contraposición con las normas objetivas de la moral
cristiana.
Hay que defender contra estas corrientes devastadoras lo más
notable del hombre: su ser libre, espiritual y personal. Contra
el
condicionamiénto de los cerebros y de la opinión. Contra el hom­
bre-robot
y la cultura de "confección".
Pongamos de nuevo a cada alma frente a su destino indivi­
dual. Defendámonos contra un gran Ser, un
Dios colectivo, una
Providencia social que pretende saber mejor que nosotros mismos
lo que debemos hacer o creer.
Hemos
de temer el avance del naturalismo en sus distintas for­
mas. Pero necesitamos una esperanza para que este temor nos sir­
va de aguijón y tengamos que aguzar el ingenio y el sentido de
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iniciativa que nos pueda llevar a la paz por la conquista de los es­
píritus
y de los corazones.
Nuestra esperanza está en Dios, para quien nada es imposible.
El ya nos dijo: "Sin Mí nada podéis hacer. Yo Soy el Camino,
la Verdad y
la Vida" .. Pero también no.s prometió: "Pedid y re­
cibiréis". De aquí la fuerza, el argumento sobrenatural y el re-
curso a la .oración. ·
Como buenos soldados de Cristo, pidamos Su ayuda para librar
un buen combate ,por la recristianización de las personas, costum­
bres e instituciones, para que pueda ser una realidad el Reinado
Social de Su-Sagrado Corazón.
HOMBRES DE PRINCIPIOS.
Escuchemos a Pío XII en la Alocución a los jóvenes romanos
de Acción Católica el 10 de junio de 1945:
"En los grandes con­
flictos
de ideas que agitan en la hora presente a la sociedad huma­
na y que
se extienden hasta los últimos sectores de la vida econó­
inica, sólo hay lugar para los espíritus sólidos e irreductibles."
Para .conseguir esta fortaleza de espíritu necesitamos tener una
fe sólida, viva, profunda y consciente en Nuestro Señor Jesucristo.
Pero
"la fe Sin obras es cosa muerta", nos dice el apóstol. Cristo
se hizo hombre y derramó Su Sangre por amor infinito a nos­
otros, para redimirnos. En Su Plan Divino quiere que colaboremos
én la obra de la Redención, haciendo méritos para liberar las in­
finitas gracias acumuladas en Su Obra Redentora.
S. S. Pablo VI nos dice en su Encíclica "Ecclesiam ·sual11":
"La vida interior sigue siendo como el grall manantial de la es­
piritualidad de la Iglesia, su modo propio de recibir las irradia­
ciones del Espíritu de Cristo, expresión radical insustituible de su
actividad religiosa y social e inviolable
deferisa-y renaciente ener­
gía de
su difícil contacto con el fundo· profano.'~ Y en otro apar­
tado de la misma Encíclica nos dice: "... La vida cristiana, que
la Iglesia va interpretando y codificando en sabias disposiciones,
exigirá
siempre. fidelidad, empeño, mortificación y sacrificio; es­
tará siempre marcada por el '"camino estrecho" de que Nuestro
Señor nos habla (Mt.,
7, 1355)."
Seamos fieles a la Iglesia. Sintamos con la Iglesia para estar
seguros de sentir con Dios. Ser hijo . de la Iglesia, esto es lo se­
guro, lo verdadero, lo sólido.• Y la Iglesia son los fieles, los sacer­
dotes, los Obispos en comunión con el Papa.
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HOMBRES DE PRINCIPIOS Y DE ACCION
S. S. Pablo VI ha recordado en su audiencia general celebra­
da
el 4 de noviembre de 1964: "El Papa, como cabeza visible de
la Iglesia, recuerda
al mundo que existe una Autoridad Suprema ...
Un ideal de autoridad tan alto e irrefutable no es aceptado de
buen grado en un mundo. contemporáneo-influenciado por la men­
talidad protestante y modernista ... Ante la autoridad de la Iglesia
debemos comportarnos como ante Cristo, de cuya áutoridad la de
la Iglesia dimana." ' ' '
La doctrina de la Iglesia es la única que aclara todo el pro­
blema
del hombre, individual o colectivo. Si buscamos la verdad,
conozcamos, seamos fieles y obedezcamos a esta doctrina. Estu­
diémosla, no desde un punto de vista puramente especulativo, sino
buscando su proyección para la puesta en práctica en la forma y
en la medida que las circunstancias permitan o reclamen. ··
En Santo Tomás y los escolásticos, el intelecto práctico está
sometido al intelecto
especulativo, la acción al conocimiento de los
principios, la elección de los medios a la finalidad perseguida.
Se necesitan hombres de principios con un sentido agudo de
lo esencial y una inteligencia clara no menos aguda de lo que
no
lo es. Con sentido de la justa jerarquía de las nociones y de
las cosas, de lo que importa más que nada, de lo que importa
menos y de lo que no tiene importancia.
FORMACIÓN CÍVICA.
La formación cívica es ante todo el conocimiento de los prin­
cipios primeros y universales derivados de la naturaleza del hom­
bre y de las cosas, sobre los que se cimentan las instituciones po­
líticas y sociales. Proviene de la doctrina y vale cualquiera que
sea la circunstancia histórica.
Interesa conocer
los-principios del derecho natural y cristiano,
conclusiones de
la recta razón, iluminada por la fe, discernimien­
to de las corrientes ideológicas.
Necesidad
de dar prioridad absoluta al problema de forma­
ción de los hambres, y no al problema del útil, movimiento u or­
ganización. Tenemos insuficiencia doctrinal.
Aun de los que pien­
san bien, pocos por desgracia, la mayor parte piensan bien sólo
superficialmente.
Recordemos a Juan XXIII en la Encíclica "Ad Petri Cathe­
drarn": "De la adquisición de la verdad plena, entera y sincera,
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GONZALO CUESTA
debe derivarse necesariamente la unión de los espíritus, de los co­
razones
y de las acciones".
Por otra parte, Simone Weil ha escrito: "La corriente idóla­
tra del totalitarismo moderno no puede encontrar obstáculo más que
en una vida espiritual auténtica", y añade: "... no hay posibili­
dad de satisfacer a
un pueblo la necesidad de verdad si no se
pueden encontrar para ello hombres que amen la verdad".
Es necesario conocer la verdad. Pero además hay que amar­
la, servirla, darla a conocer a los demás. Para la penetración de
la verdad hay infinidad de medios y de útiles. Dentro del buen
sentido y de
la ley moral, todo puede y debe servir.
La verdad necesita servidores para operar la conversión de
la sociedad. Los errores modernos progresan porque se habla
de
ellos, tienen amigos y servidores apasionados.
El porvenir es de los grupos que posean hombres mejor for­
mados, más entusiastas, más tenaces, más prestos,
más decididos
a la acción.
HOMBRES DE ACCIÓN.
En nuestra época, donde la concentración de empresas apare­
ce, con o sin razón, como una exigencia de la economía moderna,
muchos querrían aplicar las mismas normas de concentración. al do­
minio de la formación -eívica, de la acción doctrinal, de la propaga­
ción de las ideas justas y verdaderas.
Hay una tendencia acusada en la organización política y so­
cial al gigantismo, hipertrofia burocrática planificación
abusiv.a.
Juan XXIII en la Encíclica "Pacem in Terris" nos advierte:
"El pensamiento humano comete frecuentemente el error de creer
que las relaciones de los individuos con
su comunidad política pue­
den reglarse según las leyes a que obedecen las fuerzas y los ele­
mentos irracionales del universo. Pero las normas de la conducta
de los hombres son de otra esencia: es preciso buscarlas donde Dios
las ha impreso, es decir, en la naturaleza humana."
La diversidad de obras, movimientos, organismos de acción
doctrinal, responde a la naturaleza de las cosas. Esta diversidad,
si
se comprende bien y se mantiene en sus justos límites, es sig­
no
de una mejor adaptación a la realidad y fuente de una mayor
eficacia.
P~ra librar e1 combate frente a un enemigo bien pertrechado,
hay que descartar una órganizaciórt
demasiado compacta y centrali­
zada
si se quieren tener probalidades de éxito. Se impone una ac-
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HOMBRES DE PRINCIPIOS Y DE ACCION
cion más flexible y penetrante, más intensamente fundada en la
acción personal o de un pequeño número de apóstoles. Hay que
mejorar
la formación de jefes, .cuadros y militantes, para conse­
guir una supremacía del hombre completo: inteligencia y volun­
tad, cabeza y corazón, lucidez y carácter.
Pío XII nos recordaba el l-VI-41: "De la forma dada a la so­
ciedad, conforme o no a las leyes divinas, depende y se deriva el
bien o el mal de las almas."
La sociedad se compone de cuerpos sociales (jurídicos, mili­
tares, culturales, económicos, rurales, familiares, profesionales, et­
cétera). La vida íntima de estos cuerpos está asegurada por la irra­
diación de sus
élites. Son las redes de estas élites lo que es pre­
ciso alcanzar, educar, reforzar. Por algunos apóstoles dinámicos
intensamente formados.
La verdad posee una gran potencia seductora. No progresaº
rán los errores modemos si hay redes de militantes ardientes que
se impongan en las villas y ciudades, talleres, sindicatos, en la ad­
ministración, organizaciones profesionales y familiares, ¡x>r su sa­
ber, su entusiasmo, su santidad. Es preciso suscitar apóstoles de
la acción
en todos los estamentos de la vida social y política, exal­
tar la coherencia de lo natural y sobrenatural, buscar a los pro­
blemas soluciones que respeten los bienes realmente importantes
y duraderos.
S. S. Pablo VI en la Encíclica "Ecc!esiam Suam" nos advier­
te:
"Pero queda un peligro. El arte del apostolado es arriesgado.
La solicitud por acercarse a los hermanos no debe traducirse en
una atenuación o disminución de la verdad... Sólo el que es total­
mente
fiel a la doctrina de Cristo puede ser eficazmente apóstol.
Y sólo
el que vive con plenitud la vocación cristiana puede estar
inmunizado de los errores con los que se pone en contacto."
Se trata de obtener una libre respuesta de la inteligencia y de
la voluntad. Se trata de convencer por la luz de la verdad, no
de vencer ni de humillar. No basta afirmar, es preciso convencer.
La verdad trabaja el espíritu, aunque sea rebelde, prepara los co­
razones. A veces será lenta en abrirse camino. De aquí l'l impor­
tancia de los contactos personales. Hablar a todo el hombre, a to­
das las facultades: a
la razón, a la voluntad, a la imaginación, a
la sensibilidad, a la memoria, invocar las lecciones del pasado, re­
mitiéndose a las verdades y a los bienes esenciales y verdadera­
mente necesarios. La continuidad de los contactos es un factor im­
portante en la propagación de las ideas.
Utilizar las lecciones vivas que nos suministran los aconteci-
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GONZALO CUESTA
mientas; aprovechar los sentimientos espontáneos que suscitan,
remontarse a las causas doctrinales. Aprovechar los resortes que
actúan sobre lo mejor del hombre; el amor a la justicia y a la
libertad. Buscar la vía que asegure un contacto más fecundo.
S. S. Pablo VI en la Encíclica "Ecclesiam suam" define el
coloquio como un modo de ejercitar la misión apostólica; corno un
arte de comunicación espiritual. Define asimismo las característi­
cas del coloquio: claridad, afabilidad, confianza y prudencia pedagó­
gica que, tiene muy en cuenta las condiciones psicológicas y mo­
rales del que oye.
Siempre
~e debe recomendar una gran simplicidad de fórmu0
las y de tono. Ser lo más claro ¡x:isible, lo más directo, lo más
vivo, lo ffiás familiar. Una expresión monótona, sentenciosa, aca-
démica, pedante, rebuscada,
es a menudo un obstáculo para la di-•
fusión de las ideas más seguras. Tener cuidado únicamente de res-
petar y utilizar en su sitio las palabras importantes y justas que
nó se pueden reemplazar.
"Tengamos cuidado, decía Veuillot, que el temor de dejar
de ser amables termine JXJr quitarnos el valor de ser veraces".
Tenemos insuficiencia del
sentido de la acción. Hay un con­
junto de principios, de nociones, especie de filosofía elemental de
nuestra acción, que debiera ser para nosotros como una segunda
naturaleza.
Para difundir 1a doctrina en los distintos sectores de la vida
política
y social se necesita una supremacía del hombre por la
ponderación, la infatigable energía puesta en el combate, coraje
tranquilo, tenacidad a prueba de desánimo por dispersión, esfuer­
zo oscuro o menospreciado, o fracaso aparente.
Supremacía
de un grupo de militantes que, siendo sensibles
naturalmente a la ~legría de saberse unidos, saben que su inicia­
tiva, su resolución, su libre ju ego es en este momento mucho más
precioso, mucho más eficaz que el impulso, la fuerza _gregaria de
una marcha en filas cerradas, bajo
el encuadramiento en un or­
ganismo considerado poderoso.
Supremacía de una ''acción capilar'' (Recomendada por Pío XII
en el Discurso a la Juventud de Acción Católica italiana el 4-XI
53), fundada en la formación de elementos que en nombre de sus
derechos más evidentes y de sus deberes más sagrados tienden a
sentirse
res¡xmsables y

a tomar iniciativas. Teniendo bastante se­
guridad doctrinal, rigor de juicio, carácter, prudencia, para pro­
gresar en estas condiciones y a contracorriente.
Siendo uno de los caracteres más evidentes de la vida humana
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HOMBRES DE PRINCIPIOS Y DE ACCION
y social la variedad y complejidad de operaciones, se deduce cla­
ramente que una fórmula unitaria · de acción, monopolizadora, no
puede reglar y asegurar un mden de las cosas tan variable y di­
verso. Necesidad, por tanto, de unidad en la doctrina, pero accio­
nes diversas.
TRABAJO EN PEQUEÑOS GRUPOS.-CONTACTOS Y REDES.
En el plano en qu~ nos movemos se necesita disponer de un
equi¡x:> de fuerzas flexibles, maniobreras, poco vulnerables, fáciles
a reconstruir, ricas en variados recursos.
El medio más sencillo y eficaz para la preparación de este equi­
po es la proliferación de grupos reducidos, pequeños círculos
de
estudio, células de traba.jo extremadamente variadas. Los grupos
de trabajo, para ser fecundos, deben ser la normalización de rela­
ciones naturales amistosas. En ellos se estudia lo que debe ser
esencial a todos, tanto en el plano de la doctrina como en el de
la acción, respetando escrupulosamente las iniciativas particulares.
Son como redes sanguíneas en las que existe una transfusión de
sangre más rica pulsada a un ritmo más fuerte. Es el elemento
motor que da la impulsión con vistas a la acción política y social.
Recordemos a
Pío XII en, el Discurso al II Congreso Mun­
dial del Apostolado Seglar, el 6-X-57: "La "célula" católica debe
intervenir en los talleres, pero también en los trenes, los auto­
buses, las familias, los barrios; obrará en todo lugar, dará el tono,
ejercerá una influencia bienhechora, esparcirá una vida nueva."
El traba jo en grupo no dispensa del esfuerzo personal, de la
reflexión solitaria.
Lo exige y lo provoca. Suprime el peligro del
trabajo demasiado aislado.
La doctrina se asimila de forma más
viva, más animada, en el curso de los comentarios, discusiones,
objeciones
y aclaraciones.
Se adquiere sobre todo el hábito de hablar con relativa sol­
tura de la doctrina aplicada a las cuestiones sociales y políticas.
Se da uno cuenta del interés que estos asuntos pueden suscitar
en el curso
de conversaciones normales.
Pío XII nos recuerda que "los puntos esenciales de la doctri­
na social de la Iglesia están contenidos en los documentos de la
Santa Sede, es decir, en las encíclicas, alocuciones, radiomensa­
jes, etc".
Para facilitar el trabajo de la acción capilar o de célula hay
una serie de publicaciones seleccionadas que ofrecen los elementos
y métodos de formación doctrinal, ayudando a mejor comprender,
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GONZALO CUESTA
pensar, actuar. Método basado sobre la potencia de nna acción
personal guiada, sostenida y amplificada. Lejos de oponerse a
otras fórmulas de acción, puede ayudarlas, enriquecerlas y vivi­
ficarlas.
Una forma
de acción individual es la difusión de pnblicacio­
nes y folletos de buena doctrina. Mediante ello se puede hacer
participar en el combate a quienes están "muy ocupados" y no
pueden colaborar en una acción más metódica. Nuevas suscrip­
ciones a VERBO contribuirán asimismo a la difusión de la doc­
trina y facilitarán la prosecución normal de nuestro trabajo.
En el estudio de la doctrina se necesita cierta rapidez para co­
nocer sn amplitud, armonía y nnidad. Y para qne en un tiempo
prudencial
se pueda adquirir una amplia formación doctrinal so­
bre los distintos aspectos
de la vida social y política. El grupo
debe ser una célula de formación, pero con vistas a una mayor
irradiación, con espíritu de conquista. ,
Oigamos a Pío XII en la Alocución a los cultivadores de Iti­
lia, en 1955: "No basta poseer principios justos ni aplicarlos en
el círculo estrecho de su vida personal, sino que es preciso ex­
tenderlos alrededor de sí, hacer aprovechar también a los demás,
mostrar claramente el valor y la eficacia para el interés nacional."
Es tm error frecuente pensar que no se puede actuar mien­
tras no se tenga una intensa formación doctrinal.. Desde los co­
mienzos podemos y debemos actuar, hablar de nuestro trabajo en
el círculo de nuestras amistades. Muchos sienten necesidad de un
trabajo como el nuestro. Debemos descubrirles y hablarles Difun­
dir
la buena doctrina siempre que se presente oportunidad para
ello. Buscar esta oportunidad. Se debe contar en primer lugar
con quienes en su vida privada o social tienen el deseo de pro­
gresar.
· A quienes militan seriamente en un organismo político, sindi­
cal, cultural, religioso, etc., se tratará de suministrarles el bagaje
necesario a
la rectitud doctrinal y a la eficacia de la acción, per­
suadiéndoles que una buena formación doctrinal multiplica el va­
lor y
el dinamismo de un buen militante. Saber despertar el inte­
rés de conocer la doctrina haciendo tomar conciencia, discreta­
mente
y con tacto, de lo mucho que se ignora.
Es fundamental la unidad en el plano de la inteligencia y
de los corazones. Debemos esforzarnos en permanecer fieles al
método, máxime cuando el dispositivo material es muy débil o
inexistente. Compensar
la .falta de organización material por una
inteligencia personal más viva de la acción capilar;
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HOMBRES DE PRINCIPIOS Y DE ACCION
Para facilitar la mayor flexibilidad de los contactos, respetar
la variedad de los seres y de las cosas; adaptación del trabajo al
orden natural de las cosas.
Algunos saben encontrar por sí mismos los contactos de ma­
yor profundidad para su irradiación. Constituyen una
élite pre­
ciosa, y basta un pequeño número de ellos para cambiar la orien­
tación de un pueblo a poco que sean sostenidos y ayudados. Les
basta para actuar la evidencia de
la necesidad, la visión del peli­
gro.
Debe facilitárseles el trabajo, ayudarles para impedir el des-
ánimo. ·
Quien se quiera dedicar seriamente a este obra de formación
y de irradiación, debe hacer gala de una infatigable tenacidad, de
una ingeniosidad siempre en aumento para despertar el interés y
allanar las dificultades de los primeros contactos. Su humildad,
su desinterés, su mismo celo le deben impulsar a eclipsarse dis­
cretamente si se percata que otro convendría mejor que él en de­
terminada circunstancia, medio o categoría de personas.
No debemos ser más que servidores de la verdad. Importa
desaparecer cuando nuestra presencia puede ser un obstáculo para
su propagación.
Lo que se trata de promover es una acción capilar. Acción mul­
tiforme y flexible. El fin es realizar el sistema de difusión ideo­
lógica más potente, más penetrante y más flexible.
Se necesita dar fuerza y salud a los órganos sociales víctimas
de las condiciones antinaturales a que los errores modernos los
han reducido. Esto es totalmente distinto que dedicarse a supri­
mirlos o atrofiarlos para sustituirlos ¡x>r fórmulas de organización
artificiales.
La acción doctrinal no será activa y transformadora mientras
no alcance a
los cuerpos sociales. Las redes de acción doctrinal
deben constituir haces de fuerza unificadora de los espíritus,
de­
jando a cada actividad social su carácter particular: acción apos­
tólica, familiar, profesional, artística, literaria, etc. Acción sobre
los organismos privados (diarios, revistas,
movimiE:ntos de juven­
tud, etc.). Acción sobre los organismos oficiales y de la adminis­
tración (universidad, magistratura, ejército, legisladores).
Hay que respetar siempre la justa jerarquía de valores. Co­
locar en su lugar lo sensible, emocional, afectivo. Creer en la edu­
cación continua y paciente de la memoria, inteligencia y voluntad.
La caridad · misma no ha consistido nunca en dejar al error
extenderse impunemente. U
na fuerte oposición puede ser nece­
saria,
si es el amor de un mayor bien quien lo anima y no
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GONZALO CUESTA
existen trazas de obstinación personal, rencor o vanidad. San in­
numerables
-los fracasos de quienes buscan triunfar más que con­
vencer.
Respetar las opiniones de los demás sobre cuestiones opinables:
por lo demás respetar a las personas, pero combatir sus errores
con la caridad que debemos derramar sobre nuestro prójimo.
S. S. Pablo VI nos dice en la Encíclica "Ecclesiam suam" : "La
caridad lo inspira todo. La caridad todo lo hace posible, todo lo
renueva. ¿ Quién de nosotros ignbra estas· cosas? Y -si las sabe­
mos, ¿ no es ésta acaso la hora de la caridad ?"
SUBSIDIARIDAD Y . ACCIONES COMPLEMENTARIAS.
Muchas riquezas, iniciativas, esfuerzos preciosos auténticamen­
te complementarios se pierden porque no hay quien los haga co­
nocer a los que, acaso lejos, tienen necesidad de ello.
Se necesita una mínima sincronización de los esfuerzos de dis­
tintas organizaciones, sin mezclarse indiscretamente en cada orga­
nización ni pretender dar normas a nadie,
para asegurar una me­
jor circulación, una mejor distribución de los elementos de fuerza
cívica que a menudo quedan bloqueados aquí o allá; para que los
tesoros de energía para la verdad no queden sin emplear;
para
que cada uno conozca y comprenda mejor el trabajo de los demás.
Establecer contactos, intercambios,
para procurar a un con­
junto. excesivamente variado,
el impulso ideológico, psicológico, con­
sensus, indispensable a todo éxito
duradero en el plano social,
cívico, político.
Debemos suscitar y animar todo
Jo que pueda tender a pro­
mover nn renacinúento católico en
Jo temporal. Para ello, crear
una
éUte cívica particularmente sensible y atenta al interés supe­
rior, general, de
La causa que nos anima. Eso cual el compromiso particular que cada uno pueda tener fi. jada. Sin
perder nunca de vista las necesidades de conjunto
de un combate
más general del que depende finalmente la fecundidad a largo pla­
zo de todos los esfnerzos individuales.
Esto exige la formación cuidadosa de un cierto número de
hombres, no sólo en
la doctrina pura, sino en el plano de un mé­
todo de acción determinado
por unos principias de sabiduría y
eficacía evidentes.
Todo ello sin menosprecíar la pluralidad de fórmulas de ac­
ción, la variedad
de organismos, bajo pretexto de dispersión. Una
cierta dispersión, una cierta variedad, una cierta pluralidad son
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HOMBRES DE PRINCIPIOS Y DE ACCION
mucho más eficaces, mucho más fecundas, que las recetas unitarias,
monopolizadoras preconizadas por algunos bajo pretexto de mayor
fuerza por concentración. Como si un ejército de infantería fuera
más peligroso avanzando de tres en fondo, que aparentemente
disperso en la campiña.
Más que lanzar un grupo o una organización, se trata de pro­
mover una táctica a seguir, cualquiera que pueda ser
el organis­
mo a que se pertenezca. Un estilo de acción que debe subsistir
cualesquiera que puedan ser las vicisitudes éxitos o fracasos,
de
los diversos organismos, asociaciones, mo~imientos o iniciativas
privadas más o menos localizados.
Lo ideal es una descentralización muy amplia, con obras
múltiples adaptadas cada una a su fin particular.
TenieÓ.do en cuen­
ta la e~pecialización de las personas, temperamentos diversos en
el tipo de acción, el medio que más les conviene. Conjunto muy
flexible de medios inteligentemente dispersos y suficientemente
coordinados, menos vulnerable que una organización más estruc­
turada y concentrada. Para una mejor adaptación a las personas
y a los fines a alcanzar.
Estimular la diversificación
de esfuerzos. Nada de planificacio­
nes intempestivas bajo pretexto de unidad. La unidad está en el
espíritu y se realiza por la doctrina.
Sostenidos
por un conjunto de redes amistosas, relaciones per­
sonales, flexibles y fuertes. Profesando y practicando de forma
destacada
el principio de subsidiaridad, de complementaridad de
las obras.
Aplicar la regla de
oro de San Ignacio : Usar de las cosas en
tanto que ... no más que ... Se recomienda revisar este punto con
frecuencia.
No existen medios fáciles para aprender las cosas difíciles. Sólo
hay un método: ponerse a trabajar con entusiasmo.
No nos debe desanimar ser una minoría en este trabajo, pues
Jesús dij o : "Cuando os reunáis dos o tres en mi nombre, Y o
estaré entre vosotros."
Escuchemos, para terminar, a S. S. Pablo VI en la Alocu­
ción
en bonor de San Vicente Palloti el 1-IX-63: "El imperativo
de actuar hoy -y con urgencia procede de las necesidades que son
verdaderamente inmensas
para quien sabe darse cuenta ... He aquí
la bora de los laicos. Es preciso empezar a trabajar hoy mismo,
porque tal es la ley de la conciencia cristiana. CuandQ se ha oído
enunciar
un deber no se dice: "Lo haré mañana". Se debe actuar
inmediatamente.
"
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