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Revolución y sentido de lo sagrado

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Revolución y sentido de lo sagrado
por
JEAN Oussn
Fundaci\363n Speiro


------~~-~REYOLll!;_ION Y SENTIDO DE LO SAGRADO
Hay dos frases sobre la vida eterna que pueden ofrecernos rica
materia de meditación. Una, la del Evangelio ; otra, la de André
Malraux. Si hemos de creer al Señor, según San Juan, "la vida
eterna es
que Te conozcan a Ti, solo Dios verdadero, y Aquel
a quien Tú has enviado: Jesucristo". Por su parte, advierte An-­
dré Malraux que
"hoy la. revolución desempeña el papel que en
otro tiempo tenia la vida eterna".
De Jo que se deduce que la.
última ha sido sustituida por la primera.
La revolución, en el sentido pleno en que la entiende Malraux,.
ha sustituido
al solo Dios verdadero, es decir, un ídolo, embus-­
tero absoluto, ha sustituido a Jesucristo.
Porque hay que ad­
mitir que si alabanza, honor, servicio y temor reverencial no,
son ya acordados al solo Dios verdadero, la revolución, su pan­
teón y
sus fetiches son el objeto de un culto universal.
No se toca ni se derriba lo sagrado. Se lo trata con reve­
rencia, con precaución, pesando las palabras. Si el ídolo disgusta,.
se procura no despreciar abiertamente su culto, ni criticar sus
dogmas, ni burlarse de sus fórmulas. Todo lo cual sólo se realiza
para servir a la revolución.
¿ Quién es más reverenciado: ella o Jesucristo? Convengamos:
en que ya nada está absolutamente ordenado hacia
El, Su ense­
ñanza y
Su evangelio. Hay algo más grande que El, un pensa­
miento más poderoso que el Suyo, y respecto de este nuevo pen­
samiento ha de ser juzgado el de Jesucristo e incluso invitado
a justificarse. Este pensamiento es
el de la revolución.
Nadie
o casi nadie, incluídos muchos católicos, se atreven hoy
a no quemar incienso en el altar de la revolución. Nuestra ge­
neración, que
no ha perdido todavía el sentido de lo sagrado,.
considera como lo absoluto a la revolución, no a Jesucristo, a
la vida eterna, a la Iglesia y a sus santos. Se puede blasfemar,
atacar
a la Iglesia, desnaturalizar la vida eterna, sin que nadie
se conmueva -¿ acaso los mismos católicos no incitan a la Igle­
sia a que se reconozca culpable? Pero, ¿ quién se atrevería a hacer
y exigir lo mismo de la revolución? Y a no cuentan en el mundo
las blasfemias contra Dios. Los creyentes fingen ignorarlas. En
cambio, no se blasfema contra la revolución.
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JEAN OUSSET
¡ Parece increíble que "el solo Dios verdadero y Aquel a· quien
ha enviado" resulten insignificantes comparados,,__con lo que exalta
la revolución!
* * *
Probadlo. Durante una conv.er.sa~ntre ra------­
tólicos, atacad cualquier dogma de nuestra fe -los novísimos, pür
ejemplo-----, y también las fórmulas de "pueblo", "clase obrera",
según el sentido revolucionario de estas palabras. Por los ges-
tos de vuestros interlocutores sabréis qué temen y qué reveren-
cian: pueblo y clase obrera son más sagrados que Jesucristo.
Hemos dicho pueblo y clase obrera "en el sentido revolucio­
nario de estas palabras". Porque si estos términos se entienden
en forma diferente, se desacralizan inmediatamente y pueden ser
impugnados sin temor.
Efectivamente, nada es menos sagrado que la noción de pue­
blo definida por Pío XII en su mensaje de Navidad de 1944.
Sin embargo, esa noción de pueblo es la verdadera, porque el
Pontífice reprueba la de masa gregaria, entregada· a los demago­
gos. Asimismo, nada meuos sagrado que
la clase obrera repre­
sentada por los mismos fieles a
la segunda C, la de Cristo,
m la sigla C. F. T. C. (Confederación de Trabajadores Cris­
tianos.) Y ;pese a que estos mineros, tanto como cualquier otro, son
miembros de la clase obrera (y tendrían derecho al glorioso tí­
tulo de proletarios
si procedieran de otro modo), serán tratados
gueses.
* * *
Lo que proceda de la revolución, la favorezca y la siga, es
psicológicamente indiscutible y prácticamente indiscutido, into­
cable y sagrado. Es más sagrado que Dios, Jesucristo y la vida
eterna, llegando a ser, lo mismo que Dios, principio moral y jus­
tificador.
La buena conciencia está junto a la revolución, y la mala con­
ciencia
junto a los que la combaten o frenan. Los mismos crí­
menes suscitan reacciones contradictorias según los emplee la pro­
paganda revolucionaria. ¿ Quien habla de Katyn, de los campos
de concentración soviéticos, de régimen policíaco cuando el Estado
que lo mantiene se dirige hacia la revolución? ¿ Por qué todo
esto -es menos conocido que la Gestapo, Ravensbruck o Dachau?
¡ Gracias a la revolución!
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REVOLUCI0fl -Y-SENTIDO DE LO SAGRADO
_.Sók>-,,H,ces·s,wpre sagrada e intocable. Sólo ella puede ava­
~lar indefinidamente a los pueblos. Sólo ella libera. El colonia-
1ismo no fue ni será nunca más que un pecado cometido lejos de
la revolución.
El bolchevizar a las naciones mediante el terror no provoca
ninguna objeción. En cambio, ¡ cuidado con ceder a la tentacióg __
de evangelizar! Ya nadie puede ser _j11'1litado.-a--santiñeá1'se-·m!Ís
~t~si1 JJ""i'ia religión;-~
----------Y en cuanto a los cristianos, ¿ no siguen, acaso, dos tendencias?
/.-----Por un lado, los cristianos útiles, plenamente entregados a las ta-
reas apostólicas, felicitados .por todos ... , aun por Le Monde, L'J].,,.-----·­
press, L'Hunwmité, Pax · o en------a:-naili(o que,
todavía me· , contribuyen a edificar el socialismo. Por otro ludo,-
están los cristianos inútiles, o másoien apartácTbs, que se atrevetr------__
(incluso en nombre de su ·fe) a proclamarse adversarios de la re-
volución; cristianos de los que los "nuevos sacerdotes" querrían ~
?.e?. sus iglesias : ¡ cristianos-perros ! /
-, . --. ~ .--~
----------~ ··.
--------------- T~mhién existen los que no MJU cri:,tiano& n-i pradic.~n. Los
que están lejos., como se suele decir. Y también son incluidos en
esa soberana división determinada por el credo revolucionario. En
efecto, existen dos ·~ estar lejos del cristianismo : la
que está en el surco de la revo1uci6rn y la q-ue ae está en él
Los que están lejos, segúu el primer modo crean un problema;
los otros, en C'ambio, no crean ninguno. Es deber imperioso el
dialogar con el comunismo. Pero ningún deber imperioso aconseja
dial
ar co · rédulos que no aprecian la revolución. H.ay
maneras de estar e I lesia: la de los revolucionarios,
dEtris de los cuales ~e corre, y la e _contrarrevolucionarios,
o sospechosos de serlo, detrá~ de los cuale?nrr"c .or"Fe, !')IJ.e QOn
comprometedores Estos últimos no adoran a la diosa.
* * *
' ~ " Hay -países en los que"-~cl _turista extranjero puede pasear sin
ser acompañado a todas partes un soplón que lo vigile y que
'1.0 necesitan construir muros -para dir que se vayan los que
~refieren ser libres. Si el gobierno de es 'ses es francamente
bstil a los principios revolucionarios, pronto ' tachado de ti­
r:nico
y .policíaco par la prensa, incluso por la qu ende en
mestras iglesias.
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JEAN
La conciencia universal no puede tolera;d~_po
que haya pobres en España o en Portugal; pero no hay por <¡~
preocuparse que los haya entre nosotros, en las aglomeraciones
(bidonsvilles) que se multiplican en los arrabales de nuestras gran-
des ciudades.
Existen ciertos países continuamente alterados; otros, en los
Cfue---reim la confusión más grande; algunos en los cuales las ma­
tanzas ya constituyen un--esütcrde- v· · · · _ _ donde en-
gordan los antropófagos. Todo esto carece de la menor importancia --
si la revolución cubre con sus galas a estos países. Y todo. --el.------"-
-----nll,lndo, a veces encabezado por los clérigos, defenderán los acon-
tecim1en · en.
-~ Un justp sentido de lo sagrado dios. Tam-
-~_.--------paco se juzga a la üiosa revolución.
* * *
"O reina la Iglesia en nuestras costumbres, o reina~ __ _
ll>•<6tC,--"'cior±Hm,c-de Saio±.BertñeC En efecto, la última es la'
que gana. Ha llegado~ nuestro abso~agrado,
objet~ de temor y reverf'Tlc:ia 11,niversales. Según lo que parec~~-­
de acuerdo con lo que observa Malraux, "realiza el p cía la vida eterna", es decir, que es el criterio supremo, análogo
al que nuestros
padres empleaban ]? De tal -1 o la revolución en nuestro abso-
luto, m1estro sagrado, que muc11Lsimo~-.c;.ttólicos proclaman sus
dogmas con
más celo que el que usan cuan leza universal de Jesucristo.
En realidad, en los países llamados cristiano no se efectúan
las grandes decisiones de acuerdo realeza. e sigue
blando de un cierto Je · o que parece ser .R-P..x rugu-m, .sulus
@nctur rabie Do;;ii'PTU.c ... -Los Cfi.Stianos que se llaman adultos
.gu,5ta.u cantal" estas cosas, pero sólo en Ja Iglesia, el domingo.
No sacan de ello ninguna consecuencia, porque desde el m to
en que pisan la calle no piensan ni actúan más 011ie--.ro1ados por
1a luz y los principios revolucionarios. --/
Sólo la revolución reina pública :ate, aunque en grados di­
versos, de un confín al otro planeta. Delante de ella to­
das las cabezas se indinan amor, con respeto, con temor ~ por
cobardía.
Lo único molesta es que Dios no muere y que Crist,
resucitad con la Virgen María; que el poder divino nun.a
bri as que en el momento de las supremas catástrofes y c~e
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REVOLUCION Y SENTIDO DE LO SAGRADO
la hora de la humillación de Dios precedió muy poco tiempo al
momento en que cayó la piedra que cerraba la tumba donde se
~saba que El yacía muerto. Porque, al fin y al cabo, siempre es
y s ' · ue la vitla eterna_~_¡:,jste en que Te conozcamos
a Ti como al so · · '--Verdadero )'. al que Tú-nos--en-
viaste: Jesucristo. _---~---------------------
¡ Y bienav¡mturarlns los que dutaÍrte toda su vida combatan
sin
rlobJ-, la,;rcidilla ante Baal ! ~--·
~.·
/
~ ; ¡
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