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Actuación de la Iglesia en lo temporal

DOCUMENTACION PONTIFICIA
ACTUACION DE LA IGLESIA EN LO TEMPORAL
Discurso del Papa a los miembros y colaboradores de los Co­
mités Cívicos. (30 de enero de
1%5; texto italiano en L'Ossef"lJa­
tore Romanvo del 31; texto castellano de Eccles:U,, número 1.231,
de
13 de febrero de 1965.)
Queridos hijos: Brota en nuestro espi!ritw una pregun,ta sus­
citada p'Or vuestra presen,cia, unu p>re'[Jll,nta que ha acompañado a
la historia ele '//Uestra no larga, pero si var:uida e inten~a ezi,tenda,
des&e el princip;o y, paSO' a pr,so, en westras imierveooon,es eni las
vidsitUJáes de la vida p'Ública italiaw, después de la guerra, o en la
muni.festaciáni un p10C'o intermitente, oculta y nristeriosa de 'l/11J8S­
tros cuadros y de vuestra actilllidad. Pregunta stmcilfa y legítima:
u¿ Quiénes sois wsotros?'J. La respuesta es pronta y C'lara: ttSonz:os
los Comités Cwicos"; pronta y clara, pero no apagáis la curiosidad,
estim..Záooola m>Ís que satisfaciéndola, pues se 'IIUelve a /,a carga:
"¡ Y /,os Comités Cí'll "¡Soi, un partido poUtico?". Respuesla,: "No, no som<1s un par­
tido p·olí-&d'. tt¿ Uwa corriente social?'). Respuesta: ttTam1po,co."
Entonces: tt¿Sois una asodoción cató'lrica?". La respuesta ts tam­
bién negativa: ttN o somos una asociación católica en el sentido es­
trichl de la palabra>). t'¿ Qué es lo que sois entonces, un comité elec­
toral, un /Jl!oque social, unu agenda "doza", una comipañfu de' pu­
blicidad, una expresión espontánea y m<1m,en,tánea de la opimó'n!
pública, quiénes sois?".
Recordamos
que esta necesidad de definición se ha dejado
sentir nuwchas veces, en la base y en el vértice ck los ambientes
que os rodewn; y recordamos también esa cierta reserva que se
ootJaba en tiempos pasados a dar una definición de acuerdo con
los estatutos del Comité Cívico, que moldeara su rostro más por
la experiencia en curso, que por un concepto abstracto preest./Jle­
ciáo, y que se identificaba con una actfvidad, diversa y movible
también mejor
que con estructuras orgánicas bien determinadas.
Esto, en tiempüs pasados, decfmnos. Ahora sería más fácü dar
una descripción satisfactoria del organismo al que perteniecéis;
pwo la definición ezigil /(IJ,nbién algo de búsqueda, que qwizá
también vosotros, con esta y atms reuniones, estáis haciendo.
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Esencia y finalidad del floreciente organismo.
Esta incertidumbre no os molesta. Recordad los esfuerzos
por llegar a
la definición de Acción Católica. Recordad lo difícil
y co'mplejo que es grabar en términos sencillos y claros· cualquier
tip.o de rew!,idad o una obra nueva y extraordinaria, . que se in­
jerte en
el context'o complefo y agitado de la vida social contem­
poránea.
Nos agradar/a p~nsar, si no hubiese el peligro de mezclar
lo sagrado y lo profano; en el caso de Juan el Bautista, a quien
se
le preguntó enl di:versas ocasiones: ''¿Tú quién eres?", y en
sus vigorosas y repetidas respuestas negativas a las diversas hipó­
tesis que se le
presenta,ban para identificar a su, persona y su
misión: ttN o,· no · soy, no soy yon. Y nos gustaría detenernos,
queriendo trazar en vuestros espíritus un ejemplo sagrado y su,­
bmn,e, en las dos conclusiones que ofreció el Precursor a las pre­
iuntas que lo asediabanJ: tty o" soy la voz del que dama en el
desierto' y, luego, réfiii~ndose a Cristo: uEs "ne~esario que yo
disminuy~ y que El crezca" (cfr. Io., 1, 19 ss; 3, 30). TamNén
v'osotros podrfais
pensar, para da:r una inspiración mayor a vues­
tra
actividad, en estas referencias evangélicas; ahora nos es su­
ficiente
fkudir, jJ'ara concluir el problema planteado, solaimente
á conceptos más moáestoS1j ,y sólo indicándolos.
La función instrumental del Comité·. Cívico.
La dificultad de dar una definición de vosolros nace y se ,,,
suebve aquí: el Comité Cívico es un instrumento; y un instru­
mento, más que· por sí mismo, se califica, escolásticamente, por
el agente que lo empl,a y por el efecto al que está destinado.
Es inlermediario. Tiene fuera de s,í, los elementos que lo definen.
aunque, dotado de
vida propia, posee um capacidad propia de
acción y tiene /,a responsabilidad de sus actos. Y no creais que
recrmocer como esencial la función instrwinental del Comité Cí­
vico aminora su·
prestigio e importancia. Todo sérvicio, todo mi­
nisterio
tiene' carácter in:strumentalJ" el mismo minister"io sacerdotal
es mediador
entre Dios y la H um:anidad, enlre el Principio de
verdad y de gracia, de donde procede su dignidad y poder, y las
almas a las que presta sus cuidados. ¿ Queréis una cita del Doctor
Angélico?-~· nEl" que es 'ministro· se comporta a -guisa de inStru-:
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mento" (S. T., III, 63, 2). Todo estriba en ver a quién y para
qué sirve el imttrumento.
En este punto, el marco en que se coloca vuestra función se
hace vasto, complicado, y bajo ciertos asp,ectos, maJjestuoso. Es
un cuadro que en j1U) extensión pa:norámica, prese"W.ta muichos
problemas difíd!,,s y delicados. Los describirá el Concilio Ecumé­
nico en destudio de su esquema XIII, que trata, de las relaciones
de
la Iglesia con el mundo. 4 vosotros os toca el sector de lao
re!ociones comingentes de la Iglesia con la vida púbica. Pues,
¿a quién sirve el Comité Civico? Es sabido, sirve a· la causa ca­
tólica1; la cual, como trombién es sabido, está planteada y custo­
diada p•or la jerarqwía de la Iglesia. Y la sirve donde la aoció,;
propia,
y directa de la jerarquía es menor; pero donde no puede
faltar la
acción indirecta de la Iglesia, es decir; la de los principios
crfuttianos informadores de las ideologías políticas, sociales y mo­
rales, y la de los . católicos-ciudadanos con pleno derecho en el
Estado.
La Iglesia defiende los valores hm:nanos-
El itorden de las cosas hum:aJWas' que es la ciudad t'errena,
"" puede ser olvidado, por la Iglesia, cuando en él se desarralla esa
vida . humana que ella ha de guiar m la salva.ción, es decir, a sus
fines superiores, tanto presentes como ultraterrenos, y cuando
-como en l,a.s condiciones actuales. de nuestra sociedad-se pro­
clama y es operante el juego de la libre actividad 'del hombre.
Diremos con un autor contemporáneo: ttAquí .está la razón de
la importancia del tema Iglesia-mundo, es decir, sociedad, Estado,
economía
del catolicismo. La Iglesia no puede abandonar a su
curso las cosas ·ae este mundo, precisamente porque la acción
para salvar al mundo y sus órdenes se desarrolla a través de las
virtudes de la vida. No puede abandonarlas, como indicadora de
un orden en el que el hombre pueda actuar para su salvación,
como concreadora de los órdenes temporales, para formar un mun­
do mmbiental favorable, en el que l,a vida virtuosa sea posible
no sólo para los santos _h_eroicos, sino también para el hombre
en _aeneral. 4quí reside la zona .de encuentro entre la I,alesia y
el Estado, y la profunda unidad. valor y di.anidad de ambos. en
el sentido último de la vida humana"... (H. Rommen, El Estado
en el pensamiento católico, .pág. 35.) Estas consideracione'S se
hacen más graves y urgentes con_ el examen de· las. condiciones
t'de facto", siemfrrle críticas, sobre Zas que el episcopado italiano
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recli1maba la atención de los fieles y de los ciudadanos en s"
carta colectiva del año pasado.
La animación Ideológica, moral y espiritual de la vida pública.
Por ello, si por un lado la Iglesia qwiere y debe quedar al m gen en la gestión del 17f'den temporal, de /,a pol mente
se dice, par ofro lado no puede desinteresarse de la animtlciów
ideológica, m,oral y espiritual de la vida pública, y ha de morar con/
buenos ojos a qm'.enes sabia y sistemáticamente asisten a nuestro,
pueblo, tawto en, su maduración doctrinal, como e:n su recto coem­
portamiento en e'! cam'/J'o de las actividades cítvicas. Esta es nuestra
larea, tanto mós imp'ortante cuanto mayor es la necesidad que el
puzb/o
tiewe de esta fraterna/ asistencia, estando irvvitado por las
costum,bres mademas a conocer y juzgar todo lo relacionado ,con la
vida pública, estando asediado y atacado tammén por un, P'eligroso
y tJIH'bw/,er,t tes y convincewtes propagandas, con frec«encia nada conformes con
el recto p,ensamiewto cwil y cristiano, y obligado a la p,ostre a de­
cidir, mediante su participación en la pugna electaral, sobre la suer­
te de la sociedad.
Hoy la vida pública reconoce a los ciudadanos m,uchos derechos,
y
el más impartan/te de todos es el escoger, con su voto, a sus re·­
presentantes en /QS magistraturas mdministratiws y polUico,s. El
ejercicio, de estos derechos debe ser ilummtuio, libre y 01der1ado, y
es obra de mérito n<> escaso el eduzar a/ ciU!dadano en este ejercicio.
En la práctica, vuestro programa será desarrollar una acción infor­
mativa
y formamla en las diversas categorías soda/es acerca de lo.s
problemas de la vide, cívica. No estaréis solos para realizar esto:
concurren a este
fin m«chos otros factores (la escuela, la prensa,
los partidos). Pero, donde e«tos factores se dif"ndan pa~a ilustrar
los asp,ecios técnicos, económticos) paUticois, jurídiieos de estos pro­
blenias, wsotros, sin· olvidar estos mism1os aspvxtos, procuraréis
hacer visibles los mspeclos superiores, los morales. Y será vuestro
ar[ftd/o y deber unir estas enseñomlzas co" la doctrina social de la
Iglesia, de la que tanta luz, tanta seguridCDd, lan!to vigor puede ori­
gmarse pora quien la recibe con atenci6n y cawfianza.
Iluminar y -guiar las conciencias.
No cre&s qWe vuestra acici.ón se haC'e estéril, .abstracta o inútil
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por la prevalewte consideración de estas aspectos éticos y doctrinales,
que surge del juego de' los inte~eses temporales pero los supera e
ilustra, no entra
en /XJ; contienda de los debates específicos de la poll­
tica, S'ino en el secri!lo de las conciencias y guia su juicio aplicando
al orden civil las mismas normas n,orales que presiden e! orden, pri­
vado;
no se pron,un1,:ía sobre cuestianes técnicas y propias de los
asun,tos públicos, pero exige que la competencia, hom-ade'Z, conduc­
ta de la person)(J) correspondan a la gravedad, rectitud, ejemplaridad
de la¡ funciones cotice1"f!,ientes al bien de la comunidad. Veréis enton­
ces, sí, cóm,o vuestra acción ltse hace voz que gritará", com,o eco de
la concimcia del pueblo y de la ley de Dios. La veréis solicitada, fiara
sugerir los crit cretas, tanto del cuerpo social, como de cada uno de los hombres
com,prometitJos en la actwidad de· los oficios púb&os; la veréiis
solicitada
para confortar la ,m,proba y a veces desconcertc,i,te tarea
de quienes llevan comigo el pesa de ws asuntos de la cmntwnidad
cwica; la veréis hacerse providencial y fuerte ¡,a,ra persuadi,r a los
ciudadanios, a los católicos esp,ecialmente, para marchar uwidos y
acord,,s, swperando lo1s p"""1os de vista y los intereses f"'l'lículares,
con mdras al bien común, supre+mo valior de la sana com:iencia po­
lltica, y esto mili que por ovsequio a autorizadas adwrlent:ias ex­
ternas, por un urgente precepto que se deriva de la necesidad in·­
trin~eca de fidelidad a los principios y a la palabra dada, y resul­
tante de un indiscutible deber de sa;/,vaciór, nacioml.
Heraldos y difusores de un noble servicio.
Pero da este servicio, que de tem,po,.al se hace espiritual, de .téc­
wico se hace' moral y pol.S.ticoJ nto os toca a vosotros trazar sus fór­
mulas, indicar los momentos y estal,kcer los ol>jet11Vos: esto es una
tarea de ewtidades y personas respomables de direcciór,, de "lea­
dership", como se suele decir, del campo católico por un11 parte, y
el político de otra. A vosotros os corresponde haceros sus her(Jjldos
y difusores. Sea esta se'lftera y humilde discipUna la prueba de vues­
tra libertad militante. No os servís a vosotros mismos, ni a otros.
deciamos, sino a la causa de la que sois arma e 1'.nstrumen,to. En, el
sentida
de este servicia encontraréis hts 'l!'iirtudes qU'e lo hacen:
fuerte y providencial. No os contentéis con la resonancia externa v
el aplauso de los demás. Trabafad en silencio, con entrega, tanto
más genrerosa y meritoria cuanto má.s desinteresada, Y' satisfecha so­
bre todo por la conciencia del servicio preskl do y en, wni6n con las organizac'ianes y con las obras de nuestrd
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campo, con k, Acción Católica especi,dmente y con nuestra prensa.
Y
trabujad con coraje, que es mu,y necesario hoy. Trabajad con, con­
fianza; SV} oon ccmjian,za en las orientaciones que forman la norma
y la historia de nue'stra sociedad, y que hoy son /,as democráticas.
Con confianza tammén en los hombres de buena conciencia com­
prometidos en el vertiginoso ambiente político.· Con confianzm en
wuestro pue/Jlo que, si a veces inquieto y facciosamente instigado a
expresion,es
intdr,m!perantes, aspi.ra, sin em1barga, con ,todo derecho,
a una mejor estructura social, y bien gwiado, aprecia lo acertado
de
la colaboración social y se goza en la dignidad del orden jurídico.
Finalmente, y de una manera especial, confianza en la Providencia,
que gu5,a Jas mcisitudes humanas, que sabe sacar bien de todas /Jas
cosas, aun ailJVersas y funestas, que premia /,os deseos, los actos, los
sufrimiewtos de .qwien trab'aja con corrJZón recto y fuerte.
Que
Dio. os ilumine, sostenga y os bendiga a todos, hijos ca­
rísim,os.
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